Capítulo 4

Ren y Sakura miraron como el sol se ponía e iluminaba las calles de Konoha desde los monumentos de los Hokages. Eso era la sorpresa que le tenía preparada Sakura. ¿Se podía tener vista mejor que esa?

Pues al parecer sí ya que Kakashi estaba ahí, mirando como las dos personas sonreían y hablaban sentados en la cabeza de Tsunade. No sabía por qué estaba ahí, pero al ver a su pelirosa caminar de noche junto a un niño, quiso seguirla. Y no se arrepintió de nada. Estaba en un árbol sentado observando mientras activó su sharingan para leer sus labios. Sí, no le convenía pero... ¿qué diablos, no?

—¿Y, qué has estado haciendo estas semanas, Nee-san?—al leer esa pregunta de los labios de los individuos, Kakashi no dejó de pensar.

"¿Semanas? ¿No se suponía que estaba con él hasta hace unos días?" pensó.

—Lo...maté—Sakura quebró su voz al decírselo al chico. Sabía que un chico cualquiera la tomaría como una asesina. Pero Ren no.

—Me alegro. Le hizo mucho daño a mi Nee-san.

Sakura acarició el cabello de Ren y se abalanzó para abrazar al pequeño chocando la cabeza del niño contra su pecho.

—Ren...—habló llorando. Ya no mostraba felicidad—. C-Creo que...estoy embarazada.

El peligris abrió sus ojos como platos al escuchar tal palabra. No puede ser, ¿no? Su sharingan debe de estar equivocado. No pudo decir... "embarazada".

Ren se levantó alzando el puño.

—¡Bien! ¡Pues yo seré el papá!

La pelirosa rio por el comentario de su pequeño amigo.

—A pesar de que me encantaría, no puedo hacerlo, Ren—revoloteó de nuevo el cabello castaño de su compañero—. Aunque, serías un buen tío, ¿sabes?

Suspiró.

—¿Estás segura de tu estado?

—No. No lo estoy.

—Entonces crucemos los dedos, ¿no? Aunque, si estuvieses embarazada juro que querría a ese bebé como si fuese propio—carcajeó la chica—. ¿De qué te ríes? ¡No voy en broma!

—Es solo que...pienso que eres muy maduro para tu edad, Ren.

El Hatake decidió marcharse pero en vez de eso, fue pillado con las manos en la masa.

—¿S-Sensei de Nee-san?—habló el niño levantándose y poniéndose delante de Sakura en posición de ataque. Kakashi rio aunque pensó que se veía adorable—. ¿Viene hacerle algo a mi Nee-san? Porque si es así... ¡despídase de su vida!

La Haruno se sobresaltó demasiado.

"N-No habrá escuchado todo... ¿no?", se preguntó a sí misma.

—No. Vine a hacer lo mismo que tú; protegerla—su alumna se sonrió. Al sentir como sus mejillas ardían sacudió la cabeza. No. Era muy precavida en eso. No quería que un chico...le hiciese cumplidos y que le gustase. No quería—. Os vi de noche pasear y, a pesar de que en Konoha está todo bien, nunca se sabe si hay un enemigo cerca.

—Cierto, cierto—dijo Ren—. Tienes mucha razón, Sensei de Nee-san.

—Llámame por mi nombre—le sonrió al niño.

—¿Usted también lleva máscara?—dijo mientras se acercaba al peligris—. ¿También esconde una cicatriz que quiere olvida-

—¡REN!—y la Haruno se levantó del lugar para correr hacia ellos y tapar la boca de Ren con una de sus manos.

"Olor a flores de cerezo" pensó Ren para sí mismo. "Mi olor favorito..."

—¿Te hicieron una cicatriz?—preguntó el sensei.

—Sí. Pero no quién crees. Me lo hizo mi... entrenador.

—¿Tu entrenador? ¿Algún día me explicarás?—al decir eso la chica parecía apenada. Igual que Ren solo que él...sonreía.

—Su entrenador era mi Onii-chan. ¡Eran el mejor dúo juntos!—rio.

—Cállate, Ren. Vámonos a casa—se propuso la chica cogiéndole la mano al pequeño—. No le interesa.

Kakashi fue para acompañarles.

—Muy bien, no me digáis que pasó pero... apuesto a que no te has puesto al día en Konoha, ¿cierto?

Comenzaron a caminar hacia el apartamento de Sakura.

—Sí. Las chicas ya se casaron o al menos esperan un bebé o tienen pareja. Tsunade-sama sigue soltera, y... ¿rechazaste el puesto de Hokage? ¿Eso por qué? Sabía que nunca te lo planteaste pero...

—Mi deber siempre ha estado con vosotros—sonrió—. Cuando estaba solo, sin Rin ni él...—dijo en un tono seco como era de esperarse. Suspiró—. Ah, como sea, dejémoslo aquí.

—Sé que también le duele hablar de su amada...—Sakura giró su rostro. Se sentía... ¿triste? ¿Por qué?—. Es por eso que como las cosas duelen, sabrás que no quiero que nadie meta las narices en mi pasado, Kakashi-sensei. Quiero confiar en ti.

—Nunca te haría daño. Sé que las palabras no serán suficientes pero...deja que te lo demuestre.

La pelirosa sonrío y pensó que era tiempo de hacer una broma para calmar la tensión.

—Intenta protegerme, sensei.

—Hecho—la pelirosa abrió los ojos con cierta sorpresa. No se lo podía creer. Se ruborizó y volvió apartar su mirada. Ella iba en coña. ¿Por qué tuvo que seguirle el juego?

—Nee-san...—habló el pequeño preocupado—. Estás roja, ¿estás bien?

Y en eso no fue la única roja ya que Kakashi se volvió algo tomate por así decirlo. ¿Por qué en toda situación tenía que haber un niño tan sincero como Ren?

—¡Claro que sí, Ren!

—Bueno, llegamos—informó Kakashi mirando a su alumna. Esta vez sentía algo distinto. Miraba su máscara rosa...justo donde deberían mostrarse sus labios. Pero... ¿por qué?

Sabe que jamás se enamoraría de su alumna y que además no puede, pero es inevitable no sentirse algo deseado por una musa tan despampanante. Es sensei, pero, sobre todo, es hombre. La Haruno pudo darse cuenta de cómo la miraba su sensei. También sentía o esperaba algo en ese momento. Tampoco sabía el qué aunque todos sabemos que lo que esperaban era un beso. O dos, ¿por qué no?

—E-Etto...—dijo Sakura. Esta vez no hablaba con miedo. Ya no lo hacía, o al menos, con Kakashi. Pero sí hablaba con timidez. Ni siquiera habló con esta timidez al declararse por primera vez a Sasuke. Se parecía a Hinata pero... de Hinata ya hay una, ¿verdad?—. Gracias por traernos.

El pequeño los miró sonriendo. Era el único que podía notar el ambiente romántico y de leer los pensamientos de ambos sujetos. ¿Acaso era tan obvio?

—De nada. ¿Podrás estar lista antes de comer en el campo de entrenamiento?

Miró a Ren.

—¿Podrá venir, no?

—Sí.

—Bueno, antes tendré que hablar con Naruto y...presentarle a Ren—de seguida el menor sonrió. Siempre había escuchado hablar de Naruto y digamos que era su tercer héroe favorito. Para él, el primero fue su hermano y después su Nee-san. Finalmente estaba Naruto—. Quiero disculparme.

—Sí. Confía en Naruto.

—Lo sé...—murmuró. Ya había salido el sol por completo y ha de reconocer que la máscara picaba. Le daba más calor—. Nos vemos, Sensei.

—Sí...

"Que despedida más dura" pensó Ren. "¿Por qué no se besan y ya?"

Y era cierto. ¡Todos esperábamos un beso! ¿Qué les costaba juntar los labios y hacer un "muaks"?

—B-Bueno...—se miraron. Ambos en el mismo lugar: las máscaras.

"¿Seré un lanzado? Pero... ¡no puedo! Es mi alumna. Y de seguro son mis deseos de hombre. Nada más que eso. Estoy seguro que no estoy enamorado." Pensó para sí mismo el chico.

"¿Y si...le molestaré? No quiero que piense que soy de esas que besan a la primera. Además... ¡es Kakashi-sensei! Con nuestra diferencia de edad...de seguro piensa que seré una inmadura. Además, ¿estoy dispuesto a que un chico me toque? Sí, sí lo estoy siempre que trate de él pero... ¡esta no es la imagen que quiero dar!"

—Me iré ya—y tras eso, se marchó sin vacilar. Sabía que si esperaba un segundo más podría perder los estribos.

En cuanto la Haruno y el chico entraron, la chica apoyó su espalda en la puerta mientras su corazón palpitaba a cien por hora. Ren se quedó mirando su rostro rojo.

—¿Qué diablos fue eso...?—murmuró la chica.

—¿Creo que te enamoraste?—rio su dulce hermano.

—¡No! No creo que pueda... y menos de mi sensei... ¿o sí?

Ren solo la miró.

—¿Por qué? ¿Por ser tu sensei o por la diferencia de edad? ¿O quizás porque no estás preparada?

—Y-Yo...

No supo que responder. Seguía sintiendo ese ardor en las mejillas que le molestaban pero a la vez le gustaban.

—¿Sabes, Nee-san? Tú eres mi sensei y también eres más grande que yo y, si yo me enamorara de Nee-san estoy seguro de que haría lo posible para que me vieses.

—¿Qué me estás intentando decir, Ren-chan? ¿Qué lo intente?

—¡Por supuesto!

Comenzó a rodear sus piernas con sus brazos para así esconder la cara. No sabía qué hacer. Sí que es cierto que siempre lo admiró y sentía un cosquilleo. Pero todo se quedó en eso. A ella siempre le gustó Sasuke, ¿no? No podía ser amor. Solo admiración.

—¿Sabes? Iré a prepararte el desayuno.

Al ver que el chico se fue hacia la cocina, la Haruno se marchó tras él.

—¡No, Ren-chan! ¡Está bien!—e impidió que tocara cualquier utensilio de la cocina. Él no sabía cocinar. 

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