15.- Tokaro, el sabio.


Jimin había muerto.

Se había ido en silencio mientras dormía y Yoongi, quien había viajado hasta ahí sólo para poder verlo una vez más, para tener la seguridad que todavía seguía en algún lugar del mundo... acaba de perderlo una vez más, sin haber podido decir nada ni preguntar nada. Sin haber podido, si quiera, sostener su mano en silencio mientras el latido de sus corazones se sincronizaba.

Lo había perdido y esta vez, de una forma irremediable y absoluta.

Porque podía pelear contra el destino, contra el tiempo, pero no contra la muerte.

.- Todo estará bien, hyung. Tal vez no lo parezca y sí, sí, yo no entiendo nada de lo que te unía a él... pero estará bien – le susurró Hoseok mientras ambos se detenían frente al cuarto que la administración de la casa de reposo había dispuesto para esperar noticias sobre la entrega del cuerpo y su posterior velatorio – Así que, por favor, conserva la calma.

Conservar la calma, decía. Pero, ¿cómo podía hacer eso?

Jimin había muerto.

Y aceptar aquello era algo que no podía hacer aún. Se sentía abrumado, casi lejano a todo.

Así que Yoongi miro el amplio salón sin saber cómo actuar, los enormes arreglos florales que flanqueaban la entrada le intimidaron mientras Hoseok, tan sólo a unos pasos tras de él, apoyaba su mano en su espalda, buscando servir de conforte alguno para él y, al mismo tiempo, obligarlo a entrar al recinto. Yoongi suspiró y, aunque no pudo decirlo en voz alta, le agradeció que intentara sostenerlo antes de que se viniese abajo.

Porque iba a venirse abajo en cualquier momento.

Su cuerpo había funcionado en automático durante las últimas horas, desde que el grito aterrado de Aya les despertó a los tres en la pequeña habitación que habían dispuesto para su estadía, Yoongi en la litera de abajo, Hoseok en la de arriba y Taehyung en una cama sólo para él; todos abrieron los ojos, a la espera. Los pasos y voces les desconcertaron por largos minutos en que permanecieron sobre sus camas, sin saber qué ocurría.

35 minutos después del grito, Aya entró envuelta en llanto a su habitación.

No tuvo que decirlo, porque Yoongi ya lo sabía.

Lo sabía porque no habría otra razón por la que la chica estuviera ahí y menos con el rostro antes amable, enajenado en lágrimas. Aya, quien la tarde anterior les ubicó en esa habitación, quien les acompañó en el almuerzo y la cena, su rostro sonrojándose cada vez que Hoseok se giraba para sonreír solo para ella; en ese momento apenas y fue capaz de sostenerse contra la moqueta de la puerta.

No dijo nada, sólo lloró.

Taehyung fue quien, entonces, se puso de pie y sin cambiarse de ropa ni decir ni una sola palabra, salió tras la chica. Fue quien, para sorpresa de Hoseok y él, se encaramó a la ambulancia en compañía de la directora de la institución, una mujer japonesa de cabellos ya canosos y mirada severa, que agradeció la compañía del joven que sostenía la mano fría de Jimin entre las suyas. Un intento de retenerlo ahí cuando ya se había ido.

Él, en cambio, permaneció largos minutos acostado en la misma posición, incluso cuando Hoseok se levantó para ayudar a mantener la calma entre los otros residentes, ancianos que entendía mejor que nadie lo que era la muerte y el miedo a ella. Mientras todo eso sucedía, él permaneció ahí, tratando de negarse que aquello estaba pasando.

Porque no podía ser cierto que luego de meses de sufrimiento, de búsquedas y de haber llegado hasta allí... que luego de todo eso, Jimin le dejará tan solo horas después de verlo.

<<Te agradezco este regalo, Yoongi. Pensé que no podría verte antes de morir>>.

Jimin le había dedicado esas palabras la noche anterior mientras permanecían uno al lado del otro, el cuerpo del anciano mucho más delgado y encorvado que el suyo. Y a Yoongi no podía importarle menos que entre ellos hubiese tantas décadas de separación porque estaba seguro que aquella mirada, era la misma que había visto en casa de la Madame, cuando sonrió y sus ojos se hicieron dos líneas chicas pero adorables.

Un anciano con el alma de un joven.

.- Pasen por aquí – Aya les invitó a entrar, su cuerpo esbelto envuelto en un kimono negro que a Yoongi le provocó arcadas, los recuerdos que tenía de los kimonos no eran agradables, no cuando pensaba que a Jimin y Jungkook los obligaban a vestir así – La directora y su amigo ya vienen para acá.

Si no fuese por Hoseok, que volvió a presionarlo desde su espalda, Yoongi podría haberse quedado para siempre ahí de pie, sin enterarse nunca de lo que había al otro lado: un espacio grande y con más de la mitad del suelo forrado en tatamis blancos. Flores adornaban las paredes y el altar de tres bloques de color dorado y con techos ostentosos frente a ellos, ahí donde ya habían colocado una foto de Jimin a blanco y negro. Lo que le dio ganas de vomitar.

No era el Jimin anciano, pero tampoco era el Jimin de 17 años que Yoongi había conocido.

Tenía el cabello cubriendo su frente y una enorme sonrisa en su rostro, sus ojos volviéndose esas dos finas líneas que se le hacían tan adorables porque se enmarcaban por sus mejillas sonrosadas. Además de eso, vestía un uniforme sin color y tenía en sus manos lo que parecía una pala.

Era un Jimin feliz, uno que él no había conocido nunca.

.- La foto la encontramos entre sus cosas – fue lo que dijo la chica cuando notó como todo su cuerpo se tensaba y era incapaz de quitar la vista de ella – Tokaro – san, nos contó que es de la época en que se reconstruía a Hiroshima. Fue uno de los primeros voluntarios de la misión humanitaria.

.- Se ve realmente feliz – acató Hoseok, analizando la foto.

Aya sacudió su cabeza, sonriendo tenuemente: .- Lo era, o por lo menos eso creo. Siempre dijo que había nacido para ayudar a los demás, pero que nunca había podido. Hasta ese día.

Yoongi quiso reírse en su cara tras escucharla, porque podía entender bastante bien el por qué Jimin mantuvo en secreto lo que había hecho cuando tenía sólo 17 años: ¿qué habrían hecho de él en Japón si supiesen que perteneció a la Resistencia Pro Liberación de Corea? ¿qué castigo habría recibido si se hubiesen enterado de que mató japoneses después de acostarse con ellos?

Lo triste de todo, se daba cuenta en ese instante, era que Jimin había luchado por la liberación de Corea, pero había pasado sus últimos días lejos de ella.

.- Con la directora finiquitaremos los detalles del funeral.

.- Él era un hombre coreano – la interrumpió con toda la calma que pudo reunir, sin despegar su mirada de la fotografía – Merece un funeral coreano, en nuestra tradición y en nuestra lengua.

Jimin merecía, a toda costa, terminar su existencia física con las tradiciones de su gente, de su tierra. No con las de extranjeros que siempre le habían hecho daño; porque, aunque Yoongi no conocía nada de la vida de Jimin entre sus 17 y ese momento, podía tener toda la certeza que nunca había olvidado a Corea... ni a él.

Merecía ser llorado como un coreano y no como un japonés.

La chica suspiró con cansancio mientras pensaba cómo rebatir: .- Yoongi – kun, entiendo lo que me dice, pero el señor Tokaro nunca especifico que haríamos con su cuerpo tras morir y dado que no estamos en Corea...

.- Él habría querido regresar, lo sé.

.- Eso está bien – siguió ella, luciendo abatida – Pero no puedo hacer nada, el funeral se hará aquí y bajo la tradición japonesa, la directora es muy estricta con ello; el sacerdote ya se encuentra en camino y hemos dispuesto las campanas y el incienso.

Todo aquello se le hizo extraño, ajeno a él. Corea lloraba tres días a sus muertos y por 100 días más les guardaban el duelo, les ofrecía sus respetos con reverencias, con silencios y no con cantos. Cuidaban de su cuerpo con excesivo recelo y dejaban que partiera, quedando tras ellos sólo su nombre y su foto, pequeños recordatorios de su vida junto a ellos.

No había ritos budistas, ni incienso y campanas...

.- Él era coreano – dijo con simpleza en su lengua, sabiendo que ella lo había entendido.

Ella sacudió la cabeza, buscando apoyo en Hoseok, pero éste sólo miraba a un costado, así que al final se exasperó: .- Pero vivía aquí, en Japón. Y si estaba aquí es porque no somos tan malos como...

.- ¡Pues entonces me lo llevo a Corea! ¡Haré un funeral coreano en Seúl! Porque él era un coreano y merece ser enterrado en donde nació – le atajó de golpe, ahora más molesto que cualquier cosa, la ira bullendo de él – Vivía aquí y ¿qué? Seguía siendo coreano, esa era su sangre, era su lengua y era su tierra. ¡No permitiré que incluso muerto se la quiten!

La chica retrocedió, visiblemente afectada por los gritos entre japonés y coreano: .- Yo no...

Fue entonces que Hoseok intervino, tomando por el codo a Yoongi y adelantándose él, mirándola con disculpa: .- Es una solución sencilla y ustedes se libran del asunto de tener que organizar el funeral de un viejo que nadie conocía en este país.

.- No lo entiendes, de verdad... no depende de nosotros – susurró la chica, tratando de decirle con la mirada a Hoseok que no mentía – Hay trámites administrativos, dinero de por medio. Él sí era conocido, Hoseok – kun, fue un activista gran parte de su vida.

Yoongi se revolvió el cabello, molesto: .- ¿Y qué? Toda su vida se la pasó peleando por Corea, es por eso que...

.- No luchaba por Corea – le interrumpió, ahora ella lucía más desconcertada que asustada de él, como si Yoongi ahora fuera un niño que no sabía nada – Tokaro – san era un activista pro japonés, todas las campañas que hizo fueron para defender la imagen de Japón.

Ambos se quedaron en silencio, tratando de entender qué era lo que ella les estaba diciendo. Pero Aya parecía tan trasparente y sincera que Yoongi quiso tomar su cuello entre sus brazos y ahorcarla, obligarla a que le dijera la verdad y se retractara de toda la mierda que acaba de soltar. ¿Jimin como activista a favor de Japón?

Aquello era un chiste que se contaba solo.

.-Aya – chan, creo que no te entendí – habló al fin Hoseok, sonriendo nervioso – Pero entendemos que Ji... Tokaro – san fue parte de la resistencia cuando la ocupación, así que dudo que fuera pro japonés.

Ella se alzó de hombros: .- No sé nada sobre su vida antes de Hiroshima. Sólo sé con seguridad, que Tokaro – san era tan japonés como yo.

Su risa histérica no se hizo de esperar mientras caía al suelo, enterrando su rostro entre sus rodillas mientras buscaba tomar aire y calmarse. Porque aquello era una broma de mal gusto que ni siquiera podía considerar en creer. Lo había visto: su determinación, sus heridas. Había visto a Jungkook y había escuchado la seguridad de sus palabras aquella noche, como hablaba de su país, de lo qué podía hacer por su gente.

Jungkook se había metido entre ese soldado y esa anciana; la abuela de Jimin.

¿Cómo podía...? No, no lo entendía. No lo creía.

<<Lo qué pasó con Jungkook fue mi culpa, pero nunca podría decirle eso a Taehyung, ¿verdad? ¿Cómo decirle que por cobardía lo traicioné? Yoongi, soy ahora un viejo, pero por favor, no me mires con rechazo. Él era mi hermano y yo lo traicioné.>>.

Las palabras de la noche anterior, la breve conversación sobre el pasado. Jimin había dicho que se refería a no ir a esa misión con él, que más que una traición literal, era algo que había sentido el resto de sus días por haberlo dejado solo mientras él permanecía en casa de la Madame. Una misión más para Jungkook, había pesando Jimin, pero fue la última. 

Jungkook, Jungkook, Jungkook, Jungkook, Jungkook... él había desaparecido, dado por muerto mientras Jimin vivía haciendo todo lo que Jungkook había querido destruir. Mientras Jimin hablaba y comía con japoneses, reconstruía sus casas y dormía entre ellos. Luchaba por ellos.

No, no...

.- Suga, Suga – Hoseok trató de levantarlo, preocupado por cómo su cuerpo se había tensado mientras comenzaba a sollozar. Al fin se estaba desmoronando – Hey, hyung... por favor.

.- Sumimasen – hablaba ella de fondo – De verdad, lo siento mucho...

Sólo quería gritar para que se callaran y dejaran a su cabeza trabajar, unir las piezas para entender qué era todo eso que pasaba, cuál era la verdad tras esas palabras. Todavía creía en Jimin, en su oxidado coreano y en sus ojos volviéndose dos finas líneas que se le hacían adorables. Creí en él, el de 17 y el anciano. Porque sin eso, no tenía nada a lo que aferrarse.

.- Yoongi hyung...

La tercera voz fue la que consiguió que alzara la vista, sólo para observar el rostro inexpresivo de Taehyung. Las manos de su mejor amigo le tomaron por los hombros, obligándolo a ponerse recto, pero no a levantarse, sus ojos brillaban de una forma extraña, como si acunasen la imagen del Yoongi desvalido sobre el suelo. Roto.

.- Dice que fue un japonés, que vivió de esa forma – atinó a decir, con la voz ronca.

Taehyung bajó la mirada por unos segundos antes de volver a cruzarla con las suya. El brillo ahora era de resolución, pero también de rabia, una rabia pura y salvaje.

.- Entonces volveremos a encargarnos que eso no suceda – le susurró, sus dedos largos enterrándose ligeramente de su cuerpo por sobre la tela – Éste Jimin no es el nuestro... es Tokaro para ellos y lo fue para sí mismo, busquemos al nuestro y dejemos que a este lo lloren como lo que fue.

Yoongi negó, sin poder articular una verdadera frase en su cabeza: .- P-pero...

Taehyung terminó por cerrar el espacio entre ellos, tomándolo contra su cuerpo como Yoongi lo había hecho la tarde anterior mientras los sedantes hacían efecto y los recuerdos lo empujaban a la desesperación. Lo tomó como sólo él podía hacerlo, porque era su mejor amigo y sus corazones era muy parecidos.

.- Nuestro Jimin está todavía en otro lugar, todavía espera por nosotros – le susurró sobre su oreja, sus cabellos enredándose – Tokaro vivió como un tigre que nunca se rindió pero Jimin, nuestro Jimin tiene tanta sabiduría que llega al cielo... así que iremos por él.

Yoongi asintió, aferrándose a él y a la promesa implícita en esa frase, ya no le importaba lo imposible que fuese, quería creer que era posible y que lo harían.

Volverían.

Por Jimin y por Jungkook. 


Fin. 




De la primera parte. ;) 


Vale, enojense conmigo por la broma pero es enserio. Este es el final de la primera parte de la historia y es también la penúltima actualización del año, porque la primera la pueden encontrar a continuación y es la entrada a lo que viene; ya que empezamos nuevo año. :P 

A partir de aquí, notarán que hay un quiebre importante en la historia y espero que les guste... ;) 

Pero antes quiero explicarles algo; hay un juego de palabras entre los títulos de este capítulo y el de "Jimin, el tigre", esto se debe a que es un intercambio de significados de ambos nombres. Mientras Tokaro significa Tigre, el nombre de Jimin significa que su sabiduría llegará hasta el cielo. 

Ahora sí, cuéntenme qué les pareció el capítulo. 

¿Pensaron que Jimin moriría? ¿Por qué creen que Taehyung está actuando tan calmadamente? ¿A qué se refiere con que "no es su Jimin"? Jejeje, les pregunto todo esto porque me encantan sus teorías, de verdad. En todo caso, por favor cuéntenme qué opinan, es muy valioso para mí. 

Por otro lado, prepárense para lo que viene. :3 

Les amo, mucho. 



Posdata no. 1

Agregué una pequeña introducción de la primera parte tras el prologo. :D

Posdata no. 2. 

Les invito a leer una historia de dos partes que publiqué hace dos días, es de carácter semi histórico y de drama, para que estén avisados. Se llama "Barquitos de papel" y está terminada. Les agradecería un montó que la lean y me cuenten qué les pareció. 

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