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ES IMPORTANTE SABER QUIÉN ESTÁ DE TU LADO

La pequeña luz amarilla de la lámpara sobre mi elevador se refleja en cada curva de mi collar.

—Y pensar que todo comenzó contigo —le digo al objeto inerte, embelesada con su reflejo intrigante.

Han pasado meses desde que entré a la academia y siento que todavía no me adapto a ella. Cuando Solange me advirtió sobre un sinfín de cosas, jamás pensé en tomarla en serio. He tenido que descubrir una de las peores caras de las personas y equivocarme más veces de las que desearía admitir. Han sido crueles, burlones, desafiantes e inmorales. Y ahora, si quiero sobrevivir, necesito adaptarme.

Para conseguir mis nuevos propósitos, debo actuar como todos ellos.

Pero sigo sin poder despegarme del collar de la abuela...

¡Al fin...!

Escucho decir a Lucy desde el otro lado de la puerta. Con rapidez, escondo mi collar en el velador y le pongo llave al cajón. Mi compañera de cuarto no tarda en abrir la puerta; está despeinada, pálida y con el ceño tenso.

—¿Un mal día?

—Mis compañeros son demasiado trogloditas como para ponerse de acuerdo con lo de la fiesta de Halloween —comienza a explicar mientras se seca el cabello con su toalla—. Y si me esmero por hacer propuestas no me escuchan o las descartan. ¡Me estoy volviendo loca!

—Pasa de ellos, no te involucres.

—Eso intento, pero... —resopla y su hombros caen— Tengo que estar ahí.

Ya sumida en la resignación, se dirige a su pecera para alimentar a su nuevo pez. El otro ya pasó a mejor vida. ¿Qué le pasó? Lucy prefirió no responder cuando se lo pregunté, solo dijo que tuvo un final trágico y que lo reemplazaría.

—¿Un nuevo amiguito?

Su pregunta me saca de mi envolvente imaginación. Está señalando la nueva planta que compré.

—No es para mí; es un regalo.

—¿Para alguien especial?

Menea las cejas con evidente insinuación.

Oh, sí, Lucy, alguien especial de cabello gris y ropa única. Ah, y que está involucrado en una posible desaparición.

Asiento.

—¿Tu novio?

Raziel, y todos esos momentos en que nos encontramos, vienen a mi cabeza, así que formo una mueca disimulada al escucharla.

—Sí, a él.

Mis intentos de no sonar molesta son un fracaso, mis palabras cargadas me han delatado.

—¿Lo llevarás a la fiesta de Halloween?

¿Querrá, mi queridísimo y simpático novio falso, acompañarme a una fiesta llena de jóvenes? La verdad, lo dudo. Sería una buena tapadera entrar en la fiesta de la que todos en LeGroix están hablando últimamente, incluso Raziel puede ir con un disfraz que no expondrá su verdadera identidad. Sí, me los imagino a Dhaxton y Seth intrigados en saber quién es la persona detrás de la máscara. A Solange y Grey tratando de hablarle... Pero desde la noche que celebró su aniversario de noviazgo, Raziel me esquiva. Ni siquiera ha cumplido lo de la nota. Comienzo a preguntarme si todas esas ansias de encontrar a Agnes y hacer pagar a Dhaxton y Seth, son reales o puros inventos de mi imaginación.

—Lo dudo —digo finalmente—. Él trabaja.

—Qué mal. Con las ganas que tengo de saber quién es...

Bueno, Lu, no eres la única.

Cada vez que Solange tiene la oportunidad, me pregunta por el misterioso chico detrás de las fotos. Su insistencia ya no es tan cargante como antes, al parecer ha notado lo mucho que me disgustan los interrogatorios. Sin embargo, le puede más el chisme y está dispuesta a doblegarse por ellos.

En cuanto a Grey... Bueno, ella es más prudente. Desde que me molesté con ella ni siquiera se entromete. Ha pasado de ser la chica odiosa que habla a las espaldas de Dhaxton y Seth sin temor a lo que pueden hacerle, a ser una estudiante de arte con un montón de complejos y silencios incómodos que solo desea hacer lo mejor en su carrera. Quiero creer que lo último se debe a mí y las verdades que le eché a la cara. Sería genial llevarme ese mérito. Pero no puedo evitar pensar que detrás de su nuevo bajo perfil hay algo escondido.

Con Logan las cosas son normales. Es el único sincero del grupo. Nada ha cambiado en este tiempo, aunque no descarto que él también tenga cosas ocultas bajo el tapete.

Por eso, él también forma parte de mi lista.

La misma libreta que uso para dibujar y escribir anotaciones rápidas, es mi recordatorio de que no debo confiar en nadie. Hay una lista llena de nombres con personas a las que debo investigar. Su orden es importante.

Hasta ahora, la lista va así:

Dhaxton Crusoe

Seth Bellish

Raziel Elm

"Su" Agnes

Emma Williams

Agnes 

Deniro Crusoe

Devon Crusoe

Grey

Agatha

Sol

Vivian

Logan

Por supuesto que los dos primeros puestos son los que más importancia tienen, sobre sus cabezas hay un letrero con la palabra «ADVERTENCIA» cada vez que los veo, porque nada ha cambiado. Porque mis expectativas destrozadas sobre ellos solo alimentan mi sed de venganza.

Sin embargo, he cometido un fallo: Raziel. He confiado en él rápido, he aceptado sus propuestas sin conocerlo de nada.

Tal vez es tiempo de probar qué tan confiable es.

—Drey, ¿puedes reemplazarme un momento? Voy a la bodega.

Camille me mira con las cejas curvas, suplicante. Le ha tocado atender a los clientes mientras yo me ocupo de llenar los barriles de cabritas y llenar de soda los vasos. Todavía no tengo el tiempo ni la experiencia suficiente para estar en la caja, pero de vez en cuando me piden ayuda. Yo prefiero mantenerme al margen, atender gente me pone nerviosa.

Por suerte la noche está tranquila.

—Claro, no hay problema.

No lo hay, al contrario, me favorece.

A dos metros de mí está Raziel, atendiendo a un grupo de amigos que se preparan para ver la película de terror de moda. Sonríe a los chicos con una tranquilidad envidiable, les comenta cosas como si los conociera desde toda la vida. Para ellos, es el sujeto amable; para mí, la persona que lleva tiempo pasando de mi existencia.

Bueno, no es el único. Mamá también pasa de mí desde lo ocurrido en el anuncio de su compromiso con Devon. No me habla, no responde a mis llamadas y, lo que es peor, no me ha dicho nada sobre su matrimonio.

Al final, todo ha sido en vano, porque al día siguiente de la celebración y la siguiente y siguiente, transcurrieron como si yo jamás la hubiera arruinado. La prensa habló de lo bien que se veían los invitados y lo feliz que el gran Denniro Crusoe se ve con el compromiso de su hijo. Nada más.

Supongo que para escribir maravillas de la noche, sobornaron a todos.

¿Hay algo que el dinero no compre?

Al parecer sí.

La feliz relación entre Camille y Raziel.

Me he tomado la osadía de mirarlos desde lejos estos días. Si Camille no me hubiera dicho lo del aniversario, jamás se me hubiera pasado por la cabeza que los dos tienen una relación. Ambos se tratan como compañeros de trabajo, con cordialidad y profesionalismo, ninguna muestra de cariño o intercambio furtivo de miradas. Lo que veo de ellos, son dos personas tratando de hacer lo mejor posible para ganarse el sueldo.

Cuando los veo me siento algo tonta, y ni idea de por qué.

Aprovechando que el grupo de amigos se ha ido, y que no puede huir de mí ahora que estamos en el mismo lugar, me acerco a Raziel despacio como un gato.

—¿Podemos hablar?

Ya no hay sonrisa cordial, sino que un bajón de comisuras que aplana sus labios en una muestra clara de disgusto.

—No, estamos trabajando.

Tiene su punto, pero yo también tengo el mío.

—Espero que no hayas olvidado que fuiste tú quien me buscó a mí.

Sus hombros se alzan mientras apoya ambas manos en el mostrador. Luego inspira hondo, colmándose de la paciencia que mi sola presencia parece quitarle. La quijada se le tensa, se marca bajo sus orejas.

—Hablemos luego, después del turno —sugiere sin mirarme—. Ahora no es el momento.

Esperaba una respuesta así, solo quería meter algo de presión.

—¿Dónde?

—El diner de la calle Gatlin. Ya sabes dónde está.

Además de tener talento para el arte, lo tengo para cabrear a Raziel, pues sus palabras secas y la manera en que ha cargado la voz, me indican que lo he conseguido.

Como ya es costumbre, después de mi turno, salgo del trabajo hacia el estacionamiento trasero. Afuera me espera un clima frío y unas nubes grises acumuladas de agua. Menos mal que no he venido en bicicleta, no quiero tener un accidente trágico de camino al centro.

La mala noticia es que no tengo paraguas.

—Eh. —Raziel sale disparado como una bala desde el interior del edificio, con su vestimenta de chico malo de los 80's y el cigarro entre los labios—. No demores en llegar.

Podría ofrecerse a llevarme en su moto, me sería más fácil que tomar el bus. Pero veo que ese asiento está reservado, y no precisamente para su trasero gigante. Se pone el casco y enciende el motor para luego marcharse a toda velocidad.

A mí me toca caminar.

Tengo suerte de que el bus no tarda en llegar y, después de veinte minutos, me deje a media cuadra del diner.

Llego al diner abrazada a mi cuerpo con el fin de que el calor permanezca en mí. No he caminado demasiado y aún así siento que mis piernas y nariz están congeladas. Me gusta el otoño, aunque prefiero mil veces la primavera y sus infinita gama de amarillos.

Una pareja abre la puerta instantes antes de que despegue mi entumecida mano en mi brazo. Me abren espacio para que pueda entrar y se los agradezco con un ademán. Dentro, hay un delicioso aroma a café caliente y waffles, las personas hablan en completa armonía y puedo escuchar una canción antigua.

Camino con la misma timidez que la primera vez hasta encontrarme con la espalda ancha de Raziel. Está sentado en el mismo lugar de antes, apoyado en la barra con la cabeza escondida entre los hombros y una taza de café humeando hacia su perfil. A su lado, en mi banquillo, una taza de té me aguarda.

—Qué considerado —comento con una cuota de sarcasmo.

Me acomodo en el asiento y huelo el aroma que desprende el té. Lleva canela, lo que provoca que recuerde ciertas galletas de cierto sujeto. Me deshago de todos esos pensamientos, no quiero ponerme sentimental por gestos que, claro está, fueron parte de un descabellado juego en mi contra.

Le echo un vistazo al café de Raziel; va por la mitad, así que al parecer he llegado más tarde de lo que a él le gustaría.

—Bien; hablemos —me invita con ese tonito desagradable y pesado.

—¿Ves?, no era tan difícil ponernos de acuerdo —le digo para fastidiarlo más—. Aunque nos habríamos ahorrado esto si hubieras hecho lo que dijiste.

—Lamento no tener todo el tiempo para ti.

Un contraataque inesperado.

—No te pido todo tu tiempo, quiero la parte que con tanta convicción me convenciste dar.

Todavía recuerdo lo insistente que fue en la azotea. Me choca que ahora actúe con tanta indiferencia. Aunque si lo pienso bien... Aquella vez él dijo que no podía hablar por un «problema». Creo que ese problema en realidad tiene nombre

—¿Es por Camille? —pregunto con timidez, hundiendo mi perfil en la taza de té.

—A ella mantenla aparte de todo... —Su dedo índice nos señala una y otra vez como para enfatizar la extraña relación que tenemos— esto.

—Eso quiere decir que no sabe lo que tú y yo planeamos —resumo.

Raziel achica sus ojos como si mi conclusión lo ofendiera.

Planeamos no es una palabra que se adecue a lo que yo impulsé.

—Oh, no sabía que esto sería un encuentro de egos —suelto con sarcasmo y blanqueo los ojos—. Sabes a qué me refiero.

Haberme hecho perder la paciencia, pese a hacerlo unos miserables segundos, lo pone de buen humor. Su comisura se eleva sutil y marca una curva en su mejilla.

—Ella sabe todo de mí, no veo por qué no debería decírselo.

«Todo», me repito con sorpresa.

—¿Incluso lo de la foto?

—Sí —afirma y, por alguna razón extraña, mi estómago se revuelve—. Una relación se construye con confianza.

—Eso lo entiendo, en serio, pero ¿al contárselo no crees que ya la estás involucrando?

Raziel toma la taza y bebe el café hasta el final. Con toda la paciencia del mundo, se relame los labios para saborear el último rastro dulce y luego me mira con franqueza.

—Si te preocupa que hable, ya te digo yo que no lo hará —advierte—. Mantenla al margen, no la vamos a ensuciar.

—Entonces ¿por qué me llevas evitando desde que celebraron su aniversario?

—Han pasado demasiadas cosas. Mi mundo no orbita a tu alrededor, ni al de ellos. No aún. Y el tuyo no debería girar alrededor de ellos tampoco.

Siento que estoy sentada en el salón de Historia recibiendo una gran lección de vida. De acuerdo, Raziel no luce como un profesor, pero eso no quita que tenga las palabras justas para hacerme reflexionar.

—Necesito saber muchas cosas. No sé qué va a pasar conmigo. —Me agacho un poco, confidente—. Si Emma desapareció y luego Agnes, yo seré la siguiente.

—Lo dudo —contradice al instante—, me tienes a mí. Ellos no saben cuánto me has contado, ni quién soy, ni lo que has investigado o lo que puedes dejar atrás. No se arriesgarán, primero necesitan doblegarte, hundirte y romperte. Yo no dejaré que eso suceda.

—Porque me necesitas.

—Porque nos necesitamos —me corrige.

Es mi momento.

—Qué bueno que lo mencionas. —Enarca una ceja mientras yo acaricio nerviosa el asa de mi taza—. Necesito que me acompañes a la fiesta de Halloween que están organizando en la academia.

Inesperadamente, su reacción roza la sorpresa y la intriga.

—¿Una fiesta? —interroga, curioso.

—Sí.

—¿Y tú en ella?

Me encojo de hombros.

—Es una buena coartada.

Desconocer su respuesta me llena de ansias.

—Bien —accede—. Iré contigo.

El corazón me late con rapidez ante su inesperada respuesta. Jamás creí que aceptaría sin tener que convencerlo con un largo discurso sobre conveniencia. Pero debo admitir que me alivia que las cosas salieran tan fáciles. Con Raziel en la fiesta será un buen momento para probar su confianza.

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Aaaaaaaaaaaaahhhhhhhhhhh!!!!!! Oficiaaaalmente iniciamos con IO :D Estaba esperando a que fuera mi cumple para comenzar, para hacer de esta historia algo más especial *o*
Como verán, ha sido un capítulo tranquilito, pero porque necesito ponerlos en contexto. Además, debo prepararlos para la fiesta de halloween.
Aeeeeersh, se aceptan sugerencias de disfraces en pareja para Drey y Raziel. Recuerden que a él no se le puede ver la cara :)

Para adelatos y más, recuerden que pueden seguirme en mis redes sociales. Ahí estaré dejando adlantos, chismes y pronto sorteos.
Soy @vhaldainomas en tooooodos.

Un jamoneo intenso pa todooos :P

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