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Capítulo dedicado a Nemesis1453 por su cumpleeeeeeeeee~ Felicidades, reina, y gracias por todo tu apoyo en ig <3


GANAR


Me pregunto qué tan lejos puede llegar una persona para cumplir sus objetivos y cuánto se está dispuesto a sacrificar para conseguirlos. Es un camino largo o corto; simple o complejo; benevolente o despiadado; limpio de obstáculos o lleno de ellos. Si se están dispuestos a tocar la basura más putrefacta o mezclarse con el peor de los males. La biblia dice que Jesús se mezclaba con toda clase de gente, desde el niño más inocente hasta al maleante más desalmado; estuvo en la misma mesa cenando con la persona que lo traicionó, y él lo sabía. Estaba dispuesto a cumplir lo que Dios le había encomendado pese a saber lo malo que le ocurriría. Yo no soy Jesús, solo soy una chica de diecinueve años que aspira a ser una artista de renombre y que está dispuesta a lo que sea para conseguirlo.

Sin embargo, también tengo mis límites.

Puedo perdonar, aprender a hacerlo; pero jamás olvido.

Frente a mí no está el chico por el que me fijé la primera vez que entré a la sala de Boceto, tampoco el artista profesional que demostraba ser en su estudio. Frente a mí solo hay una persona que busca chantajearme otra vez.

—Te has vuelto predecible —murmuro con displicencia.

Su cara de suficiencia, como si dentro de sus pensamientos jamás hubiera previsto mi respuesta, se esfuma por completo. Los ojos, que al estar contra la luz del exterior se le ven como la obsidiana, se tornan penetrantes e intimidantes. Mi respuesta no le gusta.

—Es curioso que ahora seas tú quien olvida un hecho importante: me gusta ganar por mi propio mérito y tengo un novio al que jamás le sería infiel, mucho menos con alguien como tú.

—Ten cuidado con lo que dices —desafía—. Tenemos una semana aquí, muchas cosas pueden pasar...

—Advierte lo que quieras, pero yo vine aquí con un solo propósito: el arte. Tú, por lo que veo, has venido a intentar rascar algo más —me mofo sin discreción en su cara, lo que lo tensa todavía más que mi primer rechazo—. Perdiste todas las oportunidades conmigo. —Le enseño mi dedo desnudo, despojado del anillo de castidad que cargaba—. Ya no soy la chica ingenua a la que intentaste seducir alguna vez.

Sus labios se abren a modo de respuesta, pero es interrumpido por los golpes en la puerta.

Dhaxton, ¿estás ahí?

Es la voz del profesor Stan.

Dhaxton se queda un momento mirándome con seriedad. Deduzco que escarba dentro de su cabeza la posibilidad de responder o pasar de él.

—Voy —anuncia en la expresión imperturbable. Siento que me dice sin hablar «aún no acabo contigo».

Cuando se da media vuelta, expulso todo el aire de mis pulmones, sin dar con el momento en que me vi obligada a casi no respirar. Mis ojos se van automáticamente al maletín y, mientras Dhaxton abre la puerta, pienso en qué tan posible es que pueda hacer caso a Vivian.

No es lo correcto; es lo que se merece.

—¿Ocurre algo? —escucho a Dhaxton. Tiene la puerta casi cerrada, por lo que el profesor no puede ver el interior.

¿Sabes algo de Downey? —Me quedo a medio camino hacia el maletín. Stan me está buscando, si llega a enterarse de que estoy aquí, va a ser todo un drama por el que no quiero pasar—. Llamé a su cuarto pero no contesta. ¿Sabes si salió?

—¿Tengo cara de ser su amigo? —esquiva Dhaxton en un tono irónico cruel e irrespetuoso para tratar a un profesor—. No, no lo sé —afirma menos tajante.

Quiero hablar contigo sobre mañana.

Genial, la distracción que necesito.

—¿De qué se trata?

De manera rápida, pero cautelosa, me escabullo en lo que hay en el maletín. Guarda un montón de cosas importantes, como su laptop, cargadores, un celular, un iPad y, todo eso, un frasco pequeño y sin etiqueta con cápsulas dentro. Las mismas píldoras que tomó el día en que enfermó.

Mañana es un día muy importante... —comienza Stan en intento por ser comprensivo. Al mismo tiempo, tomo las medicinas y las guardo dentro del bolsillo de mi abrigo, lugar donde no harán ruido ante mis movimientos. Solo le dejo una píldora, la que lo llevará a preguntarse cómo es posible que solo tenga esa y, luego, a la desesperación—. Necesitas ser conciso con lo que dirás.

Para finalizar, dejo el frasco tal cual lo encontré.

—¿Quieres que haga un ensayo sobre lo que diré? —sigue Dhaxton.

Quiero que seas real. —Stan enfatiza en lo último, pero no logro saber a qué se refiere exactamente con eso. Aunque quisiera indagar más, no me da tiempo de pensar; cierro el maletín—. Tú sabes de qué hablo.

—En pocas palabras, quieres que me deje perder —sintetiza mi compañero mientras vuelvo al lugar donde estaba antes de que Stan golpeara la puerta—. Qué admirable, profesor.

Ella se merece ganar.

Está hablando de mí.

Stan está apelando para que pueda ganar. Esto... Esto no me lo esperaba.

—Yo también —afirma Dhaxton—. Buenas noches, profesor.

Cierra la puerta y yo me acerco procurando no emitir ruido. Dhaxton se voltea hacia mí con una sonrisa torcida que le ha devuelto el orgullo que le había arrebatado hace solo unos segundos.

—¿Ves? —increpa— Él también no cree que ganarás.

Dudo mucho que Stan apelara por mí porque cree que no ganaré, él mismo ha dicho que merezco ganar. Estoy segura de que lo hizo porque algo extraño hay detrás. Algo oscuro que ambos conocen. Pero... ¿será así? ¿Han alterado el concurso para que Dhaxton y yo estemos precisamente en esta habitación, en esta ciudad, juntos? Si eso fuera cierto, sería llegar a un extremo solo para tenerme, y dudo mucho que tan importante concurso sea comprado por Dhaxton. Él no tiene esa influencia, aunque su padre sí. Si Dhaxton fue el responsable de mandar a derrumbar el techo de mi casa, si callaron a las personas del club nocturno Euphoria, si tiene en la palma de su mano al director de Le Groix, ¿por qué no arreglar un concurso? Tal vez mi pensamiento es extremista y estoy dándole más peso a las cosas de las que debería y Stan no confía en mi talento. Es posible que apelara por mí porque ve potencial en mí...

Voy a esperar a mañana. Hablaré con los organizadores del concurso, convenceré a los jueces. Esperaré para no volverme loca y sacar conclusiones apresuradas.

Y le callaré la boca a Crusoe.

—¿Que no ganaré? —camino hacia él despacio, lento, desafiante— Yo creo que ya lo hice. He ganado el juego que tú y Seth tenían montado en mi contra, así que ya no es necesario fingir que es intereso...

—Pensé que eso había quedado claro. —Acorta la distancia con pasos tan desafiantes como los míos—. Te he observado desde que llegaste a la academia, cuando entraste por la puerta de la sala y te sentaste junto a mí. Vi cómo mirabas alrededor, buscando a alguien más para retratar. Y aún recuerdo tu expresión compungida cuando no sabías si dibujar mi cicatriz o no.

—¿También recuerdas la expresión que puse cuando mandaste a romper mi dibujo? ¿O cuando me enseñaste el video lanzando la piedra? ¿O, mejor, cuando me chantajeaste con el fin de que posara para ti?

—Sí. Lo hago, igual a cómo recuerdo la vez que te besé por primera vez. —Sus ojos bajan hacia mi cuello, esa zona hundida donde marcó su paso en la fiesta, succionando mi piel. Recuerdo que por un instante perdí la cordura, pues jamás me había sentido así de complacida—. Estoy cansado de cumplir las órdenes —añade—, voy a demostrarte que mi interés por ti va más allá de un juego.

De pronto, tengo ganas de reírme por todo lo alto. Dhaxton no entiende de qué me río; su cara de confusión provoca que me carcajee más alto. No pregunta los motivos, pero estoy dispuesta a darle una ayudita.

—¿Sabes, Dhaxton? —digo tras calmarme— Podría decirte que te pudras, pero ya estás podrido por dentro. ¿Qué se siente vivir creyendo que tienes el control de todo? Pensé que yo era la ilusa, pero me equivoqué. Es lo último que tengo que decirte por hoy. Buenas noches.

Vuelvo a mi cuarto con el pecho agitado. La poca iluminación que dejé antes de salir para hablar con Stan, me vuelve en un ambiente frío y solitario. Sé que hice bien al dejar a Dhaxton, en no permitir rebajarme para complacer sus caprichos. Sin embargo, creo que es la primera vez que he hecho algo tan malo como robar.

Me dirijo al baño, tiro todas las píldoras al váter y jalo la cadena hasta que no quede rastro de ninguna.


🍂


Estoy sentada en una de las butacas del museo de arte, donde se expondrá la obra ganadora del concurso. Frente a mí, una de las pinturas de Danti Vannan es iluminada por una lámpara alargada de tonalidades cálidas. La obra se llama La ahorcada; una mujer desnuda está tendida en el suelo, con su cabello largo y sinuoso moldeando su figura, un mechón de cabello en el cuello cual soga, viva pero con la mirada perdida y, detrás de su figura moribunda, el fondo iluminado. Según los historiadores, el cuadro representa la desesperación, he ahí la ironía.

Siento que caeré en el más profundo pozo de la desesperación si tengo que esperar otro minuto más a que Dhaxton salga para, por fin, entrar a explicar de qué va mi obra.

Desde que llegamos, tuvimos que presentarnos y recorrer el museo hasta la sala de juntas, donde cinco jueces, dos representantes del concurso, el profesor Stan y Dhaxton han ingresado hace ya quince minutos. Ya ni siquiera recuerdo sus nombres.

Me han dicho que aguarde afuera, que recorra el museo y me tranquilice. Pero no puedo estar tranquila, encontraré paz cuando sepa los resultados.

Tengo la confianza suficiente para saber que puedo ganar.

Sé que ya lo soy por el hecho de estar aquí.

Pero pienso en Stan apelando por mí, algo flaquea y me siento como la mujer de la pintura: ahorcada por los múltiples cuestionamientos que interfieren con mi objetivo.

Antes, en una situación así, habría pedido a Dios que ilumine mis pensamientos, que me despoje de los malos, que me ayude a pensar con claridad al momento de estar frente a los jueces. Le pediría que tome mi mano para reconfortarme y no sentirme sola. Recitaría en una murmuración clemente mi versículo favorito.

Ese es el camino más tranquilizador, pero hace tanto que no rezo que me siento... extraña.

—¿Audrey?

El profesor Stan aparece en el pasillo acompañado de Dhaxton. Al ver a ambos, deduzco que es mi turno para entrar, por lo que me pongo de pie en un salto rápido y torpe.

—¿Ya es hora? —interrogo con la voz temblorosa, a lo que Stan asiente— Bien.

Tomo aire y sigo a Stan por el largo pasillo lleno de cuadros destacados por expertos, artistas grandiosos y gente importante en el mundo del arte. Si llego a perder, no será el fin del mundo, solo un tropiezo del que me repondré para continuar con mi meta. ¿Verdad?

—Audrey Downey —menciona mi nombre uno de los jueces al entrar. Se encuentra en el centro de una alargada mesa junto a otros rostros que reconozco de revistas sobre arte y finanzas. Detrás de ellos, mi pintura—. Audrey Downey... —repite, como si lo saboreara— Curioso nombre.

—Tiene algo de rima —bromeo para bajar las tensiones—. Buenos días a todos.

—Por favor, toma asiento —me invita la única mujer, además de mí, que hay en la habitación.

Obedezco y siento que estoy sentada frente al mundo.

Stan está de pie en la puerta, custodiándola igual a como lo haría un guardia de seguridad. Tenerlo a mi lado sería de apoyo, pero no es mi niñero; tengo que enfrentarme a esto sola.

—¿Cómo estás? ¿Qué tal tu viaje? —La mujer parece la encargada de reconfortarme, lo que agradezco. De igual forma, algo me dice que esto es parte de la prueba para definir al ganador, y que debo ser cuidadosa con mis palabras.

—La ciudad se ve hermosa —contesto—. Tengo muchas ganas de conocerla. De hacerme un huequito aquí.

—¿No te gusta tu ciudad? —increpa sutilmente la mujer, arrugando el entrecejo.

—No, no, no, me gusta mi ciudad —afirmo al instante—. Es pequeña, tiene lo necesario, mi academia..., mis amistades, mi familia. Crecí en Wightown. He vivido toda mi vida ahí, y la verdad soy bastante hogareña, pero aquí... —Suspiro—. Esta ciudad es tan versátil, con tantos contrastes... Algo pequeño no es para mí; siempre quiero retos y la verdad es que que amaría descubrir cada uno de los secretos que guarda New York.

«Aunque España se lleve mi corazón», me dice la vocecita en mi cabeza.

—Cuéntanos un poco de ti ­—habla uno de los jueces, el cual está sentado en la esquina—. Queremos conocer quién está detrás de tu obra.

Me quedo en blanco. Por más que piense en qué decir, las palabras se han perdido en mi cabeza y ninguna idea se forma.

—B-bueno... Soy Audrey Downey, estudiante de la academia Le Groix en el departamento de Arte. Tengo diecinueve años y...

Mi mente me pide más al ver sus caras, pero sigo sin descifrar quién soy ahora.

—La verdad es que... —Bajo la mirada, evitando el contacto visual. No quiero presionarme— Voy a ser sincera con ustedes: no tengo la menor idea de quién soy ahora —Una sonrisa fracturada, pero honesta, esboza momentáneamente mi rostro. Soy la única que sonríe, que está nerviosa, a la que se le está carcomiendo la cabeza por decir algo más—. Antes solía ser tan fácil definirme que no dejaría de hablar sobre mí, sobre lo que quiero, sobre mis aspiraciones, aficiones y creencias. Pero, creo que me he dado cuenta que las palabras no tienen ningún significado cuando afirman algo, y definir quién soy limitaría a lo que quiero llegar a ser.

—¿Entonces por qué te has elegido como representación de la dicotomía? —interroga el hombre al centro de la mesa, señalando mi cuadro.

Bien, esa era la pregunta que ensayé toda la noche.

—Porque yo soy dicotomía —afirmo—. De niña fui criada por mi abuela la mayor parte del tiempo, mi madre trabajaba demasiado para sustentarnos a ambas. Nadie de mi familia fue devota a Dios, pero mi abuela me inculcó esa creencia a la que me aferré cuando pasé la mayor parte de mi vida en un internado, viendo un lado de la moneda. Y digamos que aprendí muchos valores en el camino a los que con firmeza opté seguir sin importar lo que pasará. Pero salí del internado y comencé a vivir situaciones que pusieron en jaque lo que alardeaba creer. Yo misma hice cosas que en otro momento jamás hubiese pensado. —Hago una recapitulación de mi vida antes de entrar a la academia—. Es como tener dos versiones de mí misma: la chica inocente —miro mi cuadro— y su contraparte. No he visto la peor cara del mundo, pero sí he podido ver las dos caras que poseo. Buenas o malas, están ahí, dentro de mí, influyendo. Por esta razón me dibujé a mí; porque soy un cuerpo y una mente en constante debate.

Se hace el silencio. Algunos se murmuran palabras que lo logro oír, otros examinan la carpeta con hojas que tienen sobre la mesa. Un sujeto bien vestido, que tiene una pluma entre sus dedos, pide mi atención sin despegar los ojos de las hojas.

—¿Tienes alguna inspiración?

—Admiro a muchísimos artistas, pero si tengo que mencionar a uno, siempre será Danti Vannan. Sus obras, con el significado tan oscuro son mi placer culpable —algunos se ríen de mis palabras—. Me gusta todo lo que proyecta en sus pinturas, los dibujos y el significado que expresa. Muestra lo real, lo malo, lo corrupto con mujeres bellas. Ese contraste no lo puede conseguir todo el mundo.

El hombre no dice nada, simplemente baja la mirada y escribe algo en la hoja.

—En tu obra se puede percibir este contraste también —habla la mujer—. La técnica es similar. Tus tratos poseen una dirección como la de Vannan —ejemplifica sus palabras con suaves movimientos con la mano—. No son tan cargados, pero son reiterados en sectores y suaves en otros.

—Gracias.

—Eso es todo —informa el hombre del centro—. Vamos a deliberar. Puedes esperar afuera, por favor.

Necesito un momento para reaccionar. Stan abre la puerta y aguarda a que salga de la habitación. Me pongo de pie lentamente, con el cuerpo pesado y la cabeza llena de cuestionamientos. Mi entrevista ha sido mucho más corta que la de Dhaxton, y siento que eso me aterra.

—¿Lo hice bien? —le pregunto al profesor Stan afuera, una vez la puerta ha sido cerrada y nos quedamos solos en un pasillo lleno de obras de arte.

—Sí —responde.

—Siento que pude dar más de mí —me lamento, intentando no poner mala cara—. Me puse nerviosa, no supe buscar las palabras adecuadas.

Guardo silencio cuando Dhaxton se une a nosotros a la vuelta de una esquina. Está serio, con las manos en los bolsillos.

—Ganará el mejor —resume colmado de confianza. Debe tener un sexto sentido para saber cuando me siento fatal, porque estoy hecha un lío, y tener que verlo no soluciona nada. Mucho menos si me provoca.

—Ganar o perder... Quien tenga un potencial nato logrará sus propósitos tarde o temprano —comenta Stan para hacerle frente a mi silencio.

Para pasar el rato hasta que determinen quién será el que expondrá su obra en el museo, Stan nos invita a un café. El sitio al que vamos es una pastelería que queda a media cuadra, por lo que nos tenemos que arropar para llegar hasta allí. New York ha despertado tan temprano como nosotros y la gente no parece renegar de salir a las calles incluso cuando llueve. Por suerte la pastelería no está llena y podemos hacer nuestro pedido enseguida.

En la mesa le envío un mensaje a Vivian para contarle lo que pasó. A juzgar por la hora, debe estar en medio de una clase, así que dudo que pueda responderme, así que vuelvo a la bandeja de mensajes encontrando uno inesperado.

Es un mensaje de Raziel.

Antes de abrirlo, compruebo que ni Stan ni Dhaxton me estén viendo. Ambos están ocupados con su café y en sus celulares, silenciosos.

Bien, perfecto.

Abro el mensaje y leo:

Hey. Me siento estúpido escribiendo esto porque sé que no quieres saber nada de mí. Pero es un viaje importante para ti, así que quiero desearte lo mejor. Tienes el talento y la confianza, no pierdas la cabeza.

Hazlo bien.

Ese «hazlo bien» parece algo que él diría.

—¿Algún mensaje interesante? —pregunta el profesor Stan.

Recién caigo en cuenta de que estoy sonriendo.

—Solo... un mensaje tonto.

Vuelvo al mensaje.

¿Debería responderle?

Desearía tener a una consejera sentimental que me instruya en esta clase de decisiones. Estoy molesta con Raziel, no he olvidado lo que le he dicho y sé que debo mantenerme firme, sobre todo después de dejarlo en su departamento. Por otra parte, que me haya escrito me pone feliz. Sé que él me hubiera ayudado a organizar mis ideas, me habría aconsejado no estar nerviosa y me diría que todo salió bien.

Pongo un «gracias» en la barra del chat, pero lo borro al instante.

No le responderé.

Tengo que mantenerme firme.

—Chicos, ya tienen los resultados, debemos volver —indica Stan viendo su celular. Esto me saca a la fuerza de mis divagues.

Recogemos todo a una velocidad alucinante y volvemos al museo tan rápido como podemos. Para mi sorpresa, ya hay reporteros y fotógrafos afuera, que esperan por el resultado también. Dentro, vamos a la misma sala de juntas donde la multitud de personas importantes nos esperan para anunciar la obra que será expuesta para el público.

Dhaxton y yo nos colocamos frente a la mesa, apuntados por una luz molesta.

El hombre del centro, se aclara la voz para hablar:

—Después de una larga deliberación, llegamos a la misma conclusión que antes: ambos tienen un talento inigualable, pero exponer a dos ganadores sería un problema mediático que pondría en riesgo los próximos concursos, más teniendo en cuenta la similitud de ambas obras. Evaluamos sus motivaciones, la composición, la técnica... y hemos llegado a la conclusión de que en todos estos puntos a destacar, Audrey Downey posee más fuerza en su motivación. Sin embargo, Dhaxton Crusoe es el que mejor se maneja en los demás ámbitos. Teniendo esto en consideración, él ha sido elegido para deleitar a los visitantes con su obra.

¿Qué?

—Felicidades, señor Crusoe.

Los aplausos comienzan. Las felicitaciones no se hacen esperar.

Dhaxton se acerca a mí y susurra:

—Debiste hacerme caso. Que esto te demuestre que tarde o temprano yo siempre gano.

Al alejarse, una sonrisa decora su rostro.

Stan se acerca a estrechar su mano con él y luego se le suman unas cuantas personas. La luz me molesta, no permita que pueda asimilar lo que acaba de pasar. Solo entiendo que no me ha mencionado a mí.

Eso quiere decir...

—Escúchame. —Stan me jala del brazo para alejarme de las personas que felicitan a Dhaxton—. Esto no es el fin del mundo. Tú también eres una ganadora —me dijo con las manos en mis hombros.

Siento que todo está pasando demasiado rápido para que pueda procesarlo.

Lo siguiente es acompañarlo al sitio donde colgarán su obra.

De camino parte de los organizadores le siguen detrás comentándole cosas que no logro escuchar. A mi lado, Stan y otras personas me hablan. No obstante, no puedo escucharlas. O quizá no quiero hacerlo. Solo tengo los ojos puestos en Dhaxton, en su caminar garboso, como si se tratara de un príncipe que va a coronarse como un rey.

Un par de jueces me hablan y tampoco les hago caso.

Siento un vacío en mi pecho.

Quiero estar sola.

Los reporteros de la entrada no tardan en encontrarnos. Nos siguen hasta dar con la obra "ganadora" pintada por Dhaxton. Ya está colgada en la pared blanca, iluminada para que todos puedan apreciar sus colores. Y ahí estoy yo, siendo parte del espectáculo que se ha montado. La razón por la que él ha ganado el privilegio de exponer su arte. Ahí estoy yo: con la cara desprolija y el vestido rojo. Recuerdo esa sesión; él mismo me pintó el rostro.

Así que para esto lo quería, ¿no? Para arrebatarme el sueño que he anhelado desde hace años.

—No es justo —murmuro al verme ahí, junto a Dhaxton mientras los reporteros le toman cientos de fotografías que serán publicadas en diarios, revistas y páginas web—. No es justo...

Uno de los reporteros me ha oído y se sorprende de ver que soy la misma persona del cuadro.

—Oh, eres tú —dice a todo lo alto—. ¿Qué eres de él?

Dhaxton le hace una seña para atraer su atención.

—Mi musa —le responde con seguridad para luego mirar a todos los que estamos frente a él—. Ella es mi musa.

Sus ojos se desvían hacia mí.

Compararlo alguna vez con un ángel fue un error.

Dhaxton es un maldito demonio.



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F por Drey

Así de mal me sentía yo cuando compraba una bolsa de papas fritas para ganarme el premio y me salía el "siga participando" :(

fun fact: cuando estaba escribiendo lo del ganador, sonó la canción que (a mi parecer) le queda perfecta a Drey :O Esto es una señaaaal

Bueno, en este capítulo quería mostrarles el contraste más o menos de la Drey actual con la del primer capítulo de La opción correcta. ¿Recuerdan cuando Stan le pidió contar su historia? Drey sabía definirse muuuy bien, con objetivos claros y palabras justas... y mencionando sus creencias :O Ahora... pues ya ven cómo le jue.

Nuestra Drey ha cambiado T--T

Y lo seguirá haciendo >:D

¿Les dije cuál es mi intención con el personaje?

Ohhh sí, pipol, yo también tengo una intención oculta muajajaja

Quiero decirles que estoy feliiiiix, no puedo decirles por qué, peeeero tiene que ver con LOC. Denle mucho amor a esa historia, me ayudarían muchísimo TvT Y espero que todo resulte very good.

También tengo buenas noticias con DALL, pero tampoco la puedo decir, je

Tema aparte, ¿cómo están? :3

Echaba de menos escribirles mis notas largas de autor :')

Quiero que se sinceren y lo que respondan no salga de aquí, así que respondan esto:

Estando en la posición de Drey, con Dhaxton proponiendo dejarse perder a cambio de la coshiná ¿qué le respondían?

Aceptaba porque sí a todo bb 

Lo rechazaba y le escupía en la cara (?

Leeees cuento que necesito su ayuda con mi proxima historia. Otzea, no me decido por los nombres, así que estaré haciendo una encuesta en las storis de ig. 

de paso les aviso que desintalé tw y no estoy por ahí (me he perdido una bola de chismes D:)

y leeees recuerdo que los jamoneo mucho <laaaf3


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