IV
Capitulo cuatro
1848.
Rymer había sobrevivido toda su vida sirviendo en pequeños trabajos que la vida le disponía como disculpa por tantos años en aquel lugar que lo había dañado internamente. Servía para cuidarle los cultivos a algún viejo hombre que necesite de sus servicios por la edad,asi mismo, fingía no notar que Jungkook le dejaba algunos florines en la mesa de la casa.
Eventualmente el dinero comenzaría a agotarse,el hambre y las necesidades algo que tendría que satisfacer puesto que no podía pasar muchos días ignorando que no las tenía. Necesitando dinero para abastecerse decidió buscar algún trabajo que le aportase los ingresos necesarios para vivir,rebuscando hasta debajo de la piedra más pequeña de Durham,no tuvo exito.
La desolación, preocupación y desanimo se apoderó de su anatomía,tanto,que ni el pelinegro de ojos como los de un ciervo podía devolverle la mínima vida a sus orbes gatunos. Se volvió a sentir perdido,un náufrago en medio del mar esperando ser devorado por la bestia marina más grande que exista para tener el final. Volvió a sentirse inválido,sin ningún valor real.
A unos cuantos pies de su hogar,un río salado,ancho y cristalino se extendía por el sendero de verdes prados. Su cuerpo se siente sumergió en el agua,siendo abrazado por el vasto lugar y perdiendose en las blancas manchas de algodón que adornaban el cielo sobre él.
Se pregunto si algún día sería considerado genuinamente bueno para algo,se preguntó si su existencia era realmente valida para algo en ese mundo,si su nombre sería solo un fugaz recuerdo que se borraría con el pasar de los años. Se preguntó tantas cosas y, aún asi ,no encontró repuesta para ninguna.
En las noches que se refugiaba en las paredes de su casa,las melodías chocaban contra las paredes para rebotar y volver a chocar contra su pecho. Un anhelo por ese piano marrón se quedaría impregnado en su piel y alma para toda la eternidad sin arrepentimiento. Fué ese piano el que lo volvió a la vida,aquel instrumento que lo salvo de acabar con su existencia, fué ese piano marrón el que le brindo las ayudas necesarias en el momento donde Yoongi estaba al borde del acantilado.
The Wing's Bar era una cantina de buena clase que se instaló en Durham hace unos tres años y contando, comenzó siendo desapercibido e invisible para la población puesto que eran los comienzos. Pero,el tiempo hace el dinero,la fama no tardo en llegar al lugar siendo este uno de los más exitosos en los próximos tiempos.
El pianista conoció este bar por la única vez que accedió a salir con un amigo que no veía hace tiempo. Alguien que conoció en su aparición por Durham,siendo un joven desolado sin hogar ni familia, marchito por dentro pero desprendiendo sabiduría con su paso. Yeonjun Rossetti,un masculino de su casi misma edad que le había ofrecido hospedaje por los primeros años de su nueva vida, alguien que vivía solo y odiaba la soledad supo valorar muy bien la presente pero ausente existencia de Yoongi.
—Conozco un buen lugar para distraer tu mente.—Había dicho, poniéndose su abrigo instando a Yoongi a hacer lo mismo.
—Ya está demasiado oscuro fuera.—protestó,de brazos cruzados sobre su camisa blanca de algodón—. Además, hace frío y podrían robarnos.
—Si abordas cada situación como asunto de vida o muerte,moriras muchas veces,Yoongi.
—Mi alma está muerta hace años,Yeonjun.—atacó,sus finos labios relamidos—. Mi cuerpo es lo único vivo en esta tierra.
—Vaya,un poco de color y alcohol no te vendría mal.—aconsejó,sus largos dedos envueltos en el sobradillo de las mangas de su camisa para acomodarlo—Ve a ponerte un abrigo,Yoongi.
—Alcoholizarme no me hará tener una buena vida.—jadeo.
—Pero te hará salirte de lo cruel y martiria que es la vida por una noche.
La mirada ladina que Yeonjun le puso al pianista termino por convencerlo,a regañadientes,de tomar su abrigo y seguirlo en el oscuro y frío camino hasta el centro de Durham.
El frío se volvía un insistente intruso de meterse bajo las prendas y acariciar su tez blanca como la nieve genuina del invierno. El vaho se escapaba de sus labios al hablar,compartiendo diálogos diversos y Yoongi desviándose del universo real para perderse en el mar de emociones y pensamientos masoquistas que era su mente con el pasar de los pasos. Yeonjun siendo el encargado de desconectar ese cable dañino del pianista.
Las calles de Durham se veían envueltas en la neblina que provocaba el invierno,la oscuridad que generaba la noche y la leve iluminación de la Luna y las escasas luces de las mismas calles empezaban a apagarse.
Para cuándo doblaron en una de las esquinas de su trayectoria,su destino estaba frente a sus ojos. The Wing's Bar rezaba el letrero sobre la puerta de la cantina. Eventualmente,los dedos de Yoongi comenzaron a removerse incómodos y frotarse entre si,escondidos en los bolsillos de su abrigo. El deseo de volver junto a su piano en el refugio que eran las paredes de su hogar, allí dónde nadie sabía su historia más que él y dónde aquel piano marrón lo cuidaba de la aterradora oscuridad.
—Si quieres irte solo dimelo y lo haremos.—indicó el más alto,una sonrisa de labios cerrados y ladina de regalo.
—Quiero irme.
La risa casi inaudible murio en la garganta del mayor.
—Me refiero a una vez que estemos dentro del lugar,Yoongi.—volvió a decir,abriendo la puerta a su paso y dejándolos entrar a ambos
—¿Podemos irnos?—repitió.
—Escucha Yoongi,te traje aquí porque consideré que podría gustarte y creo que cerraría una minuscula duda y preocupacion que ronda en tu cabeza.—explicó el pelinegro—. Solo dale una oportunidad de ser escuchado.
—¿Escuchado?
—Ya veras.—dijo,tras una sonrisa de satisfacción.
Dentro de la cantina,las mesas se veían ocupadas por hombres que disfrutaban de de la bebida reposada en la madera. Yoongi pudo divisar algunos cuerpos femeninos dando vueltas por el lugar, más la mayoria de anatomías eran masculinas.
Siguiendo a Yeonjun,esquivando a la gente que iba y venía con vasos llenos de licor en mano,se adueñaron de dos lugares libre en la barra de madera oscura que separaba al cantinero de los clientes.
—Ah,Yeonjun Rossetti—exclamó,un hombre más grande que los dos amigos en conjunto,una barba considerablemente creciente en su barbilla,las mangas de su camisa arremangadas hasta los codos—,cuanto tiempo sin verte.
—Me alegra volver a verte,George.
—¿A quién traes contigo?—interrogó mirando al pianista con una peculiar mirada que Yoongi no pudo descifrar.
—Un viejo y querido amigo mío.—Combinado a una seña,Yeonjun se acerca al oído del cantinero y entre susurros que el pianista no sabe escuchar,se decanta a solo apreciar la expresión de comprensión que nace en el rostro del cantinero.
Los iris del rubio se dedican a observar su entorno,dejando que Yeonjun intercambie palabras con su amigo. Disfrutando de la decoración del bar,los cuadros llaman su atención y aunque la luz es tenue puede percibir que sería una obra digna de apreciar con una iluminación más decente.
Las manos en sus bolsillos se sienten más livianas y relajadas,puede observar a todos los clientes sumidos en sus vasos de licor,disfrutando de la compañia de las bellas mujeres a su lado. Algunos solo siendo, aparentemente, pensativos y sumergidos en la soledad del alcohol que,a veces,puede considerarse el único amigo que tiene el humano para ahogarse en el sentimiento.
—Aqui tiene.—escuchó decir a George pero no pudo voltearse al verse tan inmerso en un hombre al fondo de la cantina.
Un hombre cuyo cuerpo yacía recostado sobre la mesa,su diestra todavía reposando en el vaso donde,quizás y le quedaba,un poco de alcohol. Una figura tan peculiar que Yoongi se tomo el tiempo de examinar más alla de lo simple.
Una imagen que representaba cuan solo podía llegar a estar el ser humano,una representacion vivida de cuan dolorosa puede ser la soledad pese a que,en algunas ocasiones,tambien juega a ser nuestra amiga. Y Yoongi creía saber perfectamente el significado de la soledad,el estar y sentirse solo,hasta que vió a ese extraño tan destruido como un castillo de arena arrasado por la marea.
De repente,el pianista se vió reflejado en ese cuerpo moribundo por el alcohol,emanando un olor que molestaba a los externos,generando pena,molestia y hasta asco en sus facciones. Su pecho tuvo un retumbeo que casi lo deja sordo,la bilis le empezo a molestar en la boca del estómago siendo que no había comido mucho ese día. La incomodidad de ponerse en ese cuerpo un segundo se adueño de él, haciéndolo sentir miedo y angustia.
Vió a su pelinegro acompañante dirigir su vista al pequeño escenario desarrollado al frente de las pocas mesas en el centro del lugar. Sus ojos su sintieron picar,las emociones bailandole locamente en el estómago y pecho porque allí se encontraba un piano tan bello y admirable como los pocos que había visto,pero no tan único como el suyo.
De repente,por un costado de aquella tarima se deja ver una dama tan delicada como la porcelana más cara de ese tiempo. Su cabello oscuro como esa misma noche le abraza por hombros,su piel blanca como la leche y sus ojos tímidos como los de una niña pequeña.
—Ah,Hannah...—El suspiro de su amigo y el camarero son sordos para Rymer.
—Damas y caballeros,me complace y entristece informarles que este será mi ultima presentación junto al piano.—La voz de aquella chica se sintió tan presente para Yoongi,a pesar de lo murmullos que algunos hacían sin respeto alguno por esa bella artista.
Y verla sentarse en ese banco tan desgastado y acariciar las teclas del instrumento antes de por fin comenzar a tocar,se siente tan familiar para él,tanto que esta vez su corazón revolotea con una sensación de calor instalándose allí. Sigue todos sus movimientos,uno por uno,su delicadeza al tocar,las melodías que transmiten las emociones correctas.
La canción tomando rumbos inesperados,haciendo que toda la sangre que corre por sus venas se sienta caliente y acelerada. El calor en su cuerpo lo sofoca,las mejillas se le tiñen de carmesí y sus manos se vuelven suaves como la lana por la calidez.
Yoongi Rymer podría ser una persona tan reservada como también antisocial, preferiría mil veces estar solo en la compañía de sus cosas y propia presencia antes que con otro ser humano. Pero,esa noche, comprendió dos cosas,la primera; qué sabía que se cruzaría con Hannah en algún momento de su vida fuera de ese bar y la segunda; es que nunca había conocido a alguien que comprenda tanto el amor por el piano como él.
Por eso, cuándo el sonido de las maravillosas teclas se detiene y los temerosos pero seguros,orbes de Hannah se conectan linealmente con los gatunos del rubio, comprende el mensaje. Su pulso comienza a acelerarse de ansiedad,lleno de miedo porque cuándo voltea su rostro para enfrentar con preguntas a Yeonjun el mismo solo se queda observándolo con una sonrisa perspicaz tan cautivadora como la joya más preciosa.
—¿Comprendes ahora por qué te traje aquí,Yoongi?
1850.
La suave brisa que acariciaba la mejilla del Duque era calida esa mañana,no hacía tanto frio siendo invierto todavía. Jimin se deleitaba caminando por aquel jardin que su madre tanto añoraba, sintiéndose protegido por el gran campo de flores perfectamente podadas y organizadas.
Las gardenias desprendiendo su aroma característico cuándo se acerca a olerlas,la suavidad en la yema de sus dedos al acariciar los petalos de los lirios y la preciosa sensación de estar rodeado de las plantas más bellas que ha visto. El cielo nublado lo abraza desde arriba y sentado en el banquillo que reposa dentro de las murallas hechas de flores,lee su libro favorito.
Repasa páginas,leyendo cada palabra y perdiendose en cada parrafo,sus orbes se sumergen en esa historia de amor trágico que ha leído más de diez veces y nunca se niega a leerla una onceava.
Sus pulmones se llenan de aire limpio cuándo inhala profundamente, sintiéndose purificado con algo tan simple. Su mirada se desvía desde el conjunto de hojas y letras hasta la figura femenina acercándose frente a él.
—Las gardenias son mis flores favoritas.—Jane se sienta a su lado,apreciando su jardín como la octava maravilla del mundo presente solo en ese lugar en todo el mundo.
—Había encontrado un libro sobre el idioma de las flores en la biblioteca —comentó el menor,una sonrisa nostalgia adornando sus labios con tristeza—, pero ahora no sé dónde podría estar.
—Quizá,si lo buscás,puedas recordar el significado de las gardenias—propuso la Reina,una sonrisa de labios cerrados.—Incluso el de los lirios.
Un silencio acogedor se cierne sobre esa pequeña parte de la familia real. El viento fresco que se había empezado a levantar del sur se volvía invisible ante el aura invisible que se generaba como un campo alrededor de aquellas dos figuras. Jane siempre considero que Jimin era todo lo que su corazón tenía y por lo único que iba a luchar toda su vida.
Verlo crecer hace que su músculo cardíaco se contraiga y en su torrente sanguíneo la sangre se mezcle con la tristeza,sintiendo como su pequeño pollito abandona a su madre para convertirse en un futuro grande y amarillo como el Sol. Sus orbes se contagian de saladas gotas de agua,delatoras de las emociones maternales que toda mujer experimentaría.
Queriendo sentirse egoísta por un rato,deseando retener a su hijo contra su pecho un tiempo más. Su tez lechosa se sintió tiritar al verlo desde la ventana tan concentrado leyendo las páginas del libro que ella le había regalado para uno de sus cumpleaños,lo había visto tan emergido en la biblioteca los últimos días que decidió obsequiarle algo que atinara a un buen gusto.
—Recuerdo cuándo leiste ese libro por primera vez y viniste corriendo a mostrarme todos los significados de las flores que habías descubierto.
—Sucedió hace mucho,madre.—reprochó,las mejillas suaves teñidas de rosado—. Era muy pequeño para comprender que solo era un libro.
—¡Jimin Edrick Kingdom!—exclamó—. ¿Como te atreves a minimizar la existencia de los libros?
—Lo siento, madre.
—Por supuesto que lo sientes.—asintió—. Los libros son la mejor puerta de escape de la realidad a un universo único y aventurero que conocerás en toda tu vida,aprecia los libros Jimin porque,en el futuro,muy pocos lo harán con gran pasión y auténtico amor.
Con razón,el Duque asiente compartiendo pensamiento. Porque el pelinegro de ojos cafés como el grano mismo,ama los libros en su máximo esplendor. La primera vez que se adentró a la biblioteca de su hogar fué un camino sin retorno,enamorado de la literatura cada día,de los diferentes libros con historias distintas,similares pero únicas en si mismas fué un hábito que desearía no abandonar jamás.
Y su madre tiene razón,en el futuro,las personas no valoraran nunca al completo los libros,su mágica y encanto. Asi como tampoco valorarían los grandes y auténticos instrumentos,esos dos ambitos jamás en la vida serán valorados tan correcta y verdaderamente como quién es en verdad un amante de ellos.
Nadie podrá amar nunca el piano como lo hace un pianista y nunca jamás alguien podrá amar las letras como un verdadero escritor.
—Su majestad.—La voz de Namjoon rompe inesperadamente la burbuja—. Lamento molestarles,pero el señor Taehyung espera por su alteza en la entrada.
La curva en los labios de la Reina fué tan genuina como pocas veces en su vida,siendo asi únicamente cuando se trataba solo de su propia familia.
—Vé,dile a Taehyung que tiene que quedarse a tomar el té más seguido.
—Con permiso, madre.
—Con permiso,su majestad.
Hijo y mayordomo realizando una reverencia ante su majestad la Reina,se retiran a las puertas de entrada. Jimin por delante,siendo seguido en silencio por Namjoon que solo respiraba,esperando un permiso para hablar en caso de ser necesario.
El cesped acariciaba el cuero de sus zapatos,las nubes comenzaban a moverse para indicar el pronto atardecer y quizás con él,la lluvía nocturna. El Duque también era amante secreto de la lluvia,mucho más de noche,recuerda sentarse frente a la ventana donde está su escritorio con diversos papeles escritos en versos estructurados.
Las gotas empañando los vidrios y haciendo resonar el techo,la sensación tan única encerrado en su cuarto creando un nuevo mundo en su mente y en el papel. La lluvia siendo su musa de cada noche,perfecta,compañera y relajante.
—Puedes retirarte,Namjoon.—comunicó—. Te llamaré si necesito algo, gracias.
—Como desee,su alteza.
Una inclinación de despedida y girando en el pasillo de la izquierda se conecta con la sala principal y,de frente,a su primo y mejor amigo de toda la vida admirando un cuadro con el mayor aburrimiento que solo Taehyung Linton podía expresar con únicamente verle los ojos.
—Considero que tu interés puede llegar a se mayor con cualquier otra cosa que al mirar un retrato de tu primo querido.—bromeó.
—Si me pones uno de tus poemas enfrente,puedo leerlo trescientas veces e inventar uno que contradiga todo lo que digas en el tuyo,antes que ver un cuadro tuyo por cinco minutos.
—Eres un exagerado.—bramó—. No fueron cinco minutos.
Riendo en conjuntos y, posteriormente entregándose a un abrazo,se acomodan en el comedor. El diálogo fluye como el agua,siendo característico de ellos que nunca sea difícil entablar algun tema de conversación. Taehyung le comunica que su madre ha ido a visitar a una amiga y,como se aburría en casa, decidió hacerle una visita.
—Sabes, tengo amigos que han comentado que han visitado un bar últimamente y es digno de ir.
—No me gusta mucho los ambientes con mucha gente.
—Digno de ir no por el alcohol,ni por la gente,sino por las presentaciones que hacen allí.—insistió,entusiasmo delatandolo en su tonada.
—¿Presentaciones?
Jimin llamaba presentación a aquellas bandas orquestales que se presentaban en reuniones importantes a las que estaba obligado a ir. Esos escenarios donde,por presión social de todo el mundo,estaba obligado a tomar alguna doncella y bailar con ella.
También por eso no le generaba mucha seguridad lo que el azabache estaba diciendo. Presentación era una palabra muy formal y real para ser combinada con otra tal como bar. Y si ambas palabras estaban ubicadas en la misma oración,para Jimin, tenía otro tipo de sentido que no le estaba haciendo sentir como de imaginar.
—Artistas.—aclaró.
—Mhm,no me es fácil imaginar a un artista o músico presentarse en un bar, siendo que los bares son un tanto diferentes a una reunión donde generalmente son las presentaciones de ese tipo de gente.
—Jimin,no estás comprendiendo lo que estoy explicandote.
El tono de voz del azabache genero un revuelo en el estómago del pelinegro,sintiendo una molestía por la conclusión que hizo anteriormente. El Duque tendría que comenzar a considerar que es mejor callar ante la ignorancia de algo, antes que hablar sin conocimiento y quedar peor con palabras incoherentes hacía un tercero.
El silencio es respuesta suficiente para la continuación de Taehyung. El frío se cuela por sus espaldas causandoles un escalofrío indeseado,lo cuál hace que Jimin se pare para hechar más leña al fuego en la chimenea mientras escucha detalladamente a su familiar.
—¿No me has dicho que tu sueño de pequeño era aprender a tocar el piano?
Congelado en su lugar,una emoción le sacude el pecho. Las palmas de su diestra comienzan a sentirse liquidas y duda que sea por el calor que le causa el fuego. Jimin siempre fué seducido por los encantos del piano,su deseo es llegar a amarlo tanto como un pianista lo hace dia a día con el toque de cada tecla.
—¿Taehyung?
—En The Wing's Bar hay un pianista que ninguna otra persona a escuchado tocar con tanto amor y dolor a la vez.—informó—. He ido a escucharlo una vez y me ha partido el alma,por eso,quiero que tu mismo,como amante frustrado del piano,lo escuches.
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