2. Te gustará tanto como a mi
—Bueno. Yo... necesito dinero y pues....
A Gun se le hizo interesante la timidez del hombre sentado en su despacho.
Cuando estaba por entrar, luego de que su subordinado le informara que había alguien esperándolo, —otro tonto más que necesitaba dinero prestado— se quedó un momento de pie en la puerta, observando.
El hombre frente a su escritorio se veía nervioso, sus ojos inspeccionaban todo el lugar y Gun notó que se quedó viendo especialmente las flores. Nadie nunca se fijaba en las flores cuando entraban a su oficina. Después el hombre reparó en el resto de la decoración y Gun dejó caer su mirada en su rostro.
Era tan pálido que parecía no conocer la luz del sol, pero en su palidez, su tez se veía atractiva. El rostro afilado, nariz pequeña como un botón y un destello en la punta, como si usará iluminador. Labios finos y pequeños, ojos marrones y rasgados y cabello negro carbón, contrario al suyo —rubio con iluminaciones de colores—. Se veía como un gatito asustado y Gun adora los gatos. Se preguntaba si, al sonreír se vería también como un minino, con dientes pequeños y encías rosaditas.
Podría averiguarlo. Y si le gustaba lo que veía, más de lo que ya lo hacía, obviamente consideraría convertirlo en su mascota. Su propio gato para jugar y hacerle compañía al pequeño felino que ya tenía en casa. Un gato calicó llamado Minimini.
El hombre no estaba nada mal y debajo de todo el nerviosismo que le salía por los poros al pobre, Gun que tenía un ojo crítico y casi nunca se equivocaba, veía a un chico sumiso. Una conclusión un tanto engañosa pues, a simple vista tenía el porte de un hombre frío, con todo y la ansiedad que se dibujaba en su adorable rostro.
Perfecto
Después del par de minutos de apreciación, Gun se acercó al hombre y se paró en toda su gloria frente a él y se regodeó en el efecto que tuvo sobre este.
Sin disimulo, se le había quedado viendo de los pies a la cabeza y a Gun eso le ponía. Confiaba en su belleza y sabía que nadie se resistía a él. Esa era una de sus mejores armas en el mundo en el que trabajaba. Cuando consideró que el hombre ya lo había escrutado lo suficiente, habló:
—Bienvenido a mi humilde negocio. Soy Gun Atthaphan ¿En qué puedo ayudarte?
Era una mera formalidad, pues Gun sabía de sobra para qué lo buscaba la gente como el hombre frente a él.
Gun prestaba dinero casi a cualquiera que llegara a pedirlo, claro que no lo hacía por buena gente. Tenía que obtener algo a cambio y no precisamente los intereses.
Las personas llegaban tan desesperadas que aceptaban casi cualquier condición que incluyera el "financiamiento" que Gun les otorgaba. Desde servir como mulas para sus valiosas "encomiendas", hasta servir como distracciones o falsos testigos de su buena conducta como persona o empresario.
Todos pagaban sus préstamos y hacían algo por él y quienes no llegaban a pagar... pues, simplemente tampoco llegaban a conocer la vejez. Así de sencillo.
—Bueno. Yo... necesito dinero y pues....
—Calma gatito. No voy a morderte. No, si no quieres. —Gun puso su inocente sonrisa que no encajaba para nada con el comentario de doble sentido que acababa de lanzar.
Su eyesmile
—¿Qué?
—Qué empieces diciéndome tu nombre. No podemos hacer negocios si solo tú sabes mi nombre, pero yo no sé el tuyo... guapo.
—Off... me llamo Off Jumpol. —y sus mejillas se pusieron de un rosa tan adorable sobre toda esa blanca tez que lo caracterizaba.
Precioso, pensó Gun.
—Bien, Off Jumpol. Necesitas dinero y yo tengo dinero, pero necesito saber algunas cosas. Ya sabes, para conocer un poco a la persona con la que voy a entablar una relación de negocios.
—¡Ok!
—Entonces dime: ¿Cuánto necesitas? ¿Para qué lo necesitas? ¿En cuánto tiempo podrás pagarme? Y algo que no se nos puede pasar por alto ¿Quién te dijo que yo podría ser la solución a tus problemas?
Gun se sentó en su gran silla de cuero, detrás del escritorio de roble. Se deshizo del botón que mantenía cerrado su saco gris y dejo al descubierto una gran parte de su torso envuelto en la blanca seda de la camisa que se pegaba a él como una segunda piel. Cruzó la pierna izquierda sobre la derecha y la tela del pantalón de vestir se tensó sobre sus definidos muslos.
Off se quedó viendo de nuevo por un momento lo bastante largo, sin siquiera darse cuenta y luego se aclaró la garganta.
—Necesito cien mil dólares. Son para pagar las cuentas del hospital de mi madre. No estoy seguro de cuánto tiempo tardaría en pagar toda la deuda, teniendo en cuenta los intereses y... —tomó una respiración profunda—... y un amigo me dijo que su primo había conseguido el dinero para comprar su casa, aquí con usted, señor Atthaphan.
Gun se dio cuenta que Off estaba reacio a contestar todas sus preguntas, pero sabía que si quería conseguir el dinero debía contestar a cada una y disfrutó de la incomodidad del otro hombre y sus pequeños gestos nerviosos. Como el acariciar sus labios insistentemente con sus dedos.
Largos dedos que seguro estaba, se sentirían muy bien dentro de él.
Gun ya estaba imaginando como se cobraría los intereses o incluso la deuda entera, una vez cerraran el trato. Y si a eso le sumaba la ronca voz del hombre, seguro que sería un trato por demás beneficioso para ambos. Uno donde Gun se veía a sí mismo corriéndose con solo oír a Off susurrar en su oído y joderle el culo con esos enormes dedos para después follarse a sí mismo en su polla.
¿Sería tan larga como sus dedos y gruesa como su voz?
Tendría que averiguarlo.
—Entonces, debes estar enterado de que yo cobro intereses de una manera singular ¿Estás dispuesto a hacer lo que te pida? Eso incluso podría prorrogar tu tiempo de pago al que tú consideres adecuado. Tú ganas y yo también. Me parece un trato justo.
Gun no apartaba los ojos de Off. Desde el primer vistazo supo que lo quería para él y lo tendría, como todo lo que se le antojaba. No estaría mal jugar con el tipo, el tiempo que durara su trato y por la cantidad que estaba pidiendo, sería uno no tan corto.
Veía ahora no solo su rostro felino, sino su cuerpo. Era delgado, más que él, pero bien proporcionado. Piernas largas debajo de esos jeans negros ajustados, así como sus brazos terminados en esas manos que se moría porque lo tocaran. Seguro que pasar su lengua por el blanco cuello sería un manjar a su paladar y provocar que las venas de ese lugar resaltaran por la tensión de una dura follada sería todavía más erótico.
—¿Qué piensas Off Jumpol? ¿Aceptas? —culminó Gun.
—¿Qué clase de cobro sería ese? —Preguntó en un hilo de voz— por favor no me pida matar a ningún cristiano señor Atthaphan. No podría.
—Gun. Llámame Gun. Te aseguro que no soy siquiera mayor que tú. Las formalidades están fuera de lugar. Y no voy a pedirte que mates a nadie. Se nota que primero te mueres tú, antes de que lo hagas o lo intentes al menos. Lo que tengo en mente es algo más divertido y podría no ser considerado ni siquiera un pago. Es algo que te gustará tanto como a mí.
¡Oh! Que hermoso se ve el pequeño gatito con el ceño fruncido en confusión.
—No creo estar entendiendo. —dijo Off.
—Te explicaré. Tú sales de aquí con cien mil dólares para pagar el hospital de tu madre, puedes tomarte tu dulce tiempo para pagar y a cambio mis intereses serán cobrados con tu cuerpo por el tiempo que tardes es devolver mi dinero.
Tan sumiso, tan adorable... tan mío.
Para Gun era una forma perfecta d equilibrar la balanza. Y si el pequeño minino se negaba, encontraría la manera de persuadirlo.
—¡ESTAS LOCO! No voy a dejar que me folles, si eso es lo que me estás ofreciendo. No me gustan los hombres. Me gustan las mujeres. Me gusta dar, no recibir.
Gun vio como Off se ponía de pie de un salto, con la cara totalmente roja de indignación y los puños apretados, resaltando las venas de sus manos y antebrazos, la mandíbula tensa y la respiración agitada.
A Gun se le puso dura la polla en un segundo y se le hizo agua la boca de imaginar toda esa fuerza aplicada sobre él.
𝕰𝖛𝖎𝖎𝕭𝖑𝖚𝖊 ʚĭɞ
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