24.- Sangre sobre la tierra.

Actualización 2/2

Capítulo MUY LARGO y bastante intenso, quiero que lloren... sólo aviso. :3

Un abrazo...

El último abrazo que Jungkook recordaba haber recibido había sido de parte de su mamá, justo antes de entregarlo. Ella le había tomado entre sus delgados y débiles brazos, depositando un camino de besos por su cabeza, murmurando disculpas que en ese momento Jungkook no supo entender.

Ella había intentado remediar con ese abrazo el hecho de haberlo vendido.

Recordaba la sensación, Jungkook la sentía hormiguear sobre su piel cuando pensaba en ella a veces, era lo que volvía a él cuando trataba de traer de regreso la imagen de su rostro y el sonido de su voz. Ya no tenía recuerdos de nada de eso, ella se había borrado con el paso de los años y el dolor, no había dejado nada de ella más que aquel abrazo grabado en su memoria.

Un abrazo, ¿cuántos niños no recibían eso incluso cuando sus destinos eran la pobreza y la esclavitud? ¿No eran signo de amor? Jungkook no había recibido ninguno desde los 11 años, cuando paso a manos de la Madame y su destino fue sentenciado a pasar de hombre tras hombre. ¿Era por qué no merecía ser amado?

Pero ahora, los brazos de Taehyung lo rodeaban, brindándole calor y seguridad; algo que Jungkook no había sentido desde los abrazos de su madre.

Era la primera vez que se tocaban así, en la que sus pechos se pegaban hasta que sólo la tela de sus ropas los separaba y el aroma masculino de Taehyung inundaba todos sus sentidos. Jungkook se aferró a su cintura mientras enterraba su rostro en su cuello, sintiendo cada uno de los músculos de su cuerpo tensarse cuando las grandes manos del mayor acariciaron su espalda con suavidad.

Pero tan rápido como se tensó, su cuerpo se relajó por completo. Estaba a salvo entre esos brazos, nunca dudaría de ello.

.- Todo estará bien, Kookie – susurró el mayor contra su cabello, una de sus manos enredándose en las hebras a la vez que no dejaba de acariciar su espalda – Ahora estoy aquí, ¿de acuerdo?

Jungkook trató de ahogar el sollozo que brotó de su pecho, pero la mezcla de emociones le resultaba tan intensa que no consiguió evitar que su voz brotara rota: .- ¿N-no volverás a dejarme, sempai? Por favor, no me abandones de nuevo.

Taehyung cerró sus ojos con dolor, pensando en todo lo que Jungkook tuvo que atravesar en los meses en los que no estuvo para él. Había sido más de un año en su época, pero no más de cuatro meses en la de Jungkook; tiempo suficiente para que el menor atravesase torturas y noches que Taehyung prefería borrar de su mente, cuerpo y corazón.

Si pudiera, Taehyung arrastraría lejos de Jungkook todo el dolor y le construiría un mundo donde sólo hubiese esperanza y libertad.

.- No me iré, nunca más – prometió.

Jungkook no respondió, aferrándose a Taehyung mientras trataba de convencerse de las palabras del mayor, de que realmente había vuelto por él y había traído su corazón de regreso, escondido entre sus bolsillos. Sus manos se anclaron en la ropa del mayor, evitando que se separase de él porque necesitaba de su calor, de sentirlo junto a su cuerpo como nunca antes lo había hecho, como había deseado sentirlo desde hace mucho tiempo.

.- Jungkookie, necesitamos movernos – susurró entonces Taehyung contra su cabello, sin soltarlo todavía – No es seguro que nos quedemos aquí.

Las palabras de Taehyung estaban llenas de razón, lo sabía. Jungkook era consciente de que debía ponerse de pie sin importar qué, que su tobillo no podía ser un impedimento para seguir huyendo, sin embargo, en lo único que podía pensar era en los brazos de Taehyung, en el miedo de soltarlo y que el mayor desapareciese ante sus ojos o que fuese una simple ilusión de la muerte jugando con él antes de, finalmente, llevárselo.

Está aquí, está aquí conmigo y no se irá nunca más. Nunca más.

.- ¿A dónde ir? He escapado de la Madame – preguntó todavía escondido contra su pecho, sin atreverse a soltarlo - ¿A dónde ir, sempai? Jimin a...

El resto de la oración murió en su garganta, una daga dolorosa clavándose en su pecho tan sólo pensando en cómo Jimin, por quien él habría dado su vida, lo había traicionado. Jimin había entregado la vida de personas en bandeja de plata; su gente, su sangre... todo por lo que alguna vez habían luchado, Jimin lo había condenado a la muerte.

Fue entonces cuando recordó a la niña.

Su cuerpo se separó del calor de Taehyung, aunque sus manos no lo soltaron; tan sólo para girarse y buscar con la mirada a la niña pequeña que aquellos japoneses habían estado persiguiendo. Ella permanecía sentada sobre la tierra, sus rodillas hundiéndose entre la maleza mientras sus grandes y brillantes ojos de cervatillo estaban fijos en ambos, sus labios agrietados y rotos tensos en una fina línea.

Llevaba el cabello corto, un poco más abajo de las orejas, revuelto en ramas y hojas mientras ella pasaba sus manos temblorosas por entre las hebras, largos rasguños se veían en su pálida piel, tan pálida como la porcelana. Jungkook notó que seguía sollozando de manera silenciosa, las lágrimas transparentes creando caminos entre la suciedad de sus mejillas, una mezcla de tierra y sangre.

Taehyung también le soltó lentamente, dirigiendo su atención a la pequeña: .- ¿La conoces?

.- No – respondió en un susurro a la vez que negaba con la cabeza – Escapé de casa de la Madame, la encontré... la encontré cuando esos hombres la perseguían.

La niña no dejó de mirarlos, ladeando levemente su cabeza como si tratase de entender lo que decían y Jungkook no tardó en comprender que era porque ella realmente no los entendía. Estaban hablando en coreano, Taehyung en uno fluido y Jungkook con su pastosa pronunciación, pero coreano, a fin de cuentas. La niña, a juzgar por la edad que parecía tener, seguramente había sido criada al estilo de la ocupación.

.- ¿Estás bien? – le preguntó entonces en japonés, acercándose levemente a ella, sin embargo la niña retrocedió asustada por la cercanía – Hey, no te preocupes... no voy a hacer daño, sólo quiero saber si estás bien.

La niña no respondió de inmediato, todavía intercalando su mirada con miedo entre él y Taehyung, quien había permanecido al margen. Unos minutos más tarde, ella alzó sus manos, mostrándole la sangre en sus palmas y que se extendía en la raída y ropa rota que traía encima. Jungkook observó con tristeza las heridas, recordando vagamente que había visto cortadas en sus pies desnudos, producto de la carrera por el bosque.

.- Tenemos que desinfectar esas heridas – fue lo que dijo Taehyung cuando le vio las manos, con una expresión seria.

.- ¿Desin... qué? – Jungkook se giró hacia él, confundido por la palabra, sin embargo, notó por el rabillo del ojo como la niña se removía inquieta, ahora sus ojos de cervatillo mirando por todo el matorral en el que estaban escondidos, como si buscase por donde huir – Espera, no te asustes. Vamos a ayudarte, ¿de acuerdo?

Ella guardó silencio, pero asintió lentamente a su pregunta antes de bajar la mirada hacia su regazo, una de sus manos escarbando en lo que parecía un bolsillo oculto en el costado izquierdo de la falda de pana que llevaba puesta. Jungkook observó su afilada barbilla y sus marcadas clavículas, notando la evidente desnutrición de la niña.

.- Hermanita... - susurró entonces ella, la primera palabra que decía, y tendiéndole la mano le mostró un puñado de semillas pintadas de azul y naranja, parecían piedras diminutas para adornar los estanques internos de la casa de la Madame – Hermanita...

.- ¿Hermanita? ¿A qué te refieres? – le preguntó, arrastrándose con algo de esfuerzo por el dolor en su pierna hacia ella, Taehyung sosteniéndolo brevemente por la cintura - ¿Entiendes qué quiere decirnos, sempai?

Taehyung clavó entonces sus ojos en la niña, tratando de entender qué quería decirles al mostrarles las semillas, los colores vivos desentonaban con sus pálidas manos y el color opaco del bosque. Fue entonces cuando entendió que se trataba de una especie de rastro, una señal que podría reconocer entre la lodosa tierra o la sucia nieve.

.- ¿Has dejado a tu hermana? – fue su pregunta en un japonés inseguro - ¿La has escondido?

La niña fijo entonces su expresiva mirada en él y por un momento, como si de esa forma le dijese todos sus secretos a Taehyung. Jungkook no pudo comparar esa mirada con la manera en cómo su hermano mayor lo miro la última vez que estuvieron juntos, la determinación y la impotencia en sus ojos eran algo que Jungkook había comprendido con dificultad. Le había tomado mucho tiempo entender la lucha de su hermano aquella noche.

Él quería salvarle, así como la niña parecía decirles que quería salvar a su hermana.

.- ¿Cuál es tu nombre? – se atrevió a preguntarle, recuperando su atención.

.- Akane...

Jungkook le dedicó una sonrisa para infundirle algo de confianza: .- Muy bien, Akane. Muy bien... ¿cuántos años tienes?

Ella guardó silencio, pero le respondió levantando las dos manos y mostrándole sus diez dedos. Era demasiado delgada para tener diez años, su cuerpo parecía el de una niña mucho menor y ambos sabían que eso se debía a que la niña seguramente no había tenido una dieta adecuada, a lo mejor pasando hambre y frío sin ninguna consideración. ¿Cuándo habría sido la última vez que Akane probó algo de comer?

Ni siquiera parecía saber hablar bien, seguramente con un retraso del lenguaje bastante severo producto del analfabetismo, el hambre y la pobreza.

.- ¿Quieres comer un poco de pan, Akane? – preguntó con suavidad, de pronto buscando por todo el lugar el pequeño envuelto con el que había huido – Tengo un trozo que seguro hará que tu estómago se llene por hoy, ¿qué dices?

La niña negó entonces, su cabello sacudiéndose con gracia alrededor de sus mejillas: .- Pan para hermanita.

Jungkook quiso negar, decirle que tenía pan de sobra para ambas y así convencerla de que comience, verla ingerir algo que pudiese mantenerla de pie un tiempo más mientras ellos encontraban algún lugar seguro, pero la niña no dejó de repetir que el pan debía ser para su hermana y Jungkook no tuvo ánimo alguno de decirle lo contrario.

Hermanita... ella hablaba como su hermano alguna vez lo había hecho, ¿había sido así como su hermano mayor se sintió después de que su madre lo vendiese? Jungkook siempre había pensado que había sido su culpa por no hacerle caso, por haberle soltado la mano cuando aquel soldado le jaló hacia la salida. Su hermano no pudo protegerle, incluso cuando quiso hacerlo. ¿Por qué sólo hasta ahora se daba cuenta de eso?

.- ¿Cómo se llama tu hermanita, Aka - chan? – se adelantó a preguntar Taehyung a la niña cuando el silencio se extendió, poniéndose de pie sin dificultad - ¿Es menor que tú?

.- Si – respondió sacudiendo su cabeza, esta vez enseñándoles sólo seis dedos – Hermanita es Asami... Asami – chan.

.- ¿Dónde está Asami – chan? – le preguntó Jungkook con suavidad - ¿Dónde la has dejado?

Akane guardó silencio, respondiendo tan sólo alzando las semillas ante sus ojos, como si de esa forma les diese la respuesta correcta a dónde había dejado a su hermana. Jungkook tan sólo cerró los ojos sin saber qué decirle a la niña; aquel bosque era enorme y se extendía montaña arriba, sabía que estaba atestado de japoneses y era probable, reconoció en su interior, que la pequeña Asami ni siquiera estuviese viva.

De pronto el sonido lejano de ramas quebrándose los alertó, Jungkook enderezándose en el suelo para ver por sobre los matorrales y los cuerpos caídos de los soldados que habían perseguido a Akane por el bosque. Sólo entonces notó que Taehyung llevaba a la cintura un arma de fuego que no supo reconocer y que, sin tener que adivinar, era la causante de la muerte de aquellos hombres.

.- Debemos irnos – fue todo lo que dijo el mayor, su cabeza moviéndose de un lado al otro mientras observaba entre los troncos – No sé sí son soldados o qué, algunas personas alcanzaron a escapar del campamento con la llegada de los soldados, sin duda Akane pertenecía a alguna familia recién incorporada.

Jungkook asintió en silencio porque lo cierto es que él no tenía mucho conocimiento sobre el asentamiento de la resistencia. Sabía cómo llegar, puesto que se les había informado hace mucho tiempo sobre su ubicación, pero debido a que podía poner en peligro a todas aquellas personas si escapaba de la Madame para ir con ellos, Jungkook había renunciado a esa idea desde el principio.

Saber que había sido Jimin quien lo hizo, quien los entregó...

.- No podemos quedarnos – alzó la voz Taehyung, recogiendo el envuelto de Jungkook y colgándoselo en el hombro – Debo llevarlos a un lugar seguro y regresar a buscar a Yoongi, él insistió en dirigirse hacia la ciudad, iba a esperar por ustedes, así que supongo que seguirá buscando a Jimin por ahí.

Jungkook apretó los dientes, sintiendo la rabia hervir en su sangre como horas antes, cuando descubrió aquella verdad tan horrible: .- Jimin merece la muerte.

.- ¡Jungkook! – el mayor se giró a mirarlo alarmado por sus palabras, sus ojos observando con estupor el gesto enfurecido del menor, casi como si estuviese hablando de aquellos hombres de los que deseaba vengarse en vez de Jimin, la única persona que había acompañado su sufrimiento por años - ¿Por qué dices...?

.- No sabes lo que ha hecho – le suelta, dejándole ver lo herido que se siente – Ha muerto para mí, sempai. Jimin ha muerto y si me lo encuentro de frente... mataré a Tokaro sin dudar.

Taehyung frunció las cejas, sin entender qué es lo que pasaba, por qué aquel rencor. ¿Qué había pasado en su ausencia? ¿Qué era eso tan grave que había hecho Jimin? Pensó inevitablemente en el Jimin de su época, el hombre anciano lleno de remordimientos que había conseguido que Taehyung no renunciase, que se pusiese de pie dispuesto a volver para salvar a Jungkook de cualquier daño.

Pensó en Yoongi, que le había mirado con preocupación horas antes, cuando ninguno de los menores apareció en el lugar citado en su mensaje. Su mejor amigo no había dejado de decir que Jimin y Jungkook debían haber tenido algún tipo de dificultad. Recordó su mirada llena de dolor cuando repasó foto por foto la vida de un Jimin mayor, su vida como japonés.

Algo de rencor se había formado en el fondo de la mirada de su mejor amigo, pero no era ni siquiera la mitad del rencor que entrevía en los ojos de Jungkook.

Taehyung suspiró dejando aquello de lado, queriendo concentrarse en mantenerlos vivos. Había agradecido en silencio cuando siguió a aquellos soldados, sabiendo que seguían el rastro de alguien, nunca pensó encontrarse a Jungkook, pero tampoco iba a renunciar a él de nuevo. No había sentido miedo al disparar, no había pensado en nada más que en poner a salvo a Jungkook de una vez por todas.

.- Conozco unas cuevas un poco más profundo en el bosque – cambió el tema entonces, recordando las clases que había recibido en la universidad y los recorridos por el bosque que en algún momento hizo con sus amigos – No podrás llegar hasta allá caminando – susurró observando el tobillo hinchado de Jungkook.

.- Puedo intentar, sempai - manifestó el menor con obstinación, apoyándose en sus manos para tratar de levantarse, pero cayendo cuando su tobillo se dobló sin fuerza para sostener su peso – Maldita sea.

.- Quédate quieto, Jungkookie – le indicó con una sonrisa divertida, queriendo aligerar el ambiente mientras se agachaba dándole la espalda – Sube, te llevaré. Akane caminara a nuestro lado.

Jungkook sintió sus mejillas calentarse de una manera extraña, diferente a todas esas ocasiones en las que la Madame lo drogaba. Observó los músculos de la espalda del mayor que se notaban a través de la tela extraña de su ropa, ¿cómo se sentiría el que sus cuerpos estuviesen tan juntos sin tela de por medio? La sola pregunta le hizo sentir aún más calor.

.- Vamos, Jungkookie... no tenemos tiempo – le despertó de su ensoñación, indicándole cómo subirse a su espalda, sus piernas agarrándose de la cadera del mayor mientras sus manos se prendían del cuello de Taehyung – Eso, muy bien. No te preocupes que no voy a dejarte caer.

.- Lo sé, sempai.

La sonrisa de Taehyung se extendió por todo su rostro, iluminándolo, pero Jungkook no fue testigo de ello: .- Ahora, Aka – chan, escúchame con atención – le habló a la niña, que les miraba todavía desde el suelo – Iremos a un lugar seguro, así que necesito que me sigas.

.- No, no... Hermanita... - sollozó la niña, enjuagando las lágrimas sobre sus mejillas con la mano libre de semillas – Asami – chan espera... ella espera.

Jungkook se mordisqueó el labio, sintiendo un dolor desconocido extenderse por su pecho tan sólo viendo a la niña llora arrodillada en el suelo, sollozando por una hermana menor que no sabían dónde estaba, qué no sabían sí vivía. Quiso abrazarla tal y como lo había hecho su madre aquella última noche, tal y como lo había hecho Taehyung momentos atrás para demostrarle que estaba de nuevo a su lado.

Quiso decirle que irían con su hermanita, que él sabía lo que era perder un hermano.

Pero lo único que hizo fue esconder su rostro en el cuello de Taehyung, dejando que el aroma varonil del mayor lo noqueara brevemente, un aroma totalmente distinto al de esos hombres sudados y desagradables. Jungkook lo disfrutó casi como el aroma suave del jabón y dejó que ese pensamiento le distrajera del llanto de Akane.

.- Akane, necesito que dejes de llorar – la voz del mayor sonó imponente, pero sin ser autoritaria y Jungkook tembló contra él, sintiendo como Taehyung tendía su mano hacia la niña, esperando que ella se prendiera de sus dedos – Debo ponerlos a salvo y luego, te lo juro, Aka – chan, que yo mismo iré por tu hermana. Ya me has dicho como encontrarla, así que te juro que Asami estará con nosotros esta noche.

Jungkook quiso creer en esa promesa, casi tanto como la niña lo hizo.

Las voces en los patios de la casa de la Madame se amortiguaron mientras él se internaba entre los pasillos, buscando con la mirada a cualquiera de los hombres del gobernador, quien seguramente ya habría llegado en busca de los regalos prometidos por la mujer en pleitesía a su nombramiento como el hombre más poderoso de la provincia.

Jimin sólo podía pensar en que la mujer debía cumplir con su palabra, que él debía quedarse a su lado. Sólo de esa forma no tendría que cargar con la culpa de haber traicionado todo lo que había seguido y defendido por el último par de años, la misma causa por la que su madre lo había abandonado para ir a luchar.

Un sentimiento de resentimiento se extendió en su pecho al pensar en la mujer, no es como si recordase ya su rostro o el tono de su voz, pero Jimin nunca podría olvidar que aquella mujer le había dado la espalda a su familia para escapar a la montaña, dispuesta a morir por otros mientras su familia pasaba hambre, mientras su esposo y su hijo eran víctimas de actos crueles por parte de los soldados, castigados en su nombre.

La imagen de su padre cayendo ejecutado justo a sus pies, el rostro del primero hombre que lo tomó... Jimin culpaba de eso a su madre. A su madre y su estúpida causa.

La causa de Jungkook.

El estúpido e ingenuo de Jungkook, quien creía que realmente habría algo más para ellos que el tener que abrirse de piernas para cuanto hombre los deseara, quien no dejaba de fantasear con una tierra libre de sangre e injusticias cuando lo único que podían hacer era satisfacer a los japoneses para así poder vivir con paz hasta una edad tardía. Pobre y estúpido Kookie.

Jimin se repitió aquello mientras aceleraba los pasos, girando en dirección al pasillo del ala este y observando a las mujeres peinarse los largos cabellos, sentadas en las orillas de sus habitaciones con los ojos tristes o vacíos, sus cuerpos cansados de las actividades nocturnas. La mayoría de ellas eran mayores que él, mujeres que habían sido vendidas o engañadas.

Mujeres que habían dejado a sus hijos con la falsa promesa de darles de comer.

Mujeres que habían sido engañadas con promesas de trabajo y dignidad.

Muchas de ellas le habían acariciado los cabellos cada vez que un hombre lo había herido, le habían ayudado a bañarse, limpiando su piel con todo el amor que sólo una madre podía brindar. Jimin las había cuidado a cambio también, como un hijo puede cuidar de una moribunda madre que sangra en el alma y en el cuerpo.

¿Qué dirían ellas si lo supieran?

Ahogó la pregunta tan pronto como llego, no iba a culparse; había hecho lo necesario para salvar su vida y la de su abuela, nadie debía reprocharle algo como eso. Ni siquiera Jungkook, quien no entendía lo que era perder alguien querido, quien no sabía lo que era amar tan profundamente como para entregarse a cambio.

Se detuvo cuando llegó a la puerta corrediza de la habitación privada de la Madame, donde seguramente debía estar arreglándose para el día que prometía ser demasiado ajetreado. Jimin conocía bien sus horarios diarios, los había aprendido cuidadosamente para utilizarlos a su beneficio, así que no dudaba de que ella estuviese ahí.

Así como tampoco dudaba de que fuese a recibirlo con una sonrisa lasciva, como siempre.

.- ¿Madame? – preguntó en voz baja a la vez que daba unos suaves toques en el marco de madera, a la espera de que la mujer le diese permiso de correr la puerta – Madame, necesito hablar con usted.

El sonido de la vajilla chocando y de suaves pasos le indicó que la mujer habría estado tomando el té, algo extraño en su rutina puesto que la mujer sólo disfrutaba de la hora del té en la tarde, casi al caer la noche. Sin embargo, Jimin se limitó a esperar la invitación a seguir, más concentrado en decidir sus palabras.

.- Adelante, mi querido Tokaro – chan – escuchó poco tiempo después y con suavidad deslizó el panel de tela hacia el lado izquierdo, sus ojos abriéndose con sorpresa al ver a la mujer sentada sobre el futón, con una taza de té en sus manos perfumadas y en compañía de alguien más – Has llegado en el momento adecuado, ¿deseas tomar una taza?

El recién nombrado gobernador vestido en uniforme de gala estaba sentado a la cabeza de la mesa, con una taza frente a él y el ceño fruncido con evidente fastidio. Jimin tragó saliva, sintiendo como escaneaba su cuerpo en silencio mientras permanecía ahí de pie, tratando de pensar qué debía hacer porque lo que menos imaginó fue encontrarse al hombre de frente.

.- Le he contado a nuestro honorable gobernador tu increíble servicio al emperador con la información que me has entregado – es ella la que empieza a hablar, dedicándole una sonrisa con sus labios pintados de un fuerte rojo manzana – Hemos recibido excelentes noticias sobre la cantidad de bajas en ese grupo de ignorantes de la resistencia, aunque varios han escapado montaña arriba – sacude ella la cabeza con negación y molestia.

.- No se preocupe, Madame – interviene el gobernador con una sonrisa soberbia – Mis soldados están dando caza a todos justo ahora, no importa quién sea. Aquellos revoltosos aprenderán a quiénes deben obedecer. A quiénes pertenecen.

La mujer le dedicó una sonrisa al hombre, enderezando sus delgados y afilados hombros ante la mirada escrutadora del japonés. Un gobernador era el encargado directo del emperador y aunque Joseon tenía una estructura política y de mando interna, eran los gobernadores los hombres que mandaban todo, incluso por sobre el propio emperador de la tierra Joseon.

.- Buenas noticias en un amanecer tranquilo – concedió la mujer antes de girar su cabeza hacia él, Jimin notando que llevaba el cabello recogido de manera distinta y mucho más elegante de lo normal – A cambio de tu acto de lealtad, el gobernador ha decidido que podrás quedarte bajo mi cuidado, querido Tokaro. ¿No te hace eso feliz?

Jimin se obligó a no tragar grueso y en cambio, forzar una sonrisa: .- Por supuesto que sí, mi señora – consiguió decir – Nada me complace más que permanecer junto a usted.

Ella sacudió la mano, restándole importancia: .- Pero... ¿a qué debo tu visita en mi habitación en estos momentos? El gobernador y yo estamos discutiendo la entrega de Tsubasa.

Jimin sintió que el aire se le iba de golpe, las palabras que tanto había repasado en su cabeza yéndose también: .- Sobre eso, mi señora...

.- No me digas que el insolente no está listo – entrecerró ella sus maquillados ojos, molestándose gradualmente – Ese niño va a escucharme... espero sepa corregir su disciplina, gobernador. Tsubasa es un espécimen hermoso, pero demasiado irrespetuoso. Nunca pude corregir la mala educación que su madre le dio.

Su madre... Jimin nunca había escuchado sobre la madre de Jungkook, es más, siempre lo había juzgado como un huérfano abandonado bajo algún puesto en una plaza. La madame no tendría por qué mentirle a un hombre tan importante como el gobernador, entonces... ¿Por qué nunca la había mencionado?

.- Dile que requiero de su presencia de inmediato, Tokaro.

La orden de la mujer lo sobresaltó, provocando un leve temblor en su cuerpo: .- Venía a informarle sobre eso, Madame. Tsubasa no se encuentra en su habitación.

Los ojos de la mujer se abrieron de golpe, mirándole como si sus palabras hubiesen sido dichas en un idioma totalmente desconocido. Pocos segundos después ella se levantó de golpe, con su ceño fruncido a medida que la comprensión llegaba a ella.

.- ¿Qué dices?

Jimin tomó aire, inflando su pecho para darse valor, repitiéndose que se trataba de seguir viviendo, que no debía sentirse culpable: .- Ha escapado, le he visto.

.- ¡¿Cómo que le has visto?! – explotó ella, a la vez que el gobernador se levantaba también, mucho más tranquilo.

.- He venido de inmediato, mi señora – informó con aflicción, tratando de convencerla – Me ha herido con una daga, no sé de dónde la ha robado – levantó entonces la tela extra que tomó de la habitación de Jungkook antes de ir donde la mujer, mostrándole la sangre que provenía del corte que el menor le había causado – Se ha llevado cosas de su propiedad, Madame. Iba de ropa negra y saltó en dirección del bosque, por el borde de la propiedad... no debe estar muy lejos.

La mujer no dijo nada, incapaz de procesar lo que escuchaba, en cambio el hombre asintió como si pensara con cuidado lo que Jimin le decía antes de hablar: .- ¿Hace cuánto ha sucedido lo que cuentas, muchacho Joseon?

.- No más de diez minutos – susurró, agachando la mirada con más miedo que respeto.

.- Bien – acotó el hombre, flexionando hacia atrás sus hombros – Enviaré a mis hombres tras su caza, haré que lo traigan a sus pies, Madame y luego le enseñaré una verdadera lección.

.- Señor gobernador...

.- No se preocupe, Madame – la interrumpió, alzando la mano – Ese puto va a aprender, aunque tenga que hacerlo a la fuerza y con sangre de por medio.

El hombre no dijo más y sin dedicarle una mirada a Jimin, salió de la habitación, sus imponentes pasos resonando por la madera del pasillo mientras el silencio se instauraba entre la estupefacta mujer y él. Un silencio culpabilizante.

Soy yo o él; pensó y con eso, se convenció de que había hecho lo correcto.

Jungkook sentía que su tobillo palpitaba con cada oleada de dolor que lo atravesaba.

Habían hecho una parada cuando, según calculaban, habían avanzado cerca de una hora bosque arriba, acercándose cada vez más a un terraplén en la montaña donde estarían las cuevas que mencionó Taehyung. El mayor le había dejado en el suelo con extremo cuidado, sus manos firmes sosteniéndolo de la cintura para que se acomodara sin lastimar más su pie.

Akane no había dicho ni una sola palabra más, sus ojos mirando en todas las direcciones mientras con la mano que tenía libre seguía soltando pequeñas semillas a medida que caminaban, sembrando la señal para que Taehyung pudiese regresar una vez partiese en la búsqueda de su hermana menor y de Yoongi, quien seguramente ya debería de haber llegado al sitio donde una vez estuvo el campamento de la resistencia.

Jungkook se había visto tentando de preguntarle qué había pasado con ellos, por qué se habían ido, pero el temor de escuchar respuestas que no deseaba le impidió formular siquiera una de sus preguntas. Se concentró en oler a Taehyung, embriagarse de él y la calidez de su cuerpo sosteniendo el suyo, siendo protegido por él.

.- Tendré que conseguir algo de agua y comida si queremos seguir – le informó Taehyung cuando ayudó a sentar a Akane sobre una piedra lisa y recubierta en musgo, la falda de la niña pegándose a sus escuálidas piernas por la humedad del invierno que llegaba a medias a esa parte del bosque – Así que necesito que se queden aquí, ¿de acuerdo, Aka – chan?

La niña alzó sus enormes ojos en dirección a Taehyung, asintiendo en una respuesta muda. El mayor le dedicó entonces una sonrisa comprensiva, como si la niña acabase de aprender a hacer algo muy difícil. Jungkook inclinó suavemente su cuerpo hacia el mayor, rodeando su torso con sus brazos, siendo él quien lo abrazaba por primera vez.

.- Ten cuidado, sempai.

.- Lo tendré, Kookie – le respondió Taehyung, acariciando sus cabellos – Ustedes también deben tener cuidado, por eso... - dijo mientras se separaba y tomaba de su cinturilla una de las armas que Jungkook identificó antes para tendérsela – Ten.

Akane jadeó de terror, empujándose lejos de ellos mientras sus ojos observaban con horror el objeto en manos de Taehyung, quien le dedicó una sonrisa comprensiva: .- Yo también me asusté la primera vez que vi una, Aka – chan... pero esto es para protegerlos. Los mantendrá a salvo a ambos.

La pequeña niña no se movió, pero su mirada se relajó levemente mientras Jungkook recibía el arma con la mano temblorosa: .- Nunca he utilizado un arma, sempai. Mis dagas siempre han sido suficiente.

.- Lo sé – Taehyung paso nuevamente sus dedos por sus cabellos, pensando en lo mucho que los tres necesitaban un baño para limpiarse y relajarse, luego pensaría en eso – Pero ahora no puedes moverte y esto es perfecto para largas distancias.

.- No sé utilizarla... - susurró el menor, mirando el arma pesada en su mano, sintiendo el frío de su material – Cómo podría...

.-Es sencillo – le interrumpió Taehyung, indicándole como tomarla y cómo quitar el seguro para poder disparar, agradeciendo en su mente contar con armas que en aquel pasado distante no existían y los ponía en una ventaja mayor – No tengas miedo, piensa en ella como tu daga.

Jungkook asintió con desconfianza, pero forzó una sonrisa para el mayor.

.- Vuelvo pronto – fue todo lo que dijo Taehyung antes de inclinarse hacia él y depositar un beso en su frente, provocando que Jungkook se congelase un instante.

Para cuando fue consciente de sus mejillas calentándose, sólo podía ver la espalda del mayor confundirse con los troncos, avanzando en silencio y despacio. Se llevó una mano al pecho, donde su corazón golpeaba con su caja torácica demasiado fuerte, casi asustándolo por la manera en cómo había comenzado a reaccionar con Taehyung.

¿Tanto lo había anhelado? ¿Tanto lo había necesitado?

Jungkook no tuvo tiempo ni siquiera de pensar en algo más cuando tuvo que encogerse porque el sonido de un disparo rompió el silencio del bosque. Sus ojos vagaron por todo el espacio abierto a su alrededor, pero no había más que troncos y maleza, con sus oídos aun pitando por el estallido se giró para mirar a la niña, quien respiraba agitada y se había encogido en sí misma.

.- Akane, ven, ven – la llamó, estirando su mano para ponerla bajo su protección, a lo que la niña no tardó en hacer caso.

¿Quién había disparado? ¿A qué o quién?

Jungkook sintió sus ojos nublarse en lágrimas pensando en dónde estaba Taehyung.

Sus ojos lo buscaron desesperado entre los matorrales, pero no había pista alguna de Taehyung. ¿Había pasado algo con su sempai? Jungkook no soportaría eso, no soportaría perder al mayor el mismo día en que había perdido a Jimin, aunque de una forma distinta. Lo peor es que no tenía manera de averiguarlo, no cuando su tobillo seguía hinchado y enviándole olas de dolor por todo el cuerpo.

La niña se llevó las manos a las orejas cuando un segundo disparo resonó, Jungkook la sostuvo mientras se levantaba con esfuerzo, buscando un sitio que resultase seguro para esconderse. A la vez, no dejó de prestar atención a su alrededor más inmediato, procurando visibilizar cualquier amenaza antes de que se materializase.

El sonido de gritos siguió a un tercer disparo, Jungkook jaló a la niña en la dirección contraria a todo el ruido. Sentía nuevamente la presión en su pie, el cual arrastraba para evitar caer al suelo y ser un completo inútil. No sabía dónde estaba Taehyung, ni sí estaba o no herido de alguna manera, pero Jungkook sabía que no podía quedarse ahí, no cuando tenía una vida en sus manos y era responsable de ella.

La muerte siempre lo evadía, jugaba con él... Jungkook había aprendido a no temerle, sin embargo, mientras pensaba en el destino de Taehyung o en el posible destino de la niña n sus brazos, lo único que hacía era rogar porque la muerte no tomase esa oportunidad, que nuevamente le diese la espalda y lo dejase seguir su camino.

Déjalos vivir, te doy mi libertad... quiso gritar al cielo.

En cambio, lo único que pudo hacer fue sostenerse del tronco torcido de un árbol caído cuando los pasos resonaron demasiado cerca de ellos dos. Los gritos iban y venían, gritos en un japonés que no lograba entender con claridad, todavía aturdido por los disparos. Así que se detuvo, fijando sus ojos en los grande y temerosos ojos de cervatillo de Akane.

Era una niña muy bonita incluso en su tragedia.

.- Corre, ¿de acuerdo? – le susurró con desesperación, señalando el lado este, donde una serie de rocas parecían cubrir una pared lateral de la montaña y, a ojos de Jungkook, servían de pantalla perfecta para que la niña se escondiese – Corre y no salgas por nada del mundo. No dejes que nadie te ve y no hagas ruido, ¿entendido?

Jungkook la empujó a correr en el momento exacto en que las voces de hombres se cernieron sobre él, girándose los observó emerger del bosque, con los rifles de cañón corto empuñados entre las dos manos mientras miraban de un lado al otro, buscando como dos perros en plena cacería. Eran sólo dos hombres, tal vez de su estatura o más bajos, Jungkook estimó que habría podido vencerlos con facilidad en una lucha cuerpo a cuerpo.

Pero no podía lanzarse sobre ellos, ni siquiera podía alzar la cabeza del lugar donde se encontraba porque entonces sería blanco directo de sus cañones, sí permanecía ahí, el tronco caído cubría lo suficiente su cuerpo como para no ser visto a la primera. ¿Cómo no loas había visto o escuchado antes? Jungkook había estado tan concentrado en embriagarse de Taehyung, que omitió todo lo que había ido aprendiendo en los años de servir a la inteligencia.

Sí hubiese prestado más atención... pero no los vio a tiempo.

.- Dijiste que escuchaste algo por acá. No hay nada – logró distinguir lo que decían.

.- El comandante quiero la mayor cantidad de muertos, quiere sus cabezas para mostrarlas en la plaza de mercado como retaliación – le respondió el otro hombre con total calma, Jungkook tan sólo podía observarlos parcialmente, ahí de pie hablando – Quiere demostrarle al gobernador la mano dura con la que se maneja la provincia, ganarse su favor ante el emperador.

.- ¿Y Kuro? ¿Dónde se ha metido?

.- Rodeó hacia el otro lado, su perro siguiendo un rastro. Aquí no hay nada, regresemos.

Jungkook escuchó como se giraban, sus botas quebrando una que otra rama mientras se alejaban unos pasos y pronto recuperó la capacidad de respirar con normalidad; ni siquiera notó en qué momento empezó a contener el aliento, su mano sudando sobre el material frío del arma que Taehyung le había entregado.

Tan sólo había permanecido ahí, suspendido en el momento a la espera de qué harían aquellos hombres y qué podía hacer él en respuesta. Escucharlos marcharse, todavía hablando con tranquilidad, provocó en él el deseo de vomitar, sacar de su sistema todos los horrores que había visto, todo de lo que había sido testigo o víctima. No quería imaginar lo qué habían pasado aquellos que Jimin ayudó a masacrar con su traición, no quería pensar en lo mucho que seguramente sufrieron.

Así que se concentró en observar a todo lo que lo rodeaba, hasta el más mínimo detalle de cada tronco o cada hoja en el suelo, las manchas de nieve grisáceo o el lodo. Sólo quería pensar en que aquellos hombres se habían ido ya y que, con ellos, la muerte se había dado media vuelta ante su presencia otra vez.

Aun así, guardó silencio por lo que sintió que fue una eternidad.

Necesitaba ir en busca de Akane para luego emprender la búsqueda de Taehyung, no iba a renunciar al mayor bajo ninguna circunstancia y ni siquiera la muerte iba a oponerse a ello. Observó su tobillo, sintiendo que la tela del pantalón negro cortaba la circulación del músculo hinchado y palpitante. Estaba seguro que, de no tener cuidado, nunca podría recuperarse totalmente de algo así en su pie.

Fue entonces cuando el sonido de pasos se hizo presente de nuevo, esta vez mucho más cerca y rodeando el lugar donde Jungkook se encontraba. Sintió su garganta cerrarse con aprehensión mientras apretaba el arma en su regazo, tratando de discernir a qué dirección apuntar antes de convertirse él en la presa. Él nunca se rendiría, no moriría sin dar siquiera un poco de pelea.

Jungkook sabía que sí moría, lo haría como coreano no como cobarde.

.- Kookie, Kookie – los susurros con su nombre llegaron a la misma vez que los pasos, dejándole ver como la cabeza de Taehyung emergía tras un árbol, llevaba en una mano un arma distinta a la que le había entregado y sus ojos brillaron cuando lo distinguió con la espalda apoyada contra el tronco – Ahí estás...

.- Sempai, pensé que...

Jungkook sintió un sollozo brotar de sus labios, de pronto inundado por el miedo de haber perdido realmente al mayor. Taehyung, por otro lado, sintió que un peso se quitaba de sus hombros mientras se arrodillaba para gatear hasta Jungkook, lo único que deseaba era tomarlo entre sus brazos y anclarlo a él, no soltarlo jamás.

Había tenido tanto miedo cuando escuchó los disparos, pensando en que había dejado desprotegidos a Jungkook y la pequeña niña.

Taehyung no se habría perdonado nunca aquello. No después de todo lo que había hecho para volver a él, no cuando había manchado sus manos de sangre para alcanzarlo. Ni siquiera era capaz de recordar cómo había sido la vida antes de conocer a Jungkook, ¿qué sintió la primera vez que asesinó a alguien, aquel soldado en esa maldita noche? Rabia, pura rabia.

¿Qué sentía ahora? Que cada uno de esos muertos lo acercaba más y más a la posibilidad de hacer libre a Jungkook y eso era lo único que Taehyung podía ofrecerle: libertad.

.- Al parecer fueron simples disparos al aire – le indicó, tomando su rostro entre sus manos, secando las pequeñas lágrimas que escapaban de aquellos ojos que tanto le gustaban – De todas formas, lo mejor es que esperemos un momento antes de movernos.

Jungkook asintió, se había quedado sin palabras mientras detallaba, por primera vez, los ojos de Taehyung. Sus pestañas largas enmarcaban una mirada atrapante, el iris color chocolate parecía brillar con la poca luz que se colaba entre los árboles. ¿Cómo se hablaba? ¿Cómo se respiraba luego de haberse quedado prendado de una mirada como esa?

.- Jungkookie...

Los dedos de Taehyung acariciaron sus mejillas, recordándole aquellos deseos silenciosos de saber cómo serían los toques del mayor sobre su piel, cómo se sentiría que Taehyung le hiciese por voluntad lo que esos hombres le obligaban a hacer. Jungkook jadeó sin poder evitarlo, todavía incapaz de desprenderse de la mirada del mayor. A lo mejor, pensó, nunca podría dejar de mirarlo.

Sin embargo, tan rápido como sintió el tacto, este se alejó de él.

Taehyung retrocedió, preocupado de abrumar a Jungkook estando tan cerca de él. No sabía qué significaba él para el menor, ¿qué papel jugaba en su vida? ¿Eran amigos? ¿Jungkook sólo lo veía como alguien a quien le debía respeto? ¿Jungkook siquiera conocía el significado de amar a una pareja? Taehyung no sabía nada de eso, no podía saberlo.

Tampoco podía prometerle un futuro a Jungkook, no cuando desconocía siquiera si lo tendrían por separado.

.- Taehyung – le llamó con suavidad, sintiendo la necesidad de tenerlo de nuevo cerca: su calor, su toque – Taehyung...

¿Acaso el mayor no deseaba acercarse? ¿Era por qué Jungkook había sido usado muchas veces? La Madame no dejaba de repetir que ya había sido desechado en muchas ocasiones, que ya estaba "demasiado abierto" ... ¿Taehyung no podía mirarlo debido a eso? Jungkook sacudió su cabeza, tratando de disipar la lástima y el asco que le reptó por la piel. Sabía que estaba sucio, roto... ¿pero no tenía derecho ni siquiera a tomar su mano?

Tócame otra vez...

.- ¿Dónde está Akane? – le respondió en cambio el mayor, sin registrar el tono necesitado del menor ni la manera en cómo sus ojos parecían dos luceros ante él – He escuchado los ladridos de un perro y un hombre por el otro lado, ¿hacia dónde ha ido?

Jungkook sacudió su cabeza, sintiendo de alguna manera el rechazó en aquel cambio de tema y se enderezó con esfuerzo, señalando hacia el camino de rocas por donde le había indicado a la niña que huyera. No había podido seguirla con la vista debido a que los hombres llegaron justo en ese momento, pero quiso confiar en que ella supo esconderse.

.- Debemos hallarla – indicó el mayor, pasando su brazo alrededor de su estrecha cintura para ayudar a levantarlo – Ya ha comenzado a caer un poco la tarde y debemos llegar a las cuevas, sobre todo si voy a volver a buscar a su hermana.

El menor se mordisqueó el labio, inseguro: .- ¿Crees que esté viva?

.- Espero que sí...

Eso fue lo último que pronunciaron por unos minutos, avanzando lentamente por el camino de árboles hacia las piedras del lateral de la montaña. La mano de Taehyung le sostenía por la cintura mientras él rodeaba sus hombros con su brazo, el calor haciendo sofocante entre los dos a medida que avanzaban y se apegaban más.

.- ¡Akane! ¡¿Dónde estás, Akane?! – llamó a la niña cuando llegaron al punto que Jungkook le había indicado, pero no había señal de ella en ningún lado, ni siquiera un camino de semillas de colores como el que dejó durante toda su caminata - Sal, ya no hay peligro.

.- Aka – chan... - llamó también el mayor, sin respuesta.

.- No responde, dónde está, sempai – Jungkook le miró alarmado, le resultaba imposible controlar sus emociones, sintiéndose desbordado y totalmente fuera de sí - ¿Dónde está? ¿A dónde se ha ido? Le he dicho que se escondiese, que hiciese silencio... sólo me ha hecho caso, ¿verdad, sempai?

Ella era su responsabilidad. Jungkook le había dicho que iba a protegerla.

.- ¡AKANE!

.- Calma, Jungkookie – le apretó por la cintura, pidiéndole que no gritara para evitar que algún soldado en los alrededores notara que estaban ahí; incluso aunque dudaba que ya hubiese japoneses cerca, mejor era prevenir – Si nos calmamos pod...

Taehyung dejó que las palabras murieran en su garganta.

Dos metros más allá, en medio del lodo y hojas amarillentas, el cuerpo de la niña permanecía mirando hacia las copas de los árboles, su pecho subiendo y bajando demasiado rápido para ser normal. Jungkook sintió que las piernas le fallaban y de no ser por el brazo de Taehyung alrededor de su cintura, hubiese caído al suelo.

Dos metros... ella estaba a dos metros de las rocas para esconderse.

.- Akane... - susurró Jungkook, soltándose del agarre del mayor para caer de rodillas y arrastrarse hacia ella, sus ojos mirándola con algo similar a la historia y la incapacidad de creer lo que veía – Sempai, haz algo... haz algo.

Ella estaba ahí, con los ojos abiertos y mirándolos.

Luchaba por respirar, pero cada vez parecía hacérsele más difícil. Su cabello estaba enredado y esparcido por el suelo, junto a los jirones de lo que quedaba de su ropa. La falda subida hasta la cintura, dejando a la vista la sangre en sus pies, en sus muslos mientras ella permanecía con las piernas abiertas. Jungkook sabía lo que le habían hecho, lo sabía bien.

.- ¡Taehyung, haz algo!

Pero no había nada qué hacer, ambos lo sabían.

Taehyung podía tener conocimientos de medicina de su época, conocimientos avanzados que en un momento le permitieron salvar a Jungkook, pero no podía hacerlo con la niña. Ella estaba ahí, mirándolos y con los labios abiertos para conseguir algo de aire. La sangre resbalaba lentamente por los costados de su abdomen abierto a tajos.

La palabra "ESCLAVA" cortada en su piel.

Jungkook no pudo acercarse a tomarla de la mano, demasiado abrumado por la imagen tan denigrante. ¿En qué momento había pasado? ¿Había sido su culpa por enviarla por ese camino? ¿Por qué no la había mantenido a su lado? Jungkook le había prometido... le había dicho que la cuidaría, que estaría a salvo a su lado.

Ella no podía morir, tenían que ir por su hermanita, tenían que ponerlas a salvo a las dos.

Déjala vivir, Dios cruel.

Déjala vivir, muerte estúpida y egoísta.

Pero ninguno escuchó y Jungkook se escondió entre los brazos de Taehyung, sus ojos cerrados con fuerza mientras las lágrimas caían como nunca. A su lado, el cuerpo tendido de Akane, con sus ojos de cervatillo abiertos y mirando hacia las copas de los árboles, dejaba escapar la sangre por aquellas horrorosas heridas.

Jungkook recordó al temeroso Minho que se ahogó con su sangre, reducido a un simple trozo de carne. Ahora ella, tan poco tiempo después, moría frente a él reducida a nada más que una propiedad. ¿Cómo Jungkook podía mantenerse firma con algo como eso? Eran niños, habían merecido todo el amor del mundo, que alguien los cuidara, los alimentara y los salvara.

Jungkook debió salvarlos.

.- Está sufriendo, Kookie – susurró Taehyung contra su piel mientras él se consumía en el llanto – Debemos hacer que deje de sentir dolor.

.- No, no...

Jungkook no podía hacer eso. Jungkook tenía que ir a buscar a su hermana, traerla a su lado y protegerlas. Tenía que conseguir lo que su hermano mayor no pudo hace años, tenía que cumplir con su palabra y darle pan a la hermanita de Akane, esconderlas a ambas y darles la posibilidad que él no tuvo. Él tenía que...

.- Jungkook, hay que hacerlo.

Taehyung sintió su voz quebrarse, él mismo luchando con el torbellino en su interior. Sabía que ella estaba viva, todavía había algo de aliento entre sus labios y algo de brillo en sus ojos enormes, pero no había posibilidad de salvarla y lo único que estaban haciendo era extender el sufrimiento al que otros la habían sometido. Lo que seguramente le hicieron, la manera en cómo abrieron su piel y la dejaron ahí para morir, recordándole que no era nadie a los ojos y manos de los extranjeros... ellos tan sólo estaban perpetuando aquello.

.- Lo haré yo, ¿de acuerdo, Kookie? – le susurró, soltándolo lentamente.

Pero el menor negó, aún envuelto en lágrimas: .- Yo l-le d-dije que la s-salvaría...

.- Se salió de nuestras manos.

Jungkook negó, reconociendo que sí él no hubiese estado embelesado con Taehyung nada habría pasado. Él hubiese estado atento desde el principio a su alrededor y aun cuando hubiesen sido sorprendidos, él hubiese pensado con calma y habría tomado mejores decisiones. Habría ido a buscarla de inmediato en vez de esperar, confiado en que ella estaba a salvo.

Había sido toda su culpa.

Culpa de sus estúpidos sentimientos y necesidades.

Era igual que Jimin.

.- L-lo haré... - susurró mientras se enderezaba, arrodillado ante ella – L-lo siento.

Taehyung guardó silencio, haciendo la promesa muda de que recogería sus pasos e iría en búsqueda de su hermana, así fuese sólo para traerla a darle la misma sepultura que la niña frente a ellos. ¿Cómo podía alguien acostumbrarse a tanto horror? ¿Cómo podían los seres humanos acostumbrarse a arrebatar vidas sin consideración, incluso al punto de jugar con sus muertes?

Se miró las manos, él también había matado. Lo había hecho justificándose, creyendo que, hacia lo correcto, que la venganza estaba bien y que eso lo llevaría a Jungkook. Que esos hombres eran monstruos que merecían ser castigados. Sin embargo, seguía siendo un asesinato, había arrebatado esas vidas sin pensarlo. Porque pensarlo lo asustaba.

¿No era acaso igual a aquellos monstruos? ¿Qué lo hacía diferente?

Jungkook empuñó el arma, era la primera vez que disparaba, colocando el cañón justo en su frente y cerrando los ojos mientras las lágrimas continúan corriendo por sus mejillas, se permitió aturdirse por el estruendo del disparo. Tardó unos segundos en recuperar la respiración, los brazos de Taehyung apresándolo contra el pecho del mayor en un abrazo que, aunque no deseaba, le dio algo de paz. Sólo entonces se permitió abrir los ojos con miedo a ver los vacíos ojos de cervatillo de la niña que debió proteger incluso con su vida.

Ella había cerrado los ojos y lo único en lo que Jungkook pudo fijarse fue en su sangre. 

Holi, holi.

¿Cómo están?¿Les gustó el capítulo? ¿Me odian, me quieren? No fue un capítulo tan malo, ¿o sí? (Quitando lo cruel y lo obviamente largo que fue... pero yo les había avisado).

No tengo mucho qué decir por el momento, más de que quiero leer qué les pareció el capítulo y qué creen que pasará de aquí en adelante. Porque, déjenme advertirles: entramos en la parte de drama de la historia... si, el verdadero drama (y será largo, sólo aviso). 

A partir de éste capítulo, entraremos de lleno a hablar de la ocupación, la guerra de guerrillas y la resistencia coreana en el exilio. Estoy tratando de enfocar todos los hechos históricos de una forma que no sean aburridos o abrumadores, además de que la historia de nuestros protagonistas no pierda sentido. Nos acercamos al punto central de la historia: el 1 de Marzo de 1919 y pronto sabrán por qué. (Además de que, recuerden que por allá en los primeros capítulos mencionamos que Jungkook desaparece ese día).

A estas alturas les invito a que, si ustedes son fans de los dramas coreanos, vean "Bridal Mask" y "Mr. Sunshine"; son dos dramas ambientados en la época de la ocupación y retratan muy bien el antes y el después de lo que sucede en esta historia. Oh, y también está "Capital Scandal", pero centra en la clase alta de la sociedad coreana durante la ocupación.

No siendo más, les dejó el siguiente meme (me hizo reír y me sentí identificada como autora) y no, no quiere decir que la historia ya se vaya a terminar porque no, todavía le falta; es sólo que es posible que algo así pase. Digo...

.

.

Creo que no hay mucho más qué decir por el momento, además claro de que quiero leer sus comentarios sobre qué pasará... hay cosas muy importantes regadas en el capítulo que espero noten. Cuéntenme sí lo hicieron o no. 

Nos leemos pronto. Bye. 


PD1. Hago una mención a quienes no dejaron pasar la fecha del 1 de marzo de este año, se celebraron 100 años del movimiento de liberación. Manifiestense aquí si quieren dedicatoria (ah, tengo algunas atrasadas, lo sé. Me pondré al día.).

PD2. El próximo capítulo se llamara "Camino de semillas". ¿De qué creen que irá? :3

PD3. Díganme en serio si les gustó o no, para poder mejorar. Últimamente ando algo deprimida y siento que no escribo nada bien.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top