Epílogo. Intereses
Gun se despertó con un cosquilleo en la nariz. No abrió los ojos, sabía que su gato acostumbrara dormirse sobre la almohada y frotar su cola contra su cara. Pero algo era diferente esa mañana y sabía lo que era, sabía que el calor que podía sentir en el otro lado de la cama era algo que no había experimentado antes. Lo hacía sentir extraño, vulnerable de una manera que nunca había experimentado.
Había sido un niño indefenso una vez, hace muchos años y sintió la vulnerabilidad de no ser fuerte para defenderse, de tener que recibir golpes de quienes se suponía que debían cuidarlo, la vulnerabilidad de solo tener a Ohm para acurrucarse en un rincón por las noches, hasta que fueron lo suficientemente mayores para escapar del orfanato y sobrevivir por su cuenta.
Esa época también había sido mala y la fragilidad de estar a la intemperie remplazó la de ser un niño indefenso al maltrato, pero habían sido esas debilidades las que habían hecho nacer su fortaleza, su coraje y el propósito de ser mejor de lo que parecía estar destinado para él. Tomó la fragilidad de ser un niño y la usó a su favor, utilizó de cualquier manera posible lo que tenía a la mano, que era más que nada una audacia nacida de la necesidad y se hizo su propio camino ayudado de la única persona que estuvo desde siempre con él. Dejó de ser débil y se convirtió en un hombre al que respetar o al que temer y Gun prefería el temor que el respeto. La gente se olvida de los valores, pero el miedo los mantiene a raya. Gun aprendió a dejar el miedo atrás.
Pero donde estaba ahora, no era miedo lo que sentía, tampoco era la fragilidad de un niño que no tiene manera de protegerse a sí mismo. No era sentirse abandonado al camino para valerse por sí mismo. Era la vulnerabilidad que venía con un sentimiento que se le había negado desde que nació y que aprendió, que no valía la pena mendigar por ese sentimiento o siquiera dárselo a alguien que no lo merecía. Pero ahí estaba él, despertando una mañana en su cama, sabiendo que por primera vez en la vida había pasado la noche con alguien, alguien que había llegado a mover su mundo por completo y que pasara lo que pasara marcaría una diferencia enorme en su futuro.
Ese alguien, el hombre, que llegó a su casino como cualquier otro en cualquier momento, pidiendo lo que todos le piden a un mafioso y lo que Gun fácilmente les concedía a cambio de un beneficio. El hombre tímido y sumiso que pidió un préstamo y enloqueció cuando le dijo que tenía que hacer algo a cambio. El hombre que fácilmente se había sometido a Gun como un pequeño gatito necesitado de caricias.
Gun abrió por fin los ojos y se quedó viendo al techo, mientras dejaba que la cola peluda de Minmini siguiera frotando su cara, mientras seguía analizando eso que sentía. Extendió el brazo y tocó el costado de la cama que seguía tibio, pero se encontraba vacío. Sonrió. Gun se había vuelto un completo idiota por un hombre que le había hecho la vida un completo desastre. El hombre heterosexual que lo folló con su vida, que lo sacó de su zona de confort, que lo hizo sentir lo que nunca había sentido y luego desapareció e hizo que Gun lo buscara hasta debajo de las piedras, el que puso dentro de él esa pequeña cosita que ahora se movía como un pez dentro de una pecera.
Dios. Gun nunca había querido tener hijos. Sabía lo que era y lo que era capaz de hacer su cuerpo, pero eso no hacía que quisiera traer niños al mundo que solo significarían una distracción para alguien como él. Y ahora se encontraba ahí, boca arriba en su cama sintiendo como la pequeña vida crecía dentro de él y solo podía imaginar si se parecería a él, o al hombre que acababa de abandonar la cama, si sería un él o un ella. Gun sabía que pondría a todo el maldito distrito boca abajo en el fango para que sirviera de alfombra para los pequeños pies de su hijo o hija ¿Qué tan patético lo hacía ver eso?
Honestamente no le importaba una mierda.
No le importaba una jodida mierda la forma en que había cambiado su vida. Tenía una familia, la que no había tenido cuando era niño y pensó que nunca había necesitado, pero que ahora no se veía sin ella. Desde la dulce señora que podía oír al fondo en la cocina, el hombre con el que había pasado la noche y el bebé que llevaba en el vientre.
Demonios. Ohm había sido el único en su vida, como un hermano, hasta que conoció a Zee y se unió a ellos y ahora había más personas a su alrededor; y nunca se lo diría a nadie ni para salvar su vida, pero hasta Fluke se había añadido bien a la locura que ahora era el entorno de Gun. El conejo insolente que había doblegado a su mejor amigo, así como lo habían doblegado a él. Así como Off lo había atrapado a él.
Off con su sonrisa, su timidez, su sumisión que solo acariciaba mucho más el ego de Gun. Off con esa manera suya de ser y con sus labios, sus manos, su cuerpo. Off que después de todo lo que habían pasado no lo recordaba. Aunque no fuera la culpa de Off, ni la de Gun, pero que de todos modos seguía sin ser su Off, no totalmente. Todo por el cabrón de Jeff y lo malditamente desquiciado que estaba.
Gun solo podía esperar a que un día sucediera un milagro y si no, pues tratar de intentarlo todo desde el principio. La noche anterior ya habían hecho eso y fue fantástico. Gun no mentiría sobre que disfrutó cada segundo de estar entre los brazos de Off. Sintiéndolo, recorriéndolo, probándolo. Era una cosa buena que el cuerpo de Off tuviera memoria propia y le diera a Gun todo lo que había deseado y extrañado por meses.
El calor entre las sábanas se estaba desvaneciendo, así que Gun decidió que era hora de levantarse y ver a donde se había ido Off.
Se sentó, estirando los pies por el borde de la cama. Off debió vestirlos a ambos de nuevo en algún momento de la noche porque no recordaba haberlo hecho él mismo. Se estiró un poco y recorrió la mirada por la habitación. Entonces lo vio, sentado en la silla en la esquina del dormitorio, con la mirada fija en algo entre sus manos. Gun estrechó la mirada, el destello dorado era inconfundible. Off sostenía el arma de Gun y acariciaba sus dedos sobre los números tallados en oro sobre el cañón.
—¿Gatito?
Off no levantó la mirada, como si no hubiera escuchado a Gun llamándolo. Así que lo intentó de nuevo:
—Off ¿Qué haces?
Off levantó la mirada entonces.
—Cuando Fluke insistió en que deberíamos probar suerte con la lotería, tenía la certeza de que la suerte no era algo que pudiera ir en la misma oración junto con mi nombre. Incluso cuando hizo que yo eligiera los números, pensé que era solo una pérdida de tiempo. Entonces, lo único en lo que pude pensar fue en estos números y que los había visto cada vez que estaba aquí contigo y nunca me atreví a preguntar su significado. No quería ganar la lotería. No porque creyera que tendría tanta suerte, sino porque eso significaría que tendría que pagarte y se acabaría el trato y no te vería más. —Gun se quedó ahí, quieto como una escultura, escuchando a Off hablarle sobre un acontecimiento pasado con tal naturalidad que era confuso—. Me asustaba ese pensamiento. La idea de que quería pasar mis noches de sábado o incluso las noches de toda la semana con un hombre y no precisamente charlando, sino follando. Pero me asustaba más pensar que si algún poder cósmico hacía que ganara ese sorteo, esas noches de sábado se acabarían. Nunca tuve una maldita suerte en nada y cuando la tuve, lo detesté. No quería pagarte, pero no por aferrarme al dinero, sino a ti ¿entiendes?
Santo infierno. Off se estaba confesando. El Off que apenas anoche no recordaba ni la vez que se conocieron.
—Gatito ¿Puedes recordar todo eso?
—Sí. Recuerdo todo. —Dijo Off— No me preguntes cómo, solo sé que desperté está mañana, respiré el aroma a flores en las sábanas y todo vino a mi como una avalancha.
Gun extendió la mano hacia Off y Off fue hasta él obedientemente, como Gun sabía que lo haría.
—Dime qué más recuerdas.
—Que mi madre pateó mi trasero del hospital aquella noche para que fuera a buscarte y decirte cómo me sentía. Que sentí que me iba a morir sin haberte dicho lo hermoso que eres cuando Jeff me secuestró y que debí decirte que me estaba enamorando de ti como un tonto.
—Pero lo dijiste. Se lo escupiste a él en la cara y eso fue lo más caliente que he visto y oído gatito.
—Bueno. Me alegra eso. Pero ¿ahora qué?
¿A qué se refería Off con eso?
—¿Sobre qué? —Preguntó Gun con el ceño fruncido— Si me dices que vas a irte a tu casa y ver qué procede a partir de ahora, olvídate de esa mierda, Off. Eres mío. Lo has sido desde que concertamos el acuerdo. Me importa un carajo si podías pagarme o no, he decidido embargarte de todos modos. Además, tienes que hacerte responsable de esto —dijo Gun, tocando su vientre.
La sonrisa de Off era enorme y brillante.
—Okey. Tú eres el jefe.
—Lo soy.
—Entonces...
—Fóllame.
»Off lanzó a Gun de vuelta a la cama y le arrancó la ropa. Besó sus labios y todo su cuerpo, deteniéndose por mucho tiempo en su vientre y acariciando ahí suavemente, antes de bajar más y meterse entre sus piernas.
La boca de Gun se abrió en un grito ahogado y luego gimió, retorciéndose sobre la lengua de Off que lamía su agujero en largas pasadas de atrás hacia adelante, haciéndole delirar sintiendo la polla dura hasta casi doler de necesidad, de placer. Gun no era un virgen o inexperto, pero desde la primera vez que Off lo tocó y lamió así supo que sería un adicto. La lengua de Off era experta entrando y saliendo del culo de Gun en rápidas embestidas y succiones demasiado deliciosas como para aguantar. Gun quería correrse muy mal y muy fuerte, pero más que la boca de Off en su trasero, quería su polla, grande, dura y caliente, llenándolo hasta el fondo, hasta que no hubiera un espacio entre ellos y era como si Off supiera lo que quería, lo que necesitaba.
Off se irguió de nuevo sobre Gun, acariciando sus muslos y caderas. Primero con suavidad y luego apretando la carne de Gun bajo sus dedos, justo como a Gun le gustaba. Amasando la piel lisa y sedosa bajo sus palmas calientes y luego subiendo por sus costados hasta sus pezones sensibles y en punta, pellizcando cada uno y haciendo a Gun gemir más fuerte.
—Dime lo que quieres, bebé.
—Quiero que me folles. Ya te lo dije.
—Sí, pero dime cómo lo quieres y te lo daré.
Gun no lo pensó. Siempre había estado a cargo. Siempre se hacía a su modo. Incluso la noche anterior había incitado a Off que lo tomara de la manera en que lo quería, pero esta vez quería saber lo que se sentía dejarle el control a él, que Off hiciera lo que quisiera. Sabía que sería igual de bueno, pero con el factor sorpresa de no saber lo que venía a continuación.
—Hazlo de la manera que prefieras —le dijo a Off.
—¿Seguro?
Gun asintió. Quería dejar que Off dominara por él. Dejarse hacer.
Off se recostó a su lado e hizo que Gun se recostara sobre su costado, quedando frente a frente. La pierna de Gun fue puesta alrededor de la cintura de Off y la polla larga y gruesa de Off se acomodó pesada y caliente entre los muslos de Gun y la polla de Gun quedó atrapada entre sus cuerpos. Off besó sus mejillas, sus parpados, su nariz y luego sus labios, suave y lentamente, sin prisa, al mismo tortuoso compás en que inclinaba las caderas hacia adelante y hacia atrás, burlándose del orificio húmedo y palpitante de Gun. Las grandes manos de Off se aferraron a las redondas nalgas de Gun y lo movió al mismo ritmo que él lo hacía, creando la deliciosa fricción que volvía a Gun loco y necesitado de más.
—Off —gimió Gun entre los labios de Off todavía devorándolo.
—¿Alguna vez te han hecho el amor, bebé?
Gun agitó la cabeza, negando, sin poder hacer salir las palabras. Estaba abrumado por la forma tan suave, pero placentera en que Off lo estaba tocando, besando, adorando. Era una nueva sensación de placer, sin prisas, pero con la misma pasión.
—Voy a hacerte el amor ahora ¿Lo quieres?
Gun volvió a mover la cabeza, en aprobación a las palabras de Off y Off volvió a tomar sus labios en un beso abrasador, demandante, pero dulce a la vez. Un beso que Gun no había dado ni recibido antes, pero que le gustó y le hizo hormiguear la piel de placer.
Off elevó un poco más la pierna de Gun, deslizando despacio la punta de su polla por el borde del agujero tierno de Gun, haciéndole sentir la plenitud de ser estirado lentamente cuando enganchó la cabeza de su polla en el apretado anillo y se deslizo a casa, donde Gun sentía que Off pertenecía. Dentro de él. Empujando despacio, como una dulce tortura para el sensible cuerpo de Gun que temblaba en sacudidas casi imperceptibles, pero enloquecedoras, que no se detuvieron hasta que Off estuvo tan dentro de Gun como le era posible y eso era muy, muy profundo, en su núcleo, presionándose contra su punto dulce y haciendo que Gun jadeara como si le faltara el aire.
Una vez que Gun sintió que Off no podía ir más profundo, levantó la vista y conectó sus ojos con los oscuros de Off. Diciéndose sin palabras todo lo que sentían.
—¿Estás bien? —Preguntó entonces Off— ¿No es incómodo? —agregó, acariciando el vientre de Gun presionado suavemente contra el abdomen de Off.
—Estoy bien —Murmuró Gun sin aliento y se recostó contra el pecho de Off, inhalando el aroma masculino y embriagador que desprendía naturalmente su piel, dejando un beso ahí, sobre su corazón.
Off empezó con movimientos lentos y medidos, probando la comodidad de Gun en esa posición y luego tomando un ritmo constante y certero. No era lento, pero tampoco era rápido y desesperado, solo movimientos acompasados y profundos, certeros dentro de Gun que no podía dejar de gemir sobre el pecho de Off y aferrarse a su espalda con las uñas cavando la piel.
Follar era siempre intenso, un desfogue a la pasión y la lujuria, al deseo del cuerpo por liberarse y recibir placer. Hacer el amor, era conectar, sentir la piel, el calor, los latidos y Gun podía sentir todo eso de Off. Incluso su aliento era una brisa cálida sobre su sien.
Hacer el amor era positivamente abrumador y en niveles demasiado altos, satisfactorio. Gun quería que Off le hiciera el amor por siempre. Ese momento se sentía como si durara por siempre, pero como si no fuera suficientemente prolongado. Gun estaba a punto de llegar a un poderoso orgasmo y no estaba recibiendo las fuertes embestidas, ni apretones, ni mordidas que siempre le han gustado, estaba a punto de explotar de éxtasis por sentir la polla de Off rozando su próstata tan malditamente despacio y certero y estirándolo hasta el borde mientras le acaricia el cuerpo con cariño y le susurra al oído que lo quiere, que lo ama, para después besarle la cara con labios suaves y húmedos.
Gun se vino con un gemido amortiguado sobre el pecho de Off, apretándose alrededor de la polla que lo llenaba y sintiendo solo un segundo después el calor de la corrida de Off dentro de él y sus brazos acercándolo tanto como lo permitía el bebé en su vientre sin lastimarlo.
Sin salir del hueco entre los brazos de Off, Gun escucho su voz profunda, retumbando en su pecho mientras hablaba
—¿Cómo te sientes?
Gun levantó el rostro hasta Off y recibió el beso que le daba.
—Perfecto.
—¿Y?
—No vas a salir de esta cama en mucho tiempo si vas a seguir haciéndome el amor así.
Off acarició la mejilla sonrosada de Gun y apartó los coloridos mechones húmedos de sudor de su frente.
—Estoy de acuerdo, pero debes alimentarte, asearte, ir a las citas con el médico y dirigir a toda una organización criminal. Además, dijiste algo como que ya no importa si pago mi deuda o no.
Off se rio de la cara de Gun cuando levantó una ceja en desafío.
—Dije que ya no más deuda. Pero todavía me debes mis intereses.
Off se inclinó y besó otra vez los labios de Gun.
—Okey. Entonces estaré feliz de pagar esos intereses.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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