24.5.- Sin retorno.
Dedicado a: Golden_Nochu04 y Maggie_vk
Min Yoongi no desistía, no se rendía.
Esa fue la principal razón por la que se negó a dar marcha atrás cuando las noticias del ataque al campamento de la resistencia llegaron hasta ellos; se resistió a la mirada penetrante de Taehyung mientras su mejor amigo daba media vuelta y se perdía entre los caminos del bosque, dispuesto a hacer lo que tuviese que hacer para ayudar. No retrocedió con los demás y no dejó de aguardar ni un solo segundo a la espera de Jungkook o Jimin.
Sabía que Taehyung se había marchado con el corazón en la mano, esperando que no fuese nunca demasiado tarde para regresar a Jungkook, pero Yoongi no podía vivir de esa forma. Yoongi no podía aplazar algo que ya era demasiado doloroso. Su mejor amigo podía tener la confianza de que volvería a Jungkook, de que sus brazos lo alcanzarían en algún lugar del enredado camino del tiempo y entonces todo habría valido la pena.
Pero Yoongi no tenía eso.
No tenía más que la absoluta certeza de necesitar verlo, de necesitar tomarlo entre sus brazos y ofrecerle algo distinto, algo que sabía que al final no podía darle, pero que valía la pena intentarlo. Valía cada lágrima, cada gota de sangre y sudor que pudiese derramar. Si, Min Yoongi no se rendía, no cuando había llegado hasta ahí por Park Jimin.
Habían sido poco más de dos años de investigación, de buscar pistas en falso y de llenarse de ilusiones que terminaban por esfumarse en el aire cuando más cerca parecían llegar. Habían sido dos años de lágrimas, de esperas interminables y de preguntas, de preguntas dolorosas y sangrantes que habían rasguñados sus corazones con cada segundo que les era arrebatado al lado de Jungkook y Jimin.
Taehyung nunca había desistido, nunca había dado ni la más mínima muestra de cansancio desde el momento en que recuperó la memoria y fue por él, por su persistencia y determinación en hallar otro punto de entrada, que Yoongi aprendió a no rendirse. Aprendió a aferrarse a la idea de regresar y ofrecerle algo mejor, siquiera un poco, a Jimin. Un futuro distinto a la vida solitaria, al confinamiento en una tierra que tanto dolor le había causado y a una muerte ajena a la coreana.
Encontrar una nueva puerta no fue fácil, requirió de mucho más que sólo cruzar los dedos y esperar. Probaron cientos de veces, cientos de horas, cientos de lugares distintos. ¿Alguien podía siquiera pedirles que no lo hicieran? ¿Qué no intentaran? Yoongi ni siquiera podría encontrar una respuesta adecuada para decir en voz alta sobre por qué nunca desistieron. ¿Era culpa, era esperanza? ¿Se trataba de amor?
Lo único que supo al final del camino, es que no iba a irse de ese lugar sin Park Jimin.
No después de remover cielo y tierra para volver a él.
Se acuclilló entonces tras la entrada al sendero, su mano sobre el arma amarrada a su cintura mientras sus perspicaces ojos iban de un lado al otro, fijándose con todo el detalle que le fuese posible en los soldados japoneses que se movían en su campo de visión: riendo, dándose palmadas en la espalda como aliento para lo que harían, cargando las armas, escondiendo cuchillos entre sus ropas.
Yoongi deseó, por un instante, acabar con todos ellos.
Podía hacerse una idea de lo que buscaban hacer con la resistencia, podía imaginar la sangre corriendo por la tierra montaña abajo, sangre de gente inocente que sólo huía del trágico destino que ya tenían asegurado sólo por nacer en una tierra ocupada. Su gente, su tierra; es lo que pensó irremediablemente, recordando lo que alguna vez le dijo Jungkook, la seguridad en su voz mientras lo decía.
Si, eran su gente y su tierra, pero Yoongi no podía abandonar a Jimin ahora.
.- ¿Dónde estás? ¿Dónde? – susurró para sí mismo mientras se movía con cuidado, su cuerpo ocultándose de la vista mientras sus ojos buscaban por cada ventana disponible algún rastro de Jungkook o Jimin, pero no hay más que el marrón opaco del uniforme del ejercito y el brillo apagado de las armas - ¿Dónde? Ven... ven...
Se aferró entonces a la idea de que algo tuvo que sucederles para que no se presentasen a la hora acordada, Yoongi había escrito la nota y dado las indicaciones para que fuese entregada a Jimin, no podía ser posible que algo fallara. Incluso con el ataque sorpresa al campamento, no podía aceptar que no aparecerían. Jungkook no desobedecía, Jimin tampoco.
Entonces, ¿dónde estaban?
.- Deberías de irte, si te ven... van a matarte.
La voz le sobresaltó, consiguiendo que se girase de golpe con el arma desenfundada y en alto, temblando en su mano porque nunca había empuñado nada con seriedad. Sin embargo, no tardó en dejarla caer a un costado debido a la sorpresa que paralizó su cuerpo por completo mientras sentía sus ojos cristalizarse por la imagen ante él, por el rostro que tanto había ansiado volver a ver y que, al fin, estaba frente a él.
Jimin no sonrió para él, como había pensando que haría, pero para Yoongi no bastaba más que tener el privilegio de detallar su rostro delgado, su piel pálida y enfermiza, las cicatrices que surcaban su piel por entre la ropa y sus ojos, sus siempre expresivos y vibrantes ojos. Los mismo que le dedicaban una mirada insegura, llena de sentimientos que el mayor no lograba comprender.
.- Jiminnie...
.- Vete – volvió a hablar el menor, con un tono frío y distante que se le hizo ajeno a lo que recordaba del menor, a la calidez con la que siempre le recibió – Van a matarte.
.- Vine por ti, te enviamos un mensaje, nosotros...
Jimin negó con la cabeza, desviando la mirada hacia el jardín tras ellos, donde los soldados seguían moviéndose completamente ajenos a su conversación. Sus ojos vagaron por los hombres y las armas, una tormenta parecía vivir dentro de él mientras retrocedía un paso, el kimono delgado ensuciándose de tierra con facilidad.
.- He dicho que van a matarte.
Fue entonces el turno de Yoong para negar con la cabeza: .- No me importa, vine por ustedes y no me iré sin pelear.
.- Jungkook ya se ha ido – respondió en voz baja, sus manos entrelazándose entre ellas a su espalda mientras da otro paso atrás – Así que es turno de que tú te vayas, sempai.
Es la primera vez que le llama de esa forma y Yoongi no pudo evitar estremecerse, no por la palabra y lo que representa, sino por el tono en que lo ha dicho, por la forma en como sus ojos han vuelto ha fijarse en él, ahora convertidos en dos pozos sin fondo y sin sentimientos visibles mientras retrocede otro paso, algo que Yoongi no soportará más.
.- Entonces no me iré sin ti – insistió, dando dos pasos hacia su cuerpo, dispuesto a sostenerle entre sus brazos y llevarlo consigo – Así me maten en el intento.
.- ¿Y sí soy yo quien va a matarte?
No hubo rastro de duda en su voz y es Yoongi quien termina por detenerse, observándolo con gesto confuso mientras Jimin desvía de nuevo la mirada hacia el jardín, observando como los soldados desaparecen poco a poco y la vida común de la casa de la Madame continúa. Su abdomen arde por la herida que apenas y vendó antes de salir en búsqueda de Yoongi y Taehyung, cruzando ilusamente los dedos por no encontrarlos.
Por no tener que traicionar a nadie más, mucho menos a Yoongi.
.- ¿Q-qué has dicho? Jiminnie, no...
.- He dicho que te vayas – repitió con seguridad, enderezándose en su lugar mientras desenfunda del cinturón de su kimono una de las dogas que robó a Jungkook – Y que sino lo haces, te mataré.
.- No hablas en serio...
.- Pruébame – es todo lo que le dice mientras blande la daga en el aire, casi como si se tratase de un espectáculo para maravillar al mayor con sus ágiles técnicas – Ya he matado a muchos, ¿qué sería uno más en la lista?
.- No eres como ellos – refutó de inmediato, sus manos tiemblan tanto que le resulta imposible sostener el revólver en su mano, incluso aunque tenga que defenderse. Pero Yoongi jamás podría alzarla contra Jimin, nunca podría dispararle a él – Tú ayudas a tu pueblo, no eres un japones, no lo eres.
.- ¿No lo soy? – es incredulidad lo que surge en su voz mientras detiene la daga en una caída vertical, lo suficientemente cerca de Yoongi como para que sintiese el como se corta el aire por la afilada hoja – Creo que lo soy, sempai. Creo que soy como ellos, que escupo sobre la sangre de mi gente y sólo pienso en sobrevivir a cualquier costa.
.- Ven conmigo, ven conmigo – susurró entonces, porque no soporta lo que ve y escucha, porque ese no es Jimin y se niega a aceptar que es aquel hombre anciano que conoció, que es ese el momento en que termina dándole la espalda a su patria – Te salvaré, Taehyung y yo lo haremos. Te salvaremos a ti y Kookie.
Jimin negó suavemente con la cabeza, dedicándole una sonrisa: .- Nadie puede salvarme ya.
.- Yo puedo, confía en mí... confía en mí – imploró, arriesgándose a acercarse un paso más, tan sólo uno más – Te lo juro, sólo ven conmigo.
El silencio se instaló entre ellos por un breve momento, dejando que el sonido calmo del bosque les envolviese lentamente mientras Yoongi se animaba a dar un paso más, sólo uno más en su dirección. Confiaba en que Jimin no lo heriría, que aquel joven frente a él era el Jimin que había ido buscando, que había llegado a tiempo para salvarlo, para brindarle algo mejor. Min Yoongi no se rendía, no desistía.
No lo haría ahora ni nunca, menos con Park Jimin.
.- Ven conmigo...
.- No lo haré – es la respuesta que le da, sus dedos volviendo a jugar con la daga mientras da un paso hacia adelante, dejando que sus cuerpos se acerquen como nunca lo han estado, sus alientos entremezclándose mientras la presencia del otro es intimidante – Vete o te mataré.
.- No me iré, te lo dije – no dudó en responder, pero tampoco hay duda en el rostro de Jimin cuando alza la daga y la ubica en su cuello de un solo movimiento, fluido como un paso de baile – Ven conmigo, te lo suplico.
.- Vive, Min Yoongi – susurró Jimin ante su súplica, su voz brotando como un susurro triste mientras la daga se presiona contra su piel, rasgando lo suficiente como para que un hilillo de sangre resbale por ella – A partir de ahora, estoy muerto para ti.
No hay tiempo para nada cuando Jimin le patea a la altura de las rodillas, doblegándole en el suelo con extrema facilidad antes de darle un golpe en la cabeza con su rodilla, la tela pálida del kimono confundiéndose con el follaje del bosque como una nebulosa. No hay tiempo ni conciencia de nada para cuando cae al suelo, cubierto de hojas secas que se revuelven por el viento que se levanta cuando Park Jimin se da la vuelta y le deja ahí.
Hola,
Ha pasado mucho tiempo, así que espero estén bien.
Vaya, no tengo excusa para lo mucho que he tardado con esta historia, así que seré sincera: No saben lo mucho que me cuesta escribirla, no sé sí es por el tema o porque implica muchos detalles con los que debo ser cuidadosa, el asunto es que me cuesta muchisímo escribirla. A veces abro el documento y me quedó mucho tiempo esperando a empezar. ¿Esperando qué? No lo sé, iluminación, tal vez.
El caso, me animé a publicar esta parte porque sentí que sino lo hacía, nunca podría volver a Intermedios y realmente quiero volver. Amo esta historia, estoy orgullosa de ella y todavía tengo muchas cosas que contar; así que no quiero rendirme con ella. Por eso decidí actualizar.
Sé que es una parte corta, que deja cosas al aire, que no hay Taekook (aunque recuerden que el Yoonmin es igual de protagonista aquí); lo cierto es que está parte iba a ir en el próximo capítulo, pero como ya explique, sentí que debía publicarla como un nuevo inicio para mí. Así que... aquí está.
Cuénteme qué les pareció, por favor. Realmente sus comentarios son muy importantes.
Gracias, en todo caso, por la espera y la paciencia. Por el apoyo y el amor.
Espero no abandonen esta historia, yo no lo haré.
Nos leemos pronto, que está semana me pongo a trabajar en el capítulo.
Posdata: Los invito a unirse al grupo de whatsapp que creé, el link lo encuentran en mi perfil. :3
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