2. Sala de emergencias

Han pasado unas horas, el doctor en turno ordenó algunos exámenes de sangre y una tomografía de mi cabeza para estar seguros. Hasta ahora todos mis signos vitales se encuentran estables y ya mi herida paró de sangrar.

Solo queda el dolor de cabeza.

La cortina se abre dejándome ver la figura de un hombre canoso, figura media, ojos marrones y bata blanca. Dean se encuentra a su lado mientras él examina la habitación. Dean hace una pequeña sonrisa que me deja un poco más tranquila.

—¿Señorita... Blackstone? —pregunta mirando a un papel en su mano. Asiento y él se aproxima más a mí—. Tengo buenas noticias, no encontramos nada abnormal en sus exámenes y todo está bajo control. A excepción de su glucosa, que está baja, todo está bien. ¿Cuándo fue la última vez que comió algo?

—Alrededor de las nueve. Me bebí un café y me comí la mitad de un croissant.

Él me observa con seriedad.

—Ya son las siete, señorita Blackstone. Le recomiendo comer algo si no quiere desmayarse.

—Lo haré.

—Bien, como le decía... todo se encuentra bien. Sin embargo, queremos que usted pase la noche en observación.

Él me mira con seriedad y yo dejo salir una sonrisa, lo cual hace que el doctor tanto como Dean me observen con confusión.

—No se preocupe, comeré algo y descansaré. Pero no puedo pasar la noche en emergencias, doctor... Knight—respondo mientras doy un vistazo a su tarjeta de identificación.

—Necesitamos observarla solo por algunas horas. Para estar seguros que no hay nada más.

—Doctor... preferiría descansar en mi casa. Créame, me siento lo más mínimo y vuelvo.

Noto como el doctor deja salir un suspiro y asiente.

—Pero tienes que firmar unos papeles primero.

Levanto una de mis cejas y él se queda analizándome.

Tiene que estar bromeando.

—¿De verdad me va a hacer firmar el formulario de Alta voluntaria en contra de indicación médica?

Los ojos del doctor se agrandan por la sorpresa de mis palabras y noto como Dean trata de no reírse detrás de él.

—Es exactamente lo que está haciendo, señorita Blackstone.

—Solo dígame algo, según usted... ¿qué es lo que me mantiene aquí?

—Observación después de posible lesión craneal.

—¿Tengo una contusión? —pregunto rápidamente desorientándolo.

Él me observa con ojos entrecerrados y mala cara dejando visible su desencanto.

—No.

—¿Tengo algo abnormal?

—Como le dije, no.

—Además, nunca le dije que me golpeé la cabeza. Expliqué que estuve en un accidente y que me dolía la cabeza, pero nunca que me la golpeé. Lo que cambia su cuadro médico.

El doctor Knight le da una mirada a Dean, el cual mantiene todas sus fuerzas para no reírse. Luego clava sus ojos en los míos y examina mi rostro por unos segundos.

—¿Entonces?

—Bien, usted gana. Voy a poner la orden para que le den el alta—dice con un tono agrío para después darse la vuelta y salir de la habitación.

Dean se acerca a mí y niega con su cabeza para después sonreír.

—Nada mal... —sus ojos se empequeñecen como si estuviera deduciendo algo—, enfermera Blackstone.

Las comisuras de mis labios se ensanchan dejando salir una sonrisa.

—¿Qué me delató? —pregunto y él comienza a recoger los materiales para sacarme la intravenosa.

—Solo hay un ser en este mundo que tiene las agallas y disfruta de herirle el ego a un doctor—responde mientras me quita la intravenosa.

Niego con mi cabeza sonriendo.

—Somos un equipo, pero a veces algunos necesitan una dosis de humildad.

Dean asiente.

—¿Dónde trabajas? —pregunta mientras tira a la basura sus guantes.

—Próximamente... aquí.

Sus ojos me analizan por unos segundos buscando alguna indicación de burla.

—¿Me estás jodiendo, verdad?

—No, hoy era mi última entrevista. La verdad es que tengo que pasar por recursos humanos a firmar unos papeles y luego a la oficina de identificaciones.

—¿En qué unidad trabajarás?

—Emergencias de pediatría, pero en consultas. Es que no estoy trabajando como enfermera de cabecera sino como enfermera especializada.

Noto como Dean está a punto de decir algo, sin embargo, es interrumpido por el llamado de un código.

Dean me da una sonrisa de disculpa y sale de la habitación rápidamente.

Los minutos pasan y puedo escuchar los pasos rápidos y diferentes pitidos de máquinas. Dejo salir un suspiro mientras comienzo a vestirme con la ropa que traje. Por lo menos ya no se encuentra mojada. Me siento en la camilla y trato de arreglar los mechones rebeldes que han aparecido después del agua lluvia.

Trato de peinarme lo más que puedo y en cuestión de segundos lo logro. Ventajas de tener el cabello corto.

La cortina se abre abruptamente y Dean entra con rapidez a darme los papeles del alta. Noto como aún se encuentra con prisa.

—Confío en que sabes lo que tienes hacer—bromea y yo sonrío—. Luego otro día hablamos. Dejé mi número personal en una de las hojas, así que espero tu llamada.

Asiento con una sonrisa.

—Gracias, Dean.

Él asiente y luego desaparece detrás de las cortinas.

Me levanto de la camilla y comienzo a caminar hasta la salida de emergencias.

Una ráfaga de viento hace que mi piel se estremezca, estamos a principio de noviembre y la temperatura está comenzando a bajar.

Muerdo mi labio al ver la oscuridad de la noche. Esta salida de Emergencias está un poco solitaria, pero por lo menos las luces en cada esquina me hacen sentir más segura.

Mis ojos examinan cada detalle del lugar mientras camino a paso rápido, sin embargo, unos gritos me hacen detenerme en seco.

—¡Ahhhhh!

—Deja de ser tan dramática, Eloise. Te dije que no necesitas venir al doctor.

Me dejo guiar por las voces hasta llegar a una distancia segura de lo que está ocurriendo.

A unos metros de mí, se encuentra una joven embarazada. Su rostro se encuentra contraído por el dolor mientras se sostiene el abdomen. Y a su lado, hay un hombre mucho más mayor que ella. Sus facciones están duras y no parece muy feliz de estar en emergencias.

—Vámonos—escucho que le dice con imposición.

—No, Mark. Necesito ayuda.

Él la agarra de la muñeca arrastrándola hacia atrás.

—¡Mark! ¡No! —grita de dolor, al segundo escucho el eco de una bofetada.

Mi cuerpo comienza a temblar, como si estuviese recordando algo por sí solo.

Busco mi celular en mi cartera, en mis manos se encuentran los papeles del alta y lo primero que hago es marcarle a Dean.

Suena uno, dos, tres... y después lo descuelga.

—¿Hola?

—Dean, es Ruth.

—¿Estás bien? —pregunta con un tono de confusión.

—Los parqueo del hospital están patrullados por la seguridad del hospital, ¿verdad?

Camino hacia delante para no perderlos de vista, trago en seco cuando veo al hombre apuntar a la chica con un arma de fuego.

—Vas a venir conmigo quieras o no, Eloise.

¡Mierda!

—Sí, ¿por qué?

—Hay alguien con un arma de fuego en el parqueo de la parte de atrás. Necesitas llamar al código y a seguridad.

—Ruth... escucha... no hagas nada. Lo haré.

Los sollozos de la joven hacen que mi pecho se oprima, ¿qué día tan jodido es este?

Observo como él la aleja más a rastras, muerdo mi labio con nervios, si sobrepasan a las aceras, todo lo que está ocurriendo pasa a ser algo civil.

Tengo que hacer algo.

Trato de tomar respiraciones profundas mientras me acerco más a ellos.

—¿Les puedo ayudar en algo? —murmuro lo suficientemente alto para llamar su atención. Los ojos de la joven me observan y un brillo de esperanza pasan por ellos mientras el hombre trata de disimular el arma detrás de ella.

—No, ya nos íbamos—responde el hombre con ojos entrecerrados.

—¿Estás bien? —cuestiono a la chica mientras analizo los movimientos del hombre por el rabillo del ojo.

—¿Estás sorda? ¡Dije que ya nos íbamos! ¡No te metas! —gruñe haciendo que de un paso hacia atrás.

Levanto mis manos dejándole ver que soy vulnerable.

—Solo quiero ayudar, soy enfermera del hospital. Le aseguro que podemos hablar como personas educadas—hablo con voz dócil mientras doy unos pasos hacia delante.

Él deja salir un gruñido y saca el arma apuntándome, con un brazo, hala a la joven y la posiciona detrás de él.

—Te advertí que no te metieras—brama enojado, sus ojos se encuentran fijados en mí y puedo ver una de sus venas creciendo lentamente en el cuello.

Mi respiración se entrecorta y solo suplico para no tener algún ataque aquí.

Trago en seco y mi vista se vuelve algo borrosa, desconcertada, parpadeo varias veces regresando a una escena totalmente distinta.

«—Vas a pagar por ello. Te voy a buscar en cada rincón y sufrirás tanto como ella lo hizo.

Su voz estremece mi cuerpo mientras acaricia mi piel con algo duro y frío

—No fue mi culpa—susurro con voz temblorosa.

—Eso lo decido yo».

Theo Ambrosi

Subo por el elevador del hospital hasta el último piso, Charles, el director de Barton Hughes me ha llamado para una conferencia. Observo mi muñeca izquierda y noto la hora marcada.

6:00 P.M.

Justo a tiempo.

Camino a paso lento hasta llegar a la oficina de Charles. En los últimos días ha estado contactándome más de lo normal. No me quejo, pero también tengo más cosas que hacer. No puedo estar cambiando mi horario por reuniones a última hora.

A medio camino, Norma, su asistente, me recibe.

—Buenas tardes, señor Ambrosi. El señor Preston lo espera en su oficina.

Asiento y ella me encamina hacia la oficina. Cuando llegamos, Norma toca la puerta y un suave "adelante" se escucha detrás de esta.

Charles me recibe con una sonrisa, en su escritorio tiene una botella de whiskey y dos vasos. El hombre es bueno convenciendo, eso no lo puedo negar. Supongo que el pelo canoso y las arrugas no muestran más experiencias.

—Theo, bienvenido—saluda y luego hace una señal a Norma a que cierre la puerta.

—¿A qué se debe esta reunión, Charles?

—Directo al punto, como siempre.

Examino su rostro con seriedad, él deja salir una sonrisa nerviosa. Sabe que no me gusta perder mi tiempo.

—En dos semanas es la recaudación anual de fondos. Tengo entendido que no asistes a fiestas a menos que sean de negocios.

—Correcto.

—Pero esto sería considerado como una fiesta de negocios...—Lo interrumpo.

—Charles, sabes que no me gusta jugar al gato y al ratón. Ve directo al grano. ¿Cuánto necesitas?

—Tu presencia—contesta y me mira fijamente—. Verás, con el solo hecho de que estés aquí me ayudarás a recaudar mucho dinero.

Enarco una de mis cejas y él se aclara la garganta.

—Tu presencia atrae más personas. Ellos quieren hacer negocios contigo pero... —él deja salir una sonrisa—, ya sabes que eso depende de ti.

—Lo pensaré.

Él sonríe y abre la botella de whiskey para después echar el líquido en los vasos de cristales.

—Dalmore, tú favorito—anuncia con una sonrisa ofreciéndome un vaso.

—¿Años? —pregunto al sentarme en unos de sus sillones.

Sus ojos se entrecierran y deja salir una sonrisa de suficiencia.

—62.

Asiento y le doy una mirada de aprobación.

—Solo lo mejor para nuestro más preciado inversor.

Los minutos pasan mientras Charles discute algunas ideas para el hospital. Pero somos interrumpidos por el sonido de su teléfono.

—¿Qué ocurre, Norma? ¿La señorita Moore está aquí? Quiere hablarme de los cirujanos que asistirán a la recaudación. Dile que tiene solo cinco minutos, el señor Ambrosi está aquí.

Segundos después, Charles termina la llamada y la puerta de la oficina se abre. Por la puerta entra una mujer delgada de cabello rojo, sus ojos son de un color azul intenso y viste una falda que llega hasta sus rodillas junto a una chaqueta a juego. Tiene zapatos que la hacen ver más alta y maquillaje sin exagerar.

Ella se ruboriza al notar que la observo y desvía la mirada.

—Señorita Moore, este es el señor Ambrosi—presenta Charles—. La señorita Moore es nuestra gerente en relaciones y reclutamiento. Se encarga de conseguir los mejores cirujanos para nuestros clientes VIP.

Asiento con seriedad y estrecho mi mano en forma de saludo.

—Un gusto conocerla—digo y ella sonríe.

—Fue ascendida a este puesto hace varios meses y no lo dude que ha hecho maravillas—continúa diciendo Charles. Ella le da una sonrisa de agradecimiento y luego fija sus ojos en mí.

—¿Usted estará asistiendo a la recaudación, señor Ambrosi? —pregunta, esta vez con un tono de curiosidad en su voz.

—Probablemente—contesto y ella asiente para luego aclararse la garganta.

—Bueno, aquí está la lista de los nuevos cirujanos y los cuales estarán en la recaudación—explica mientras le da un documento a Charles.

Ella trata de decir algo más pero es interrumpida por el sonido de su celular.

—¿Hola? Sí, ¿código gris? No, estamos en el último piso. ¿Dónde? ¿Me mandas el link de la cámara? Bien. Actúen rápido.

—¿Algún problema? —pregunto, ella sonríe con nerviosismo.

—El hospital está en código gris. Nadie sale y entra del hospital.

—¿Qué está ocurriendo, señorita Moore? —habla Charles con confusión.

—Al parecer, hay un tirador en el parqueo de la parte de atrás de emergencias. La seguridad del hospital va de camino hacia allá.

El sonido de una notificación hace que la mirada de la señorita Moore vaya directamente a su celular. Es un mensaje que contiene un link el cual ella presiona y el video a blanco y negro de tres personas en el parqueo de emergencias empieza a rodar.

—¿Puedo conectar esto a una de sus pantallas, señor Preston? —Él asiente, aún confuso.

—Es la primera vez que algo como esto ocurre en el hospital—explica Charles, aún extraño.

La señorita Moore termina de conectar su celular a la pantalla, la grabación en vivo se hace más notoria y esta vez tengo un sentimiento de familiaridad hacia la mujer que ahora está siendo apuntada con un arma.

Arrugo las líneas de mi frente dejando expresar mi confusión, pero a la misma vez no dejo pasar los rostros de Charles y la señorita Moore. Los cuales analizan mi reacción.

—¿No tiene algún sonido? —hablo con firmeza y ella me observa con nerviosismo.

—Sí, creo que sí—responde mientras busca algo en su celular y voces comienzan a escucharse.

—Señor, esto no tiene que ser así. Podemos hablar con calma.

La mujer de espaldas dice y es cuando finalmente reconozco la voz.

El accidente de hoy.

«—No pretendo quedarme aquí el día entero, señorita... —planteo sin importancia hasta recordar que no tengo su nombre.

—Blackstone—responde mientras sus ojos se clavan en los míos y me sostiene la mirada.

¿Desafiante, eh?

—Blackstone—repito lentamente sin dejar de mirarla provocando su desconcierto. »

—¿Conoces a esta persona, Theo?

—Su apellido es Blackstone.

—¿Blackstone? —pregunta la señorita Moore como si supiera algo que nosotros no—. ¿Como en Ruth Blackstone?

Sus ojos me observan esperando por una respuesta.

—No estoy seguro.

—¿Quién es? —cuestiona Charles esta vez.

—Es una NP, enfermera especializada.

—¿Y por qué sabes el nombre de una enfermera? Creí que solo buscabas cirujanos.

—Porque tiene conexiones con familias poderosas. Hace unos años solía trabajar en Maryland en la unidad de trabajo de parto y parto en el Hospital Empire. Tiene clientela para VIP. Además, creo que su prometido el cirujano Boyd también está en la lista.

¿Prometido?

—Lo que no entiendo es que está haciendo en emergencias.

—Tuvo un accidente—hablo, observando a la pantalla. Las personas de seguridad llegan distrayendo al hombre y ella se las arregla para tumbarle el arma de fuego de las manos y rápidamente apuntándole.

Siento los pares de ojos de Charles y la señorita Moore en mi nuca y mi rostro se endurece deshaciéndose de cualquier tipo de emoción.

—Cuando termine de allá abajo, dígale a uno de sus seguridad que la escolte hasta una de las habitaciones VIP.

Desvío mi mirada a Charles, este me observa detalladamente tratando de anticipar mis intenciones.

—¿Ahora?

—Ahora, señor Preston.

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Shhh..... 🥳🥳🥳🥳😉

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