Capítulo 25: No me gusta tu nombre

Pisar Venecia seguía sintiéndose tan extraño como la primera vez. Me gustaría decir que el viaje había sido sin inconvenientes, pero mi humor no había mejorado tras descansar un poco y cambiarme las prendas manchadas de sangre, y un grupo de hadas no se había mostrado particularmente amable con nosotros. Para desgracia de Cee y Ari, había acabado con ellos antes que tuvieran oportunidad de intervenir. Le había dicho a Hela que sobrepoblaría su casa si no devolvía lo que me correspondía, no había estado bromeando. La bruja casi se desmayó al presenciarlo, y no en el buen sentido de estar impresionada porque me hubiera cargado a cuatro sujetos en menos de un parpadeo. Regla n° 18: Nunca era bueno provocarme cuando no estaba de humor.

Tanto como seguía queriendo quemar su maldita capa, debía admitir que era útil para ocultar el hecho que andaba con dos espadas por la vía pública. Agradecía a las hadas por la espada extra, por eso su muerte había sido rápida. Y podía tener una pésima memoria para los números telefónicos, pero mi sentido de orientación era casi tan bueno como mi uso de la espada. Tampoco era como si todos los puentes de Venecia tuvieran una entrada secreta debajo que llevaba directamente a un nido lleno de brujos locos del tiempo. Una vez que recordé el camino, no fue muy difícil llegar, solo cuestión de conseguir una góndola.

—¿Qué harás luego? —preguntó Cee sentada a mi lado en el barco.

—Tengo demasiadas cosas pendientes como para saber por dónde empezar —admití.

—¿No quieres quedarte con nosotros?

—No puedo darles la espalda a mis obligaciones.

—Dices esas cosas, y pareces tan madura, pero no suenas como si fueras muy mayor.

—Apenas llego a las dos décadas —admití y ella me miró sin terminar de creerlo—. Mi vida me obligó a madurar muy rápido en algunos aspectos. No te lo recomiendo, no es una buena experiencia. Así que tengo una bruja que encontrar, un chico que matar, y mil problemas más que solucionar de inmediato.

—Suena complicado.

—No te haces una idea.

Salté fuera de la góndola una vez que se detuvo. Estaba bastante segura que debía estar tocando fondo para recurrir a esto, pero llegada a esta altura ya no tenía muchas opciones. Necesitaba encontrar a los demás, y lo quisiera o no los guardianes del tiempo tendían a saber todo si soportabas su locura. Dudé un instante antes de llamar a la puerta. ¿Por quién se suponía que preguntase? Podía arriesgarme a preguntar por Robin, de hecho era bastante probable que lo encontrara, pero no sería la versión que necesitaba de él y considerando mi estado actual sería capaz de matarlo o decir cosas que no debía. Maldito fuera el tiempo y maldito fuera él por ni siquiera poder hacer simple el mandarlo al diablo.

Golpee firmemente sin tener la menor idea de lo que estaba haciendo. ¿Si no era él, entonces quién? No era como si estuviera dispuesta a tener otra conversación con Zenon, con una sola ya había sido suficiente para toda la vida y no quería lidiar con sus tortugas gigantes de nuevo. El guardián del tiempo que abrió la puerta se escondía debajo de su capa, como era habitual. Lo que no era tan habitual, era que una chica que no resultaba una bruja y que llevaba puesta una capa de guardián del tiempo estuviera llamando a la puerta. Al menos esta vez no estaba manchada de sangre. Y supe, tan pronto como ese nombre maldito apareció en mi cabeza, que seguramente me arrepentiría de esto. ¿Cómo demonios pronunciarlo por empezar?

—Estoy buscando a Violetta —dije y casi me estremecí al decir ese nombre.

—Chi sei? —preguntó él y maldije el insoportable italiano.

—Solo dile que Nina Loksonn la está buscando. Vamos, se supone que seremos amigas o algo así le entendí. ¡Llama a Violetta! Ah, y ellos quieren asilo.

Él me cerró la puerta en la cara. Parpadee sin terminar de creerlo. ¿Quién diablos se creía para hacer esto? ¡Era Nina Loksonn y nadie me cerraba la puerta de ese modo! Golpee con molestia de nuevo pero nadie me abrió. Lo mataría también. De todos modos, dudaba que la situación pudiera estar más jodida para mí. Patee la puerta con frustración sin lograr nada a cambio. ¿Acaso el tiempo tenía literalmente algo contra mí? Me di vuelta solo para ver a tres jóvenes mirándome sin palabras. Cierto, se suponía que ellos no sabían quién era. Casi quería reír al recordar la conversación de la noche anterior sobre cómo la realeza no seguía haciéndose pasar por vagabundos pidiendo asilo. Últimamente, entraba más en la segunda categoría.

—Les dije que mi vida era complicada.

Siempre era divertido ver cómo los cambiaformas reaccionaban al saber quién era, luego de haberme dado asilo. Era sencillo creer que esas historias en las que se basaban nuestras costumbres no eran reales, pero se sentía bien saber que sin importar la situación siempre podría encontrar un sitio donde quedarme si lo necesitaba. Lamentablemente, no tenía energía para disfrutarlo esa vez. Al igual que la ocasión anterior, el Helheim había decidido que no me daría descanso ni siquiera fuera y me había sido imposible siquiera considerar la idea de dormir.

Cee y Ari tardaron unos segundos más de completo asombro en inclinarse para repetir que le guardaban lealtad a mi sangre. En tiempos normales, esto no hubiera sucedido, pero al borde de una guerra de pronto todos andaban cumpliendo con la etiqueta aun si no eran más que simples cambiaformas sin ningún deber o servicio. No deberían confiar tan ciegamente en mí. Había notado también el modo en que ambos portaban al menos una prenda roja, otra muestra que le guardaban lealtad a una Loksonn. ¿Cómo decirles que no sabía si sería capaz de salvarlos? ¿Cómo mirarlos a los ojos sabiendo que no podría hacer nada si Rike los señalaba como traidores por estar con una bruja?

La puerta volvió a abrirse y el mismo sujeto encapuchado les indicó que pasaran antes que una alegre Violetta saltara sobre mí para abrazarme. Ella casi logró tirarnos a ambas dentro del canal con eso. Casi me estremecí de solo pensar su nombre, malditos brujos por creer que el color de la muerte era un nombre apropiado para alguien. Su aguda voz no dejaba de soltar rápidamente palabras en italiano que apenas podía distinguir. Y era solo la segunda vez que yo la veía, aunque ella parecía actuar como si fuéramos mejores amigas de toda la vida.

—Violetta, no tengo la menor idea de lo que me estás diciendo —murmuré, luchando por quitármela de encima—. Y estoy bastante segura que son cosas que no debes.

—¿Quieres ir a ver a Alexis? Luces como si quisieras ir a ver a Alexis. ¡Vamos a ver a Alexis!

—¡No quiero ir a ver a Alexis!

—¡Siempre quieres ir a ver a Alexis!

—¡No tengo la menor idea de quién diablos es Alexis! —exclamé y respiré profundamente para guardar la calma—. ¡Estoy buscando al imbécil de James!

—Oh, eso es sencillo.

Ella cogió mi brazo con una mano y uno de sus relojes con la otra. No tuve tiempo de decir nada al respecto, simplemente tiró de mí dentro del canal sin darme la oportunidad de siquiera considerarlo. No fue el agua lo que me recibió, sino un duro suelo de madera que temía reconocer. Violetta se levantó de un salto mientras yo reconsideraba qué tan buena había sido mi maldita idea de recurrir a ella. Mi cuerpo estaba demasiado cansado como para meterme con guardianes del tiempo y todo lo que implicaban tan temprano. Podía ver los bordes de su capa azul mientras daba vueltas alrededor mío, el suelo se sentía bien como para dejarlo y lidiar con su locura.

—¿Por qué tienes la capa de Robin? ¿Acaso se la has robado o algo, o el tonto se la ha dejado atrás de nuevo? —preguntó ella.

—¿Dónde estamos? —pregunté levantándome.

—Dijiste que deseabas ver a James, de seguro está en su casa —respondió Violetta y la miré.

—¿Cuándo estamos? —pregunté intentando mantener la calma y ella pareció considerarlo.

—¿Seis meses atrás? ¿Tal vez siete? —dijo y miró uno de sus relojes—. No lo sé con exactitud, no estaba llevando precisamente la cuenta de cuándo partimos.

—¡Necesito encontrar al James actual, no al imbécil de hace seis meses o más! —dije intentando mantener bajo el volumen de mi voz.

—Ah, haberlo dicho antes. Eso cambia un poco las cosas.

—¡No me digas! ¡Le erraste por unos buenos meses!

—Una guardiana del tiempo no comete errores, solo aciertos en momentos incorrectos —dijo ella con orgullo—. Además, una chica nunca se equivoca.

Internamente le pedí paciencia a Loki porque de lo contrario no sabía lo que sería capaz de hacerle a la bruja. ¿Y estábamos en medio de la habitación de James? Maldita sea, tenía suerte de haberla encontrado vacía. Casi me estremecí al considerar otras opciones. Por supuesto, mi suerte no duró demasiado. Escuché las voces y los pasos fuera, y Violetta lucía demasiado distraída con un bonito ramo de claveles como para darse cuenta que necesitaba sacarnos de aquí. Miré a nuestro alrededor pero no había ningún lugar donde esconderse, maldito James por ser ordenado. Por un momento mi vista se detuvo en su amplia cama. ¿Cabríamos debajo? No lo pensé al escuchar las voces más cerca, Violetta era de cuerpo pequeño y yo podía cambiar a lo que fuera necesario para ocultarnos.

Ella protestó pero de algún modo logré arrastrarla conmigo debajo del mueble. ¿Y se suponía que la bruja era la guardiana del tiempo aquí? ¿Qué había pasado con la maldita regla de la discreción? ¡Por alguna razón todos estaban obligados a llevar capa para ocultarse en caso de hacer una intervención directa! ¿O ella también se había saltado esa clase junto con la de no decir cosas que aún no sucedían a extraños que apenas la veían por segunda vez? Cubrí su boca con mi mano para asegurarme que no hiciera ruido cuando James y Valerie entraron. Algún día comprendería cómo terminaba metida en situaciones de este estilo, tal vez fuera por relacionarme con locos brujos capaces de controlar el tiempo.

Me acerqué apenas lo suficiente para poder ver lo que sucedía. Era la última vez que recurría a esta bruja por ayuda, la próxima me arriesgaría con las tortugas. James difícilmente le prestaba atención a su madre mientras se ocupaba de guardar cosas dentro de un bolso. Él lucía... feliz, lo cual no era sorprendente considerando que su vida siempre había sido perfecta y la que cualquier brujo soñaría con tener. Su padre era el magister, posiblemente fuera el joven más poderoso de su generación, podía conseguir a cualquier chica que deseara. Pero, de algún modo, su felicidad era diferente a la que estaba acostumbrada a ver. Más como el James que estaba acostumbrada a ver junto a Robin, no aquel que era feliz porque se había salido con la suya.

—Por favor, recapacita —pidió Valerie.

—No tengo nada que recapacitar, ya te he dicho todo lo que tenía para decir y no voy a cambiar de opinión. Mamá, no te estoy pidiendo permiso, te estoy informando lo que haré —respondió él tranquilamente y le lanzó un vial—. Ten, allí está lo que me pediste. Dáselo a tu amiga o a quien sea que lo quiera, solo tiene que beberlo y se olvidara enseguida de sus sentimientos.

—Solo sus sentimientos, no la persona —dijo Valerie con pesar y James sonrió.

—Por supuesto que no la persona, sino sería demasiado evidente. Mi trabajo es de calidad, no el de un principiante que hace algo rápido y mal. Creerá que los sentimientos que tuvo no son reales —dijo James sin siquiera mirarla y se detuvo un instante—. Ahora que lo pienso, quedará algo así como una zorra, pero supongo que es mejor a cual sea la situación actual si está desesperada. Solo no me metas en esto, o sino el otro sujeto vendrá a reclamarme como si fuera mi culpa y tendré que hacer un antídoto. Por esto mismo no hago nada relacionado con sentimientos. ¿Crees que papá esté en la oficina?

—Por favor no lo hagas, ya hablamos de esto —dijo ella y él se detuvo para mirarla.

—No me hagas discutir contigo.

—A veces las cosas son más complicadas de lo que parecen.

—No es tan complicado pedir una revisión judicial.

—No lo hagas.

—Tú me enseñaste a siempre hacer lo que sentía correcto y luchar por lo que quería, no puedes decirme ahora que no lo haga.

—Es un caso de hace años y...

—¿Y qué? ¿Difamación de imagen? ¿Calumnias? ¿Qué clase de estúpidas excusas son esas para exiliar a una niña de doce años y obligarla a separarse de todo lo que conoce? ¡Y mientras tanto hay un maldito pederasta sentado entre los ministros!

Me quedé completamente quieta al escuchar aquello. Ellos no podían estar hablando de lo que yo creía. Ella nunca me había dicho el motivo, y yo tampoco había insistido al ver que no era un asunto que le gustase... ¿Y se lo había dicho al maldito de James? ¿O él había tenido suficientes recursos para averiguarlo por su cuenta? Cerré fuertemente mis manos, era mejor que quien hubiera sido el responsable comenzara a correr porque era el primero al que mataría de poder y ni el mismo Odin podría detenerme de ser así.

—No hay prueba de que Rogers haya hecho nada de lo que se le acusa.

—¡Porque ella lo denunció antes que pudiera forzarla a algo más! ¿Pero de cuántas niñas fue tutor antes que una se atreviera a hablar? ¿Qué tipo de Justicia tenemos si esa chica fue exiliada por pedir ayuda y el culpable sigue libre sin que nadie sepa al respecto? Porque lo mires por donde lo mires, esto está mal, y no lo toleraré. Pediré una revisión del caso. Haré que retiren su exilio y ese hombre sea arrestado. No me importa cómo pero lo lograré. Estudiaré leyes si es necesario. Pero Holly no merece ni un solo día de esa absurda condena.

—Escúchame, entiendo tus motivos, pero Rogers es un brujo extremadamente poderoso y con muchos contactos peligrosos tanto dentro como fuera de su círculo. Lo siento mucho por esa chica, pero ir contra Rogers no es una opción. Él la hubiera matado para silenciarla, tu padre creyó que estaba haciendo lo mejor al exiliarla.

—¿Papá ayudó a encubrir todo esto? —exclamó James.

—La política que planea llevar a cabo tu padre siempre ha traído polémica, los más conservadores no dudan en responderle. Rogers puede ser un ser repugnante, pero necesitamos su apoyo. Si tú lo disgustas, pondrá a varios ministros en contra de tu padre. Te matará para callarte si es necesario. No sabes en lo que quieres meterte, eres demasiado joven como para siquiera comprender todos los tratos que suceden fuera del tablero de juego que es la política. No hagas esto.

Él era demasiado inocente como para comprender los juegos sucios que a veces eran necesarios en la política. Miré la escena sin terminar de creerlo. ¿Cuánto había hecho el magister para asegurarse de conservar su lugar? Objetivamente hablando, Holland no había sido más que una pieza molesta que quitar del tablero. Mejor exilio, lejos del brujo que podría haberla matado para silenciarla si ella armaba mucho revuelo. ¿Valía el poder tolerar cosas como estas? Yo no lo hubiera hecho. Pero, de nuevo, los brujos veían como salvajismo el modo que los cambiaformas solucionábamos los problemas al tener duelos. Sabía cómo terminaba esto, conocía la situación actual, pero el saber que James lo había intentado...

—No me importa.

—No puedes hacerle esto a tu padre.

—¡No puedo tolerar que ella esté condenada por una estupidez como esta! ¿Quién demonios exilia a una niña bajo la excusa de decir mentiras cuando ella solo buscaba ayuda? ¡Al diablo la política, no permitiré que esto pase sin más!

—¿Crees que no siento lástima por ella también?

—Mamá, no siento lástima por ella. Creo que la amo. Y tú siempre dijiste que debía pelear por lo que amo. Y eso haré. Pero no tienes idea de cuánto me duele estar separado de ella, porque no puede poner un pie en la tierra que debería ser su hogar. Y no puedes pretender que sea capaz de mirarla a los ojos, sabiendo todo esto y sin hacer nada al respecto.

—Vas contra Rogers, y no solo perderás, sino que conseguirás que te maten y destruirás todo lo que tu padre ha luchado estos años por construir. Ya he perdido un hijo por una chica, no me hagas pasar por lo mismo de nuevo —dijo Valerie con dolor y James la miró seriamente.

—No. Ahí es donde te equivocas. No perdiste a Robin por Nina, sino que porque tú y papá lo mandaron lejos. ¡Y te recuerdo que él estuvo de acuerdo con ello! No te atrevas a utilizar a mi hermano en esta pelea porque no tienes derecho. Soy yo quien se ha pasado años intentando encontrarlo de nuevo. Y a diferencia de ti, Nina de hecho ha intentando ayudarme.

—Tan solo no quiero perderte. Si sigues con esto...

—¿Qué? ¿También me mandarás lejos?

—No me obligues a hacer algo que no deseo.

—No te estoy obligando a nada.

—Haremos lo que sea necesario para protegerte. Eres joven, y esta chica puede parecer especial ahora mismo pero eso no durará. No puedes condenar tu vida por esto. Habrá otras. He tolerado que tengas tu pequeño romance prohibido a costa de lo que esto podría significar para la familia si alguien lo descubre, pero no dejaré que le quites a esta familia más de lo que ya ha perdido. No lograrás nada yendo contra Rogers.

—Soy el hijo del magister.

—Y nosotros tendremos que desmentirte si de ese modo logramos protegerte.

—¿Y quién la protege a ella?

—¿Crees que esa chica se acercó a una Loksonn por casualidad? Rogers no irá nunca tras una Loksonn de un modo tan personal.

—Entonces le diré a Nina sobre esto, estoy seguro que estará encantada de saber al respecto.

—¿Y crees que hará algo? ¿Piensas que puede atacar a un alto funcionario sin causar problemas? No hará nada. No pondrá a su pueblo en riesgo al atacar nuestro gobierno.

Tanto como odiaba a Valerie, a pesar que ahora fuera una madre preocupada y no una zorra que me odiaba, debía admitir que tenía razón. Pero para eso existían los drapsmann también, para cargarse a alguien si yo así lo deseaba sin armar ningún problema político de por medio. Estaba bastante segura que Kian podía matar a quien fuera y hacer que luciera como un accidente o algo natural. Maldito James, debería haberme dicho. Lo hubiera ayudado de saber. El imbécil podía tener sus mejores intenciones, pero Valerie estaba en lo correcto al decir que solo conseguiría que lo mataran. Llevaba una vida lidiando con los nobles, tenía práctica con la maldita política de clase alta.

—Eso no me detendrá —dijo James.

—Hazlo, y los demás te acusarán de asociación con una exiliada. Ella tiene prohibido cualquier tipo de contacto con la comunidad. Te exiliarán a ti también por esto.

—¡Entonces seré un maldito exiliado también si de ese modo puedo estar con Holly!

—¡No quiero perderte también!

La luz me molestó antes que el móvil comenzara a sonar. Hijo de... Ambos callaron enseguida y me apresuré en coger el móvil del suelo para silenciarlo. ¡Maldito fuera James por dejarlo tirado aquí! Prefería no saber cómo demonios se le había caído debajo de su cama. ¿Justin Timberlake? ¿En serio? Él y yo tendríamos una seria charla sobre sus gustos musicales. ¿Su ego no era lo suficientemente grande como para tener de tono SexyBack? Contuve la respiración, rogándole a Loki porque a ninguno se le ocurriera acercarse y descubrirnos. No se movieron de sus lugares pero tampoco me relajé. Miré la pantalla y mi corazón se saltó un latido al ver el número de Holland y comprender que acababa de cortarle. Miré la fecha y apenas contuve una maldición. Hoy era el día, esa vez que ella había estado esperando con ilusión el reunirse con él y James nunca se había presentado. Lo llamaría y le enviaría mensajes, y él nunca respondería, y yo terminaría por encontrarla llorando en un rato solo para desear matarlo por dejarla plantada. Hoy solo había sido el comienzo de su evasión.

—Mamá, por favor, no quiero discutir contigo —dijo James con cansancio y suspiró—. Se me está haciendo tarde. Me encontraré con ella y le diré todo esto, y si no puedo lograr que retiren su exilio entonces me quedaré en el mundo humano también.

—¿No hay manera de hacerte cambiar de parecer? —preguntó Valerie con tristeza.

—Temo que no —dijo James sonriendo.

—Entonces, al menos, toma un último té conmigo. Permíteme pasar un último momento con mi hijo si tan dispuesto estás a abandonarme —pidió ella e intentó devolverle la sonrisa—. Por favor, dale ese último placer a tu mamá.

Internamente le supliqué que no lo hiciera aun sabiendo el resultado. Él terminó por ceder y ambos salieron de la habitación. Dejé caer mi cabeza contra el suelo, intentando no pensar en el ramo de claveles y todas las palabras dichas. Los claveles siempre habían sido las flores favoritas de Holland, alguna tontería sobre cuánto adoraba su simpleza. ¿Qué demonios hacer? ¿Decir que Valerie era una completa perra por haber querido proteger a su hijo? ¿Gritar que él era un imbécil por haber confiado en su propia madre? Él había sido un estúpido enamorado sin un buen plan, y ella no había sido una tonta romántica esperando lo imposible. ¿Por qué demonios la vida tenía que ser tan complicada?

Violetta me alcanzó y puso una mano sobre mi hombro antes de coger otro de sus relojes. Mi rostro se hundió de inmediato en la fría nieve. ¿Y ahora dónde diablos estábamos? Levanté la vista solo para ver a la aurora boreal deslizarse por el cielo, mejor preguntar cuándo. Los fiordos de Rike eran incomparables, y a juzgar por la nieve en exceso y el hielo trepando por todas partes estaba segura que estábamos cerca del valle Is. Mi piel picaba de un modo exquisito por el frío, recordándome lo que se había sentido crecer aquí. Enterré mis dedos hasta dar con la piedra blanca debajo. Los fiordos de hielo siempre eran hermosos de noche, con los colores del cielo reflejándose en el cristal que lo recubría todo. Entonces ni la misma tierra parecía decidirse por un color. Sonreí sin poder evitarlo, la nieve siempre había sido tan hermosa y suave aquí. Como un helado colchón de flores.

—Robin tiene razón, luces hermosa cuando eres feliz por estar en casa.

Me fijé en la bruja, ella había limpiado la superficie de una roca para poder sentarse a gusto sobre su capa lejos de la nieve que podría resultarle demasiado fría o arruinar su ropa. Los oscuros rizos se escapaban de debajo de su capucha azul. Lucía tan fuera de lugar aquí con todos sus relojes colgando y su clara incomodidad por el helado ambiente. Su capa debía estar encantada para conservar el calor, de lo contrario dudaba que lo aguantara. Rike siempre resultaba muy frío para los demás seres, muy salvaje también. Un territorio ideal para criar a los mejores guerreros, y no temer ser atacados. Cualquier idiota que no hubiera crecido en estas tierras fácilmente podría patinarse por el hielo y caer al vacío.

—¿Qué hacemos aquí? —pregunté.

—Lucías como si quisieras hablar con Alexis.

—Ya te dije que no tengo la menor idea de quién es Alexis y estoy buscando a James.

—Ciertamente lo encontramos.

—¡Al James actual! ¿Y por qué me llevaste a ese momento preciso?

—Robin puede parecer tonto e ingenuo algunas veces, demasiado inocente, pero lo cierto es que no es más que una fachada con la cual los demás se distraen. Créeme, lo conozco hace demasiado —dijo Violetta y se encogió de hombros—. No hubiera llegado tan rápido al noveno círculo, de no ser tan hábil al momento de interpretar el tiempo. No hay nada que él pase por alto. Puede que no lo parezca, pero es capaz de hacer movimientos con años de anticipación solo para que ocurra lo mejor posible. Así que cuando James le mintió sobre cómo Valerie de algún modo le había hecho olvidar a Holland, a él no le costó nada sospechar que quizás su hermano se estuviera mintiendo a sí mismo al creer que estaba mintiendo. Algo sobre que James jamás culparía a su madre excepto que estuviera bajo la influencia de algo. Así que me pidió que averiguara por mi cuenta, y eso fue lo que encontré. Considerando que él no se anda llevando de lo mejor con Valerie por lo que tengo entendido, y la relación que guardas con él, me pareció mejor decírtelo a ti que de todos modos ya la odias.

—Él supo todo este tiempo que James mentía —murmuré y Violetta sonrió.

—Toma este consejo de mi parte, es extremadamente difícil engañar a un guardián del tiempo pero es más fácil para nosotros pretender que lo logras. Haz y di lo que quieras, de todos modos nosotros actuaremos para cumplir con nuestro deber. Robin siempre fue muy hábil al momento de prever cosas a largo plazo. Creo que deberías saberlo mejor que nadie y... ¿Esas son flores congeladas? ¡Son flores congeladas! ¡Son fascinantes!

—¡Violetta!

Demasiado tarde, ella ya había saltado fuera y corrido en dirección a lo que fuese que hubiera llamado su atención. ¿Por qué siempre terminaba relacionada con locos? Necesitaba dejar de pasar el rato con guardianes del tiempo. Me levanté dispuesta a gritarle mil maldiciones para que regresara pero me detuve al sentir aquella familiar sensación. Miré sobre mi hombro solo para ver al joven que se había acercado. Mi mirada al instante descansó en la empuñadura del cuchillo que cargaba consigo. Tan solo una vez había llegado a ver al prins anterior, y no pensé hasta ese mismo instante que el nombre de mi primer padre, aquel que había sido el primero en sacrificarse para que yo viviera, había sido Alex.

*********************************************************************

Por favor, no te olvides de dejar tu voto. Puedes encontrar más historias para leer en mi perfil.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top