4. Salvada por él
Daniela tuvo que esperar a que terminaran las clases de la mañana porque le avergonzaba ir hacia las duchas a la vista de todos.
Se bañó para que el agua eliminara de su cuerpo todos los rastros de su infortunio, incluido el enrojecimiento de sus ojos. Se colocó ropa limpia que consistía en un pantalón blanco y una blusa roja de satín. Al terminar de vestirse sintió cierta punzada en el corazón, al tocarse el cuello desnudo.
Los alumnos del Instituto permanecerían poco más de las cuatro de la tarde en la escuela, porque más tarde anunciarían a la ganadora del día de la moda.
Cayendo el sol todos los estudiantes se dirigieron a la entrada de la escuela, pues la festividad era al aire libre. El lugar estaba decorado con farolas chinas blancas y globos de papel iluminados, que levitaban gracias a las velas contenidas, encima de cada mesa; estas poseían un mantel negro de tafetán.
Daniela llevaba otra vestimenta para la ocasión que sin muchas ganas eligió. Llevaba un vestido pastel con unos zapatos de tacón pequeños y de cristal blanquecino, además de unos guantes largos.
Una pantalla grande se posicionaba en una plataforma con un micrófono delante. Era la hora de declarar a la superficial chica que se molestó por llevar ropa a la moda y exhibirse solo por unos aplausos y comentarios que pronto pasarían al olvido.
Daniela se sentó en una mesa del medio, sin intentar interactuar con los que estaban junto a ella.
Se notaron unos pasos de unos zapatos de inmenso tacón y una presencia de estatura alta, modelando con su brillante cabello rubio y portando su fingida e innatural sonrisa. Tenía la intención de declarar a la ganadora del estúpido premio.
—Damas y caballeros, soy la jefa del Consejo escolar, Amelia Wood, pero ya deben conocerme, ¡ah! —Hizo un gesto con la mano presumidamente—. Y estoy aquí para dar mi discurso en honor a la belleza...
Tenshi se asqueaba de cada gesto, pose y palabra que expresaba la rubia, a la cual Daniela consideraba un palillo de madera quebradizo con un montón de paja amarilla (y nada más) como cabeza.
—Y ahora sí, he aquí la ganadora del día.
Una imagen se proyectó en la pantalla. Como todos esperaban la ganadora sería la más vanidosa de todo el Instituto; Amelia. Tenía una postura exagerada en la foto que la hacía ver como una tabla a punto de partirse.
—Pero esto no se acaba aquí. Hay una mención especial, la cual sorprendió mucho al Consejo por su originalidad. De forma unánime se le tituló la creación: Banana split con licuado de fresa y capas de sorpresa pestilente, encima una crema de limpieza colectiva y por último, una pequeña cereza humillante de Akashi.
Todas las miradas apuntaron en una dirección. Daniela se ruborizó al máximo, petrificada en el asiento.
La fotografía se resumía en una chica de cabello no tan negro por los restos de desperdicio en él, con el maquillaje corrido hasta el mentón y un vestido lejos de ser amarillo con tonalidades verdes y marrones. La foto era un completo desastre y...
Era ella. Daniela no podía soportar la humillación. Todos se reían y la miraban con burla. Estaba cansada de las ofensas. Odiaba a todos por más que evitara poseer cualquier sentimiento por las personas a su alrededor. Estaban apareciendo fotos de ella sumergida en el bote de basura, siendo mojada por el grupo, cayéndose en las aguas albañales y arrinconada por Agust, el cual todos creían que era Akashi, porque era el de imponente presencia en el Instituto.
En medio de toda la conmoción, un rostro con cabello negro semi-despeinado (que le otorgaba un toque sensual a su catadura) se atisbó. El chico vestía una camisa y saco azul de Prusia con unos pantalones negros.
Agust la miró y ella sin prestarle atención salió corriendo, dificultándosele el paso por la muchedumbre que se interponía riéndose de ella. Daniela necesitaba estar sola. Su yo interior era como un espíritu inexperto que necesitaba entrar en una habitación confortable; la soledad. Era el único lugar donde no era lastimada.
Pero Agust no permitió que ella se aislara. La asió por el brazo con fuerza y la llevó consigo. Las risas cesaron y en su lugar se dibujaron caras de asombro.
Sus ojos eran capaces de cortar el aire con la tensión que expresaban. Daniela se sintió cohibida por su imponente presencia. Otra vez. Ella no quería llorar tanto como lo había hecho antes pero tenía ganas. A veces, prefería vivir oculta y que Hikari tomara control de su cuerpo para ver el mundo como un espectador externo sin ser herida. Ella trataba de ser fuerte pero los acontecimientos lo eran más.
El chico la llevó hacia la gasolinera de la esquina. Los alrededores se desdibujaban gracias a la oscuridad. El único indicio que proporcionaba un poco de lucidez era una tenue luz espectral que emanaba una farola junto a ellos.
Agust la tiró hacia él cuando se hubieron alejado y la miró con una mezcla de angustia, compasión, fiereza y con ganas de reprender. Sus ojos estaban un poco caídos pero con cejas arqueadas y unas facciones contraídas pero con ganas de ablandarse.
Daniela chocó contra su pecho y al despegarse, los ojos de los dos se encontraron.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top