1. El primer paso


Mis ojos se nublan mientras las lágrimas comienzan a correr por mis mejillas. Siento como mi pecho se aprieta y mi mandíbula se endurece del enojo.

Con la manga de mi blusa, seco las lágrimas de mis mejillas y tomo una respiración profunda que se vuelve más entrecortada.

Ya no más.

Estoy cansada, ya no creo en sus mentiras y sus falsos deseos por mejorar y arreglar nuestra relación.

Camino por en medio de las botellas de champaña y ropas tiradas, luego tomo una de las copas y sirvo un poco de agua que se encuentra en la mesa.

Su rostro está escondido en el cuello de ella mientras las sábanas cubren parte de sus cuerpos desnudos.

Mis nudillos se vuelven blancos y siento como la ira se propaga en mi cuerpo y me hace quebrar la copa en mi mano.

El cristal cae en el suelo, despertándolos abruptamente.

Su rostro se encuentra sorprendido y pálido, ella atrae la sábana hacia su pecho mientras agarra los bordes como si de su vida dependiera.

Saco la llave del Pent House y la tiro a su pecho con fuerza.

—Ruth... yo... te prometo que no... —Trata de decir, pero lo interrumpo.

—No quiero explicaciones, Hades. No te molestes en devolverme la llave del apartamento, cambiaré las cerraduras. No quiero que me llames, no quiero que me mires, te quiero lo más lejos posible, Boyd—declaro con un tono amargo.

—Esto... esto lo podemos arreglar, amor.

Sonrío cínicamente.

—¿Esto? Ya no hay un esto.

Desvío mi vista hacia ella, sé que luce familiar, pero no recuerdo de dónde.

Doy un paso hacia delante y ella se inclina hacia atrás.

—Espero que por lo menos te haya follado bien, porque para otra cosa no sirve.

Los dos se quedan mudos mientras me doy la vuelta y salgo del Pent House.

Camino con rapidez hacia mi auto y me dejo caer con fuerza en el sillón. Mi frente se apoya al volante y siento la necesidad de gritarle al vacío. La presión en mi pecho no ayuda y entonces... entonces me pregunto.

¿Por qué?

Porque él es un hijo de puta, Ruth.

Creí que finalmente me iba a pedir matrimonio.

¿Él? Le das mucho crédito, cariño.

Tal vez todo es mi culpa. Sé que lo he estado evitando y ya no estábamos teniendo intimidad por mis pesadillas pero...

¿De verdad le estas buscando una excusa?

—No—murmuro bajito.

Dejo salir un suspiro.

Te odio conciencia.

No es el fin del mundo, ¿verdad? Solo acaban de romperme el corazón.

Comienzo a respirar profundo tratando de calmarme. Pero es imposible y los sollozos vuelven a salir.

Mi celular suena, sin embargo, no le presto atención al número en la pantalla e ignoro la llamada.

Me sobresalto al escuchar el sonido de pequeños golpeteos en mi ventana. Desvío mi mirada para ver el rostro de Hades. Su mirada es desesperada y me hace señales de que baje el cristal.

Mi labio tiembla, ¿qué diablos pasa por su cabeza?

Mis ojos observan los suyos, el azul de su iris hace que mi corazón de un vuelco. Mi mente dice que es una mala idea pero mi corazón quiere escuchar su voz.

¡Agh! ¿Tan masoquista soy?

Al parecer, te acaban de poner los cuernos y aquí estás, contemplando si quieres escucharlo una vez más.

Doy una respiración profunda.

No.

Trago fuerte, toco el botón de encender el auto y luego miro hacia la ventana.

Las líneas de su frente se arrugan, preocupado.

Luego bajo un poco el cristal de la ventana, suficiente para escuchar algunas palabras.

El trata de decir algo, pero soy más rápida y lo interrumpo.

—Vete a la mierda, Hades.

—Necesitas ayuda médica, Ruth. Tu mano...

Aún molesta, observo mi mano, por primera vez noto como el líquido rojo y espeso se ha deslizado por mi piel.

Estoy sangrando.

—Déjame curarte—dice con un tono calmado. Enarco una de mis cejas y dejo salir una carcajada sarcástica.

—Has perdido la cabeza, Boyd.

—Ruth, soy doctor—dice haciendo una pausa. Ruedo los ojos para después enderezar mi espalda.

—¿Oh, sí?

Él me da una mirada exasperada debido a mi tono sarcástico.

—Puede que te hayas cortado alguna arteria—repite con el mismo tono condescendiente.

—Yo también sé de anatomía, Boyd. Que no se te olvide—digo para después acelerar el vehículo sorprendiéndolo. Observo mi espejo por un segundo para ver cómo se queda parado estupefacto.

Encojo mis hombros, al parecer también sus reflejos funcionan.

Acelero el vehículo por las calles de Las Vegas hasta llegar a una gasolinera. Me parqueo en una esquina de esta para buscar el kit de primeros auxilios. Abro la puerta del auto dejando caer el agua de salina en la herida.

Inmediatamente siento el ardor y me muerdo el labio inferior, tomo una respiración profunda contando hasta tres internamente y vuelvo a dejar caer de la solución salina.

Seco la herida con una gaza suavemente mientras inspecciono que tan grande es. Ya no estoy sangrando y no veo ningún cristal en mi piel, así que decido poner un poco de antibiótico tópico y una gaza para después vendarlo lentamente.

Cuando termino, salgo del auto y camino hasta el pequeño local dentro de la gasolinera.

Al entrar, un hombre en sus cincuenta me saluda con un asentimiento y yo le doy una pequeña sonrisa. Observo mi reloj, son las nueve de la mañana. Aún tengo tiempo de llegar a mi reunión a las una de la tarde.

Mi llegada al Pent House de Hades no había sido coincidencia, ayer la reclutadora del Hospital Barton Hughes me escribió un email diciendo que quería reunirse conmigo para el trabajo en la unidad de pediatría.

Dejo salir una respiración profunda, el plan era conseguir un trabajo en Seattle para que Hades y yo nos mudáramos juntos.

Hace un mes le habían ofrecido un puesto como cirujano cardiotorácico, pero para eso tenía que mudarse de Las Vegas. Así que empecé a buscar trabajo en Seattle para poder acomodarnos el próximo mes.

Las comisuras de mis labios se elevan dejando salir una sonrisa triste. Todo para descubrir que me estaba poniendo el cuerno.

Tomo una bebida energética y croissant de mantequilla para llevar. Aún me quedan dos horas de camino y sé que el tráfico se vuelve loco.

Llevo lo elegido al mostrador donde el mismo señor de hace unos minutos me atiende. Pago lo adeudado y luego salgo del local para adentrarme al vehículo.

Doy un trago de la bebida energética y luego me dispongo a encender el auto, subo un poco la radio y comienzo a tararear la melodía, segundos después, acelero de vuelta a las calles de Las Vegas.

Aquí voy, Seattle.

(***)

Han pasado dos horas y ya me encuentro en el estado de Washington. Mi reloj marca las 11:24 A.M. y finalmente dejo que mis músculos se relajen. Sigo conduciendo hasta la ciudad de Seattle. Me detengo en un semáforo y aprovecho para mirar alrededor. El cielo se ha puesto gris y eso solo significa que puede comenzar a llover en cualquier momento. En la radio se escucha Needed me de Rihanna y me distraigo con la melodía. De repente, se escucha un trueno y la lluvia comienza a caer en cuestión de segundos.

Enciendo el parabrisas y continúo conduciendo con precaución. Los minutos pasan y la lluvia se vuelve más fuerte, agarro el volante con fuerza y noto como los neumáticos del carro resbalan un poco al frenar en una señal de paro.

Tomo un segundo para calmarme, odio conducir cuando llueve de esta forma. El cristal comienza a ahumarse haciendo que mi vista se obstruya. Trago en seco sintiendo como la ansiedad ocasiona que mi respiración se sienta forzada y los latidos de mi corazón incrementen.

¡Mierda!

Acelero con cuidado, buscando un lugar donde detenerme. Pero sin embargo, llego a las calles anchas de la ciudad. Me detengo en una luz roja y busco con desespero mi inhalador.

Siento como mi pecho se aprieta mientras los segundos pasan, lo que provoca que mis manos tiemblen del nerviosismo. Finalmente, encuentro mi inhalador y tomo una bocanada de aire.

Cierro mis ojos por unos segundos, pero estos son abruptamente abiertos al sentir un golpe detrás del auto.

Mi cabeza rebota hacia delante, sin embargo, soy lo suficientemente rápida para detener el choque con el volante.

El auto se mueve continúa moviéndose y la adrenalina corre por mis venas, trato de pisar el freno pero este no funciona. Lo que ocasiona que el auto sea golpeado por delante deteniéndose.

Mi vista se vuelve borrosa, lo único que puedo escuchar es el zumbido de mis oídos y el timbre de mi celular en alguna parte.

Abro los ojos y salgo del vehículo, mi cabeza duele. Tal vez tenga una contusión pero no recuerdo haberme golpeado con algo.

Salgo del lado del conductor y la lluvia cubre mi cuerpo empapando toda mi ropa.

Por lo menos mi blusa no es de color blanco.

Observo el auto negro deportivo que se encuentra bloqueando el mío. Hago una maldición por debajo y arreglo mis cabellos hacia atrás.

Del auto, sale un hombre alto, mis ojos van inmediatamente a su rostro el cual es inexpresivo.

Genial, otra factura más.

—Escuche, no fue mi intención. Otro carro me golpeó desde atrás lo cual causó que mi vehículo se moviera.

—Tal vez aquello no hubiese ocurrido si se cerciorara de cambiar a parqueo cuando se detiene—responde, su voz es profunda y gruesa. También percibo el tono frío con que lo dice y su acento marcado.

Mi cuerpo se tensa, ¿pero quién carajos se creía?

Enarco una ceja, las gotas de lluvia se deslizan por su rostro, sin embargo, parece no molestarle. Él se queda unos segundos esperando por mi respuesta, pero decido no perder el tiempo e ignorarlo.

Mi celular suena, acaparando la atención de ambos y provocando que abra la puerta de mi auto para buscarlo. La pantalla se ilumina con el nombre del Hospital Barton. Descuelgo la llamada y hago una señal a mi celular hacia el hombre misterioso que ahora se encuentra apoyado de su auto mientras observa algo en la pantalla de su celular.

—¿Hola?

—Sí, ¿hablo con Ruth Blackstone? —dice una voz masculina.

—Ella habla.

—Siento mucho decirle que no podremos vernos hoy. Pero tengo buenas noticias, mi jefa vio su currículum y habló con sus empleados anteriores. Lo que significa que está contratada. Todo depende de cuando quiera empezar.

—Muchas gracias, ¿cuándo puedo pasar a recoger mi identificación y firmar el contrato?

—Cuando quieras. Recursos humanos está abierto hasta las cinco.

Cierro la llamada después de unos segundos para darme la vuelta, la lluvia ha cesado un poco.

El hombre de traje gris y cabello castaño me observa con seriedad, sus ojos son de un color avellana y piel acaramelada.

Su postura es intimidante. Tiene los brazos cruzados en su pecho y sus ojos no dejan de mirarme. Ni siquiera pestañea.

—¿Ya terminó de intimidarme?

Él enarca una de sus cejas en respuesta y yo dejo salir un suspiro.

Hoy ha sido un día de mierda como para lidiar con personas complejas.

—Entonces me considera una persona compleja—dice bajamente sobresaltándome.

Siento como mis mejillas se ruborizan y él endereza su espalda.

—No pretendo quedarme aquí el día entero, señorita...

—Blackstone—contesto.

Él asiente con su rostro serio.

—Blackstone—pronuncia lentamente con su acento marcado. Como si estuviese saboreando cada letra—. Voy a confiar en usted y creer que es una persona de palabra.

Luego saca de su bolsillo una tarjeta con su nombre y un número de teléfono.

—Mi secretaria organizará todo. Puede llamar mañana después de las nueve—explica y yo enarco una de mis cejas.

—¿Así cómo si nada? ¿No quiere llamar a la policía?

Sus ojos escanean mi rostro para luego quedarse fijo en mi mirada.

—Creo poder resolver mis propios problemas, señorita Blackstone. Al menos que usted quiera que llame la policía.

Le sostengo la mirada por unos segundos para después tomar la tarjeta en mis manos y leerla.

Theo Ambrosi.

—También debería de ir a un hospital. Su mano está sangrando.

Desvío mi mirada para ver la venda con un poco de sangre. Dejo salir un suspiro cansado y él me examina brevemente y luego se adentra a su auto  para arrancar el motor en cuestión de segundos.

Miro la parte delantera de mi auto. Al menos el daño no era mucho.

La lluvia se vuelve llovizna y me adentro al vehículo con pesadez. Coloco el GPS esta vez con la dirección al Hospital Barton Hughes.

Al llegar, dejo el auto parqueado a unas calles cerca del hospital y me adentro al área de emergencias para registrarme.

—¿Nombre y apellido? —pregunta una chica de cabellos rubios y mirada dulce.

—Ruth Blackstone.

Ella me da una sonrisa leve y luego procede a escribir la información.

—¿Tiene seguro médico, señorita Blackstone?

—Sí—respondo para pasarle la tarjeta.

Ella vuelve a introducir todo y después me hace una señal para que pase donde la enfermera.

—Buenas tardes, ¿qué está ocurriendo?

—Tengo una pequeña laceración en mi mano derecha. No es muy grande pero probablemente pasó por una arteria pequeña porque sigo sangrando un poco.

La enfermera asiente y coloca lo que le digo en su computadora.

—También acabo de tener un pequeño accidente y mi cabeza duele un poco.

—Bien, sigue mi dedo—dice mientras mis ojos van de un lado a otro y luego de arriba hacia abajo. La enfermera toma una pequeña linterna y chequea las reacciones de mis pupilas—. Todo se ve bien. Pero probablemente tu proveedor médico quiera mandarte a hacer otros estudios para estar seguros. La persona de allá, —apunta a un chico joven con uniforme—, te va a tomar los signos vitales y luego te va a llevar con la enfermera encargada.

Asiento para comenzar el proceso, el técnico me toma los signos vitales y después me guía detrás de unas puertas a donde está todo el grupo médico.

La enfermera encargada toma mi historial médico y luego me asigna a un enfermero, el cual me lleva a una camilla para recostarme.

Tiene el cabello corto y piel morena. Su figura es mediana pero se nota que hace ejercicio. También tiene un tatuaje en su hombro derecho de algún servicio militar.

—Empecemos de nuevo—dice y hace una pausa—. Asmática, no cirugías, saludable, y viniste por un accidente y una laceración en tu mano derecha.

Asiento.

—Bien, mi nombre es Dean y voy a ser tu enfermero. ¿Puedo chequearte?

—Está bien—digo dejando salir un suspiro. Él sonríe.

—¿No eres fan de los hospitales?

—No, vivo más en ellos que en mi casa.

Él me mira con rostro confundido.

—Trabajo en uno—contesto y él asiente.

Dean pone su estetoscopio en mi pecho para escuchar mi corazón y luego en mis pulmones. Después de unos segundos, vuelve a chequear la reacción de mis pupilas y mi habilidad de seguir el movimiento de su dedo.

—Hasta ahora todo está bien, tus pulmones, tú corazón y tus nervios craneales trabajan normalmente. En unos minutos el doctor entrará para seguir examinándote e indicar algunos exámenes.

—Gracias.

—También buscaré una bata y calcetines para que te cambies.

Vuelvo a asentir. Dean sale de la habitación dejando la cortina cerrada. Sin embargo, minutos después, una mujer de cabello negro largo, piel tostada y vestimenta formal entra a mi habitación.

—Buenas tardes, señorita Blackstone. Soy parte de Administración, necesito que me firme este documento por su seguro médico. Dean también me dijo que necesitaba esto—explica mientras hace una seña a la ropa de hospital.

Dejo salir una sonrisa tímida y me siento en la camilla para tomar la ropa. Pero ella nota como hago una mueca de dolor al moverme.

—¿Está bien?

—Sí, pero supongo que ya no tengo más adrenalina en mi cuerpo. No me había sentido eso—murmuro levantando mi blusa para ver la parte de mi costado.

—Voy a llamar a tu enfermero—dice, para después darse la vuelta con rapidez arrojando mi cartera al piso—. ¡Oh, no! ¡Lo siento!

Ella se baja para recoger mis pertenencias, toma mis lentes y los coloca dentro de mi cartera, luego mi monedero y finalmente una pequeña tarjeta.

La cual se queda observando por unos segundos.

—¿Theo Ambrosi?

—¿Mmm? —contesto confundida.

—La tarjeta.

—Tuve un accidente y él fue la otra persona.

Ella sonríe con nerviosismo y deja la tarjeta en mi cartera. Luego sale de la habitación y cierra un poco la cortina.

Observo como su sombra queda detrás de la cortina y unos murmullos comienzan a escucharse después.

Me muevo hacia delante con cuidado y me muerdo el labio cuando siento el dolor en mi cuerpo.

—Tiene la información del señor Ambrosi y dice que él fue parte del accidente. ¿Quieres llamar a su asistente? No quiero tener problemas legales. ¿Crees que él la haya mandado? Porque si lo hizo fue algo estúpido. Bien, bien. Está bien. Mantenme informada.

¿Qué está pasando aquí?

*******

Aquí les vengo a traer a mis queridos Ruth y Theo. Dos personajes con características similares y opuestas al mismo tiempo.

Nos vemos en unas semanas :)

Próximamente enero 15 del 2022.

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