— ¡Jack Redfield! — escuché que me llamaban — ¡Jack Redfield! ¿Acaso cree que la clase de matemáticas es el lugar idóneo para dormirse?

Abrí los ojos y me encontré sentado en un pupitre al final de la clase, teniendo delante a una enfadada profesora de matemáticas de la cual no recordaba el nombre.

Y entonces lo recordé: aquel era mi primer día de instituto y todos mis compañeros de clase me estaban mirando, algunos incluso se reían de mí, como dos gemelas idénticas sentadas delante mío. La única que no me miraba era una chica de cabello castaño sentada a mi lado, que seguía haciendo garabatos en su libreta.

Cuando la profesora de estaba apunto de decirme algo más, sonó la campana y rápidamente recogí mis cosas y me fui.

— Salvado por la campana. — suspiré.

— No me extraña que te durmieras, la clase a sido un verdadero muermo. — dijo la chica de cabello castaño. — Si todas las clases van a ser así, no sé cómo sobreviviremos seis años en esta prisión. Por cierto, soy Victoria dAscolli

— Yo soy Jack Redfield

— Eres nuevo, ¿verdad? — me preguntó amablemente. — Nunca te había visto por aquí.

— Mis padres y yo nos mudamos ayer desde Dinamarca.

— Entonces somos vecinos. Tus padres vinieron a mi casa ayer para presentarse. Vivo en la mansión que hay al final de la calle.

— La vi al llegar. Tiene que ser una pasada vivir en una mansión así.

— Supongo. — dijo Victoria, restándole importancia. — Si quieres puedes venir a mi casa después del colegio. Podemos hacer juntos los deberes.

— Vale. — le respondí.

Las demás clases pasaron sin ningún acontecimiento que poder mencionar. A la hora de la comida me senté con Victoria, que me presentó a sus amigos, entre los que se encontraban las dos gemelas idénticas que se habían reído de mí en clase de matemáticas y que al parecer se llamaban Natalia y Paula.

Cuando terminaron las clases seguí a Victoria hasta la entrada del instituto, donde dos chicos de último curso parecían esperarle.

— Hola Shail, hola Alexander. — les saludó ella.

— Hola Vic. — le saludó el chico de cabello negro.

— Jack, este el Shail, mi hermano mayor. — me explicó Victoria, señalando al chico de cabello negro. — Y el otro es Alexander, su mejor amigo.

— Hola. — dije, sintiéndome tonto por no saber qué más decir.

Fuimos los cuatro hasta la mansión dAscolli, donde nos recibió una señora mayor que debía ser la abuela de Victoria y Shail.

— Vivís con vuestra abuela, ¿qué pasa con vuestros padres? — le pregunté mientras hacíamos nuestros deberes de matemáticas.

— Mis padres murieron cuando yo era un bebé, en un accidente de coche. — me explicó. — Allegra dAscolli me adoptó, al igual que hizo con Shail.

— Lo siento. — le dije, y volví a sentirme tonto.

— No lo sientas, no fue tu culpa. — susurró. — Y ahora, volvamos con las matemáticas. Las matemáticas no dan más que problemas. Hoy ha sido el primer día y ya tenemos deberes...

— Ya es tarde, creo que debería irme ya a casa. — me despedí. — Adiós, Victoria, nos vemos mañana en el instituto.

— Adiós Jack. — respondió.

Volví a casa andando en silencio.

En conjunto, no había sido un día tan malo.

Hola lectores!

Aquí tenéis el primer capítulo de esta nueva historia.

Espero que os guste la idea de un instituto con los personajes de memorias de Idhún.