Paso# 19: No bajes la Guardia
En el cuartel general del sismance, RLkinn está sentada sobre la mesa del escritorio de su sis, mientras que Amer (quien ocupa la silla) está concentrada escribiendo en su celular, con los pies recostados sobre la misma mesa.
-Oie, sis- inicia a decir RLk- ¿Recuerdas cuando te mencioné aquello de...?- se inclinó para susurrarle en el oído.
-Sí, recuerdo bien, sis... ¿Qué con eso?- pregunta la hija de Hades, despegando su vista del celular.
-Imagina esto...- continuó susurrándole rápidas palabras al oído, pero entonces Amer toma el control. Se levanta de su asiento y básicamente encasilla a la hija de Eros, y esta vez, es ella quien comienza a susurrar estrategias de combate para el capítulo.
- ¡Oh, sí! ¡Oh Dios, sí! - Exclama la hija de Eros al escuchar sus palabras- ¡Sigue, sigue, no pares, mujer! ¡Oh dioses! Ahhhh, me gusta, me encanta.
-Y... y... entonces... ellos estarán en clases- continúa la hija de Hades- Espera... No, eso no. Olvida esa última parte.
- Qué tal si...- inicia a sugerir RLk, pero Amer la interrumpe solo para decir su propia exclamación.
- Ajá, ajá. ¡Toma el ritmo, sis!- dice Amer- ¡Quiero verte haciéndolo!
La hija de Eros se interrumpe solo para soltar una carcajada y luego su sis se une a ella, sin saber realmente por qué, pero... su risa es contagiosa.
-Amo nuestro doble sentido, sis- dice RLk- En serio lo amo.
-Yo igual sis, yo igual.
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Fin del comunicado sismance.
***
-Bienvenidos al instituto de delincuentes juveniles, donde existen los mejores circuitos cerrados de video vigilancia, diseñada para supervisar cada esquina de nuestra renombrada institución. Contamos con los guardias de seguridad más calificados en todo tipo de artes marciales para detener a cualquier prófugo, y tenemos a los profesores más experimentados para la educación de nuestros chicos problemáticos. Nos sentimos orgullosos, y nuestros alumnos están perfectamente atendidos en todas sus necesidades. -termina de decir el señor D, al grupo de periodistas y hombres trajeados que lo han escuchado durante todo el tour. - ¿Alguna pregunta?
Todos se miran entre ellos, y también las paredes, el suelo, y las ventanas de su alrededor, mientras varios anotan en un cuaderno ciertos puntos a favor y en contra de las instalaciones que han visto. El señor D, siente sudor frío correr por su espalda por el nerviosismo, y fastidio de tener que mantener su asquerosa sonrisa por tanto tiempo en su rostro.
- Bien. - Dice, antes de que alguien se aventurara a comentar algo. - Llegamos a la última clase, donde los alumnos de último año estudian tranquilamente dentro y como verán, todo está bajo control...
¡Pum! Sin previo aviso, a través de la pequeña ventana que posee la puerta de la clase, aparece Leo Valdez abruptamente como si alguien lo hubiese lanzado en contra de éste, con las manos manchadas de un líquido color rojo que simulaba ser sangre, luciendo un rostro aterrorizado, y con Percy Jackson sujetando una llave contra el cuello del latino para amenazarlo, mientras que Jason lo sujetaba. A su espalda, se podía observar a Frank Zhang, aparentemente inconsciente, recostado sobre un pupitre, con una silla sobre la espalda y el mismo líquido rojo manchando su cabeza.
Todos los periodistas y los hombres trajeados, saltaron asustados y echando chillidos sobresaltados. Algunas mujeres incluso retrocedieron y pusieron delante de ellas sus propios cuadernos y compañeros de trabajo como escudos humanos.
- ¡Por favor! - Solloza Leo, manchando el vidrio de su supuesta sangre. -¡CADA DÍA EN ESTE LUGAR ES UNA TOOOORTUUURA! - y aulló como condenado. - ¡SÁLVENMEEEEE!
- ¡USTEDES MONTÓN DE IDIOTAS! - Grita Dionisio, totalmente fuera de sí por la indignación. - ¡DEJEN DE JODER!
Entonces, Percy lanza a Leo al suelo y finge que lo golpea reiteradas veces con su llave de mecánica, mientras que solo se ve su mano apareciendo y desapareciendo por la ventana... Y eso, fue suficiente para que todos los periodistas y otros hombres del gobierno, salieran corriendo por los pasillos arrastrando sus cámaras y sus trajes sin estilo.
- ¡Esperen! ¡Esperen! - El señor D, (y Quirón corriendo detrás de sus pasos) va en la dirección que ellos huyen velozmente. - ¡Les juro que solo son esos! ¡SON LOS ÚNICOS QUE ESTÁN MAL DE LA CABEZA! ¡OIGAAAN! - Gritaba el señor D, hasta doblar la esquina del pasillo y desaparecer de la vista de los demás alumnos que habían salido de sus clases para observar de qué se trataba todo el barullo.
Aunque no hacía falta preguntar, era más que obvio que en la última clase, había mucho que admirar, porque justo en esos momentos, el viejo profesor gordo de matemáticas, había sucumbido ante su imperturbable sueño, y todos sabían, que cuando eso pasaba, podría estallar una bomba atómica en el Instituto, que el viejo señor Torrent, no lo notaría.
Esa era la razón, por la cual todo se había salido de control en el salón de clases, ese era el motivo que había ocasionado la liberación y creatividad de ciertos chicos, para poder dejar en mal al director del Instituto, frente a los ojos de cualquier persona ajena al lugar que pusiera los pies sobre esos azulejos prisioneros. Y había resultado, de una forma muy exitosa.
Mientras el señor D corría, intentando explicar la situación, dentro de la clase, una manada de estudiantes revoltosos se distraen de sus aburridas vidas, mientras se golpean los unos a los otros, lanzan libros de una esquina del salón y los atajan en la otra. Un grupo de chicos están saltando sobre los pupitres, pretendiendo que el piso está hecho de lava. Las chicas más coquetas están intentando hacer su propia versión de la queratina brasileña alisadora de pelo, con huevos crudos robados de la cafetería, café de la sala de profesores y dos piedras planas, calentadas bajo el azotador sol del desierto.
En el medio del salón, un par de chicas se encuentran tranquilamente conversando acerca de las casualidades de la vida, y de las estupideces de sus compañeros, quienes han dejado todo el piso manchado con tinta roja, o pintura, o lo que sea que hayan utilizado para hacerlo pasar por sangre. Una de ellas, sonríe con paciencia, mientras la otra tiene el ceño fruncido, y se maldice por millonésima vez por haber sido tan estúpida como para intentar escapar con su ex novio. Si no fuera por ese maldito error, ahora estaría libre, sana, salva y lejos de adolescentes estúpidos.
- ¿Quiénes eran? - pregunta Hazel a Calipso, al mismo tiempo que observaba al trío tormenta marítimo de fuego, chocar palmas, y dándose sus felicitaciones por un gran trabajo. Incluso Frank se había acercado a ellos para abrazar a los tres al mismo tiempo, y casi alzarlos con sus poderosos brazos, que eran casi del tamaño de neumáticos. -Parecían personas importantes, por la cara tensa del Señor D.
-Es porque son de parte del ministerio. - Le responde la castaña, en tono desinteresado, mirando también de reojo al trío de locos. - se supone que ellos vienen cada año, a supervisar todo, y si les gusta lo que ven, dan su aprobación para que el instituto siga en pie, sin problemas legales.
- Vaya. - responde Hazel solamente, asombrada de tanto papeleo. - Es por eso que el señor D se veía tan preocupado... Debe estar tan estresado, por cuidar todo el tiempo del instituto.
- Sí, bueno, si fuera tú no me preocuparía tanto. - se encoge de hombros. - después de todo, si cierran el instituto nosotros seremos libres y... - no pudo continuar, Hazel la interrumpió en media frase.
-Seremos enviados a un reformatorio para menores, y otros irían a la cárcel de los adultos, ya que muchos ya son mayores de edad... - Dice, reflexionando sobre muchas cosas a la vez, y mirando hacia los chicos de enfrente, con sus labios temblando y un montón de posibilidades apareciendo en su cabeza, súbitamente. Suelta un suspiro atemorizado, y Calipso se arrepiente de inmediato de haberle puesto (indirectamente) una cara tan triste a su dulce rostro. - Tales como Piper, Percy y Clarisse... ¡perderían una gran parte de sus vidas!
-Bueno, bueno, no te desesperes tan rápido, ¿okay? - Le detiene Calipso, agarrando sus hombros y zarandeándola un poco. - ¡Nada de eso va a pasar! ¿Sabes por qué? - Hazel pestañea desconcertada. - Porque tú irás allá y harás algo muy tierno, y todos te amarán y final feliz para todos.
- ¿Yo? - Inquirió alarmada. - ¿Pero qué se supone que voy a hacer?
- ¿Aún tienes los ositos de goma? - Le pregunta Calipso, a la vez que una sonrisa maliciosa aflora de sus labios y Hazel empieza a abrir los ojos de par en par al entender su plan. - Vamos, y tranquila, nadie se dará cuenta de que nos fuimos, con ese trío de idiotas aun presentando su espectáculo de simios.
Aclarado eso, mientras Hazel y Calipso se levantaban de sus asientos para dirigirse hacia la puerta, y cumplir la misión de salvar el instituto; (y el trasero de muchos delincuentes de una cárcel verdadera) a pocos asientos a la izquierda, ocurría un hecho inédito por primera vez dentro de esas cuatro paredes... Jason Grace, se había acercado a Piper McLean en silencio y ahora estaban... Sentados. Juntos. En la misma mesa. ¡Conversando sin una pizca de incomodidad!
- Entonces, ¿estabas por casarte? - interroga Jason en tono tímido, sin mirarla directamente a los ojos. - Oh bueno, lo tenías como plan a futuro ¿no?
Ésta era la 5° pregunta que hacía a su compañera sobre su vida personal, y por primera vez, Piper podía contestar cada una de ellas sin sentirse herida por recordar, ¡y éste logro la llenaba de confianza y entusiasmo! Por fin, podría hablar de su hermana, de su ex, e incluso de las perras de sus antiguas amigas, sin sentirse más como si estuviese tratando de no ahogarse dentro de un mar de lágrimas.
Piper no podía creer que le había tomado tanto tiempo recuperar su antiguo y cómodo "yo", hubiese querido sentir esta pacífica sensación desde hace años. Pero aun así, no tenía nada que reprocharle al tiempo, ni ganas de hacerlo. Finalmente, se había vuelto a encontrar a sí misma como a una vieja amiga, y esta vez nunca más, la iba dejar ir. Por nada ni nadie. ¡Tampoco podía creer que hubiese sentido celos de su hermana mayor! Dioses, ahora que la veía tal cual es, lo único que sentía por ella era: Lástima, e indiferencia.
- Si, bueno, cuando llegara a la mayoría de edad, supuestamente, lo haría. - ella le responde a su pregunta, encogiéndose de hombros con una sonrisa. - ¿Qué puedo decir? Era una adolescente con las hormonas alborotadas. - se ríe bajito, con un pequeño tinte de tristeza. - Pero... me alegro no haberlo hecho, digo...
Ella suelta una carcajada, y Jason sonríe inconscientemente, por contagio de su alegría juvenil. Su corazón se siente contento estando a su lado, y contenía las ganas de volver a tomar su mano, para comprobar si era tan suave y cálida como lo recordaba... Él había rememorado, todos los días, aquel momento donde se cogieron de la mano; en clases, comiendo, incluso antes de dormir.
Pensaba en esa sensación por varias horas, y, se escondía debajo de su almohada para ocultar su sonrisa bobalicona de sus amigos, quienes sin lugar a dudas, lo molestarían si le vieran con esa expresión.
- ¿Qué es? - Le preguntó intrigado, queriendo saber el porqué de su carcajada.
-Ahora que ya no me importa. Puedo ver, lo feo que era. O sea, ¡¿Dioses en qué pensaba?! - Exclamó, y ambos sueltan una carcajada limpia al mismo tiempo. - ¡Tenía luces en el cabello, Jason! ¡Luces! Ni siquiera yo me he teñido, alguna vez en mi vida.
- ¡Pero él tenía luces! - Corrobora Jason, y después para rematar, Piper agrega:
- ¡Y también aros! ¡En ambos lados de la oreja!
Jason se ríe tan fuerte con esa última declaración, que incluso tiene que doblarse en su silla por la falta de aire, mientras que, Piper, lo está observando en silencio, admirando su sonrisa de oreja a oreja que hacía desaparecer la pequeña cicatriz de sus labios y lo deja más guapo de lo que podría ser bueno para su salud física, y mental. Es decir, la forma en que su corazón bombeaba y sus pensamientos sólo giraban en torno a esa sonrisa, definitivamente no podía ser sano. Pero al mismo tiempo, la hacían sentir tan viva.
Al fondo de la clase, otra persona también los estaba contemplando silenciosamente, como si fuesen parte de una película romántica en vivo y en directo. Annabeth Chase. Ella miraba desde hace rato, con una pequeña sonrisa alegre y satisfecha en aquella dirección, e ignorando deliberadamente al mismo tiempo a, Percy Jackson. Un delincuente, el cual le estaba lanzando proyectiles de pedazos de borradores contra su espalda y dentro de su cabello rizado, intentando llamar su atención, como un niño mimado.
Volviendo a Piper, ella nuevamente había vuelto a ser la misma de antes y eso la llenaba de felicidad. Ya no ataba su camiseta en lo alto dejando ver una gran proporción de su abdomen y su piercing en el ombligo; ya no se movía provocadoramente como una actriz porno, y tampoco se llenaba el rostro de maquillaje hasta dejarla irreconocible, exceptuando por un ligero brillo en los labios, ella estaba limpia. Entonces un pedazo de borrador golpea su cachete y la distrae, sus dientes chirriaron dentro de su boca con irritación. Pero seguiría ignorándolo aunque fuese lo último que hiciera. ¿Por qué?
Por el bochorno. Por la inminente y gigantesca vergüenza de haber hecho lo que hizo la semana anterior. ¡Ponerse celosa y totalmente fuera de control ante Layla! Nunca se lo perdonaría, y Percy podría ser torpe y despistado a veces, pero desgraciadamente, no era estúpido. Y apostaba a que ya había llegado a una conclusión del porqué había atacado tan violentamente en ese entonces, al encontrarlos de infraganti en el baño. Además, ella había sido bastante clara con las palabras que había utilizado. Había dado demasiadas pistas que eran obvias. ¡Maldita sea!
Estúpido Perseus Jackson, pensó frustrada, ¿por qué siempre me molestas tanto?
***
Hazel y Calipso corrieron fuera del salón y luego a través de los pasillos, tomando todos los atajos que Belladona conocía, para poder adelantarse a los señores ineptos trajeados que huían cual ratas de un barco a punto de hundirse. Cuando lograron adelantarlos, y aparecer un par de pasillos más adelante de donde ellos saldrían, ambas tenían sus respiraciones entrecortadas, y sus mejillas estaban rojas por el ejercicio, pero ya tenían un plan, uno que sería muy efectivo, y, si tenían suerte, nadie tomaría en cuenta el pequeño factor de que ellas dos estaban fuera de clase sin permiso.
- ¿Estás lista?- preguntó Calipso, al tiempo que Hazel, intentando recuperar su aliento, sacaba su última bolsita de ositos de goma. Porque... ¿Qué podría ser más tierno que Hazel comiendo ositos de goma? Oh... claro que había algo más tierno, y la morena lo sabía. Así que, asintió con decisión hacia su compañera, y, juntas, salieron de su escondite, apareciendo inmediatamente en frente de aquellos hombres aterrorizados.
Todos estaban demasiado ocupados corriendo hacia la salida, y el señor D, junto con Quirón, los seguían, básicamente suplicando compasión, pero entonces, como si saliera de en medio de la niebla, todos repararon en esa pequeña chica morena de ojos gigantes y dorados, que los miraba, justo en frente, con una adorable sonrisa en sus labios. Se detuvieron, casi todos al mismo tiempo, sin saber exactamente qué era lo que debían pensar.
-Señor D...-la voz de Hazel sonó como la de un ángel recién bajado del cielo al director, quien se mantenía alerta. - ¿Me puede ayudar a abrir este paquete de ositos de goma? Quería compartirlo con los chicos, pero no consigo abrirlo.
Por un momento todo se mantiene en silencio, todos los periodistas intercambian miradas y luego su atención se fija en el señor D, que la mira con una ceja levantada, por un momento sin comprender de dónde diablos ha salido. Calipso sonríe de oreja a oreja, y varios de los periodistas la reconocen, como la hija del Concejal Belladona. Un político muy importante.
- ¿Por favor? ¿Puede abrirlos?- pide de nuevo, y forma un mohín con sus labios, extremadamente adorable, delante de ellos, lo cual resultó como un disparo a sus sienes.
- ¡Ven! - El director al fin capta la idea- Es justo lo que les estaba diciendo. Esta es Helga Burlesque - la nombra, a la par que soba su cabeza como si fuese un cachorrito. - Una de nuestros más recientes casos, y está prácticamente reformada por completo.
Hazel muestra su mejor sonrisa y saluda tímidamente con una mano, está parada con las puntas de sus pies juntos, dándose a sí misma un aspecto de lo más tierno. La escena es tan adorable, que todos los periodistas han cambiado por completo sus expresiones, y la observan con dulzura, algunos de ellos están casi a punto de soltar un gran y monumental "Awwww", pero entonces, Calipso observa algo, a tan solo unos cuantos pasos de ellos, que la deja completamente fría.
- Mier....- inicia a decir, pero recuerda a último momento que debe parecer una chica buena, así que se corrige - Mi hermosa amiguita, Haz. ¿Por qué no vamos por allá a pedir ayuda a Will? Así no molestaremos a nuestro estimado señor D, que ya vimos que está muy ocupado, justo ahora. ¿Ves? Will está con unos cuantos amiguitos, también.
Hazel la observa sin comprender, ninguna de ellas había visto a Will desde que salió "al baño" hacía más de media hora, por lo que pensaron que probablemente estaba reabasteciendo su botiquín de primeros auxilios o algo parecido. Pero al voltear la mirada, hacia el lugar que su amiga le señala, sus ojos se abren mucho, pues encuentra a Will, siendo acorralado por Dimitri y su pandilla. (¡De nuevo!) ¡Oh pobre, tonto y confiado Will! ¡Con lo mucho que le advirtieron que no camine solo por el instituto!
-Muchas gracias a todos por venir a visitarnos- dijo nuevamente Hazel, dirigiéndose hacia los periodistas- Es un honor para nosotros. Y fue un placer saludarlos. ¡Nos vemos señor D!
Ambas querían correr, para poder intentar auxiliar a Will, pero los hombres de Dimitri estaban a escasos pasos de ellas, y cualquier movimiento en falso, sería notado por sus invitados. Debían hacer algo para sacarlo del apuro y que pareciera completamente pacífico y normal, pero ¿Qué? ¿Cómo podían sacarlo de ese lío de forma pacífica? Sobre todo cuando Calipso Belladona estaba presente.
Hazel sabía la respuesta, y la odiaba.
Tomó una larga respiración, cerró los ojos un par de segundos, para tranquilizarse, y luego tomó la mano de Calipso. Juntas caminaron lentamente hacia donde el pandillero ruso estaba teniendo una plática, no muy agradable, con Solace. Sentían los ojos de todos los reporteros siguiéndolas a sus espaldas, no podían dar ni un solo paso en falso o las cosas empeorarían.
- ¡Hola chicos!- saludó ella alegremente, luego extendió la bolsa de ositos de goma y se la mostró a su amigo, quien las observaba con una clara mirada de "huyan, chicas. Sobrevivan y cuenten mi historia" - ¿Me ayudas con esto, Will?
- Yo puedo ayudarte, katyonak - Dimitri pronuncia en un tono amable, que más bien, resulta perturbador y hace que Hazel tenga que tragar saliva para mantenerse ahí de pie, sin salir corriendo. Él extiende la mano gentilmente, pero entonces Hazel, reafirma su posición, en un plan de emergencia completamente improvisado.
-No- dice la morena con tono firme- Quiero que Will me ayude, tú solo lo romperás. Él tiene manos suaves.
Dimitri entrecierra los ojos y una mueca se muestra en su rostro. Su pandilla entera parece estar en pausa, demasiado quietos, demasiado concentrados, esperando por una sola instrucción para saltar al ataque como animales salvajes. Will la observa con pánico, al parecer pensando que se ha vuelto loca, y Calipso hace presión sobre su mano, lanzándole una orden tácita de que cuide sus palabras, pues se encuentran en desventaja, por el momento.
Hazel toma una honda respiración de forma casi imperceptible para tranquilizarse, sabe que no debe dejarse llevar por su pánico, pero en verdad era demasiado difícil con el ruso a escasos centímetros de ella.
- ¿Puedes soltarlo, por favor?- sugiere entonces, con una sonrisa pura (y falsa) y sus ojos brillando cual monedas de oro. Entonces, algo se ilumina dentro de Dimitri. Algo que nadie nunca habría esperado ver en el pandillero ruso, una sonrisa alegre, pero también maliciosa nace de sus labios y luego, chasquea la lengua dándole una mirada como quien no quiere la cosa.
- ¿Y yo que obtengo a cambio, katyonak?- dice, pero su tono ahora es ligeramente juguetón, completamente encantado con la actitud, mitad dominante, mitad adorable, de Hazel. (Totalmente consciente de su actuación) - Mi filosofía siempre ha sido, dar, para recibir. Entonces, ¿qué eres capaz de entregarme, mi katyonak? - se acerca a ella. -- Dime, ¿qué gano?
Esta vez, la morena se ha quedado en blanco y realmente no sabe qué contestar, pero Calipso entra en la discusión, para ayudar, metiéndose en medio de ellos como una pared divisoria. Will niega sutilmente con la cabeza, casi rogándoles porque se larguen del lugar y se pongan a salvo.
- Que no te pateé el trasero de nuevo- dice Belladona, con una gran sonrisa en su rostro, pues, a la vista de los entrevistadores, quienes toman notas atentamente (pero no pueden escuchar nada) esto se nota como una conversación común y corriente entre un grupo de adolescentes y un par de chicas- Eso obtienes, idiota.
-No estoy hablando contigo, puta-le devuelve Dimitri en un arranque de furia y luego su mirada se centra otra vez en Hazel, esperando su respuesta. Calipso está casi verde de furia, y por contener todo lo que puede sus ganas asesinas, y antes de que cometiera un error, Hazel suelta...
-Hoy, luego de clases, poco después del atardecer... - Su voz apenas sale en un susurro, reticente. - Puedes acompañarme hasta mi habitación. Solo los dos, juntos.
- ¡No! - Exclamó Calipso de inmediato, todo su rostro arrugándose de horror; y Will soltando un quejido lastimero en respuesta. - ¡No voy a permitirte eso Hazel!
- ¿Aceptas el trato o no? - Volvió a decir Hazel, esta vez con más determinación y dureza. Ignorando a Calipso, quien abre los ojos como platos pasmada - Es eso o nada.
-Lo acepto. - Dimitri susurra con extremada dulzura hacia Hazel, su mano se estira hacia ella, pero Calipso la aparta de un manotazo. El ruso la mira con enojo contenido, cerrando su mano en un puño lentamente, pero luego vuelve a mirar a Hazel. - Nos vemos, mi katyonak.
Dimitri se despide solo de ella, con sus ojos brillando de entusiasmo y anticipación por la noche que los espera. Oh, Hazel no quería ni imaginarse qué clase de cosas estarían pasando por la mente del ruso en este momento. Ella, y él, ¿juntos? Camino a una habitación que al parecer pensaba que estaría vacía, solo para ellos dos. No, ella no quería saberlo en lo más mínimo.
Después de eso, ellos se fueron, Dimitri golpeando el hombro de Calipso al pasar, gesto que la chica respondió con un escalofrío de asco. Aún estaba muda, solo mirando a Hazel con pura preocupación, seguramente pensando en las mil y una formas en que trataría de convencerla para que no hiciera lo prometido.
Pero ya era tarde, el trato estaba hecho, y no cumplirlo sería peor que hacerlo.
-Oh Dioses, ¡ustedes dos, niñas bobas! - les reprende Will, desesperado, pasándose una mano por su pelo. - ¡¿Por qué vinieron a ayudarme?! ¡Mira en lo que te has metido Hazel!
-Todo estará bien, Will, tranquilo...
-No, no, nada está bien. Nada. - negó frenético. - Está peor que nunca. ¡Tu hermano va a matarme! ¡Ahora sí que va a degollarme!
Hazel sintió ganas de ponerle los ojos en blanco, mientras pensaba con sarcasmo "¡Oh! Qué dulce, gracias por preocuparte por mí, Will. ¡Pero estaré bien!" Oh bueno, eso quería creer. Entonces sus pensamientos se interrumpieron cuando Calipso la volteó hacia ella para que la mirara fijamente, ella lucía desesperada, casi en pánico, su corazón se encogió por su preocupación.
-Podemos escondernos, déjame ayudarte, no tienes que hacerlo...
-Está bien, Calipso. En el edificio siempre hay muchas chicas paseando por los pasillos, no estaremos del todo solos. - Le dijo, en tono conciliatorio, tratando de animarse a sí misma de paso. - Sé que esto se ve muy mal, ¡no quiero hacerlo! Pero, tengo qué.
- Hazel, no tienes que ir. - sus ojos brillan, y ciertas lágrimas se ven en la comisura de sus ojos. - Si crees que te dejaré ir con él, sola, es porque realmente no me conoces. Ni en lo más mínimo.
-Y sí tú no confías en mí para hacer esto, - ella devuelve con rudeza, con una mirada intimidante que dejó callada a Calipso. - es porque tú no me conoces ni un poco, y solo has estado fingiendo todo este tiempo, el ser mi amiga. -se acercó a su rostro. -No. Me subestimes. ¿Ok?
Declaró firme, para luego, girar sobre sus propios pies y dirigirse a otra parte, para estar sola, seguramente. Y llenarse de valor para la cita tan esperada. (Nótese el sarcasmo). Tiró un resoplido al estar Lo suficientemente lejos para no ser oída, sin creerse aún, que su primera cita ocurriría hoy, con el bravucón más peligroso del instituto.
Calipso y Will la miran irse en silencio, y por primera vez, Calipso ve el parecido que Hazel tiene con su hermano mayor, no había duda. Ambos tenían ese aura misterioso y oscuro que los caracterizaba y diferenciaba del resto; y subestimarlos sería lo peor que el enemigo podría hacer. Y su orgullo... su orgullo era del tamaño del mismísimo castillo de Drácula.
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El timbre para dar fin a las clases y dar paso al receso, suena por todo el instituto, y los alumnos se apresuran a salir por la puerta, empujándose los unos con los otros como si se trataran de gallinas en el matadero tratando de escapar por la libertad.
Annabeth apenas y había guardado todas sus cosas dentro de su bolso, se lo cuelga por el hombro y se introduce entre la multitud para salir pronto de clases, antes de que Percy pudiese detenerla. Sin embargo, apenas estuvo en el pasillo, caminó sólo dos pasos y escuchó al azabache detrás suyo, llamándola su nombre para que se detuviera. Eso era lo último que quería hacer, así que actuó como que si no lo escuchara.
- ¡Espera un momento! ¡Annabeth, sé qué me estás oyendo! ¡Annabeth! - Su mano logra alcanzar su brazo, y la hace girar para hacerla quedar frente a él. La rubia lo fulmina en respuesta, pero a él, su mirada parece no afectarle. - Hola...
-Hola - le saluda de mala gana. - ¿Qué quieres?
Percy se remueve incómodo frente a ella, parece querer sólo huir como un cobarde a encerrarse en su habitación en cualquier momento. ¿Entonces por qué no lo hacía? Annabeth no entendía qué era lo que él pretendía conseguir de ella. ¿Admitir que estaba enamorada de él? ¿Para luego burlarse? Ja, eso no sucedería. Nunca.
-Solo quiero hablar contigo un momento. - Murmura suavemente, mientras escrutaba su rostro para atender a cualquier gesto suyo que delatara sus pensamientos. - ¿Comemos juntos? ¿Qué dices?
- Yo... - comienza a decir, improvisando una excusa. Pero en ese momento, el señor D aparece por el pasillo como una campana salvadora, y apunta al trío de idiotas con tres dedos gordos de su mano.
-Ustedes, Gálvez, Graze y Jackie. - los nombra, y parece que ha terminado, pero luego, justo en ese momento sale Frank de la clase y se topa cara a cara con el Señor D. - Y tú también señor Zamk, tengo un trabajo perfecto para ustedes cuatro. Les encantará.
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Tres horas más tarde, el espectacular trío tormenta marítimo de fuego, y Frank. Aún seguían cepillando y lavando ropa sucia de la mitad de los estudiantes del instituto. Durante las próximas horas, sus manos resecas por el jabón de mala calidad, les recordarían que no deben meterse con el señor D, cuando hay invitados en el Instituto.
- ¿No les parece que falta algo?- preguntó Leo deteniéndose en medio de su ardua labor por sacar unas manchas cafés de dudosa procedencia de la tela naranja de un pantalón- Algo como.... Jason quejándose y diciéndonos que "él sabía que era mala idea, pero que nosotros insistimos en hacer nuestras estupideces, como siempre".
- ¿Sabes, Leo?- dijo Percy con tono falsamente pensativo- Por primera vez en la vida, creo que tienes razón. ¿Cómo que estás de buen humor, no, Bro?
-En vez de fastidiarme a mí, deberían preguntarse por qué está Frank de tan mal humor- contestó el rubio, sin embargo, tenía una sonrisa en su rostro que no se borraría fácilmente, y si era sincero, ahora ya no le interesaba en lo más mínimo ocultarla.
-Tengo sueño- se limitó a contestar Frank, pero no era realmente esto lo que le sucedía, sino que, por primera vez en toda su existencia, estaba deseando poder ser tan fuerte y poderoso como su padre siempre había querido que fuera. Porque, iba a necesitarlo, demonios, claro que lo necesitaría. Pero él no estaba realmente preparado para lo que sabía que vendría.
-Yo digo que metamos estas cosas a la secadora y nos larguemos de aquí- propuso Leo- ¿Qué tal si robamos unos buenos tacos de la cafetería? ¿Eh? Suena tentador. ¿No crees, Frank?
- Los tacos siempre son bienvenidos, tanto como las...- empezó a decir Percy, pero se detuvo abruptamente, y su rostro se mostró completamente melancólico- Las enchiladas...
Los cuatro chicos decidieron seguir el plan de Leo, con respecto a meter las prendas a la secadora, sin importar si estaban realmente limpias o no, pero, al final, cada uno de ellos estaba pensando en hacer algo muy diferente, de ir a robar tacos. Todos tenían sus propios asuntos, de los cuales preocuparse, por su propia cuenta.
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Nota mental para Hazel Levesque: Nunca volver a subestimar el poder de un ruso enamorado. Punto.
Mentalmente, Hazel guardó esa nota en el fondo de su mente por ahora, y volvió a concentrarse en el camino que tenían por delante. El cual estaba extrañamente y totalmente desértico, ni siquiera había una mosca revoloteando por ahí para llenar el tenso vacío de los pasillos.
Esto era casi inaudito, ¿cómo era posible? ¡Justamente éste día! Todas las chicas habían desaparecido por arte de magia en el edificio... o tal vez, si estaban, y solo se mantenían escondidas dentro de sus habitaciones, demasiado atemorizadas de ser vistas, por un mal imitador de la mafia que aun así podría hacerles bastante daño.
Pero, a pesar de la mala fama que tenía Dimitri, Hazel admitía que, (al menos por el momento) no tenía nada de que quejarse del ruso. Al contrario, el tipo se había portado de lo más caballeroso hasta ahora. Apenas la había visto llegar al edificio de las chicas esa noche, la saludó con una breve inclinación de cabeza, y acto seguido, le indicó que se sujetara de su brazo para que caminara a su lado. Con algo de reticencia, Hazel accedió a tener ese contacto físico con él, sin oponerse; sin mirarlo a la cara y manteniendo la cabeza gacha, empezaron a caminar a paso lento mientras Dimitri conversaba con ella sobre las nimiedades del instituto y su mala administración.
Mientras el chico comentaba cosas sin importancia, que Hazel no estaba realmente escuchando, ella se tomó el tiempo para observarlo de reojo. Era cierto que no se veía como el Próximo Súper Modelo Americano. Pero, por primera vez, al verlo separado de su pandilla, y con su rostro relajado, sin necesidad de muecas de rabia en su rostro, él en realidad no estaba tan mal. Sus ojos estaban ligeramente enrojecidos, pero brillaban, ¿Había algo de pureza detrás de ellos? Quizás... anhelo. Sobre algo que pudo ser, pero la vida le había negado, desde que nació. Tenía el perfil más perfecto que la morena había visto nunca. Su barbilla era firme y varonil, y definitivamente su cuerpo no estaba nada mal.
Era grande, alto y visiblemente fuerte. Sus brazos eran completamente firmes, como si gastara mucho de su tiempo haciendo pesas. La mano de Hazel, que estaba, a penas ligeramente sujeta de uno de ellos, parecía estar tentada a presionar el agarre, intentando buscar un poco de esa firmeza y calidez que el ruso transmitía. Y su voz, era grave y suave cuando se dirigía hacia ella, casi como si pudiese acariciarla con cada "r" pronunciada en su acento ruso.
Will siempre decía que Dimitri era espantosamente horrible, pero, bueno... Will tenía un gusto demasiado selecto. Además, no era como que el chico realmente pudiese saber lo que era la fealdad, con el padre que tenía, probablemente no había visto a alguien "poco agraciado" hasta que entró a la escuela o algo similar. ¿El ruso intimidaba? Claro que sí. ¿Parecía a punto de atacarte y degollarte la mayor parte de las veces? Por supuesto que sí. Pero por otro lado, Hazel sabía que él podía también ser... eh... o bueno, intentar ser... ligeramente encantador. Como cuando decía esa palabra. Esa palabra rusa que solo le dirigía a ella.
- ¿Puedo hacerte una pregunta? - Se aventuró a pedir la morena, e ignorando todo lo que podía al mismo tiempo, la mano de Dimitri que desde hace rato había estado acariciando su mano que reposaba en su brazo. Ella no quería pensar en las implicaciones que esa cercanía tenía. Tal vez no era una completa basura de chico, pero aun así, había dicho aquellas palabras en la cafetería, y ella no podía perdonarlo, sencillamente no podía.
-Puedes pedirme lo que quieras - Él le contestó a su vez, en tono zalamero con una mirada maliciosa y exagerando al máximo la pronunciación de cada una de las "r" - Mi katyonak, mis oídos sólo existen para oírte.
"Oh por favor, ¿a quién crees que estás tratando de engatusar?" Pensó Hazel, irritada, aguantándose las ganas olímpicas de querer ponerle los ojos en blanco al ruso. Aunque, sentía algo de pena por él, ojalá hubiese encontrado a una chica más de su igual, alguien tan astuta y retorcida como él, que pudiese reír de forma macabra, como esos villanos de las caricaturas cuanto quisieran. Sin embargo, al parecer la vida no pensaba ser muy agradable con él... ¿Enamorarse de Hazel? Fue la primera piedra que lo haría tropezar hacia el abismo.
-Solo quiero saber una cosa. - Le dijo, alzando un poco la vista para vigilar si alguna puerta se abría a su alrededor. - ¿Qué significa, "katyonak"? Siempre me llamas así...
Dimitri sonrió, se detuvo un segundo, quedándose allí de pie y Hazel no tuvo más remedio que detenerse también. Lo siguiente que hace es, estirar una mano para subir el mentón de Hazel para que lo encarara, sus ojos marrones son tan penetrantes que crea un mal presentimiento en ella.
-Quiere decir, "gatita" - su pulgar acarició su mentón, acercándose a sus labios, - pienso que ese apodo te va de maravilla. Ya que, pareces dócil y frágil, con unos grandes y bonitos ojos que parecen ver más allá de los ojos mortales, y además, eres una pequeña descarada, repleta de fiereza. - Su voz adopta un tono ronco, y se acerca a ella, lo suficiente para ponerla incómoda. - Está en ti, escondido, algo de oscuridad, tienes, y es eso lo que me atrae hacia ti como un loco desquiciado...
Hazel retrocedió asustada, soltó su brazo y apartó su mano de su mentón con una mano gentil, pero decidida. Ésta vez es ella, quién toma el valor de mirarlo a la cara. Tiene que poner las cosas en claro, lo sabe, antes de que esto fuese más lejos.
-Dimitri...- inició, utilizando un tono amable, pero cortante. - Me siento halagada, de haber ganado el cariño de alguien como tú. - Eso era mentira. - Pero, no puedo corresponder ciertos sentimientos. Aun así, podríamos ser amigos...
La carcajada que suelta Dimitri en ese instante, la hace callarse abruptamente. Hazel no entendía qué era lo gracioso, ella estaba muy seria, no había contado ningún chiste. Dimitri volvió a acercarse a ella, tomó su mano y lo volvió a colocar en su brazo para subir a las escaleras que los llevaría a su piso.
-Ser amigos es lo último que quiero. - confesó el ruso, indiferente a las palabras que había soltado Hazel. - ¿Cómo podría? Si tu belleza me abruma cada vez que te veo. Tu hermosa piel, y tu rebelde cabello; tu exótico rostro que se burla de los cosméticos que dicen regalar la belleza que todos buscan... Todas las mujeres de este instituto, son como meras marionetas mal hechas y sin gracia.
>>Pero tú no, tú destacas entre todas ellas... Piper McLean, Calipso Belladona, Drew Tanaka, Silena Beauregard, esas supuestas mujeres reconocidas como las más atractivas de todo el instituto... No son nada, frente a ti, ridículas en comparación contigo. Tú podrías ir luciendo como vagabunda, y le darías estilo a esa vestimenta.
-Por favor, Dimitri. - ella lo nombró con la voz temblorosa, tantos halagos de su parte, la estaban dejando muy anonadada. Demasiado para ser razonable. Demasiado para ser sano. Los halagos y elogios siempre fueron la debilidad de cualquier chica, por cada palabra bella pronunciada al oído de una mujer, una suave tela translucida iba colocándose frente a sus ojos, hasta que llegado un punto, habrían tantas telas juntas, que sería imposible ver con claridad.
¡Oh! Mujeres, de oídos corrompibles, que siempre os sometéis a halagos que inflan sus egos. Su propia vanidad, es su enemigo eterno que siempre terminará destruyéndolas.
-Por favor Dimitri, ¿podrías detenerte ya con tantos halagos? -Hazel le advirtió ofuscada, y dándose cuenta al mismo tiempo, que por fin se acercaba a su habitación. Allí podría encerrarse y al fin estar sola. -Hablas de que soy diferente, pero tus métodos de cortejar no parecen ser otros que para seducir a una mujer quisquillosa... Perdóname si encuentro contradicciones en tus palabras, y por lo tanto, no confío en ti.
- ¿Es decir, qué piensas rechazarme?
-No lo pienso. -Hazel negó. - Lo he decidido ya, desde el segundo en que dejaste ver tu verdadero rostro.
Entonces, antes de que se hubiera dado cuenta y pudiera evitarlo, Dimitri la acorraló contra la pared que estaba cerca de su cuarto, sus piernas apretaron sus muslos, sus musculosos brazos, la enjaularon a cada lado de su rostro, y su aliento chocó contra sus labios de una forma demasiado seductora, pero a la vez, inapropiada para alguien tan moralista como Hazel Levesque, quién contuvo un chillido indignado ante tal arrebato violento.
Tragó saliva nerviosa, todo su cuerpo estaba inmovilizado ahora, no había forma de escapar, y este hecho, la aterrorizó bastante la verdad. Toda su autoconfianza y falsa seguridad, desapareció al instante, así de fácil como el ruso logró sujetarla contra su cuerpo.
-Podrías pedirme cualquier cosa y te lo daría sin rebatir un solo segundo, -Dimitri le dijo con fervor, admirando el rostro de Hazel y embriagándose de su aroma como si fuese la mejor droga que Will Solace jamás pudiese proporcionarle. - Cualquier cosa que desees, y sería tuyo. Incluso si resulta ser lo más descabellado, si eso significa poder tenerte, haría lo que sea por conseguirlo y complacerte.
Hazel se quedó muda, tanta pasión proviniendo de aquel hombre por ella. ¡Por ella! Hazel Levesque, la chica que apenas y le estaban creciendo los pechos. Esto era absurdo, e increíble casi en partes iguales. Lo admitía, sonaba tentador, el poder siempre la había llamado y escucharlo de los labios del hombre más poderoso del instituto...
Pero entonces, lo recuerda de nuevo, él no era el único jugando en la tabla de jerarquías en este instituto. Su hermano también estaba allí, y por lejos, amaba más a su hermano, que la idea de ser solo la puta de un ruso, que tenía los ojos demasiado rojos como para que todo el disque momento resultara romántico. Y además, Hazel no estaba sintiendo la magia de querer subir un pie dramáticamente, si ocurriese un beso.
Definitivamente, no era el indicado. Si eso no era una clara señal, entonces ella solo no sabía de señales.
-Suéltame. - Ordenó, en tono firme, tratando de empujarlo con sus pequeñas manos pero su pecho era tan pesado como un buque ruso. - Aléjate, me estás aplastando.
-Sé qué te gusto... Lo veo en tus ojos. - Dice seductor, posando una mano sobre su mejilla para que voltease su rostro hacia el de él. - Te gusto tanto como la idea de ser poderosa. Solo estás indecisa, por culpa de tu idiota hermano mayor... Estás preocupada por él, por lo que pudiese decirte...
-Sí, -afirmó con fiereza, respirando trabajosamente. La simple mención de su hermano la había llenado de rabia. ¿A quién creía que llamaba idiota? - él tiene algo que ver en mi decisión, pero solo en parte. Soy yo la que te dice no, mis sentimientos no te corresponden. Lo siento, pero no eres mi tipo, Dimitri Vólkov
¡Bum! Hazel sintió que sus palabras se habían convertido en granadas para ser lanzandas contra Dimitri, granadas que explotaron en todo su rostro, y lo dejaron con una mueca extraña y aterrorizante como para toda la vida. No lo había tomado bien, pero bueno, ¿quién se tomaba bien un rechazo en su vida? El problema recae en que, Dimitri, no era cualquier chico al cual podrías decir "no" tan fácilmente, y luego salir corriendo al estilo diva.
No, esto, era algo más complicado. Y lo supo apenas, el cuerpo del ruso hizo más presión contra el suyo, dándole escasas esperanzas a Hazel para poder escapar; y al mismo tiempo que un sudor frío empezaba a resbalar por su espalda.
-Tan pequeña, pero fuerte, tan frágil pero descarada. -su voz sale casi desesperada de sus labios, y susurra en el oído de Hazel, mientras roza su cuello con su boca. - Tan insegura, déjame ayudarte a quitarte todo miedo y cada duda en ti... Te haré sentir tan bien, que nunca en tu vida querrás volver a apartarte de mí.
-No... - Dijo, Hazel, tratando de apartar su cuello de su boca. - Basta, es suficiente.
- Sé qué partes de ti debo tocar para que todo tu cuerpo se rinda ante mí... - su mano bajó a su cintura, y corrió hasta sus muslos a una velocidad demasiado alarmante; el pánico ya estaba ahogando a Hazel e intentaba apartar sus manos y su cuello al mismo tiempo de aquel hombre bárbaro. Pero él era demasiado grande, demasiado fuerte, y cada molécula de su cuerpo irradiaba un calor atemorizante, como si el mismísimo infierno se estuviera reflejando en él. - Solo una oportunidad, déjame quererte, déjame verte por completo...
- ¡NOOO! DETENTE. - Aulló, retorciéndose en sus brazos, y luego, no pudo detener el beso que Dimitri implantó en su boca. Había venido demasiado rápido, había sido demasiado astuto, y ahora la besaba en contra de su voluntad, con sus ásperos labios tibios forzando los suyos, intentando abrir su cavidad bucal para meter su asquerosa lengua dentro de ella. - ¡NO!
Mientras esas manos promiscuas y pecaminosas recorrían su pequeño y frágil cuerpecillo, Hazel intentaba con todas sus fuerzas mantener sus labios cerrados, retorciéndose como algún pequeño insecto o sanguijuela, tratando de escapar de aquello en lo que ella misma se había metido. Su cuerpo temblaba con pánico y furia. No, no, no, no. ¡Aléjate de mí! - Pensaba sin cesar- Aléjate, aléjate.
Paso #19: No bajes la guardia. No te creas la mentira de haber estado ganando al enemigo. No te distraigas, no decaigas. De lo contrario, el impacto que recibirás en consecuencia... podría ser demasiado duro para que puedas hacerle frente.
***
Amer: Éstas somos, Rlk y yo, jugando en Drive cuando deberíamos escribir 😂😂 (luego porque tardamos tanto en publicar)
RLk: Sis... no se suponía que pusieras eso, pendeja. ¿Es acaso esto tu venganza por lo de la foto dormida? ¿ah? ¿Ah? Aunque... solo miren que beio color rosado tiene mi nombre :3
Amerkinn: Nos leemos pronto, delincuentes, comenten mucho.
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