Un último abrazo.

Actualización No. 1/2

Lloren, lloren. :3

El trote de los caballos fuera de la casa lo despertó en mitad de la noche, la tierra sobre la que estaba ubicado su futón sacudiéndose por la fuerza de sus pisadas y su relincho rompiendo con la tranquilidad a la que estaba acostumbrado para sumergirse en sus sueños. Caballos, Jungkook estaba acostumbrado a verlos de lejos cuando su madre lo dejaba acompañarla a la plaza a vender las esterillas que tejían entre su hermano y él.

Jungkook siempre había deseado montar un caballo, sentirse imponente sobre su lomo.

Tan sólo con abrir los ojos en la oscuridad de la pequeña habitación que les servía de dormitorio a los tres Jungkook fue consciente de que algo no estaba bien. El olor a quemado inundó sus fosas nasales mientras se sentaba en el futón, protegiéndose con sus brazos por temor a congelarse debido a que la delgada y roída tela de su pijama no le protegía lo suficiente del frío del invierno, pero contraria a todas las demás noches, el olor del fuego se fundía con el calor abrasante en el ambiente.

.- Jungkookie, levántate, levántate – la voz de su hermano cruzó todo el lugar mientras él forzaba sus ojos a ver algo en la oscuridad, la única ventana de madera estaba cerrada y su madre había apagado la vela de manteca que solía iluminarlos – Muévete, tonto.

.- Hermano, ¿qué pasa? – preguntó con temor mientras se levantaba con torpeza, la oscuridad siendo su mayor complicación, estiró entonces su pequeño y delgaducho brazo para tratar de alcanzar la mano de su hermano mayor – Hermano...

.- Cállate, Jungkookie – le regañó su hermano con un susurro, su mano se cerró en su muñeca y sin decir ni una sola palabra más lo encaminó hacia la puerta, evitando que ambos chocasen con alguna de las pocas cosas que tenían.

Jungkook siguió en silencio los pasos de su hermano, esforzándose por no chocar con su espalda o golpear sus descalzos pies con alguna vasija tirada o alguno de sus juguetes tallados en madera o esterilla que solía guardar cerca. Sólo podía mirar los hombros tensos y derechos de su hermano mayor, quien tan sólo le llevaba dos años, pero parecía ser mucho más grande.

Un siseó de dolor escapó de sus labios cuando su hermano se detuvo junto a la puerta, habiendo cruzado ya desde el rincón donde Jungkook dormía hasta ella en total oscuridad y silencio. Su cuerpo más pequeño colisionó con el de su hermano y el rebote lo empujó hacia la pared de adobe, la cual solía permanecer fresca debido a la consistencia del material, pero que esa noche parecía hervir bajo el tacto de su desnudo brazo.

.- ¡¿Estás bien?! - Su hermano no le dio tiempo de volver a sollozar por la quemazón antes de que tomase con cuidado su brazo entre sus manos, soplando sobre la piel mientras permanecían tan juntos como se podía, sus cuerpos pequeños tocándose a la altura de los hombros – Escucha, Jungkookie... necesito que guardes silencio, afuera hay hombres malos.

Hombres malos.

Jungkook sabía lo que eso significaba. Conocía a los hombres malos de lejos, afortunado de no haberse cruzado en su camino en sus once años de vida; sin embargo, había sido testigo de sus maldades en muchas oportunidades, su propio padre había sido víctima de ellos cuando Jungkook no tenía más que dos años de edad. Los hombres malos no le permitieron conocer a su padre y habían hecho cosas mucho peores.

Como aquella vez en la que Jungkook debió ver como tomaban a un anciano y tiraban toda su mercancía al suelo, gritándole que debía pagar un impuesto que Jungkook desconocía. O la ocasión en que arrastraron una mujer joven y de ropas rotas hacia un callejón, su madre no le había dejado acercarse y él sólo pudo escuchar los gritos desgarrados de la chica diciendo una y otra vez que parasen.

Cosas malas, de pesadillas.

.- ¿Qué haces afuera, hermano? – preguntó en un susurro bajito, temeroso - ¿Van a llevarse a mamá como hicieron con papá?

Jungkook no consiguió ver la sonrisa de pena de su hermano mayor, pero si sintió el toque suave de sus dedos sobre su mejilla regordeta y sucia, justo antes de que apoyase su frente sobre la suya, sus alientos calientes mezclándose. Su hermano siempre había sido el más fuerte de los dos, el más serio y sin miedo, siempre cuidando de Jungkook de que saliese lastimado o secando sus lágrimas cuando lo hacía.

.- Pase lo que pase, Jungkookie – es lo que le responde al final – No sueltes mi mano.

Jungkook no necesitó contestarlo, sabiendo que su hermano no dudaba de que haría lo que dijese, como lo había hecho siempre.

La puerta se abrió entonces, dejando que la luz quemada del exterior se colara dentro de la habitación antes de que su hermano tuviese tiempo de jalarlos hacia el rincón tras la puerta para esconderlos de la vista del hombre parado en el marco de la misma. Imponente en su uniforme del ejército, miro alrededor de la pobre habitación con desprecio, notando los futones sin acolchado, la ropa roída y los trozos de pan duro en una vasija.

Sus ojos, sin embargo, se detuvieron sobre ellos con frialdad.

.- Aquí estás, dulzura – sonrió mostrándoles una hilera de dientes amarillentos antes de cruzar hasta ellos con dos grandes zancadas y agarrar el antebrazo de Jungkook con demasiada fuerza, sus dedos clavándose en su pálida piel y provocando que gimiera de dolor.

Jungkook fue incapaz de luchar contra el cuerpo más grande y fuerte, sobre todo cuando lo jaló sin importarle tirarlo al suelo. Sus sollozos inundaron el lugar mientras el hombre comenzó a arrástralo hacia la salida, cruzando la puerta hacia la sala de la pequeña casa en la que siempre había vivido y donde las pocas cosas que tenían estaban volcadas en el suelo o rotas sin ninguna consideración.

La mano del hombre no soltó su brazo hasta que lo tuvo fuera de la casa, su hermano corriendo tras ellos mientras gritaba que lo dejara en paz, que soltara a su hermanito menor. Pero el hombre no hizo caso ni de los gritos de su hermano ni de sus sollozos, ni siquiera del como su cuerpo demasiado delgado se golpeaba con las piedras en el suelo de tierra y provocaban pequeñas heridas sangrantes en su piel.

.- ¡Suéltelo! ¡Suéltelo!

El hombre le tiró sobre la tierra, su cuerpo crujiendo con el golpe mientras su hermano corría hacia él, tomándolo en sus brazos mientras alzaba su rostro con altanería hacia el soldado, mirándolo con profundo odio. Acto que sólo consiguió que el hombre alzara su pesada mano y la bajara de golpe, estampándola en la mejilla de su hermano mayor y provocándole un corte a la altura de la barbilla.

.- Hermano, hermano – sollozó Jungkook, demasiado asustado para entender.

El soldado volvió a alzar su brazo, maldiciendo en un japonés mucho más fluido que el que ellos hablaban: .- Maldito Joseon.

.- Basta, soldado – una voz autoritaria detuvo al hombre y Jungkook giró su cabeza con esfuerzo para ver un grupo de soldados a unos metros, dirigidos por un hombre mucho más ancho e imponente que quien lo arrastró – No quiero que dañes mi mercancía, haz hecho suficiente ya.

Mercancía, Jungkook no sabía a qué se refería el hombre, pero la manera en como sus ojos lo recorrieron no le provocó más que asco y pánico. El rostro de rasgos redondos del hombre estaba iluminado por la luna y también de un naranja extraño en uno de sus perfiles, como llamas que danzaban sobre el lienzo pálido de su piel.

Su hermano ahogó un grito y Jungkook giró hacia él, tan sólo para observar en la misma dirección en la que su hermano mayor lo hacía. Sólo entonces Jungkook pudo notar como las llamas se comían lentamente una parte de su pequeña casa, reduciéndola poco a poco a nada. Su madre tenía una mano sobre su boca, ahogando los sollozos mientras permanecía arrodillada en el suelo, su cuerpo encogido hacia abajo, devastada por lo veía.

.- Mamá...

Cualquier otra palabra murió en sus labios cuando el soldado volvió a tomarlo del brazo, sus largos y huesos dedos clavándose en la piel incluso con más saña que antes. El hombre le separó de golpe de su hermano, lanzándolo a unos pasos de distancia sobre la tierra mientras a Jungkook comenzaba a arrastrarlo en dirección al soldado. Los caballos golpearon el suelo con sus patas un poco más lejos, ansiosos por moverse.

.- ¡MAMÁ! ¡Mamá!

.- Suéltelo, bastardo – gritó su hermano, golpeando al hombre con toda la fuerza de un niño de 13 años, pero sin conseguir nada - ¡Déjelo!

Jungkook sollozó con mucha más fuerza, gritando y moviendo sus piernas para tratar de soltarse, pidiendo por la ayuda de su madre, quien sólo entonces parecía haber despertado del trance en el que se había sumergido viendo como su pequeña casa se quemaba, los ojos de los vecinos tan pobres como ellos vislumbrándose por las ventanas de las casas contiguas. Ella se levantó con esfuerzo, corriendo hacia Jungkook.

Sus manos delgadas y llenas de callos se cerraron alrededor del brazo del soldado, sollozando contra la piel limpia del hombre. Jungkook observó su rostro lleno de suciedad, las arrugas en sus ojos y el cabello negro de su mamá cubierto de ceniza grisácea. Lucía cansada, aterrada y aun así sostuvo el brazo del hombre con fuerza, arrancando a Jungkook de entre sus manos.

.- Mi niño – sollozó sobre su cabeza en un pobre coreano cuando lo tuvo en un abrazo apretado contra su pecho, Jungkook aferrándose a la tela de su camisón, escondido contra el calor amable de la mujer que le había dado la vida – Calma, calma.

.- No intervengas, mujer Joseon – la voz del segundo soldado, quien parecía ser el más importante resonó entre ellos - Entrégamelo, mujer y te prometo que perdonare tu vida y la de tu hijo mayor.

.- ¡No! – fue su hermano quien respondió, parándose frente a su madre y él – No vas a llevarte a mi hermano menor, maldito bastardo.

La mano de su madre jaló la muñeca de su hermano hacia ella: .- No puedo entregarle a mi hijo. ¡No puedo hacer eso, señor!

.- ¿Quieres arder junto a tu casa, mujer? – fue la respuesta del soldado.

El sollozó de Jungkook se ahogó en el de su madre: .- Es sólo un niño pequeño...

.- Y uno muy hermoso, siempre tan deseable cuando lo llevas contigo a la plaza – acotó el soldado, su voz sonando lasciva mientras caminaba unos pasos más cerca de ellos - Te daré una buena recompensa, te servirá para irte de la provincia y conseguir una casa mejor que esta. ¿No es esa una mejor opción que criar a tu hijo mayor entre barro y escombros quemados? ¿O mejor que morir allí?

Por lo que le pareció una eternidad a Jungkook, lo único que se escuchó fue el crepitar del fuego detrás de ellos. Jungkook siendo consciente, en su mente de 11 años, que su familia estaba perdiendo la única cosa que tenía y, al parecer, eso era por su culpa. ¿Por qué lo querían esos hombres? ¿Para qué?

Jungkook no quería ir con esos hombres malos.

.- Mamá... - sollozó cuando ella lo apretó con más fuerza, dejando un mapa de besos sobre sus cabellos.

.- Lo siento tanto, mi amor – susurró ella, sosteniendo el abrazo unos segundos más antes de soltarlo – Lo siento... mamá lo siente mucho.

Su hermano se giró hacia ella: .- ¡Mamá, no puedes!

Jungkook les miró sin entender por un pequeño momento, tan cortó que lo único que vio fue las lágrimas de su madre seguir bajando por su rostro, su cuerpo encorvado y las cenizas sobre su cabello. Su hermano de pie, descalzo y con lágrimas también. Esa fue la última imagen que sus ojos capturaron antes de que el soldado le arrastrara, esta vez jalándolo del cabello, provocándole un dolor insoportable.

.- Mamá, hermano... ¡MAMÁ! ¡Hermano, hermano!

Pero sus gritos se fundieron con el crepitar de las llamas y los golpeteos de los caballos, su cuero cabelludo ardiendo de dolor y Jungkook ahogándose en las lágrimas. Para cuando el hombre le soltó, lanzándolo a los pies del hombre imponente, Jungkook ya se sentía desfallecer del dolor, su cuerpo desnutrido y frágil a punto de colapsar.

.- Sin duda eres hermoso – fue lo que dijo el hombre al agacharse a su lado, mirándolo con seriedad – La Madame pagara buen precio por ti y sabrá venderte por primera vez a alguien que pague bien por desvirgarte – sus dedos regordetes le sostuvieron de la barbilla con fuerza, obligándolo a sostener su mirada – Si, a lo mejor y te compró yo para esa primera vez... hermoso sin duda.

Jungkook se grabó su rostro a través de las nublosas lágrimas y fue lo último que vio antes de que golpeasen con una rosa su cabeza, enviándolo a la inconsciencia. La última vez que permaneció entre los brazos de su madre, en que fue protegido por su hermano.

La última noche que fue libre.

Ha pasado un tiempo, lo sé, lo sé. 

Espero que haya sido un buen tiempo para ustedes y que me perdonen por seguir tardando en escribir esta historia (sobretodo para quienes la leen desde que empezó). Igual, tengan seguridad de que no la voy a abandonar... aunque todavía falta algo de camino. 

Sobre la pequeña actualización, no se preocupen que en unas horas o en la noche (dado que hoy tengo la visita de mi novio) les traigo el capítulo largo en el que he estado trabajando cuidadosamente (MUY cuidadosamente). 

Pero ahora vamos con lo que leyeron... ¿qué les pareció? 

Cuéntenme todo lo que piensan, sobretodo porque es una parte triste de la historia de nuestro Jungkook, pero es necesaria de conocerla para cosas que sucederán en el futuro. ¿Se imaginan el por qué? 

En todo caso, gracias por leer. 

Nos vemos prontito. 


PD. Algunos asuntos importantes se los comentaré en la siguiente actualización, así que estén pendientes.

PD1. Los invito a leer la historia "Más allá de las cámaras" de MirisRoRo, es muy linda y está muy bien escrita. A mí me encanta, además de que actualiza a diario! Aunque les aviso, a parte del Taekook hay Nammin, para que sepan. :3 Ojalá le den una oportunidad por que vale completamente la pena.

PD2. El próximo capítulo es MUY largo... ¿debería partirlo en dos? ¿Qué dicen?

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