Paso #35: Ingresa contrabando con éxito

Muchas veces, cuando Annabeth obraba mal o se comportaba de una forma un tanto inmoral para los estándares muy altos y estrictos de su madre, ella podía jurar que la oía claramente (a pesar de no estar a su lado); regañándola como un incordio de vocecita dentro de su cabeza, tratando de fastidiarla todo el rato.

Ahora, esa pequeña vocecita tenía carne y hueso, y estaba parada frente a ella, reclamándole en un tono de voz más alto que su consciencia; recitando sermones que ya se sabía de memoria desde que tiene uso de razón. Annabeth se preguntó si su madre habría sido la diosa olímpica de la sabiduría en alguna vida pasada, porque no encontraba otra explicación de que fuera tan irritable e increíblemente orgullosa siempre, con complejo de perfección divina.

Su atención fue variante en repetidas ocasiones, a veces la escuchaba diciéndole sobre la importancia de la dignidad y la honradez, y luego, su mirada se centraba en su delineada nariz (mejor que la suya) con la mente perdida.

—Te traje aquí para que aprendieras una lección, para que entendieras la importancia sobre la disciplina y responsabilidad. Pero ya veo que... —y entonces Annabeth aplicaba su tan querido modo "mute", y se dejaba llevar en el río de pensamientos más interesantes que fluían dentro de su cabeza.

En realidad, cualquier cosa resultaba ser más interesante que oír el parloteo de su madre, (por más cruel que esto sonara). Por ejemplo, el trinar de un ave del desierto, mirándola con sus pequeños ojos desde una rama del patio; o incluso el barullo de las demás conversaciones entre padres e hijos. También estaba, Drew Tanaka, a quien le daba mayor atención ahora; observó como ella asentía a lo que decía su padre con aire subordinado, y se preguntó sobre su historia, su vida, y si su pasado podría ser diferente a lo que sus prejuicios pensaban antes.

Probablemente nunca lo sabría, no eran amigas, y era casi seguro de que no lo serían en un futuro próximo, no cuando ella había querido robarse al crush (ahora novio) de su mejor amiga. Tampoco pensó demasiado si estaba siendo justa. Sus ojos se mueven por encima del hombro de su madre, y ve a Poseidón ponerse hielo en el labio y a un Zeus acercarse a regañadientes por su hijo para "disculparse".

—Y de nuevo, es como si estuviera hablándole a una pared— el resoplido de su madre desvió su atención, la vio tocarse el puente de la nariz con semblante estresado y por un segundo, sintió pena por ella.

Pero no era culpa de Annabeth convertirse en una muralla de cemento, gris e insípida. Era su mecanismo de defensa automático para estas situaciones, tan arraigado a su modus operandi, que difícilmente podría desinstalarlo de su sistema como a una aplicación. No obstante, intentó hacer un esfuerzo y escuchó a su madre una vez más.

—Me molesto en gastar saliva contigo, pero tú andas volando en las nubes de tus rascacielos imaginarios mientras lo hago. No sé por qué te cuesta tanto escuchar las sabias palabras de tu madre...

—Tal vez, porque he escuchado este sermón tantas veces, que te las podría recitar como un poema ahora mismo— le respondió, en un tono impertinente que le provocó una mueca de desagrado a Atenea, (y eso que estaba siendo precavida con sus palabras) —. Ya lo tengo grabado en la memoria, madre, siempre es lo mismo contigo.

—Pero a pesar de eso, sigues comportándote como una sinvergüenza— ella arremete, y hace enfurecer a Annabeth de inmediato—. ¡Mira que escaparte de un Instituto, (al que pago miles de dólares) sin detenerte a pensar siquiera en las consecuencias! La estupidez de eso, es ridícula. ¡¿En qué estabas pensando?! En serio, ¿qué querías?

—No volveré a decir nada sobre la fuga, madre— Annabeth pronunció entre dientes, haciendo uso de la poca paciencia que poseía—. Piper se encargó bastante bien de aclarar hasta el último detalle, así que es un tema ya bastante gastado, del cual deberías olvidarte de una vez. Pero descuida, no volverá a ocurrir algo así.

—¿Y quién me asegura eso? — pregunta con voz sarcástica—¿Cómo puedo confiar en que no lo harás de nuevo?

— No lo sé—. Ella se encoge de hombros, y le da una mirada aburrida— Pero no tienes otra opción, ¿o sí?

Con esa última declaración, su madre queda enmudecida. Annabeth se quedó quieta, parada incómodamente allí, delante de su alta figura; deseando por piedad que la dejara libre o que, tan sólo, se fuera de nuevo a hacer su vida en San Francisco, a hacer cosas de arquitectas. Por un largo rato quedaron calladas, y por el rabillo de su ojo, Annabeth vio su reflejo y el de su madre, a través de la ventana cerrada de su auto; la imagen de ellas era distante, como la de dos desconocidas tratando de llevarse bien y fracasando épicamente en el intento.

—De acuerdo, si tú lo dices— su madre volvió a hablar con voz queda, y entonces, agregó: — Pero te daré un consejo importante sobre ese chico, Jackson, como mujer y como tu madre. Una advertencia, siendo más técnica: Tienes que cortar toda relación con el muchacho, Annabeth, antes de que sea tarde.

Annabeth ya se esperaba, que su madre le dijera tal advertencia, lo había visto venir a kilómetros. Sin embargo, eso no evitó que el encogimiento en su estómago se acentuara, resultó muchísimo peor en realidad; al escucharlo, ella sintió que las vísceras se le enredaban y se desenredaban de los nervios en su interior. De pronto le quiso gritar, pero con una fuerza sobrehumana, se obligó a contestar con calma:

—¿Y por qué crees que debería hacer eso, mamá?

—¿Te has olvidado de sus antecedentes, por "descontrol de ira", Annabeth? Al parecer, tu enamoramiento te deja ciega y olvidadiza. La ira es una de las emociones más cavernícolas e impulsivas que existen, y que él sea acusado de ello, debería ser suficiente para que te diga algo sobre su futuro— continuó, con sus ojos grises tormentosos clavándose en los de su hija, a quien dejó momentáneamente desestabilizada—. Sé lo que ocurre, también fui joven una vez, niña, joven e incrédula por la inexperiencia.

>>Al principio de la relación siempre son buenos, dulces y atentos contigo, pero tarde o temprano, la verdadera naturaleza de su personalidad, volverá a emerger como un géiser; y te quemará en el camino. Pasado un tiempo, cuando cometas un error que le desagrade, verás cómo reaccionará violentamente contra ti... ¿Y quién te asegura que no te golpeará como lo hizo con los tipos del bar? A quiénes escuche por ahí, que casi les rompió las costillas con solo un par de golpes.

Ella sonaba tan convincente, usaba ese tono que no cabía duda, que lo que decía era ley irrefutable. Pero Annabeth conocía esas viejas mañas.

—Tú no sabes cómo es él, en verdad, madre, yo lo sé— Annabeth le dijo, pero sé le había olvidado agregar convicción en su voz, y se enojó consigo misma por ello; sentía la boca seca y se cruzó de brazos como un reflejo protector.— Además, lo del bar lo hizo para protegerme. Ellos querían lastimarme...

"Pero hubo unos minutos en que Percy parecía haberlo disfrutado bastante al golpearlos", se le ocurrió, "tanto, que se necesitó de sus amigos para detenerlo". Se deshizo de la idea moviendo la cabeza con brusquedad. Quería irse ahora, ya no quería escuchar a su madre hablar así de Percy, le hacía doler en el pecho, le hacía querer gritarle como mocosa sin fundamentos.

Odiaba que ella intentara hacerlo ver como el enemigo.

A su dulce Percy... O eso... eso creía ella... ¡No! ¡Era justamente esto lo que su madre estaba buscando! Hacerla dudar de su novio, meter cizaña, ¡No se lo permitiría! Sin embargo, una migaja de duda había logrado implantarse en su cabeza, en contra de su voluntad, como sólo su madre sabía hacerlo, como muchas otras veces. Ella se odió, entonces.

—No puedes estar con alguien así, y te conozco, hija, lo has pensado ya. Pero estás demasiado enamorada para admitirlo y dejarlo ir.

—Despreocupate. Él no es así como lo haces ver, madre—. Annabeth escupió, y le dio un escalofrío al escucharse a sí misma.

Se había oído, como la típica víctima crédula que no quería admitir que su violento esposo era el problema, y repetía una y otra vez, que este, pronto cambiaría; (mientras ocultaba celosamente los moretones "cariñosos" de su esposo). Su madre le dio una mirada condescendiente en respuesta, acompañada de una sonrisa triste que transmitía: "Oh, mi pobrecita hija, tan tonta por amor ciego", expresión que a Annabeth casi le dio arcadas.

Quiso refutar, pero sabía que eso sería peor, en cambio; tuvo que mantener la boca cerrada, y rezar, por que no se estuviera equivocando realmente con sus sentimientos.

Mientras tanto, en el otro extremo del estacionamiento, en la dirección oeste de donde estaban Annabeth y Atenea; se encontraban Ares, Frank y Clarisse apunto de recibir una recompensa por sus malas acciones pandilleras, como sólo el señor La Rue, tenía la rara costumbre de hacerlo. Al mismo tiempo, una ráfaga de aire pasó y agitó el cabello castaño de Clarisse cuando el helicóptero que había traído a Andrew, volvió a encenderse para después, elevarse en el aire con dirección a muy, muy lejano, (Frank no tenía idea de donde vivía tal empresario).

El señor La Rue había ordenado a sus hijos que le acompañaran hasta su jeep militar de color negro, para supuestamente "despedirse entre ellos". Sin embargo, luego de que su padre se cerciorara de que no había peligros ni espías alrededor del perímetro, asió la manija del auto para abrirlo, y de su interior; sacó una mochila nueva, que balanceó en sus manos con una sonrisa diabólica sobre sus labios torcidos.

—Tengo un regalo para ti, ¡mi hermosa dragona guerreraaaa!— Exclamó Ares, pronunciando exageradamente la "R", y haciendo sonrojar a Clarisse de la vergüenza, quien miró en su entorno para asegurarse de que nadie había escuchado. — Solo para mi favorita, —remató, luego, miró hacia Frank con hastío y agregó:— A ti no te traje nada, por mal hijo.

Todo el rostro de Frank decayó al instante. Pasando de ser un colosal mastodonte, a un pequeño cachorrito melancólico con el corazón roto, porque le habían negado el último hueso de su comida. Pero entonces, antes de que Frank empezara a contener sus lágrimas, tratando de mantener la última pizca de "macho sin lagrimales" en su ser; Ares le sonrió dulce pero tenebrosamente y vociferó:

—¡ES BROMA! — alzó la palma de su mano, y le golpeó la espalda con tanta fuerza, que Frank supo que dolería para más tarde— ¡¿Cómo me iba a olvidar de mi propio hijo, eh?!

—En realidad, ya lo hiciste, —comenzó Frank, tocándose el hombro adolorido— cuando tenía ocho años, te olvidaste de mí en el supermercado, cinco veces, sin contar que una vez me dejaste por tres horas en un club nudista.

—¡Aaahhh!, ¿aún lo recuerdas? —Ares soltó una risotada, como muy orgulloso por ello, —No te quejes, que en la última lloraste sobre los muslos de una jovencita, con bragas de caramelos de los cuales tú comiste inocenteme...

—Sí, sí, — Clarisse cortó a su padre, harta de oír sobre las aventuras de su hermano menor con strippers. —¿Y el regalo, padre?

Ares le contestó, lanzándole la mochila a su hija sin cuidado alguno, la cual la chica agarró en el aire, acostumbrada a las lanzaderas de su padre durante toda su vida. Ella se quedó mirando con extrañeza la mochila en sus manos, lo agitó sintiendo su peso, y dándole una mirada de confusión a su hermano; abrió el cierre y sacó lo que había en su interior.

Cuando lo hizo, el estupor en la cara de Clarisse era tan grande, que a Frank le pareció sumamente chistosa y tuvo que contener en el último microsegundo, una carcajada.

—¡¿Qué demonios, papá?! —su hermana exigió enojada, sosteniendo en una mano, nada más ni nada menos que una Biblia.

Sí, una biblia, y fijándose en su interior, Frank encontró otro ejemplar idéntico dentro de la mochila que adivinó era para él también. (Tenía tapa dura, y era del tamaño de la cabeza de su padre). Bueno, esto era raro y poco propio de él. Espera. ¿Y si este no era su padre en realidad, y si este solo era un clon enviado del área 51 en donde su padre trabajaba secretamente cerca de aquí, en algún lugar ultrasecreto del desierto de Las Vegas? ¡¿Y si su padre venía después a llevarlo para que le hagan experimentos en su cuerpo, y así poder adquirir el poder de convertirse en el animal que quisiera?! Bueno, eso sería muy cool.

La carcajada brutal que soltó su padre, rompió la imaginación de Frank al instante y volvió a la realidad. Ahora Ares estaba subiéndose a su auto de un salto, cerró la puerta con fuerza, y se colocó sus lentes de sol con estilo.

—Solo dale una ojeada, hija. Encontrarás tu respuesta en el libro del señor.

—¿Por qué diablos del infierno yo querría... — farfulló Clarisse, abriendo el libro religioso a la vez, para después; alzar las cejas al ver su sagrado contenido, (y no, no me refería a la santa escritura). —Ah. —Ella enmudeció, y luego sonrió gatunamente— Gracias papá. Eres lo máximo.

La biblia resultó ser una fachada pagana para que pudiera ingresar en la seguridad del instituto sin levantar sospechas. Pero a decir verdad, Frank estaba más escandalizado que contento, cuando observó que en lugar de hojas con salmos; había un amplio espacio donde descansaba una botella de vodka llamado: "Devil's Springs", y siendo sincero consigo mismo, hubiera preferido realmente un libro con el cual entretenerse todas las noches, en vez de una botella que le daría tremendo dolor de cabeza.

Pero Clarisse no pensaba lo mismo, por supuesto, la única razón por la que no estaba sacando la botella y besándolo como si fuese su amante predilecta, era por precaución. Cerró la biblia y se la dio a su hermano con brusquedad, golpeándole en el pecho con ella en el acto, Frank la agarró apresurado antes de que se le cayera.

—Ten, yo me llevaré la mochila. Sospecharan menos de ti si te ven llevando un libro en la mano.— Dijo, y se enganchó el asa al hombro con gesto despreocupado—. De todos modos, trata de ocultarlo, porque no te daré el mío si te lo confiscan.

—De eso no me cabe duda— Frank resopló, abrazando la biblia falsa como si fuese su hijo.

—¡Qué lo disfruten, hijos míos! —Ares llamó la atención de sus retoños, el jeep gruñó de potencia delante de ellos, y mientras retrocedía con un brusco movimiento de volante, (alzando polvo en el acto) se despidió con un mensaje esperanzador: — ¡Y recuerden, sin sangre ni agonía, no hay gloria!

Su padre se marchó dejando una estela de polvo detrás de él, y con pocos minutos de diferencia, lo hizo también la mamá de Chris Rodríguez dentro de un pomposo todo terreno color verde agua, con pegatinas de piolín y de la virgen de Guadalupe en su parabrisas. Alcanzó a ver al hijo Rodríguez cerca de las rejas, sobándose la espalda por los arrebatos de su madre con su zapatilla, mientras la veía partir. Por un mísero segundo sintió compasión por él, pero después recordó a quién servía, (alias ruso) y se alegró de su sufrimiento.

A su lado, su hermana se fue sin decirle ni una palabra. Probablemente iría a su dormitorio para esconder su regalo, antes de que alguien le preguntara que traía en su mochila. Se quedó solo, así que, miró a su alrededor, y encontró que los chicos (Will, Percy, Jason y Leo) se habían agrupado cerca del auto de Jackson, y miraban directamente hacia él. (Mientras los padres de Percy y Jason se "disculpaban" calurosamente con los ojos lanzándose rayos, a unos metros de ellos).

Los primeros segundos, Frank y Leo, se estudiaron silenciosamente; acto seguido, Leo alzó un dedo índice en alto, y empezó a llamarlo con él. Frank le dio una cara de póquer, no le gustaba ser mangoneado (suficiente tenía ya con su hermana), sin embargo, tenía curiosidad de lo que le dirían así que caminó hacia ellos, con el libro en manos como adolescente de película cliché.

—Muy bien, hombre, muéstranos la mercancía. — Leo exigió apenas llegó, ahora moviendo sus dedos en dirección al libro (además, aún tenía algo de yeso en el pelo)— Y no te hagas el que no sabes, vimos los ojos de tu hermana brillar más que mi futuro, ¡así que no he escapatoria!

Frank soltó un suspiro derrotado. "Ya qué", dijo encogiéndose de hombros, y mirando a su alrededor dijo:

—Solo actúen natural.

Automáticamente, todos actuaron menos que natural, juntaron las cabezas y cerraron el círculo completamente entre ellos, (haciéndolo más pequeño también) y miraron sospechosamente al asiático como si fuese a sacar cocaína. Frank rodó los ojos, sin fuerzas para regañarlos después del tiroteo de su padre, así que mostró la Biblia en medio del círculo, así sin más; mientras se aseguraba que el señor D estuviera muy distraído hablando con el señor Di Angelo.

—No estoy en contra de la religión ni nada pero... — Will inició, con un matiz decepcionado en la voz— ¿En serio? ¿Una biblia?

Entonces, Frank abrió el libro, y todos los chicos se quedaron, mirando la botella, como si fuera el Santo Grial, apareciendo por primera vez en frente de ellos; mientras un coro de ángeles cantaban aleluya sobre sus cabezas. (Incluso, Leo hizo la señal de la cruz para agradecer a Dios). Los ojos les brillaban, con ilusión, anticipando todo lo que podrían hacer con ella, y soñando, con el momento en que sus labios probaran el elixir sagrado que ahora Frank Zhang poseía en sus manos. Es decir, si este decidía compartirlo.

—Parece un regalo caído del cielo— susurra Leo conmovido, acercando sus manos lentamente hasta la botella, pero en el último segundo; Frank lo aleja nuevamente, y esta vez la mete dentro de su camisa, ocultándola de los ojos indiscretos. Sí, sí, una maniobra muy discreta, ¿eh? — ¡No! Mi precioso, mi precioso. —Llora Leo, haciendo como la voz del loco del señor de los anillos.

—Yo creo que más bien es un tesoro salido del infierno—contrarresta Jason— "Devil's springs", ¿eh? — luego sonríe de medio lado y se acerca más a Frank— Apuesto a que Nico lo amará— da un par de codazos contra la cintura del chico— Tratas de mantener feliz al cuñado, ¿eh? ¿eh? ¿No? — Leo, Percy (con Tyson aún sujeto de la mano) y Will, sonríen y apoyan la puya; pero Frank se mantiene serio, así que Jason se detiene— ¿Estás bien?

—¿Acaso me quieren ver muerto?— susurra con el ceño fruncido— No estoy solo en riesgo por Nico, sino también por el señor di Angelo— mira a su alrededor, como si el simple hecho de nombrarlos, los hiciera aparecer de pronto— Van a matarme si te escuchan.

—Cierto— contesta Jason, completamente serio— Mi error, lo siento.

—Ah, por favor... Ya ha pasado suficiente tiempo como para que entiendan que no es un asesino— interviene Will— Frank, compartimos habitación, si quisiera realmente matarte ya lo habría hecho.

—Bueno, su papá sí que es escalofriante— devuelve Frank, a la defensiva— No intentes negarlo.

—Yo creo que es buena persona— devuelve Will, aunque no sonaba demasiado seguro— Evitó que Zeus le arrancara la brillante sonrisa a mi padre, al menos.

—Oh, sí— Jason vuelve a hablar— También lamento eso... Y lamento la patada en tus hermanitos, bro.

—No vamos a pelear por lo que ellos digan— Percy mueve la mano quitándole importancia— Todo está bien, entre nosotros. Es decir... Annabeth y Piper no van a dejar de ser mejores amigas solo porque la señora Afrodita, le lanzó su Afrotastic Number 10 en los ojos a la señora Atenea, ¿verdad? Todo va a estar bien.

—¡Percy!— Tyson llama la atención de su hermano al jalarle la mano, pero todos voltean a mirarlo solo porque es adorable, Will incluso le sacude el cabello alborotado, ganándose una sonrisa por parte del chicuelo— ¡Percy! ¿No vas a ayudar a la princesa?

Percy levanta la mirada entonces, con una mueca, observando lo que había estado intentando ignorar desde hace bastante rato. Atenea y Annabeth parecían estar discutiendo un tema delicado e íntimo, y cualquiera que atesorara su vida, no se acercaría a ellas ni a dos metros.

—Me temo que a esa serpiente marina, yo no puedo enfrentarla, Ty— contesta Percy a su hermano—. Además, Annabeth no necesita mi ayuda. Ella lo maneja bien. —luego se voltea hacia Jason, con gesto indignado— ¿Por qué te tocó la suegra amorosa y amigable a ti?

—Créeme, no me quejo. Pero tampoco diría que es... "genial"— contesta el rubio, con una sonrisa torcida— Aún tengo labial hasta en mis orejas.

—Uy sí, y eso es jodidamente malo— se mofa Leo— Como si no estuviera buena, la señora. ¡Pobre superman rubio! — todos ríen, y Percy, intentando ser considerado con su amigo, intenta evitar soltar una carcajada magistral, al tapar su boca con ambas manos.

—¡WIIIIIILL!— La inconfundible voz de Apolo aparece como salida del cielo, y aterriza al lado del rubio (literalmente saltó, así que sí... aterrizó), coloca un brazo sobre los hombros de su hijo, y se une al grupo como un adolescente más, con su típica sonrisa juvenil— ¡Chicos! Tengo que decirles, que lo único que puedo reclamarles... Es que desperdiciaran la noche, en una discoteca, y no se apresuraran directamente a entrar en un Motel. ¡Come on! Les dí acceso gratis a todo. —carraspea, dándose cuenta de lo que acaba de decir— Digo... No les di acceso, yo no tenía idea de nada. Sí, eso... — la risa esta vez se distribuye entre todos (incluyendo a Jason).

—Descuide, señor Solace. Su secreto está a salvo con nosotros— Jason le tranquiliza, y el susodicho se saca una imaginaria gota gorda de la frente.

—Como sea, ¿dónde está tu novio, Will? — Apolo cambia drásticamente de tema— ¡Yo quería despedirme!

—¡No jodas!— Leo exclamó anonadado, vocalizando lo que todos pensaban. ¿Nico alias: chico muerte?, ¿saliendo con Will alias: chico sonrisas? ¡Decir "increíble", no era suficiente! —¡No lo creo! ¿Desde cuándo?

—No es mi novio—Will dijo entre dientes ignorando deliberadamente a Leo. Si el rubio pudiera disparar rayos láser por los ojos, su padre ya no tendría cabeza— Al menos no aún, no le digas eso. ¡Qué te pasa! ¡Deja de meterte, dioses! —se pone aún más serio— No le hables, es más, ¡no te le acerques! ¡Ni siquiera lo mires!

—Ajá, sí— Apolo se rasca la mejilla, dando a entender que no va a hacer caso a lo que dice su hijo— Como sea, ¿aún tienes suministros? Porque si los acabaron entonces tengo...

—¡QUE DEJES DE METERTE!— lo interrumpe de nuevo— Casi muero asediado por una horda de adolescentes de hormonas calientes por tu culpa la última vez. ¿No se te hace tarde? Yo creo que sí... ¿Ya te vas?

—No me valoras lo suficiente, Will— contesta Apolo, fingiéndose ofendido— No me valoras— le da un beso ruidoso en la sien y lo abraza velozmente— Te amo hijo, adiós, nos vemos en la reunión del mes.

—Sí, sí, adiós— dice Will, fingiendo un tono de molestia, pero a último segundo, cuando los dedos de su padre (que había tomado su mano un segundo) están a punto de separarse por completo, es visible como los presiona, con cariño.

—Adiós, chicos— se despide Apolo de ellos, lanzándoles un coqueto guiño que podría haber hecho desmayar a cualquier chica.

—Adiós— devuelven todos.

Para este momento, te estarás preguntando, querido lector, por qué Apolo no sacudió el cabello de Tyson, siendo que el niño era completamente adorable y acariciable; y parecía ser que nadie era inmune a sus tiernos encantos, ¿no es así? Bueno, pues la respuesta es sencilla:

Tyson había desaparecido.

—¿Y mi hermano?— el color abandona por completo el moreno rostro de Percy, y comienza a buscar por todas partes. ¿Cómo había conseguido irse tan rápido? — ¿Ty? ¿HERMANITO?

Por un momento, todos los chicos, Will, Leo, Frank, Jason y Percy, empiezan a dar vueltas sobre sus propios ejes, intentando localizarlo, y Jackson poco a poco empieza a adquirir el terror de una madre soltera que ha perdido a su bebé en el parque. Entonces, Will, con sus poderes de acosador, lo encuentra y señala en su dirección.

—Allá— todos voltean, el niño está corriendo en la dirección en la que, Annabeth y Atenea están discutiendo. Lleva las manos en alto, listo para atacar (de tal palo, tal astilla, ¿no?) Percy suelta un gritito de pánico, que se acrecienta cuando se entera de algo muchísimo peor: En medio del camino que el caballero armado Tyson debe atravesar para llegar hasta la princesa, Dimitri y sus compinches están acampando, probablemente esperando a Chris Rodríguez.

—Oh, oh, ay Dios— Percy está a punto de lanzarse para alcanzarlo antes de que llegue hasta allá, pero, antes de que eso sea necesario, Nico di Angelo lo intercepta, saliendo de las sombras de un pasillo, probablemente harto de escuchar la conversación larga y extenuante entre su padre y el señor D.

Nico coloca un brazo en diagonal en el pecho y abdomen de Tyson y aprovechando el impulso que este ya lleva, al correr, lo levanta en el aire y lo alza en brazos. Percy no estaba seguro de sí eso debía tranquilizarlo o preocuparlo más, pero al menos evita correr tras él y probablemente tropezar en el camino, estrellando su cabeza contra el concreto. Se permite suspirar por un segundo en alivio, hasta que... Nico suelta el torso de Tyson, haciéndolo caer de espaldas, al no tener otro soporte.

Percy sufre un mini infarto, mientras que Leo y Jason levantan sus manos al mismo tiempo, como si fuera posible para ellos, atajarlo, incluso a pesar de la distancia que los separa del niño.

Pero, Tyson no cae al suelo, sino que sus piernas se sujetan de la cintura de di Angelo. A decir verdad, ciertamente el italiano lo tiene sujeto de la espalda baja, solo que le ha permitido estar casi por completo de cabeza; y ahora el hermanito de Percy ríe histéricamente como si estuviera en un parque de diversiones, balanceándose con las manos extendidas, al mismo tiempo que Nico sigue caminando en dirección hacia ellos. Alejándolo del posible peligro que Atenea o Dimitri representan para él.

—¿Que diablos le dan de comer?— dice Nico, de mal genio (lo habitual) tan pronto como está cerca del resto de los chicos— ¿Elefantes?— Tyson sigue riendo, de cabeza.

La escena contrasta tanto en cuanto a la personalidad de di Angelo, que por un momento todos se quedan observándolo, con los ojos muy abiertos y las mandíbulas caídas. Por lo que Nico empieza, lentamente, a dejar caer al chico, hasta que este toca con sus manitas el suelo y puede sentarse sobre el concreto por propia cuenta, sin dejar de reír.

—¡Aún hay que salvar a la princesa!— grita Tyson, levantando las manos hasta sus mejillas y dándose cuenta de que fue vilmente distraído de su misión— El monstruo oscuro de las marionetas, era una trampa.

—¡El monstruo oscuro de las marionetas! ¿Qué clase de nombre es ese?— Nico le devuelve, con el ceño fruncido, en su mejor expresión de odio, justo aquella que le dirige a Dimitri. Percy se apresura a levantar a Tyson por sus brazos y ponerlo de pie, dispuesto a entregar su vida para salvarlo de cualquier posible ataque por parte del chico sombra— ¡Soy el Rey de los Fantasmas! Más respeto.

—El Rey de los Fantasmas— susurra Tyson, aún metido en su propio juego— ¡No me detendrás!

—Wow, wow, alto— Percy esta vez, lo sujeta de la cinturilla de su pantalón cuando de nuevo intenta correr hacia Annabeth— Te dije que Annabeth no necesita ayuda. No desaparezcas así, me asusté.

Lentamente, Hazel había ido acercándose a ellos, con una sonrisa sobre sus labios y paso silencioso, siguiendo a su hermano, pero sin acercarse demasiado; como si, con el simple hecho de respirar cerca de él, pudiera evitar que hiciera lo que sea que estuviera haciendo. Ahora, había alcanzado por fin, la ronda de chicos, y estaba de pie, junto a Frank.

—¡PERO ES LA PRINCESA!— Tyson señala hacia ella, pero Percy no lo deja alejarse. — Es rubia y bonita, y cuando sonríe, su rostro tiene forma de un corazón. ¡Hay que salvarla de la serpiente marina!

—No le digas así— murmura Percy, sabiendo que fue él quien metió la pata primero y si Atenea le escuchaba, ardería Troya— Shh... Ty, no hay que jugar ahora, ¿ok?

—¡Yo voy a salvarla!— Tyson no se dio por vencido y empezó a empujar hacia el frente, a pesar de que sus pies no se adelantaban ni dos centímetros.

—Escucha— Nico se arrodilla entonces frente al niño, y pone un dedo sobre sus labios— ¿Puedes oírlo? — Tyson niega con la cabeza, pero se queda completamente quieto y en silencio.

—¿Es un fantasma? —pregunta en un susurro, llevando sus manos hasta cubrir su boquita— ¡Es el fantasma de la marioneta sin cabeza!

—Sí— Nico asiente con la cabeza, solemnemente— Dice que no es tu destino rescatar a la princesa de la sabiduría. Ella ha de encontrar su propio rumbo de vuelta hasta los brazos del Rey del mar.

Tyson parpadea varias veces; primero dirige la mirada hacia Annabeth, luego hacia Percy, al final la devuelve hasta Nico, quien aún lo mira completamente serio. El resto de las personas que los observan, con excepción de Hazel, están atónitos.

—¿Por qué confiaría en ti?— Tyson al final entrecierra los ojos y echa su cabeza hacia atrás, alejándose de Nico. Entonces Nico se incorpora de vuelta sobre sus propios pies.

—No lo sé— dice— es tu decisión. "Has de elevarte o caer, de la mano del Rey de los Fantasmas"— su tono se mantiene serio en cada segundo, y extiende su mano, ofreciéndosela a Tyson; dándole la opción de elegir qué hacer. El niño pone una mano contra su barbilla, pensando, y entonces sujeta la de Nico.

—Está bien— dice y ya no intentó correr hacia Annabeth, sino que sonríe y mira a Percy.

—Creo que estoy alucinando— explota Leo, frotándose los ojos.

—Yo creo que voy a tener un derrame nasal— murmura Will, y como por inercia, lleva su mano derecha hasta su rostro y presiona sus fosas nasales para detener el sangrado invisible.

—¡No es justo! — se queja Percy, y luego mira a Jason— ¿Por qué él es mejor hermano mayor que yo, bro?

—Ahh...— a Jason no se le ocurre algo rápido qué decir.

—No es mejor hermano mayor que tú— Hazel interrumpe, riendo— Es más fácil ser hermano mayor de otros hermanitos que de los tuyos propios. Créeme.

—¿Estás diciendo que soy un mal hermano mayor?— inquiere Nico ofendido— ¡Malagradecida, hermana menor!

—Y él tiene más práctica, además— Jason al fin habla— Ha sido hermano mayor durante toda la vida de Hazel, tú simplemente por algún tiempo.

—Además tú nunca tuviste un hermano mayor como para tener algo en que basarte. No te sientas mal— Hazel pone su mano en el hombro de Percy ( y casi debe ponerse de puntillas al hacerlo).

—Ya dejen de consolarlo con argumentos mediocres— Nico rueda los ojos— Soy mejor hermano mayor que él. Punto. ¡Que aprenda a perder!

—Eres cruel, Nico— se ríe Will, pero no se le ha escapado ni una sola palabra de la conversación— ¿A qué te refieres con "algo en que basarse", Haz?

Entonces ambos hermanos se enteran de la relevancia de esas palabras, y se tensan por completo, compartiendo una mirada entre los dos.

—Ah... yo... Quiero decir que, o sea, desde mi posición sería sencillo ser hermana mayor, si tuviera un hermano menor— empieza a balbucear— Porque ya he visto como Nico lo hace y... Sí, eso. No me refería a nada en específico. Solo era una suposición.

—Ja. Bueno, ambos son definitivamente mejores hermanos mayores que la mía— Frank ha notado la indecisión en las palabras de Hazel, así que decide echarle una mano— Clarisse una vez me hizo escalar un árbol y lanzarle rocas a un jabalí para que se distrajera conmigo mientras ella lo cazaba. ¡Me usó de carnada! Pude morir.

—¿Para qué están los hermanos menores si no para usarlos de carnada?— Nico frunce el ceño de nuevo, como si fuera lo más obvio del mundo.

—Ja... Ja... Ja— Hazel se cruza de brazos— Me voy, a otro lugar donde me valoren más. — y se va, sonriendo forzadamente, hasta llegar a donde Cali estaba, quien justo acababa de despedirse de su padre.

—Oigan... Acaba de ocurrírseme algo— interviene Leo, cambiando el tema de súbito— Franki du... Si vas a compartir esa botella gloriosa, ¿verdad? —el chino canadiense asiente con la cabeza— Pues no vamos a caber todos en una habitación esta vez. La última vez, apenas y lo conseguimos, y nos estábamos muriendo de calor. Ahora somos más.

—¿Qué?— susurra Percy, imitando a Leo— ¿A qué te refieres con que somos más?

—Pues... hay que invitar a Rodríguez y Andrew— contesta el latino con obviedad— Son dos personas más, y nos cocinaremos todos encerrados en una habitación.

—No me quejo de la Rata favorita de mi hermana— dice Frank— Se lo debemos, además, por la pérdida de su laptop. ¿Pero, por qué Rodríguez está invitado? Para empezar es parte del club de fans de Dimitri. El único motivo por el que cumplió castigo con nosotros, es porque se coló en la Van para seguirle la huella a mi hermana.

—Oye, no vamos a juzgar al hombre, ¿okay?— refuta Leo— No todos podemos tener buen gusto. Si a él le gusta Clarisse, pues le gusta. No es asunto nuestro. — Frank hace una mueca— Chris es hermano de chancla ahora, hombre. No podemos simplemente dejarlo afuera.

—Es nuestro enemigo— insiste el asiático. —¡Es el perro faldero del tipo que intentó violar a Hazel, tarado!

—No tengo ni puta idea de qué estamos hablando— interviene Nico de pronto, entrecerrando los ojos para concentrarse— Pero concuerdo con Frank. Los enemigos deben quedarse siendo enemigos. Sobre todo aquellos que comparten esa particular cercanía con el imbécil ruso.

—Seeh, eso estuvo mal... Lo que Dimitri hizo con Hazel, me refiero, no lo niego; pero fue el ruso, no fue Chris. Además, solo será una noche de juerga— Leo rueda los ojos— No le estás entregando la virginidad de tu hermana, Frank, relájate.

—No creo que pase nada malo— apoya Jason encogiéndose de hombros, Percy lo secunda— Por otro lado, estaremos superándolo en cantidad, no hay mucho que él solo pueda hacer en contra de todos nosotros— Esto parece ser suficiente para convencer a Frank y al final cede.

—Está bien— dice— Pero yo no voy a invitarlo. Fue tu idea, elfo, así que ve tú a decirle, y si se arruina la noche por su culpa... entonces.... entonces... Será tú culpa, también.

—Asumo el riesgo— Leo pone una mano en saludo militar sobre su frente, para burlarse de Frank— Sí mi general, Zhang. Yo me encargo.

Justo después, el latino se separa del grupo (no sin antes hacerle cosquillas rápidas a Tyson, provocándole carcajadas), corre hasta donde Chris ya se ha cansado de intentar limpiar su camiseta, que ahora parece estar completamente llena de polvo de las zapatillas de su madre, y pequeños trocillos de madera, probablemente pertenecientes a la temible rama; y está ahora caminando en dirección hacia su Golova.

Leo lo intercepta a medio camino, y mientras ellos hablan, (Chris sin ocultar la confusión en su rostro y Leo haciendo un montón de gestos nerviosos), los últimos padres empiezan a marcharse. El padre de Jason se despide de su hijo sin mucho sentimentalismo, el señor Di Angelo le toca el hombro como cariño a Hazel y desde lejos, saluda hacia Nico, quien asiente simplemente.

—¿Contamos contigo entonces?— pregunta Leo, a Chris, en el segundo exacto en que su padre, Hefesto pasa a su lado y le dice adiós con la mano, que son correspondidos por él, y luego desaparece, metiéndose en un bunker blanco que bien podría pertenecer a cualquier personaje tétrico de Mentes Criminales, pero que es la máquina en la que el hombre ha estado trabajando durante las últimas semanas, su pequeño capricho del mes, por llamarle de algún modo. — No le puedes decir que no a tu hermano de chancla.

—¿Hermano de... qué?— Chris insiste por un momento más en negarse, pero no ha nacido el ser humano que pueda resistirse a seguirle la corriente a Valdez (excepto Calipso, pero esa es otra historia, y el chico aún no se daba por vencido)— ¿Por qué demonios, siquiera, estás hablándome? — de acuerdo, si tardó un poco más de tiempo del que Leo había planeado, para convencerlo.

Mientras tanto, el momento más rompecorazones del año, había finalmente llegado y Percy tenía que despedirse de su hermanito, que, a pesar de que él aún no había comprendido los motivos de su presencia en la reunión, había sido traído aquí para recordarle a Jackson uno de los motivos por los cuales valía la pena reformarse para poder salir de ese lugar.

Tan pronto como Poseidón se había acercado, y puesto una mano sobre el hombro de Percy, haciéndole saber que había llegado el momento de irse, Tyson había entendido la orden tácita, y comenzó a llorar tan fuerte como si su vida dependiera de ello. No quería irse, no quería separarse de su hermano, y definitivamente no quería despedirse.

—Ya, ya, Ty— a pesar de que estaba intentando ser fuerte, la voz de Percy temblaba— No llores. Todo está bien.

—No quiero— gemía el pobre niño, y parecía ser incapaz de pronunciar ninguna otra frase coherente, al tiempo que los mocos chorreaban desde su naricilla, y las lágrimas se deslizaban, en enormes gotas por sus mejillas.

—Papá te traerá de nuevo otro día, ¿sí?— insistía Percy, abrazandolo fuertemente— Va a ser muy pronto, ya verás.

—NOOOOOOO— lloraba Tyson, probablemente ya dando la batalla por perdida— No quiero.

—Pero... Ty... Dejaste a mi mamá sola— Percy intentó cambiar la estrategia— Ella también es una damisela, y a ella si necesitas protegerla. ¿No crees?

Tyson deja de llorar, pero sigue moqueando.

—Eres un niño fuerte y valiente, ¿verdad?— Percy continúa hablando con él, sin darse cuenta que detrás de él, Atenea acaba de pasar para abandonar el establecimiento, y que ahora Annabeth se ha sumado a sus compañeros que observan acongojados la despedida. Sin embargo, ella lo observa con más ternura que cualquiera de ellos, a pesar de que su corazón ahora se encuentra tan nublado como sus ojos— Vas a estar bien sin mí, ¿no? Debes cuidar a mi madre, ya que yo no puedo hacerlo. ¿Está bien?

—Está bien— Tyson al final se resigna, le da un último apretón, para luego refugiarse en los brazos de Poseidón.

—¿Vas a decir adiós a tus nuevos amigos, Tyson?— pregunta su padre, y el niño solo se voltea un momento para mover su manita en dirección hacia los chicos, y luego vuelve a enterrar el rostro en el cuello del hombre. Después de una despedida discreta entre Poseidón y Percy, desaparecen en el auto, y se marchan, dando así, oficialmente terminada la reunión extraordinaria de padres.

Cuando Percy se incorpora nuevamente sobre sus pies, las chicas (Hazel, Annabeth, Piper y Calipso) ya se han adelantado (por órdenes de Quirón), dirigiéndose hacia el edificio de las habitaciones femeninas. Cada una por razones distintas, pero ninguna se sentía particularmente bien. En cuanto a Clarisse y Drew Tanaka, hace bastantes minutos que nadie las veía.

—Todo está bien, hermano— Jason coloca un brazo sobre los hombros de Percy— Tyson va a estar bien, y más tarde solo va a acordarse de las partes divertidas de hoy, no de las partes tristes.

—Lloró dos veces en un solo día— dice Percy haciendo un puchero— Soy mal hermano, ¿verdad?

—No eres mal hermano, bro— Jason intenta consolarlo— No te tortures. Es normal que los niños lloren.

—¿Y tú por qué desapareces cuando se pone a llorar?— Percy se voltea molesto, ahora hacia Nico, que está conveniente y curiosamente muy cerca de Will Solace. — Así ya no eres tan buen hermano mayor, ¿eh?

— Yo no trato con lágrimas— se defiende el italiano, de inmediato— Soy alérgico.

—Listo. —anunció Leo apenas estuvo cerca, con aire triunfal, y apareciendo de la nada — Chris se hizo el duro al principio y se negó, pero después mencioné lo de la bebida y que Frank podría darle un par de consejos con Clarisse y aceptó de inmediato.

>>Además lo convencí de secuestrar a Andrew y llevarlo, porque por más que lo busqué, hasta debajo de las piedras, y en las alcantarillas, no lo encontré. En el mejor de los casos, habrá huido a tiempo antes de que La Bestia recordara su existencia, en el peor... habrá sido víctima y ahora mismo se encontrará bebiendo del asqueroso y pestilente elixir del váter.

—¿Dónde nos encontraremos? —Will pregunta, a lo que Leo contesta de inmediato:

—Ah, estaba pensando hacer la reunión en el gimnasio...

—Espera, ¿saldremos de nuestros dormitorios? ¡Eso es demasiado peligroso! —Lo interrumpió Will, con gesto preocupado—. ¿No oíste al Señor D? Dijo que aumentó la seguridad e incluso colocó más cámaras.

—¿Y tú le crees a ese viejo tacaño? —Leo soltó una risita entre dientes— Tranquilizate, en todo caso, estaremos Andrew y yo, por cualquier emergencia técnica que se presente. Será divertido. Creo que me he vuelto algo adicto a las mini fugas.

—No creo que... —Inició a decir Will, pero de pronto, pestañeó con rapidez, el rubio parecía escuchar algo por encima de su hombro (un gesto muy común en él) y luego de la nada, lucía más que emocionado— ¡Ah! ¡Me parece excelente sí! El vodka es bueno, bueno para reforzar amistades y soltar la lengua, y ganar valentía. ¡Sí, sí!

Frank no tenía una puta idea de lo que a Will se le había ocurrido. Pero había sido algo bastante bueno.

—Por cierto, Leo... Creo que estás poniéndote muy al mando de todo esto— se le ocurrió entonces al chino canadiense— Recuerda que el vodka es mío, no tuyo.

—Sí, sí, Frank— Leo mueve la mano quitándole importancia— Pero yo llevaré la música y una noche de juerga no es una noche de juerga sin música.

—Con respecto a eso, también, apoyo al compañero— dice Will entusiasmado, y Leo de inmediato pone un brazo sobre su hombro (y Nico lo mira mal automáticamente).— ¿De dónde piensas sacar la música?

—En realidad estaba pensando usarte de radio humano, hombre— bromea Leo ocasionando una mueca en el rostro del rubio— No comas ansias, solecito, confía en mí. Yo me encargo.

Noche del lunes: 10:28:56. (Mañana hay clases, pero a quién le importa).

Era noche de reunión de machos y el cuerpo de Leo lo sabía, ahora, vamos a ahorrarte toda la parte aburrida de la mini fuga hasta el gimnasio, (esquivando cámaras, usando tácticas de distracción, y coqueteo marca Solace) e iremos directamente a la parte en donde los chicos llegaron al gimnasio para reforzar la amistad masculina como sólo los hombres de verdad sabían hacerlo:

Consumiendo mucho alcohol y embriagándose hasta perder la conciencia.

Con mucho cuidado, (mirando en cada esquina para asegurar el perímetro). Leo cerró la puerta del salón de volley, con sumo cuidado para que este no hiciera un chirrido. Lo logró apenas, y cuando hubo puesto una silla contra la manija de la puerta en una patética medida de seguridad... Retrocedió, y se juntó con los demás que ya se habían puesto cómodos en un rincón del lugar.

Jason, Percy y Frank habían optado por sentarse en suelo, Chris se encontraba sentado sobre el tercer escalón de las gradas; con las piernas estiradas lánguidamente al frente, los musculosos brazos cruzados y una mirada de "soy el hombre" en toda su cara. Andrew estaba en el segundo escalón, a dos metros de distancia de Rodríguez, ajustándose a cada rato los lentes con nerviosismo, las puntas de sus pies tocándose y con aspecto de querer esconderse como siempre.

Finalmente, Will y Nico estaban sentados juntos en el primer escalón, el primero susurrando cosas a Nico, y el segundo escuchándolo atentamente como si le estuviera revelando la existencia de aliens o algo así.

Leo caminó y se paró enfrente, cada uno de ellos lo miró expectante, entonces, el latino carraspeó, adoptando un aire solemne a su alrededor y sin decir nada, extendió la palma de su mano abierta hacia Frank. El chico entendió de inmediato, y le pasó la Biblia a Leo, quien abrió la tapa y fingió leer.

—Gracias, — enunció con voz grave, y con cara aristocrática,— Ahora, queridos hermanos. Estamos aquí reunidos para oír y conocer a Dios nuestro señor. — Percy se tapó la cara con vergüenza—. O al menos yo lo haré, me pondré tan ebrio que estoy seguro que veré a San Pedro recibiendome en el cielo...

—Sí, sobre eso. Mejor nos controlamos un poco, ¿quieren? —Advirtió Jason, el maduro del grupo. — Mañana tenemos clases, y no olvidemos que además, nos dieron una hora extra en cada clase de castigo.

—¡Aguafiestas! —Chris gritó, y Andrew dio un respingo asustado por el repentino arrebato— Por cierto, ¿dónde está la música? Dijiste que habría...

—Mira esto— lo cortó Leo, y cerró con fuerza la biblia para después, lanzarlo hacia Andrew, quien lo sujetó, luego de sufrir un mini infarto por terror de que se le cayera. El latino se dirigió hacia la bolsa que había traído, la cual contenía vasos de plástico, y un jugo de naranja para mezclar, que evidentemente había robado de la cocina. Hurgó en su interior, y segundos después, sacó lo que quería. —Me lo dio mi padre hoy, mucho antes de irse. El tuyo no es el único que contrabandea, ¿eh, Zhang?

El primero en reaccionar fue Will. Al chico se le iluminaron los ojos como estrellas de fuego, y soltó un: "Whoooh" muy alto y tembloroso. Leo sujetaba en sus manos, un pequeño parlante en forma de vaca con manchas negras, y en sus ubres, tenía los agujeros por donde saldría la música. Lo exhibió con orgullo al resto, y le dio una caricia a su cabeza de plástico.

—¿Y dónde pones el USB? —Percy preguntó, y Leo sacó el aparato mencionado.

En vista de todos, lo insertó, en el trasero de la vaca, ya que a alguien se le ocurrió que sería "simpático" colocar la entrará USB en su trasero, de inmediato, alguna música de los The Beatles, empezó a reproducirse en el aparato, y mediante el eco del lugar, funcionó perfectamente.

Sus amigos se rieron, y él soltó también una carcajada. Colocó la vaca cantante en el suelo, en medio de Percy y él, después de sentarse a su lado, y acto seguido, empezó a sacar los vasos de la bolsa. El ambiente era amigable, algo tenso, si contaban con las miradas hurañas que se enviaban Frank y Chris, pero en general, a Leo le gustó que todos estuvieran allí.

Abrió la botella, con algo de esfuerzo y ayuda de los músculos de Percy (ya la había aflojado el latino primero), y acto seguido, hizo los honores. Había solo cinco vasos, así que tendrían compartir. Puso primero el jugo de naranja a la mitad, (de manera que la resaca no sería tan fuerte, o eso esperaba) y luego colocó el vodka. Mientras Percy y Jason, estudiaban la Biblia blasfema con curiosidad.

—Okay— dijo Leo, cruzándose las piernas— ¿Qué les parece si jugamos para ganarnos el trago?

—Nooooo. —Frank, frunció el ceño de inmediato, y todos lo miraron— Ya jugamos verdad y reto el otro día, mejor otra cosa.

—Jamás mencioné verdad y reto— le devolvió, esta vez con una sonrisa perversa en el rostro— No te preocupes, Franki, que este juego es mucho más interesante, y menos arriesgado que el anterior.

—En serio intento creerte, Leo— interviene Jason— Pero la maldita sonrisa de duende malévolo en tu rostro, no me está dejando hacerlo

—En este juego... Todos tomaremos— continúa Leo, sin prestarle demasiada atención a su amigo— Estoy seguro de ello. Es fácil. ¡JA!

—De acuerdo, ya solo dinos— esta vez es Percy quién habla— ¿Qué clase de actividad macabra está cocinando el horno de tu cerebro esta vez? No es que me queje de la última vez, de todos modos.

—Bien, bien— dijo haciendo una muy buena imitación de la voz aguda y aterradora de la psicóloga psicópata. — A eso voy, Perce. A eso voy. Pero creo que es mejor mostrarles, que decirles. BUAJAJAJA.

—Hazlo ya o mañana comeremos tacos de elfo en el almuerzo, idiota— interviene Nico esta vez, provocando que todos rían— Yo mismo me encargaré de ello.

—Ok, yo empiezo... — Leo, le lanzó una mirada ofendida al italiano y luego tomó una honda inhalación para agarrar coraje; acto seguido, cogió un vaso entre sus dedos, murmurando—. A ver, a ver...

Leo barrió con la mirada a todos, sin dejar de sonreír con un brillo diabólico en los ojos, llevó el vaso cerca de sus labios y aspiró el olor del alcohol, sintiéndose casi mareado al instante, (aquello no auguraba nada bueno). Miró el suelo un segundo, pensativo, y después, alzó los ojos de súbito hacia ellos y atacó:

—YO NUNCA...

Paso # 35: Ingresa contrabando con éxito. ¡Qué no te descubran! La diversión está en tus manos, la fiesta potencial a tu alcance. No decepciones a tus amigos. El triunfo depende de tus habilidades al contrabandear.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top