Capítulo 4

— Jack Redfield. — dijo Laura, entregándome el guión de su obra de teatro. — Tú harás de Yandrak, el apuesto joven dragón y compañero de la doncella unicornio, a la que entregó su corazón.

— Ah. Vale. — murmuré, sin saber bien que decir.

— Y Victoria, tú serás la chica unicornio, por supuesto. — le dijo.

— ¡Si! — exclamó.

Ambos nos miramos y apartamos la mirada rápidamente.

— ¿Eso significa que nosotros...? — le pregunté a Laura.

— ¡Si! — exclamó la directora esta vez.

Iba a decirle algo más, pero se dirigió hacía dónde estaban Shail, Alexander y Zaisei.

— Zaisei, me encantó tu actuación en la obra de hace unos años. ¿Qué papel hacías?

— Era el árbol. — respondió ella, con una sonrisa.

— Ah. — murmuró Laura. — ¡Pues lo bordaste!

— ¡Gracias!

— Serás la narradora. — le indicó la directora, entregándole su guión.

— ¡Por fin tengo un papel en el que tengo que decir algo! — comentó Zaisei, feliz.

— Shail, tú harás del mago de la resistencia.

— Guay. — respondió él. — ¿Podemos llevar espadas lásers?

— Tio, ves demasiadas veces Star Wars. — dijo Alexander.

— Ja ja ja ja... — dijo Laura, riéndose. — No.

— Jo...

— Y, Alexander, tú serás el líder de la resistencia, el príncipe exiliado que fue a la tierra en su misión de encontrar al dragón y al unicornio y llevarlos consigo de nuevo a su patria...

— Que si, que si. Creo que lo pillo, directora Laura.

— ¡Genial! — dijo ella. — Creía no habértelo explicado lo suficientemente claro. Veamos... ¡Ah, si! Paula, tú serás un unicornio.

Ella la miró emocionada, mientras empezaba a leer el guión.

— Un momento. — murmuró. — No digo nada.

— Lo sé. — respondió Laura, asintiendo.

— ¿Por qué no digo nada, ni siquiera cuando me matan a mí y a todos los de mi raza?

— No sé. Quizá podrías improvisar tú algo, cuando sea ese momento.

— Perfecto. — dijo con una extraña sonrisa, mientras apuntaba rápidamente varias frases en el guión.

— Y Natalia, tú harás del malvado nigromante que mata a todos los dragones y unicornios. — le indicó Laura.

— ¿'Malvado nigromante'? ¿Así, sin más? — le preguntó ella. — ¿Acaso no tiene nombre, directora?

La mujer se le quedó mirando, posiblemente pensando cosas cómo: «¿Por qué tuve que hacer esta tontería?» o «En el club de ajedrez seguro que no pasaba esto.»

— Bueno, puedes ponerle un nombre. — respondió finalmente. — El que tú quieras.

— ¿El que yo quiera? — repitió Natalia.

— Sí, el que tú quieras. — le confirmó la directora.

— ¿Entonces puedo llamarle Ashran? — le preguntó en voz baja.

Laura apretó los labios, claramente tratando de no soltar una carcajada.

Victoria y yo intercambiamos una sonrisa cómplice.

— Supongo que sí. — respondió en el mismo tono. — ¿Me falta alguien? Ah, sí, Kirtash. Tú harás del hijo del nigromante, el Shek, el tercer componente de la triada.

El se encogió de hombros, con indiferencia, y se puso a leer el guión.

— Bien, vamos a ensayar, ¡todos a sus puestos! — ordenó Laura.

— ¿Qué? — preguntaron Natalia y Paula al mismo tiempo.

— ¡Pero si nos acabas de dar los papeles! — exclamó Paula.

— ¡No nos ha dado tiempo a aprendernos nada! — completó Natalia.

— Aunque sea leyéndolo, todos a escena. — respondió Laura. — Zaisei, empieza.

— Ejem... — murmuró ella, aclarándose la garganta. — «¿Alguna vez has soñado con vivir aventuras? ¿Alguna vez has querido viajar a mundos lejanos? Acompáñame a Idhún, ven conmigo.»

Hizo una pausa y dejó de leer. Laura le hizo un gesto, levantando el pulgar.

«En Idhún habían unicornios y dragones» — continuó. Paula fue junto a ella, brincando con su dedo índice en la frente, cómo si fuera un cuerno de unicornio. — «, y todas las razas convivían en perfecta armonía.»

— «Todos eran felices hasta que Ashran» — no pudo evitar reírse al decirlo. — «, llegó.» — Natalia entró en escena, dando fuerte en el suelo con cada paso y con la cabeza bien alta.

— « Soy Ashran.» — ella tampoco pudo evitar reír. — « El malvado nigromante. Y vengo a matar a todos los unicornios y dragones y a hacerme con el poder de Idhún... » Laura, tengo una duda.

— ¿Qué pasa?

— ¿No es algo tonto decir lo que va a hacer en voz alta, para que se enteren todos de su plan?

La directora ladeó la cabeza, pensativa.

— Supongo que sí. — respondió, encogiéndose de hombros. — Y ahora, seguid con la historia.

— Entonces... — comenzó Natalia.

— ¿Qué quieres ahora? — Laura resopló.

— Entonces, ¿el nigromante no es un poco tonto? Yo no iría diciendo lo que voy a hacer. Es cómo decirles a la resistencia: ¡Miradme, soy el malo, pero os diré lo que voy a hacer para que podáis derrotarme fácilmente!

— Si no te gusta, escribe tú lo que quieras decir. — dijo Laura, mosqueada. — Toma cinco mil novecientos uno... ¡Acción!

«Soy Ashran, el malvado nigromante. Pero no diré en voz alta mi maléfico plan para que nadie pueda pararme los pies, porque no soy tonto.»

— «Así que Ashran mató a todos los unicornios y los dragones.» — siguió narrando Zaisei. — « Y se hizo con el poder de Idhún.»

— ¡Y fin de la primera escena! — exclamó Laura, volviendo a su animada personalidad. — Nos vemos mañana a la misma hora, para seguir trabajando.

Nos despedimos y cada uno se dirigió de nuevo a su clase, pero cuando íbamos a irnos, Kirtash se acercó a nosotros.

— Victoria. — le llamó. — Me gustaría hablar contigo.

— Ah, claro. — respondió ella rápidamente, fingiendo no estar sorprendida.

Yo me dispuse a seguirlos, pero Kirtash me dirigió una extraña mirada.

— ... A solas. — añadió.

— Jack, nos vemos en clase, ¿vale?

— Vale, Victoria. — le dije, pero ya se había ido con Kirtash y no debió oírme. — Adiós.

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