Paso #27: Déjate llevar

RLkinn cachetea salvajemente a Amer, solo para luego recibir una cachetada igual de fuerte por parte de su sis, ocasionando que, de inmediato, la hija de Eros vuelva a lanzar el ataque, y, por supuesto, recibiendo otro golpe de vuelta, en un interminable vaivén de golpes a las mejillas, que ya han conseguido teñir de rojo los rostros de ambas.

—ES MI PUTA CULPA ¿OK?— grita en llanto RLk— SOLO QUERÍA TERMINAR EL PROYECTO, Y TUVE EXÁMENES, Y TRABAJOS Y... y...y...

—DIJE QUE ES MI CULPA, JODER— regresa Amer, acompañándolo de una nueva cachetada— EXÁMENES FINALES, ESTRÉS, DEPRESIÓN, BLOQUEO NO TAN BLOQUEO Y... y...

—Chicas, recuerden, paz interior, paz mental— Allis, en medio de la clase, con una sonrisa relajada en sus labios, las interrumpe— Si ya tienen el capítulo, ¿por qué no simplemente lo publican y dejan de culparse? Dejen el pasado, para caminar hacia el futuro.

RLk abraza a Amer de la cintura, mientras hace un mohín. Amer, se cruza de brazos, pero también tiene un mohín en los labios mientras murmura: "es más divertido si haces drama por ello primero".

—Presiona el puto botón, sis— dice Amer al final.

La sis sorbe sus mocos para luego obedecer a la orden de su compañera, y todos los lectores, se emocionan a sobremanera cuando Wattpad envía la notificación de nueva actualización a sus buzones. Pero entonces... ¡CÓDIGO ROJO! 🔴

—ALTOOOO.— Amer la detiene, antes de que los lectores comiencen a leer, estos ven a la hija de Hades con impaciencia extrema. — Ejem, (que caras de miedo) ¡es importante! Lectores... — carraspea y habla de forma solemne. — Hoy, 11 de julio del 2018, el sismance les da el permiso de pasados los diez días. A todos los lectores, avisarnos de escribir el nuevo capítulo.

Dicho eso... el diablo sonríe en los rostros de sus lectores, y Amer y RLKin tragan saliva diciendo al mismo tiempo. "¿Qué hemos hecho? "

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Estaba por tener un Orgasmo musical.

Aún nos faltaban varios metros para llegar cuando empecé a escuchar los zumbidos de la música electrónica teniendo efecto rebote en los vidrios de los automóviles que estaban estacionados en los alrededores del gran establecimiento en el cual ya había empezado a llevarse a cabo el concierto de Ravel Sugar. Había un montón de gente por todas partes, vestida de la forma más extravagante o brillante con tela fosforescente, caminando por la calle para llegar hasta la entrada. Incluso llegué a ver a una pareja de ancianos juntos que se veían muy a la onda.

De inmediato, mi propia sangre empezó a bombear también, tenía unas ganas irrefrenables de reír casi de forma incontrolable, como si llevara la música en mis venas y al acercarme a ella obtuviera energía como Linterna Verde de su lamparita. Estaba actuando como un jodido alcohólico que ha estado en abstinencia durante demasiados meses, y de pronto le ofrecen gratis una entrada VIP a la feria de cerveza artesanal.

Creo que con eso, se hacían una idea de cuánto esto estaba afectándome.

Yo necesitaba la música, la deseaba, la anhelaba, la exigía. Ya. La ansiedad por estar tan cerca de obtener mi vicio adorado, solo provocaba que me temblaran las manos a tal punto que casi no podía sostener el volante con firmeza, o poder estacionarme de forma adecuada. Y más tarde, cuando me bajé del vehículo, apenas y podía caminar. Yo necesitaba correr, saltar, o volar hasta ese concierto lo más pronto posible.

No estaba desmayándome por la simple razón de que eso me evitaría disfrutar de esto. Y mucho menos estaba esperando al resto mientras se bajaban del coche a la velocidad de una tortuga, yo ya estaba adelantándome hacia la entrada. ¡Que ellos me alcanzarán!

—Hey hombre, tranquilo, te saldrán llamas en los zapatos de tan rápido que vas.— Chris aparece a mi costado, mediante pasos apurados y largos, pone un brazo por encima de mis hombros y como efecto colateral, la velocidad de mis pasos disminuye— No tenemos prisa, la noche es joven.

Por un momento me sorprende considerablemente su repentino derroche de amor a mi favor, sobre todo después de que estrellé una lata de Coca-Cola en su cabeza, (hace un par de meses en la cafetería a altas horas de la noche) para escapar de su Golova y sus secuaces malvados. Me alegré de que no fuera rencoroso. No como cieeeerto, compañero de cuarto muy sexy, pero problemático.

Pero luego, al notar, que por algún extraño motivo, Clarisse y Frank están a mi izquierda caminando, luciendo rostros asombrados por todo lo que nos rodea, de pronto todo empieza a tener sentido... Soy solo una vil herramienta de este sensual hombre para estar cerca de su crush... Como sea, no me quejo, de todos modos. Si es de forma amigable, el contacto físico siempre es bien recibido.

—Sobre todo de un chico con semejante nivel de testosterona— mi angelito malo mira hacia Chris con todo el descaro pervertido en su mirada.— Lastima que tenga tanta ropa puesta ahora... Auch.

Mi otro angelito le ha dado un fuerte sape, y le recrimina con una mirada asesina, como si fuera el pecador más asqueroso del universo y mereciera pasar el resto de sus días en las fosas más oscuras y tenebrosas del infierno. Luego me mira a mí, con el mismo nivel de odio, y niega con la cabeza, decepcionado de que me haya permitido pensar tal atrocidad.

—Nuestros pensamientos sucios y pervertidos deberían ir en favor de Nico nada más— dice, furioso e indignado, sus pequeñas manos se cierran en puños al costado de su cuerpo y su compañero alado se esconde avergonzado tras mi oreja.— ¡¿Pero qué les pasa?! ¡Par de degenerados! ¡Seres impuros, traidores...!

—Hey... pero si está bien comestible tambi...— empieza a defenderse el primer angelito, pero es interrumpido por Calipso, que se mete en el espacio diminuto que existía entre Clarisse y yo (ya que Chris, chico listo, había estado empujándome sutilmente para disminuir la distancia entre ambos).

—¡Esperen sólo un momento! ¡Will! ¡Para!— me detengo bruscamente, y le doy toda mi atención. Viéndola por primera vez a los ojos esta noche, puedo reconocer la ligera ansiedad nadando en sus orbes cafés. Sin embargo, ¿había alguien entre nosotros que no estuviese algo asustado? (Bueno, quizás Clarisse). — Escúchame un solo segundo.

—¿Qué sucede, Cali? — Inquiero en tono preocupado, de repente, un montón de malos escenarios empiezan a cruzarse por mi mente, y ella traga saliva visiblemente.

—De acuerdo, ya estamos aquí. Pero es una muy mala idea entrar allí, Will. — inició con voz desesperada, con los ojos muy abiertos, dándole una imagen muy frágil que era muy poco común en ella. — ¡Piensa! ¿Qué tal si hay alguien que nos pueda contagiar de hepatitis, ahí dentro? ¡Piensa que podrían robar los pendientes de Piper! ¡Podrían arrancarle hasta sus orejas!

—Calii... — empecé, pero ella siguió hablando, ignorando las miradas extrañadas de los demás, sin siquiera importarle.

—Escucha, juro que vi a un tipo muy parecido a Cherry entrar. Uno más grande y con cara más pervertida que el original. — Soltó un suspiro derrotado, juntando sus manos y empezando a jugar con sus dedos. — Ravel Sugar no es tan buen DJ

—Wow, wow, wow. — exploté ante eso, moviendo mis manos frenéticamente delante de mí sin dejar de negar con la cabeza. Tomé una honda respiración para poder calmarme. — No te doy una cachetada sólo por ser mujer. Eso fue pasarse, ¿okay? — me crucé de brazos. — Mira, si tú no quieres entrar, da igual, puedes quedarte esperando en el auto y vigilar que nadie se lo robé. Pero de qué voy a entrar allí, voy a entrar.

— Yyy... ya se le subió a la cabeza. — Lanzó Nico de improviso, parado a pocos metros junto a Percy y Annabeth. — Lo hará. Que no les quede duda. — Le saqué la lengua de forma infantil.

— Pero, —Calipso objetó, mas su voz ahora era muy diminuta, sin fuerza. Finalmente, dejó caer los hombros, rendida. Sabía que había algo que la estaba preocupando mucho, pero no la razón, me sentí un poco culpable por no hacerle caso esta vez. Pero, vamos, yo nací para esto. — ¿Cómo demonios vamos a entrar al concierto?— inquiere mi mejor amiga— Los boletos deben ser caros y el dinero ya lo gastamos en la gasolina.

—Belladona tiene razón— Piper y Jason vienen tan solo unos pasos más atrás de nosotros— Nos quedan solo unas cuantas monedas. Creo que no fue tan buena idea venir tan pronto, es decir, si hubiéramos ahorrado un poco al menos... pero...

—Podemos intentar empeñar tus pendientes— bufa Clarisse, acercándose muy amenazadoramente hacia las orejas de Piper, quien a su vez, se aleja de inmediato, poniendo a salvo sus palomas de plata bajo las palmas de sus manos— O podemos asaltar a algunos bastardos por ahí. Será sencillo, somos un montón.

—Asaltar suena divertido— apoya Chris a mi lado, ocasionando que Clarisse ponga una mueca de desagrado en su rostro.

—No es necesario— intervengo en el momento en que Frank me mira con los ojos llenos de súplica, dejándome saber que su hermana habla en serio, y que si le damos la oportunidad, secuestrará a cualquiera que tenga cara de darnos una buena recompensa por su liberación— Solo déjenmelo a mí. Debemos encontrar al líder de la seguridad, nada más.

—¿Le vas a coquetear como a Cherry?— pregunta Hazel, y puedo jurar que dentro de su dulce mente de niña cariñosa, era una pregunta completamente inocente, ya que en sus ojos no había ni un solo rastro de malicia. Lo cual, sin embargo, no hace que mi desdén a contestar eso, sea menor.

¿Es que acaso no van a olvidar lo de Cherry, nunca?

—Ah... pero ¿Quiénes te advirtieron que no lo hicieras? ¿Eh? ¡Rubio Descerebrado!— se queja mi angelito que continúa de mal humor— Te dijimos que era mala idea. Pero no... ¡Nunca nos haces caso!

Mi mano se mueve rápidamente para desintegrar a ambos en el aire, como si fuesen mosquitos. Lo que menos necesito ahora es que mi propia conciencia comience a recriminarme mis propios actos vergonzosos. Para eso ya tendrán tiempo mañana en la noche, cuando esté de vuelta en mi cama dura e incómoda en las profundidades tenebrosas del instituto, y no pueda dormir.

—Es que quiere hacerse un ejército de Sugar Daddies, Haz— dice Nico, ocasionando que Leo y Percy tengan que poner una mano sobre sus bocas para evitar soltar una carcajada. A Leo esto le afecta tanto que sus ojos comienzan a lagrimear.

—No... — contesto rotundamente a la pregunta de Haz, para luego ignorar el comentario de su hermano— Nada de eso. Ya verán.

Unos cinco minutos después, estamos en la entrada del enorme establecimiento, y hemos caminado justo al lado de una fila gigantesca de personas que nos abuchean, de paso, por adelantarnos (que bien podrían llenar unos tres establecimientos si se lo propusieran), hasta llegar al hombretón calvo, vestido de traje entero, que está cruzado de brazos, evitando que las personas sin boleto ingresen. Tan pronto como estamos frente a él, los ojos de todos mis amigos recaen sobre mí, ejerciendo un poco de presión visual.

Ok. Padre mío, no me falles ahora. ¡Qué tus palabras sean sinceras esta vez, por favor!

La música retumba tan fuerte que los dedos de mis manos empiezan a moverse por sí mismos, y mis pies, casi están empezando a moverse al ritmo de la melodía. ¡Estaba tan cerca y tan lejos a la vez de la gloria! Dentro de mi estómago, hay una especie de bestia que está intentando liberarse para comenzar a bailar el mix de Crazy Frog que puedo reconocer a la perfección. ¿Es que acaso me comí a esa rana loca en algún momento y ahora quiere salir de mi cuerpo? ¡Dios mío! Si no entro ya mismo, voy a empezar a volverme loco.

¡YO TENGO QUE ENTRAR ANTES DE QUE HAGA UNA MEZCLA CON LA CANCIÓN DEL POLLITO PÍO , JODER!

—¡Hola, Hola!— Saludo con la mejor sonrisa que hay en mi repertorio, y levantando una mano gentilmente. Eso Will, con actitud, como hijo de tu padre. Sin miedo.

—Sin entradas no pasan— me devuelve el hombre de seguridad, con su mejor gesto hosco. —Lárguense.

¡Pero qué maleducado!

Percy estrella la palma de su mano contra su rostro, dando por hecho que ya hemos fracasado por completo, luego voltea a mirar a Annabeth, de forma nerviosa, como temiendo que ella vaya a salir corriendo en cualquier momento, recriminándole por cualquier cosa que no le guste acerca de su cita. ¡Ese chico está tan nervioso como si fueran a hacerle un examen de física cuántica!

—Sí, lo sabemos, pero...— inicié de nuevo.

—Seguridad— el hombre habla a través del intercomunicador que tiene en el cuello de su camisa, llamando por sus refuerzos. Y eso realmente me molesta, ¿tanto le cuesta esperar un solo segundo, para escuchar lo que voy a decir? ¿En serio? ¿EN SERIO? ¿SABES QUIÉN SOY?

Escúcheme bien, señor-tengo-un-cactus-con-espinas-en-el-trasero, yo no coquetee con un hombre negro de dos metros; drogué a los oficiales del Instituto, pedí desactivar completamente el sistema de seguridad, robé el auto del señor D, saqué a los estudiantes más delincuentes y peligrosos del país y maneje a través de todo el puto desierto para que no me deje entrar a ver a Ravel Sugar. ¿Entiende? ¿ENTIENDE?

— ¡Quiere escucharme un puto segundo nada más!— mi reclamo es tan potente que mis propios amigos dan un paso hacia atrás (excepto Nico, ese por el contrario parece estar aguantando la risa) — Soy Will Solace. ¡Hijo de Apolo Solace! Ellos son mis amigos, y vamos a entrar, o usted tendrá verdaderos problemas, mañana, cuando mi padre se entere de su impertinencia y falta de respeto.

Yo no suelo usar el nombre de mi padre a mi favor. Nunca. No me gusta. Pero esta vez papá dijo: "Tienes pase libre, me encargaré de ello". Y yo quiero mi puto pase libre para entrar a ver a Ravel Sugar. Utilizar los medios de mi padre una vez en la vida no está mal. ¿Verdad? Soy su hijo, su retoño adorado, la luz de sus ojos. ¡Me lo merezco!

— ¿Qué?— el hombre está mirándome con el ceño fruncido, desconfiando de mis palabras, pero luego duda... Duda y decide preguntar. Su boca vuelve a hablarle al intercomunicador— Jefe... ¿Apolo...?

Él ni siquiera termina de preguntar, la simple mención del nombre de mi padre parece ser suficiente, y pone su dedo índice contra su oído, probablemente escuchando órdenes, cuando regresa su atención a nosotros, su rostro se ha convertido por completo en una gigantesca sonrisa cordial, y la amabilidad en su tono de voz es tan potente que siento nauseas debido a su hipocresía.

—Pase, señor Solace— dice con lambonería— Disculpen el malentendido, son usted y sus amigos completamente bienvenidos. ¡Que disfruten la fiesta!

—Muchas gracias. — Le devuelvo en tono todo diva, solo me faltó agitar el pelo para luego entrar. Mis angelitos le sacaron la lengua detrás mí, lástima que el hombre no podía ver mis ilusiones de locura.

Solo caminamos un par de minutos y pronto, nos encontramos frente una pared de personas, viviendo la vida al máximo y sin miedo. Bailando y saltando con una canción remix de True Colors, y otros besándose, de una forma tan fogosa, que yo no consideraría que está bien hacerlo en público. Pero de igual modo, nadie los estaba mirando en lo más mínimo.

Todo el suelo estaba hecho de césped sintético, había baños a un costado a lo lejos, hombres vendiendo refrescos o barras con luces de neón en su interior, y lo demás, constaba de láseres de colores y humo saliendo de máquinas a nuestros pies a cada tantos metros, el uno del otro; creando la sensación de entrar en otro mundo.

Y entonces, finalmente estaba en mi paraíso personal. Y era jodidamente perfecto.

No me importó en lo más mínimo la presencia de mis amigos, quienes me observaban con diversión. Apenas había escuchado la música, aquella mezcla de sonidos y remix's de canciones famosas. Yo me puse a saltar y a mover los brazos al cielo, dichoso de estar vivo y haber nacido con un buen oído musical para disfrutar de esto. Pronto Leo se contagió de mi alegría también. No era difícil, si tenías una pizca de buen oído, era imposible ignorar esto.

—¡HAY QUE IR MÁS ADENTRO! — Grité a Leo y a los que tenía más cerca, los únicos que podrían escucharme más o menos, bajo la música electrónica a tope de volumen. O al menos creía que me entendían. — ¡AL FRENTE! ¡MÁS CERCA DEL ESCENARIO!

—VOY AL BAÑO — De repente Calipso grita pegada a mi oído. La miro confuso por un momento, pero antes de agarrarla y evitar que se fuera, ella ya había echado a correr en dirección a los sanitarios. Me pregunté si debía empezar a preocuparme por ella...

La canción "Disconnected", suena por los altavoces.

—¡OH POR DIOS! ESA CANCIÓN LA AMO, LA AMO. — Y así fue como empecé a perder un poquito la cordura, mientras me adentraba cada vez más al frente del escenario mediante empujones e incluso arañazos entre la multitud. Fue muy tarde cuando me di cuenta que los demás ya no estaban a mi lado... bueno, excepto una persona. — ¡OH DIOS ESE TIPO TIENE DEDOS INFERNALES!

—¡HEY, HEY! — Apenas y escuché su voz, fue casi un murmullo, lo que me hizo voltearme a verlo con una neblina de éxtasis rodeando mi mirada, fue su mano agarrando mi antebrazo y descargando una corriente eléctrica desde su toque hasta la punta de mis pies. Nico me sujetó y evitó que la multitud me llevara en su corriente. — ¡Alto ahí supernova! Debemos permanecer, juntos.

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https://youtu.be/JtkNpZ01EzY

TSUNAMIII

Dice una voz gruesa y robótica, y entonces todo a nuestro alrededor explota. No había que ser muy listo para saber cómo se llamaba la canción, es decir, Tsunami, era todo lo que decía mientras todos enloquecían con el drop que traía.

Yo no solía escuchar mucho de música electrónica en casa o en el instituto, porque, no eran de mi estilo y además nunca le encontré sentido a un montón de ruidos, chirridos o voces tuneadas como las que te daba los... Ehh, efectos y esas cosas de snapchat, con la cámara, ¡no me miren así! ¡No tengo snapchat, ni siquiera tengo un teléfono! No sé cómo se llaman, el punto es, que esta era grandiosa. Lo admito.

La música empezaba suave, sin embargo, de forma paulatina, el ritmo comenzaba a elevarse con cada segundo, era un crescendo que subía y subía, dando una sensación de expectación al mismo tiempo, como si algo fabuloso se estuviera preparando por soltar... y efectivamente así fue, luego de soltar la palabra Tsunami, todo explotó a nuestro alrededor.

Había cuerpos moviéndose frenéticamente por todas partes, soltando cada músculo de sus cuerpos para saltar y bailar. Annabeth hacia lo mismo, solo que un nivel menos de locura que el resto. Me sentí lleno de felicidad al verla disfrutando, y trataba de hacer lo mismo aunque las preguntas en mi cabeza no me dejaban. ¿Esto estaba bien? ¿Esto es una cita? ¿Cómo sé que no lo estoy echando a perder?

Y en un momento dado, sentí como alguien me pellizcaba el trasero. Di un brinco exaltado, y cuando me volteé inmediatamente para ver quién se había atrevido a tanto, no supe decir quien lo había hecho. Si la chica que me mandaba una mirada lasciva, o el chico a su lado que abiertamente me guiñaba un ojo coqueto.

—¿Qué pasa? ¿Estás bien? — Annabeth aparece a mi lado, pegándose a mi oído para hablarme. Es la única manera que nos escuchemos en este lugar. — ¿Pasó algo?

—¡No! — Negué, suspiré. — Es decir, sí.—Solté derrotado, tenía que sacarlo de mi sistema. — Annabeth, tengo una confesión que hacerte.

—De acuerdo. — Ella asiente, y noto como su mirada cambia a una más expectante, ilusionada. Con sus iris conectados fijamente en los míos, sus labios rosados brillando al ser relamidos por la impaciencia, y su pelo rubio brillante como hilos de oro.

—Annabeth... — estoy sin aliento. — No tengo ni puta idea de cómo hacer o comenzar una cita.

Annabeth pestañea con la mirada perdida.

—¿Qué? — Entonces, rompe en carcajadas, pone una mano sobre su vientre y lleva la cabeza hacia atrás, mientras sigue riendo. La multitud alrededor nuestro no deja de empujarme hacia ella, por lo cual resulta muy difícil tener cuidado para no lastimarla con mi cuerpo, o... tocar algo inapropiado. — Percy... — ella empieza, y posa una mano sobre mi mejilla con ternura sin romper el contacto visual. — No es necesario que hagas nada más, esto ya es perfecto de por sí. Mira, una cita, no se trata de ir a un restaurante o hacer algo obligatoriamente específico.

— ¿No? — sonreí con pena.

— No. — Ella niega contundente. — Una cita puede serlo, solo con considerarla como tal. O sentirlo de ese modo. Es tan solo pasear a un lugar cualquiera, o comer algo juntos, o solo tomarnos de la mano, conversar y ya. Listo, no es necesario tanto embrollo. Aun así, me encanta todo esto. — Apunta todo a nuestro alrededor. — Gracias Percy, a pesar de que dijiste que no tenías idea de cómo comenzar una cita... La cita ya la empezaste desde el momento en que me dijiste: "Las damas primero", antes de subir al coche.

— Oh. — sentía que mi cabeza iba a estallarme de tanta emoción en este momento. Y no tenía nada mejor que decir que ese simple y patético, "oh". Solo pude agarrar su mano, y acariciar sus nudillos suavemente con adoración.

—Y desde ese instante, hasta ahora. Todo ha resultado perfecto. — Sonríe dulcemente. — Gracias, Percy.

El suelo debajo de nosotros, parece temblar y moverse por los saltos coordinados de un montón de personas, casi drogadas por el ritmo de la música, ¿y quién sabe? Tal vez había un poco de metanfetaminas y cocaína circulando por ahí. Sin embargo, a pesar de todo el descontrol, a pesar de que una chica acaba de quitarse el sostén y tirarlo al escenario, o que un tipo se ha desmayado y su novia lucha porque nadie lo pisotee hasta morir.

A pesar de todo eso, lo único que a mí me importa es ella. Annabeth y su mano en mi mejilla, Annabeth y su cadera muy cerca de la mía y su pecho suave y blando chocando con el mío. Ella es todo para mí ahora, y cuando mis manos sostienen ambos lados de su mejilla para levantar su rostro hacia el mío y besarla... Ocurre, aquello que me recuerda que tengo una pésima relación con la suerte.

Annabeth es apartada de mí abruptamente por un montón de chicas, manchadas de pintura en su cuerpo, y luego con ayuda de otros chicos con pintura en la cara y en el pelo. La levantan hasta sus hombros, para luego, lanzarla arriba con fuerza y atraparla en el aire en sus brazos. Haciendo esto, frente a mis desorbitados ojos, reiteradas veces. Mientras la alejan de mí, y Annabeth grita mitad asustada y mitad pasmada.

Es como una ola de lava o agua hirviendo lo que nace desde mi pecho hasta subir a mi cabeza, y hace latir mi corazón tan rápido y fuerte que al principio me asusta pero lo ignoro por completo al mirarla a ella. Sea lo que sea, es como una erupción furiosa de calor en mí, y hace que mis pies se muevan por sí solos en dirección a Annabeth.

Mis manos sujetan al primer hombre que tengo al alcance para cogerlo del cuello de su camiseta pintada. El hombre fue apartado de sus amigos violentamente, por mí, y entonces me mira con extrañeza... y después con terror reflejado en su rostro. Supongo que tenía una cara bastante colérica, porque el tipo estuvo a punto de suplicar y yo estaba a punto de darle un puñetazo en la cara a él y a sus amigos.

—DÉJALA. EN. PAZ. —Mis manos tiemblan. — Ya oís... — mi voz se apaga cuando la oigo reír.

Mis ojos suben en su dirección, ella está riendo contenta sin ser consciente de nada y que había estado a punto de levantar un infierno para salvarla. Un maldito infierno. Pero ella estaba pasándola bien, ya no se veía asustada, y ahora se estaba riendo a mandíbula suelta, mientras un montón más de personas alrededor, estaban como volando y bajando en el aire también, mediante la fuerza de las multitudes para puramente diversión.

Es como si alguien me hubiese tirado a lo profundo del frío mar repentinamente, y todo en mí se calma, enfriándose por completo, y mis pulmones pueden volver a tomar aire con serenidad. Porque ella está riendo, no hay más necesidad de hacer nada. Mis manos sueltan al pobre chico delante de mí, y este sale corriendo despavorido para perderse entre la multitud. Mirándome varias veces, por si lo seguía.

Todo se detiene a mí alrededor cuando soy consciente de mí mismo de nuevo... Oh, no, ¿qué fue eso? No, no, no. ¿Por qué salió de la nada en mí? No, no, no... Yo no podía estar aquí, yo no podía hacer esto, yo no merecía estar aquí con ella y solo...

—¡Percy! ¡Percy! — Annabeth me llama, mi nombre sonaba espléndido con su voz a decir verdad. Levanté la mirada, no podía acercarme a ella por las personas agrupadas delante de mí, pero ella igual me pasaba la mano desde lo alto, sonriéndome, manteniéndola extendida para que la sostenga. — Ven, por favor. Ven aquí. ¡Es genial!

Sonreí hacia ella. Oh, que hermosa te ves Annabeth con las luces resaltando tu rostro, tu pelo enmarañado, y tu mano pidiendo la mía. Si ella seguía así de hermosa, yo iba a enamorarme tan mal de ella. Tan mal.

Mis cavilaciones son interrumpidas cuando otra multitud me agarra desde las piernas, los brazos y la espalda baja. Para hacer lo mismo que le hicieron a Annabeth al principio, y luego acercarme a ella para mantenernos juntos. Ella aún tiene la mano extendida para que la agarre, mientras sonríe de oreja a oreja hasta que los minúsculos hoyuelos de sus mejillas resaltan.

Finalmente cojo su mano. Con fuerza y determinado. Una multitud de gente que nos sostiene en sus hombros, nos mueve de aquí para allá, de arriba y abajo, sin pizcas de maldad en su rostro más que gozo por la fiesta. Y entre todo ese descontrol, Annabeth y yo, nos mantuvimos juntos, riendo y disfrutándolo a lo máximo. Y eso era todo en lo que consistía una cita. Estar juntos.

Sin que nuestras manos se soltaron en ningún momento.

~~~TSUNAMI ~~~~

En medio de la multitud enardecida, que se movía de un lugar a otro, con pasos coordinados, al ritmo que la música dictaba (cual soldados de un ejército demasiado bien entrenado, pero en desorden) la más hermosa chica morena del universo está completamente quieta, mirando de un lugar a otro, pérdida en un ambiente que no parece ser el suyo, mientras que mis oídos son completamente atenazados con el sonido electrizante de una canción de la cual solo logro identificar la palabra "Satisfaction".

Hazel mueve su pequeña cabecita a su alrededor, completamente perdida. No teníamos ni cinco minutos de habernos adentrado en esta extraña fiesta cuando todo el mundo se había separado. Después de que Will, literalmente saltara en medio de un mar de personas en movimiento, y Leo hiciera lo propio, pero en una dirección contraria, todo se salió de control. De pronto Piper y Jason habían desaparecido también. Lo último que vi de Annabeth y Percy, fueron los pies de mi amigo elevándose en el cielo. Y con respecto al resto, no tengo ni idea de hacia dónde se fueron.

Como sea, no es como que tenga que preocuparme por la seguridad de mi hermana (aunque sí debería preocuparme por la seguridad de quienes se acercan a ella).

De algún modo, mis ojos se habían negado a dejar que Hazel se perdiera de mi vista, y a pesar de que muchas personas se habían metido en medio, alejándola de mí, yo era lo suficientemente alto como para poder encontrarla en medio de la multitud. Por un momento me preocupé, al notarla frágil y desprotegida, pero luego, a pesar de que ella no estaba mirando en mi dirección, pude ver su mirada fiera. Como una pequeña criatura buscando un poco de diversión, sin una sola gota de miedo en sus orbes doradas.

Pero, cuando estás en un lugar como este, lleno de personas que se han dejado dominar por completo por su instinto animal más profundo, no puedes quedarte quieto ni siquiera cinco minutos, o serás succionado en medio de sus redes como un atún en zona de pesca, o un oso en... en... en una trampa para osos.

De pronto, la aglomeración a su alrededor incrementó tanto, que fue imposible mantenerse en su lugar, ya que todo el mundo empezó a empujarla, haciéndola retroceder sobre sus propios pasos. Un chico obeso que andaba por ahí sin su camiseta, con pintura verde neón cubriendo sus tetas colgantes (y que me recordó muchísimo a mi yo infante, pero más loco y desinhibido) le dio a mi pobre princesa de chocolate, un fuerte panzazo que la hizo trastabillar y perder el equilibrio.

Afortunadamente conseguí llegar hasta ella antes de que se cayera al suelo, de lo contrario, le habría costado realmente mucho levantarse de nuevo, y la habrían pisoteado y golpeado muy feo. Sin embargo, calculé mal mis pasos, y para poder agarrarla, tuve que ejercer más fuerza de la necesaria en mis manos, al sujetarla por los brazos. Ella choca de espaldas contra mi abdomen, y hay una torsión en su brazo izquierdo de mi parte que definitivamente tuvo que dolerle. Sé que la lastimé, incluso antes de que ella pueda quejarse en voz alta.

—Lo siento— digo, y mis brazos la liberan de inmediato, ocasionando que vuelva a tropezar y tenga que acercarse más a mi pecho, poniendo mi abdomen como pared, para no caer de nuevo. ¿Por qué tengo que ser tan torpe siempre? ¡Dios! — Lo lamento, en serio lo lamento.

Sin darme cuenta, mis manos han ido esta vez a posarse suavemente sobre su cintura, intentando ponerla en estabilidad de nuevo. Mi rostro está ardiendo como una bala de cañón de guerra recién disparada. ¡Esto es jodidamente vergonzoso! ¿Por qué no puedo simplemente actuar con naturalidad cuando se trata de ella?

Hazel al fin logra poner sus pies sobre el piso firme, y se voltea para verme directamente. En un principio, sus ojos están completamente abiertos en una expresión anonadada de terror puro. Sus iris doradas brillan con anticipación, probablemente preguntándose a quién diablos se le ocurre tocarla de esa manera, pero luego, al reconocerme, se relaja por completo. Incluso deja salir un suspiro de alivio.

—¡Oh, Dios! Gracias— dice con dulzura, apenas y puedo escuchar su voz y entender lo que dice al ver el movimiento de sus labios, por lo que deduzco que ella no escuchó mi disculpa— ¡Soy tan torpe! Al menos fuiste tú quien me atrapó, me habría muerto de vergüenza si fuera un completo extraño.

Yo no estoy sintiendo un revoltijo de mariposas en mi estómago. ¡Claro que no!

—Te lastimé— intenté disculparme de nuevo— Lo lamento, no fue mi intención.

Ella me mira directamente a los ojos, y parpadea varias veces, sin comprender a qué me refiero. Luego de un momento simplemente se limita a sonreír, y luego se aferra rápidamente a mi brazo derecho, prácticamente abrazándolo por completo.

¡No estoy temblando como gelatina por la emoción! ¡Lo juro!

—Así ya no me aplastan— se encoge de hombros para dar una explicación sobre su comportamiento—¿Has visto a mi hermano por aquí?

—No. Lo siento. — Respondí apenado de no poder ayudarla. — Pero seguro se está divirtiendo, ya sabes, hasta los asesinos en serie van a fiestas de vez en cuando a bailar un poco. — y me alegra notar que mi comentario no le molesta, por la forma en que su cuerpo tiembla por una carcajada.

—Eso espero...

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Música. Luces. Baile. Sudor. Nico. Nico dándole una patada en el trasero a alguien a su costado por destruir por completo su espacio personal. Bebidas. Cervezas. Pintura. Ola de cuerpos y Nico. Nico alejando a un tipo con un manotazo en la cara, cuando este estuvo a punto de besarme y yo casi me había dejado por mi alto estado de inconsciencia.

¿Qué? ¿Qué quieren detalles de lo ocurrido? Pues bien, aquí les va.

La música hervía en mis venas, quemándolas, haciéndome saltar como si mis zapatos tuvieran resortes en sus suelas. Me sentía extasiado, más que eso, si alguna vez había estado cerca de estar drogado en mi vida, este era el momento. Porque definitivamente el temblor de mi cuerpo se asemejaba bastante al éxtasis químico que (los libros dicen) siente una persona con heroína en su sistema.

Mi hombro chocó por un momento contra el hombro de otro chico, y luego él me regresó el golpe. No le presté demasiada atención, sería demasiado estúpido hacerlo, tomando en cuenta que en medio de todo este revoltijo de cuerpos humanos, todo el mundo chocaba, tocaba e incluso manoseaba a todo aquel que tuviera al lado, a su plena disposición. Sin embargo, él volvió a repetir su movimiento, esta vez un poco más fuerte que en la anterior. ¿Cómo supe que era el mismo? No tengo idea, algo en la textura de su cuerpo quizá, o puede que simplemente fuera su aura o algo por el estilo.

Devolví el golpe con mi hombro, y esta vez, su brazo se aprovechó de la cercanía y se envolvió alrededor de mi cintura, casi tocándome la nalga derecha, con todo el descaro del mundo ¿Quieres jugar, hombre? Me volteé en su dirección y entonces me encontré con un chico aparentemente de mi edad y completamente desconocido. Apenas tuve tiempo de pestañear y sus labios ya se habían aproximado hacia mi rostro, sin ningún tipo de pudor, intentando apoderarse de los míos. Y, en medio de todo el éxtasis de la situación, tomando en cuenta mi nivel de inconsciencia y desenfreno, la idea de probar esa superficie suave, me pareció incluso tentadora.

Aunque cierta personita no compartía el mismo pensamiento.

Fue entonces cuando una mano se aferró a la cara del chico, casi incrustándose en sus ojos, y encerrando su nariz en medio del dedo anular y meñique, dejando casi todo su rostro aplastado detrás de la palma, para luego empujarlo hacia atrás con suma violencia y alejarlo por completo de mí y de mis labios. Gritó algo así como: "¡Aléjate asqueroso, indecente!" con cara bastante terrorífica, y luego otro "¡Y tú también, perro calentón!" mientras yo me limitaba a seguir bailando como si nada.

¿Me importó? No, no demasiado. Si Nico di Angelo quería jugar a ser mi amargado guardaespaldas durante toda la noche, entonces podía hacerlo. A mí, de momento, solo me interesaba la música, y como aquellos Dj en la cima del escenario, creaban una explosión de sonidos que te estallaban la mente con un solo botón.

Esto es un concierto. Esto es un espectáculo de electrónica, y nada podría superarlo, (bueno, quizá podría hacerlo un buen concierto de Heavy Metal), yo no soy más que un muñeco moviéndose al son de las canciones en este punto, y ni siquiera la cara mitad aburrida y mitad interesada de Nico podría arruinarlo. Mi cuerpo mismo me impedía ignorar el ritmo. Había cobrado vida, y por sí solo, se movía, saltaba, y levantaba los brazos cuando le apetecía y como se le antojaba.

Y cuando pensé que ya no podía estar más ido de la cabeza.

https://youtu.be/86khmc6y1yE

Suena Scrillex, con la canción de Kyoto, y eso damas y caballeros. Eso es otro nivel totalmente diferente al resto. Lamento mucho decir esto, pero es la verdad, (y la verdad duele) Scrillex estaba en la primera fila de la cadena alimenticia, y al resto se los tragaba con solo un sonido mezclado. Es decir, la música parecía que la estuviera tocando un mosquito a centímetros de tu oído... pero aun así, sonaba a mosquito con onda que entraba en tus neuronas y despertaba cada parte de tu corteza cerebral como fuegos artificiales.

Incluso traté de bailar con Nico. ¡Ya, me volví loco, lo acepto! Lo agarré de sus frías manos y empecé a movernos en círculos en nuestro pequeño lugar, hasta que Nico se soltó escandalizado y a la vez divertido. Casi divertido. (Creo que en medio de la diversión y la preocupación por que me haya vuelto completamente loco). Aun así, me acerqué de nuevo a él, contento, y estuve a punto de subirlo a mis hombros de no ser porque su codo fue bastante doloroso al chocar contra mi nariz.

—¡Auch! — Grité con un mohín, pero después no pude dejar de reír. — ¡DIVIÉRTETE, DIVIÉRTETE! — Alcé las manos. — ¡VAMOS, HOMBRE, HAZ ALGO COOL!

Pensé que me daría una mirada de "Estás loco, ve a un psiquiatra". Pero en cambio, se empezó a reír conmigo. Se llevó una mano a los labios como queriendo tapar su sonrisa. Creo que se reía más por mi estado que por diversión (o sea, más de mí que conmigo). No me molestó en lo más mínimo.

En un momento dado, alguien nos tiró agua fría, es decir, no a nosotros solamente, también al resto de personas de nuestro entorno. Debió haberlo tirado alguien bastante ebrio que le pareció una magnífica idea mojar al resto con... esperaba en verdad que fuera solo agua. Y no fue solo una, sino dos y tres veces más. Este tipo estaba completamente loco, pero sentir el agua enfriando mi cuerpo, no hacía otra cosa más que incrementar el calor de mis venas (si es que eso tenía algún sentido). Hasta que la cara colérica de Nico no podía ocultarse más.

—¡SOLO DIVIÉRTETE! — Le repetí a voz en grito, mi mirada bajó hacia su camiseta mojada fugazmente, que había conseguido pegarse a su torso, y luego subió de vuelta hacia sus profundos ojos. — ¡VAMOS!

Nico bufó, y me di cuenta, de repente. Que durante todo el rato que llevábamos aquí juntos, su cuerpo siempre se mantuvo volteado en mi dirección. Jamás hacia el escenario por más de unos segundos de curiosidad, yo me movía, él lo hacía. Él se movía, yo de nuevo me acercaba a él. Sin pensarlo, solo como si una goma elástica nos devolviera el uno al otro, siempre. Y esto lo había hecho de forma completamente inconsciente, es decir, solo me he percatado ahora que puse pausa a mi cuerpo y pensé por un diminuto segundo

Diviértete le había dicho. A lo que él contestó:

—¿CÓMO?

Inhalé profundamente, dejando que el oxígeno alimentara de nuevo mi cerebro, y entonces me encontré admirándolo como tantas veces lo había hecho. La tela de su camiseta mojada insistía en pegarse a la piel de su pecho y remarcaba su delgada complexión. Esa maldita tela, unida con la gravedad, habían sido lo suficientemente malvadas como para dejar que el cuello de la camiseta se halara, como si quisiera llegar al piso, y me permitiera ver la marcada clavícula que conducía hacia su cuello pálido. El collar de acero que relucía ahí, por primera vez en la vida, no hizo otra cosa más que insinuarme otras escenas, no aptas para todo público, en las que antes ni siquiera había sido lo suficientemente estúpido como para idealizar.

Y luego, al llegar a su rostro, me encontraba de nuevo con el ángel caído del cielo. Aquel con piel de porcelana, de tez inigualable, rasgos delgados, pero definidos. Con esa mandíbula, que parecía haber sido dibujada con un transportador, y formaba un ángulo perfecto, que solo conseguía terminar con el paraíso que su clavícula y cuello ya habían creado. Y esos malditos ojos oscuros, tal como la obsidiana, que se encerraban en la prisión de terciopelo negro que representaban sus pestañas.

¡Ah! Pero, cómo no mirarlo, con una cara alelada, estando frente a él.

Y entonces, los cables dentro de mi cerebro explotaron, se cortaron, chispotearon totalmente. Casi escuché el BUM en mi cerebro, o tal vez fue el drop hard de Skrillex fundiendo mis neurotransmisores finalmente. Fue instantáneo, sin pensar, mi cuerpo simplemente se abalanzó a él y mis manos agarraron su rostro, demasiado fuerte creo, para atraerlo hacia mí e implantarle un duro beso en su malditamente perfecta boca cincelada, hecha por los Dioses malvados de la lujuria.

Lo último que vi antes de profanar sus labios, fueron sus ojos abiertos de par en par, sin mover un solo músculo de su cuerpo. No duró más de cinco segundos. Tan rápido como el loco impulso llegó, desapareció, ante la realidad de lo que había hecho. Apenas empezaba a disfrutar de su boca cálida, y a buena hora mi cerebro vuelve a funcionar. Resistí el impulso de morderle los labios justo antes de separarme.

—¡¡¡¡¿PERO QUE CARAJOS HICISTE, RUBIO TONTO?!!!!— gritó uno de mis angelitos, al tiempo que presionaba un botón rojo gigantesco en la pared de mi cerebro, declarando estado de Emergencia.

—¡Hijo de...! ¡NOS VA A MATAR!— grita el otro, arrancándose con fuerza los rizos rubios de su cabeza— ¡PEOR! ¡NOS VA A ODIAR! AHORA SÍ QUE NOS VA A ODIAR, INÚTIL!

Di un paso hacia atrás. Oh mierda. Él no había cerrado sus ojos en ningún momento. Pero tenía los labios entreabiertos, y tenía tantas jodidas ganas de volver a besarlo, que hasta pensé que podría llorar. Pero primero necesitaba estar alerta para el golpe o puñal que pudiera matarme.

—Yo... lo siento. Lo siento tanto. — ¡Disculpas, disculpas! ¡Pensaba en las disculpas más ingeniosas del mundo! — lo lamento... lo lamento...

Él parpadea marcadamente un par de veces, su expresión se mantiene completamente seria, no hay ni un solo rasgo de sentimiento ahí, ni odio, ni ira, ni nada, lo cual me hace pensar que, en pocos segundos va a explotar, y va a darme un puñetazo que acabará con mi dentadura entera. La fiesta continúa a nuestro alrededor, sin embargo, mi mundo, se ha detenido por completo, y ya no hay música, no hay baile, no hay luces, ni sudor...

Solo Nico.

Soy consciente de que continúo balbuceando disculpas, pero no tengo control sobre lo que digo, ni siquiera yo mismo estoy prestando atención a mis estúpidas palabras. En cada uno de mis hombros, un angelito sufre de forma distinta. En la derecha, uno de ellos llora y sorbe sus mocos, mientras que en la izquierda, mi conciencia alada simplemente está completamente inerte, mirando hacia el piso con ojos perdidos.

—Solo...— Nico me interrumpe, desviando su mirada un momento, y luego volviendo a mí, cuando me he callado de súbito.

Él no continuó con la frase nunca. Simplemente, se acercó de nuevo, a una velocidad que bien podría competir con el efecto de cámara lenta. Sus ojos se desviaban, intercalando su atención entre los míos, y mis labios. El calor que se había apoderado antes, de mi cuerpo, no llegaba ni siquiera a la temperatura de un día lluvioso, en comparación con esta supernova que alzaba sus llamas ahora.

Y podría jurar, que mi corazón se detuvo durante un par de minutos.

Sus labios se posaron sobre los míos, bajo su propia voluntad, con una suavidad extrema, que debería ser ilegal. Sus manos subieron, hasta sujetar la parte trasera de mi cabeza, y aproximarme más a él. Primero se limitó simplemente a quedarse ahí, como si intentara memorizar la textura del mundo en el cual se estaba adentrando, pero luego, su boca se entreabrió, haciendo que la mía lo siguiera en un acto reflejo. Y en una exquisita tortura, que solo él podría ser capaz de conseguir, le permite a nuestras lenguas conocerse, con un débil y casi inexistente toque.

No sé si sus ojos están abiertos esta vez... Pero, definitivamente, los míos no lo están. Mi corazón late tan fuerte que creo que es posible escucharlo, incluso para él. Todo mi cuerpo estaba temblando, mis dedos se agitaban espasmódicamente cuando me aferré de sus mechones crespos. ¡Oh, Dios mío! ¡Dios, no me mates ahora por lo que más quieras! Supliqué, mientras todo giraba a mí alrededor como si estuviera dentro de esos juegos mecánicos que giraban y giraban, y giraban

Sentía que era lo más correcto del mundo que sus manos estuvieran detrás de mí cabeza. Sentía tanta calidez y felicidad a partes iguales. Con sus labios moviéndose con los míos, sus lengua enviando chispas de placer hasta mi entrepierna; y arrebatándome vilmente, la capacidad de volver a encontrar algo aún más perfecto que esto.

Los gritos de felicidad se alzan a nuestro alrededor por la música. Y yo... Yo gritaba internamente, en el que se convertiría en el mejor momento de mi vida, hasta el día de hoy.

Paso #27: Déjate llevar. No lo pienses demasiado, solo hazlo y ya. Tendrás tiempo de arrepentirte después, si las cosas salen mal, pero nadie será capaz de quitarte el éxtasis que te dejó la experiencia. Somos delincuentes, no podemos esperar tener un romance de cuento de hadas, ni siquiera tenemos demasiadas oportunidades de tener una tonta cita, sin que algo salga tremendamente mal. Así que... ¿Qué más da? Solo atrévete a cometer errores.

Quizá no resulten tan erróneos, al final de todo.

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Lector random: ¡Hey, chicas! Mencionaron un montón de canciones. Deben saber mucho de música electrónica.

RLk: *esconde detrás de ella todo su historial de busqueda en Youtube, en el cual pasaron enfrascadas durante días para encontrar buenas canciones que sonaran bien*

Amer: *esconde las conversaciones con su novio, en las cuales le pedía las mejores canciones de electrónica, ya que de esa música ninguna de las dos sabía ni papa*

RLk: JAJAJAJAAJAJAJJAJA sí... ajá, ajá, ya sabes... Lo normal. Sabemos mucho de estas cosas... Ajá. *se miran nerviosas*

Amer: oh, y lo de arriba fue en serio. Ya saben lo que significa. ¡Avisennos y lo haremos, de lo contrario se nos pasa el tiempo sin darnos cuenta! ¡NOS vemos en rock and roll!

RLk: Besitos <3 <3 

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