Capítulo 14
—Iré a la habitación de Kibito para daros tiempo, Nee-san—informó Ren, bastante sonriente pero a la vez preocupado. Nadie le culpaba. Otra vez deberían de huir—. Sensei de Nee-san, cuando esté listo... venga a buscarme. Le volveré a transportar a Konoha.
Asintió con la cabeza. Después se marchó a la habitación de su hermano. Estaba claro que era suya, aunque él fue quién se la enseñó cuando de vez en cuando volvían. Ese era su segundo hogar.
—¿Ahora dónde iremos?—preguntó el Hatake sentándose en el porche de aquella vieja mansión. Deslizó su mano por el suelo para llegar a aquellas manos cálidas que siempre ansiaba cuando no estaba a su lado. Pero aquella vez era diferente. Él necesitaba abrazarla con fuerza, no soltarla nunca. Pero... ni con toda la fuerza del mundo podría hacer que ella se quedase con él, ¿verdad? Kakashi era muy consciente.
—¿Iremos?—sonrió de forma melancólica—. Me iré en una casa donde nos alojábamos los tres. Está... escondida. Así que estaré bien. Y cerca hay un pueblo que desconoce noticias, ahí podré conseguir alimentos.
—¿Y qué hay del dinero?
—Yo tengo dinero. Y si se me agota seré cautelosa. ¡No me subestimes!
—Pero no puedes huir, Sakura.
—¿Por qué no?
—Porque te necesito.
—Pero Kakashi...—Sakura colocó su mano sobre la de él evitando su mirada. Sabía que si sus ojos se encontraban no harían falta palabras para convencerla—...no puedo quedarme, y tú no puedes venir conmigo. Estaré sola.
—¿Sola? ¿Y Ren?
Lamentó muchísimo la decisión que tomó en cuanto escapó. Pero si Ren permanecía con ella, él no conocería qué es la adolescencia. Ni siquiera podría vivir la infancia que siempre deseó para él.
Si Ren la seguía, su vida estaría condenada a la culpa aun siendo inocente.
—Lo siento, Kakashi... Si Ren viene conmigo, automáticamente él...
—Lo entiendo. Lo entiendo todo, Sakura. Pero no quiero aceptarlo—negó apartando la mirada pero sintiendo el tacto de su cálida mano—. Porque no quiero separarme de ti. Estos años fueron duros.
—Siempre fue duro, pero los momentos que vivimos nadie nos lo quitará.
—¿No sería mejor crear nuevos momentos?
Sakura sonrió y se armó de valor a observar su mirada girada.
—Kakashi—su nombre retumbó por sus oídos a tal melodía hermosa. Sakura podría nombrarlo todo el día hasta que su nombre se gastase, y a él no le importaría—. —Mírame.
El peliplateado la miró. Y de nuevo aquella mirada de ónix contra ojos esmeralda se encontraba en un sumergimiento mutuo. Cuando se miraban creían que todo estaría bien siempre y cuándo permanecieran juntos.
—Si no te hubiese enviado a aquella misión... ¡Diablos!—se lamentó avergonzado—. Estaríamos juntos. No habrías pasado por aquellas cosas horribles y... lo mejor, tendríamos un futuro.
—Puede que no tengamos un futuro, Kakashi. Pero me encantó nuestro pasado. ¿Podremos quedarnos con eso, no?—le sonrió—. Lo siento.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Porque sé que despedirnos es bastante difícil. Aunque ya lo hayamos hecho...
—Esta vez es de verdad, ¿cierto?
La pelirrosa comenzó a sentir cómo sus lágrimas querían salir de sus ojos. Sintió esa angustia. Esa asfixia de lo que era un corazón roto, aunque no lo tenía, ella fue correspondida. Quizás no desde el principio que todos esperábamos, pero sí desde un principio. Y se dieron cuenta de que todo lo que pasaron era la calma que venía antes de la tormenta.
Ahora debían de ser más fuertes que nunca, intentar olvidarse mutuamente para no sufrir. Dejar de estar tan atados. Protegerse como alumna y maestro, como antiguos compañeros.
Debían de fingir que aquel sentimiento jamás brotó, y todo, para evitar lo que ya estaban haciendo: derramar lágrimas.
Kakashi tampoco se contuvo, comenzó a llorar creando aquella pequeña lágrima en su ojo derecho para hacerla desaparecer con la máscara.
—Me gustaría que no fuese la última vez que nos viéramos.
—No será la últi-
—Lo será—interrumpió la pelirrosa—. Joder, sí que lo será. Solo debían de darme tiempo si me querían muerta. ¡Solo tiempo! Habría empleado mis últimos meses contigo, Kakashi. Habría muerto con una sonrisa en mi ro-
—Jamás sería suficiente—interrumpió esta vez el hombre, limpiando su única lágrima y aun queriendo gritar de aquel dolor interno que sentía—. Es porque nos queremos, jamás nos separaríamos.
—Kakashi, un último beso, por favor.
Kakashi asintió. Si ella quería un beso, se lo daría, aunque si de él dependiera le daría mucho más que un beso; le daría lo posible y lo imposible.
Acercaron su rostro mutuamente. Sakura posicionó sus manos de forma que rodearan el cuello del hombre, mientras que él rodeó su cintura. Aquel tacto mutuo les gustaba, significaba que aún estaban ahí, juntos, completos y enamorados.
Sus labios comenzaron a rozarse frenéticos por querer tocarse. Pero cada cosa a su tiempo.
—No olvides el pasado, Sakura—le susurró.
El aliento cálido de Kakashi chocó con sus labios. Sentía que ardían. Sentían la pasión de querer besarlo ya.
No tardó ni un segundo cuando fue ella quien, de forma desesperada, comenzó a besarlo. Juntaron sus lenguas, bailaron entre ellas, y todo para separarse en cuanto no pudieron respirar. Pero no bastó. De nuevo se besaron. Y otra vez. Cada vez más apasionados que la última vez, cada vez deseando que no fuese el último beso que se darían.
Sakura volvió a aferrarse a sus labios, parecía que tuviesen vida propia al no querer dejar de besarlo, pero debía de hacerlo.
Unas lágrimas salieron de ambos cuando, al fin, decidieron darse el último beso. Aquel ya no era apasionado, sino, algo más calmado. Más lento. Algo que duró veinte segundos sin incluir la pausa.
—Ya vete, Kakashi. No me hagas esto difícil.
Lloró de forma silenciosa aguantando las lágrimas de su sollozo. Kakashi se levantó del porche haciéndole caso. Si se lo pensaba, se aferraría a ella. Y no podía hacer eso.
—Pídele disculpas a Ren por mí.
—Te buscará—dijo con dificultad en sus palabras—. Y si él te busca, yo también lo haré.
—En eso tendrás que ayudarme. Lo siento. Pero no puede saber dónde estoy. Intentaré moverme de sitios. Esperaré sentada el día de mi muerte.
Kakashi quiso gritarle que no debía de hacer aquella estupidez. Pero, ¿de qué serviría hacerlo? Ella ya decidió su futuro. Lo hizo sin consentimiento, como si ellos no fuesen uno. Como si él fuese él, y ella fuese ella. Pero era más que eso, mucho más. Quizás fuesen personas diferentes pero juntos, eran la envidia de todos.
Kakashi se juró que todos lo lamentarían. Primero Rin y después su amada pelirrosa. Pero bueno, ¿de qué iban?
Subió las escaleras en busca de Ren. Cuando quiso mirar atrás para observar el cabello hermoso de aquella chica, ella ya no estaba. Se había marchado. Dejando como huella una triste soledad infinita.
Por mucho que ambos quisieran olvidarse, no lo conseguiría.
—Para ti será fácil...—le siseó Kakashi al viento como esperanza de que sus palabras llegasen a ella. Volvió a llorar. Sus mejillas ya se encontraban pegajosas—. Para ti será fácil, sabes cuál será tu último día. Pero yo me quedaré a ti, esperando a la noticia de que mueras y después, tendré que aceptar ese hecho. Eres una idiota. Siempre quedaron opciones.
***
Tsunade golpeó la mesa con la botella de sake hasta tal punto de que casi la rompía. Su fuerza sobrehumana podría traer bastantes problemas si alguien se le acercaba.
Fue Shizune quien se acercó de forma lenta. Ella también estaba preocupada por lo que dijeron en aquella reunión. Incluso Temari estaba ahí, quieta y rígida queriendo gritar algo. Casi todos los miembros callaron por temor. Excepto Tsunade, quien se atrevió a hablar como de costumbre, apretando sus dientes como una mamá oso. Luego, la valentía la tomó Shizune:
—Par de idiotas—se atrevió a decir con bastante odio. Todos la miraron, no era propio de ella, pero eran sus pensamientos. Quizás después se arrepentiría pero para ella fue necesario.
—¿Qué les diremos ahora, Shizune? ¿Qué le diré a Kakashi? ¿A Ino? ¿A Naruto?
—Les diremos la verdad—susurró Shizune sentándose al frente de la rubia—. Les diremos que aquellas personas sólo conocen el temor, Tsunade-sama.
—No puedo hacer nada, ¿verdad?
La chica de cabellos negros solo agachó la cabeza como respuesta.
—Losiento. No encuentro... solución.
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