5. La recaudación (Parte 1)
Camino por los pasillos de la unidad de pediatría, han pasado varias horas desde el comienzo de turno y es hora de ir a casa. Mi celular vibra, es una nota con el recordatorio de dos cosas: mañana finalmente me mudo del apartamento de mi hermana y es el día de la recaudación de fondos del hospital.
Llego al elevador y presiono el botón de este, los segundos pasan y escucho como las puertas se abren mientras miro distraídamente mi celular.
—Pareces como si has tenido C. diff toda la semana.
Mis labios inmediatamente forman una sonrisa al escuchar la voz de Dean.
—No la invoques, por favor—respondo buscando su figura en el elevador.
Nos quedamos en silencio por unos segundos hasta que llegamos al piso del lobby.
—¿Quieres ir a tomar algo al bar a dos cuadras? —pregunta.
Tomo una respiración profunda y luego exhalo, dejando caer mis hombros en forma de rendición.
Sí, necesito distraerme.
Los últimos días han sido un poco intensos y extraños. Mamá ha llamado, aún faltan dos meses para acción de gracias y ella ya lo está planeando todo. Amo a mi madre, pero su presencia a veces puede ser un poco drenante.
El año pasado no pude asistir a la fiesta, así que este año está más insistente. Papá por otro lado es más... tranquilo. Su fuerte es la observación, juro que con mirarme un segundo sabe con certeza lo que siento o si algo anda mal. Nunca he sido buena escondiendo mis emociones con él.
Felicity y mamá son un poco parecidas, mismo carácter y personalidad. Supongo que por eso papá y yo formamos equipo hace tiempo.
—Bien, pero no hasta tarde. Mañana tengo turno en la noche.
—¿Noche?
No paso desapercibido el tono con que lo dice.
—Sí, ¿por qué?
—Creí que estarías en la recaudación.
—No sé... aún soy nueva, Dean.
—Eso no significa que no puedas aportar algo—murmura guiando el camino hacia la salida del hospital.
La brisa fría golpea mi rostro, Dean ha puesto las manos en su bolsillo mientras camina a paso lento junto a mí.
—¿Acaso la mayoría de las personas que asisten son cirujanos o algo así?
—Aquí no, si tienes algo que aportar y es aprobado por la administración del hospital puedes ir.
Una sonrisa irónica sale de mis labios y los recuerdos de mis días en emergencias salen a la luz como pequeñas bombas una detrás de otro.
Mi mirada se queda fija en el vacío y sin notarlo, mis pies se detienen provocando que Dean lo haga segundos después.
—Claro, la administración. ¿Desde cuando administración es el policía bueno?
Dean deja salir una sonrisa apenada en cuanto percibe el tono en el que hablo.
—No todas hacen un buen trabajo, pero hasta ahora esta es decente.
Asiento a su respuesta y después continuamos caminando.
Su comentario se queda rondando en mi mente, varios años atrás solía ser voluntaria en una pequeña clínica para personas de bajos recursos. Sin embargo, esta fue cerrada cuando los fondos ya no eran suficientes.
La verdad es que me encantaría volver a ser parte de algo como aquello.
—¿Qué piensas de una pequeña clínica en donde podemos hacer exámenes médicos de forma gratuita? Quiero decir, ocurriría en días designados para personas de bajo recursos. Solía ser voluntaria de uno algunos años atrás.
Espero unos segundos por la respuesta de Dean, sin embargo, es ahí cuando me doy cuenta que hemos llegado al bar.
Dean abre la puerta de este y luego hace una señal para que entre primero que él.
El ambiente es tranquilo, hay varias mesas en un lado del local y la barra en un área más solitaria. La luz es tenue y la música es agradable, no hay muchas personas lo cual hace de nuestros movimientos sean más fluidos al atravesar el local.
Finalmente, Dean y yo nos sentamos en los taburetes y él me pasa un menú de bebidas.
—Elige lo que quieras, yo invito—dice mientras apoya los brazos sobre la barra. Sus músculos se flexionan dejando ver el tamaño de estos y su mirada está puesta en mí. Ha pasado un tiempo desde que la he visto, pero aún se como reconocerla. Él me da una media sonrisa.
Enarco una de mis cejas, y luego siento como mi frente se arruga para después dejar salir una mueca.
—Oh, no. No estamos haciendo esto.
Él levanta sus cejas y luego deja salir una sonrisa junto a un guiño.
—Dean, ¿qué haces?
—Practicando mis ligues—contesta para luego mover sus cejas de forma incitadora.
Pongo mis manos en mi cabeza y luego muevo esta en negación cerrando los ojos, escucho la risa de Dean a mi lado y después de unos segundos dejo salir un suspiro.
Abro los ojos y desvío mi mirada en su dirección.
—Debiste ver tu cara, ¿Cuántos años crees que tengo? ¿Veinte?
—Respetuosamente, eres un idiota, Dean.
Él carcajea y somos interrumpidos por el bartender quién pregunta por nuestras órdenes.
Me decido por un cocktail de la casa y Dean pide lo mismo junto a algunos bocadillos.
Nos quedamos en silencio por unos segundos y escucho un suspiro provenir de Dean.
—Creo que es una buena idea. Pero diría que trates de conseguir inversores o personas interesadas en tu idea antes de ir a administración. Por lo más decente que sea administración, esto es un imperio capital. Y como decía mi abuela: "por la plata baila el mono".
El bartender regresa con nuestras bebidas y le doy un sorbo a la mía, la combinación de fresa y el licor caliente que baja por mi garganta hace que haga una mueca.
Dean ríe.
—Algo me dice que no estás acostumbrada a esto.
—Oh, usualmente no lo hago pero esto está cargado.
Él deja salir una sonrisa.
—Entonces bébelo al paso, no quiero que termines vomitando todo.
Mis ojos se entrecierran al darle una mirada amenazante a Dean, sin embargo, él solo enarca una de sus cejas.
—Oye, ¿quieres ser mi acompañante en la recaudación? Me serviría un poco de apoyo moral.
Sus ojos se abren expresivos, como si no esperaba aquella pregunta.
—Mmm... tal vez solo por dos horas. Pero después me voy a tener que ir. ¿Acaso no tienes más amigos? —bromea.
—Dos horas es más que suficiente, Dean. Y sí, pero es difícil mantener amistades cuando eres un adulto. Mi amiga de infancia vive en California y la mayoría de mis conocidos viven en Las Vegas.
—¿Familiares?
—Mi hermana y su esposo, mis padres viven en California.
Él sonríe.
—Una chica de California, ¿huh?
Me encojo de hombros.
—¿Qué hay de ti?
—Hijo único, retirado del ejército y dos tours en Afganistán.
Asiento lentamente y termino el cocktail de un trago para después carraspear.
—Supongo que tus padres debieron estar asustados esos años.
Él deja salir una sonrisa melancólica, luego suelta un suspiro y se levanta del taburete.
—Se está haciendo un poco tarde, ¿te acompaño a tu carro?
—No, estoy estacionada cerca de aquí. ¿Nos vemos mañana?
Él asiente.
—Que tengas buenas noches, Ruth.
—Lo mismo para ti, Dean.
Veo su figura alejarse y dejo salir un suspiro para caminar unos segundos después.
Por suerte ya tengo mi auto, lo cual hace todo más fácil. Tengo que descansar para poder realizar la mudanza y ya puedo sentir el efecto de somnolencia que el alcohol produce en mí.
Tal vez sea mejor tomar un taxi.
¿Tú crees?
No quiero terminar en un accidente.
Abro la aplicación de Uber en mi celular y registro la dirección de mi hermana en ella. Este dura dos minutos en llegar y cuando lo hace me adentro a él y confirmo mi identidad con el conductor.
Echo mi cabeza hacia atrás, quitando un poco de tensión a mi cuello y cierro los ojos por unos segundos.
Estoy exhausta.
(***)
Hoy es el día.
Estamos en la sala de mi nuevo apartamento, tiene una sola habitación pero es lo suficientemente grande para mí. Además, cuenta con una vista hermosa de la ciudad de Seattle. Ya han traído mis pertenencias de mi antiguo apartamento y lo único que queda es desempacar.
Felicity se ha tomado el día para ayudar con la mudanza, pero en la última hora lo único que ha hecho es mirar su celular cada cinco minutos y aquello ha comenzado a despertar mi curiosidad.
—¿Estás bien? —pregunto, terminando de desesmpacar la última caja en la cocina, sus ojos me miran por unos segundos, pero luego devuelve su vista al celular—. ¿Felicity?
Ella deja salir un suspiro para después poner el celular encima del desayunador.
—Creo que André me está ocultando algo.
Su voz es insegura y trata de evitar mi mirada. Tomo una respiración y luego me siento a su lado. Su rostro se contrae y veo como sus ojos se llenan de lágrimas.
Es algo que ocurre cuando está molesta, siempre lo ha hecho desde que éramos niñas.
—Hey, estoy aquí. ¿Qué ocurre?
—Días antes de que vinieras le dije a André que me gustaba Tacoma. Algo que no le tomó por sorpresa ya que se había dado cuenta de lo mucho que me estaba gustando vivir aquí. He conseguido varios trabajos de decoración de interiores y me gusta el ambiente...
—¿Pero...?
—Ayer cuando estábamos en una cena con sus compañeros de trabajo... uno de ellos mencionó algo sobre un puesto en Nueva York.
—¿Crees que André quiera mudarse a Nueva York?
—No solo lo creo... estoy segura—dice lo último imitando el acento neoyorquino.
Sus palabras resuenan en mi cabeza dejándome pensativa, ¿dónde he escuchado ese acento?
"Tal vez aquello no hubiese ocurrido si se cerciorara de cambiar a parqueo cuando se detiene".
Sabía que su acento me era familiar.
—¿Ruth?
La voz de Felicity me saca de mis pensamientos y desvío mi mirada hacia ella.
—Es... es mejor que hables con él antes de todo.
Ella asiente lentamente y se queda observándome por unos segundos. Sus ojos brillan de curiosidad.
—¿Estás bien? Te volviste como zombie desde que hice el acento falso.
Asiento y dejo salir un suspiro, ya son las cuatro y aún necesito prepararme para la recaudación.
—¿Me ayudas a buscar un vestido para la recaudación?
—¿Si vas a ir?
Asiento y ella enarca una de sus cejas.
—¿Con quién?
Ruedo mis ojos reconociendo a dónde ira esto.
—Dean, un compañero.
—Dean, ¿huh? ¿Es sexy? Su nombre lo es.
—Tu definición de sexy es algo extraña, Felicity. Es solo un amigo y me acompañará por un momento.
—¿Cuál es la etiqueta de vestimenta?
—Black tie.
—¿Black tie? ¿Y se te ocurre decirlo ahora?
—Estoy segura de que puedo encontrar algo en mis maletas...
—No quiero ofenderte, Ruth. Pero no creo que es algo que tengas. Apenas sales.
—Espera...
Me levanto de donde estamos y busco a mi alrededor por una de mis maletas hasta que final doy con ella.
Roja y negra.
Abro la maleta, Felicity se encuentra detrás de mí observando todos mis movimientos. Dentro de la maleta se encuentran varios vestidos de diferentes colores y ocasiones: verde esmeralda, blanco, rojo, negro, azul.
—¿Cómo...?
—La última vez que hablamos más de una hora antes que esto fue hace años, Felicity. Las personas cambian.
Ella me mira y luego asiente para tocar las telas de los vestidos.
—¿Tienes un color en mente? —niego con mi cabeza mientras repaso los vestidos que cumplen con la etiqueta de Black tie.
¿Rojo, negro o blanco?
No quiero llamar la atención, así que rojo está fuera de la lista... negro será.
—Creo que me probaré el negro, vamos a ver si aún me sirve.
Voy camino a mi habitación en donde se encuentra el espejo instalado, quito mi ropa rápidamente y deslizo el vestido por mi cuerpo.
Me quedo mirándome en el vestido por unos segundos, mi cabello corto oscuro, mi piel trigueña y ojos mieles como mamá. Estatura media y cuerpo promedio.
—Te pareces a mamá—escucho la voz de Felicity detrás de mí.
—¿Tú crees? Yo pienso que eres su otra mitad—confieso riendo, ella sonríe.
Sé lo que significa para ella.
Felicity y yo tenemos los rasgos parecidos de mamá, pero solo ella comparte un poco de su personalidad.
—¿Acaso no tienes que mandar ese vestido a la lavandería? Solo tienes dos horas para estar lista.
—¿Lo llevarías por mí mientras me doy un baño?
Ella asiente y yo me lo quito sin pensar dos veces.
Solo espero que todo salga bien esta noche.
*****
Hola, buenas noches, buenas tardes que nadie me asesine que he estado súper ocupada y al final no pude subir nada 😭😭😭😭. Pero... hice este pequeño espacio en medio de exámenes así que piedad :). Bien, este capítulo es largo, así que lo tuve que cortar en dos partes. La segunda parte probablemente la suba de aquí al domingo.
Cuídense muchito y loveeeeeee.
Byyy the wayyy... esas frases random a lo último siempre son hints.
¿Qué creen que pasará? 🦹♀️🦹♀️🦹♀️
Jajajaja
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