28.- Cariño.
Capítulo dedicado a: Paulis_L23, HanSuniAni19, Juniper_bts, Maggie_vk y MILITZAY; que llevaban tiempo esperándolo. Espero lo disfruten todos.
Jimin aguardó en silencio, las manos de algunas de las mujeres peinando sus cabellos con delicadeza mientras la voz de la Madame retumbaba en alguna de las habitaciones aledañas. Poco reconocía de sus palabras, pero sabía por el tono alto de su risa y el choque de cristales, que estaba feliz de poder brindar al ejército parte de la información que él le había dado. Se repitió con dolo que no había otra opción, que era el precio a pagar por vivir un poco más.
.- ¿Han escuchado lo que sucedió en el bosque? – la voz de una de las mujeres brotó en un murmullo, sus manos buscando entre las telas de los kimonos los que debían utilizar esa noche para complacer a los invitados de la Madame – Escuché a unos soldados hablar en el jardín, dicen que mataron a todos...
Todos...
La palabra y lo qué significa pesaron sobre sus hombros, oprimiéndole el pecho con dolor al punto de doblegarlo sobre sí mismo, jalando su cabello de las manos que lo trenzaban en el proceso. El dolor pareció insoportable por un segundo, abrumado de golpe por la culpa que pareció carcomer sus entrañas, una especie de fuego abrasador que amenazó con consumirlo desde el interior, una muestra más del profundo veneno que corría por sus venas.
Tan rápido y de golpe como llegó, el dolor se esfumó.
Se recordó el rostro envejecido de su abuela, la rabia que parecía latir bajo su piel cuando escuchaba a hablar a Jungkook de dar la vida por una tierra que sólo los había despojado de todo, incluso de su humanidad. Se empapó, una vez más, en las justificaciones que ya se había dado antes de decirle todo a la Madame: era su vida y esta era más valiosa que la vida de alguien a quien nadie extrañaría.
Me extrañaría, mi abuela... ella me extrañaría.
Fue esa la frase que se repitió cuando, largos minutos más tarde, se adentró a la sala de té que la Madame había preparado diligentemente para recibir al nuevo gobernador y algunos de sus hombres. Se la dijo una vez más cuando inclinó su cabeza como saludo sumiso y dejó que uno de ellos le llevará hasta su regazo, que sus manos abrieran los pliegues de la tela y, una vez más, usarán su cuerpo a su complacencia.
Yo soy amado... soy yo quién será extrañado.
Cuando el hombre finalmente le empujó lejos, dejándole de rodillas frente a él y con sus fluidos corriendo por entre sus muslos, Jimin sintió la picazón de las lágrimas en el borde de sus ojos, pero se mordió los labios con fuerza, se doblegó ante la tristeza como cada noche porque no importaba ninguna de sus razones, ninguna de sus letanías eternas sobre cómo su abuela sólo le tenía a él o que se trataba de sobrevivir, a cualquier costo.
Se aferró a la tela, aún de rodillas y con el asco reptando por su cuerpo, con las caderas magulladas y el semen caliente resbalando por sus piernas hasta gotear sobre el tatami; y pensó de nuevo en ese "todos..." que una de las mujeres pronunció. Pensó en el rostro amable de Taehyung, en sus comentarios cálidos y su comida extraña que calmaba los calambres de su estómago debido al hambre.
Pensó en Yoongi, en sus gestos afilados y su mirada intimidante, en cómo sus manos parecían hechas para sostenerle y protegerle. Pensó, por un segundo, en sí le había salvado de un cruel destino al abordarle y golpearlo a fuera del complejo de la Madame. Por último, sus oídos se llenaron de sus palabras, de sus súplicas para que fuese con él, de sus promesas de salvarlo. Jimin realmente deseó, lo deseó con todo su ser, haberle creído.
Todos...
¿Aquella palabra incluía a Jungkook? Jungkook, quien le arropó con sus frágiles frazadas la primera noche que Jimin llegó allí, quien curó sus heridas con paciencia durante los primeros meses mientras su cuerpo comenzaba a acostumbrarse, quien secó sus lágrimas de forma tosca porque nunca tuvo el tiempo suficiente para ser amado y aprender a amar. El Jungkook a quien quería profundamente como una parte de sí y a quién traicionó sin dudar.
Jimin se había estado mintiendo a sí mismo por tanto tiempo, tanto que, por un momento, hasta se lo había creído.
Yo te extrañaré. Seré yo quien lo haga.
El nuevo, pero improvisado campamento apareció frente a sus ojos en medio de un claro, Jungkook incluso logró ver un poco más allá, un pequeño lago de un azul oscuro darle la bienvenida mientras sus brazos se aferraban a los hombros de Taehyung, el calor de su cuerpo manteniéndolo cálido incluso cuando la noche comenzaba a acecharlos. El sol comenzó a morir a lo lejos y Jungkook sólo deseó poder estar de nuevo en aquella diminuta cueva, con los brazos de Taehyung sosteniéndole como nadie nunca lo había hecho, convirtiéndose pronto en su único lugar seguro.
.- Hemos llegado, Kookie – susurró con voz suave el mayor, casi temeroso de que Jungkook se hubiese quedado dormido sobre su espalda, sus músculos cada vez más tensos por el cansancio y el estrés acumulados, pero incapaz de desprenderse del suave golpe de la respiración de Jungkook, la que le decía que él estaba vivo ahí a su lado, por fin.
.- No vas a... dejarme solo, ¿verdad?
El susurró acarició su oreja y le provocó un estremecimiento que, esperó, el menor no notase. En cambio, le resultó imposible no desear calmar todos los miedos que se escondían en la voz suave de Jungkook, sólo pudo desear que sus brazos, su calor y su sonrisa fuesen lo suficiente para calmar su dolor, ese que anidaba en su interior.
.- Nunca, Kookie. Incluso sí debo sacrificarlo todo, nunca me volveré a marchar. ¿Puedes creerme?
Jungkook no respondió de inmediato, sus brazos cerrándose con más fuerza alrededor de su cuello y con su nrazis aspirando aire casi con dolor, Taehyung no dijo nada mas tampoco, sabiendo que no podía prometerle al menor un mundo mejor, pero que podía darle su vida entera con tal de hacer de su vida, tan siquiera un poco, más fácil y llena de amor.
Su amor.
Cuando las primeras e improvisadas carpar comenzaron a quedar tras sus pasos, la voz de Jungkook brotó suave, casi como un arrullo en la noche más tormentosa: .- No confiaría jamás en alguien más que tú... hyung.
Taehyung no tuvo ocasión para contestar, ni siquiera para que su corazón normalizace sus latidos; en cuestión de segundos el rostro aliviado de Yoongi apareció frente a sus ojos, a su lado un sonriente Hoseok le dedicaba una mirada de orgullo, o eso interpretó antes de que la voz de su amigo retumbase en sus oídos.
.- ¡Sabía que no serías capaz de morir sin antes pagarme todo lo que me debes! - Las manos de Hoseok le apretaron los brazos con fuerza, casi queriendo mecerlo, pero deteniéndose al notar la mirar curiosa, casi analítica, que le dedicaba el chico sobre la espalda de Taehyung - ¿Tú eres...? ¡Oh, Dios mío! Sí eres...
Jungkook no se movió ni produjo un sólo ruido, su cuerpo tensándose producto de la exagerada ón de parte de aquel desconocido. Deseó por un instante, sacar su daga y herirlo, demostrarle que no podía burlarse de él, sin embargo, las manos de Taehyung se cerraron con amabilidad sobre sus muslos, recordándole que estaba ahí y nunca dejaría que alguien le hiciese daño.
.- ¿Podrías no hacer un escándalo de esto? Por lo menos no ahora, ¿está bien? - su voz brotó seria, su mirada tratando de transmitirle al mayor que guardase su distancia y su efusividad, lo único en que deseaba era un momento tranquilo para que Jungkook pudiese hacerse a la idea de estar rodeado de otras personas y no temerles - Podemos hablar luego, Jungkook está lastimado y sólo quiero que curen su tobillo.
Hoseok estaba dispuesto a replicar, sin embargo, la mano de Yoongi en su muñeca le detuvo de hacerlo, su mirada seria sobre Taehyung y Jungkook: .- Deja que lleguen y se acomoden, debe estar exhaustos luego de todo lo que ha sucedido. Ya en la cena podremos ponernos al día y tú podrás conocer a Jungkook.
Taehyung estuvo tentado a reírse cuando Hoseok sólo asintió con un mohín resignado, sin embargo, su prioridad seguía siendo Jungkook, su tobillo herido y su tranquilidad. No iba a soltarle ni alejarse demasiado de él hasta que se asegurase que todo estuviese bien. Era una promesa que le hacía al menor y a sí mismo.
Nunca más estaremos solos.
Jungkook se mantuvo en silencio, sus ojos curiosos observando todo a su alrededor con verdadero interés. Nunca había estado en el campamento original de la Resistencia y tampoco había sido capaz de imaginarse cómo sería. Los años al lado de la Madame sólo le habían dejado una mente vacía, incapaz de imaginar, de pensar en algo más del cómo sobrevivir a una noche más sirviendo a los hombres del ejército.
Se preguntó entonces, mientras las miradas de los hombres y mujeres se detenían en ellos con cada paso que daban, sí lo sabrían. ¿Sabrían quién era? ¿Sabrían lo que había tenido qué hacer con tal de vivir un poco más? ¿Podrían mirarlo cómo algo mas que un simple muñeco Joseon usuado?
Sus ojos se desviaron entonces hacia el perfil definido de Taehyung, su mandíbula firme, sus mejillas suaves, su afilada nariz y sus expresivos ojos. ¿Podría Taehyung aceptarlo a su lado incluso sabiendo que Jungkook había pasado por tantas manos? ¿Qué era lo que el mayor realmente sentía... pensaba sobre él?
Soy un asesino, no soy más que un juguete. Roto tantas veces...
.- Iremos a que te curen ese tobillo, ¿de acuerdo, Kookie? - la voz del mayor le despertó, visualizando una suave sonrisa en su rostro que provocó que un extraño, pero confortable calor se instalase en sus mejillas - ¿Está todo bien?
Jungkook asintió silencioso, girando su rostro de nuevo hacia el camino que recorrían lentamente. ¿No estaba ya demasiado cansado Taehyung? Le había llevado en sus hombros todo el camino, sin quejarse ni un sólo momento.
Su voz, sin embargo, se perdió antes de ser capaz de formular la pregunta; sus ojos fijándose en una figura retirada del camino, pero cuya mirada estaba siguiendo sus pasos. Llevaba el cabello largo, recogido en una colega baja y vestía ropa clara, fue su rostro lo que capturó su atención.
Las lágrimas en sus ojos provocaron en Jungkook deseos de llorar, de gritar llamando a alguien que en su vida no existía más. Le fue imposible sostenerle la mirada, no cuando sus gestos sólo le hablaban de un pasado que no le era muy claro, dónde vivían imágenes difusas, rostros borrosos y voces demasiado lejanas como para ser traídas de regreso.
Tal vez Jungkook nunca lo sabría, pero desde la distancia, con sus ojos fijos en el rostro que un día tuvo las mejillas regordetas, los ojos brillantes como si viviesen constelaciones en ellos y la sonrisa más alegre de todo el mundo; Junghyun se sintió en paz consigo mismo después de muchos años.
Al fin estás aquí, hermanito.
Sus ojos no dejaron de seguir el paso de Hoseok, quien no dejaba de sonreír para la pequeña y confundida niña que había llegado en compañía de Taehyung y Jungkook, los enormes ojos de la niña se fijaban temerosos en Hoseok, quien insistía en que se uniese a los demás niños que jugaban un poco lejos de donde estaban.
Yoongi no pudo evitar preguntarse por cuánto dolor habría tener que atravesar la pequeña, cuánto habría tenido que ver y la dejaría marcada por el resto de su vida, la cual, esperaba Yoongi, fuese larga y próspera .
Se abrazó entonces a sí mismo con dolor, envidioso sin poder evitarlo, de la sonrisa tranquila que adornaba el rostro de su mejor amigo mientras sostenía contra su cuerpo el de Jungkook. Sabía que no debía sentirse así, que debía alegrarse de la felicidad casi tangible que desbordaba Taehyung, la misma que brillaba misteriosa en los ojos de Jungkook que observaban todo con curiosidad.
Debió de sentir siquiera un poco de su alegría, pero simplemente resultaba imposible.
Cómo sentirse así cuando Jimin no estaba ahí, cuando su mente reproducía aquella última charla sin dejarle tranquilo, siempre reprochándose que pudo hacer o decir más, que debió usar la fuerza y llevarlo consigo, salvarlo de ellos y de sí mismo.
Pensó, inevitablemente, en aquel anciano japonés que un día fue todo lo que le quedó de Jimin. ¿Por qué resultaba tan aterrador pensar en que no habría nada más que ese destino? ¿Por que dolía tanto imaginarse la posibilidad de no salvarlo, de no conseguir hacer algo por él?
Yoongi ni siquiera podría decir en voz alta por que, qué era tan importante de Jimin para él, para sentir que se quedaba sin aire al pensar que le había perdido. No se habían conocido por mucho tiempo, prácticamente nada y aún así, Yoongi había derramado todas sus lágrimas por él.
Habría derramado su sangre con tal de salvarle.
Pero la realidad era que no había podido hacer nada.
Jungkook le gruñó a la mujer, que aterrada se retiró unos pasos, alejando sus manos con las amarillentas vendas del hinchado tobillo del chico. Taehyung, por su parte, suspiró pensando cómo convencer al menor de ser atendido por la improvisda enfermera del grupo, quien parecía a punto de echarse a llorar por la situación.
.- Kookie...
Su voz brotó suave, como sí estuviese hablándole a un niño pequeño que no quería hacer caso a una orden. Su mano grande acarició con extrema delicadeza los cabello oscursos del menor, su nariz repasando el contorno de su mejilla en una muestra de afecto que pretendía demostrarle que él estaba ahí, que no había razón para no confiar.
Jungkook se estremeció, su cuerpo sacundiéndose ante la agradable sensación que no dejaba de ser desconocida para él. Antes de Taehyung, Jungkook jamás habría dejado a un hombre acercarse de esa forma a él o a su cuerpo, jamás habría dejado que su aliento rebotase contra su piel y provocase en todo su cuerpo un suave calor que terminaba en sus mejillas y picaba en la punta de sus dedos.
Antes de Taehyung, simplemente todo era oscuro y rodeado de muerte.
Ahora, pensó de forma inevitable, esperaba que la muerte no se acordase de él, que siguiese de largo y le dejase disfrutar tan solo un poco más de sus brazos sobre su cuerpo, rodeándole con suavidad y dándole el espacio suficiente para que Jungkook se sintiese cómodo, para que no recordase la infinidad de hombres que habían herido más allá de su cuerpo: su humanidad.
Taehyung le sonrió, ubicándose tras él para rodearlo en un abrazo suave y mucho más íntimo de los que habían compartido desde su reencuentro. Su barbilla se acomodó con facilidad sobre el hombro derecho de Jungkook, sus manos cerrándose a la altura de su vientre y su espalda recostándose contra el tronco firme del árbol de cerezo que prometía pronto comenzar a dejar sus vibrantes frutos, muestras de que el amargo invierno llegaba a su fin.
Jungkook dejó a la mujer revisar su tobillo, sus ojos fijos en las manos delgadas de ella antes de subir hasta el agarre de las manos del mayor, comparándolas de forma inevitable. Las manos de ella le recordaban que una vez hubo una mujer que san[o sus heridas, que acarició su piel con amor y protección, pero no era algo más que un recuerdo lejano, casi una simple sensación. Las manos de Taehyung, por otro lado, sólo hablaban de presente y, muy en el fondo de su mente, por primera vez en su vida, le hacían pensar en el futuro.
.- ¿No es bonito el lago? Seguro se verá increíble cuando pase el invierno, ¿no crees? - Taehyung señaló en dirección al congelado lago que habían reparado desde el principio, su fría presencia siendo cautivante para cualquiera, sin embargo, no tanto para Jungkook.
.- Quiero ver los árboles - confesó con voz bajita, sus propias manos subiendo hasta tomar las de Taehyung con suavidad - ¿Crees que podramos ver las flore? Siempre las veía por la ventana de mi cuarto, la Madame pocas veces me dejaba salir a los jardines. Sólo veía los colores desde lejos, no recuerdo cómo lucen ya...
Taehyung asintió incluso aunque el menor no pudiese verlo, anotando mentalmente que debía planear una salida para los dos con tal de ver todas las flores posibles, tal vez podría regalarle unas cuantas, un pequeño detalle para hacerlo sonreír.
.- Por supuesto, cariño.
El gesto apelativo brotó espontáneo, sin poder evitarlo y su cuerpo se tensó cuando las manos de Jungkook cayeron a un costado producto de la sorpresa. Ninguno reparó en la sonrisa de la mujer que se mantenía ocupada con el vendaje, Taehyung nervioso y Jungkook tratando de comprender el calor que trepó hasta su pecho y provocó que sus latidos se hiciesen más rápidos.
.- Jungkook, yo...
.- ¿Soy tu... cariño? - fue una pregunta tímida, los ojos de Jungkook cerrándose y sus labios formando una fina sonrisa - ¿Sólo yo y... a pesar de todo?
Taehyung sintió su pecho contraerse con dolor al comprender lo que Jungkook escondía en sus preguntas, sus manos cerrándose con más fuerza que nunca contra su cuerpo, obligando a su espalda encajar con su pecho firme:. - Por supuesto que sí, sólo tú. No me importa nada y nadie más que tú... cariño.
Jungkook asintió, incapaz de formular una respuesta que comprendiese todo lo que revolvía en su interior. Su cuerpo amoldándose al del mayor casi con naturalidad, su cabeza cayendo hacia atrás para que sus ojos buscasen el cielo, topándose, en cambio, con las ramas aún cubiertas de nieve del cerezo.
No lo dijo en voz alta, pero en ese momento, se juró a sí mismo que no importase lo qué sucediese de ese día en adelante con su propósito en la resistencia, nadani nadie lo detendría antes de volver allí para ver las flores de cerezo florecer, y lo haría junto a Taehyung.
Volvamos aqui, hyung... y dime una vez más que sólo soy yo para ti, así como lo eres tú para mí.
Hola, a todos.
Espero que estén bien y que, en caso de no estarlo, que las cosas vayan mejorando poco a poco.
Me alegra mucho volver con este capítulo, se me hizo muy lindo de escribir (a excepción de la parte de Jimin), aunque no se imagina lo complicado que fue escribirlo porque mi computador sigue en reparación (curecemos todos los dedos para que puedan arreglarlo) y no estoy nada acostumbrada a escribir en el celular, lo que hizo que me tomara el doble de tiempo.
De todas formas, espero haya valido la pena la espera y que disfrutasen de la historia. Es un capítulo importante, ¿se imaginan el por qué?
No olviden dejarme sus opiniones, críticas y sus ideas de qué pasará en lo que viene de la historia.
Gracias por todo, nos leemos por otros lados pronto.
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