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Hace tiempo que no hago dedicatorias, así que estaré dedicando los capítulos sin dedicatoria a todos los que vea comentando a full este capítulo <3 Pero ojo, no se vale spam, puntos o kesesho, tienen que ser cosas relacionadas con la historia.



ANTES DE LA TORMENTA


La noche cae. Raven ha salido en busca de mamá y echar un vistazo en los alrededores de la mansión Crusoe para comprobar si Denniro dijo la verdad. Todavía no recibimos alguna actualización sobre la situación afuera, por lo que no nos queda de otra que seguir encerrados en la habitación de hotel.

Estar aquí, sin poder asomarme hacia el exterior o el pasillo, me hace sentir apretujada, sin respiración y ansiosa, igual a como me sentí en la habitación del pánico de Dhaxton. La sensación es casi la misma. Ni siquiera puedo dormir por más cansada que me encuentre, cosa que envidio de Agnes, pues ella ha conciliado el sueño y ahora duerme en una de las dos camas con la que cuenta la habitación.

Por si la pesadilla que viví no fuera poca, las consecuencias se hacen presente en el silencio y, ya sin la adrenalina del momento, la herida en mi cabeza comienza a fastidiarme.

Raziel se sienta junto a mí, a los pies de la cama, cuando lo nota.

—¿Duele mucho? —luce genuinamente preocupado.

—El dolor es constante, pero es el que menos me duele. —Bajo la cabeza—. Mis muñecas y tobillo duelen más al moverlos. —Le enseño los moretones que tengo por las correas de la silla. Estaban demasiado apretadas y a pesar de que ya no estoy amarrada, las siento aprisionando—. Espero que no tengamos que correr porque presiento que no lo soportaré mucho tiempo.

Raziel pasa su dedo índice por el dorso de mi mano centímetros antes de llegar a la zona lastimada. Es un gesto cauteloso, algo tentativo, pero que siento como una sutil caricia.

—Tengamos algo de esperanza en que Denniro cumplirá su parte y nos dejará en paz.

Sus palabras me sorprenden.

—¿Realmente crees que lo haga?

—No, por eso decidí ir a la casa de Camille en primer lugar.

Se acomoda en su lugar y noto que sus ojos se desvían hacia mi frente y luego mis manos, tensando los labios. Lo conozco lo suficiente para saber que no se siente bien.

—¿Qué pasa?

—No puedo dejar de pensar en que toda esta mierda está pasando por mi culpa —dice con pesar—. Si yo hubiera estado ahí para cumplir lo que te prometí, nuestra situación sería diferente.

Lo dudo. Creo que solo hubiera retrasado lo inevitable. Dhaxton es una bomba de tiempo, así como los problemas. Pero entiendo que el haberse ido con Agnes en lugar de cuidarme, lo pone mal.

—Yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo —admito, encogida de hombros y la mirada ligeramente hacia Agnes, que todavía duerme—. Además, viendo el lado positivo, jamás habríamos visto la verdadera cara de Dhaxton y lo que sucedió con mi hermana.

—Debe ser jodido enterarte de que tienes una hermana y saber, a las malas, que fue asesinada.

—Llevo tiempo sintiendo que estoy viviendo otra vida, que me quedé varada en algún punto y fui reemplazada por alguien más —digo con pesar, para ver si así este cúmulo de frustraciones me deja en paz—. No sé. Veo todo desde afuera, pero lo siento muy profundo. Estoy en el punto de inflexión en que nada se siente real. ¿Alguna vez te has sentido así?

—Cuando decidí buscar a Agnes. Estaba tan ensimismado en desenmarañar lo que había detrás de las desapariciones que olvidé por completo mi vida real. Fue difícil acostumbrarme a ser otro.

Es cierto. Si existe una persona que puede entender lo que siento después de saber lo de mi familia, ese es Raziel. Él, literalmente, se volvió otra persona.

—Así que... ¿un policía?

Asiente con una ligera sonrisa formándose en sus labios.

—¿Te parece muy loco?

—No tanto, pero es que no luces como uno. —Al mirarlo de pies a cabeza, enarca una ceja como pidiendo más explicaciones—. Es decir, si tuviera que adivinar a qué te dedicabas, diría que eras parte de alguna pandilla de motociclistas o manejabas un gimnasio de boxeo. Policía sería lo último de mi lista.

—He ahí por qué no hay que fiarse de las apariencias. Pero no estás muy alejada de la realidad, las motos y el boxeo son unos de mis pasatiempos. O lo eran cuando tenía tiempo.

Otra cosa en común. Yo con lo que está pasando apenas tengo tiempo para dedicarme al arte. Y extraño tanto conectarme con mis pinturas...

—Amaría poder ver una foto tuya en uniforme —confieso para fastidiarlo.

—No necesitas una foto.

Su insinuación nos deja un momento en silencio. No es uno asfixiante o incómodo, es uno que me hace recordar que mis sentimientos por él siguen latentes y que en situaciones de fatalidad siento confort.

—¿Y cómo fue que decidiste ser policía? —continúo.

—Supongo que mi sentido de justicia despertó cuando tuve que ver cosas que no me gustaban. En casa, en el colegio, donde fuera. Dentro de mí crecía un fuego y una necesidad de hacer algo.

—Puedo entender de qué hablas, ese fuego que dices siempre me motivaba a ayudar a los demás.

Ahora, sin embargo, de ese fuego quedan cenizas.

—Cuando cumplí veinte años me alisté y tras una serie de pruebas quedé. Estuve ahí durante cuatro años.

—¿Cuatro años? —repito al no calzarme los años—. Eso quiere decir que no tienes veinticuatro años.

—Eso es lo que dice mi identificación falsificada, en realidad tengo dos años más.

Entonces tiene veintiséis años.

—Son muchos años de diferencia —digo tras sacar la cuenta.

—Siete, para ser más precisos.

Es muchísimo más mayor que yo, a pesar de que no lo aparenta.

—Bueno, los ancianos tienen su encanto —bromeo.

Raziel se ríe echando el cuello hacia atrás y me complace poder combatir lo malo de nuestra situación haciendo comentarios de humor. Pero, cuando su risa acaba, el silencio nos trae de vuelta a la fría y oscura habitación de hotel.

—¿No quieres dormir? —me pregunta de pronto. Hay dos camas en esta habitación y una ya está ocupada por Agnes. La otra, que es donde estamos sentados, luce tentadora— Yo me quedaré despierto hasta que Raven llegue.

—Prefiero que me sigas contando sobre ti, de todas formas, no puedo pegar pestañas. —Mi confesión le hace formar una mueca como diciendo: «te entiendo, me pasa»—. ¿Qué pasó luego? ¿Cómo fue que te echaron?

La mirada de Raziel me evita y se enfoca en un punto de la habitación hasta perderse en lo que serían sus más oscuros recuerdos.

—Esta chica apareció en la calle. Ni siquiera recuerdo su nombre —admite con pesar—. Estaba desorientada, drogada, y casi no recordaba dónde había estado. Nadie la había reportado como desaparecida, nadie había hecho la denuncia, pero ella, de alguna forma, consiguió decirnos que había desaparecido. Se había ido lejos.

Al pronunciar lo último no puedo evitar mirar a su hermana.

—Como hicieron con Agnes —concluyo tras recordar su relato.

—La llevamos a un hospital, como correspondía, y a los días siguientes llegaron dos hombres a recogerlas —continúa contando—. Luego aparecieron más chocas. Nos dimos cuenta de que existía un patrón de desapariciones: todas chicas, de aspecto angelical, jóvenes. Me ofrecí para investigar como policía encubierto. La idea era interceptarlos, sacarles algo de información... La que fuera. —Noto que su mandíbula empieza a tensarse—. Llevaba una cámara y un micrófono escondidos. Visité este terreno lleno de contenedores, de esos grandes que ponen en camiones de transporte, entonces... la cagué.

Acaba con un suspiro, arrepentido.

—Mataste a un hombre.

Cuando lo digo, él me mira sin levantar la cabeza.

—Maté a un hombre... sí —afirma y siento que mi estómago se estremece de los nervios—. Estaba tan furioso por lo que estaba sucediendo con esas chicas que me precipité demasiado, perdí los estribos. Le pedí que me mostrara lo que tenía en unas bodegas, el sujeto no quiso, se molestó y dirigió su mano a la espalda. Todavía tengo grabada aquella escena. Yo fui rápido, saqué mi pistola y le disparé dos disparos al pecho. Y, luego, otro más. —Cierra los ojos como si ya no quisiera ver aquel recuerdo—. Cuando cayó al suelo me di cuenta de que solo intentaba sacar la llave de la bodega. El sujeto junto con los demás estaban limpios.

—Oh, Dios...

—Tras mi grave error, y con ayuda de la familia de Camille, que son abogados con años de experiencia, pude librarme de la cárcel. Me dieron de baja y a petición del juez, bajo mi argumento de que era defensa propia, me enviaron a hacer servicio comunitario.

Me quedo callada tratando de asimilar su historia y en cómo debió ser para él soportar lo que hizo. Debió sentir demasiada culpa para no querer hablarlo con alguien más. No es un tema que puedas decírselo a cualquiera. Y yo ni siquiera sé qué decirle al respecto.

—Ahora sabes que maté a un hombre inocente —dice al ver que no digo nada. Lo tomo de la mano para hacerle saber que estoy con él, porque sé que en el fondo, y a diferencia de Dhaxton, él está arrepentido y jamás hubiera apretado el gatillo de haber sabido que solo eran llaves—. Mi error me llevó a ser más calculador, a meditar bastante por las noches, a sentirme fatal, como merezco. Pero mis pensamientos de arrepentimiento siempre eran interrumpidos por la chica que encontramos. Así que me obsesioné con encontrar a los bastardos que se la llevaron, de descubrir qué le había pasado, dónde había estado...

—Y ahí fue cuando involucraste a tu hermana.

—Mi otro gran error —susurra y baja la voz—. La desaparición de Emma Williams me recordó a la chica, y Emma se había relacionado con Dhaxton Crusoe y Seth Bellish. Agnes cumplía con la característica de la chica y Emma, era perfecta para ayudarme. Al final, terminé lastimándola. No hay día en el que no me cuestione lo que hice.

—Al menos ella ya está contigo.

La miro de nuevo para comprobar que sigue dormida.

—Pero bajo qué costo —reclama—. Estamos jodidos.

—En eso te doy la razón. Solo espero no tener que pasar tanto tiempo aquí, he visto toda clase de insectos.

Mi comentario le saca otra sonrisa, pero luego esta desaparece. Raziel se acomoda para quedar frente a mí, serio. Me toma las manos con cuidado y las aprieta desprendiendo un calor agradable.

—Huyamos.

Lo ha dicho tan rápido que no sé si ha sido parte de mi imaginación.

—¿Qué?

—Escapa conmigo —responde, lleno de convicción—. Larguémonos de esta maldita ciudad. Deja todo atrás y empecemos juntos, desde cero. Hagamos una nueva vida juntos.

Su propuesta es tan repentina que me deja sin habla. Debo tomarme un momento para ordenar mis pensamientos.

—¿Hablas en serio?

Raziel asiente.

—Estoy siendo muy serio, Audrey —afirma, engrosando la voz—. Quiero que huyamos juntos. Podemos empezar de nuevo, lejos, sin toda esta mierda. Quiero comenzar una vida nueva, y quiero que tú estés en ella.

Trago saliva con dificultad.

Irme. Lejos. De aquí.

Eso suena tan... utópico e inalcanzable.

Antes de que pueda responder, alguien golpea la puerta. Raziel salta de la cama mientras yo me acerco a Agnes para socorrerla, pues los golpes la han hecho chillar de susto.

—Tranquila, tranquila... —le digo, buscando sostenerla de los brazos y mantenerla en la cama. No puedo ni imaginar lo que tuvo que pasar para que se asuste así.

—¿Quién es? —interroga Raziel, de pie a unos metros de la puerta.

—Raven —contestan desde el exterior—. Abran la puerta. Rápido.

Es su voz, por eso Raziel no duda en abrir.

—¿Cómo te fue? —le pregunta.

Raven no necesita responder. Da un paso al costado de la habitación cuando entra y permite que mamá entre.

—¡Mamá!

Me lanzo a abrazarla. Ella me sujeta con fuerza y me puedo sentir más segura y aliviada de que ya esté conmigo. Toma mi cara entre sus manos para mirarme con detenimiento y se da cuenta de la venda que tengo en la frente.

—Mira lo que ese chico te hizo —dice en un tono lleno de rabia.

—Dhaxton nos engañó a todos... —me lamento, impotente por no poder hacer nada. Ella vuelve a apegarme a su pecho y coloca su mano en mi cabeza—. ¿Qué pasó?

—Ese chico, Seth, llegó a contarme lo que sucedió, lo que Dhaxton hizo, lo que su padre trató de hacer. —Se escucha frustrada—. Me dijo que tu hermana... Que Agnes...

La voz se le quiebra y noto cómo su pecho se acelera en busca de aire, precipitando los sollozos. Armó todo un plan para estar con Agnes otra vez, creyendo que la volvería a ver, sin esperar que un monstruo se había encargado de ella de manera tan cruel.

—Lo sé.

—Tantos años separadas para que haya terminado así —pronuncia con dificultad.

Me separo de ella para mirarla de frente.

—No es nuestra culpa. La única persona responsable es Dhaxton, y Denniro que encubrió los hechos.

Se seca las lágrimas y luego frunce el ceño en una mueca de asco.

—Ese hombre horrible ni siquiera quiso darme alguna explicación cuando le planté cara por lo que Dhaxton te hizo, fingió no verme y prefirió que Devon hablara por él.

Denniro siendo un cobarde. ¿Por qué no me sorprende? Ese hombre solo se preocupa por él, está más que demostrado.

—¿Devon lo sabía?

Me responde con un simple gesto con la cabeza.

—Dijo no saber nada.

—¿Y le crees?

—Le creo —responde con seguridad—. Él no me mentiría. Le dije que tras lo que Dhaxton intentó hacerte no podíamos seguir con nuestra unión. Él aceptó divorciarse. Por supuesto no le dije nada sobre Agnes. —Vuelve a gimotear, esta vez colocando las manos en su pecho—Mi pobre bebé... morir de esa forma tan inhumana...

Creo que ella, al igual que Seth, tenía la esperanza —pequeña, como una partícula— de que Agnes estaría viva.

Raven también se lamenta y seca sus lágrimas.

Verlas así de destrozadas me parte el alma.

—¿Dejaron que te fueras sin más? —sigo con las preguntas.

—Por supuesto que no. Devon no quería poner fin a la fiesta, pero yo misma le insistí en que la acabara. Les dijo que había un problema técnico y que necesitaban marcharse.

Puedo imaginarme a Devon hablando con los demás, avergonzado por la situación, mientras su penoso padre lo mira desde algún lado de su habitación, temiendo que su reputación acabe.

—Mientras los invitados se iban me intentó convencer de hablarlo, de no levantar cargos y prometió que se haría responsable de lo ocurrido. No quería dejarme ir, fue muy insistente. Si no fuera porque Seth intervino, todavía estaría metida en esa casa.

La mención de Seth me da un vuelco el corazón.

—¿Y Seth? ¿Está bien?

—Él se quedó allá...

Antes de que diga más, Raziel da un paso y se posiciona junto a mí.

—¿Comprobaron si alguien las seguía? —le pregunta a Raven.

—¿Por quién me tomas, niño? —le reprende ella, mirándolo de pies a cabeza con desdén.

—Nadie nos siguió —aclara mamá, tomándose un tiempo para mirarlo de pies a cabeza. Había olvidado que ninguno de los dos se había visto antes. Al menos no en persona, lo que amerita una presentación formal.

—Mamá, él es Raziel, la persona de la que te hablé. —Ella solo lo mira, desconfiada, y él, por su parte, la saluda con un ademán—. Y ella es su hermana, Agnes, quien estuvo cautiva para ellos.

Señalo a Agnes, quien continúa sentada en la cama, con su cuerpo cubierto por el viejo edredón. Sin embargo, la expresión de mamá se vuelve pálida y tensa.

—¿Qué hicieron? —interroga, dando un paso atrás, asustada— ¿Se han vuelto locos?

Parece como si frente a ella estuviera un fantasma.

—¿Qué ocurre? —le pregunto.

Señala a Agnes con un tembloroso dedo.

—La deben estar buscando.

—¿Cómo lo sabes? —interviene Raziel, colocándose en el campo visual de mamá, cubriendo a Agnes.

—No pueden estar sin una chica. Ellos vendrán.

—¿Denniro viene tras nosotros? —interrogo, desorientada.

Cuando mamá niega con la cabeza, temo que estoy equivocada. Muy equivocada.

—Algo mucho peor viene a por todos nosotros si no entregamos lo que buscan.

Ya entiendo... Dhaxton dejó ir a Agnes tan fácilmente porque sabía que ellos la buscarían y se encargarían de Raziel. Matar dos pájaros de un solo tiro: a mí y a él. Por eso Denniro nos permitió marcharnos, porque esta vez harán el trabajo sucio por él.

Agnes salta de la cama hacia Raziel y se coloca aferrada a su brazo. Se ve que está muerta de miedo, al igual que mamá. Su temor es contagioso, se puede sentir en el ambiente. La templanza de antes cambia, todo cambia. Raven da un paso, colocándose a favor de mamá y yo siento que se está formando una contienda, dos bandos.

—Debemos irnos... —propongo, pero mamá me interrumpe con un fuerte «no».

—No repetiré la historia de nuevo —me dice, transportándome a la vez que éramos una familia feliz, huyendo de las horribles garras de la logia, atrapadas bajo nuestro auto, viendo a papá desangrarse por el disparo y a Agnes gritar para que no se la llevaran—. No dejaré que te lleven —resuelve mamá.

—Ni yo permitiré que se lleven a mi hermana —le rebate Raziel—. Audrey tiene razón, hay que irnos.

—Necesitamos darle un reemplazo si queremos que nos dejen en paz —contradice mamá, alzando la voz—. Y ella...

—¡No! —grito yo.

—Audrey, es por nuestro bien­. No podemos contra ellos, se nos echarán encima apenas vean la oportunidad —me intenta entrar en razón, tan confiada en que entregar a la hermana de Raziel es lo correcto que me da escalofríos—. Denniro es un problema pequeño a comparación de ellos.

—Agnes no volverá a ese lugar.

—Si no es ella, serás tú —me dice mamá—. No permitiré que te lleven; eres lo único que me queda.

—Y una mierda —se queja Raziel—. Esto no es un compra y venta. Ellos no saben dónde estamos, podemos mantenernos aquí, ocultos, hasta que consigan a alguien. Raven puede ser nuestros ojos.

Raven chasquea la lengua, casi burlándose del descaro de Raziel.

—Yo soy los ojos de los Swain. Si algo atenta contra su vida, se los haré saber. Y si rompen a patadas la puerta en busca de alguna de ellas, ten por seguro que se llevarán a tu hermana.

—Puedes hacer el intento —la provoca Raziel, consciente de que tiene la ventaja física.

—Basta —me pongo en medio—. Por favor, no decidan por nosotras. No decidan por nadie. A estas alturas, pensar que ellos se saldrán con la suya es detestable.

—Ya te lo dije, Drey, no podemos con personas tan poderosas como ellos.

—Esto es un David contra Goliat, y este Goliat viene armado —le apoya Raven.

Esto no puedo quedar así. Me rehúso a que se salgan con la suya. Si algo malo va a pasarnos, entonces ellos saldrán perjudicados.

—Te estás olvidando de algo —le digo a Raven—. David no estaba solo. David tenía de aliado a Dios, y nosotros tenemos a otro aliado. Necesito un celular.

Raven y mamá se miran sin comprender, pero, de todas formas, Raven me entrega su celular. Luego, me dirijo a Agnes.

—Necesito tu ayuda.



Al cabo de unas horas encerrados, el ambiente encendido por la discusión se apacigua. Sin embargo, el estar encerrados nos tiene demasiado tensos para poder dormir. Agnes y Raziel están a un lado de la habitación, mientras que mamá y yo en el otro. La he puesto al tanto de todo lo que ocurrió, sin dejarme ningún detalle a la deriva. Ella me ha regañado por haber sido tan imprudente, diciendo que es mejor haber jugado en silencio, tal cual como ella lo estaba haciendo. Raziel, a pesar de lo que mamá está dispuesta a hacer si los dementes de la logia aparecen, le dio la razón con lo del plan imprudente.

Luego quedamos en silencio, lo que me dio tiempo para pensar en la propuesta de Raziel sobre marcharnos juntos.

Dejar mi vida atrás suena tentador, pero, por alguna razón, cuando pienso en crear una vida nueva, él no está en mis planes. Es como si fuera consciente de que solo uno de nosotros podrá lograrlo.

Da miedo.

Cuando la puerta suena, los golpes indican que se trata de Raven.

—Audrey —me llama desde la puerta y agita su mano para que me acerque.

—¿Qué pasa?

—Tranquila —me dice al ver que su llamado me preocupa—. Estamos seguros, por ahora.

—¿Entonces?

—Quiero que vengas a un cuarto conmigo.

Con cierta desconfianza sigo su paso por el pasillo hasta dar con la puerta de otra habitación. Haciendo el mismo ritmo de golpes, Raven golpea la puerta y esta se abre luego de un rato. Dentro solo hay oscuridad, lo que me da cierta mala espina, pero el cansado rostro de Seth no tarda en asomarse invitándome entrar.

—¡Seth!

Por instinto salto hacia él para abrazarlo y no tarda en responderme rodeándome con sus brazos. Me hace tan feliz que esté a salvo como jamás creí que podría sentirme, a pesar de que, en el fondo, él es uno de ellos. Pero la manera en que se fue sonaba como una despedida que prometo atesorar este momento.

—¿Te volviste loco? ¿Cómo se te ocurre marcharte así?

Mi reclamo le saca una sonrisa, mas es una que no llega a ser del todo sincera. Se le ve triste, y con razón.

—Tenía que hacerlo —dice.

—¿Por qué?

—Tenía que saber dónde la enterraron.

El pecho se me hunde. Es cierto; supimos qué pasó con Agnes, pero nunca qué hicieron esos dos infames con ella.

—¿Y? ¿Te dijeron?

—Denniro dijo: «ya dimos por saldado este asunto».

—Es una persona horrible...

—Dhaxton, sin embargo, me dijo que la cremaron y lanzaron al mar las cenizas. Al menos está en un lugar donde por fin puede sentirse libre.

Que hayan lanzado las cenizas al mar probablemente fue para que jamás hallaran su cuerpo, otra forma de limpiarse las manos para ahorrarse futuros problemas. No fue un acto de piedad, para que mi hermana descansara en un lugar decente, fue simple egoísmo.

Lo que me sorprende es que Seth le haya preguntado a Dhaxton después de echarle en cara que no lo haría. Supongo que tuvo que hacerlo, no le quedaba de otra.

—Traje esto —dice, encendiendo una pequeña lámpara junto a un velador.

Del bolsillo de su traje saca dos objetos que no logro reconocer a la primera. Necesito tomarlas en mis manos para descubrir que se trata de la identificación de Agnes y su pasaporte.

—Sus pertenencias...

—No podía dejarlas ahí —dice con pesar—. Ahora son tuyas.

—Gracias.

—Ah, y también tengo tu celular. —De otro bolsillo saca mi celular, el cual seguramente tenía Dhaxton—. Por favor, quita ese horrible fondo de pantalla que tienes.

Desbloqueo el celular para mirar la pantalla; la foto que Raziel y yo nos tomamos abrazados se logra divisar detrás de los iconos.

—¿Y Dhaxton?

—Insistió en que me quedara, pero me encargué de hacerle saber la clase de persona que es. —Mastica las palabras como si la sola idea de hablar de él le diera repulsión—. Admitió que actuó por celos. También por impulso. —Se mete las manos al bolsillo y saca la nota que supuestamente Agnes le había escrito—. Releí esta nota muchas veces y ahora, cuando leo: «Te amo, te amo, te amo. Te amo tanto que duele», me parece una carta de amor.

Parecen las palabras de alguien desesperado.

No puedo imaginar a Dhaxton escribiendo esas notas... Eso es demasiado.

—¿Qué pasará con él?

—Denniro dijo que lo van a encerrar. ¿Dónde? No lo aclaró, pero seguro que lejos de Wightown con la excusa de que le salió alguna beca o algún trabajo para mantener la apariencia de familia perfecta. —Seth suspira, cansado, y se apoya en una de las paredes—. Le dije que esperaba que se pudriera en alguna cárcel, solo, sin nadie que pudiera darle una pizca de misericordia, porque no se la merece. No merece nada.

Me dan ganas de abrazarlo, pero cuando lo voy a hacer, despliega otro suspiro y cruza los brazos.

—Qué ganas de irme lejos...

—Nos hacen falta unas vacaciones, eh.

Mi comentario lo hace alzar las cejas.

—¿A dónde te irías?

—España. ¿Y tú?

—Haría un recorrido por todo el mundo. —Luce entusiasmado—. Empezaría por México, quiero visitar Machu Picchu.

Una risa se me escapa.

—Eso queda en Perú, tontito.

—Ya sé, quería ver si estabas atenta.

—Claaaro.

Me gusta que incluso en una situación tan complicada como la que estamos pasando, Seth conserve su sentido del humor y me haga reír. Si tengo que decir alguna característica que me gusta de él, es que puede sacarme una sonrisa en los peores momentos. Es mi alivio cómico.

—¿Y dónde vivirías? —insiste en preguntar.

—España —repito.

—Bueno, bueno, se ve que le tienes aprecio al país.

—Es un país lleno de arte —me encojo de hombros—. Aunque, siendo sincera, no viviría en la ciudad, me iría a un lugar más apartado, tal vez alguna de sus islas. Compraría una casa en un prado y todas las tardes me sentaría en el pórtico a contemplar la puesta de sol. No me haría falta nada más.

De solo pensar en ello mi corazón encuentra paz.

—Una vida relajada. Pero ¿sabes qué te faltaría?

Seguro es una pregunta capciosa, por lo que decido adelantarme a su jugada.

—¿Tú?

—Iba a decir mis galletas de canela, pero si insistes...

Haciendo frente al silencio, lo observo dado a que tal vez sea la última vez que pueda hacerlo, entonces me doy cuenta de que tiene el mismo semblante que en mi primer día de clases, cuando la cadena de la abuela giraba en su dedo y amenazó con que no delatara su relación con la profesora: arrogante y testaruda. Pero, ahora que lo conozco mejor, entiendo que solo es la fachada para esconder todo lo malo que hay detrás. Y me da lástima saber que, si ellos caen, Seth también lo tendrá que hacer.

—Perdóname, Seth —le digo en voz baja, casi sin poder mirarlo a la cara. Me obligo a ser fuerte y enfrentarme a su expresión, pero para mi sorpresa no sabe de qué hablo—. Cuando abandoné tu casa después de la cena de compromiso de mamá, me prometí que vengaría a todas las chicas involucradas en el juego que tú y Dhaxton tenías. Y si bien en ese entonces no sabía que se trataba de algo mucho más grande que ustedes, y no un simple juego, no permitiré que ellos se salgan con la suya. Ya hemos sufrido demasiado.

Su ceño fruncido revela la confusión que lo posee.

—¿Qué harás? —interroga.

—Lo correcto.

—¿Y haciendo lo correcto saldré perjudicado?

—Es posible.

Alza las cejas asimilando mi respuesta.

—Todos tenemos que rendir cuentas, ¿verdad?

Yo solo le respondo con un vago movimiento de cabeza.

Seth sabe que hizo cosas malas por razones peores, pero en el fondo ha intentado cambiarlo. Aun así, no ruega por piedad.

—Antes de que todo arda en llamas, ¿puedo pedirte un deseo?

Eso suena a que tiene segundas intenciones.

—¿Qué quieres?

—Un beso para no olvidar a qué saben tus labios.

Sonrío.

—Qué cursi. No sabía que tenías ese lado tan sensible.

—Deja de burlarte, hablo en serio.

Trago saliva al verlo con la quijada marcada, su cabello desordenado, el cuello de su camisa abierto y los brazos cruzados sobre el pecho.

Esto me recuerda a mi primer beso, que fue con él.

—Bien —le digo, situándome frente a él—. Te concedo tu último deseo, Seth Bellish.

Cierro los ojos y espero.

Siento que se acerca. Sus dedos toman mi mentón y levanta mi cabeza para acomodar el ángulo. Se está tardando más de lo que pensé, pero poco a poco puedo sentir su respiración en mi piel y, tras un momento, el toque de sus labios sobre mi frente.

Abro los ojos, confundida.

—Creí que ibas a...

Pone su dedo índice sobre mis labios.

—Ese deseo tendrás que concedérmelo luego.

Regresamos a la habitación donde están los demás cuando en que un mensaje le llega a Raven, el cual me enseña sin comprender.

—«Está hecho» —leo en voz alta, pero nadie entiende a qué se refiere.

Rápidamente desbloqueo mi celular y reviso la nueva publicación en Happy Little Tea. Allí, en su primer post un video con el rostro de Agnes aparece en el que se cuenta su testimonio de lo que ocurrió con la secta y mi testimonio, sobre lo que ocurrió con Dhaxton.

Es un video destapando todos los secretos que esta ciudad tanto intenta guardar.

Es un video para que ninguna otra chica pase por lo mismo.

Es un video de advertencia señalando a todos los culpables en caso de que nos ocurra algo.



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bueno, muchachines, este es el penúltimo capítulo de esta historia

sus velitas dieron resultado, nuestro seth papucho está bien <3 por ahora MUAJAAJ

es bromi, como ya dije, aquí no habrá muertes~ así que respiren con calma

si ven algún error, háganmelo saber en cometarios, porque no estoy acostumbrada a escribir desde el celu u.u

ya que les surgió la duda, se los digo porque soy wena gente: el spin off sería de Dhaxton~ peeeero debo juntar tiempo si quiero escribirlo, aunque ese hombre me tienta. O sea, me andan llamando diciendo: "yujuuuuu, estoy aquí, no me olvides, dame un final". No puedo resistirme...  

nos vemos la próxima semana con el final <2+1


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