32.- Fragmentaciones II.

Capítulo dedicado a SariJK

Las yemas de sus dedos acariciaron la fotografía con cariño, sus observando con atención el rostro serio de su madre estampado en el fondo de un campo de flores mientras las figuras de dos niños corrían a su alrededor. Yoongi se había atrevido a traer esa foto como un recuerdo de la vida a la que pertenecía y que cada vez se hacía más lejana, borrosa.

Ella se los había advertido y él, como un tonto iluso, no había querido creer en sus palabras.

El pasado y el presente se entremezclan, un día ya no sabrán quiénes eran; Yoongi a veces se recitaba a sí mismo esas palabras, queriendo convencerse de que llegado el momento podrá irse sin mirar atrás, que no importa sino consiguen sus objetivos, podrá marcharse porque hay toda una vida, todo un mundo que esperaba por él.

Entonces por qué se le hacía más y más difícil pensar en irse.

Sentado allí, bajo la luz de la luna menguante y con los ojos alerta en su vigía, Min Yoongi no dejaba de preguntarse por qué lo hace, por qué obligó a su mejor amigo a reabrir una herida que había olvidado y por qué terminó arrastrando consigo a Hoseok en la cosa más loca que cualquier pudiera escuchar. De nada valía ya responderse que había sido para salvar a Jungkook y Jimin cuando...

Cuando Jimin había dejado claro quién era en esa historia.

Quién había sido siempre y cómo viviría así hasta morir de anciano.

No le mentiría a nadie diciendo que le importaba cambiar la historia, que quería evitar que la sangre de sus antepasados se derramase en vano o que no le importaba la vida que estaba construyendo en su tiempo. Ni siquiera intentaría mentirse a sí mismo diciendo que no estaba ahí sentado, haciendo el papel de vigía en la mitad de un bosque traicionero por querer ser alguien bueno.

Había recorrido Corea entera buscando puertas, entradas en el tiempo, tan sólo para conseguir por un mísero segundo eso que Taehyung tanto extrañaba. Esa sensación que su mejor amigo le transmitía cada vez que hablaba de su chico bonito, de hacer un día de su vida diferente, de amarlo incluso en la peor de las adversidades.

A Suga le gustaría poder decirle a Taehyung que ya está más que cansado, que su mente se envolata entre el presente y el futuro, que ya no sabe qué es real y que no, per no podría. No cuando sabía de antemano que para Taehyung su mundo comenzó a reducirse a la sonrisa de Jungkook, a cómo sus manos encajan perfectamente juntas y sus cuerpos se acoplan en abrazos tan íntimos que nadie le pone un nombre.

Y los envidia.

Envidiaba su sonrisa, la paz que se transmitían y el como estaban dispuestos a sacrificarse el uno por el otro. Yoongi había regresado sintiendo que era lo correcto, que necesitaba resarcir en algo aquella terrible noche en que los abandonaron y lo único que se encontró fue un anhelo persistente por las sonrisas de Jimin, esas que sólo había visto una vez, esas que le resultaban extrañas porque al final eso era Jimin para él... un extraño. 

Las manos de su abuela acariciaron con cariño sus cabellos, estaban curtidas en cicatrices dejadas por el trabajo duro, el frío y el hambre. Arrugadas por la edad que Jimin desconocía y que le temía saber, aterrado de un día ya no tenerla. ¿Qué haría el día en que su abuela no estuviese más en aquella helada y a punto de caerse casa? ¿Qué haría sí no podía arrastrarse sobre su falda, sintiéndola cada vez más encorvada y chiquita, para llorar sobre sus rodillas?

Ella era todo lo que él tenía, todo lo que le recordaba de un día fue alguien que ya no podía volver a ser.

Su madre, su padre, una infancia sin pensar en algo más que en lo qué habría para comer al llegar la noche porque vivían de la tierra. Su abuela había quedado en pie firme como las raíces de un anciano y sabio árbol, era ella lo que hacía que Jimin cerrarse los ojos y dejase que su cuerpo fuese ultrajado hasta no sentir las piernas, músculos entumecidos por el dolor y una mente distraída de todo producto del opio.

.- Abuela, ¿lloverá mañana también?

Solía preguntárselo cuando era niño, creyendo siempre que su abuela hablaba con las nubes y los árboles, que las verdades del mundo se escondían en las arrugas de su sonrisa pícara mientras lo llevaba de la mano por los alrededores, hablando de cómo el cielo avisaba de la lluvia desde antes o cómo el viento mecía las hojas de los árboles en la dirección en la que brillaría el sol. Aprendió de ella sobre las plantas, las flores y la tierra.

Jimin se lo preguntaba ahora esperando anclarla a él, a los pocos recuerdos que aún conservaba antes de ser reducido a nada. Era su manera de mentirse a sí mismo, de creer que seguía siendo ese niño que podía esconderse tras sus piernas y que ella nunca tendría que saberlo, que ella no tendría que enfrentar jamás la realidad de lo que era él.

De lo que lo habían obligado a ser.

.- Los árboles dijeron que pronto saldrá el sol.

Hay una esperanza risueña e infantil en su voz anciana cuando responde y Jimin quisiera creerle porque todos los días parece llover, incluso ante el más inclemente de los soles. Sabía que ella no hablaba del clima, que su respuesta siempre tenía que ver con una mañana en libertad, un mañana en el que no había que preguntarse por sí sobrevivirían o no. Jimin quisiera, más que nada, creer en las palabras de su abuela. Esa mujer cuyos dedos todavía desenredan los nudos de su cabello con el mismo cuidado que cuando niño.

No ha lavado su cabello en las dos últimas semanas y comienza a volverse quebradizo, pero no sentía la capacidad de pedirle a la Madame un poco de jabón para hacer algo con él, no cuando sabía de ante mano que conseguirlo tendría un precio que estaba cansando de pagar. Ya no bastan las noches sometido a ella, no bastan los innumerables hombres que visitan su habitación durante horas, abriéndolo de piernas y entumiéndolo de dolor.

No basta toda la información que entregó, no basta toda la sangre que corre en sus venas. Jimin lo sabía, sabía que quedaba poco tiempo antes de dejarle de ser útil a la mujer. Fuera de la resistencia, no tenía información que intercambiar y como bien se encargaba la mujer de recordarle, ya estaba demasiado usado como para resultar atractivo. Su tiempo parece estar contando en casa de la Madame.

Sabe que dentro de poco tendrá que tomar una decisión.

.- Abuela...

.- Dime mi niño.

Cerró los ojos, dejándose inundar por el olor terroso de su piel anciana: .- He sido alguien malo, abuela.

.- Ya, ya... pronto saldrá el sol.

Su voz sonó como aquellas veces que de niño Jimin se lastimaba y ella golpeaba suavemente su rodilla, sonriendo para decirle que todo mejoraría pronto, que todo el dolor se iría. Sus ojos buscaron entonces los de su abuela, la mirada de profundo cariño que ella siempre le ha profesado sigue allí, igual que su sonrisa. Jimin quisiera llorar un océano entero, preguntándose cómo va a alimentarla, cómo va a protegerla una vez la Madame se deshaga de él. Ni siquiera sabía sí ella iba a matarlo o entregarlo a algún soldado cualquiera, ¿qué haría entonces su abuela? Una anciana desvalida...

Jungkook hubiese muerto protegiéndola.

Pensar en Jungkook resultaba doloroso. Recordar aquel último momento, la decepción escrita en su mirada siempre tan transparente y el dolor que atravesó su rostro en una mueca antes de volver frialdad absoluta producían una sensación extraña en la boca de su estómago. Jungkook había sido como su hermano, se cuidaron mutuamente por años y se acompañaron en el más profundo dolor; Jimin simplemente no podría olvidar aquel momento jamás.

El momento en que lo perdió para siempre.

A él, a Taehyung y a Yoongi también. Y prefiere no pensar en ellos nunca, ahogando sus rostros en banalidades del día antes de preguntarse cuál habría sido su destino, cómo los habría condenado. Se imaginaba, en cambio, a Jungkook sonriendo en brazos de Taehyung, como siempre sintió que debía ser, desde aquella primera vez en que conoció al extraño exiliado y notó la forma en cómo sus ojos estaban siempre sobre Jungkook.

Se los imaginaba abrazados en la oscuridad, Taehyung sanando el corazón herido de Jungkook con sus bondadosas palabras, con sus sonrisas cálidas y con las caricias sutiles que siempre regaló con cariño sincero. Jimin preferiría siempre recordarlo de esa forma, un extraño hombre que se escabullía para llevarles comida, asegurándose de brindarles a ellos, simples niños usados, algo que nadie nunca les dio: esperanza de algo más.

Así que se lo terminaba por creer cada noche antes de caer dormido, que Taehyung llegó para salvar a Jungkook, incluso de sí mismo.

Y se imaginaba a sí mismo salvado por Yoongi de los estragos de su propia traición. Enterraba su voz, su rostro y se tragaba las ganas de llorar que venían con su recuerdo porque la realidad suya era distinta a aquella que Jungkook y Taehyung compartieron por tanto tiempo antes de que todo se desmoronase. No es como sí él y Yoongi hubiesen pasado realmente tiempo juntos. No se habían visto más de dos veces antes de la última vez.

¿Cómo podría extrañarlo o preocuparse por él cuando no habían sido nunca cercanos?

Jimin no lo sabía, pero sabía que el hueco en su pecho existe, que la falta de aliento está ahí cada vez que se pregunta por el destino de Yoongi. ¿En qué momento la suavidad de su trató comenzó a significar tanto? ¿En qué momento comenzó a añorar algo tan especial como lo que Jungkook encontró en la voz de Taehyung al otro lado de su puerta? ¿Cuándo comenzó a envidiar al huérfano y triste Jungkook?

Cuando él fue amado y tú no.

¿Era eso lo que Yoongi significaba para él? ¿Algo que Jungkook tenía y a él le faltaba? Si... Una forma de tener aquello que Jungkook tenía, una manera de volver a ser igual al menor cuando parecía que el desvalido y no querido Tsubasa tenía más fortuna que Jimin, que había dado todo de sí para sobrevivir y por un momento creyó que lo conseguía, cuando la carta firmada por Yoongi diciendo que había ido a buscarlo llegó a sus manos Jimin creyó que lo tenía y se asustó.

¿Qué pasaría si no era lo que Jimin esperaba? Sino era Yoongi quien venía realmente a salvarlo como Taehyung había pretendido salvar a Jungkook. Jimin estaba cansado de luchar por su vida siendo tan joven, él no era como Tsubasa, que estaba dispuesto a morir en el intento, que no se rendía incluso ante la peor de las humillaciones, nunca podría ser él porque en el fondo Jimin sabía que Jungkook nunca había necesitado de alguien que lo salvase, pero él sí. Él sí anhelaba ello.

Yoongi sólo había sido alguien a quien aferrarse para creer que tenía esa oportunidad, pero entonces... ¿por qué su pecho dolía cuando pensaba en haberlo dejado a su suerte, herido y traicionado? ¿por qué se regodeaba en la miseria por haberle decepcionado a él también? Lo cierto es que no lo sabía, sus sentimientos no eran más que un enredadera confusa recubriendo su corazón, ¿cómo podría saber algo con certeza?

Él habría dado todo por tener alguien como Taehyung, dispuesto a todo por protegerlo, por cuidar de su cuerpo incluso cuando sabe que no puede hacer mucho. Habría dado lo que fuera por una persona que no le mirase con asco ni estuviese dispuesta a ultrajarlo, a disfrutar de él contra su voluntad. Habría sacrificado cualquier cosa por ser Jungkook.

Porque Jungkook fuese él: un adicto con una abuela que pesa como la peor de las cargas. Un adicto que nadie nunca podría amar porque no era más que un traidor.

.- No creo que salga el sol, abuela – es todo lo que dijo al fin, observando los ojos de la mujer entrecerrarse – Y no creo que yo pueda volver a ser una buena persona alguna vez.

Si, Jimin habría dado todo por alguien como Taehyung y Yoongi sólo fue el reemplazo perfecto para ese estúpido anhelo.

Capítulo corto, pero súper importante, a que no adivinan por qué.

Sé que Jimin no es el personaje favorito de muchos, pero aquí vamos entendiendo qué se mueve dentro de su cabeza y sus sentimientos. Así como vemos también cómo Yoongi parece sumido en una imagen él solo construyó de quién debía ser Jimin. Creo yo que cuando ambos se reencuentren ese choque será, por decirlo menos, doloroso y explosivo. ¿Ustedes qué creen?

Como sea, espero les haya gustado y les haya dejado emocionados. 

Quiero saber todo, ya saben. Me encanta leer sus hipótesis y, nuevamente, este capítulo tiene más pistas sobre el futuro y el mismo pasado. Así que... habrá dedicatoria a quién me deje en un comentario su más loca teoría. :v 

Gracias por todo, nos leemos pronto. 


Posdata: Canción poderosa para el Yoonmin. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top