Paso 34: Utiliza tu habilidad especial Parte 1
—Debe ser este, el capítulo más complicado que hemos hecho sis, y realmente no lo entiendo... — Amer empieza a hablar, a una Kinn muy concentrada en pintarse corazones en sus uñas. — ¿Será por *piii* y por la mamá de *piii*?
—Casi una semana escribiendo esto, da igual, podemos publicarlo mañana, sis. —contesta ella, soplando el esmalte con cuidado, mientras la secta FuckYeah se encontraba decidiendo si sacrificar pollos o shippeadoras de Solackson. —Es lo mejor y lo sabes.
—Pero es miércoles, —dice en un lamento, Amer
—¿Y eso que? No es como que fuera lunes— bufa en respuesta.
—¡Quiero publicarlo ya, para poder conseguir nuevos comentarios y así dejar de sentirme vulnerable y en consecuencia atacar a los demás!
—Oh no, sis, ¿tú eres la que destruye cuentas pequeñas, recuerdas?— Kinn la corrige en tono dulce mientras una sonrisa traviesa se dibuja en sus labios — Yo soy la que ataca cuando me siento "vulnerable".
Amer suelta un largo suspiro y se deja caer en un puff azul, con rostro deprimido. En tanto, Alex, miembro de la secta, saca un cuchillo para afilarlo, en frente de la shiper Solackson, la cual chilla y se hace pipí del miedo.
—Oye, de verdad, deberíamos dejar de conseguirnos enemigos, sis.
—Nah,— Kinn suelta una carcajada, —¿Dónde está lo emocionante en eso? —finaliza, y ambas ríen con diversión mientras la sangre empieza a salpicar las paredes detrás de ellas.
No lo niego, el sencillo factor de que se separara de mí de esa súbita manera, me hizo sentir tanto frío por un efímero momento, que los escalofríos recorrieron mi cuerpo sin compasión, clavándose en mis huesos como agujas, y dejándome completamente descolocada. Lo seguí con la mirada, al principio con rabia, pero luego... Luego toda la furia y reproche que existían dentro de mí, se apagaron, cuando contemplé aquel espectáculo que se desarrolló frente a nosotros.
Y, entonces, pude entender que la desesperación de su partida era equivalente a su deseo por un reencuentro adecuado. Admito que siempre me pareció curioso que Percy, siendo uno de los peores delincuentes encerrados en este instituto, fuera uno de los que mejor relación tienen con sus padres, o al menos, lo pensé con respecto a aquel que conocemos; de su madre, no sabía demasiado hasta el día de hoy, más que puras suposiciones mías, pero, he de llegar a la conclusión, basándome en lo de la perla, de que su relación con ella, puede ser incluso mejor, y más cercana que la que tiene con Poseidón.
Sin embargo, hasta el momento, yo no había perdido ni un solo segundo de mi tiempo, pensando en la existencia de esta tercera persona. Me levanté del piso, al mismo tiempo que Percy se aferraba a aquel pequeño cuerpo y este le recibía con la misma emoción. Por un par de segundos, se quedaron así, y yo no era capaz de quitar mi mirada de ellos. Luego, como si todo esto estuviera siendo demasiado emotivo, y necesitaran un respiro ambos perdieron el equilibrio y se dejaron caer de bruces hacia la derecha.
No se levantaron, se quedaron ahí, riendo y llorando al mismo tiempo, mientras que Poseidón no sabía si debía ayudarlos, o lanzarse a su lado para no ser el aburrido dentro de la relación. Pude darme cuenta, de que a lo lejos, empezaban a acercarse más autos, pero mi concentración estaba plenamente enfocada en ellos. Y en la risa de Percy.
—Es su hermano, Tyson— la voz de Jason apareció junto a mí, tan repentinamente que hubiese dado un salto, sino fuera porque reconocí que se trataba de él, de inmediato— No lo había visto desde que lo internaron aquí.
—Jamás habló de él— solté, mis brazos decidieron que era el momento adecuado para entrecruzarse, y tuve que obligarme a quitar la mirada de ellos, solo para evaluar cuántas personas estaban cerca— Al menos, no a mí.
—No... — aprobó él. Me di cuenta de que Piper estaba a su lado, tomándole la mano, y más allá, veía a Leo, Hazel y Calipso, acercándose lentamente— Pero, ninguno de nosotros suele hablar de las cosas que realmente nos duelen.
Hay un momento de silencio, en el cual, solo observo como todo nuestro pequeño grupo de fugitivos se acercan hacia mí, hacia nosotros, inconscientemente esperando que nos apoyemos los unos a los otros, porque estamos juntos en esto. ¿Cierto? Tenemos un gran enemigo al frente, sí, pero si vamos a enfrentarlo, hay que hacerlo juntos.
—Así que... — inicia Piper, permitiéndole a su sonrisa traviesa aparecer en su rostro— Todo bien entre tú y Percy, ¿eh?
El color cubre mi rostro por completo. ¿Hace cuánto tiempo exactamente han estado Piper y Jason aquí, cerca de nosotros, observándonos? ¡Oh Dios! ¡Qué vergüenza! Cuando abro de nuevo la boca, sin embargo, lo que digo está lo suficientemente alejado de mis pensamientos, que creo que consigo disimular bastante bien mi bochorno.
—No es momento para hablar de eso, debemos planear una estrategia— dejé salir, tan pronto como empecé a verme rodeada del resto de los chicos— Un plan de ataque contra nuestros verdaderos enemigos.
— ¿Estás hablando de nuestros padres? — Preguntó Hazel, con gesto inocente— Pensé que solo teníamos que ir a una charla con ellos...
—Claro que me refiero a ellos. ¡Padres e hijos! ¡Enemigos naturales desde la creación!— exclamé, y evalué la improvisada mesa redonda que estaba ahora frente a mí.
Estaban casi todos, incluso Andrew (que al parecer había sido arrastrado por Leo para unirse con el resto). Solo faltaban dos personas: Drew Tanaka, y Chris Rodríguez, que estaban un poco más allá, la primera, sentada en una de las graditas más altas, con un espejo en mano mirándose el rostro y empolvando su nariz; el segundo, recostado contra uno de los pilares del edificio, con los brazos cruzados, y la mirada fija en la distancia. Ambos estaban lo suficientemente cerca como para escucharme, así que no me preocupé demasiado, aunque... su fidelidad hacia el resto de nosotros era tan frágil como el cascarón de un huevo de gallina.
Y por supuesto, faltaba Percy, pero ya podríamos explicarle en susurros después. Yo, o quizá Jason.
—Pero tú ya tienes el plan, ¿No, nerd?— bufó Calipso, intentando utilizar su habitual tono desdeñoso y ofensivo, pero fracasando rotundamente al verse dominada por el humor trágico y depresivo que la consumía siempre que había reunión de padres (ni hablar si esta se adelantaba a causa de un castigo, como en esta ocasión).
—Tengo un plan, aunque muchas cosas podrían salir mal, pero... sí... es un plan— decidí ni siquiera molestarme por el apelativo despectivo dentro de su intervención, por el contrario, su humor actual casi consiguió causarme lástima— En realidad es bastante sencillo. Lo único que tenemos que hacer, es cerrar la boca.
Por un momento todos me miran atónitos. Calipso levanta una ceja con escepticismo, Clarisse hace una mueca de asco, Frank abre la boca dudoso, pero al final decide quedarse en silencio; Andrew comienza a temblar, encogiéndose debajo del brazo de Leo, y este intenta mantener la calma, pero presiona el brazo alrededor del cuello del pobre chico, para mantenerlo quieto en su lugar; Jason frunce el ceño y Piper, se muerde el labio inferior, pensando.
—¡Genial!, soy bueno en eso— soltó Will.
— ¿En serio? Porque hasta el momento no te ha salido muy bien— devolvió Nico, con sarcasmo.
—Sabes que puedo callarme las cosas importantes— dijo Will, moviendo una mano para quitarle importancia a las palabras de Nico, y completamente cero ofendido al respecto. Como si supiera que bien podía interpretar ambas versiones: un rubio cabeza hueca cotilleador, o un traficador de drogas silencioso, con un cliente cuyo nombre jamás saldría de sus labios. Nico simplemente bufó, más en aprobación que por desdén.
—Es el peor plan en la existencia de los planes— bufó Calipso— Es como... simplemente, sentarnos a esperar por la muerte.
—Esta vez... tengo que coincidir un poco con Belladona, Annabeth— inicia Piper— ¿Quedarnos... todos... callados? ¿Y luego qué? No podemos solo...
—Oh, no, no. No todos— la interrumpí de inmediato, y no pude evitar que una sonrisa se asomara en mi rostro— Solo la mayoría. — me acerqué a ella, sin importarme su cercanía con Jason, rodeé su espalda con mi brazo y entonces ella me miró con un serio rasgo de preocupación— Tú, mi estimada amiga, vas a hacer uso de esa bella y útil habilidad que los dioses te han concedido, mientras el resto de nosotros nos quedamos en silencio.
Y en silencio se quedaron todos, sin comprender ni una sola palabra de lo que dije. Rodé los ojos irremediablemente, y tomé una enorme bocanada de aire para intentar dotarme de la paciencia necesaria para continuar con esta conversación. ¡Vamos! Que no estaba hablando en griego antiguo, esto es lo más sencillo del mundo. ¡¿Cómo demonios no me entienden?!
—Ahg... Bien. Recuerdanos, Piper, ¿qué dice tu ficha?— ya se me había acabado el amor por el momento, así que me separé de ella, con el ceño fruncido y mirándola directamente a los ojos.
— Ok... sí...— empezó a balbucear ella, como si de pronto fuera solo una asustada estudiante, a punto de tomar el examen más importante de su vida, y sin preparación alguna— "Nombre, Piper McLean; Edad, diecisiete años; Alias, Beauty Queen..."
—Ajá, ajá... — empecé a perder verdaderamente la paciencia— ¿Qué más?
—¿"Cómplice, Annabeth Chase"? — intentó, y mi mirada debió haber sido lo suficientemente escalofriante como para hacer que se asustara— ¡Ay, Dios, no lo sé!
—¡Tu delito, maldita sea!
— ¡Ah!— sus ojos se iluminaron esta vez, al comprender que sí sabía la respuesta a la última pregunta del examen, así que, lo siguiente lo dijo con tanto orgullo y seguridad, que sus cejas se levantaron ligeramente y su mentón apuntó hacia el cielo— "Hurto y chantaje"
—¡Exacto! — otorgué— Y también dice: "Es una maestra en el chantaje, miente con tanta convicción, que te haría creer que el cielo es rojo y el césped azul". — los ceños de la mayor parte de ellos, siguen fruncidos, excepto por el de tres personas: Jason, Nico y Piper, que al parecer si comprenden a lo que me refiero. ¡Perfecto!.
—Entonces... — inicia Nico— Vamos a dejar que McLean nos saque de esto, ¿eh? Bueno, no me quejo. Si es que realmente es tan buena.
—Y lo soy, monsieur, lo soy— intervino ella, y ahora sus ojos multicolores brillaban con emoción, al saberse verdaderamente útil— Estoy un poco fuera de práctica, pero... ¿Cómo dicen? Lo que bien se aprende no se olvida. Estoy lista.
— Bien— interrumpí de nuevo— Entonces actuaremos de la siguiente manera: Todos mantengan sus labios pegados, con excepción de Piper, Nico y yo. — el italiano me mira con gesto interrogante, así que mis siguientes palabras las digo mirándolo a él—, pero tú y yo, solo hablaremos cuando sea imprescindible, y para darle a Piper tiempo de pensar e improvisar. — abro nuevamente mis instrucciones para dirigirlas hacia todos— El resto de ustedes, no se ofendan, pero la mitad, especialmente Will, son pésimos mentirosos; y la otra mitad, especialmente Leo, podrían meter la pata de forma garrafal. ¿Entendido?
Todos empezaron a asentir con la cabeza, algunos, como Clarisse, de mal humor, aunque el humor de la bestia parecía estar así, más por el hecho de haber tenido que madrugar, que por mis palabras; otros, como Frank, simplemente aceptaron su destino con una mínima sonrisa sobre sus labios, como diciendo: "Sí, Annabeth tiene razón, soy pésimo en mentir, y meto la pata muy a menudo, sí". Y esa, damas y caballeros, era una de las razones por las que Frank Zhang me caía particularmente bien.
Los familiares automóviles empezaron a llegar, por fin. Desde los más despampanantes hasta los más reservados, ingresaron a través del amplio portón de hierro y se dirigieron al estacionamiento, el cual tenía un techo para resguardarlos de los arrolladores rayos del sol. Mientras nosotros, los condenados, esperábamos en las puertas del instituto, y con todos los demás estudiantes, espiando desde las ventanas de su respectivas habitaciones, juzgando y burlándose en silencio.
Cabe recalcar que la reunión de hoy era un caso excepcional, (impuesto de castigo por nuestra fuga) usualmente, las reuniones eran exclusivamente una vez al mes, y con todos los padres del alumnado estudiantil. Ahora, seríamos el centro de atención de todos, y no había escape para ello.
—¡Hijo! —el padre de Percy le tocó el hombro con un par de palmaditas, —Levántate del suelo, ¿quieres? Que luego tendré que vermelas con tu madre si encuentra a Tyson todo sucio al regresar.
—Ok, ok, lo siento— murmuró Percy, soltando a su hermano sólo unos segundos para limpiarse la humedad de sus ojos y sorber su nariz. Hecho esto, volvió a coger a Tyson, esta vez, para alzarlo entre sus brazos. —Ty, te voy a presentar a alguien —le escuché decir, para luego, dirigir sus ojos hacia mí.
Percy caminó en mi dirección, con su padre siguiéndole muy de cerca y sin dejar de estudiarlo con ojos críticos. Aquello sólo confirmaba que él ya estaba más que enterado de las acciones de su hijo en las Vegas. Probablemente lo regañaría apenas estuvieran solos, él era un buen padre, comprensivo y sobre todo se preocupaba lo suficiente por su hijo. Llegaron frente a mí y traté de lucir lo más decente posible, involuntariamente, mi mano subió hasta mi rostro para meter un mechón de cabello que había escapado de la coleta, detrás de mi oreja.
—Tyson, —inició el azabache, con una sonrisa tímida — ella es Annabeth Chase, y es la chica más lista de este lugar. Y es... ella es, uhm...
—Soy su novia — acabé por él, y Percy me dirigió una sonrisa agradecida y satisfecha. Estiré mi mano, para tomar la pequeña manita sucia del niño y estrecharla — Mucho gusto, Tyson.
—Ohhh — el niño me miró con ojos deslumbrados, formando con sus labios una pequeña "o". — Se parece a una princesa.
Solté una carcajada de sorpresa ante aquello. Estaba entre incómoda y halagada.
—Oye, no estarás tratando de ligarte y robarme a mi chica, ¿verdad? —Percy lo acusó, riendo mientras lo abrazaba con más fuerza. —Ahg, porque perdería, eres más guapo que yo, ¡un hermoso niño de su orgulloso hermano mayor! —clamó, y el pequeño se rio cuando Percy le hizo cosquillas.
—¿Ya tu novia? Pero si tú no pierdes el tiempo, ¿eh? — su padre se burló de él, adelantándose dos pasos para acercarse y poder saludarme con una mano estirada, la cual estreche con un apretón veloz. Se dirigió a mí: — No voy a negarlo, estoy muy sorprendido por su relación. Conozco a tu madre, y he oído sobre los rumores acerca de ti; chica exigente, dedicada y lista.
—Son solo exageraciones de la gente — dije con modestia, fingiendo no darme cuenta a la vez, del codazo que recibo de Piper en mi espalda.
—Yo me entero de todo, — su padre soltó en tono cómplice, retrocedió, y le dió una sacudida al hombro de su hijo. —Bueno, pues, felicidades a ambos. Solo te pido que le tengas paciencia a este cabeza hueca, Annabeth. Es un buen chico. A veces quiere descarriarse un poco del camino, pero, con un tirón de su oreja puedes traerlo otra vez a la ruta correcta. Confío en ti.
—Haré todo lo que esté a mi alcance para que así sea —murmuré con más seriedad esta vez, porque debajo de ese tono relajado que había utilizado, pude advertir el peso de la responsabilidad que me echaba su padre sobre los hombros. Me confiaba a su hijo, a mí, y aquello no hizo más que subir mi ego hasta el piso seiscientos del Empire State.
Percy formó una mueca disgustada después de eso. Parecía querer quejarse con su padre, pero algo, probablemente el sentido común, le dijo que no era el momento adecuado.
Observé el siguiente automóvil que se estacionó junto al de Poseidón. Era un ferrari del año, color rojo oscuro, y con neumáticos más caros que los que tenía la (en paz descanse) Van del señor D. Piper y yo, ya sabíamos exactamente de quién se trataba. La puerta del conductor se abrió, una sandalia con tacón de trece centímetros bajó primero, y luego una mano adornada de anillos y brazaletes de oro, se asió de la puerta para poder salir de su interior.
A la señora Afrodita, le encantaban los cambios de look. En la reunión anterior su cabello había sido de un despampanante rubio platinado, ahora, lo traía del color de la sangre, un tono tan rojo como el calor del fuego y los labios pintados del mismo tono pasional. Sus grandes ojos, cual piedras preciosas, buscaron brevemente y se detuvieron al encontrar a su hija a mi lado, y se ampliaron cuando al bajar la mirada, notó que la mano de su hija estaba sostenida por la mano de Jason Grace.
Ella lucía al borde de soltar un chillido emocionado. Con cartera en manos, cerró su puerta y vino lo más rápido que pudo, (dentro de su sofisticado y ajustado vestido color bronce), bastó un vistazo y oír el bajo suspiro de alivio por parte de Piper, para saber que Layla, su odiosa hermana mayor, no había venido esta vez. ¡Aleluya!
—¡Una madre nunca se equivoca! ¡Yo sé de estas cosas!— exclamó la mujer, a pocos metros de su hija, hablando con una mano dramática sobre su pecho —¡Yo sabía que iban a estar juntos tarde o temprano! ¡Pero que felicidad! ¡PERO QUE BELLOS!
Afrodita no saludó a su hija, ¡Qué va! Apenas tuvo al alcance a su nuevo yerno, se abalanzó sobre el pobre rubio, a quien abrazó y casi asfixió entre sus gigantescos pechos. (Por alguna inexplicable razón, sentí un deja vu). Me dió un picor en el pecho izquierdo y lo ignoré.
—¡Ay, qué feliz soy! ¡Es perfecto como un muñequito de pastel! —siguió chillando su madre, con Jason tratando de coger aire entre sus brazos y una novia, regañando a su madre para que lo suelte de una vez.
Los siguientes en bajarse de sus autos fueron el Concejal Belladona, y el padre de Will Solace. El primero ni siquiera buscó a su hija, solamente sacó su celular y atendió una llamada, lo cual Calipso parecía agradecer. El segundo caminó con ritmo en los pies hasta llegar a Will, mientras lo apuntaba con un dedo y se reía con camaradería, como a sabiendas de las cochinadas que había cometido.
Sin embargo, cuando estuvo cara a cara con él, le susurró:
—Antes que nada, que conste que yo no tuve NADA que ver con la fuga, ni sabía NADA de ello. — aclarado eso, agarró a su hijo y lo cubrió bajo sus grandes bíceps, —¡¿Ay, quién es el orgullo de papi, eh?! ¿Quién es? ¡Mi niño malo!
Y entonces lo soltó bruscamente y empezó a darle falsos coscorrones en su cabeza, mientras Will intentaba protegerse con sus manos; su padre fingió regañarlo severamente diciendo sin cesar: "Eres una deshonra familiar". "¡No eres mi hijo!", porque justo en ese momento, el padre de Nico había pasado cerca de ellos (con semblante neutro) para llegar junto al susodicho.
Pero no iba a prestarles más atención. Lo que se dijeran los padres con sus respectivos hijos, ya no era de mi incumbencia, al menos de momento.
Entonces, lo más destacado del día ocurrió. No necesitaba ser una conocedora de autos para saber que el que llegó, (de color plata, de esos en el que podías ver tu reflejo) era el de un pez gordo, porque Leo Valdez, con sus chillidos de gallito en pleno cambio de voz, se había cerciorado de que lo supieran todos.
—¡Por Jesús, María y José! ¡¡Es un Rolls Royce!! — chilló Leo con voz aguda, llevándose un puño a la boca como para evitar gritar como niña — ¡No pensé que viviría para ver uno tan cerca! ¡Hijo de puta, que hijo de puta!
—¿Qué tiene? — Jason inquirió frunciendo el ceño confuso, al mismo tiempo que se limpiaba el rostro lleno de pintalabios rojo que la madre de Piper le había dejado en sus mejillas al besarlo. — Solo es otro coche caro y bonito, exageras.
—¿Que qué tiene? —profirió atónito el latino, girando bruscamente su cabeza cual poseída hacia su amigo, —¿Qué exagero? ¡Claramente eres un completo ignorante en el tema! ¡Te golpearía ahora mismo de no ser porque probablemente la madre de Piper me demandaría. —miramos a Afrodita, ella asintió para confirmarlo— O sea, ¡Estás frente a una deidad hombre, y ni te das cuenta!
—Ahg, explíqueme entonces, señor Valdez. — le puso los ojos en blanco, Jason. No obstante, Leo no fue quien le contestó.
—Rolls Royce. Primera categoría, nivel para billonarios. —Respondió, el padre de Leo, quien había aparecido detrás de nosotros como de la nada, sus ojos castaños siguieron el automóvil con admiración hasta que se detuvo en un estacionamiento alejado al resto. — Esa máquina se fabrica exclusivamente por pedido, debe haber como diez nada más en el mundo. En resumen, ni siquiera Zeus podría comprarlo aunque vendiera los órganos de trescientos alumnos en el mercado negro.
—¿Qué no puedo comprar, qué? —escupió un indignado padre de Jason, como materializado en el aire, ¡Maldición! Todos dimos un mini salto del susto, ¿acaso caían de los cielos estos padres? —¡Yo puedo comprar lo que...! —miró el automóvil en cuestión y tartamudeó, —Oh, hablan de "ese" auto... Ahh... Pero, ¡Yo tengo un cereal con mi nombre!
Lo dejamos deprimirse solo, mientras Jason le acariciaba el hombro.
Obviamente, el padre—aún—desconocido traía su propia seguridad. Dos coches Toyota de color gris pálido, venían en su retaguardia. Estos se estacionaron junto al de su jefe, y apenas apagaron los vehículos, cuatro hombres con traje bajaron y uno se encargó de ir hasta el R.R para abrir la puerta del conductor; porque claro, cuando eres billonario, no millonario, BILLONARIO, puedes pedir que incluso te cepillen los dientes.
—¿Quién es? — Inquirió Piper en un susurro, ya que de pronto, el ambiente se había llenado de una extraña solemnidad.
Finalmente, lo vimos salir de su majestuosidad. Hombre robusto, con traje empresarial y unos zapatos negros de punta; tenía un Rolex de oro en la muñeca izquierda y con un pañuelo en su mano derecha se quitaba el sudor de su frente arrugada y con líneas que apuntaban que era un señor de fruncir el ceño. Entonces, captamos los rasgos de su cara y las dudas acabaron; con ojos rasgados, una nariz chata, y cejas pobladas era imposible no adivinarlo.
Desde la comisura de mis ojos, vi pasar a Drew cerca de mi costado. Su pelo azabache al igual que su falda, se agitó por el caluroso viento, pero a ella no pareció importarle. Padre e hija se reencontraron a mitad de camino. Ninguno sonrío al otro, y Drew hizo una leve reverencia que debía ser un saludo, no hubo contacto físico.
—Tiempo sin verte, otôsan— le saludó, pero lo que nos dejó boquiabiertos a todos, fue la carencia de cinismo en su tono por primera vez.
Su padre tosió en su pañuelo, y después, carraspeó duramente mientras se limitaba a echarle una crítica ojeada a la apariencia de su hija. Su boca se arrugó con disgusto y acto seguido, guardó el pañuelo dentro de su traje antes de acusar:
—Las muchachas decentes, no traen la falda tan arriba de las rodillas.
Piper y yo, compartimos una tensa mirada, el viejito este, pese a su aspecto frágil, claramente era estricto y esos pequeños ojos, eran más fríos que témpanos. Todos esperamos la típica contestación de Tanaka a continuación, tal vez una carcajada irónica y un balanceo de pelo a lo diva. No obstante, ella solo contestó:
—Disculpe, lo he olvidado. No se repetirá en su presencia. —Y ya está, nada más que eso. Ni siquiera se lo dijo mirándolo a los ojos, y como detalle adicional, la falda que traía la asiática hoy, no era la misma de siempre, sino que cubría hasta dos dedos por arriba de su rodilla (dos dedos diminutos, como dedos de Hazel, no dedos de... Frank).
—Guíame hacia la sala de reunión, —ordenó su padre, observándonos brevemente desde lejos y apartando la mirada como si solo fuésemos un montón de estiércol agrupada. —Hablaremos dentro, pero que sepas de antemano que estoy decepcionado. Una vez más.
Drew asintió, se dio la vuelta sobre sus mocasines negros y aburridos, (verla utilizar eso era casi blasfemo) y caminó hacia la entrada. Sin dirigirnos más miramientos, con sus manos juntas, a la altura del abdomen, y sus pies casi rozando el piso, pero levantándose lo suficiente como para no generar ruido por fricción. Por un rato nos quedamos callados, pero apenas desaparecieron, los murmullos empezaron.
—Olviden todo lo que he dicho, amo a mi padre — soltó Jason, mientras Zeus en una esquina, hacia cuenta de su fortuna y deudas en una calculadora bajo los siseos de "A ver, a ver, si le quito el spa y las cremas rejuvenecedoras a Hera, tal vez... ¡Sí! Oh, no." — Aunque presiento que mi madre pronto sentirá lo contrario.
—Quiero casarme con ese auto, —susurró Hefesto detrás de mí, poniendo carita de perro lastimado.
—Llegar en un helicóptero hubiera sido menos extravagante que llegar en ese au... — Poseidón con un evidente tinte de envidia en su voz, ni siquiera pudo acabar de hablar, porque justo en ese instante, el rugir de las hélices de un helicóptero se oyeron desde la distancia y poco a poco, sonaron más cerca. Protegiendo nuestros ojos del sol con una mano, miramos al cielo, y efectivamente, era un helicóptero viniendo para acá.
Oh, así que estaba en lo cierto, los padres si que estaban cayendo del cielo, literalmente.
—¿Es una broma? —chilló Poseidón, casi dando una patada con frustración. —¡Hubiese venido también en barco de no ser por este estúpido desierto! —Zeus dejó caer su calculadora, y amplió sus ojos con incredulidad. —Espera, ¡Claro! No necesariamente debe ser de algún padre, ¿no? Seguro es alguien que pasará de largo...
No pasó de largo. Cuanto más cerca estaba del instituto, el helicóptero empezó a perder velocidad, y cuando hubo estado justo encima de la cancha con pasto sintético (que tanto esfuerzo había costado limpiar) comenzó a descender con cuidado. Las hélices movieron un montón de arena, y tuve que cerrar los ojos para cuidarme.
Estaba tan concentrada en el aterrizaje del hermoso helicóptero, que no me di cuenta de la llegada de mi madre hasta que la tuve parada a centímetros a mi lado.
—Hola, Annabeth, — saludó.
—Hola, madre— devolví con la misma simpleza, sentí como su mano se posaba sobre mi hombro, quizá intentando llamar mi atención realmente.
Volviendo a lo importante, ¿quién había llegado? ¿Un científico de la nasa? ¿Narcotraficante Colombiano pariente de Pablo Escobar? ¡¿Un actor porno?!
— ¡¿Quién es?! —gritó Leo, sobre el rugir de las hélices que iban aminorando.
Un minuto después, el piloto apagó el motor y la puerta del helicóptero se abrió desde adentro. Mis amigos y yo, nos inclinamos hacia adelante para observar con expectación. Emocionados y sin aliento, empezamos a cavilar, ¿qué clase de señor poderoso e influyente había llegado? ¡¿Acaso el vicepresidente de la nación?!
Un hombre apareció de su interior, con la cabeza gacha intentó bajarse sin ayuda del helicóptero y en consecuencia, se tropezó con sus propios pies y cayó de bruces contra el suelo como una gallina sin alas. Cuando alzó la cabeza otra vez, este escupió arena y se le cayeron los lentes de montura.
—Es mi papá, —suspiró abatido Andrew, y todos soltamos un lamento decepcionados. Demonios, yo en verdad esperaba alguien importante.
Antes de que Andrew fuera corriendo a socorrer a su padre, alguien más se adelantó a él, y, por desgracia, no era precisamente un ángel de la guarda el que fue a ayudarlo. Mientras el señor Fort estaba poniéndose de rodillas para levantarse, una mano, de un musculoso brazo militar lo cogió de su antebrazo y lo enderezó sobre sus propios pies de un solo tirón, como si se tratase de un muñeco inflable.
—¡Ten más cuidado, nerd! —gruñó Ares, indiferente al comienzo, pero entonces, le vio la cara, y sus cejas se alzaron en reconocimiento y aquello no era nada más que MALO. —Espera un segundo, oh, oh, ¿eres tú? ¿Anthony "tontín" Fort?— Incluso desde la distancia, pudimos admirar el rostro del señor Fort poniéndose pálido. —¡Claro que sí! ¡Jamás olvidaría tu cara de nerd! ¡CUÁNTO TIEMPO, EH!
—Oh no. — susurró Andrew a mi lado, sin embargo, Clarisse La Rue contra dijo con un: "Oh sí" animado.
—P-pe-perdón, ¿nos co-conocemos? —tartamudeó el pobre hombre, arreglándose los anteojos y quitando su brazo del agarre La Rue.
—¡Claro que sí! ¡TOMA! —gritó, y sin previo, Ares empezó a hacerle calzón chino mientras el papá de Andrew gritaba agudamente con dolor. —¡¿Ahora ya se te refrescó la memoria, nerd?!
Andrew chilló horrorizado y se volteó automáticamente hacia Clarisse con determinación.
—¡Dile a tu padre que deje al mío en paz! —le reclamó, con coraje y valentía brillando en los ojos como nunca antes se le había visto.
—Cállate, nerd. —se limitó a gruñir Clarisse, nada impresionada y seguidamente, inició a hacerle también a Fort hijo, su propio calzón chino. Entonces, teníamos a un padre e hijo sufriendo y otro padre e hija riendo con júbilo.
—¡BUENOS DÍAS, RESPETADÍSIMOS PADRES DE FAMILIA! —vociferó la voz de Dionisio por un megáfono, provocando que todos movieran su atención hacia él, incluso Ares dejó de hacer bullying a su ex—nerd por un momento. —¡LES INVITO A PASAR ADENTRO CIVILIZADAMENTE PARA DAR INICIO A LA REUNIÓN! Y SEÑOR LA RUE, POR FAVOR, DEJE EN PAZ A LOS DEMÁS PADRES.
Ares soltó el calzón del padre Fort de mala gana. Acto seguido, Dionisio le envío el mismo mensaje a Clarisse en silencio, con una sola mirada de ojos furiosos y saltones, por lo que la chica también accedió de mal humor.
—¡Graaaaciiiaaassssss! — finalizó con voz nasal, luego, dejó el megáfono en las manos de Quirón y con una última mirada de advertencia, se marchó.
—¿En qué trabaja tu padre, Andrew? —le preguntó Leo, mientras esté se volvía a poner la bragueta en su lugar, con una mueca incómoda; no obstante, otra voz se le adelantó para contestar:
—Fort Enterprises, Inc. Es actualmente líder mundial de marketing. —admitió la mamá de Piper, no sin soltar un montón de muecas despectivas en el trayecto. —Pero no se impresionen, estoy 95% segura de que él mismo se pagó para esa publicidad. ¡Es una rata!
—¡Oiga! —azotó el chico, y mientras él intentaba defender el honor de su padre, quien camina en nuestra dirección, (muy precavido) era hora de enfrentarme a mi propia progenitora ahora.
—Annabeth— la voz de mi madre nuevamente intenta llamar mi atención y esta vez no puedo evitar voltearme, poniendo los ojos en blanco, por supuesto— ¿Qué fue lo que pasó? Tú no eres así.
—No sé a qué te refieres— me limité a contestarle con expresión fría.
Sus ojos, tan grises como los míos, me atenazaron en silencio por un par de minutos, sin embargo, al final se limitó a soltar un suspiro frustrado y me pidió que la condujera al lugar donde se desarrollaría la reunión (porque ella no podía enterarse sola, dioses, al parecer no eran suficiente las cincuenta y siete veces que vino). Desvié mi mirada por un solo momento, buscando a Percy, o a Jason. Al primero, para comentarle sobre el plan, al segundo, para que él se encargara de explicarle los detalles.
Mi sorpresa fue bastante grande y satisfactoria al darme cuenta de que Percy tenía su vista fijamente en mí, a pesar de que, gracias a mi madre, había tenido que apartarme ligeramente del grupo de padres y estudiantes que cada vez se hacía más y más grande. Sin embargo, aún tenía su atención. Tanta era su concentración, que su hermanito había empezado a notarlo, y ahora le picaba, con su dedito índice, la mejilla, intentando que volteara a mirarlo a él (que seguía en sus brazos).
"Jason"— formé la palabra con mis labios, sin pronunciarla en voz alta. Él asintió, comprendiendo en el mismo segundo en que hice el movimiento. Genial. Si la estúpida psicóloga del lugar nos ponía a jugar ese absurdo juego de leer los labios hoy, para "estrechar los lazos familiares", definitivamente iba a asegurarme de que Percy este en mi equipo.
—¿Annabeth?— insistió mi madre, y rodé los ojos por millonésima vez, como protagonista de novelucha barata-desperdicio-de-papel-asesinato-de-árboles.
—Por aquí— terminé por decir, tomándola del codo para empujarla en dirección hacia el edificio principal, por donde el señor D se había marchado. El salón de colores pastel, con pufs como asientos y títeres de los muppets de la psicóloga, nos esperaba.
¡Yujú!
Con demasiadas personas en una misma habitación, al aire acondicionado le resultaba más difícil enfriar la sala. Tal vez no era tan exagerado como el maldito horno que se sentía allá afuera, pero definitivamente era el suficiente para que mis nalgas empezarán a sudar debajo de mí. Además, algo me decía que este aparato no estaba trabajando a toda fuerza hoy, producía una especie de sonidillo casi inaudible, como un chillido, mínimo.
—Es el compresor— susurra mi padre, más para él que para mí, y me sorprendo al darme cuenta de que yo estaba asintiendo, completamente de acuerdo con él. — Podría arreglarlo en un par de minutos.
Conociendo la alergia crónica de mi padre a relacionarse con otros... bueno... seres humanos, decidí que era mejor que nos quedáramos cerca de la puerta, así que acomodo mi trasero en uno de los puffs que yacen en el suelo, y observo como mi padre intenta hacer lo mismo, aunque claro, él debe invertir esfuerzo extra, el asiento está demasiado abajo, y él demasiado arriba, sus rodillas nunca tuvieron la mejor palanca de cambios del mundo, y la falta de lubricación en la polea hacía que la unión de las piezas traqueara cual motor de tractor dañado.
¿Por qué no era un buen hijo, me levantaba y le ayudaba? Porque en el poco tiempo que tenía de conocerlo, había aprendido que a él no le gustaba que lo trataran con compasión. Jamás pedía ayuda, ni le gustaba recibirla... a menos que se tratara, por supuesto, de una "colaboración", en la cual él revisaría el motor, mientras yo presionaba el acelerador; o... él arreglaría el transistor, mientras yo me encargaba de la resistencia. En fin... entienden lo que quiero decir.
Desvié la mirada de su gigantesco trasero, aún intentando encontrar el ángulo perfecto para dejarse caer, y me concentré en lo que pasaba alrededor. Ya estaban casi todos los padres y estudiantes castigados aquí, y digo "casi" porque mi instinto de minoría superviviente me hizo percatarme de que aún faltaba un estudiante por entrar. Jamás había visto a sus padres, y jamás me había interesado más de la cuenta en él, pero después del ataque de Clarisse de "dile un insulto en español", había terminado por captar que Rodríguez y yo teníamos algo en común.
Como sea. En otras noticias, ¿han visto lo adorable que es el hermanito de Percy? ¡Por todos los dioses! Todo gordito, y obediente y sonriente y divertido. No como esos mocosos malcriados niños rata de hoy en día, que lo preguntan todo, se quejan por todo, lloran por todo y huelen a suplementos vitamínicos. No, nuestro niño adorable, se sentó en postura india, frente a su hermano (porque no quería alejarse) y sacó (de los dioses han de saber dónde) una bolsa de galletas azules de chocolate, unidas de par en par, entre sí, con una capa de mantequilla de maní, y empezó a comerlas.
—Tyson— lo regañó Poseidón con el ceño fruncido, por sacar tan pronto el aperitivo— Te dije que no trajeras eso.
El niño lo miró, con sus ojos tan grandes y su expresión tan inocente que no entiendo como rayos el hombre no se derritió ahí mismo. No. Poseidón mantuvo su expresión seria, y Percy, por otro lado, metió la mano a la bolsa y le robó un puñado de galletas, para luego atraer al chico más hacia sí mismo, jalandolo por la pancita. Tyson sonrió, Percy comió, y Poseidón negó con la cabeza, dándose por vencido.
Por otro lado, Will, Piper y Jason habían quedado completamente olvidados por sus respectivos padres. El último, porque en realidad el señor Grace y él apenas estaban iniciando a establecer de nuevo su relación padre e hijo, y el hombre de negocios parecía saber que no debía presionar demasiado. Los otros dos... bueno... esto pasaba en cada reunión de padres, fuera regular o no.
—Oh, Apolo, lo lamento tanto— inicia Afrodita, acercándose al mencionado, el hombre la recibe con una sonrisa sobre sus labios, y de inmediato coloca un brazo por encima de los hombros de ella— Creo que nuestros bebés ya no van a estar juntos, después de todo— ella no parecía lamentarlo realmente— Espero que eso no intervenga en la amistad que tú y yo tenemos, pero apoyo completamente la decisión de Piper. Jason es un chico adorable.
—Esto no interfiere entre nosotros, belleza — contesta tan pronto como Afrodita se calla para tomar aire— De todos modos, mi chico tiene los ojos puestos en otro sitio— entonces Apolo comienza a susurrar en el oído de Afrodita, y pronto, ambos se carcajean y se inmiscuyen dentro de un intercambio supremo de chismes, o vete a saber qué cosas, se estarán diciendo. Se sientan hombro con hombro, en puffs contiguos, sin dejar el mínimo espacio entre ellos, ni preocuparse por si sus hijos estarían cerca o no.
Will y Piper se miraron el uno al otro, seriamente, y luego terminaron sonriéndose y negando con la cabeza, cada uno yendo a sentarse a la derecha o izquierda de sus respectivos padres, pero sabían que iba a pasar un enorme rato antes de que ellos los notaran.
Un súbito estruendo, me hace girarme para comprobar si mi padre sobrevivió al descenso y aterrizaje, no soy el único, el golpe fue lo suficientemente potente como para llamar la atención de la mayor parte de los presentes. La mitad están preocupados, la otra mitad molestos por el ruido. Mi padre me sonríe, yo le sonrío de vuelta. Es todo. Todos vuelven a sus respectivos asuntos.
Excepto por el hecho de que no lo hacen.
El señor D, se para en frente de todos, con Quirón a un lado y su megáfono en el otro (estás preparado para cualquier contingencia esta vez ¿eh, viejo; es una lástima que no me dí cuenta antes, hubiese sido tan divertido), nos observa en vuelta redonda y puedo ver sus labios moviéndose, como si estuviese contándonos. Cuando se percata de la ausencia que yo había notado antes, levanta el aparato y se dispone a gritar, pero... Un grito mil veces más potente que cualquiera de los suyos, lo interrumpe.
—¡MALDITO SEA EL DÍA EN QUE ME SUBÍ A ESE CAJÓN PARA SEGUIR EL SUEÑO AMERICANO!— es una voz femenina, definitivamente, que me produce escalofríos, a pesar de que habla mayormente en inglés, el acento es perceptible y sus siguientes palabras lo comprueban— Lo único que han hecho los gringos es corromper al retoño de mis entrañas, — se escucha un golpe sordo, como una cachetada, pero sé que no es eso. En serio... Yo. Lo. Sé.
La puerta se abre con un golpe y entonces el monstruo en cuestión hace su aparición. Ella no podría medir más de un metro con cincuenta, sin embargo era robusta, de huesos fuertes, se podía notar en su brazo elevado por encima de su cabeza para poder arrastrar a Chris, tirándolo de la manga de la camisa, con violencia. Traía el cabello castaño sujeto en un recogido desordenado, con demasiados mechones escapándose, y el ceño completamente fruncido.
—Me traes con el Cristo en la boca, ¡todo el santo día!— continúa ella, esta vez en español, para luego volver al inglés. Me doy cuenta de inmediato que uno de sus pies camina descalzo. Un escalofrío recorre mi espalda— Me llaman, pero nadie me explica nada. ¡Van a pagar! ¡VAN A PAGAR, MALDITOS GRINGOS!— entonces, mis miedos pasan a ser fundamentados, porque la legendaria Chancla que trae en su mano es apuntada contra mi nariz— ¡PAGARÁN!
Mis manos se levantan, de inmediato en señal de rendición, mis piernas tiemblan y siento una gota de sudor bajar por mi espalda, aunque no sé si es de nervios, o por el calor.
—Cálmese, doñita— me aventuro a decir con voz temblorosa— Yo soy de su equipo, sus tierras, de su patria.
—Oh, que alegría — su mirada se endulza por completo, de forma casi terrorífica, sin embargo, no dura demasiado— ¡ESTÁS MUY FLACO! — grita de nuevo y el modo en que la chancha se estrella contra mi brazo, quemando la piel de inmediato y provocándome dolor es tan rápida que ni siquiera me da tiempo de tomar aire— ¡TE FALTA VITAMINAS, VERDURAS! ¡ESTÁS FAMÉLICO!
—Au... — me quejo en un susurro mientras me sobo, porque sé que si levanto la voz, todo será peor— La chancla... Ha pasado tanto tiempo desde la última vez. Nos volvemos a encontrar, vieja rival.
—Mamá, venga, siéntese por favor, que se me va infartar— el pobre Chris (Sí, pobre, a partir de este momento somos algo así como hermanos de chancla) pone una de sus manos en la cintura de su madre e intenta llevarla hacia un asiento. No es lo suficientemente valiente como para levantar su mirada y encarar al resto de nosotros. Sabe, tanto como yo lo sé, que esto se va a poner feo.
—A mí no me apresures, niño irresponsable— Le devuelve la señora Rodríguez, dándole un último chanclazo, por el ya rojo e irritado brazo, para después, dejar caer la chancla, y calzarla nuevamente en su pie.— Así le hablas a tus amiguitos de mala yunta, pero a mi me respetas. Muchacho maleducado.
Avanzó hasta el asiento que aún quedaba libre. Quizá fue cosa del destino, quizá las moiras, o el mismísimo diablo estaban riéndose de Rodríguez en ese momento, porque, yo estoy seguro de que si tienes una madre ultra-latina-chancla-en-mano, lo último que quieres es que esta conozca a tu crush... sobre todo cuando está furiosa y tu crush te odia. Pero, los últimos espacios disponibles, estaban específicamente en medio de Drew Tanaka y Clarisse La Rue.
— ¡¿Pero qué es esto?! ¡Que chicuela tan desagradable para la vista!— dice la señora Rodríguez, tan pronto como su vista la identifica. Todos esperamos la explosión, aunque era difícil saber si la esperábamos de Chris, de Clarisse, o de la señora— Solo mírala, parece de papel, va a desmayarse— dice ella, y para sorpresa de todos, su vista se mantiene fija en Drew Tanaka— Eso no es una mujer, es una ramita que puede romperse. ¿Les dan de comer aquí? ¿O los matan de hambre?
Drew levanta la mirada del suelo, en donde la ha tenido durante todo el rato, sin embargo, después de un par de segundos vuelve a bajarla, sin soltar palabra alguna. La postura de su cuerpo es tan... decente... que justo en ese momento, podría jurar que se trata de una de esas muñequitas chinas cabezonas que mueven su cabeza con energía solar. Solo que ella no mueve la cabeza... ni es exactamente china... Pero ese no es el punto.
Entonces, la madre Chris voltea su mirada y enfoca a Clarisse. La Bestia la mira con su amable y característica mueca de odio en bienvenida, como dragona hambrienta y furiosa; incluso sus fosas nasales se hinchan como si de ellas fuera a salir fuego. Está completamente a la defensiva.
— Ah... ella, ella si parece una mujer. Fuerte, independiente. Ella no necesita de ningún hombre, idiota— la señora se deja caer al lado de Clarisse y se retira de nuevo su calzado, le pega un chanclazo a Chris, tan pronto como él toma lugar junto a Drew— ¡ESA SI ES UNA MUJER! Pero tu debes andar detrás de las flacuchas de allá, no mijo? — otro chanclazo— LOS HOMBRES NUNCA PIENSAN CON EL CEREBRO — chanclazo extra por si acaso.
Y entonces sí hay una explosión.
—¡LE DIJISTE QUE DIJERA ESO! — se levanta Clarisse, furiosa para encarar a Chris. Ares, la mira curioso.
—CLARO QUE NO, NO LO HICE— le devuelve Chris, sacado de quicio, pero desde el suelo.
Su madre volvió a pegarle, esta vez en la espalda.
—¡No se le grita a las mujeres! ¡¿Qué modales son estos?! —gruñó escandalizada — ¡Te me estás perdiendo, miijo, te pierdo!
Un sonido similar al de un latigazo devuelve el silencio a la sala. Incluso la mamá de Piper y Apolo dejan su cotilleo y se abrazan el uno al otro a causa del susto. Mis dos puños se han levantado en el aire para ponerse justo frente a mi rostro, como si intentara protegerme, pero sin perder la vista de la escena.
Esta vez no hubo chanclazo, esta vez, la señora Rodríguez no fue tan misericordiosa. De sólo satanás ha de saber dónde, ella sacó una rama... Sí... una rama, de algún árbol de guayaba, seca, dura, dolorosa y afilada. El golpe fue tan rápido y certero, que Chris tiene que inclinarse hacia el frente, quizá intentando minimizar el ardor que ha de haber sentido contra su espalda.
Creo que a todos nos dolió un poquito.
—Au...—soltó, tembloroso.
—¡A ver si le quedan ganas de escaparse, otra vez!— dice la señora Rodríguez— O de hablarle así a una buena mujer. ¡Sí estuviéramos en casa, ya te hubiera despellejado vivo!
Y sí... eso también dolió.
—Niña, sentada— vocifera al fin el señor D— Es un placer tenerlos a todos aquí, de nuevo, aunque las circunstancias no sean las mejores— da inicio a la sesión, ignorando por completo los recientes acontecimientos. Quizá, de hecho, está pensando en contratar a la señora Rodríguez para poner mano dura sobre nosotros.
—Señora... —inicia Afrodita, ignorando al señor D— Yo no creo que ese sea el modo de...
—A MI HIJO LO EDUCO YO— la frena de inmediato la señora Rodríguez, arrugándose la falda con florecitas sobre las piernas con enojo — Yo lo parí siete horas, yo le cambié los pañales y yo decido qué hago con él y que no. Ja. Faltaba más. JA.
—SEÑORAS, POR FAVOR— el señor D suelta un suspiro, él mismo ya se estaba empezando a dar cuenta de que esta reunión, quizá no había sido la mejor idea del mundo. —Lo que han hecho sus hijos no es nada ligero, por eso los he citado antes de las reuniones predeterminadas. Es mi...— por un momento, parece como si fuese poner los ojos en blanco —gran preocupación, que mis alumnos hayan cometido tal falta.
—¿De quién fue la idea? —interrogó Atenea, sentada con rigidez en su asiento. A un par de metros, Apolo empezó a toser falsamente. Y de pronto todos los padres empezaron con murmullos, con el ambiente cada vez calentándose más y el puto ventilador cada vez chirriando peor.
—¡SEÑORES! ¡SEÑORAS!— grita el Sr D una vez más— LES PIDO QUE SE CONTROLEN, POR FAVOR. Los mandé a llamar para solucionar el problema, no para volverlo peor. Ahora... aún espero a...— la puerta se abre una vez más, y entonces nuestra peor pesadilla hace finalmente aparición. (Bueno, no es tan malo como la chancla, lo admito).
—¡Buenos días, chicos!— dice la mujer regordeta, sonriente, con sus ojos casi cerrados y con sus manos cargando dos bolsas gigantes llenas de sus peores monstruos— ¡Buenos días, papis y mamis!— avanza lentamente, hasta posicionarse al lado del Sr D— ¡Buenos días, señor director, señor Quirón!
—Buenos días, señorita Derry — Quirón es el único en contestarle a la psicóloga, que el día de hoy está usando un vestido tan amarillo como el sol. Incluso más amarillo que el cabello de Will Solace— Estamos todos listos.
—Me alegro, me alegro— dijo ella, asintiendo con la cabeza, moviendo su papada y sonriendo incluso aún más. No sabía si sus ojos estaban prácticamente cerrados a causa de sus infladas mejillas, o de su exceso de sonrisas— Entonces vamos a empezar, sí, vamos a empezar. Empecemos.
Entonces puso una de las bolsas gigantescas en el suelo y empezó a sacar los primeros muñecos de la otra. Eran títeres. Títeres feos y terroríficos, hechos específicamente para torturarnos y "obligarnos" a hablar. Pasó los primeros dos hacia los estudiantes que estaban más cercanos, es decir, Hazel y Nico. La primera, lo tomó con una sonrisa sobre sus labios, al parecer ella no había llegado a odiarlos lo suficiente, el segundo, de inmediato metió la mano en el títere, que tenía cabello castaño, smoking y una rosa en la solapa, y se volteó hacia su padre.
—Hola, papá— dijo con voz exageradamente ronca— ¿Me has echado de menos?
Will, al parecer captó la referencia, porque casi explotó en una carcajada, pero se limitó, al poner su propio puño contra su boca. Nico sonrió, Hades lo miró serio. Hazel, sí se río libremente, al tiempo que abrazaba a su propio muñeco. Nico se volteó esta vez hacia Will y con fingido enojo hizo que el títere dijera:
—Slappy no está nada feliz— dijo, y lo acercó a Solace, por lo que el rubio optó por alejarlo de un manotazo.
—Ya basta, tendré pesadillas por tu culpa— dijo y luego aceptó su propio muñeco.
(NRL: En inglés es "Slappy is not happy", así que imaginénselo bien cool. El que entendió la referencia, la entendió. Sigamos)
Pronto, todos teníamos nuestros propios títeres diabólicos, con los que tendríamos que fingir ser niños de primaria en una terapia familiar. Los muñecos hablarían, los padres escucharían, y esta loca psicóloga perdería el control tarde o temprano. Miré hacia Piper, y vi que una sonrisa tranquila se dibujaba sobre los labios de mi mejor amiga.
Esta iba a ser una verdadera guerra. La psicóloga gorda vs La muñeca rosada de Piper McLean. Sí... Este salón va a arder en llamas.
Paso #34. Utiliza tu habilidad especial: A mitad del camino. Tenemos los cañones en posición y las calderas calentando la fragua. Dentro de poco empezará el combate, y tendremos que poner todas nuestras apuestas sobre la mesa.
RL: Hola Chicos!!! Feliz día de San Valentín, si están tan solterones como yo, y nadie les regala nada... Tengan en cuenta que nosotras decidimos regalarles este cap, mucho más largo de lo normal. (Sí, al final decidimos publicar hoy, y no ayer, como decía en la intro)
Amer: Y para los que sí tenemos pareja, como yo, ya saben lo que viene hoy chicas/os... *saca una banana y empieza a comerla lenta y suavemente* *guiña un ojo a los lectores*
Rl: *la mira*
Amer: ¿Qué? Es mi desayuno, deja de pensar en cochinadas.
RL: *niega con la cabeza* No se le hace eso a una hija de Eros, no mames... Nos vemos en el próximo cap, chicos.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top