Capítulo 9

— Jack, ¿me estás escuchando?

Laura me estaba mirando. Entonces caí de que me estaba hablando a mí y no a la pared que había detrás de mí.

Es posible de que la pared también se llamase Jack, ¿vale? No me juzguéis.

— Eh... ¿si? —murmuré.

— Jack, estás muy despistado hoy. ¿Te pasa algo? —me preguntó la directora, poniéndome la mano en el hombro.

— ¡Lo que pasa, directora, es que Jack está enamorado! —gritó Paula, desde el otro lado del escenario.

Laura soltó un gritito fangirl.

— ¿¿¡¡Qué!!?? ¿Cuándo pasó? ¿Cómo te sientes? ¡Cuéntamelo todo, mi pequeño Jackie! ¿Quién es la afortunada? Espera, también puede ser un afortunado, claro... no vamos a juzgar a nadie...

— Te dije que era gay —le susurró Natalia a Paula—. Me debes 20€.

— ¡Eran 10€!

— Ahora ya no.

Se intercambiaron una mirada furiosa y empezaron a luchar de forma un tanto cómica, lanzando manotazos al aire sin llegar a tocarse.

— Niñas, niñas, calmaos —intervino Laura—. No importa que Jack sea gay, lo importante es que él seguirá siendo Jack independientemente de si está saliendo con una chica, un chico o un perro. Siempre será nuestro Jack —añadió con una mano en el corazón, mientras se enjuagaba una lágrima invisible.

— Ey, espera un momento. ¡No soy gay!

— Jack, no tienes por que avergonzarte. Nadie va a juzgarte de otra manera por ser gay. Nosotros te queremos, Jack, puedes decirlo con total libertad. Grita: ¡soy gay!

— ¡Soy...! Espera... ¡Ya te he dicho que no soy gay!

— Lo que tú digas, lo que tú digas —murmuró Laura poco convencida, dándome unas palmaditas en la espalda.

El ensayo de la obra de teatro continuó con normalidad. Bueno, o lo que podría llamarse normalidad teniendo en cuenta la pandilla de locos con la que me encontraba.

Cada vez quedaba menos tiempo para el día de la función y no podía evitar sentirme algo nervioso por todo lo que estaba por venir.

Al acabar el ensayo, salí rápidamente hacía clase, porque no había hecho los deberes y quería hacer algo antes de que llegara el profesor, pero Victoria me interceptó.

— ¡Jack, espera! —corrió hasta llegar junto a mí— ¿Qué tal vas con lo del día de la mascota?

— ¿El día de qué?

— ¡El día de la mascota, Jack! ¿No te acuerdas? Le prometiste a Ashran que traerías a tu dragón al colegio.

— ¿Qué? No. Yo no hice eso.

— ¿Que no? Madre mía. Te digo yo a ti que si.

— Es imposible. Nunca haría tal cosa.

— Eso dices ahora, pero... DENTRO FLASHBACK!!!!

« — Jack Redfield. — gruñó Ashran, el malvado profesor de matemáticas. — ¿Has hecho los deberes?

¡No! ¡Se me olvidó por completo hacerlos!

— Yo... — comencé, pensando en una excusa convincente. — Verá, señor profesor, es que... mi dragón... ha quemado mis deberes...

Toda la clase se rió.

— ¡¡¡SILENCIO!!! — ordenó, y hasta el grillo dejó de hablar por el susto. — Señor Redfield, creía que alguien tan inteligente cómo usted sabría que ya no quedan dragones por Madrid.

— Es que me lo traje desde Dinamarca. — continué mintiendo. — Allí los hay por todas partes, incluso fuera de los zoos.

— Comprendo. — asintió Ashran, muy serio. — También debe saber que se aproxima el día de la mascota en el colegio y que estoy deseoso de que traiga y me enseñe a su dragón o tendrá un cero cómo nota final... toda la clase. »

— ¿Lo ves? —comentó Victoria, una vez acabado el flashback.

— Vale, vale. Lo admito. Tal vez le dije eso. Pero era para salir del paso. No había hecho los deberes, ¿sabes? Realmente no tengo un dragón.

— Vaya, y yo que me lo había creído —me pareció ver un toque de ironía en la voz de Victoria, pero no sabría decirlo con exactitud.

— Pero el caso es que debemos hacer algo, ¿no crees? Si no, todos suspenderemos matemáticas y nadie quiere eso. Todos en clase me odiarán. Ahora que había conseguido crearme mi círculo de amigos, ya sabes, por mi gran ingenio y mi abrumadora belleza celestial...

— ¡Oh, cállate, Jack! Creo que tengo una idea...

Y empezó a contarme el plan.

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