2. Trastorno
—Daniela...Daniela. —Se escuchaban pequeños murmullos que hicieron despertar a la chica de su letargo.
Josefa Tenshi sacudía por los hombros a la chica, que se mantenía dormida arropada en una manta rosa.
Daniela entreabrió los ojos y cuando percibió que estaba en otro lugar se sobresaltó. Estaba en su habitación junto a su madre.
El dormitorio era un collage de dos estilos disímiles, como si vivieran en él dos personas diferentes. Había dos camas; en la que yacía Daniela, el cubrecama estaba adornado con flores de sakura blancas y el borde era un tejido manual rosa pálido. Al otro lado de la recámara el otro cubrecama poseía un dibujo de noche estrellada y justo al lado se encontraba una mesita de noche con una lámpara negra de Halloween.
—¿Qué me pasó?
—Agust te trajo. Dijo que te desmayaste en una cafetería que los dos frecuentaban. No me creo mucho su historia pero ya era hora que Hikari volviera a ocultarse. Estaba muy preocupada —expresó acariciándole la mejilla—, levántate que se te hace tarde.
Con premura, Daniela obedeció las órdenes de su madre, actitud que era contradictoria con la expresada ayer.
La joven fue hacia el baño a quitarse las extensiones de cabello negro descubriendo un cabello igual de azabache pero más corto. Se lavó las puntas del pelo mostrando un color rosa en ellas. Hikari aborrecía el color rosa, su favorito era el negro.
Ese era el precio del trastorno de identidad disociativa o trastorno de múltiple personalidad. Daniela tenía una identidad de más: Hikari, una chica rebelde que coexistía con otra de estudios consecuentes y vida conservadora, pero que compartían un carácter fuerte.
Su enfermedad permitía que las dos personalidades tuvieran reuniones internas para que la otra narrara lo acontecido en su día. Incluso se podrían aconsejar en el momento del hecho si les era posible. Eran dos hermanas en un mismo cuerpo.
«Ay, Hikari, ¿no habíamos quedado en que ninguna se iba a pintar las uñas para evitar discusiones? Este esmalte negro es horrible», pensó. El único que conocía su enfermedad, y por ende, el nombre de su identidad verdadera era Agust. Por eso nombraba a Hikari como Dani-Dani para molestarla.
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