Paso #48: Pide perdón
— La noche es oscura, pero más oscura es mi vil existencia desde que el amor de mi vida me desprecia. Mi corazón está sangrando de dolor, solo siento agonía y desesperación en mi ser mientras el veneno de su odio recorre por mis venas cual río turbulento que me arrastra hasta el inframundo para dejarme sufrir por toda la eternidad en las tristes y depresivas aguas de los lamentos.
—Frank — Nico pronuncia mi nombre, con un tono exasperado—. Un poco más dramático, por favor, estás a punto de quitarle el puesto a Will.
Suelto un quejido lastimero. No me importa Will, no me importa el asesino más peligroso del instituto, ya no me importa ser el primero en nada, solo quiero seguir acostado en mi cama y esperar mi muerte, y tal vez así, al menos sirva de comida a los gusanos y parásitos que saldrán de mi triste cuerpo.
¡¿Por qué la vida es tan triste?!
Me pregunto, mientras me dejo caer contra la pared del salón de artes del cuarto piso, hasta terminar en una posición sentada con mi espalda recostada y mis rodillas flexionadas contra mi pecho. Delante de mí, mirándome con despreciativa lástima, se encuentra miyanonuncacuñado, alias: Nico. Se ve realmente enojado conmigo, porque según él, debería estar emocionado y preparándome mentalmente para ganarle a Dimitri en la pelea de pulsos.
Pero no puedo evitarlo, si Hazel me odia, ¿por qué debo seguir viviendo? Si estoy aquí, es simplemente porque Will y Nico prácticamente me arrastraron de los pies, ¿por qué no podían dejarme seguir llorando sobre mi cama mientras me acababa mis Cheetos robados por mi hermana? ¡¿Tanto me desprecian que no me dejan ni siquiera ser infeliz en paz?!
—¿Hablaste con Calipso? — pregunta Nico a Will, quien ha estado saludando jovialmente a cada delincuente que va ingresando dentro del salón de artes, que para este momento, debe estar más lleno que mi auto desprecio.
—Lo hice— asiente el aludido, apartándose un poco de la multitud—. Me dijo que haría todo lo posible para traer a Hazel hoy, aunque... — Will me mira con nerviosismo, y luego susurra hacia Nico, pero de igual modo le escucho porque es pésimo fingiendo— también me dijo que no me hiciera ilusiones porque ambas odian a Frank... —Suelto un lamento desafortunado —¡pero no te preocupes, Frankie du, porque le dije que si no hacia un verdadero esfuerzo la iba a castigar no hablándole por un mes!
—Ya casi no le hablabas de todos modos— murmura Nico.
—¡Cállate! — lo regaña Will, inflando sus mejillas como un sapo rubio, acto seguido, deja salir todo el aire de sopetón y pone una mirada afligida—. No me lo recuerdes, me siento culpable por casi olvidarme de mi mejor amiga. ¡Todo es tu culpa!
—¿Qué? — exclama Nico— ¡¿Por qué es mi culpa?
—Por ser demasiado guapo y distraerme de los demás— refunfuña Will, con aspecto adorable.
Nico rueda los ojos, quiere lucir indignado, pero sus labios lo traicionan formando una diminuta sonrisa tonta.
—Pues demándame.
—¿Para qué? Si puedo apresarte entre mis...
—¡Yaaa! — interrumpo, casi al borde del llanto. ¿Por qué me escupen su amor de esta manera? ¡Malditos torturadores!
De pronto, reconozco el barullo de voces perteneciente al trío Tormenta marítimo de fuego que proviene de las escaleras y se acerca hacia aquí. Muevo la mirada, y a través del hueco de los cuerpos de los demás alumnos, alcanzo a vislumbrar a Jason, Percy y Leo, llegar finalmente al cuarto piso, con Piper y Annabeth, respectivamente a lado de sus parejas. Leo va acompañado con Andrew, que sostiene una mochila (probablemente con su laptop dentro) muy cerca de su pecho como si temiera que se la roben. Y... es muy probable que eso ocurra si se despista por al menos diez segundos.
Ellos vienen hablando, pero apenas Jason y Percy me ven, sus sonrisas se ensanchan, y automáticamente, corren a mi encuentro.
—¡Aquí está nuestro ídolo! — anuncia Percy, cuando llega enfrente de mí, a su lado Annabeth me mira con cierta preocupación al distinguir la gran pena que trasluce mi rostro—. ¡Retó a uno de los bravucones más peligrosos para ganarse el corazón de su chica! ¡Qué hombre! ¡Qué hombre! —vitorea Jackson, para la gran multitud, después, se dirige a mí—: Hombre, si Hazel no te quiere después de eso, al demonio, mis nalgas son tuyas después de hoy.
—¡Hey! — lo reprenden Jason y Annabeth al mismo tiempo, por lo que ambos se miran con diversión.
—Calma en el gallinero, por favor — dice Leo, y se acerca lo suficiente para darme una fuerte palmada sobre mi hombro con camaradería—. Por cierto, ¡eso fue fantástico, Frankie du! Demostrándole a Dimitri quien es el macho. ¡Ese es mi hombre! Hoy romperás la abstinencia al ganarte a la hembra. ¡Enhorabuena!
—Es de mi hermana de quien estás hablando — dice Nico, serio— te lo recuerdo.
—Oye, no me mal entiendas — se ríe nerviosamente Leo, mientras se coloca sutilmente detrás de Will como un escudo—. Solo admite que Frank se la merece de premio.
—¡Leo, que idiota! — lo regaña Piper, mientras Annabeth se golpea la cara con la palma de su mano. Pero tanto, Leo y Percy, ponen caras confusas sin comprender que han dicho mal.
¡Ah! Mis amigos son unos idiotas. Si la horda de feministas estuviera cerca, ellos ya serían brochetas. Pero no son ellas las que aparecen, sino alguien aún más problemática, acompañada de la única dueña de mi sufrimiento: Calipso y Hazel.
—Ugh — suelta Calipso en primera, poniendo cara de asco y abriéndose paso entre Leo y Will—. ¿Ves, Haz? Todos los hombres apestan.
—Sí — responde tímidamente Hazel (¡ah, mi amada!), posando sus ojos leonados llenos de decepción sobre mí— supongo que tenías razón.
¡Ah, mi corazón...! Ni la mordedura de un Caimán dolió tanto como esa respuesta. Dentro de nuestro pequeño círculo de amigos, el silencio se ha adueñado entre nosotros, mientras que por fuera, hay un gran estruendo de voces compitiendo por hablar, y sobresaliendo sobre todas ellas, se puede oír la voz de mi hermana prometiendo proezas de mi parte, tales como que le sacaría el hueso del hombro a Dimitri utilizando sólo el dedo índice de mi mano.
Delante de mí, sin que sirvan para nada al igual que yo, el trío marítimo de fuego, las chicas y Will, miran hacia otro lado fingiendo naturalidad, mientras Nico parece sospechosamente divertido por la situación decadente en la que me encuentro. Pasados unos largos segundos, en los cuales nadie dice nada, Calipso es la primera en romper el silencio incómodo, dirigiéndose solo a Will.
—Bueno, ya hemos cumplido con presentarnos aquí— le dice, para después, centrarse en su amiga—. Haz, si quieres, ahora podemos regresar al dormitorio.
Hazel no articula ninguna palabra al principio, se me queda aún mirando, expectante, con su carita apagada y sus labios ligeramente arrugados en un mohín. A continuación, viéndose muy decepcionada, ella asiente débilmente con la cabeza hacia Calipso, y con eso, sé que van a marcharse y tal vez, definitivamente, nunca vuelva a conseguir una oportunidad con Hazel si no dejo a un lado mi cobardía hoy, y me convierto en, como diría mi buen padre: ¡Un verdadero hombre!
—¡Espera, Hazel! — la detengo, justo cuando ella empieza a voltearse. Me levanto del suelo de un solo impulso, siento que me tiemblan las piernas, pero me acerco a Hazel con determinación, mientras Calipso se pone sutilmente entre ella y yo, como si fuese un asesino. La ignoro, y solo me fijo en Hazel, diciéndole—: Sé que no merezco ni un minuto de tu valioso tiempo. Solo merezco que me ignores y me pisotees como un caracol, pero, por favor, ¿puedo robarte tres minutos de tu vida para hablar contigo y demostrarte que no soy tan caca como debes pensar que soy?
Hazel tiene la barbilla levantada para mirarme, la duda y cierto brillo al que no puedo atribuirle una razón, aparece en sus ojos.
—Hazel, ¿puedes hablar con él? — interviene Nico de improviso, tomándonos a todos por sorpresa—. Por favor, Will y yo, ya estamos hartos de verlo llorar todo el día.
—¡¿Has llorado?! — inquiere Leo estupefacto, y de inmediato, tengo a toda la banda riéndose de mí, (excepto, Hazel, ella siempre es tan amable).
—Yo no sabía que alguien podía llorar por siete horas seguidas sin parar — agrega Nico, formando una sonrisa malvada.
—¡Está mintiendo! ¡Yo no lloré nada!
—¿Ah, no? — continúa Nico (¡el muy maldito! Will controla a tu hombre) — ¿Entonces por qué tienes los ojos hinchados?
—Eso, eso... es porque soy chino y es normal que tenga los párpados hinchados, ¿okay? Ah, como sea — muevo las manos delante de mí, intentando cambiar de tema— Hazel, ¿podemos?
Hazel titubea y mira primero hacia Calipso, ella se ve aterradora y con solo una mirada le hace entender que debería mandarme al demonio e irse con ella (lo cual respeto, yo también me mandaría al demonio), luego mira hacia su hermano, quien le devuelve la mirada con un ademán de: "Haz, lo que se te cante la gana". Nico siempre es tan gentil.
Al final, Hazel termina por prestarme atención, y con timidez, asiente con la cabeza un poco ladeada como en plan: "Qué más da". Pero aquello, basta para hacerme explotar de emoción y nervios por dentro. Con mi mano derecha, le hago un gesto a Hazel para trasladarnos a un par de metros al fondo del pasillo para separarnos del grupo y conseguir algo de privacidad. Hazel suelta un suspiro, y camina hacia allí, no sin antes enviarle un apretón de manos tranquilizador a Calipso, quien la mira con preocupación y un miedo tan latente que hasta me hace dudar de mí mismo y preguntarme si no soy un psicópata en secreto.
Cuando llegamos, creo que estamos lo suficientemente lejos de nuestros amigos para que no nos oigan, aunque ahora, el pasillo se encuentra considerablemente vacío puesto que la mayoría ya ha entrado en el salón de artes plásticas para mezclarse con el ambiente criminal que tanto los nutre. Hazel se para delante de mí, con su brazo rodeando su cintura y su mano aferrándose a su codo, en un signo inequívoco de inseguridad.
Y de pronto, quiero huir. Tengo miedo. ¡Estoy aterrado! De pie delante de Hazel, me siento tan raro e incómodo, que me hace ponerme aún más triste, porque antes me sentía tan cómodo y alegre con ella, pero ahora solo quiero volver a esconderme en mi cama. Sin embargo, la última parte valiente en mi ser, me obliga a mantener los pies sobre la tierra. Hazel no puede mantener el contacto visual conmigo, y es un alivio, así puedo hablar mejor al menos.
—Hola... — ¿por qué rayos la saludo? Soy un idiota. — ¿Qué tal has estado?
—Bien— responde, con una expresión de extrañeza. No la culpo—. Es decir... no tan bien, ni tan mal.
Hazel se encoge de hombros. ¡Oh, es tan linda cuando hace eso!
Basta. Concéntrate. ¡Sé un hombre!
Respiro hondo, por alguna razón, siento que nuestros amigos de igual modo pueden seguir escuchándonos, especialmente Nico. Sin embargo, me convenzo de que ellos no existen, y que ahora, solo somos ella y yo.
—Lamento haber accedido a apostar por ti contra Dimitri — empiezo, atento a sus reacciones a la vez—. Estuvo muy mal de mi parte, me siento sinceramente avergonzado de mi propia conducta, y aunque sé que no merezco tu perdón, de igual modo, quería transmitirte mi arrepentimiento. Lo siento mucho.
Hazel asiente, sin decir nada, así que continuo:
—No quiero justificarme, pero la razón por la que puede que sea tan bruto, tal vez tiene algo que ver con la forma en que fui criado— sonrío de forma débil, recordando a mi padre—. Durante toda mi vida, se me ha inculcado, que solo demostrando fuerza bruta, uno podía conseguir lo que deseara. Que necesitaba superar en fuerza física a otro para ser genial. Pero... tú no piensas igual que mi padre, y eso es bueno, no me gustarías tanto si te parecieras a él después de todo.
Me estremezco de solo pensar en Hazel como una pequeña versión femenina de mi padre.
—Sí, bueno... — inicia Hazel, y de repente, una expresión de estupefacto aparece en su rostro— ¡Espera! ¡¿Qué has dicho?!
—Eh... qué gracias al cielo no eres como mi padre...
—¡No! Sobre que... — Hazel me mira por primera vez, y reconozco el rubor que empieza a extenderse por sus mejillas— que yo te gusto...
—Ah— ¿dije eso? Ahora no tengo forma de escapar, ¡bueno, agarrar al toro por los cuernos y ya! — Pues... sí... me gustas — lo digo de forma muy insegura, por lo que encuadro los hombros y rectifico una vez más con mayor firmeza—. Sí, me gustas mucho, Hazel.
Ella se ve tan linda con cara de sorpresa, me dan ganas de ponerme a sus pies, y sobar mi cabeza contra su panza. Sonrío vagamente, y prosigo:
—También en eso soy un bruto. Pensé que si conseguía el permiso de tu hermano mayor para cortejarte, iba a poder tenerte a mi lado, ¿sabes? Como si automáticamente ya me pertenecieras. Como si no me importaran tus sentimientos — suelto un suspiro cansino— Pero me importan, realmente sí, es solo que, como siempre, debía recibir antes un golpe de realidad para darme cuenta del error que cometí.
—¡Espera! — vuelve a repetir Hazel, y frunzo el ceño sin entender—. ¿Le dijiste a mi hermano que yo te gusto?
—Sí— contesté, y la vi ensanchar sus ojos y empezar a formar una expresión de enojo—. Le dije hace días, que estaba enamorado de ti. Pero él me dijo que no te merecía, y tenía razón, te mereces mucho más.
Hazel se queda patidifusa, yo empiezo a sentirme algo tonto mientras la observo, como si estuviera ignorando algo muy obvio.
—No puede ser... — inicia finalmente Hazel—. Frank, yo también le dije a Nico que tú me gustas.
Lo proceso muy lentamente en mi cerebro.
—¿Qué? — suelto, pestañeando con fuerza—. Pero si él me dijo que tú jamás querrías a alguien como yo.
Ambos nos quedamos mirándonos fijamente, y después, simultáneamente, giramos nuestras cabezas para mirar hacia cierta persona más gentil y generoso que el Maestro Oogway. Nico está casi dándonos la espalda, silbando distraídamente, mientras le quita pelusas a la camiseta naranja de Will. Nos mira de reojo, y cuando ve que lo escrutamos duramente, vuelve a mirar hacia el frente velozmente.
—Así que... — comienza Hazel, con un visible tic en el ojo—. Tal vez, NOS HABRÍAMOS EVITADO TODO ESTO SI "ALGUIEN" NOS HUBIESE DICHO QUE SENTIMOS LO MISMO EL UNO POR EL OTRO.
Nico sufre un respingo. Calipso mira hacia acá desconcertada, y el resto de los chicos, solo murmuran teorías sobre lo dicho.
—Hummm... ¿Qué te parece si huimos de este lugar, Will? — le dice, mientras una expresión nerviosa cruza por su faz. El aludido lo mira confundido—. No sé. Siento que alguien tiene deseos de matarme ahora mismo.
Hazel suelta un bufido exasperado, y entonces, devuelve su atención hacia mí.
—Ese es mi hermano. También es un idiota. Supongo que mi destino es querer siempre a ese tipo de personas.
Me permito reír un poco por eso, sin entender al principio sobre la implicación de sus palabras, luego, cinco segundos después, mi mente lo comprende, y de forma automática, hace que mi corazón comience a palpitar muy fuerte y trate de salir por mi boca. De nuevo me siento tímido. Quiero preguntarle si tengo una oportunidad todavía con ella, pero en su lugar, digo:
— Dejaré la competencia si me lo pides.
Ella me da una mirada asombrada.
—En realidad, creo que es lo mejor. No me importa si Nico termina despellejándome vivo por decepcionarlo — continúe—. Jamás podría participar sabiendo que eso te haría enojar aún más. Lo siento. Abandonaré la competencia. Es lo mejor que puedo hacer por ti.
Pasan los segundos en un nuevo silencio espeso, mientras mi cabeza no deja de torturarme, gritándome sobre lo tonto que soy. Deseando volver el tiempo atrás, a aquel día cuando estábamos recogiendo basura en la calle, cuando, aunque hicimos un trabajo arduo y aburrido, había estado al lado de Hazel todo el tiempo hablando con ella felizmente y poniéndole hielo en la frente. Parecía que eso pasó hace meses.
El semblante de Hazel es inescrutable, creo que va a dejarme en visto físicamente, pero entonces, ella suelta un chasquido de lengua, y dice:
—¿O sea que solo dejarás que ese bruto ruso gane la competencia fácilmente para que luego se sienta con el derecho de molestarme todo el tiempo y hacerle saber a todo el mundo que soy suya?
Abro los labios, pero mi mente está en blanco, y no sale ni una palabra de ellos. No entiendo qué está ocurriendo, de acuerdo, si entiendo, pero es tan impactante que no puedo creerlo. Hazel se cruza de brazos delante de mí, sus ojos brillan con enojo pero también con un sentimiento cálido que toca mi alma. Ella me mira con determinación, y yo no puedo apartar mis ojos.
—Así que no. No, no, no. Tú solito te has metido en esto, y tú solito vas a salir de ésta— sentencia, empujando su dedo índice contra mi esternón—. Eres tonto. Pero gana esos pulsos por mí, ¿sí?
¡Ah, mi corazón, mi corazón!
—De acuerdo— contesto tembloroso— pero...
—Tranquilo. Acepto tus disculpas— Hazel sonríe tiernamente—. Todos cometemos errores, Frank. Lo importante es reconocerlos. Además... — su mirada se mueve hacia su hermano, y lo mira, con cierta melancolía en su expresión— no es la peor cosa que he perdonado en mi vida...
Le sonrío dulcemente, y, siento que no se está refiriendo al detalle que tuvo Nico de ocultar nuestros sentimientos. Hazel suspira muy hondo.
—Y... sí ganas, y luego me das una confesión formal y super bonita... — dice, mientras se pone colorada— puede que pase algo...
—¿Algo? — repito nervioso— ¿Como qué?
—Algo— Hazel forma un mohín— ya lo sabes, no me hagas decirlo. Pero algo... algo como... algo, ¿okay?
¡Ah, la vida es tan bella!
¡La vida me ama!
¡Ya no voy a ahogarme con mis mocos mientras lloro!
—Te prometo que ganaré.
Iba a conseguir esa victoria a como diera lugar, no importa cuántos brazos tenga que fracturar en el trayecto (haciendo a mi padre orgulloso) pero no dejaría que Dimitri venciera y su ego y su poder subiera más de lo que ya estaba y... me doy cuenta de que tengo una enorme responsabilidad sobre mis hombros, y que si pierdo, convertiré la vida de mis amigos, la de Hazel, y mía en un infierno, y.... sin presiones... toda mi vida se ha basado en demostrar fuerza bruta y solo he perdido muy pocas veces frente a mi propio padre. No puedo perder, ¿o sí?
Cuando volvemos con nuestros amigos, me siento más calmado y sin ganas de llorar como hace rato. A mi lado sigue Hazel, pero no me mira, toda su atención está concentrada ahora en Nico, quien finge no ver la mirada de enojo de su hermana.
—¿Todo arreglado? — él no espera nuestra respuesta—. Excelente. Hay que entrar y comenzar la competencia antes de que los delincuentes empiecen a matarse por aburrimiento.
—Nico— Hazel pronuncia lentamente.
—¿Qué? — Nico se defiende de inmediato— ¿Crees que habría dejado a Frank apostar por ti contra Dimitri si, uno: No supiera que te gusta y dos: No creyera que iba a ganar? ¡Los estaba ayudando! Era un buen trato, todos ganan, menos Dimitri.
—Awww, ¿nos ayudabas? — dice Hazel, rápidamente enternecida.
—Claro que sí. Frank es un cobarde, lo impulsaba a declararse a ti. Sabía que cuando ganara los pulsos iba a conseguir el coraje para decirte que le gustas— Nico empieza a negar con la cabeza, con una mueca de decepción—. ¿No pensaste eso, cierto? ¡Sólo piensan mal de mí! Yo ayudándoles, y así es como me pagan. Eres mi hermana, Hazel, solo quiero lo mejor para ti.
—¡Awww, mi corazón! — sollozan de felicidad Hazel y Will al mismo tiempo, y luego Hazel lanza sus brazos alrededor del cuello de su hermano y lo abrazo con fuerza—. Gracias, Nico, sabía que muy dentro de ti te preocupabas por mí.
—Ow, me enamoré de nuevo por octava vez en el día... —dice Will, sonriente— o décima, no lo sé a veces pierdo la cuenta.
Nico le da unas palmaditas a Hazel en la espalda, le saca el dedo del medio al trío marítimo de fuego que se ríe de él a un lado, y acto seguido, aparta a su hermana para dirigirse a todos como un líder nato.
—Entren. Ya es hora.
Uno por uno, mis amigos empiezan a ingresar en el salón de artes, de donde un gran barullo proviene como si fuese una cancha de fútbol lleno de hinchas. El trío desaparece primero, Andrew los sigue tímidamente muy de cerca y Will ingresa después de él, aún con la sonrisa intacta en su rostro. Annabeth y Piper arrastran a Hazel adentro con ellas, y mi hermosa chica chocolatito, se va, pero no sin antes enviarme un tierno guiño que me golpea en el pecho como un disparo.
Los últimos que faltan por entrar, somos Nico, Calipso y yo, pero antes de hacerlo, Calipso se acerca a Nico y le dice:
—No puedo creer que te hayan creído esa cursilería.
Y Nico le contesta, con un entrecejo fruncido:
—Shhh, son almas puras y llenas de bondad. ¡No les rompas la ilusión!
Descubriendo que algunas personas son simplemente maquiavélicas por excelencia, entro en la habitación, preparado para luchar.
Cuando llego al primer asiento disponible, me dejo caer, frente a la mesa, y coloco el brazo listo para la primera batalla. Estoy completamente preparado. Siento a Clarisse colocándose detrás de mí, con los brazos cruzados en una postura de orgullo máximo y tengo la sensación de que voy a explotar de emoción de un momento a otro. Una combinación entre náuseas y acidez de estómago, unidas con un sutil cosquilleo de nerviosismo.
Entonces, cuando estoy a punto de aplaudir cual guerrero nórdico para decir: "Traiganme a Dimitri", este llega voluntariamente, ignorándome por completo, seguido por toda su pandilla. Mis amigos se acercan también, como si esto fuera un enfrentamiento al estilo Rápidos y Furiosos. El tanque ruso mira a Nico por encima del hombro y le pregunta:
—¿Qué si viene algún guardia?
—¿Acaso tienes miedo?— le regresa Nico, con una sonrisa burlona en sus labios.
—No descarto la posibilidad de que vayas a ponernos una especie de trampa.
—El nerd tiene todo bajo control— Nico señala hacia Andrew, que está sentado en una esquina, con su computador. El italiano parece confiar ciegamente en él, pero, desde aquí, el chico bien podría estar jugando buscaminas en lugar de estar vigilando y nadie nunca lo notaría. Drew Tanaka pulula alrededor, pero Fort no se entera de ello—. Tiene vista directa de todas las cámaras, si alguien viene, lo sabremos con el tiempo justo para huir.
Dimitri mira a Andrew y lo nota tan concentrado que decide no dudar de la palabra de Nico, pero aún así, no es tan idiota como para quedarse solo con eso. Con un asentimiento de cabeza, le hace una seña a Chris Rodríguez, a su derecha, y dice:
—Vigila la puerta, por si acaso— dice, y Chris no se nota muy emocionado por ello.
Y como esto era una guerra y Nico no podía quedarse atrás, hizo la misma seña hacia la persona que está más cerca de él hacia su derecha, quien resulta ser mi hermana. Por un momento me espero una explosión por parte de ella al estilo: "Tú no me das putas órdenes, enano", pero, luego me doy cuenta de que Nico es un genio por accidente... ¿O quizá no fue un accidente?
Pero no importa, Clarisse no va a abandonarme, jamás lo ha hecho.
La expresión de Chris Rodríguez cambia de una hosca, a la ilusión pura de un hombre enamorado... Tengo que retener las ganas de vomitar. Me doy cuenta de inmediato, de que Clarisse está considerando ir, pero duda. Me mira, y luego lo mira a él, y luego de vuelta a mi. Admito que me duele un poquito... ¡Oye, soy tu hermano, si tienes que elegir, se supone que me eliges a mí!
Pero, Satanás, es decir, Nico, interviene de nuevo, y esta vez usa las palabras para dirigirse hacia Clarisse:
—Ve, no queremos estar en desventaja— tiene la cordura suficiente como para no intentar usar un tono mandón, sino casi amistoso— Y Frank estará bien, lo tiene todo bajo control.
Clarisse me mira de nuevo, yo le suplico con la mirada porque no me abandone... Es decir, puedo hacer esto, he entrenado durante siglos, perder una batalla de vencidas contra alguien que no sea mi padre o mi hermana, no existe en mi historial, ni siquiera en mi diccionario; pero si algo sale mal espero que Clarisse esté ahí para cuidar mi espalda. Como siempre... No se puede ir por allí sin más... No ahora...
Ella pone una mano sobre mi hombro y me da un apretón duerme nervios. Me tranquilizo, y entonces:
—Haz que me sienta orgullosa— me dice, para luego marcharse sin más. ¡Dejándome! ¡Abandonado a mi merced! Como a un vil perro sarnoso. Chris Rodríguez sonríe deslumbrantemente y la sigue sin siquiera dudar un segundo. Dimitri le da un último golpe en el hombro, que, de algún modo logro identificar como una señal, una orden que no comprendo.
Me quedo con la boca abierta, como una chica que ve a su mejor amiga, siéndole infiel con otra a la que esta considera su mejor amiga. Sin embargo, antes de comenzar con un nuevo drama, Hazel aparece a mi costado, acompañada de Calipso, Annabeth y Piper, para darme ánimos como porristas. A mí sólo me importa Hazel, me lleno de valentía, con sólo tenerla al lado.
Ok, me gano el apoyo de una linda chica, en lugar del de mi hermana, me parece un intercambio justo.
—Un problema menos— susurra Nico en dirección a Will, cuando mi hermana desaparece por la puerta. Will asiente, con las cejas ligeramente levantadas, como si estuviese impresionado. Me da la ligera sensación de que, de algún modo, esto es parte del plan de Nico, aunque no sé cómo funciona exactamente.
Nunca tuve problemas consiguiendo lo que quiero, pero cuando se trata de ti nunca soy lo suficientemente buena. Cuando no me importa, puedo usarlos como un muñeco Ken, no lavarme el cabello, y hacerlos rebotar como pelotas de baloncesto. Pero tú, me haces querer actuar como una chica... Sí, tú, me pones tan nerviosa que no puedo siquiera sostener tu mano.— D.L.
Salgo rápido de aquel salón repleto de gente, antes de que pueda arrepentirme de abandonar a Frank allí dentro, cuando ha prometido enfrentarse al Golova del instituto. O antes de escucharlo gritar buscando mi ayuda. O antes de escuchar que alguien se burle de él. O antes de que pase cualquier cosa que me obligue o inste a quedarme a su lado protegiendo su espalda y jurando que le romperé los dientes a cualquiera que se atreva a tocarlo.
Me cosquillean las manos de ansiedad, pero consigo evitar volver.
Escucho como Chris cierra la puerta tras nosotros, y como no sé qué mierda hacer a continuación, entonces simplemente me recuesto contra la pared y cruzo los brazos, en la misma posición que Frank suele tomar cuando lo envío a vigilar. Y espero. En silencio. Torturante silencio que parece estar aplastando mi cabeza hasta deformarla por completo. Se supone que el nerd desactivó la cámara de seguridad que controla este pasillo, así que estamos realmente solos, sin que nadie en absoluto pueda enterarse de nuestra existencia.
—Entonces...— Chris comienza a decir, pero no termina la oración con absolutamente nada. ¡Ah, como lo odio al muy imbécil!
—¿Qué?— le digo, molesta. Porque me irrita que se muestre tan feliz simplemente por estar aquí. Consigo observar, por el rabillo del ojo, que está sonriendo radiante, mientras me mira casi sin parpadear y se balancea sobre las puntas de sus pies, con las manos detrás de su espalda.
—Nada— contesta divertido— Te ves bella hoy, cabello suelto de vuelta.
— Y qué te importa— me doy cuenta de que se acerca aún más a mí.
—¿Entonces eso es lo que quieres?— se mueve hasta quedar frente a mí— ¿Fingir que lo del otro día no pasó? ¿Hacer como que no nos hemos estado lanzando miradas cada vez que nos encontramos en los pasillos?
Lo miro con la expresión irónica que tan bien he sabido utilizar durante toda mi vida. Ahora está completamente serio, en sus ojos se muestra la misma súplica de la otra vez, incluso parece lastimado. Como si lo hubiese golpeado a traición o algo por el estilo. No me queda otra opción más que lanzar un suspiro y volver a darme por vencida. ¿Qué más da? Hay que disfrutar el postre mientras dure, ¿no?
— ¿Cuál es la otra opción?— le pregunto, dejando que en mi rostro aparezca una sonrisa ladina. El brillo que se muestra en sus ojos hace que me tiemblen las piernas.
—Oh... —se acerca juguetonamente, al tiempo que sus manos toman posesión sobre mi cintura— La otra opción...— habla jodidamente lento, y su rostro se inclina para frotarse contra mi cuello— es esta...— da un leve besito contra mi piel.
¡Y joder yo no tengo paciencia!
Lo sujeto de los hombros y nos giro, hasta que su espalda choca violentamente contra la pared y entonces le como la boca con rapidez. Lo escucho gruñir, por un momento sus manos no saben dónde colocarse, luego simplemente se abraza a mí y permite que yo haga lo que me venga en gana. Su boca se abre, dejándome meter la lengua, morder sus labios, y convertirlo, todo, en territorio explorado por mí.
Accidentalmente (o quizá no tanto), mi pierna se mete en medio de las suyas, y la rodilla se sostiene firmemente contra la pared, haciendo que no quede espacio entre nuestros cuerpos como para dejar las cosas a la imaginación. Puedo sentir como se pone duro, con la parte más cotizada de su anatomía creciendo con emoción, expresando tácitamente que está a gusto con la situación.
—Oh, Clarisse... — murmura entre besos— Me vuelves lo...
No consigue terminar su afirmación, porque la tentación me ha hecho sucumbir y ahora estoy, nuevamente, acariciando su entrepierna con mi mano. Aferro su miembro por encima del pantalón del uniforme y aprieto con fuerza, sabiendo que podría causarle un poco de dolor placentero. Chris se mantiene con los ojos cerrados, pero deja caer la cabeza hacia atrás, hasta que choca contra la pared. La nuez de Adán se mueve en su garganta al tiempo que traga saliva.
—¿Disculpa? —me burlo de él —¿Qué dices? ¿No entendí?
—Lo...Loco— Chris inclina su cadera hacia mí, con descaro— Me... vuelves loco... Es lo que dije.
Lo suelto de pronto y él me observa indignado, como preguntando por qué me he detenido, pero simplemente lo hice para quitar la tela de enmedio. Su sonrisa vuelve a su rostro cuando al fin consigo abrir el botón y la cremallera para hacerme paso en medio de su ropa y tomar en mi mano lo único que me importa. La piel es tan cálida y tersa que me da miedo lastimarlo con mis manos callosas.
De modo que vuelvo a sacar la mano, y paso mi lengua por entre mis dedos mientras miro a Chris, para a continuación, volver a aferrarlo y esta vez, sí empezar ha realizar un buen trabajo manual. Afortunadamente a Chris no se le ocurre siquiera intentar decirme qué hacer o cómo hacerlo, sino que solo se limita a extender su mano para sostener mi cabeza e intentar acercarme a él.
Lo beso de nuevo, mientras mi mano sigue moviéndose de arriba a abajo, deslizándose a veces sobre su piel y en ocasiones moviendo la piel con ella. Puedo sentir la respiración de Chris acelerándose, ya que su pecho comienza a chocar contra mí con mayor frecuencia. La mano que tiene libre, es decir, la que no se aferra a mi cabello como si fuera lo único sólido en el mundo, sube lentamente hasta sostener una de mis bubbies. No lo hace rápido, sino lento, dubitativamente, como si creyera que voy a golpearlo si se pasa.
Bien. Así me gusta, que no me pierda el miedo tan pronto.
Varios minutos más tarde, con la camiseta interior de Chris empapada y la cremallera aún abierta, él se desliza, exhausto, hasta caer sentado en el piso, y yo, para no quedarme ahí de pie, como una idiota, admirando lo bien que se ve el muy imbécil, recién cogido; me siento a su lado, también con la espalda recargada contra la pared.
Y él se deja caer de costado, para recostar su cabeza sobre mi hombro. Su mano busca la mía para entrelazar nuestros dedos. Presiono su mano fuertemente, hasta que sé que le duele. ¿Por qué? No lo sé... Tal vez solo para hacer algo, luego relajo el agarre y él ríe entre dientes, pero no se aleja.
—¿Quieres apostar?— le pregunto, después de un rato de silencio.
—¿Apostar?— él suena somnoliento, pero me presta atención, aún recostado sobre mi hombro.
—Por quién ganará la competencia de vencidas— le aclaro— Los Stoll deben estar ganando muchos favores allí dentro, haciendo apuestas.
—De acuerdo— contesta, acurrucándose más contra mí— ¿Qué quieres apostar?
—No lo sé... ¿Un favor? Parece ser lo único que realmente tiene valor dentro de esta maldita cárcel.
—Se me ocurre algo que tiene mucho más valor— ahora levanta nuevamente su rostro— Un beso. Pero uno público, frente a todos.
—¿Quieres que se burlen de mí?— le pregunto, con desdén.
—No... Quiero que envidien lo genial que nos vemos juntos— regresa él— Entonces, si Golova gana, yo obtengo mi beso.
—Sí, como sea... Pero cuando Frank gane, tu me deberás un favor a futuro.
—¿Qué tipo de favor?— pregunta Chris ahora jugando con nuestros dedos— ¿Uno de carácter sexual?
—No lo sé, tal vez— le contesto— O tal vez te pediré que le arranques la cabeza a Dimitri mientras duerme, aún no lo decido...
—Mmmm... Ja— parece estar pensando por un momento, y luego ríe secamente— Si Dimitri se entera que pedí un beso como compensación, en lugar de lo que él me envió a hacer... Será mi cabeza la que obtendrás de regalo, en lugar de la suya.
—¿Eh?— podré ser considerada una bestia por la mayor parte de la gente aquí, pero no soy tan idiota, me doy cuenta de lo que dice— ¿Qué te envió a hacer?
—¿Mmm?— al parecer Chris no se había dado cuenta de su desliz y ahora pretende fingir demencia. Le doy un codazo, instándolo a hablar, no funciona, así que levanto mi hombro y hago que su cabeza rebote— Está bien— cede— Me dijo que te coqueteara, que te enamorara y así estarías en nuestro bando y no en el de tu hermano.
Su afirmación no me sorprende ni un poco. Si hay algo que me sorprenda, eso sería su repentina sinceridad. ¿Pero por qué me lo dice ahora? ¿Por qué después de haberlo negado tantas malditas veces? Hay algo que no encaja, así que, tranquilamente, pregunto:
—¿Cuándo te lo ordenó?
—Después de que me dieran permiso de limpiar la patrulla— se separa de mí para mirarme directamente al rostro, creo que está sorprendido por mi calma y no esté escupiendo espuma por la boca— Obviamente no lo haré... lo sabes.
"¿Por qué no? Si te lo ordenó, maldito traidor de mierda"— es la primera respuesta que aparece en mi mente, sin embargo, sacando fuerza de voluntad desde mi hígado, me controlo para no pronunciarla.
—He de admitir, que decirle el plan de ataque a tu enemigo, es posiblemente lo más estúpido que has hecho en tu vida, Rodríguez— digo en cambio.
—Ah, pero es que no eres mi enemiga— devuelve él— Y tampoco mi víctima, como Dimitri llegó a pensar.
—No voy a traicionar a Frank, jamás— le digo completamente segura de que hablo con la verdad— Ni aunque me torturen, lo vi nacer, lo vi ser un niño rechoncho, pero jamás me atrevería a subestimarlo, y no voy a estar en ningún bando que esté en su contra. Eso puedo jurártelo.
Es probablemente lo más agradable que he dicho de él en voz alta en toda mi vida. Nuestra familia no muestra el afecto, no habla de ello... ¡Pero seguimos siendo una familia, maldita sea! Yo me cortaría un brazo antes de traicionar a mi hermano.
—Lo sé— Chris, sin embargo, no parece extrañado ante mi repentino derroche de amor familiar— Y mientras los dos estén enamorados de Levesque, Dimitri y Frank están destinados a ser enemigos. Eso nos condena a ti y a mí a ser amantes trágicos, nena. ¡Como Romeo y Julieta! ¿Quién diría que el imbécil de Cheveroski pudiese ser capaz de soltar tremenda frase profética?¿Eh?
No contesto, porque mi mente está divagando sobre las implicaciones de todo esto. Aunque no quiera aceptarlo, mi espíritu competitivo siempre ha sido indomable y cuando hay un combate, sea mío o no, no puedo quedarme en una esquina esperando a que se resuelva. Me gusta meterme, me gusta luchar, y justo ahora, estoy empezando a ver una espada muy afilada dispuesta justo frente a mis ojos.
—Porque...— Chris continúa hablando— Porque estamos juntos, ¿verdad? ¿Somos novios?— mi silencio se extiende un momento más. No puedo dejar de darle vueltas a la espada en mi cabeza, tratando de descubrir cuál lado está más filoso— ¿Clarisse?
—¿Realmente me quieres?— pregunto en voz alta.
—Con todo mi corazón— Chris se acerca de nuevo, y sus brazos musculosos rodean mi cuerpo. Da un beso a mi mejilla, como todo un caballero de la mesa redonda. Huele a espuma de afeitar— Y ahora que te tengo, no pienso perderte, por nada del mundo.
—¿Qué tanto me quieres?— pregunto. ¡Y sí! Sé que sueno como una de esas mocosas cursis que esperan que su novio diga algo igual de cursi como "De aquí hasta las estrellas" o "Más que a todo en el mundo", o alguna estupidez de esas. Pero no era mi intención.
—Yo haría cualquier cosa por ti, Clarisse— dice Chris como respuesta.
Entonces me giro lentamente, y lo miro a los ojos. ¿Cómo puede alguien ser tan jodidamente varonil y apuesto? ¿Cómo puede alguien tan varonil y apuesto estar interesado en mí? No... No interesado... Enamorado.
—¿Traicionarías a Dimitri por mí?— pregunto esta vez, pero antes de que conteste agrego: — ¿Te unirías al bando de di Angelo, al de mi hermano... A mi bando?
—Clarisse... Esta guerra no es nuestra, ¿por qué...?— inicia a contestar.
—Está en juego todo lo que pasa dentro del Instituto— contesto— Puede parecer estúpida, pero realmente no lo es. Aquí vivimos, y querámoslo o no, alguién debe mantener el control para que todo fluya, o, de lo contrario, esto sería un maldito desastre. Imagina esta guerra, no solo con dos bandos, sino con ocho, o diez, o veinte. ¿Por qué crees que son peligrosas las cárceles? Porque no se puede confiar en nadie allí dentro. Pero si hay un líder... Alguien que represente poder... Hay un punto estable del cual aferrarse, hay un punto estándar de reglas a seguir.
>>Para eso son las guerras, Chris. Para establecer las reglas del juego durante los periodos de paz. Para seleccionar a quién impondrá esas guerras. Y creeme... A nadie le conviene que las imponga Dimitri. ¿Qué no acabas de decir que te arrancaría la cabeza si se entera de que no lo estás obedeciendo?
—Sí... Pero, bueno, Dimitri nunca me ha apuntado con un arma— Chris se encoge de hombros— Di Angelo tampoco es muy buena opción que digamos.
—Le apuntó al director, eso no cuenta. Bien podría decirse que quería liberarnos a todos— le regreso— ¿Realmente quieres ser fiel a Dimitri?
Chris se encoge de hombros por un momento, y luego, como si recordara algo, sonríe de medio lado; me mira y con un brillo travieso en los ojos, pronuncia las mismas palabras que yo le dije hace rato, cuando recién salimos del salón:
—¿Cuál es la otra opción?
—Yo— contesto, con la seguridad de una Drew Tanaka en bikini— Yo soy la otra opción. Finge que sigues con él... Sé nuestro espía dentro de la pandilla de Golova. Hazlo por mí.
—¿Por ti?— Chris frunce el ceño. ¿Acaso no son lo suficientemente buenas mis estrategias de manipulación? ¡Por eso siempre uso las amenazas, funcionan mejor!— ¿Quieres que me convierta en un espía traidor, por ti?
—Sí, hazlo por mí— me aproximo y lo beso rápidamente, antes de perder la confianza en mí misma.
Cuando me separo de él, sonríe, completamente embobado, y de algún modo, reconozco un nuevo poder en mí... una especie de habilidad especial que no había conocido hasta ahora.
Y no me desagradaba en absoluto.
Paso #48 : Pide perdón... O busca una mentira lo suficientemente buena para engañar a todo el mundo. La manipulación es tu mano derecha y el ingenio la izquierda. Utiliza ambos, y serás imparable.
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