2. El recorrido dado por una extraña divertida

El gran instituto era igual de tétrico por fuera que por dentro, los pasillos estaban iluminados por las velas que estaban en el techo mientras que Agnes arrastraba su gran vestido de color verde escarlata.

—Como veraz los alumnos son disciplinados para hacer sus labores en tiempo y forma— señalo la mujer a unos estudiantes que pintaban una pared que había sido rallada por pintura roja, los jóvenes miraron a Agnes unos segundos y luego regresaron a sus actividades— A cada uno de ustedes se les asigna compañeros de grupo, es desafortunado con las personas que te tocaron, pero no pude hacer nada al respecto, la abadesa ha sido la que ha elegido todo.

Ambas mujeres llegaron hasta el centro del instituto, la lluvia caía a cantaros y las gotas de agua llenaban de nuevo la fuente que estaba en el centro, la mujer guio a Agnes hasta que llegaron a una puerta de madera, Jane toco tres veces seguidas y luego abrió la puerta adentrándose en la sala, agito su mano indicándole a la joven que la siguiera.

—...sus bromas están llegando al límite, no voy a seguir permitiendo una actitud asi, desde ahora su castigo será lavar todos los trastes de la cena y harán sus tareas siempre juntos.

—Pero porque, Abadesa, yo...—comenzó a decir una joven rubia

—Silencio Lilith—ordeno la mujer callando a la chica— Te prohíbo volverme a cuestionar sobre mis órdenes.

La mujer quito su vista de la joven rubia y los coloco en la monja recién llegada junto con Agnes.

—Espero que sea importante tu interrupción— hablo la Abadesa mirando a Jane.

—Mi señora, ha llegado el día de hoy la nueva estudiante que se integrara en el grupo OC31.

La abadesa coloco su mirada en la joven quien detrás de la monja había llevado,

—Acércate niña—ordeno la mujer.

Agnes miro a la monja que la había llevado y esta asintió con la cabeza, la chica dejo su baúl en el piso y se aproximó a la mujer, esta ultima la examinaba con la mirada.

—¿Tienes los tres requisitos que Dios ha dado para ser su hija?

Agnes asintió con la cabeza.

—Así es...abadesa—contesto Agnes y su voz retumbo en las cuatro paredes de la sala— Estoy bautizada, confirmada y ya he hecho mi comunión.

La mujer asintió con la cabeza examinándola con la mirada.

—Usaras el uniforme a partir de mañana— la mujer se levantó de la silla y abrió un ropero viejo, de el tomo una falda negra cuadriculada y una blusa blanca, luego cerro las puertas y abrió un baúl tomando una corbata del mismo tono de la falda— Es indispensable el uniforme en la institución. La falda se usa debajo de la rodilla y las medias negras nunca deben faltar así haya frio o calor.

Agnes asintió tomando el uniforme que estaba doblado a la perfección sobre la mesa.

—Hay muchas reglas que debes seguir, pero tus compañeros te pondrán al tanto de ello— señalo a los tres jóvenes que estaban ahí— Tengo entendido que les falta otra joven en el dormitorio.

El joven pelinegro miro a Agnes y luego regreso su vista a la abadesa.

—Así es— afirmo el joven.

—Perfecto— asintió la mujer— Espero que sepan darle una buena bienvenida a su nueva compañera y la integren con amabilidad— luego miro a los cuatro chicos— Ahora, salgan de aquí.

Los tres chicos se levantaron y Agnes a diferencia de ellos lo hizo con lentitud.

Luego, uno de los jóvenes abrió la puerta y salieron de ahí dejando al último a Agnes, esta intercambio una mirada con la Abadesa quien solo asintió con la cabeza. Antes de que se cerrara la puerta miro como una de las monjas le enseñaba un arma que estaba en una caja de madera.

—¿Agnes, cierto? — pregunto la chica rubia sobresaltando a la joven cuando salio de la dirección, la rubia sonrió— No quería asustarte lo siento, mi voz es muy escandalosa, soy Lilith Anderson y estos que ves aquí...—señalo e hizo una mueca— Él es Oliver Taylor y él es Jackson Dawson.

Ambos jóvenes asintieron con la cabeza en forma de saludo.

—¿De dónde eres?— pregunto Oliver mirando a la joven.

—Inglaterra

Los tres jóvenes le sonrieron.

—Bueno chica inglesa, vamos a darte un tour por el instituto Wolfworld.

Agnes fruncio el ceño ante el nombre mientras caminaban por los pasillos del colegio,

—¿Wolfworld?— pregunto con intriga Agnes mientras pasaban por una gran fotografía de un gran barco reconocido mundialmente, se hacía llamar "Titanic"— ¿mundo lobo?— tradujo la chica con duda.

—Así es— contesto Jackson con una sonrisa— El lugar fue construido en 1856, por el rey Arturo III, un regalo que le dio a su futura esposa, Dominika Wolfworld, de ahí el nombre de la escuela.

Agnes asintió con la cabeza y miro las pinturas que colgaban de la pared de mármol, sus ojos negros se colocaron en una gran fotografía de un hombre sonriente con una corona en su cabeza.

—Ese es el rey Arturo— señalo Oliver mirando la fotografía.

Agnes asintió y siguieron la caminata.

—Vamos chicos, le he contado casi yo todo a Agnes— hablo después de una hora Lilith— les toca decirle algo interesante del instituto.

Jackson señalo el pasillo y su voz fue seria.

—¿Ves la estatua de Maria cargando a su hijo?

Agnes miro la estatua de oro blanco, la mujer de nombre maría cargaba entre sus brazos a su hijo, Jesús, este último tenía una corona de espinas en su cabeza.

—Bueno...—la voz del joven se tornó seria— Ahí, cerca los jarrones que están en el piso, sucedió un accidente hace años...

Agnes lo miro esperando que hablara.

—Sucedió hace dos años, el piso estaba mojado y de pronto una joven resbalo y se partio la cabeza... quedo media tonta— rio el joven y Agnes alzo una ceja sin dejarlo de ver— Esa chica, fue Lilith— señalo a la rubia haciendo reir a Oliver, Agnes miro a Lilith y esta le sonrio.

Continuaron su caminata por los pasillos oscuros y húmedos del colegio, Agnes miro hacia la ventana la oscuridad de la noche y luego fruncio el ceño al mirar reflejado en el espejo a un niño, dio media vuelta y su impresión fue darse cuenta que ya no estaba.

—¿Vieron eso?

Lilith la miro y luego miro hacia las escaleras que descendían al sótano donde las monjas iban por provisiones una vez por semana. Agnes camino hacia las escaleras y antes de poner un pie en una de ellas, la mano de Jackson en su brazo la detuvo.

—Tenemos prohibido bajar ahí—hablo el joven mirándola fijamente.

—¿Por qué? — pregunto Agnes y hecho una última mirada hacia las escaleras, luego coloco sus ojos en el joven frente a él.

Jackson negó con la cabeza.

—No lo sé, solo tenemos prohibido. Ordenes de la Abadesa.

Agnes asintió con la cabeza sin despejar sus ojos de las escaleras, antes de poder hablar y preguntar sobre el niño la voz de Lilith se lo impidió.

—Te mostraremos la habitación que te ha tocado con nosotros, tu horario es igual al nuestro, pero es importante que sepas las horas de cada una...—la rubia cayo unos segundos y recordó varias reglas importantes— Y cómo te dijo la Abadesa, hay varias reglas que por nada del mundo puedes romper...—Agnes la miro con atención— Asistirás a todas las clases sin pretexto alguno o recibirás un castigo. No puedes deambular por los pasillos después de la cena, tendrás que ir directamente al dormitorio así que tendrás que organizarte si necesitas algún libro de la librería. Y la más importante y que la abadesa jamás le dice a los recién llegados, nunca sigas a las monjas.

—Perfecto, quedo claro— acepto la joven.

Eran tres simples reglas. ¿Por qué debería romper una?

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