Chillido irritante.
Nathan Cooper
No sabía porque todavía me preocupaba por esa chica rara y loca, todavía sentía esa rabia que sentí cuando me dijo lo del imbécil ese, no sabía si me había equivocado y había golpeado a otra persona pero en ese momento no me importo y lo hice no sé porque pero sentí una necesidad de protegerla, de nunca dejarla sola, de apoyarla en todo, ¿será ella el motivo por el que cambie mi manera de vivir? ¿Será ella quien me haga avergonzarme de lo que he hecho?
Mi queridísimo don Juan se está enamorando—Cállate que no es así —Si lo es no lo niegues, estás dispuesto a cambiar por ella y lo se pues soy tu mismo—Eso es mentira ¿o no?
No pude dormir pensando en cómo estaría, como se sentía, quería saber cómo pasó la noche, si siguió llorando o si estaría todavía en cama.
A pesar de no haber podido dormir, me levante prepare mi desayuno y me di un baño rápido para comenzar con la rutina, salí de casa y comencé a caminar hacia mi primera clase, al llegar a la sección de medicina la vi, estaba allí parada en frente de unos casilleros con Marifer.
Se veía hermosa, irradiando felicidad con tan solo una sonrisa o cualquier gesto la hacía ver tierna, estaba hipnotizado por lo maravillosa que se veía esa mañana, estaba vestida con unos jeans negros y una blusa manga larga beige se ve asombrosa mente sensual con ese pantalón que resaltaba su figura su cabello rubio que caía en ondas a la altura de sus hombros y resaltaba su tez blanca pero algo cambio al fijarme en sus ojos en esos hermosos ojos verdes que mostraban tristeza en vez de alegría y que estaban perdidos en algún lado que no era ahí eso me partió el corazón no sé porque pero de alguna manera así fue.
Todo estaba bien hasta que escuche un chillido irritante que hizo que me doliera la cabeza, todo menos ella por favor, es que esto tenía que ser un castigo, ¿porque a mí?
Ay no viene la peliteñida—Ya, que me desconcentras quiero escapar—Ya es muy tarde querido ya está aquí.
—Nathan, amor ¿dónde estabas?–– me abrazo por detrás lanzándome corrientes de asco por mi cuerpo.
¿Eso existe?— No sé pero así lo creo.
—Suéltame Alicia, ¿cuándo por amor a Dios vas a entender que no quiero nada más contigo? Déjame en paz, entiéndelo yo solo te utilice nunca me interesaste y nunca me vas a interesar. ––Espete sin un ápice de arrepentimiento solo me la quería quitar de encima y ya, sí yo soy mujeriego pero tampoco me gusta tratar mal a las mujeres.
— ¡Esta bien!––Gritó–– Esta bien te voy a dejar pero no en paz, te vas a arrepentir de rechazarme, ¡te lo juro!–– volvió a gritar y se fue dando zancadas hacia la cafetería soltando cada mala palabra que se le ocurría.
Me voltee para así poder hablar con Esmeralda y preguntarle cómo se encontraba y ya no estaba se había ido, todo por culpa de Alicia siempre tiene que estar arruinando mi vida, pero bueno ya tendré tiempo de buscarla y ver como esta.
Esmeralda Greham
Después de aquella noche tan larga me había quedado dormida en el sofá de la sala después que Nathan se fue, no me había dado cuenta que hasta tenía una manta me pregunto cómo llego esa manta y recordé que no vivo sola.
Me levante y fui a mi cuarto para arreglarme, me introduje en el baño me metí bajo la regadera y allí pase unos largos y relajantes minutos sin pensar en lo que pudo haber pasado si no me hubiese defendido, ya volví a pensar en eso, quería dejar de pensar en aquello pero no podía, gracias a que me encontré a Nathan estoy bien quien sabe en donde hubiese parado o con quien más hubiese chocado no, no lo quería ni imaginar.
Pero es que todo estábamos ebrios muy ebrios para ser sincera, no es que quiera justificar lo que intentó hacer aquel chico pero no tenía control de su mente y a quien engaño si hubiese pasado a mas no estuviera pensando lo mismo.
Salí del baño empecé a buscar en mi armario lo que me pondría esa mañana, busqué de una manera desesperada sin saber que ponerme, ya luego de unos cuantos minutos pude encontrar algo, por eso extraño tanto a mi hermana porque para ella no era tan difícil en cambio a mí se me hacía difícil pensar que iba bien con que por eso me gane varias burlas en el colegio por escoger ropas feas y por no saber combinar.
A veces las personas son tan superficiales que, si no eres como ellos te juzgan de la peor manera, te humillan y maltratan. He pasado muchas noches preguntándome porque son así y llegue a la conclusión de que están tan vacíos por dentro que buscan remediar todo eso agrediendo y humillando a los demás.
Opte por unos jeans negros y una blusa holgada manga larga beige con unas zapatillas negras, me agarre el cabello en una cola alta y me coloque un poco de labial rojo.
Salí a la cocina para preparar el desayuno y para mi sorpresa ya estaba listo, Marifer había hecho tostadas con mermelada y café, al lado del plato había una nota.
*Buenos días Esme, no te acompaño hoy al desayuno porque tuve que salir temprano para hacer algunas cosas, nos vemos en el campus disfruta del desayuno.*
Desayune, busqué mi bolso y salí del departamento, iba por todo el campus maravillada por lo hermoso que es como se mezcla el azul del cielo con el verde del césped y el marrón de los troncos de los árboles, llegue a la sección de medicina y comencé a buscar mi casillero.
Es el 198 y dice mi nombre, pasé la vista por los que estaban a la derecha y vi que el último de ese lado es el de Nathan, ese chico que me ayudo, que me consoló y me abrazo cuando lo necesite y sin conocerme, por eso le quiero dar las gracias pero no lo he visto.
Escuche que alguien decía mi nombre voltee y es Marifer que viene corriendo y gritando hacia donde estoy.
—Hola Esme––dijo entrecortada—
Obvio venia corriendo tendría que estar cansada—Cállate
–– ¿Y cómo amaneciste?–– dijo ya calmada.
—Bien ¿y tú?–– ella no sabía nada, así que preferí mentir, no iba a venir a decirle y preocuparla por algo que ya paso, es mejor que no sepa.
—Mal con esta resaca y además madrugue no pude dormir nada–– solté una carcajada, yo estaba igual.
Ella comenzó a hablar y hablar de temas que no entendía pero me hacia la que escuchaba y entonces escuche un chillido aturdidor y fastidioso voltee, se trata de una chica peleando con, ¿Nathan? Si en efecto es él, entonces vi como su cabello rizado cae detrás de su oreja dejando ver mejor cada facción de su rostro, barbilla marcada, barba perfectamente cuidada, labios hermosamente rosados, cejas terriblemente pobladas y esos ojos verdes que te atrapan con tan solo verlos, vestía unos vaqueros desgastados con una camisa en cuello V turquesa que resalta sus tonificados brazos.
¿Qué me está pasando?
No será...
No será que...
No no no no, eso no puede ser, él es petulante, egocéntrico, mujeriego, machista él es todo lo que nunca me gustó y nunca me gustara, porque es que no entiendo cómo van tan tranquilos por la vida lastimando personas importándoles poco, pero con él es diferente, no sé porque me sentí también cuando me abrazo me sentía protegida, amada, segura pero nada cambia lo que ya ha hecho, alejarme será lo mejor porque no puedo volver a eso, no ahora que lo pude superar.
Marifer y yo nos fuimos a nuestras respectivas clases, ella por un lado y yo por el otro, no había caído en cuenta que si Nathan estaba en la sección de medicina es porque estudia medicina, además su casillero está a unos pocos metros del mío, pero ¿por qué?
No seas estúpida, obvio porque eso es lo que estudia— Cierto, creo que me estoy sobrecargando.
Entre a mi primera clase que era filosofía todo iba tranquilo hasta que el profesor pidió que me presentara, me levante torpemente de mi asiento y comencé.
—Hola chicos, mi nombre es Esmeralda Greham y vengo de California–– me senté y así fueron pasando todos hasta irnos a la otra clase.
Como ya nos habíamos presentado en la primera clase no nos mandaron a hacerlo otra vez, todo fue tranquilo, todo era silencio en el aula, seguramente es porque es el primer día y no han hecho amistad pero así es mejor todavía me duele la cabeza de todo lo que tome ayer.
Salí del salón para ir al comedor a almorzar y al entrar vi que éste está demasiado lleno, camine a paso acelerado para llegar a por mí comida y buscar donde sentarme, lo bueno es que aquí no habían divisiones o eso pensé hasta que vi la mesa de los populares, en esa mesa hay desde los de primero hasta los que van terminando.
Y vi a Marifer que me estaba haciendo señas desde una mesa bien alejada de las demás, fui hacia allá y me dispuse a comer para luego sentir una mirada que me taladraba la nuca voltee y vi que es Nathan este me sonrió y yo lo que hice fue voltearme.
Entonces todos los de esa mesa me comenzaron a mirar y yo no pude más deje mi comida ahí y salí a agarrar aire, estaba asqueada de esa situación, camine un poco y encontré un árbol un poco alejado de la cafetería y me senté debajo de este, me perdí en lo hermoso que ofrece la naturaleza, el aire, los árboles, el césped, no se desde cuando me comenzó a fascinar la naturaleza y estoy aprendiendo a amarla.
Siento que alguien se sentó a mi lado no quería voltear pero la curiosidad, como siempre me ha dicho mi mamá, no me abandona, que desde que nací son muy curiosa y voltee es él, es Nathan se veía simplemente bello con esos rizos que se le colaban por detrás de la oreja haciendo resaltar su tez blanca, su barbilla marcada, su barba bien cuidada, esos labios rosados que parecían a los de una niña pequeña y sus ojos esos ojos verdes que representaban la naturaleza en su esplendor, ese verde brillante fascinante que hipnotiza y maravilla con solo mirarlos.
Ya iba a hablar pero mi teléfono sonó, vi el identificador y es mi ¿madre? ¿Qué hace mi madre llamando? Así ha de extrañarme que no se aguantó.
—Hola mamá, tanto me extraña que no se aguantó–– y escuche un sollozo–– ¿qué pasa mamá? ¿Por qué lloras?–– y un sollozo más fuerte se escuchó y me asuste.
—No Esme so...soy yo Alissa–– ¿Alissa? ¿Qué hace llamándome del teléfono de mi mamá?–– esto es muy difícil Esme, la abuela...
— ¿Qué? ¿Qué paso con la abuela?–– y escuche como Lissa lloraba al otro lado de la línea–– Carajo Alissa habla de una vez.
—La abuela a muerto Esme, murió ayer en la madrugada.
Y mi mundo, como toda mi vida se fueran con esas simples palabras, se había ido y me había dejado sola, mi Thali se había ido y no estuve con ella para acompañarla, yo me había ido y la había dejado sola todo por mi estúpido empeño de irme y alejarme de mi familia, las lágrimas amenazaban a salir, tenía la boca seca, los párpados pesados, estaba temblando y no podía pararlo.
El teléfono se me cayó haciéndose pedazos en el suelo y no pude más las lágrimas comenzaron a salir agresivamente cubriendo así mis mejillas. Todo es mi culpa, mi estúpida culpa.
—¡Todo es mi culpa Carajo!––grite ––Todo es mi estúpida culpa––y comencé a golpear todo lo que tenía cerca para luego sentir unos brazos envolviéndome en un abrazo y logrando tranquilizarme, sentía esa seguridad que sentí la noche anterior, esa protección.
Nos levantamos cuando ya estaba más calmada y fuimos a la oficina del rector, yo me quede afuera esperando mientras Nathan hablaba con él, después de varios minutos Nathan salió con dos permisos y ¿por qué dos? Bueno igual no me importa y salí de allí junto a él.
Me acompaño hasta mi departamento y no se fue hasta dejarme con una taza de café en mano y con una muda de ropa nueva y cómoda, termine de tomarme el café y me fui a mi cuarto, allí no aguante más y explote en lágrimas tenia mis brazos envueltos en mis piernas y mi rostro hundido entre mis rodillas.
Mi Thali tan sonriente y amorosa, ¿por qué ella? Me dolía tanto el corazón, no podía respirar y todos los recuerdos se acumularon en mi cabeza.
Flashback
Había decidido pasar este verano con mi abuela materna, y todo iba perfectamente bien, estaba en paz, podría tener todo solamente para mi sin tener que lidiar con estúpidas charlas de vestimenta que me da Alessa a pesar de ella tener doce se viste como toda una adolescente de quince y yo pues a mí no me preocupa cómo me veo por Dios soy una chica de diez años solo estoy pendiente de jugar, dormir y comer porque eso es lo que hacen las chicas de mi edad ¿cierto?
Para salir de ese agobio me vine a pasar el verano con mi abuela Nathali una señora de unos cincuenta años o más pero hermosa la cual no pensarías que tendría esa edad por su actitud alegre y divertida además de ser amorosa y cariñosa con todos.
Yo solo me repetía que después de cada salida de clase vendría acá cada verano y pasar esos maravillosos meses con esta persona tan maravillosa.
Vamos a ver una película que ella eligió ya que todas las demás las he elegido yo. Ella está haciendo galletas y preparándome una taza de chocolate caliente, porque su nieta se merece lo mejor, palabras de ella no mías, de ella.
—Abuela ya va a empezar la película apúrese–– estaba acostada en el sofá esperando a que mi abuela llegara a pesar de haberle mentido pues la película no empezaba aun porque la tenía pausada creo que no se acuerda que es en DVD pero yo solo quería mi chocolate y mis galletas.
—Ya voy cariño, un minuto que las galletas no están listas–– después de varios minutos vi saliendo de la cocina a una Nathali sonriente con un plato repleto de galletas en una mano y una taza inmensa llena de chocolate en la otra–– no y que ya iba a empezar–– me miro con el ceño fruncido y yo le respondí el gesto con una sonrisa y quitándole la taza de chocolate de la mano.
Después de tomarme el chocolate me acosté en las piernas de mi abuela mientras terminábamos de ver la película y yo me comía las galletas. Me quede dormida y no me di cuenta cuando termino la película, me levante de las piernas de mi abuela y la abrace muy fuerte.
—Gracias por dejarme quedar contigo–– le dije con una gran sonrisa en mi rostro–– quiero vivir toda mi vida aquí, te quiero mucho Thali–– y le di un gran beso en la mejilla.
—Gracias a ti por dejarme compartir estos maravillosos días contigo–– lo dijo con una sonrisa hermosa, única por decirlo así–– Te quiero mucho Aldita.
Fin de Flashback
No iba a poder superar la muerte de mi abuela, solo pensar que mañana tendría que ir a con toda mi familia y peor pensar que no estaba con ella, que yo no estuve con ella en ese momento me hace sentir peor.
Marifer tenía mucho tiempo tocando a la puerta y diciéndome que abriera pero no lo hice solo quería disfrutar esos últimos momentos de soledad antes de ir al caos del que es mi familia.
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