Capítulo 5

(Narra Victoria)

— Jack es mi mejor amigo. — le dije a Kirtash. — ¿Qué me tienes que decir que él no pueda saber?

— Sólo me preguntaba si te gustaría que fuéramos a algún sitio esta tarde.

Su oferta me sorprendió.

— Claro. — respondí. — ¿A qué hora?

— Puedo pasar por tu casa a recogerte a las cinco.

— ¿Sabes dónde vivo? — le pregunté.

— Sé más cosas sobre ti de las que crees. — respondió, enigmático. — ¿Nos vemos a las cinco, entonces?

— A las cinco. — confirmé, asintiendo con la cabeza.

Me despedí de él y volví a clase rápidamente.

Nos tocaba clase de música con el profesor Haa-Din, quién no me riñó por llegar tarde a clase.

Es más, se paró a preguntarme qué tal iba la obra de teatro.

— Va bien, pero este ha sido nuestro primer ensayo. — le expliqué justo antes de sentarme en mi sitio, junto a Jack, quién me estuvo ignorando durante toda la hora.

Ambos hicimos nuestras respectivas tareas sin mirarnos si quiera.

— Chicos — anunció el profesor Haa Din —. Hemos reabierto el club de música, por lo que si alguno de vosotros toca un instrumento y quiere unirse, sois bienvenidos.

— ¡Jack! — le dije. — ¡Vamos a apuntarnos! ¿No decías que se te daba tan bien tocar la guitarra?

Él se me quedó mirando, algo sorprendido.

— ¿Tocas algún instrumento, Victoria?

— ¡Claro que si! — respondí, orgullosa. — En tercero, gané un premio por mis grandes dotes musicales tocando el triángulo.

Él me miró raro y negó con la cabeza.

— Estas navidades aprendí a tocar la pandereta. — añadí, asintiendo con la cabeza. — Me espera un gran futuro musical.

Jack abrió la boca cómo si fuera a decir algo, pero cambio de idea y la cerró. Parecía que ya no estaba enfadado conmigo.

— ¿Entonces nos apuntamos? — le pregunté, ilusionada.

— ¡Vale! — respondió.

El resto del día transcurrió sin nada importante que contar. Deberes, profesores pelmazos, más deberes...

— ¿Quieres que hagamos juntos los deberes? — me preguntó Jack, al salir de clases.

— Es que... — improvisé, ya que no podía decirle que había quedado con Kirtash. — ...Mi abuela quiere que corte el césped.

— ¿No tenías jardinero?

— Si, pero... Héctor está enfermo, al parecer tiene cancer... de nariz. Si, eso, cancer de nariz. No es muy común, pero podría perder la nariz si algo sale mal en el tratamiento, y yo me preocupo mucho por él, así que corto el césped por él.

— Aja — murmuró Jack, totalmente convencido. —. ¡Si! Creo que tuve un primo que tenía cancer de nariz. Algo salió mal y ahora parece Voldemort. ¡Pobre Héctor! Dile de mi parte que se recupere.

— ¡Si! ¡Lo haré! — respondí, emprendiendo el camino a casa.

Cuando llegué, dejé mi mochila sobre mi cama y abrí el armario.

Empecé a rebuscar en mi armario algo que ponerme, pero nada me parecía suficientemente adecuado.

— ¿Victoria? — me preguntó Shail, al verme junto a una montaña de ropa que era más alta que yo. — ¿Se puede saber qué estás haciendo?

— ¿No es evidente? — dije yo, cabreada. — ¡Busco algo que ponerme!

— Tranquila, Vic, tranquila — dijo mi hermano, abriendo mucho los ojos.

— ¿Necesitáis ayuda? — preguntó Zaisei, apareciendo detrás de Shail. Al ver el montón de ropa, se quedó callada, sin saber que decir.

— ¿A dónde vas a ir? — quiso saber Shail.

— He quedado. — respondí yo.

— ¿Con quién?

— Con alguien.

— ¿Qué alguien?

— Una persona.

— ¿Qué persona?

La mirada de Zaisei iba de Shail a mí, cómo si estuviera viendo un partido de tenis.

— Si te lo digo, no te lo vas a poder creer. — dije.

— ¿Quién?

— Alguien.

— Oh, por Irial, no tenía ni idea. — murmuró, sarcástico. — Venga... Victoria, dímelo.

— No. — respondí.

— ¿Por favor?

— No.

— ¡Por favor, Victoria!

— No.

— ¡Porfiiiiiiii!

— ¡Qué no!

— Victoria, soy tu hermano mayor, ¡te exijo que me cuentes ahora mismo con quién vas a salir!

— Está bien...

— ¡Sí!

— Voy a salir... con un humano.

— ¿En serio? — murmuró Shail, enfadado.

— No. — respondí yo. — En realidad, tampoco sé con seguridad que sea humano. ¿Quién sabe? Podría ser un híbrido entre humano y serpiente voladora asesina gigante, que quiera matarnos a todos y su padre sea el gobernador de un mundo con tres soles y tres lunas.

— Por supuesto. — murmuró Shail, cómo si se lo creyese.

— Bueno, pues eso. — dije, cogiendo una camiseta y un pantalón aleatorios de los montones de ropa. — Tengo que prepararme o llegaré tarde, así que, ¡adiós!

Les cerré la puerta en las narices y me dispuse a cambiarme.

Cuando ya estuve lista, me asomé a la ventana, justo para ver cómo Kirtash llegaba a la puerta.

Corrí hacía la puerta, antes de que Shail la abriera.

Pero ya era tarde.

— Lo siento, se ha equivocado. — escuché decir a Shail, mientras le cerraba la puerta en las narices a Kirtash. — ¡Victoria!

— ¿Si? — pregunté, tratando de aparentar que no sabía nada.

— ¿¡Vas a salir con Kirtash!? — preguntó.

— Puede... — respondí, a tiempo en que llegaba hasta la puerta y salía de casa.

— Hola. — me saludó Kirtash.

— ¡Hola! — respondí. — Lamento lo de antes, mi hermano es un poco, ya sabes...

— No pasa nada. — me cortó. Silencio incómodo. — ¿Vamos?

— ¿A dónde vamos? — pregunté. Otro silencio incómodo. — Ah, claro. ¡Si, vamos!

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