40. Fin (Agustín)
Uno puede sentir el final, lo puede percibir, lo puede predecir... y eso es lo que siento yo mientras veo a los enfermeros cargar con mi cuerpo para prepararlo para el viaje. Antes de irnos, Malena me susurra al oído.
—No sé qué esperas para dejarte ir, pero esto no es lo que te hubiera gustado, Agustín... Déjate ir, no te aferres a nada, suéltalo... eres libre ahora.
Sus palabras remueven algo en mí, es cierto... Ya no tengo fuerzas, estoy cansado y no sé por qué sigo aquí. Me siento en paz porque sé que Sofía será feliz, que tarde o temprano lo logrará y que, dentro de todo, nos hemos hecho mucho bien.
Le estaré agradecido por siempre, a ella y a todas las personas que se han cruzado por mi camino, pero esto ya no puede llamarse vivir. No se trata de mi cuerpo, se trata de mi alma. Sofy tiene razón, estoy vivo, y tiene que haber algo más que esto.
Todo el dolor que sentía se ha esfumado. Todo el rencor que guardaba ha desaparecido. Todo el miedo que me torturaba se ha perdido. Todo lo que tengo es amor y paz, el amor que he experimentado y la paz que este me ha dejado.
En el reloj de mi muñeca ya casi no queda nada de polvo, se acaba, y sé que pronto veré la luz. Lo sé porque el polvo ya no es gris, sino blanco. Quiere decir que lo he logrado. No hay nada más a que aferrarse, ya no, este es el final, o quizás es solo el principio.
¿Quién lo sabrá?
Sin darme cuenta estoy en el césped, en aquel lugar donde aparecí hace casi un año atrás, no hay nadie, el cielo está claro y los colores muy saturados. Me siento bien, me siento muy pleno, alguien completamente distinto al hombre que fui cuando aparecí aquí por primera vez, alguien nervioso, agresivo y huraño.
El hombre que me habló hace un tiempo se acerca a mí, lo veo venir de lejos, camina suave y tiene una sonrisa en sus labios, hay una mujer a su lado, también tiene mucha luz. Los espero con paciencia y al llegar no necesitan hablar.
La luz. Veo la luz en el cielo, un espacio de blanca intensidad se abre ante mí. Es enorme, me llama con una música que sacude mi interior, una música celestial que nunca he escuchado, una música que te remueve por dentro y te genera un intenso deseo de zambullirte en ella.
Ellos no hablan, solo sonríen y me señalan la luz. Yo estoy a nada de cruzarla, quiero ir, como cuando hace mucho calor y vez el agua cristalina del mar.
Como si una pantalla apareciera en medio del cielo, veo escenas de mi vida desde pequeño. Recuerdo todo lo bueno y comprendo que no todo fue malo, que me dejé llevar por lo oscuro en vez de elegir lo claro, comprendo también mis errores, pero no como una carga ni con dolor, sino como si alguien me explicara un problema de matemáticas y al fin pudiese resolverlo. Me genera esa satisfacción, ese orgullo de haberlo logrado.
Comprendo que tuve opciones, que pude ver el mundo de otra manera, pero elegí verlo desde la oscuridad. Entiendo que las personas pueden hacernos mucho daño, pero que somos nosotros quienes permitimos que ese daño se expanda y nos tome presos cuando elegimos guardar rencores u odiar, en vez de perdonar y soltar.
Entonces, la veo a Sofía, es hermosa, se ve radiante. No la veo como la solía ver, sino rodeada de mucha luz. Revivo nuestras escenas desde el primer día, nuestros momentos de amor, nuestras charlas, nuestras risas e incluso nuestras lágrimas. Soy consciente de la profundidad de mi amor y del suyo, puedo sentirlo ambos, puedo vernos como un solo todo lleno de luz.
—La amo —susurro.
No sé a quién, no se cómo, no sé por qué.
Entonces la luz me traga.
Silencio.
Amor.
Paz.
Bueno, aquí termina la primera parte del libro...
Con respecto a la pregunta que me hicieron, no son dos libros, es uno solo que tiene dos partes... Acabamos de finalizar la primera.
Seguimos con los mismos días de actualización, lunes y jueves :)
Gracias por leerme
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