Capítulo 15

Habían pasado dos semanas.
Dos semanas esperando a una carta de aquella Haruno. Dos semanas que temía que alguien tocara a su puerta para al fin, darle la noticia de que ella había muerto. Dos semanas que se había sumergido en la bebida y había cometido muchas locuras. Dos semanas en las que se vivió un ser repugnante. No dejaba de repetirse una y otra vez cómo diablos se había convertido en aquello. ¡Si Sakura lo viese! Seguro le diría; "Kakashi. Ya estoy de vuelta. Ya no tienes que preocuparte por nada... Por favor, abrázame". Pero no era así.
No era la realidad. Y no lo sería.
Ella estaba lejos. En un paradero desconocido. Le había mentido, lo supo en cuanto se rindió y quiso buscarla, diciéndole a Ren que estaba en una casa donde se alojaban.

¿Su respuesta?
"Nosotros no nos alojábamos en una casa. O estábamos en la mansión, en una tienda de campaña, o quizás en algún motel. Pero nunca en una casa."

Aquella chica había sido astuta. Había acertado en que Kakashi la buscaría.

Así que, sin ella, solo le quedaba eso:
Sexo, alcohol, puros e Icha Icha.
De vez en cuando venía algún amigo, pero ni siquiera Gai lo sacaba de ahí.
Ni Obito podría.

Se levantó de aquel sofá. Apestaba. A rastras fue hacia la ducha y encendió el grifo para que el agua caliente saliese. Miró el agua chorreando y ni se inmutó.

Todo lo que hacía, lo hacía para que el tiempo pasase.

Se desnudó. Miró su cuerpo en el espejo frontal. Estaba lleno de marcas de guerra, no había duda, pero también de su aroma.
O lo que quedaba de él.

El timbre sonó. Mal momento. Decidió hacer que no estaba y se metió en la ducha.

Tras tres minutos, no había forma. Él ya estaba listo—ya que era muy rápido—pero quién tocaba en la puerta no.
No estaba listo para irse.

A regañadientes fue.
Abrió la puerta.

—¡¿Está usted loco?!—gritó la Yamanaka, quieta, mirando a aquel hombre con furia.
Con todos los rumores que había escuchado de él, le había dado incluso asco.

—¿Qué?

—¡¿Cómo que qué?! ¿Qué diablos se cree que está haciendo? ¡Tú eres el novio de Sakura! ¡Métetelo en la cabeza!

—No soy su novio. Ella cortó conmigo. Ella se fue.

—Pero le quiere. Es obvio.

—Lo hago.

La Yamanaka no esperó a que él la invitara y entró como si tratase de su casa. Se sentó en aquella silla y miró toda la suciedad que había a su alrededor.

—Este apartamento es un asco—ni siquiera buscó las palabras adecuadas. Lo dijo—. Deje de tener sexo con cualquiera; deje de beber todo el líquido para mayores que haya en la aldea: y sobre todo, ¡deje de hacer el estúpido! Ren le considera un ejemplo a seguir, ¿qué diría él?

—Nada.

Kakashi no prestó atención a aquella furiosa rubia. Claro que le echaba bronca, ¿y qué? Tampoco estaba haciendo nada malo, es lo que pensaba.
Estaba deprimido.
Le echaba de menos.

—Él también llora por las noches. Aún se cree que Sai y yo no lo escuchamos, pero no es así. ¿Sabes? La otra noche estalló en ira—le explicó—. Fue peligroso.

Kakashi abrió sus ojos al escucharlo.

—¿Peligroso?

—Estaba tranquilo cuando despertó. Y fue a jugar con unos amigos que él hizo. Así que... decidí seguirle. Pensé que Sakura quisiera saber al detalle, pensé que él tenía una novia a escondidas—sonrió la Yamanaka—. Pero de camino a no sé dónde, los aldeanos seguían hablando. Ren los escuchó. Y yo también; decían que Sakura era una vergüenza. Una zorra por haberte dejado. Una traidora por lo que pasó en Suna.

—Nada de eso es cierto—Kakashi juntó sus manos, entrelazando sus propios dedos. Estaba cansado. Exhausto. Él también escuchaba cosas así, por lo que decidió que sería mejor no salir de casa—. No es nada cierto.

—¡Ya lo sé! Todos lo sabemos, incluso Ren. Ese día él se metió en un callejón sin salida. Lo seguí. Un aura bastante extraña se formó alrededor de él. Era raro; daba miedo. Sus ojos, su piel... Todo cambió en él. Me figuré que así era el poder del último Hatame.

Kakashi se centró en la mirada de aquella rubia. Sin duda, estaba intranquila.

—Así que corrí hacia él. Tuve que abrazarlo. Susurrarle que todo estaría bien. Cuando lo toqué me hice sangre. ¡No sé cómo! Es como si... todo él fuese un arma.

—¿Qué fue exactamente lo que te hiciste?

La Yamanaka se levantó de aquella silla. Se quedó de pie, delante de dónde él estaba sentado.
Levantó un trozo justo de su prenda de ropa y dejó ver lo que yacía en ella: eran moratones. Moratones que claramente eran graves. Provocados por algo poderoso. Después de ver la sorpresa de Kakashi, se remangó las mangas de su camiseta lila.

—Uso ropa larga desde ayer, cuando ocurrió esto. Lo mantuve en secreto, Kakashi-sensei. Todo lo que mi cuerpo tocó para abrazarlo... quedó malherido. La ropa se desintegró como si Ren tratase de ácido. Fue horrible. Y un dolor indescriptible.

—¿Qué hizo Ren?

—Se desmayó. No se acuerda de nada; y no le diré.

—¿Y no las trataste?—preguntó el peliplateado, cruzándose de brazos.

La Yamanaka negó.

—Lo hice yo misma, pero no fui al hospital. Kakashi-sensei, ¡mira qué pasó con Sakura! No permitiré que nos arrebaten a Ren. Él es bueno. Es poderoso, ¿y qué? ¡Nosotros también!

—Sí; quizás sea mejor que quede en secreto.

Ino se volvió a sentar en aquella silla.

—Quiero que vuelva.

—Yo no—dijo Hatake, sorprendido de su propia respuesta.

Ino no sabía si asesinarlo ahí mismo o dejar que se explicara. Para ahorrarse sudor, decidió que sería la segunda opción.

—No me gustaría que viera en qué me convertí.

—¿En un idiota mujeriego y alcohólico?

—Intenté llenar el vacío que ella me dejó.

—Lo sé—se sinceró la rubia, impaciente. Sus pies no dejaban de moverse de lado a otro—. Pero esta no es la forma de hacerlo. ¿Recibiste alguna carta de ella?

Kakashi negó con la cabeza.

—No.

—Yo tampoco. Ni Naruto, al parecer.

—¿Esto se acabó aquí?—esperó una respuesta de Ino.

Él esperó algo como: "Es ella. No permitiría que acabara así". Pero en cambio, deseó no haber escuchado nunca aquella respuesta.

—Quizás sí.

El Hatake calló.
Yamanaka Ino así lo pensaba.
Sakura no había aparecido. Ni en dos semanas.
No sabían si ella los había olvidado, si estaba en peligro, o si los echaba de menos. ¡No sabían nada!

—Pero aunque se haya acabado—Ino interrumpió aquel silencio. Kakashi elevó su mirada con esperanza. Costaba admitirlo, pero sí; necesitaba esperanza—, sigo intentándolo. Cierro los ojos y espero a que mi jutsu alcance su mente. A veces creo que lo consigo. Y le hablo. Le cuento cómo estamos todos, qué hacemos. Y después de eso, le pregunto cosas. Pero nunca contesta. Así que después dudo si la he alcanzado.

—¿Crees que ella estará bien?

***

Bajo la lluvia una pequeña mujer se movía con sigilo, corriendo. Pidiendo a gritos que sus piernas no dejaran de funcionar, pero que sí dejaran de doler.
Sus suspiros eran helados. El frío de la calle no dejan de atacarla.

—¡Está por ahí!—gritaban algunos ANBU's. Podría reconocerlos perfectamente; eran de la roca—. ¡Cogedla! ¡Si es necesario, que sea muerta!

Haruno Sakura; bienvenida al libro bingo.

Ella no podía soportarlo más.
Le habían separado de las personas que amaba. Sabía que la cosa sería diferente si ella lo hubiese hecho, ¡pero no es así! No hizo nada. Esa es la peor parte.

Deseaba abrazar a Ren. Besar a Kakashi. Pegar al idiota de Naruto. Cuidar a Ino.
Por Kami-sama, ¡cómo lo deseaba!

Se escondió en aquella esquina, donde no dudó ni un segundo en que las lágrimas aparecieran en ella.
Lloró.
De forma cautelosa. Solitaria.
El no poder hacer ruido era aterrador en momentos así, pues necesitaba gritar. Dejar que todo lo que tenía dentro saliese. Demostrarle al mundo cómo se sentía.
Pero sobre todo, necesitaba deshacerse de aquella ansiedad.

Su pecho cada vez le dolía más al ser perseguida.
A veces pensaba que sería mejor terminar.
Total, iba a morir igual. Pero al menos así serían felices, ¿no?

La última gota cayó al suelo camuflándose con la lluvia.

—¿Sakura...-sama?

Se alarmó bastante al ver a aquel ANBU bastante cerca. Estaba justo a milímetros de ella.

¿Desde cuándo estaba ahí? ¡Peor aún! ¿La había visto llorar?
Justo cuando el resto del escuadrón se estaba acercando, ella quiso huir.
Alejarse de él.

Pero aquel desconocido con voz varonil no lo permitió.

Agarró a la Haruno de la muñeca y la jaló hacia él.

—Cállese. La protegeré, pero ponga de su parte.

La Haruno se centró en sus palabras. Tuvo un sentimiento de melancolía, pues cuando escuchaba el verbo "proteger" le recordaba a su amado. Pero tuvo esperanza. Y también curiosidad, ¿quién era? ¿Quién traicionaría su aldea para proteger a un nombre en el libro bingo?






N/A

¡Siento la tardanza!  La verdad es que debí dejar una nota, por eso quiero informar; estaría bien que siguieran mi libro; "Mi blog" ya que si sucede algo informaré por ahí.

Y también... ¡Sean buenos! Este capítulo, por temas personales, lo escribí con el móvil. Algo nuevo para mí TuT en fin, ¡buen día!

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