41
MUERTOS BAJO EL TAPETE
El miedo se proyecta en los ojos de Dhaxton, y por más que intente ocultarlo, este se desprende de manera obvia junto al tenso silencio que queda tras mi pregunta. Permanece quieto, como un animal que teme ser atacado por un depredador más grande.
—Todo este tiempo tú... Dios..., ahora todo tiene sentido. Ahora comprendo por qué siempre que estábamos juntos, tú, de alguna manera, intervenías. Estás enamorado de Seth —afirmo con seguridad, mirando directamente a sus ojos, aventajándome de su miedo. He descubierto su punto débil, puedo tomarlo para salir de aquí—. Te gusta desde hace siglos, ¿no es así? Pero a él le gustaba Agnes.
Baja la mirada al suelo junto con su cabeza. Puedo ver su perfil volverse sombrío, completamente serio. He dado en el clavo, y ya no tiene forma de ocultarlo. Se toma un momento de silencio, supongo para reflexionar cuál ha sido el fallo que ha cometido. Entonces, sus comisuras caídas se elevan demostrando que todavía tiene la fuerza suficiente para hacer frente a mi revelación, y esto basta para que vuelva a envolverme el miedo a su faceta impredecible, a lo que pasa por su cabeza.
—Supongo que ya no vale la pena que te lo esconda —farfulla.
Todavía mira hacia el suelo. Sin embargo, en el instante en que decide levantar la cabeza, puedo ver que ha tomado una decisión sobre mí: no me lo ocultará porque me va a matar.
—Sí —me da la razón y avanza hacia mí con paso lento—. Tienes razón. Estoy enamorado de él. Y ella también lo estaba. —Su voz surca un cambio al referirse a Agnes—. La odiaba por eso. La aborrecí desde la primera vez que nos encontramos en aquella reunión, pero mi repudio fue creciendo cuando noté que él comenzó a tener interés en ella. Yo fui el primero al que conoció, yo le enseñé a nadar. Conmigo iba hacia todos lados, ¿por qué ella le llamaba la atención? Supe que la razón era muy simple: a Agnes le gustaba pavonearse por ahí. Siempre llamaba la atención de alguna manera, lo quería todo para ella.
La forma en que se expresa demuestra que no solo odia a Agnes, sino que no hay ningún arrepentimiento de lo que hizo.
—No iba a permitir que lo arrebatara de mi lado, así que opté por cerrar cualquiera de las posibilidades entre ambos.
—La mataste —murmuro, temerosa.
Me lanza una expresión de temer. Interrumpirlo ha sido un arrebato del que me arrepiento al instante.
—Busqué una salida simple —prosigue, enfatizando en cada una de sus palabras—. El solo hecho de pensar que los dos podían hacer una vida juntos me enerva, y como sé que dentro de lo descuidado que suele ser Seth es bastante leal, busqué el punto débil de Agnes y la convencí de que saliera conmigo en lugar de él.
Por eso Agatha dijo que Agnes y Seth parecían dos enamorados, por eso ella no lograba comprender la razón detrás de la decisión de Agnes al elegir a Dhaxton. Él la extorsionó para que salieran juntos, nunca se trató de amor. Lo peor de todo es que Emma también lo eligió a él. Siempre él.
No puedo creer que tenga una sonrisa en sus labios mientras dice todo esto.
Trago saliva. La garganta se le ha vuelto a secar y siento que tengo un reflujo atorado en ella que me impide hablar con propiedad. Carraspeo, sin fuerzas, y busco mantener a Dhaxton ocupado en responderme para hacer algo más de tiempo.
—Si lo tenías bajo control, ¿por qué la mataste? ¿Por qué llegar a tal extremo?
—Lo hice por amor —dice con seguridad.
Mi cuerpo es atacado por una ráfaga fría que me lleva a soltar palabras sin pensar:
—Eso no es amor.
Mi declaración lo inmoviliza. Tiene una expresión de «¿qué acabas de decir?» que busca una respuesta.
—Lo que sientes hacia Seth no es amor —digo, firme—. Estás obsesionado, enloquecido, confundiendo la dependencia con el amor. Eso no es amor.
Lo he ofendido.
—¿Qué puedes saber tú del amor? —cuestiona— Tú: una chica que pasó la mitad de su vida atrapada en un internado, alimentándose de las costumbres de los demás, sin haber experimentado lo que es tener sentimientos hacia otra persona. Eres una mojigata que recién abre los ojos al mundo.
—Sé lo suficiente como para saber que si amo a alguien jamás haría algo que lo dañe. Sé lo suficiente como para sentir que, si no soy buena para esa persona, lo deje ir, porque amar no siempre consiste en sentimientos mutuos. A veces la mayor muestra de amor es dejar que esa persona sea feliz con otra, no impedírselo. Amar no es acaparar toda la atención de esa persona, es darle su propio espacio. Tienes razón; no he experimentado nada en mi vida, pasé la mitad de mi vida en un internado, pero he tenido la oportunidad de saber qué es amar a otra persona, y también de saber qué son los celos.
Lo miro, desafiante.
—Hablas demasiado —se queja, formando una mueca de desagrado—. Es tiempo de que...
Sus palabras se desvanecen tan rápido como se voltea hacia la puerta cuando esta suena.
Hay alguien del otro lado.
Tomo aire para chillar con fuerza y ser rescatada, pero Dhaxton salta sobre mí y me cubre la boca. Me la cubre con fuerza, incluyendo mi nariz al mismo tiempo en que sisea para que guarde silencio. Me muevo de un lado a otro para apartarlo, sacudo la cabeza para que sus manos dejen de asfixiarme.
Los golpes siguen, esta vez con más fuerza y la forma en que Dhaxton me retiene se vuelve más ruda. Está asustado, mira hacia la entrada expectante. Empiezo a perderme por la falta de oxígeno, a debilitar mis movimientos, pero con el último suspiro que me queda, consigo morder uno de sus dedos. Dhaxton da un grito de dolor en lo que yo empiezo a sentir el sabor metálico de la sangre en mi boca, pero eso no impide que tome otra bocanada de aire y grite por auxilio.
Cierro los ojos y grito con toda la fuerza que puedo. Grito hasta desgarrarme la garganta.
Los golpes en la puerta se vuelven en enormes estruendos.
—¡Dhaxton! —grita Seth— ¡Dhaxton, abre la maldita puerta!
El horror se refleja en Dhaxton. Con los ojos desorbitados mira a su alrededor, pero es demasiado tarde: Seth embiste contra la puerta y esta comienza a ahuecarse por sus golpes.
—Es demasiado tarde —le digo a Dhaxton—. Él ya sabe que estoy aquí.
—¡Silencio! —exige, abofeteando mi cara.
—Es momento de enfrentar lo que hiciste —insisto—. Ya no puedes escapar.
No dice nada. Va hacia mi espalda y escucho que se mueve de un lado a otro y, luego, aparece con una escultura de la cabeza de Seth. Siento escalofríos de solo pensar que aquí abajo se ha atrevido a guardarla y que ahora piensa usarla en nuestra contra.
Se coloca frente a mí con la escultura entre sus manos, en lo alto, dispuesto a darme con ella.
Cierro mis ojos con fuerza a la espera del golpe.
Pero la puerta emite un pitido y se abre. Al primero que veo asomarse es a Raziel, luego Seth aparece en la entrada y se queda congelado al mirar el interior. Lo siguiente pasa tan rápido que me hace creer que estoy alucinando. Dhaxton le lanza la escultura a Raziel, pero él lo logra esquivar, agachándose; Seth gruñe, irritado y luego se abalanza contra quien decía ser su amigo.
—¡¿Por qué?! —le grita— ¡¿Por qué haces eso?!
Los sonidos de sus puños colisionando en Dhaxton es terrorífico. Aunque lo es más ver cómo sus nudillos se rompen ante el contacto despiadado contra su cara y el brote de la sangre en las heridas recién hechas.
Raziel se acerca a mí con paso decidido, sin inmutarse por la matanza que ocurre a nuestro lado.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —pregunta y examina mi rostro. Cuando sus ojos detallan la herida en mi frente y la otra en mi labio, se envuelve en una rabia incontrolable que desata con un gruñido furioso. Lo noto nervioso, con sus dedos intentando dar con la correa con desesperación. Una vez libera mi mano, sigue con mi pie y yo desato mi otra mano. Al fin libre, nos tomamos un momento para observarnos.
Mis ojos se llenan de lágrimas y los de él también. Verlo, después de lo que he pasado, me resulta un gran alivio. Lo abrazo con fuerza y él me aferra a su cuerpo, dándome su calor, de su abrigo. Junto a él puedo sentirme segura otra vez y feliz. Pudo haberse marchado con su hermana y dejarme, pero decidió volver.
—Perdóname —dice—. Perdóname.
Pero no es momento para ponernos sentimentales, las preguntas reiteradas de Seth me regresan a la realidad.
—¡Seth! ¡Basta! —le suplico— ¡Vas a matarlo!
Se queda con el puño en alto, amenazante, mientras Dhaxton está en el suelo con la cara cubierta de sangre, el miedo se refleja en su rostro, palidece y se hace a un lado para vomitar. Dhaxton permanece quieto, estático en el suelo, sin siquiera quejarse por el dolor. En sus ojos grises se logra percibir la desesperanza, la falta de brillo, el desligue de toda la fachada.
Dhaxton está perdido.
Seth se recompone y con jadeos angustiados me observa. Sus ojos, inyectados en sangre, se muestran tan perdidos como la mirada que colocó Dhaxton al escuchar su voz al otro lado de la puerta.
Salta sobre Dhaxton y lo agarra de la ropa, sacudiéndolo.
—¡Mira lo que has hecho! —le reclama, desesperado— ¿Por qué? ¡¿Por qué lo hiciste?!
Los ensangrentados labios de Dhaxton se separan. Toma una bocanada de aire en el que se logra escuchar su respiración entrecortada.
—Nunca lo entenderían... —pronuncia con dificultad.
—¿Entender qué? ¡¿Que estás actuando como un maldito psicópata?! ¡¿Qué es esta habitación del pánico, joder?! —interviene Raziel, dando un paso hacia él dispuesto a retomar el trabajo de Seth. Yo lo detengo y niego con la cabeza.
Silencio.
Dhaxton no está dispuesto a dar más explicaciones. Hablar significa reconocer una derrota y, peor para él, que le cuente a Seth lo que por tanto tiempo llega escondiendo. Si le responde, entonces Seth se apartará de su lado y su peor miedo se haría realidad.
Decido hacer algo. La impotencia de todo lo que está ocurriendo me pone de malas. Tengo tantas preguntas como Seth en la cabeza y solo se me ocurre una forma de que Dhaxton comience a hablar.
Me pongo de pie con el resto de mis fuerzas que quedan y me dirijo hacia donde está el retrato de Agnes. Allí frente a los cientos de bocetos que están colgados en la pared, me doy cuenta con horror que todos rostros de las chicas han sido dibujados a expresiones de enojo y que algunas de sus cabezas han sido tachadas. Pero eso no es todo, cuando me dirijo al contenedor del que sacó el retrato de Agnes, hay más objetos; instrumentos para pintar, dinero, el DNI de Agnes y su pasaporte, ropa dentro de una bolsa, una correa de perro, una cámara de fotos instantánea, un pañuelo, un libro sobre Danti Vannan, más dibujos de Agnes y un par de fotografías de ella.
Doy un grito ahogado.
Solo cuando saco una de las fotos es que Dhaxton se empieza a retorcer. Raziel lo retiene para que no escape mientras Seth, conmocionado, muestra en sus ojos una mezcla de curiosidad y miedo.
—¿Qué es eso? —interroga.
—Es Agnes, tendida en el piso, muerta —le digo sin moverme.
—Quiero verla... —Camina hacia mí.
—No.
—Quiero verla —exige.
Comprendo que solo así podrá darse cuenta del monstruo que tiene por amigo, que necesita ver la fotografía para abrir finalmente los ojos. Sin embargo, cuando se la entrego, parece perder toda la fuerza mental de hace unos instantes. Comienza a llorar sin control.
En las fotos aparece Agnes, sí, tendida en el suelo en la misma posición que en el retrato, pero su rostro está desfigurado por completo y hay un charco de sangre alrededor de su cabeza.
Dhaxton se vuelve loco, quiere zafarse, pero Raziel tiene mucha más fuerza que él y lo logra controlar. Se retuerce con más insistencia, sin resultados, sin embargo, es persistente, no se cansa, ni siquiera parece adolorido por los múltiples golpes que Seth le encajó. Solo se inmoviliza cuando su supuesto amigo avanza hasta él, se agacha y le enseña la fotografía.
—¿Cómo pasó?
Más silencio.
—Quiero que me cuentes todo para darte una segunda oportunidad. —Dhaxton pestañea demostrando que aquella declaración lo ha dejado sorprendido, y Seth lo sabe bien, pues continúa hablando—: Tú eres mi amigo, seguro que tienes algún motivo importante por el que hiciste esto. Quiero saberlo. Quiero entenderte, Dhax.
Raziel y yo lo miramos sin comprender la forma en que está actuando. Ha bajado el tono de voz, habla más lento y cercano. En su lugar, yo estaría vuelta loca exigiéndole explicaciones, pero supongo que él sabe la mejor forma de tratarlo.
Las defensas de Dhaxton decaen y la presión que Raziel ejerce sobre él disminuye.
—¿Podrías, por favor, darme al menos un motivo?
Finalmente, Dhaxton accede a la petición asintiendo.
Raziel lo levanta sin problemas y lo tira sobre la silla. Todos nos abrimos espacio dispuestos a escuchar con atención lo que tiene por decir.
—¿Recuerdas cómo nos conocimos? —interroga Dhaxton, a lo que Seth responde asintiendo—. Yo era nada. Yo no era nadie hasta que te vi, yo era el hijo marginado de un sujeto rico que jamás tuvo una muestra de cariño. Mi familia y mis criadores me enseñaron sobre disciplina, educación, perfección, silencio... Me moldearon para hacer lo que ellos querían, a aprender con la práctica, por las malas. Pensaba que esa era la forma. Pero tú, pese a haberte lanzado al agua para nadar, me perdonaste y me ofreciste tu amistad. Eso me dejó sorprendido. Tú me enseñaste lo que es sentirse «apreciado».
Sus palabras me llevan a recordar lo que Seth me contó sobre la infancia de Dhaxton y lo duro que fueron con él.
—Me demostraste que, de alguna forma, podía ser «algo» en la vida de «alguien» incluso con todos mis defectos y sufrimientos. Se sentía bien. Yo me sentía bien. Quería sentir ese aprecio durante mucho tiempo, solo para mí.
Seth comienza a negar.
—No entiendo... —titubea.
Empiezo a impacientarme.
—Él creó una dependencia emocional hacia ti —digo, ganándome una mirada hostil por parte de Dhaxton.
—No —Luce receloso a usar dichas palabras—. Lo hice para que él fuera feliz.
—Lo hiciste porque querías su aprobación —desdeño, acercándome a Seth. Lo agarro del hombro y volteo para que me mire—. Él mató a tu perro —lo señalo—. Dhaxton tuvo que provocarlo porque no soportaba que estuviera a tu lado. Quiere toda tu atención para él sin importar el costo.
Seth palidece todavía más.
—¿Es eso cierto? —le cuestiona— ¿Provocaste a Bobby?
Dhaxton aplana sus labios rotos. No puede mentirle a Seth, no puede negarse a él, por eso ha preferido el camino del silencio. ¿Es que no sabe que mantenerse callado lo incrimina más?
—No puede ser. —Seth se agarra la cabeza, echando su cabello hacia atrás—. Lo tuvieron que dormir por tu culpa, siendo que él jamás atacó a nadie...
—Lo hice por ti. Él era peligroso —dice Dhaxton—. Tarde o temprano actuaría como tal y te atacaría.
—Como tú, ¿no? —espeta Seth y forma una sonrisa ladina pero nerviosa—. Mientras yo pensé que eras mi amigo, tú mostrabas tu verdadera cara a escondidas. Quién sabe cuántas cosas intentaste hacerme a mis espaldas.
—Ninguna —afirma, solemne—. Sin ti, ¿cuál es el sentido de mis actos, de mi arte, de mi vida...?
—¿Arte? —emito sin pensar.
Tanto Seth como Raziel caen en cuenta en esto tras mi pregunta. Y es que todo empieza a cobrar cierto sentido escabroso.
—Oh, mierda... —murmura Seth—. Danti Vannan.
Tengo un recuerdo de la biblioteca, cuando Seth y yo charlamos de su admiración hacia Danti Vannan.
«Dhaxton lo conoció gracias a mí y desde hace un tiempo ha hecho todo por imitar su estilo. No lo culpo, si yo tuviese el talento del dibujo, también me esmeraría por llegarle al menos a los talones», dijo aquella vez. Entonces, yo le pregunté cuál era la finalidad de Dhaxton al imitar a Danti, y su respuesta fue...
—Ser él —digo en voz alta.
Seth me mira como si hubiera descubierto otra decepción que le rompe el corazón y la psiquis. La desesperación de Dhaxton por la atención de Seth llevaron a que copiara su estilo, su arte. Nunca quiso buscar la perfección, buscar a la musa perfecta, quería ganarse una palmadita en la espalda por parte de Seth.
Todo lo que Dhaxton demostró es una mentira.
Absolutamente todo.
Ahora entiendo que le prometió a Seth que nunca más mentiría, así que hizo de su vida una mentira.
—¿Qué pasa por tu cabeza? —le cuestiona a quien creía ser su amigo— Ni siquiera puedo reconocerte. Esto... toda esta mierda... ¡¿Quién demonios eres?!
La agonía en la voz de Seth y el agobio por el que está pasando debe ser difícil. Lo entiendo hasta cierto punto, porque yo también tuve que descubrir cosas indeseables sobre mi pasado, sobre quién soy y quién era. Yo también me decepcioné de mis amistades sin llegar a reconocerlas, pero con Dhaxton es diferente, pues él, pese a estar sentado en una silla, acabado, no muestra una pizca de remordimiento.
—¿No te has dado cuenta? —replica con un dejo de sarcasmo en su voz— Yo soy el monstruo que tú creaste —le dice, alzando su mentón con orgullo—. Lo que pasó aquella tarde con Agnes fue su despertar.
Basta que hable de ella para sacar a flote el odio incontenible que le tiene.
—Ella era nuestra amiga. Tu novia. ¿Por qué le hiciste daño?
—¿Hacerle daño? —Hace ver la pregunta de Seth como una absurdez— Le hice un favor. Tú conociste su lado afable, yo, por el contrario, vi su otra cara. Era una falsa, desquiciada, que vivía con miedo y se estaba volviendo adicta a las pastillas. Le pillé un par de sustancias fuertes; tarde o temprano moriría de una sobredosis.
Es tan frío para hablar que me abrazo para que los escalofríos y los deseos de exigirle que hable bien de Agnes. Apenas tengo recuerdos de cómo era estar con ella de niña, ni siquiera sé si más grande encajaríamos o nos llevaríamos bien, pero, dentro de todo, fue mi hermana y eso es lo importante. Es triste que se refiera de tan mala manera hacia ella.
Raziel se quita su abrigo y me lo coloca sobre los hombros.
—No sabía sobre sus adicciones.
—Está claro que no —se mofa Dhaxton, recobrando la confianza—. Seguro que en algún punto te lo iba a comentar y te ofrecería un poco. No lo podía permitir.
La furia me puede y necesito desahogarme.
—Dile la verdad —intervengo—. Dile las razones reales por la que decidiste matarla. —Pero Dhaxton se niega a hacerlo—. Él la mató por celos.
—¿Es eso cierto?
Seth busca la mirada de Dhaxton y él, como no puede mentirle, permanece en silencio.
—Pero eso no es todo: Agnes sí estaba enamorada de ti —continúo—. Tu amor era correspondido. Agnes era novia de Dhaxton porque él la extorsionó, supongo que con exponer lo de las drogas —asumo—. Fue lo suficientemente lejos porque...
Dhaxton se levanta de la silla para saltar sobre mí. Por suerte, Raziel es más rápido y lo devuelve a la silla. Más forcejeos inútiles llevan a Dhaxton a ser presa en su propia habitación, pues deciden que es mejor mantenerlo atado.
Tras controlar mi respiración, procedo a decirle a Seth que Dhaxton está «enamorado» —de una forma muy retorcida— de él. No obstante, soy silenciada por Seth.
—Quiero oírlo de él —dice, dirigiéndose a Crusoe—. ¿Por qué la mataste?
Dhaxton le regresa la mirada a Seth y, por un momento que parece eterno, el silencio reina en este lugar.
—¿Por qué razón matas a una mosca que merodea tu comida? —pregunta Dhaxton sin dar tiempo de que le respondan—: Las matas porque son insectos que han pasado por excrementos, comida malograda... Las matas porque son portadores de enfermedades y sus larvas son perjudiciales para el ser humano. Ella era perjudicial para ti. Y para mí.
DHAXTON
Aquella tarde llegó a mi casa molesta, como solía presentarse ante mí siempre que tú no estabas. No me soportaba, mi sola presencia sacaba lo peor de ella. Mentíamos por un buen en común: tú. Si estábamos unidos, eso era porque queríamos que vivieras bien, sintiendo que tenías una linda amistad. Pero ella llegó conmigo esa tarde dispuesta a poner fin a nuestra amistad. Quería contarte que nunca me amó, que nuestro noviazgo era una farsa. Lo vi en su rostro cuando, después de que la invitaran a entrar, ella decidió verme en la biblioteca, donde solíamos encerrarnos a discutir.
—Voy a contarle la verdad a Seth —dijo—. Creo que este noviazgo asqueroso debe terminar aquí. Él debe saber que esto es una farsa. No nos queremos. Estamos juntos porque tú me tienes atada y porque eres demasiado cobarde para decirle la verdad. Él merece saberlo.
La retuve.
—Si lo haces...
—Si lo hago ¿qué? No te soporto, pagaría otra dosis más de esas estúpidas pastillas para no tener que verte. ¡Me das asco! Estoy cansada de vivir con esta mentira. Yo lo amo —añadió, jadeante por haberse sobresaltando repentinamente—. Él me ama. Punto. En esta historia de amor, tú no estás. Iré a contarme que me extorsionaste para salir contigo, que me quieres alejar de él. Le diré que estás celoso de mí, porque yo le intereso, yo le gusto, porque puedo atreverme a decirle lo que tú no puedes. Déjame en paz.
Tuve que actuar.
Tomé una de las esculturas y se la aventé. La escultura no le dio, pero sirvió para que mantuviera la boca callada durante unos instantes.
—¿Has perdido el juicio?
Mi impulsividad la alteró más.
—Voy a decirle a Seth sobre esto —amenazó—. Voy a contarle todo.
Antes de que pudiera llegar a la puerta, la agarré del brazo y la empujé a un lado. Lo siguiente que hice fue tomar la mesita de centro de cristal y lanzársela. Ella apenas se cubrió. Quedó atontada por el golpe, shockeada porque no esperaba que actuara en su contra. Si mis opciones eran tan limitadas, no sé realmente qué esperaba ella.
Fue lo que preguntó mientras avanzaba hacia ella.
No respondí.
Ya no había vuelta atrás.
Si Agnes salía por esa puerta, iría corriendo a contar lo agresivo que me había puesto —y con razón— a todos nuestros conocidos, incluyéndote, así que, me lancé sobre ella y le di un golpe en la mejilla y luego coloqué las manos alrededor de su cuello para asfixiarla. Del impulso caímos al suelo, pero no la solté. No podía, no me había dejado opción.
Mis manos en su cuello se ajustaban muy bien, como una brocha a su artista.
Agnes estaba roja, con los ojos saltones inyectados en sangre, el cabello despeinado y la boca abierta jadeando en busca de oxígeno.
Yo veía su rostro, pero no pude ver que sus manos, con la última energía, buscaban algo para liberarse.
Encontró, cerca de ella, un trozo de cristal que no dudó en empuñar y enterrármelo. Para su infortunio, el cristal transitó por mi cara con la profundidad exacta para no deformarla, pero sí la suficiente para causarme esta cicatriz. Me aparté para cubrir mi cara; la sentí arder, doler, abrirse poco a poco para que la sangre empezara a caer.
Frente a mi distracción Agnes intentó huir una vez más, pero su acto vandálico me enfureció lo suficiente para agarrar uno de los adornos de metal que tanto le gustan a mi padre y la golpeé en la cabeza. Su paupérrimo estado provocó que cayera otra vez al suelo. Se giró sobre su cuerpo, se arrastró sin resultado mientras yo la seguía con paso decidido.
Levanté el adorno, que era algo pesado, listo para darle el primer golpe.
—Espera... —alzó una mano para detenerme— No me mates. Deja que me vaya... Me iré lejos de aquí, fuera del país. Haré como que nunca los conocí y olvidaré mi vida hasta ahora. Tengo el dinero, tengo mi identificación, mi pasaporte... Tengo todo preparado para marcharme. Siempre quise irme, ¿verdad? Pregúntale a Seth, yo...
El primer golpe que le di fue certero: justo en su frente. Eso la dejó mareada, más aturdida. Los siguientes fueron en su cara. No recuerdo cuántos fueron, pero conseguí callarla. Me puse de pie, con el adorno sostenido en mi mano temblorosa, manchado en sangre, y la respiración agitada.
Agnes estaba muerta.
La escena era sublime, una que jamás podría llegar a pintar, por eso cogí la vieja cámara instantánea de mi padre y tomé un par de fotografías.
Padre no tardó en llegar. Uno de los empleados —quien ahora está silenciado— le contó que algo estaba ocurriendo en la biblioteca y vino a cerciorarse de que todo se mantuviera en orden. Con su llegada volví a mis cabales y le abrí la puerta de la biblioteca. Él observó desde la entrada el desastre que Agnes había dejado con su llegada y luego la miró a ella. Analizó la situación:
—Hay que quitarla de aquí —dijo—. La envolveremos en una alfombra, llamaré a un servicio de limpieza para que se encargue de limpiar la biblioteca.
Esa es una de las razones por las que le debo la vida. Por primera vez, en mucho tiempo, pensó en mi bienestar y seguridad.
—Suelta eso —me ordenó. Su dedo señaló el adorno—. También lo tendremos que limpiar para dejarlo donde estaba. Si alguien pregunta, Agnes nunca estuvo aquí —continuó—. Vamos a borrar todas las grabaciones de las cámaras. Déjame ver tu rostro.
La cólera me tenía tan abrazado que había olvidado que mi rostro estaba bañado en sangre por la herida abierta. Papá me examinó y luego me golpeó, supongo que como regaño.
—Ni una palabra de esto a nadie. En cuanto a lo que pasó, tuviste una discusión con el empleado después de que le anunciaras su despido y él te empujó contra la mesa de centro, agarró un trozo de cristal y te atacó. ¿Entendido?
Asentí.
—Y en cuanto a ella —miró otra vez a Agnes—, más te vale crear una coartada.
De eso me ocupé luego. Tenía muchos cuadernos de estudio, notas y, siendo «amigos» desde hace tiempo, conocía la forma en que se expresaba. Agnes poseía cierta admiración melancólica en los detalles antiguos, inventar que se fue del país dejando cartas a sus seres queridos sonaba una opción razonable.
Papá y yo, después de ocuparme de mi herida, regresamos a la biblioteca para ocuparnos de Agnes. Allí la observé por última vez. Así, muerta, se veía perfecta, pura, como una pieza de arte que merece ser perpetuada para siempre.
Entonces, por fin pude sentir paz.
Ella ya no estaba para alejarte de mí, y si bien tuviste algunos romances, siempre supe que ninguno iba en serio.
Sin embargo, Audrey Downey llegó a la academia.
Lo que para ti comenzó como un juego se convirtió en algo más serio, me di cuenta de ello mientras más los veía interactuar. Sentí que se había abierto un hueco en el suelo y traído de regreso a Agnes. No lo podía permitir, así que la traje hasta aquí.
_________________________
Chan, chan chaaaan~
Joerrrr, no saben lo mucho que me costó escribir este capítulo. ¡Y eso que llevo planeandolo desde hace meses! Pero no sabía cómo ejecutarlo ;-; así que, aunque no me gustara la idea porque rompe con la sintonía de la historia, tuve que hacer un POV de Dhaxton :(
siento que este es el primer capítulo en tooodos mis años en wp que describo una muerte tan violenta (con algunas excepciones) y se siente raro que sea narrada por el que cometió tal acto, vaya
En feeen... espero que este capítulo haya despejado sus dudas
A la historia le quedan algunos capítulos, así que nos veremos después de Navidad.
¡Que pasen una linda Nochebuena y una maravillosa Navidad! Muak!!! <3
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top