6.- La anciana.
La mujer no dejó llorar mientras Taehyung la sostenía con su cuerpo, pasando uno de sus brazos delgados por debajo de los de la mujer y obligándola a levantarse mientras Yoongi recogía las pocas frutas que quedaban intactas del puesto de la mujer. Las gotas de sangre en el suelo provocaron en él una sensación de arcadas mientras Taehyung comenzaba a avanzar con la mujer hacia algún lugar, casi arrastrándola con esfuerzo debido a que todavía no se reponía de los golpes.
Metiendo todo lo que pudo en el bolso de Tae y tratando de no manchar los documentos guardados en él, dio una última mirada a la calle que parecía ya recobrar su rutina normal: las mujeres acomodaban en un silencio turbio sus puestos y la poca mercancía intacta y el tráfico comenzaba a retornar, la tierra levantándose al paso de las carretas y las carreras de los niños que iban de un lado al otro, riendo.
¿Era siempre así? ¿Venían y destruían lo poco que tenían y no pasaba nada? ¿Esto pasaba a diario? ¿Cómo podían permitir tal abuso? Sintió la ira hervir en su sangre, corriendo por su cuerpo mientras trataba de entender esa realidad, un panorama tan vacío de valor que provocaba en él ganas de escupir y gritar. Las palabras de Jungkook sobre no entender nada volvieron a él y tuvo que aceptar que, efectivamente, no lo entendía. Tal vez nunca lo haría.
Así que colgándose el bolso se giró y siguió el tambaleante paso de la anciana que ahora guiaba con un silencioso gesto de su mano tambaleante a Taehyung hacia algunos pasadizos de tierra donde pequeñas casas de madera podrida se alzaban en estrechas calles. Ninguno de los dos dijo nada por temor a que los guardias imperiales que paseaban en sus caballos se detuvieran en ellos y en sus vestimentas o en cómo no hablaban japonés. Así que caminaron de forma lenta e irregular por las callejuelas sucias de barro y desperdicios.
El camino tal vez fue de unos treinta minutos hasta que llegaron a un descampado lejos del centro de la ciudad. Yoongi quiso ubicarse en su mapa mental de Seúl pero realmente no tenía idea de si la puerta en la universidad conectaba con un lugar exacto y dado que en cuestión del tiempo no era así, lo más seguro es que los dejará en algún lugar cualquier del Seúl de 1918, o más bien, de Joseon. Si mal no recuerda, el nombre de Seúl no existía todavía y seguían siendo un país completo... completo pero esclavizado por otros.
La casa de la mujer resultó ser del estilo tradicional de las dinastías más favorecidas de la historia coreana y Yoongi observó con verdadero gusto la arquitectura tradicional: la construcción de la casa en U y alrededor de un jardín que debido al inminente invierno era una mezcla de lodo y algo de polvo blanco que podría ser nieve. Los techos abovedados hacia abajo y los colores neutrales de la casa le devolvieron algo del aliento a la mujer cuando Taehyung la dejó en el escalón.
Ella ya no lloraba.
Pero su mirada era de terror.
.- ¿Está bien? – Se atrevió entonces a preguntar Taehyung, en un coreano formal suave mientras revisaba a la mujer de forma exhaustiva, limpiando sus ropas - ¿Le duele algo?
.- Ustedes... si nos escuchan...
.- No hay nadie cerca – le informó Yoongi, tratando de infundirle algo de confianza a la mujer mientras ella recuperaba el aliento.
Ahora que la detallaba bien resultaba aún más mayor de lo pensado, tendría tal vez unos 80 años y su cabello era completamente blanco, casi como la nieve que seguramente volvería a caer pronto. Su ropa, de color ébano lucía rota en algunos puntos y parecía raída debido al tiempo; Yoongi sintió que estaba viendo a su propia abuela tras una tarde en el campo de Dageu mientras la mujer miraba sus manos temblando y sus ojos volvían a enrojecerse por el llanto.
.- ¿Quiénes son? – preguntó entonces ella, armándose de valor y alzando su arrugado rostro para mirarlos.
Yoongi miro de reojo a Taehyung, quien delineó su labio inferior con su lengua en un signo de nerviosismo, dejaría que el menor hablara y estableciera la historia porque él no confiaba en sí mismo, seguía pareciéndole toda tan irreal que, aunque podía arrodillarse y tomar entre sus manos un puñado de tierra, seguiría pensando que no es posible.
.- Venimos de China – le susurró Taehyung a la anciana luego de un momento – Somos... somos exiliados.
La mujer pareció horrorizarse antes las palabras de Taehyung por unos breves segundos, sus ojos viajando de uno al otro mientras procesaba el peso de las palabras que el menor decía. Yoongi esperaba que gritara y que les echara de su casa, a fin de cuentas, la estarían poniendo en más riesgo del que ya había tenido en la calle minutos antes pero la mujer no gritó ni los echó, en cambio, se arrodillo ante ellos y comenzó a llorar.
Taehyung se arrodilló junto a ella, para ayudarla a levantar pero la mujer seguía llorado sin consuelo mientras abrazaba las zapatillas de Yoongi, que se había congelado en su lugar por lo sorprendente y humillante de la acción. ¿Qué significaba eso? ¿Qué eran ellos para esa anciana que se arrodillaba y lloraba a sus pies?
.- Mi esposo... mis hijas... - la mujer lloró hasta el cansancio mientras ambos se quedaron quieto, esperando que mermara su llanto – Ellos... mis hijas... Oh, Dios Mío... Mi nieto...
Las palabras de la mujer eran apenas entendibles pero ninguno de los dos tenía que ser adivino para saber que hablaba de las personas que de alguna forma, había perdido. Y Yoongi, que nunca era expresivo, sólo quiso agacharse y tomarla en sus brazos hasta que descansara por fin, hasta que dejara ir todo ese dolor acumulado por la perdida, el maltrato y el olvido.
Solo cuando la mujer dejó de llorar pudieron entrarla a la casa. Las habitaciones estaban en su mayoría vacías y cubiertas en polvo, algunos objetos caídos en los rincones daban la sensación de que hace años nadie reía en esa casa. La pequeña cocina tradicional, que daba a la parte trasera de la casa, tenía solo el horno en barro y una mesa de madera oscura que olía a podrido, aun así, Taehyung ayudo a la mujer a acomodarse y apoyarse contra el mueble y ambos tomaron asiento frente a ella, doblando sus piernas con esfuerzo debido a la tela de los jeans.
.- ¿Se encuentra usted mejor? – Fue Taehyung el primero en romper el silencio - ¿Hay algo? ¿Hay algo de lo que quiera hablar?
.- China... ¿es diferente? – Preguntó la anciana, dejando que sus dedos doblaran y desdoblaran el borde de su falda - ¿Qué comen? ¿Qué beben? ¿Por qué? ¿Por qué volvieron?
.- Venimos a ayudar a unos amigos – respondió Yoongi, no sabiendo cómo contestar a las otras preguntas de la anciana – Ellos... ellos nos pidieron que viniéramos.
.- L-la resistencia – murmuró la mujer, su voz apagándose como una llama sin oxígeno mientras su rostro se oscurecía – Una de mis hijas está en ella... Park Seung, ¿l-la conocen?
Yoongi negó con suavidad, sin querer darle falsas esperanzas a la mujer pero tampoco queriendo destruirle la poca fe que le quedaba, comenzaba a pensar que lo único cierto que tenían esas personas era la esperanza, tal vez por eso la escena en la calle parecía rutinaria, talvez todos ellos pensaban que al otro día no se repetiría pero en cambio, todo volvía y sucedía al otro día o a la semana. ¿Qué sería esa mujer sin la esperanza? ¿Qué más podía decir sobre una hija que no conocía? En cambio, la anciana asintió, como si se lo esperara.
.- Renunció a su nombre japonés – murmuró la anciana – Dijo que nunca tomaría un nombre japonés y renunciaría al que le dimos al nacer, su hijo... oh, mi adorable Jimin.
.- Jimin... ¿dijo Jimin? – La voz de Suga brotó en automático, sobresaltando a Taehyung a su lado debido a la rapidez de su respuesta - El chico... el chico que se interpuso en la calle, ¿es amigo de su nieto?
.- Ah, Tsubasa – chan... él viene a veces, algunos días – respondió la mujer, una sonrisa tenue se posó en sus rotos labios – Él y Jimin viven en la casa de la Madame... ellos son... son...
.- Sabemos lo que son – Taehyung trató de hacerlo más fácil para la anciana, brindándole una sonrisa tranquila.
Pero Yoongi sintió las preguntas luchar por brotar de su garganta, una tras otras mientras observaba el rostro cansado y magullado de la mujer. En ese momento no podía sentir compasión por ella, no cuando se imaginaba a Jimin y Jungkook encerrados en esa casa, con hombres pasando por sus lados mientras los utilizaban como objetos. ¿Cómo podía...? ¿Cómo podía vivir en paz si su nieto estaba en ese lugar?
.- ¿Por qué lo entregó? – le preguntó sin tacto, consiguiendo que la mujer le mirara sin entender - ¿Por qué Jimin está en ese lugar y usted aquí?
.- Hyung, para...
Pero Yoongi tenía ganas de todo menos de detenerse: .- ¿No pensó en lo que él tendría que vivir? ¿No pensó en cómo los hombres lo usarían como un objeto solo por ser bonito? ¿Acaso puede usted vivir en paz en ésta casa mientras él está allí, sufriendo? ¿Así se llama usted su abuela? ¿Cómo puede...?
.- ¡Basta! – Taehyung alzó la voz, sus ojos fijos en la mujer frente a ellos.
Entonces Yoongi entendió la dimensión de sus palabras mientras el enojo se disipaba y trataba de regular su agitada respiración, la anciana estaba muda ante los dos pero su mirada parecía clavada en un punto fijo tras sus cabezas. Sus manos aferraban con fuerza la tela raída de la falda y comenzaban a ponerse blancas debido a ello. No había lágrimas pero la expresión de su rostro denotaba una tristeza infinita.
.- Y-yo no... él... su abuelo...
.- Señora, abuela... - Taehyung trató de estirarse sobre la mesa y acercarse pero la mujer se contrajo.
.- Su padre no dio la cuota de latón – consiguió formular la mujer – Su madre había escapado a la resistencia y se llevó con ella todos los recipientes, no quedaba ninguno y entonces... ellos vinieron, de noche. Lo pidieron pero él no tenía nada que entregarles y su mujer, mi hija, le había abandonado...
.- Lo entregó como pago – completó Taehyung, queriendo ahorrarle el dolor a la anciana pero ella sólo suspiró.
.- Jimin tenía 16 años... si, era tan bonito como una flor en primavera... cuando lo vieron, el comandante se enamoró de él... - la mujer bajó la mirada, fijándola en sus manos arrugadas y ancianas – Él lo entregó, el comandante le dijo que a cambio nunca tendría que volver a poner una cuota de latón más, lo mataron esa misma noche frente a Jimin...
El peso de la historia se instaló entre los tres y Yoongi sintió su pecho contraerse al recordar la sonrisa amigable del chico aquella vez, su rostro adorable y su cuerpo suave; incluso podía entender por qué aquel comandante se había enamorado de Jimin pero el destino que se había fijado para él no dejaba de resultarle doloroso, aberrante.
Podía entender a la perfección los sentimientos de Taehyung.
No podían, no podían dejarlos a su suerte, no con aquel destino tan triste.
.- Deben... deben cambiarse de ropa, hará preguntas sí los ven así – cambió entonces la conversación la mujer, levantándose con esfuerzo y caminando hacia un armario de madera en el rincón – Quédense aquí, sí, quédense... son una anciana sola y yo...
.- Nos quedaremos – Suga se sorprendió de nuevo al escuchar su voz, consiguiendo que Taehyung asintiera con suavidad, de acuerdo con la decisión.
Ninguno de los dos tenía idea de cómo regresarían a Seúl o sí algunas vez podrían hacerlo pero el peso atosigante de aquella historia que era tan suya, de su pueblo y de su gente, parecía amarrar sus pies a la desvalida casa y a la terrible época. ¿Aquello seguía siendo un sueño? ¿Alguna vez acabaría? Yoongi decidió que eso ya no importaba, dejó de importar cuando ambos caminaron con la anciana por las estrechas calles de un país devastado.
La anciana les tendió unas mudas de ropa, de tela raída pero limpia: .- Eran de mi esposo... espero les sirva.
.- Gracias, abuela...
.- Min, mi nombre es Min Seong – la mujer les sonrió mientras se daba la vuelta y escarbaba en las pocas cosas que había para comer: un trozo de pan duro y oscuro, un poco de kimchi fermentado y algunas hortalizas.
Yoongi le tendió entonces las frutas que recogió de la calle, así como la comida enlatada de que había quedado en el bolso: casi 15 latas de atún en conserva y unas cuantas de maíz y otras hortalizas. Los tres podían comer un buen tiempo con ello, sobre todo teniendo en cuenta que todavía no sabían cómo ni cuándo regresar. La mujer observó las latas con aprehensión, sin saber qué eran pero Taehyung le sonrió y murmuró que le enseñaría qué hacer con ellas.
Las pocas horas de tarde que quedaron, se dedicaron a limpiar las habitaciones, procurando no tocar los objetos que la anciana miraba con devoción nostálgica y sólo dando un espacio para algo distinto en el lugar. De alguna forma, Yoongi sabía que no podían hacer nada más por la mujer y por Jimin y Jungkook. Estar ahí, atrapado en el tiempo y vistiendo ropas raídas que les quedaban grandes, era como una especie de sueño.
Taehyung no dijo nada en toda la tarde, su rostro inexpresivo sólo demostraba lo afectado que se encontraba con todo lo sucedido y como las heridas que Jungkook había sufrido esa tarde, parecía sentirlas él también. ¿Tan fuerte era la conexión que habían formado? ¿Qué pasaría con el corazón de Taehyung si no podían hacer nada? ¿Qué pasaría con el corazón de Jungkook? Y, de alguna forma, Yoongi no pudo evitar preguntarse qué pasaría con su propio corazón.
Cuando la noche llegó, la anciana permaneció sentada en la mesa, cociendo con una aguja oxidada algunos de los hoyos en las ropas mientras ambos permanecían en las escaleras, sus ojos fijos en el cielo estrellado que nunca habían visto mientras estaban en Seúl. Resultaba extraño estar ahí, observando el mismo cielo pero casi 100 años atrás. Sin embargo, el sonido de pasos apresurados rompió con todas las preguntas que podían hacerse.
Las dos figuras brotaron de las sombras, sus ropas negras dejaban a la vista sólo sus ojos mientras una de ellas, la más alta, traía abrazada por la cintura a la otra, que trastabillaba cada dos pasos. Yoongi se vio tentado a gritar por la impresión, temiendo que fuesen a hacerles daño pero Taehyung se levantó, silencioso y cauto.
.- Jungkook...
.- Sempai, estás aquí... – la voz brotó rota, exhausta mientras avanzaban, seguían tropezándose cada dos pasos pero entonces Suga dejó de tener miedo – Sempai... sempai, estás aquí.
.- ¡Jungkook! – Taehyung corrió hacia ellos, tomando entre sus brazos la figura caída y clavando sus ojos en la otra, la que entonces Yoongi pudo reconocer como Jungkook, un Jungkook mucho más desvalido que la figura imponente que esa misma mañana había conocido - ¿Están... qué?
El gemido lastimero que provino de los brazos de Taehyung les devolvió a la realidad y Yoongi se vio corriendo hacia ellos para ayudar a su mejor amigo con el otro. Los ojos de Jimin se fijaron en él y Suga incluso pudo verlo sonreír bajo la mascará negra que pretendía ocultar su identidad. Su mano se aferró a su cintura, sintiendo algo líquido empapar sus dedos. La sangre, roja y vivaz brillo en sus dedos cuando los alzó para ver qué era.
Jimin cerró los ojos y Jungkook se desplomó tras ellos.
************Buenas***********
¿Hay alguien aquí? ¿Alguien lee esta historia?
Espero que sí, porque la hago con mucho amor y mucho entusiasmo. :O
Por favor, cuéntenme qué les parece o qué creen qué pasará.
Gracias por leer, votar y comentar.
SON AMOR.
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