38
LÁZARO
Parte 1
AUDREY
Una semana antes de la boda.
Llevamos más de un mes reuniéndonos en la casa de verano de Seth para que me pueda enfocar en interpretar a Agnes. Convencer a Raven de salir de la mansión donde vivía fue más complicado de lo que esperábamos, pero tuvimos que hacerla entrar en razón y decirle que visitar tan seguido la residencia sería mandar por el retrete la discreción que mamá ha tenido por no ser descubierta y también nos podría poner en peligro.
Ya es un hecho que nos estamos arriesgando demasiado.
Resulta que Raven es una profesora más estricta que Agatha. Ella me ha encargado aprenderme el nombre de todos los invitados a la boda. La lista es cortesía de mamá, quien no se hace una idea exacta de lo que estamos planeando. Pese a haber reclamado la ardua labor que significa memorizar tantos rostros y nombres, Raven ha dicho que es necesario, pues Agnes era bastante sociable en los eventos.
Espero que todo este esfuerzo valga la pena.
La puerta principal suena. Seth es quien se levanta del sofá para ir a abrir. Él fue el de la idea de prestar su casa para reunirnos.
Raven, como ya es costumbre, entra a la casa vistiendo un enorme abrigo impermeable y acompañada de un viejo paraguas azul marino.
—Odio este clima —se queja—. Si quiero estar mojada me meto a la ducha.
—Ya, señora —le dice Seth al cerrar la puerta. Está harto de las quejas de Raven desde que ella nos ordenó limpiar toda la casa. Ahora toda la casa huele a productos de limpieza.
Como una rivalidad latente entre ellos nunca llega a nada con mis intervenciones, Raven pasa de él para acercarse a mí. Me coge de los hombros y me da un beso en la frente.
—Pronto será la boda —me dice con seriedad— ¿Cómo te sientes?
—Terrible.
Mi comentario es seguido por unos pasos a mi espalda que me indican que nuestro invitado especial ha hecho su aparición. Raven mira por encima de mi cabeza hacia la figura alta que se cruza de brazos, apoyado en el marco de la puerta que da hacia la habitación donde descansaba.
—¿Quién eres? —le interroga ella adoptando esa faceta desconfiada que enseña cada vez que algo le parece sospechoso.
—Él es Raziel y en la boda cuidará a este caramelito—se adelanta a responder Seth, agarrándome una mejilla y apretándola como si fuera un bollo de masa.
Raven pasa por nuestro lado y camina hacia Raziel a paso intimidante.
—No te conozco y no me agradas —le reclama.
Él ni se inmuta; se queda en la misma pose relajada con la que apareció.
—Ni pretendo hacerlo —responde, siempre tan tajante con el resto. A esto hay que añadirle una leve tonada de superioridad en su voz, demostrando que en el fondo le complace su respuesta.
Ofendida, Raven se gira hacia nosotros.
—¿Por qué él está incluido en lo que tratan de hacer?
—Vigilará a Audrey en caso de que le ocurra algo. Dhaxton sufre de ansiedad, no sabemos qué le puede hacer si la descubre —le vuelve a señalar Seth, esta vez más esclarecedor.
Las cejas de Raven se hunden y se juntan en el entrecejo.
—No lo apruebo.
—Eso no es asunto tuyo —habla Raziel y sus ojos azules, que dentro de casa se ven como dos perlas de obsidiana, se posan sobre mí—. Ella fue quien lo decidió.
Raven me mira en busca de una explicación. Odio tener que ser la «abogada del diablo», pero necesito aclararme.
—Tiene conocimientos en infiltración. Además... —lo miro de pies a cabeza, haciendo desplante de lo mucho que odio tener que admitir que, en el fondo, tiene sus puntos a favor—, sabe mentir muy bien.
Mi respuesta le ha dejado en claro a Raven algo que la hace sentir victoriosa. Ensancha su sonrisa dirigiéndose a Raziel.
—No le agradas.
—Yo no estaría tan seguro de eso —replica él en un tono bajo y con la mirada puesta en mí.
La sangre me hierve y aprieto los dientes con fuerza. Y es que él tiene esa carta a su favor: la verdad. Es esa verdad de la que ambos estamos al tanto y yo no puedo negar, aunque quisiera. Y es que por más que trate de negarlo, tiene razón. Aun así, con mi orgullo en alto, me decanto por mentir:
—No, no me agrada —le doy la razón a Raven, mirando fijamente a Raziel—. De hecho, su presencia me molesta bastante. Pero lo necesito, y voy a usarlo para mi propia conveniencia —explico con la intención detrás de hacer lo que él hizo conmigo: usarlo—. Tiene que devolverme el favor.
Con eso basta para quitar de su rostro cualquier sonrisa de suficiencia que quiera poner ahora o toda su vida. Es decirle que no está en lo cierto y que yo también puedo jugar con las mismas cartas que él.
—Dejemos las rencillas para otra ocasión —nos hace frente Seth, colocándose en su faceta seria—. La boda nos pisa los talones y hay que planificar bien lo que haremos.
Seth, Raziel y yo nos situamos alrededor de la mesa de cocina. Raven, por su parte, decide prepararnos una taza de chocolate caliente para evitar que nos congelemos por la helada que está sufriendo la ciudad.
—Sigo preguntándome por qué razón mamá y Devon decidieron casarse en invierno.
—Y al aire libre... —añade Seth, quien está apoyado con los antebrazos sobre la mesa. Tiene una forma curiosa de sentarse, apenas lo he notado últimamente. Sube ambas piernas al asiento y se sienta como si fuera una rana, con toda la espina dorsal curva hacia adelante. No importa cuántas veces Raven y yo le pidamos que se siente bien, él está cómodo en una posición tan extraña—. Ya veo que se nos congela el culo a todos.
Raven le lanza un paño de cocina en la cara. Detesta que diga groserías, cosa que no hace falta reclamarle, porque ya basta con ver la manera hostil en que lo mira.
—Hay que verle el lado positivo —comenta Raziel, provocando que la piel se me erice y la tensión en mis hombros aumente—. Si la fiesta se lleva a cabo en el patio, la mansión queda libre para que alguno de nosotros la inspeccione.
—Drey podría hacerlo —Seth me mira en busca de mi aprobación—. Yo me encargo de distraer a Dhaxton.
—No. —Mi desaprobación me convierte en el centro de atención de todos—. Yo seré la que distraiga a Dhaxton; Seth, tú serás la coartada de Agnes mientras Dhaxton y yo no estemos presentes. Le dirás a Dhaxton cuando vuelva que viste a Agnes y hablaste con ella, pero en todo ese tiempo, tú y él —señalo con la cabeza a Raziel—, inspeccionarán el cuarto que Dhaxton tiene bajo llave en su habitación.
Seth frunce el ceño.
—Ahí es donde suele encerrarse a pintar cuando no está en su estudio.
—¿No te parece extraño que tenga dos lugares para pintar y uno esté tan protegido? —increpo.
—¿Insinúas que hace pinturas cachondas?
—Insinúa que ese cuarto es una fachada —se adelanta a responder Raziel, tan serio que me da un escalofrío—. Algo más está ocultando.
—Pues yo he estado ahí y no he visto nada sospechoso, pero si creen que puede haber algo... estoy dispuesto a comprobarlo.
Es inevitable no sospechar que, tal vez, Seth está cubriendo a Dhaxton. Por suerte, Raziel piensa lo mismo.
—Tú no irás a ningún lado —advierte esbozando una sonrisa torcida—. Yo iré.
—Tú tienes que cuidar a Drey de Dhaxton.
—Mientras estén a la luz pública, no habrá problemas.
—Mientras estén a la luz pública, ella actuará como Agnes.
—Son un par de tontos inútiles, pelean igual que un matrimonio —les regaña Raven, quien se aproxima a nuestra mesa cargando cuatro tazas de chocolate caliente—. A la larga, dejarán que Audrey haga todo el trabajo. Ya tiene suficiente con tener que memorizar a cuanto dios se aparezca, ¡denle un respiro, señores!
Agradezco su intervención con una sonrisa.
—Hagan caso a lo que digo —propongo en modo conciliador—: déjenme ser la distracción. Voy a mantener a Dhaxton lo más alejado de su habitación que pueda.
—¿Cómo lo harás? —interroga Raven tras llevarse la taza de chocolate caliente a los labios.
La imito para esconder una sonrisa que esbozo al pensar en las palabras de Dhaxton la noche de Navidad.
—Tengo mis métodos.
El resto de la noche la pasamos repasando las fotografías de las familias con las que me encontraré en la boda. Una barbaridad de nombres raros y rostros que vi en algunos sitios de internet. De pronto me hago la idea de que no trataré con cualquier persona, que tendré que lidiar con seres que están ligados a una organización infernal, y el nerviosismo me atrapa.
—¡Basta! —exijo.
Raven, que todo este tiempo ha repasado conmigo, deja de hablar. Solo ella y yo estamos en la mesa, agotadas de ver tantas caras.
—¿Qué ocurre? —Se ve preocupada
—Necesito... Necesito un respiro. —Me coloco de pie, abrazándome a mí misma como consuelo—. Saldré un momento.
Pese a que mis palabras no son una petición para que me dé permiso, asiente mostrando una faceta comprensiva a la que agradezco con una sonrisa. Pero mis comisuras, estiradas exageradamente, se tornan hacia abajo al salir de la cocina. En mi cabeza solo puedo ver esas malditas fotos, sus nombres, todos mezclados, y me hace sentir tan diminuta...
Quiero que el frío del invierno disipe todo.
Quiero olvidar por al menos un minuto.
Salgo de la cabeza y cierro la puerta a mi espalda, contemplando la anchura del terreno, los árboles sin hojas, el camino de tierra por el que llegamos y el cielo oscuro. Es un escenario algo campestre y, al mismo tiempo, agradable.
Pero mi tranquilidad no dura demasiado. El chasquido de un encendedor suena a un costado del oscuro pórtico, lugar donde la llama revela una figura alta que se ocultaba en la oscuridad.
Raziel.
Sin pensarlo, muevo un pie hacia atrás planeando una huida. Sin embargo, mi mente y mi orgullo me dicen que debería quedarme, que no hay motivos para evitar su presencia, que él es solo un espectro que debe pasar desapercibido para mí, porque pensar en él no es sano, porque regresar a la casa me haría ver frágil y adolorida. Así que me cruzo de brazos para contener el nerviosismo que significa su inesperada aparición y me concentro en hacer que estos sentimientos se marchiten.
Raziel, por el contrario, no parece estar dispuesto a desaprovechar la ocasión. Con sus pisadas resonando en la madera, camina hacia mí. Puedo ver de reojo su cigarrillo recién encendido entre los labios. Su cabello, el cual ahora lleva más largo, húmedo y echado hacia atrás. Es intimidante que siga provocando tanto en mí, aunque trate de negarlo de todas las formas posibles.
—¿Qué? —le pregunto una vez llega junto a mí. Sigo sin mirarlo.
—Creo que todavía estoy a tiempo de decirte que esto que estás intentando es una locura.
Aborrezco que se ponga en plan razonable, como si le importara en lo más mínimo.
—Cuando pida tu opinión, me la das. ¿La he pedido? No.
Parece que ponerme de malas es otra de sus grandiosas habilidades. Lo peor es que no consigo que se ponga de malas, como consigue hacer él de manera tan habilidosa. No. A él le causa una sonrisa que sea tajante.
Se apoya en un pilar que sostiene el techo del pórtico, una posición que le favorece, pues entra justo en mi campo de visión. Le da una calada a su cigarrillo y expulsa el aire con lentitud.
—¿De verdad crees que Crusoe creerá que eres Agnes?
—Creo que estará lo suficientemente vulnerable para dudarlo —digo entre dientes, mirándolo por primera vez.
—Es peligroso —advierte de manera innecesaria.
—Por eso Seth te propuso ir encubierto —suelto con un dejo de mofa—. Y por eso acepté.
Da un paso hacia mí, ahora de frente.
—No podré estar ahí todo el tiempo para salvarte.
—Nunca te pedí que lo hagas.
Lo miro a los ojos, decidida.
—Lo sé —murmura—. Es solo que tengo el terrible presentimiento de que algo saldrá mal.
—Y déjame ver... "No quieres perderme" —me burlo, haciendo referencia a todas esas frases clichés que tanto le sacaban suspiros a Solange.
—No quiero que salgas herida —me corrige—. Dhaxton ha demostrado que está dispuesto a muchas cosas para conseguir lo que quiere.
—Tienes razón. También ha demostrado que es menos mentiroso que tú.
—Dije mentiras, es cierto, pero nunca mentí sobre lo que siento por ti.
Su comentario me saca una carcajada amarga.
—¿Qué más da lo que sientes por mí cuando todo lo que mostraste de ti es una mentira? —cuestiono, comenzando a enfadarme— Y eso no es todo. ¿Acaso has olvidado que desde el principio quisiste usarme? Si tu plan resultó fallido, no me lo eches en cara con la excusa de que te has enamorado de mí, porque no me mentiste una vez, fueron varias. Y esa excusa está muy trillada.
—La verdad es que sí —dice una voz proveniente de afuera del pórtico. De la nada, Seth aterriza en el suelo—. Eso de que «yo era malo, pero me enamoré de ti» es un cuento demasiado usado. Ah, y ya lo usé yo, je.
—¿De dónde demonios has salido? —increpa Raziel.
—Estaba en el techo, revisando la canaleta —responde desinteresado, pasando junto a ambos hacia la puerta—. Va a llover en la madrugada.
Y sin decir más, saca las llaves de su bolsillo y entra a la casa. Yo le sigo dándole un repaso a Raziel.
Seth salvando la tarde.
⛄️
La tarde de la boda.
Contemplo los dos vestidos cuidadosamente puestos sobre mi cama: el que usaré como Audrey y el que vestiré cuando entre a suplantar la identidad de Agnes. Al lado de ambos, una peluca hecha con cabello real y los respectivos zapatos de tacón alto los cuales —según Raven y Seth— Agnes nunca dejaba de lado en los eventos importantes.
Nunca me ha gustado la autocompasión, o al menos no la que predicaba cuando asistía a la iglesia; no obstante, a estas alturas y en mi actual situación, compadecerme es todo lo que puedo hacer.
Ser dos personas en una tarde no será una tarea sencilla.
Soy la hija de la novia, por obvias razones no puedo perderme la boda.
El plan es el siguiente: para la ceremonia seré Audrey; para la fiesta, haré mi majestuosa aparición como Agnes. Por eso los dos vestidos y la peluca.
Raven golpea la puerta de la habitación y se asoma.
—¿Estás lista, mi niña?
Niego con la cabeza y suspiro.
—Jamás lo estaré, pero haré el intento.
Camina hacia mí y me da un abrazo.
—Me gusta tu optimismo. Ahora prepárate para que estés con tu madre en la boda.
Sé que no lo dice para presionarme, pero no puedo evitar sentirme atada en estos momentos. Trato de disipar todos estos pensamientos inquietantes que predicen un final desastroso.
Me coloco el vestido que usaré con Audrey y me hago una cola de caballo simple, pero que me da un aire elegante al enseñar mi cuello. No hace falta que me coloque demasiado maquillaje, solo estirar mis pestañas y colocarme brillo labial.
Lista, guardo todo lo necesario para cambiar a Agnes y me subo al auto que Raven arrendó para la ocasión. Ella será la que guarde mi cambio de ropa mientras yo estoy en la ceremonia y quien llevará a Agnes a la fiesta.
En todo el camino guardo silencio en un intento por disipar la ansiedad que me empieza a consumir, pero fallo rotundamente una vez que Raven me deja frente a la enorme casa de la familia Crusoe. Tomo aire para calmarme, hay personas entrando y saliendo como locas, ya sea invitados o empleados. No hace falta que anuncie mi llegada, por lo que me adentro por el enorme jardín hasta llegar al portón por donde todos están atravesando. Para mi sorpresa, el enorme terreno que los Crusoe tienen como patio está decorado con lilas violeta y hortensias blancas que forman un pasillo hacia un altar improvisado que está bajo un arco lleno de flores de diferentes colores. Más atrás, una enorme carpa de lona blanca, decorada con muchas más flores y mesas.
Al salir de mi ensoñación, le pido a una mujer que me indique dónde está la novia y pese a que su respuesta es vaga, consigo dar con la habitación donde mamá se prepara para dar el «sí».
—¡Audrey! —exclama al verme a través del tocador. Se pone de pie para saludarme sin importarle en absoluto que le estén dando los últimos retoques a su peinado—. Al fin estás aquí —me susurra.
—Siento la tardanza. —La abrazo y ella me responde con esmero. Mucho esmero.
—Estoy muy emocionada de que al fin estés aquí —dice una vez regresa al tocador—. Siento que contigo aquí, en mi boda, todo lo que he deseado en la vida se cumplirá.
Una bandera roja. Mamá me ha dicho antes que no ama a Devon, no necesita decir toda esa parafernalia innecesaria, ya que sé que miente. Así que asumo que las personas a cargo de su peinado no son de la suficiente confianza como para mostrar su otra faceta.
Las dos estamos en terrenos enemigos.
Debemos ser cuidadosas.
—Estoy feliz por ti, mamá —me acerco a ella para mirar mi reflejo en el espejo—. Vi que afuera todo ya está casi listo. Hay invitados llegando.
—No me pongas ansiosa —Frunce el ceño—. Devon ha hecho hasta lo imposible para que en este día esté relajada, y su padre también.
¿Su padre? Que Denniro se esté esforzando por la boda es todavía más raro. ¿Será que sabe algo que nosotras hayamos dejado escapar?
—Oh... —emito— Eso está bien.
—Sí —apoya mamá—. Él mismo se encargó de traerme a estas dos talentosas criaturas para hacer mi peinado —señala a las dos personas a su alrededor.
Ahora lo entiendo. Me está advirtiendo de que tenga cuidado, que estoy rodeada de personas que trabajan para la familia.
Una mujer que carga una tableta electrónica se asoma por la puerta. He de suponer que es quien organiza la boda.
—Quince minutos —informa a mamá, pasando de manera magistral de mí y los estilistas, para luego cerrar la puerta.
Mamá se vuelve al frente mientras le ayudan a colocarse el velo.
—Iré abajo —le digo—. ¿Cuál será mi asiento?
—Al frente, por supuesto, cariño.
En realidad, esa es una pregunta obvia, pero debía hacer algo de tiempo para no encontrarme en el camino a la mujer de antes y salgo al pasillo contemplando el techo en busca de las cámaras de seguridad.
Voy distraída haciendo un conteo cuando tropiezo y doy a parar a la espalda de Dhaxton. Con ese aire de superioridad se gira para ver quién ha osado a tocarle. Sus cejas fruncidas se estiran con normalidad al verme.
—Tú —formula a modo de saludo.
—Tú —replico y me muerdo el labio inferior.
Hago un recorrido por toda su figura. Lleva un traje de tono verde oscuro, casi negro, con una corbata de mariposa y los zapatos relucientes. Algo irónico, pues yo traigo puesto un vestido color verde, casi de la misma tonalidad que el suyo.
—¿Pasarás a sentarte? —pregunta, haciendo el mismo recorrido con sus ojos. Seguro él también se ha percatado de nuestra inesperada coincidencia.
—¿Podrías indicarme dónde?
Me mira como diciendo «chica astuta» y me tiende su gancho. Acepto su ofrecimiento con el fin de seguirle el juego y llegamos al sendero que da hacia el altar. Al avanzar, me doy cuenta de que los invitados ya están sentados y se han volteado a vernos como si fuéramos la pareja del momento. Dhaxton me señala mi asiento —justo la silla junto al pasillo— y él va al suyo, el cual también es el del pasillo. Solo hay unos tres metros y una ceremonia de una hora que nos separan, pero estoy dispuesta a sacar provecho lo máximo que pueda. Si existe una distracción que mantenga a Dhaxton alejado de su habitación, esa seré yo.
Pretender que no conozco a ninguna de las personas que me rodean es una vil mentira: reconozco a varios rostros, sé sus nombres, así como sus oficios y muchas de las cosas que aprecian. Lo interesante de todo esto es que ellos no me conocen a mí, pero sé cómo tratarlos, cómo lucir interesante para todos ellos, por qué camino moverme.
Mantengo mi papel de chica ingenua, lanzándole miradas fugaces a Dhaxton. Quiero que me vea, que se frustre y me vuelva a rogar. Quiero que su mente esté en mí.
—Eyyy, Angelito.
Seth se sienta junto a mi asiento libre. Está claro de que este no es su lugar, pues Agatha está del lado del novio y en la segunda fila, pero nadie puede hacerle frente a su descaro.
—¿Qué?
—Nada —responde— Te vi algo sola y quise hacerte compañía.
—No es necesario, pero se agradece tu preocupación...
—Ah, ¿no? ¿Y si te digo que... —se acerca a mi oído para susurrar—: tenemos un problema?
Las alarmas de mi cabeza se encienden.
—¿Hablas en serio?
—La jefa del club nocturno está aquí —continúa susurrando—. Y muchas de sus clientas también. Él será bastante reconocible. Puedo entretenerla a ella, pero a las demás...
No escondo la mueca de asco. Con tan solo pensar que Raziel ha dormido con alguna me envenena la sangre.
—Seth —entro en mi falso papel de despreciarlo para que Dhaxton no sospeche nada—, estoy segura de que se te ocurrirá algo creativo para pasar el rato. Además... —me aproximo a él para susurrarle— mientras él mantenga su posición, dudo que ocurra algo.
Raziel se está haciendo pasar por un guardia de seguridad, por eso tiene que salvar distancia de la boda para no intimidar a los invitados. Sus intervenciones son pequeñas o casi nulas, a menos que la boda se torne oscura, cosa que dudo.
—Bueeeno —canturrea Seth—, tú te lo pierdes...
Se regresa al asiento junto a su abuela, la cual está casi detrás de Dhaxton, lo que me da la libertad de poder mirarlo otra vez.
Devon, acompañado del cura, se sitúa en el altar a la espera de mi madre.
Es triste verlo tan entusiasmado y nervioso sabiendo que mamá, en el fondo, no lo ama. Supongo que es demasiado tarde para decirle que no o para que yo me oponga, pero no puedo quitarme de la cabeza que eso sería lo mejor para él.
Sus ojos grises se posan en mí.
—Me alegra verte —me dice con una despampanante sonrisa—. No vayas a oponerte, eh.
—Ganas no me faltan —bromeo y sus ojos se agrandan.
De pronto, la marcha nupcial empieza a sonar. Mamá, acompañada de su futuro suegro, caminan por el sendero hacia el altar. No cabe lugar para la indignación que me resulta esta desagradable sorpresa, pero estos sentimientos de desagrados quedan de lado cuando veo a mamá.
Se ve divina, como un ángel. Y aunque sé que es un matrimonio por conveniencia, siento una pizca de alegría al saber que en el altar la espera un hombre que sí vale la pena.
La ceremonia da inicio y todos quedamos en silencio hasta que acaba con el esperado beso de los novios. Los invitados estallan en aplausos y tomo este momento para escabullirme.
Camino hacia el interior de la casa consciente de que Dhaxton viene detrás, siguiéndome como un perro hambriento después de haberlo estado mirando sin disimulo durante toda la ceremonia. Guarda la distancia, por supuesto, porque es alguien precavido que no desea alarmar la perfecta boda de la que su padre es auspiciador. Debe actuar recatado, elegante, pero también intentar no llamar la atención.
Yo estoy decidida a alocarlo un poco. Tiene que verme en la boda, saber que estoy merodeando por sus pasillos, rebuscando cualquier cosa que pueda servirme para saciar la curiosidad que su ser me provoca. Él sabe que yo no me quedaré quieta hasta ser cautivada y va sobre mis pasos sin ponerme frenos.
Encuentro el lugar perfecto: es una especie de biblioteca, con muebles de terciopelo, caoba y cuadros que seguro han costado una millonada. La luz de su interior es tenue, lo que da un ambiente íntimo. Hay una armadura de pie, algunas esculturas antropomorfas y la escultura con la cara de la madre de Dhaxton.
Comienzo a pasearme entre todos los objetos de valor que existen en la habitación y deslizo mis dedos en los lomos de los libros al percibir la presencia de Dhaxton en la entrada. Me detengo y volteo a verlo.
—¿Será que soy más interesante que las personas que están allá afuera o tienes miedo de que me entrometa en algo que no te conviene? —increpo.
—Un poco de ambos —luce de mal humor.
Despliego una sonrisa.
—Te ves muy mal. ¿Acaso no estás feliz con la boda?
—Estoy cansado. ¿Crees que no me he dado cuenta de lo que intentas?
Avanza lento, cauto, como un felino en su territorio de caza.
—Dime, ¿qué es lo que intento? —le desafío.
No es hasta que se detiene frente a mí que se toma un tiempo de recorrer mi figura. Sus ojos contienen una chispa intrigante y su sonrisa guarda un sinfín de secretos.
—Provocarme.
Como lo esperaba. Dhaxton es demasiado astuto. Pero yo lo soy más, porque así es precisamente como quiero tenerlo.
—Esa es una afirmación muy arrogante —increpo con falsedad—. ¿Por qué siempre piensas que...
Me da un beso rápido como interrupción.
—Porque eso es lo que tú haces: dejas que los demás actúen para tener tus manos limpias. Pero de nada te sirve, siempre, de alguna forma, te terminas ensuciando. Te lo dije antes. —Dhaxton forma una sonrisa; su comisura elevada le da un aspecto arrogante—. No te confundas, Audrey, quien me provoca siempre me termina encontrando.
Tal cual lo ha dicho, su palabra se cumple. Si al diablo se tienta, responderá.
Dhaxton me convierte otra vez en una presa de mis deseos más oscuros y me besa. Sostiene mi cara entre sus manos e inspira con fuerza mientras nuestros labios se funden en un encuentro desesperado que humedecen los míos con caricias rápidas hasta que decide embarcarme en sensaciones más profundas. Me guía con movimientos ágiles, abre mi boca para abarcar más.
Había olvidado que sus besos son un vicio peligroso. Es beber de un brebaje del que no se tiene conocimiento si es un veneno o una medicina, mas su sabor es tan dulce, tan delicioso, que no importa en absoluto.
No caigo en lo agitada que estoy de no ser porque mi pecho ha chocado con el suyo. Pero poco me importa, solo quiero seguir sintiéndolo cerca, pegarlo a mí, mezclarnos y ser uno. Mis manos acarician su espalda, mis yemas sensibles pueden percibir la textura de su camisa. Mi toque le gusta, suspira contra mi boca y su aliento es el oxígeno que necesito para alimentar mis pulmones.
Escucharlo jadear es enloquecedor. Quiero que me toque, que me acaricie. Quiero sentir sus manos hacer arte sobre mi piel.
Y como si leyera mi mente, sus manos hacen un recorrido lento por mi cuello, mis brazos y luego mi cintura. Me rodea para atraerme a su cuerpo, para que sienta que a él también le excita tenerme así de cerca, contra la pared, sin escape. Su lengua escarba en los lugares más sensibles de mi boca. Entonces rompe con el beso para ocuparse de mi cuello.
—Aunque tienes curvas que me gustan... —pronuncia suave para luego humedecer mi cuello— ...esta es la curva que más me gusta de ti —confiesa contra mi piel y la muerde procurando no lastimarme.
Es inesperado.
Al notar mi sobresalto presiona su cadera y me empuja para que mi trasero quede pegado a la pared. Puedo sentir en mi zona baja el bulto entre sus piernas. Mi parte sensible se calienta con el roce, las cosquillas avanzan hacia mi estómago. Se siente pecaminosamente bien. Podría permanecer así, deleitándome en la excitación que me hace sentir, en este deseo escondido que llevaba soñando desde hace tiempo. Podría perderme los estímulos que su presión baja y sus besos me brindan.
Pero cuando abro mis ojos, alcanzo a ver una figura en la entrada.
—Dhaxton...
le llamo horrorizada.
—¿Qué?
—Alguien nos está mirando.
La persona que nos observaba ya no está, se marcha alarmado de mis palabras, al mismo tiempo en que Dhaxton rezonga contra mi piel.
—¿A qué le temes? —interroga regresando conmigo— Solo nos estábamos besando.
¿Qué a qué le temo? A que nos encuentre mamá, Seth o Raziel.
—Aquí dentro no hay nadie más que empleados, y a ellos no les importará que estemos adormecidos de placer. —Su mano más hábil recorre mi pierna por debajo del vestido—. Y tampoco les importará a los que están allá afuera.
Detengo su mano.
—Simplemente no me siento cómoda —pronuncio bajo.
Maldición.
No es momento de acobardarme.
La mirada de Dhaxton se vuelve la de un animal hambriento al que le han interrumpido la cena.
—A mi habitación —dice sin más.
Coge mi mano y me guía por el pasillo, las escaleras hasta dar con su cuarto, el cual, como era de esperarse, está impecable.
Puedo tomar esto como una victoria, pues estoy en el mismo sitio al que Seth y Raziel debían abrir. Tal vez deba hacer yo ese trabajo.
Me paseo por el cuarto y me asomo por la enorme ventana que da hacia su balcón.
—Ya podrías decir que...
Me empuja hasta que todo mi cuerpo da contra la ventana. Abajo puedo ver la boda llevarse a cabo y arriba el cielo oscureciendo. Trato de voltear para increpar la repentina y brutal acción de su parte, pero me atrapa por la espalda, sin permitir que me gire.
—¿Temes a que alguien te vea? —interroga en mi oído— Pues entonces tú los mirarás a ellos —susurra.
Mi pecho se estremece al comprender sus retorcidas intenciones.
—Dhaxton... esto es...
—Descuida —dice mientras escucho el tintineo de su cinturón— Tú los ves a ellos, pero ellos no te verán a ti —a continuación, escucho el cierre de su pantalón—. A menos que haya alguien escondido en el balcón.
Sus manos me suben el vestido y una de ellas se mete bajo mi braga para inspeccionar mi intimidad. Su tacto me deja perpleja, inspirando con fuerza para no fallecer. Tiene dedos largos, puedo sentirlos escarbando entre mis pliegues.
—Es divertido saber que desde el día uno íbamos a llegar a esto —introduce un dedo dentro—. Tú y yo así... —se apega a mí—. Era cuestión de tiempo para que se diera la ocasión.
Lo siento moverse dentro de mí, rodeado de mis jugos, buscando el punto exacto que me hará temblar. Creando la rotación perfecta para que mi placer se refleje en mis gemidos.
Saca su dedo de mi intimidad y se lo lleva a la boca. Ensalivado, lo lleva a mis labios y me obliga a succionar.
Me baja la ropa interior por completo. Entre mis glúteos su erección se vuelve más grande y dura. La agarra y la pasa en medio, de arriba a abajo, siguiendo la línea y ahondando más.
—Me pregunto si debería —le escucho decir, presionando todavía más—. Tal vez sea el único lugar donde tu novio no ha... profundizado.
Niego con la cabeza, pero su dedo vuelve a dejar con la mejilla pegada a la ventana.
—No, por favor —murmuro a modo de súplica.
—¿No? —interroga con cinismo. Está jugando conmigo, teniéndome bajo su dominio como siempre quiso— Qué lástima, hubiera sido divertido. En tal caso, vamos por lo convencional.
Me quita el dedo de la boca y baja su mano hasta mis caderas. Con movimientos rápidos me hace separar las piernas, abre mi intimidad y se introduce dentro de una estocada. Aprieto mis manos contra la ventana, sintiendo cómo se hunda cada vez más dentro de mi cavidad. Y lo escucho desplegar un gemido cargado de placer. Me rodea con un brazo por la cintura, apegándome a él y empieza con el vaivén.
Apoyo la cabeza contra el cristal y miro jadeante a todas esas personas que están abajo, ajenas a lo que está ocurriendo en la habitación. No pueden vernos, no pueden escucharnos gemir, no pueden saber que estamos liándonos en su propia cara.
Dhaxton me agarra la cabeza y me obliga a mirarlo.
—Voy a devorarte —pronuncia.
Dhaxton es rudo, no tiene piedad, sale casi por completo y entra hasta lo más profundo. El roce constante es casi doloroso, no me da tiempo de asimilar que lo tengo dentro, agrandándose por la fricción. Y es rápido, como si nuestro tiempo fuera limitado o quisiera acabar pronto. Es desesperante, no me da tiempo de procesarlo, mi raciocinio se va, quiero aferrarme a algo. Tomo las cortinas y las aprieto con fuerza, casi sosteniéndome de ellas. La tela empieza a soltarse, romperse, pero a ninguno de los dos nos importa. Él continúa empujando contra mí y yo continúo reteniéndolo y apretando para complacerme. Me libera de su agarre y me obliga a girar. Tiene las mejillas ruborizadas, la frente brillante y la boca entreabierta, suspirando. Su cabello negro perfecto es un despropósito. Sin decir nada, toma la falda de mi vestido y sube la tela para desnudarme al completo. Echa un vistazo rápido y forma una sonrisa torcida.
—Luces como Venus —pronuncia con un dejo de incredulidad—. Botticelli te hubiera amado.
Y tras aquellas palabras, procede a girarme y embestirme de nuevo contra la ventana. Mis pechos se apegan contra el vidrio, mis palmas sudadas están estiradas aferrándose a la nada. Mis piernas abiertas, permitiendo que tenga la facilidad de hacer lo que desee en mi interior.
Decido dejarme llevar por el momento, olvidarme de todo, enfocarme en lo divino que es tener al protagonista de mi primer sueño húmedo empellarme hasta el sofocamiento.
Dhaxton se aferra a mi cabello y echa mi cabeza hacia atrás, dejando que todos mis gemidos resuenen por el cuarto. Y mientras más alto son, más fuerte me embiste.
De pronto, el instinto se apoda de mí y la emoción de ser descubierta me lleva a abrir los ojos, entonces lo veo.
Ahí, a un costado del balcón, está Raziel mirándonos estupefacto.
—Dhaxton...
No responde. Me pone un dedo en la boca para silenciarme.
—Espera... —Tomo su mano y me la quito de la boca mientras él sigue con su trabajo—. Aguarda un... ah, momento...
Se aparta de mí y yo retrocedo, sin apartar los ojos de la ventana. Recojo mi vestido en lo que el celular de Dhaxton suena. Me visto con la mirada en la ventana, preguntándome si lo que vi fue una alucinación, si la figura que vi antes era Raziel también.
Echo un vistazo rápido al balcón. En efecto, Raziel se ha escabullido ahí y permanece agachado.
Él acaba de...
Dhaxton responde al llamado:
—Sí... —le escucho decir—. Perfecto.
No dice más. Corta la llamada y me mira como si fuese un boceto mal logrado.
—Andando, debo encargarme de un asunto.
________________________________
Mis amores, todos especulando en el capítulo anterior sobre quién era la persona que los vio. Genteeee, eso yo lo anuncié en instagram antes de subir el capítulo. Eso les pasa por no seguirme ahí xD En fin, los que vieron la storie, ya lo sabían :3
Decidí cortar este cap. es dos partes porque sino sería gigaaaante, aunque sé que les gustan los capítulos largos, pero me da mucha flojera corregir xDDD
Creo que el deseo de muchas se ha cumplido, aunque tengo pensado en añadir algunas cositas a este capítulo cuando edite la historia.
D y D no usaron preservativo :O
Dhaxton con un asunto entre manos ¿cuál será?
Raziel pillando en pleno acto a D y D ¿karma?
¿Todavía le tienen fe a este mentirosillo?
La 2da parte traerá sorpresitas~ ¿se atreven a adivinar cuál?
¿Les gustaría tener LOC e IO en físico? 7u7 Porque a mí shí
Y como pregunta random:
¿Cuál es su cliché favorito?
Las leoooooooooo~~~
Estaré posteando en mis stories de ig (@vhaldainomas) algún que otro adelanto :3
La boda apenas inicia y aún no aparece Agnes, vamos con cuidadito 😈
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top