Paso #18: Acepta tu verdadero "yo".

Había una vez...

Una hija de Hades muy emputada, al igual que su fiel compañera hija de Eros. Por culpa de los errores de Wattpad.

-ESTÚPIDO WATTPAD! SÓLO FUNCIONA, FUNCIONA! - Grita Amer con furia, el suelo tiembla y los gritos de los condenados se deslizan por las grietas del suelo. - Sis, nos ha borrado 700 palabras importantes del capítulo. ¡Estoy harta!

-¡AHHHHHHH! VOY A MATAR A ALGUIEN, JURO QUE VOY A MATAR A ALGUIEN- grita RLk completamente desesperada, y jalándose las hebras de su hermoso cabello con furia- Para mejorar la situación no dejan de llegar las súplicas de los lectores, sis. Exigen actualización. ¿Mencioné que voy a matar a alguien?

Entonces el cielo se abre, y los ángeles cantan sus coros mientras Zeus apunta a un letrero que dice "Google Drive". Las dos señoritas, van en esa dirección. Y descubren tanta maravilla que casi se desmayan de tanta coolidad.

Y vivieron felices por siempre.

Fin.

●●●●●

De acuerdo. He estado en clases de latín que francamente son muchísimo más sencillas de comprender que el tremendo lío que se desencadena frente a nosotros. ¡Genial! Justo el día que decido ser amable con una chica linda para enmendar mi error con otra chica linda, resulta que se forma la pelea del siglo entre ellas y de pronto no tengo idea de qué partido debo tomar. ¿Siquiera debo tomar un partido?

A ver, recapitulemos. Layla mencionó un prometido de Piper, y fue más que obvio que a ella le dolieron profundamente sus palabras. ¿Cuáles fueron las causas del daño inicial? Piper no avanzó en las bases con su chico y por eso él consiguió a otra chica con la cual hacerlo. Al menos según testimonio de Layla. ¿Cómo es que ella lo sabe?

Mi cerebro une los puntos lentamente, como si se tratase de esos juegos para niños en los que vas trazando líneas hacia los distintos números hasta descubrir la imagen escondida y... ¡Bingo! Layla fue esa chica que se metió con el prometido de Piper. 

Pero aún hay algo que no termina de calzar. La Piper Cotorra que conocemos, la reina de belleza, la chica con la que compartí aquel extraño primer beso, no se negaría a avanzar en bases con su novio. ¿Cierto? En mi extrema confusión, termino observándola a ella, y me doy cuenta de que Piper Cotorra ya no se encuentra con nosotros. La chica que tenemos al frente, es alguien completamente diferente. 

Su rostro, surcado por lágrimas, está completamente manchado con los restos negros de su maquillaje. El labial se distorsionó, manchando un poco su barbilla, y agrietando sus labios a tal nivel que parecen estar a punto de romperse. Está despeinada, tal y como si hubiese estado corriendo por todo el instituto, y su respiración está tan agitada, en un rasgo de alteración extrema, que es completamente obvio para mí. Ella nunca se había visto así de horriblemente demacrada. 

Pero tampoco, nunca antes había generado ningún tipo de sentimiento en mí, fuera de culpa e ira.

—Deja de decir estupideces— Annabeth interviene, sin embargo, su tono de voz no es tan fuerte como antes, a ella también le afectaron las palabras de Layla, aunque es obvio que muchísimo menos de lo que nos trastornaron a nosotros— ¡Deja a Piper en paz! ¿Es que acaso no sientes ni un mínimo de....?— ella se queda en medio de la oración, por primera vez en mucho tiempo, sin saber exactamente qué decir. 

—¿Qué? Solo estoy diciendo la verdad— le devuelve Layla de Piper, encogiéndose de hombros— No es mi culpa que mi hermana sea una mentirosa y haya ocultado sus pesares del resto del mundo.

—Tú... hija de...—vuelve a iniciar la rubia, sin embargo, esta vez es Piper quien la interrumpe.

—Está bien, Annabeth—dice con voz temblorosa. Por algún extraño motivo mi pecho duele— Tiene razón, después de todo ¿No? —Más y más lágrimas se derraman por su rostro— Hay un método de investigación, siempre lo mencionas ¿recuerdas? ¿El de prueba y error? Layla tiene razón, en cada una de sus palabras, ya he hecho muchas pruebas y siempre terminan en error. Parezco ser yo la única tonta que sigue tropezando siempre con la misma piedra.

Ella sorbe su nariz y luego su puño cerrado frota con furia sus mejillas, manchando aún más su maquillaje de muñeca rota. No estoy seguro de si está furiosa o triste. Si tuviera que describirlo con un adjetivo, el único que me parece lo suficientemente adecuado, es "destrozada". Como si se encontrara atrapada de nuevo entre el pasado y la pared.

—Piper, entendemos si...—inició a decir, sin saber exactamente con qué continuar, yo simplemente quería ayudarla. Quería intentar sostener la pirámide de dominós antes de que cayera por completo. Pero ella me observa con furia en sus ojos y me interrumpe, levantando un solo dedo para callarme por completo.

—No, tú no entiendes nada— bufa ella en mi dirección, con mucha rabia — No te metas. Cierra la boca que nadie te ha pedido opinión. Mejor ve a buscar a tu padre para chuparle las medias, que a fin de cuentas, ambos son iguales.

Sus palabras hacen de inmediato que me quede callado. Me doy cuenta de que, por un momento, Leo y Percy se han volteado a mirarme, con preocupación. "Ambos son iguales", eso debería haber sido suficiente para volcarme al suelo con autocompasión e ira, pero no estoy ofendido en lo más mínimo. Todos decimos frases hirientes cuando estamos mal (me incluyo). Y, Piper probablemente no entiende siquiera la magnitud de lo que ha dicho.

Ella se abalanza, sin pensarlo ni un segundo más, hacia su hermana, la sujeta de la mano y se la lleva lejos de nosotros. A través de los pasillos, con tanta fuerza que es imposible para Layla poner resistencia. Es arrastrada por su hermana, trastabillando y quejándose. Mis pies están a punto de seguirla, pero dudo por un momento en si dejarlas solas...

Annabeth es la primera en correr tras ellas, de inmediato, Hazel la sigue y se lleva a rastras a Calipso también, quien parece estar completamente desconcertada y sigue a su amiga solo por puro instinto.

—Calipso es capaz de arrancarle la cabeza, ella sola— murmura Will, para luego aferrarse de nuevo al brazo de di Angelo y llevarlo con él, probablemente a evitar que Layla se quede sin rostro. — Tenemos que seguirlas, ¡date prisa señor de la oscuridad!

—¡Hey! — se queja el italiano, siendo arrastrado pero sin poner resistencia.— A mí esto no me incumbe en lo más mínimo.

—Dijiste que estabas con nosotros— le devuelve Will— Así que colabora.

Leo se voltea hacia mí, con sus piernas moviéndose sobre el mismo lugar en el suelo, sin poder decidirse sobre qué hacer. Me mira con una clara pregunta en su rostro, o bueno, al menos yo lo entiendo sin ningún problema. "Mi mejor amiga está en problemas ¿Estás bien, cierto? Porque no puedo dividirme en dos". Entonces, sin siquiera dirigirles una sola palabra, salgo corriendo en la dirección en la que Piper y Layla se fueron en un inicio, y escucho los pasos de Leo, Percy y Frank siguiéndome.

A pesar de que las hemos perdido de vista, pues ellas salieron con varios minutos de ventaja, soy capaz de escuchar los chillidos de Layla, soltando cada vez más improperios con respecto a la antigua vida de Piper. Sacando trapos sucios y gritándolos a los cuatro vientos, para que todo el mundo la escuche.

—¿Tampoco les contaste de Steven? ¿y Jeremy? ¿Marco? — grita— ¿No les contaste sobre el novio de Karla? ¿El novio de tu otra amiga de la cual ni siquiera recuerdo el nombre? ¡Y ahora pretendes hacer lo mismo con Annabeth!

—¡YA CÁLLATE, LAYLA!

—¡Pero si eres una descarada! — continúa su hermana. —¡Pobre Annabeth, ni siquiera el ser rubia la ayudaría a escaparse de tus garras!

No las alcanzamos realmente hasta llegar nuevamente al jardín. Al parecer, el plan de Piper era llevarla de nuevo hacia el automóvil de su madre y encerrarla ahí hasta que ella volviera. Pero Layla se empoderó de nuevo, plantó ambos pies firmemente en el suelo, y, sin pensarlo ni un solo segundo estrelló su mano contra la mejilla de Piper, haciendo que esta quedara tan roja como si estuviese a punto de sangrar.

—Déjame ser, hermanita— pronuncia con un tono de voz completamente hipócrita— No es mi culpa que tus supuestos amigos terminen prefiriéndome a mí, antes que a ti.

Pronto todos estábamos de nuevo junto a ellas, como los espectadores de circo que parecíamos ser. ¿Por qué hacíamos esto si no estábamos interviniendo? ¿Qué se suponía que intentábamos hacer? ¿Apoyo moral? ¡Pues vaya apoyo resultábamos! Simplemente estábamos dándole más armas a Layla.

—Solo mírate. ¡Eres un desastre! — Continuó ella— Mira tu pelo. Mira tu rostro ¿Acaso necesitas que te traiga un espejo, para que al fin lo entiendas? Tú no eres otra cosa que una copia barata de lo que soy yo. — ella abrió sus brazos, como retándonos a encontrar un mínimo defecto en su presencia— Todo lo que tú eres, yo lo mejoro con creces. ¡Soy mil veces más bella! ¡Mil veces mejor que tú! Cualquiera me preferiría a mí, por encima de ti.

Entonces lo entiendo. Finalmente comprendo a Layla. Puedo ver dentro de su macabra cabeza llena de gel, y el porqué de su odio hacia su única hermana.

Layla era la única con demasiada envidia entre ellas como para lograr sentir algo de aprecio de hermanas. Se moría de celos, y cada palabra que escupía solamente me confirmaba más mi teoría. Tal vez ella con todo el maquillaje caro que se podía conseguir, luciese hermosa y perfecta. ¿Pero Piper? Ella no necesitaba nada de eso, y Layla era demasiado evidente acerca de esto. O tal vez ella sí fuese más hermosa que Piper, pero nada de eso le era suficiente. Porque jamás lograría tener lo que ella había conseguido, con solo su sonrisa y buen corazón. Más importante que solo una cara bonita... Amigos verdaderos.

Existen personas que fingen ser las peores, solo para protegerse de los que son aún peor. Otros, no necesitan ni siquiera fingir, pues sus corazones están tan podridos y estropeados, que solo un demonio podría hacerles frente. Eso era Layla, un tipo de demonio que se ha escapado del infierno para atormentar a su hermana. Un desperfecto de la humanidad, una plaga que no atribuye nada bueno a nadie. Eso era ella, y aunque sonara cruel y ruin, nadie podía refutarme la veracidad de mis cavilaciones. Porque no eran solo sus palabras llenas de veneno, también sus acciones estaban calculadas solamente para dañar.

Sentía desprecio por ella, pero más que nada. Lástima.

¿Cómo podía creer siquiera que era mejor que su hermana? ¿Tan cegada estaba, con su orgullo, que realmente pensaba que podía ser mejor que cualquiera?

Todos lucían el mismo semblante, cada uno de ellos pensaba exactamente lo mismo. ¿Cómo pudo haber vivido Piper con ella tantos años y soportar sin asesinarla? ¿De dónde había sacado tal fortaleza? Percy estaba con los puños apretados, aguantándose las ganas de abofetearla seguramente, Leo y Frank con los ojos entrecerrados con desdén, Will y Nico observaban en silencio a un costado, Calipso, Hazel y Annabeth estaban detrás de Piper, boquiabiertas mientras el asombro las dejaba mudas. Y Piper...

Sus bonitos ojos multicolores estaban rojos de tanto llorar, muy abiertos demostrando aflicción. Sus manos estaban juntas sobre su pecho como tratando de protegerse, y se paraba tímidamente con las piernas muy juntas. Piper, tan solo días atrás ella estaba riendo, coqueteando y cotorreando sobre cualquier cosa para distraernos de nuestros problemas... Y ahora ella...

- ¡Nadie te quiere! ¡¿Quién podría soportarte, hermana tonta?! - Gritaba Layla, sin importarle que estuviésemos en el jardín, delante del estacionamiento y que en cualquier momento los padres empezarían a salir por la puerta. - ¡Ni siquiera novio tienes! ¡No hay hombre que te...!

- ¡YA CÁLLATE!

Todos a mí alrededor brincaron por el susto de escuchar mi voz interrumpiéndola abruptamente, en medio de su charlatanería asfixiante. Me miraron asombrados, ellos no se esperaban una reacción así de mi parte, jamás. Y siendo sincero conmigo mismo, tampoco yo, y menos por una chica que hace solo unas semanas pensaba que no soportaba. Incluso menos, aun, cuando tomaba en cuenta que hace tan solo un cuarto de hora me había cerrado la boca de la peor manera en que podía hacerlo.

- Primero que nada, - Inicié tomando aire, estaba inspirado el día de hoy.- ¡serás tú la única que quedará sola cuando tu cuerpo empiece a envejecer más rápido que una uva! ¡¡La única razón por la que te hacen caso ahora los chicos, es porque tienes una cara lo suficientemente bonita para ocultar tu asquerosa alma!! Y además, - Will y Nico quedaron con la quijada abierta, mirándome. - otra razón por la que te cogen apenas conocerte es seguramente para que solo grites porque no soportan oírte.

- Joder... - Bufa, Leo detrás de mí. - Fue tan bueno, que hasta término rimando.

- Deja de maltratar a Piper, y ¡TEN un poco de VERGÜENZA! Ya no me importa si eres mujer, te juro que te daré una p-paliza, digo, - Tartamudee nervioso, luego me rectifique con cuidado. - una paliza verbal. Eso.

Mi respiración se había alterado un poco, así que me tomé un par de segundos para tranquilizarme, los cuales Layla aprovechó para ingeniárselas a decir más estupideces.

- ¡¿QUIÉN TE CREES PARA CALLARME?! Tengo todo el derecho de criticarla, es mi hermana, mi familia...

- ¿Puedo tirarle mi zapato? - Oí que Calipso le susurró a Piper, quién estaba demasiado atónita para responder. Giré mi rostro hacia ella y busqué sus ojos, Piper no tardó en devolverme la mirada. Fueron solo unos segundos, un momento efímero, que calentó mi pecho y me llenó de valor y determinación. Sus ojos eran como imanes, atrayéndome hasta pararme a su lado. Sintiéndome valiente, agarré su mano y entrelacé nuestros dedos delicadamente, mientras la calidez inunda mi pecho.

- ¿Qué quién soy? - Repetí las palabras de Layla, con voz muy segura, sin posibilidad de oírse dudas. - Yo, soy su novio. Y la amo, quiero a mi novia más que nada en el mundo.

Renovadas lágrimas cayeron por las mejillas de Piper al oír mi declaración. Incluso dejó escapar un pequeño hipo de sobresalto. Su mano apretó la mía, en silencio, pero no la apartó con rechazo. Esto influyó en mí, más confianza y valentía. Nos miramos, los ojos de ella, volvieron a cobrar sus colores y luminosidad, tan característicos de ella.

- ¡¿Qué?! - Exclamó Layla estupefacta, alternando su mirada en mí y en su hermana a cada rato, su cara de incredulidad no tenía precio. - Yo, yo no lo sabía... Yo...

- ¡UN MOMENTO! - La cortó abruptamente Percy de repente, poniéndose en medio de Layla y nosotros, y mirándome con indignación y un atisbo de diversión en el fondo de sus ojos, que solo alguien que lo conociera desde hace años se daría cuenta. - ¡Eso no es posible Jason! ¡Tú, no eres novio de Piper!

¡¿Pero qué demonios hacia ese idiota?! ¡Cállate! Le grité a través de mis ojos, suplicando porque entendiera lo que estaba haciendo. Volví mi atención a Layla, y esta estaba a punto de volver a hablar. Antes de que lo hiciera, contraataque contra Jackson con más ahínco, aferrándome al hombro de Piper con mi otra mano libre, poniendo énfasis en el gesto.

- ¿¿Pero... de qué estás hablando, idiota?! - Proferí, en confusión total igual que el resto. Incluso Annabeth se veía algo más pálida. - ¡Ella es mi novia!

- Como has oído, Grace. - Escupió con desdén, y entonces, Percy agarró la otra mano de Piper libre, y la entrelazó con sus dedos. Una llamarada de celos masivo me ataca en ese momento, y casi olvido por completo que hago esto solo por Layla. - Yo soy su verdadero novio. Ella solo me ama a mí, y yo a ella más que a mi vida.

-¡Oh Dioses! ¡Qué escándalo!- Chilló Hazel a viva voz, abanicándose la cara tan roja como un tomate. Annabeth se aferró a su brazo, (como apoyándose mejor dicho en ella), luciendo un rostro contorsionado por las náuseas. Calipso, solamente estaba boquiabierta y con un ligero fruncimiento de ceño.

- ¿Ustedes Dos? ¿Muy enamorados de ella?- Farfullaba Layla en voz baja. Supongo que la idea de que dos chicos bien parecidos estuviesen detrás de su hermana y no de ella, era demasiado para su cerebro de codorniz. - ¡¿Alguien como ustedes...?!

- ¡Deténgase ustedes dos! - Por tercera vez, Layla volvió a ser interrumpida; por un grito, por parte de Leo Valdez. - Percy, Jason, ¡ninguno de los dos es novio de esta maravilla! - Se mofó con aire petulante, se acercó en nuestra dirección y se arrodilló en frente de Piper con una mano en el corazón y la otra estirada hacia ella. - ¡Ninguno es merecedor de esta Reina de la belleza! Y que tan sólo lo piensen, ¡me indigna de sobremanera! ¡Seres impuros! ¡¿Cómo os atrevéis a pensar que están a su altura?!

- ¡¿Leo qué dices?! - Inquirió Piper, sonrojándose hasta las orejas, mientras alternaba la vista entre los tres chicos que proclamaban ser sus novios. - ¡¿Pero qué carajos les pasa ustedes?!

- Ya, Piper, solo diles a estos idiotas que me prefieres a mí por encima de cualquiera... - Y entonces, para sorpresa de todos, Leo se acercó hasta Piper a gatas; el latino se abraza fervorosamente a su esbelta pierna mientras la mira casi con llamas de pasión en los ojos. Otra chispa de celos ataca dentro de mí, y empiezo a jalar a Leo de los brazos, intentando apartarlo de la pierna de Piper. - ¡¡Amor mío, diles a todos cuánto nos amamos!! ¡No hay nada que temer, he prometido protegerte hasta el fin del mundo, desde el día en que aceptaste que fuésemos novios!!

- ¡¿De qué hablas?! - Percy frunció el ceño, mientras con la mano libre que no sujetaba a Piper, trató de ayudarme a quitarlo de las piernas de la castaña! - ¡Yo soy su novio! ¡Punto final!

-¡No! Todos ustedes están equivocados. ¡Yo soy su novio!- Como si no fuese suficiente la pelea de tres chicos de pura testosterona, Will Solace también se une a las declaraciones de amor y se lanza por detrás de la espalda de Piper, para abrazarla por su cuello y mirarla seductoramente, a la par que Piper está a punto de entrar en combustión, por la pinta que tenía desde hace rato. - ¡Aléjense de ella! ¡Piper me ama!

- ¡Superalo! ¡Nuestro amor es más verdadero que el resto! - Le gritó Leo.

- ¡No, me ama a mí! - Interrumpió Frank, con mala actuación, y entonces, todos ya se habían dado cuenta de lo que estaba sucediendo. Menos Layla, (de verdad que esa chica era tonta) incluso las chicas intentaban contener sus risas detrás de sus manos.

- ¡No! Yo soy su novio. - Lo contradijo Will, apartando a Frank quién buscaba abrazar a su "novia".

-¡Claro que no! - Chillé con voz aguda, ya que las risas empezaban a ganarme la batalla. - ¡Piper es mi novia!

- ¡¿No entiendo...?! - Murmuraba Layla, mirando a todas partes desesperada, con el rostro arrugado de confusión y horror. - ¡¿Qué está pasando aquí?! ¡¿Deténgase?!

-Yo lo soy. - Sentenció Percy, abrazando el cuello de Piper por encima de los brazos de Will, que también la rodeaban. -Yo soy su novio.

- No. - Gritó Frank.

- ¡SOY NOVIO DE PIPER! - Vocifero Leo.

- Eso no es... - inició Will, pero justo en es momento.

- ¡¡YA BASTA TODOS USTEDES, MONTÓN DE IMBÉCILES!! - Prorrumpió Nico a gritos furibundo, todos nos callamos... es decir, cuando el chico sombra habla en ese tono de voz, no hay otra opción más que obedecer.

-Al fin...- inició a decir Layla, respirando profundo al ver un poco de raciocinio en uno de nosotros al menos. Ella hizo un intento de caminar hacia Nico, pero él la detuvo con un sencillo movimiento de mano. -Empecé a creer que...

- No puedo creer que sean tan idiotas creando toda esta farsa, para el colmo con malas actuaciones. - dijo Nico al tiempo que se acercaba hacia nosotros, amenazadoramente. Nos miró con desagrado y luego su mueca empeoró cuando estuvo lo suficientemente cerca de Leo cómo para darle un puntapié que lo hizo echarse un poco hacia atrás- Como si no fueran obvias sus estúpidas mentiras, Cornuti.

-N-no es menti...- Inicié a protestar, entonces, la mirada de Nico se dulcifica a un grado que hasta a nosotros nos cautivó y su voz salió como terciopelo de sus labios al dirigirse a Piper.

- Como si no supieran que me perteneces, mía bellísima dolcezza- dijo casi en un susurro, al tiempo que la sujetaba de la barbilla y acercaba su rostro al de ella, dejando una mínima distancia muy seductora entre sus labios.

Hazel Levesque se desmayó en los brazos de Annabeth en ese mismo instante, mientras que Calipso Belladona y Layla McLean, abrieron tanto la boca que parecieron un tipo de imitación de la pintura "El grito".

Amer y RLk se cachetean mutuamente una y otra vez, mientras gritan despavoridas por tanta suculencia.

Will Solace fue el primero en reaccionar, estirando uno de sus brazos para empujar a Nico lejos de Piper, y entonces la pelea se reanudó. Leo volvió a levantarse y aferrarse a la pierna de ella. Percy y yo tiramos cada uno de un brazo hasta nuestro respectivo lado. Frank empujaba sutilmente a Will, y todos, lanzábamos gritos de protesta. Luchando por ser aquel ganador que se apoderara de Piper, o... Bueno, lo que quedara de ella después de esto.

- ¡OH POR TODOS LOS DIOSES DE LA BELLEZA! - Una voz alarmada, prorrumpió en medio de nuestro barullo, y todos giramos hacia aquella voz de inmediato; era la mamá de Piper. - ¡Dejen en paz a mi bebé! ¡En este mismo instante, HOMBRES DEGENERADOS!

Ella viene corriendo a salvar a Piper, y nosotros, los "hombres degenerados" nos apartamos automáticamente, mientras la madre abraza a su hija, a la par que sacaba de su bolsa, gas pimienta. Ninguno de nosotros se atreve después de eso a acercarse más de lo debido a ellas. Estoy a punto de empezar a conversar con su madre, (era el que sonaba más maduro) para tratar de explicarle algo de la situación, pero Leo se me adelanta y actúa como si no temiera perder sus ojos, ardiendo en gas pimienta.

- ¡Oh! ¡Usted debe ser otra de las hermanas de Piper! - Su voz es halagadora, como miel escurriendo sobre su piel. - Encantado de conocer a otra mujer tan hermosa.

- Te equivocas, - Niega la señora McLean, pestañeando confundida y luciendo algo menos amenazante. - soy su madre.

- ¡Ah! ¡Ahora, comprenden, chicos ilusos, porque Piper es tan increíblemente bella! - Corrobora Will Solace, acercándose a ellos con una sonrisa que encajaría a la perfección en cualquier publicidad de la marca "Colgate"- Es cuestión de genética... Lamento que eso no sea una buena noticia para la mayoría de ustedes.

-¿Sí? A alguien le está dando complejo de su padre- insinúa Percy sarcástico, en un susurro entre dientes, para luego cambiar su tono de voz a ese que las madres siempre catalogan para un "Chico adorable"- Es un placer conocerla, mamá de Piper. Tengo que concordar con estos dos en que es usted tan bella como su hija menor.

- ¡Oigan estoy aquí! - Gritó Layla llamando nuestra atención.

- ¿Oh? ¿Sigues allí? - Percy se burló con aburrimiento. - Casi me había olvidado de ti.

Tengo que admitir que fue un golpe muy listo por parte de Jackson, pero aun así, no podíamos olvidar que la madre de Piper, también era madre de Layla, y ella defendía, a ambas hijas, con todo el poder que sus cosméticos le daban.

Me acerco lentamente, para dedicarle un saludo también, he intentar solucionar, si es posible, la desconfianza que Percy instaló en la mujer al hacer su último comentario. Entonces, antes de que pueda abrir la boca para hablar, sus ojos, multicolores exactamente como los de Piper, se centran en mí, y se abren con asombro; intimidándome bastante, de paso. Ella parecía a punto de saltar sobre mí y...

—¡Oh Pipes!— dice sin separarse de su hija, aplastándola tanto contra su cuerpo, que probablemente la pobre no puede ni respirar con normalidad— Este es adorable, solo mira que ternurita. ¡Dan ganas de estrujarle las mejillas! Y mira su ropita formal... Es como el muñequito de un pastel de bodas. ¡Ay, puedes quedarte con él! ¡Él es lindo! ¿Cómo te llamas cariño?

-Emmm... Jason...- me decido por contestar, intentando no preocuparme demasiado por sus palabras anteriores- Jason Grace, es un placer.

-¿Grace?- Afrodita hace un mueca esta vez, posiblemente al relacionarme con mi padre. Generalmente los padres no se llevan demasiado bien. Cada uno de ellos, cree que su hijo es perfecto y que está rodeado de delincuentes, por lo que terminan peleándose en cada reunión.

-Mamá déjalo en paz- intenta pronunciar Piper, empujando a su madre para liberarse de sus brazos, pero entonces su hermana vuelve a hacer aparición.

-¡Mami! – Interviene como una niña mimada- Piper está engañando a todos estos chicos, haciéndoles creer que son sus no...

-¡Pero Jason es más atractivo! ¿No crees, Hades?- La voz de mi padre es tan estridente que interrumpe sin problemas a Layla, haciendo que su chillido sea completamente inaudible- Y mil veces más listo que el bobo de tu chico, Possy. - la atención de todos se centra en ellos.

-¿Sí? Dile eso a los ojos verdes de mi muchacho- se defiende Poseidón- Percy no podrá ganar un concurso de ortografía, pero tiene un montón de medallas en natación y pesca deportiva. Es un genio en su propio ámbito ¿No es así, Hades?

El padre de Nico camina, en contra de su propia voluntad, en medio de ambos, con sus ojos tan entornados que parecen a punto de salirse de sus cuencas. Probablemente, está completamente harto de escuchar a mi padre y el de Percy en sus constantes luchas por saber cuál de nosotros es mejor.

-Caballeros, caballeros, por favor- intervino Apolo, el padre de Will, abriéndose espacio en medio de ellos- Solo miren en esa dirección. – Señaló hacia donde estaba Will y este inmediatamente inclinó la cabeza, intentando pasar desapercibido- Solo miren esos rizos rubios, esos ojos azules cual cielo en verano, esa sonrisa heredada de mí. ¡No importa qué tanto combatan entre ustedes, mi hijo siempre será mejor! Y además va a ser doctor, como yo.

-¡Ja! Eso si consigues que deje de fumarse todo lo que se roba- bufa Poseidón con sarcasmo, provocando que Zeus ría entre dientes, y Apolo transforme su sonrisa en una mueca amargada.

-Mi hijo no se droga- les aclara, poniendo su dedo índice frente a sus rostros de un modo acusador - Habla solo de vez en cuando, pero eso no significa que se drogue. Yo lo sé- luego susurra- Ya le hice varios exámenes de dopaje.

Poseidón ríe con fuerza , creyéndose ganador de la discusión después de eso último, pero, entonces, repara en que Percy ha ido acercándose a él lentamente, con pequeños pasitos disimulados, hasta llegar a estar a solo centímetros de él. El padre disimula, intentando hacerle creer que no se ha enterado, como esos dos siempre hacen. Esos pequeños y estúpidos juegos de padre e hijo, que debo admitir, me causan un poco de envidia.

-Mi muchacho es el mejor, y ustedes lo saben- insiste Poseidón, pero luego se interrumpe abruptamente y salta sobre su hijo en un abrazo, tal y como lo haría una ola salvaje, sobre un surfeador. Percy le devuelve el gesto, ambos, empiezan casi a llorar, diciéndose el uno al otro cuánto se extrañaran hasta el otro mes de nuevo. Luego, cuando Percy recuerda que nosotros seguimos cerca, intenta fingir que está indignado y avergonzado por la actuación de su padre.

-Sí, ya, ya... - dice, en fingido tono de molestia- No es necesario, ya puedes soltarme.

-¡Por Dios! Pero que escándalo- esta vez, quien viene avanzando hasta nuestro grupo, es la madre de Annabeth, sus ojos grises ruedan al observar lo que los otros padres estaban haciendo, es decir, su competición insaciable. Se dirige hacia su hija, quien se ha sumado a nosotros, y ahora posee su rostro en completa calma y serenidad, tal y como siempre- ¡Excelentes notas, como siempre!- se limita a decirle..

-Gracias, madre- le devuelve Annabeth con tono orgulloso y completamente formal, provocando un suspiro exasperado en Atenea.

-Si no fuera por ese....- inicia, con furia, pero luego recuerda que está siendo observada y vuelve a la normalidad- El señor Belladona... Ya te habría llevado de vuelta a casa, conmigo.

Annabeth se muestra sorprendida por un momento, pero luego, en un acto de rebeldía que probablemente ni ella misma se creería, quizá solo para probarle a Layla que es tan delincuente como cualquiera de nosotros, o quizá solo algún pequeño rencor en contra de su madre, pero sus palabras salen de sus labios con burla y soberbia.

-¡Demonios! Ya sabía yo que se nos había olvidado algo- dice, chocando su puño cerrado contra la palma de su otra mano- Piper. ¡Olvidamos robar de nuevo el auto del Concejal Belladona!

Piper no contesta, pues su madre aun la tiene aplastada contra su propio cuerpo, en su enorme abrazo de oso sobreprotector; también diciéndole que la extrañará mucho, que coma bien y se ponga protector solar a diario. Pero, sus palabras llaman la atención de Calipso, quien apenas estaba despidiéndose con desgana de su padre (quién ni siquiera la mira dos veces), mientras se sube a su coche y es el primer padre en irse del lugar.

-Si quieres te doy la clave de seguridad de su mansión- susurra entre dientes- Maldito, viejo materialista...

-FRAAAAANK- Clarisse aparece corriendo en medio de todos nosotros, al tiempo que bota al suelo a algunos chicos sin importancia, y empuja a patadas, para abrirse espacio, a algunos padres desafortunados- No te encontraba, idiota.

No pasa mucho tiempo antes de que podamos darnos cuenta, por qué está tan alarmada, ya que las puertas del edificio principal, vuelven a abrirse, con un ruido estrepitoso, y el General La Rue sale, con sus lentes de sol ocultando sus ojos, y su arma, a la vista de todos, bien sujeta en su cinturón.

¿Por qué el señor D, le permitía el ingreso al establecimiento, portando armas? Bueno... No había demasiados delincuentes con las agallas necesarias como para intentar robársela. Morir en una silla eléctrica sería mejor que morir en sus gigantescas manos callosas.

-¡ATENCIÓN!- grita, como si estuviese frente a su batallón del ejército. Siento ganas de ponerme firme y decir "Hail Ares", pero me retengo lo suficiente como para no hacerlo.

-Señor, sí señor- contestan sus dos hijos, por el contrario.

Ares sonríe con orgullo reflejándose en todo su cuerpo, y luego de un "Descansen", camina hacia ellos y deja caer uno de sus brazos, sobre el cuello de Frank y otro sobre el de Clarisse y comienzan una especie de... eh... conversación familiar, a su estilo.

Apolo los observa y parpadea varias veces, con una mano sobre su pecho y ambas cejas levantadas, como si estuviese viendo a la misma "guerra", lastimando a millones de personas y causando miles de enfermedades, que luego él tendría que curar en su hospital. Va moviendo su atención, primero de Ares y sus hijos, hasta Afrodita y sus hijas (como si esto le diera fé en la humanidad de nuevo, su expresión cambia a otra sonrisa). Luego parece recordar algo y... ¡Bingo!

Él salta como si recién estuviese recordando algo, y su atención vuelve a su hijo. Y ahí, en medio de todos nosotros, tal y como si no le importara nuestra presencia, o quizá, creía, sinceramente, que sus palabras y sus acciones eran algo completamente normal. Lo cual, realmente no lo era. Mucho menos para mí, por Dios, aun soy demasiado susceptible con respecto a esto.

- Ah, sí, es cierto. ¡Quiza, necesites esto, solecito!- le dice a Will, al mismo tiempo que saca una cajita, de su bolsillo. Por un momento, ninguno de nosotros comprende de qué se trata, pero, Will es el primero en darse cuenta, ya que los acepta sin darle demasiada importancia, y luego, su rostro se pone tan rojo como la sangre que sale de la nariz de los nerds a los que golpea Clarisse.

-NO, NO LOS NECESITO, PADRE DEGENERADO- estalla, completamente avergonzado, empujando la cajita, nuevamente hacia el pecho de Apolo- ¡QUÉDATE CON ELLOS!

-Pero si son solo condones...- Apolo no parece entender el repentino ataque de su hijo.

- Lalalalalalalalalalalalalala- Will se tapa ambos oídos y comienza, en el mayor gesto infantil de toda su vida, a ignorar a su padre- NO TE ESCUCHO.

-Will... Will- Apolo insiste con paciencia- Si... a este paso nunca te va a prestar atención Ni...

-QUE TE CALLES- Will se lanza sobre su padre y le cierra la boca antes de que pueda terminar la oración, demostrando así, que realmente si lo estaba escuchando. - ¡Ay! ¿Por qué tienes que ser así?

Pero su padre no se muestra para nada ofendido al respecto, simplemente se encoge de hombros, y le introduce la cajita a su hijo en el bolsillo de sus vaqueros. Y con eso continúa la extraña y traumatizante discusión.

En medio de la distracción que ocasionó Apolo, Hades ha conseguido escaparse de en medio y caminar directamente hacia la dirección en donde está su hijo, que resulta ser a tan solo unos pasos de distancia de mí, pero cuando está a centímetros de alcanzarlo, su mirada se desvía hacia un punto en la distancia.

Mi curiosidad es más poderosa que mi voluntad, y termino volteando la mirada también, es cuando descubro que Dimitri y su pandilla están recostados junto a un muro, con cigarrillos en sus bocas. La mirada del pandillero ruso se enlaza con la de Hades por un momento, y entonces él devuelve su atención de nuevo a Nico.

-¿Desde hace cuánto está aquí?- pregunta directamente, sin dar más vueltas al asunto.

-Bastante- se limita a contestarle Nico, entendiendo por completo que se refiere a Dimitri- Tanto como yo, quizá menos...

-No te acerques a él- le dice entonces, provocando que Nico levante una de sus cejas con confusión, entonces Hazel, que parece haberse recuperado de su desmayo se aproxima corriendo y se aferra al brazo de su hermano.

- Hablando de ese idiota...- Nico parece recordar algo importante- ¿Adivina de quien...?

Definitivamente esta familia debe tener algún tipo de poder telepático, porque Hazel anticipa lo que Nico está a punto de decir, y le encaja las uñas en el brazo que tiene sujeto, interrumpiéndolo, de una forma disimulada, que sin embargo, no pasa por alto para nadie. Aun así, ella ha cumplido su cometido, Nico entendió la indirecta. "No le digas a padre del estúpido enamoramiento de Dimitri".

-Auch...- se queja Nico, y la fulmina con la mirada- le voy a decir aunque no quieras, boba... El imbécil ese intentó burlarse de Hazel en la cafetería hace días.

No agrega nada más, obedeciendo a Hazel, guardando un pequeño secreto. Ella entiende la estrategia y lo fulmina con la mirada de igual forma, como diciendo "Bocón". No puedo evitar pensar, que así deberían actuar los hermanos, respaldandose el uno al otro, no clavando cuchillos en la espalda, como lo hace Layla.

-¿Te encargaste de ello?- le pregunta Hades a Nico. El chico sombra muestra una sonrisa en su rostro, para luego negar con la cabeza.

-Hazel se encargó, ella sola.

-Pero el señor D no se enteró, y ahora por tu culpa mi papá va a pensar que me porté mal- Hazel hace un puchero, continuando con el show.

Hades los observa visiblemente aliviado, casi con una sonrisa en su rostro, parece estar a punto de poner su mano sobre los hombros de sus hijos, abrazarlos, quizá besarlos. Por un momento creo que realmente va a hacer algo para mostrarles que los ama, pero entonces... Él simplemente mete sus manos al interior de su traje y saca dos paquetes nuevos de ositos de goma y les obsequia uno a cada uno. Hazel salta sobre sus pies y una sonrisa se extiende por su rostro, Nico lo guarda en su bolsillo como si fuera algún tipo de contrabando, fingiendo desinterés.

- Te hubiese traído también algunos dulces - Oigo a mi padre cerca de mí, giró mi rostro hacia él, y allí está, mirándome con esa sonrisa triste desde que sucedió lo del incendio. - Pero, sé que no te gustan.

Trato de formar una pequeña sonrisa, o hacer algún tipo de gesto para él... Pero nada sale de mí, me siento demasiado reticente a siquiera mirarlo fijamente y él se da cuenta. Es mi padre después de todo, me conoce, sabe algunas cosas de mí, al menos. He vivido con él la mayor parte de mi vida, es básicamente un hecho y una obligación que conozca mi lenguaje corporal.

-¿Cómo va todo hijo?- mi padre llama nuevamente mi atención, y esta vez, hago todo el esfuerzo para hablar, sin embargo, no son demasiadas letras las que son pronunciadas por mis labios.

-Perfectamente- es todo lo que me limito a contestar y noto la desilusión en su rostro... Luego, noto que sus ojos se dirigen en dirección a Piper. Es tanto su escrutinio, que la castaña lo mira brevemente intimidada como sintiendo su pesada mirada.

- Ella... - inicia mi padre, el calor del desierto empieza a afectarlo, y se limpia el sudor de la frente disimuladamente. - Lucía algo bonita hace unas horas.

- Así es. Era bonita. - Concuerdo, apretando mi mandíbula con cierto recelo - Y ahora es hermosa.

Dicho eso, mi padre solo se queda callado, mirándome con cierta ironía que no entiendo. Sus ojos azules escrutan los míos, y yo le devuelvo la mirada por primera vez después de tanto tiempo. Sus ojos se ven cálidos y cansados, y muy en el fondo... (Tal vez me equivoque, o tal vez no) veía, un poco de orgullo, que no puede decir por la misma razón. Nostalgia, eso era lo que sentía. Ese sutil deseo de algo que has perdido y ya nunca volverá. Pero que luego logras apreciar en otras personas, en otros dueños, y lo extrañas.

- Me alegra. - Musitó, dándose la vuelta para dirigirse hacia su coche y largarse de nuevo hasta que pasara otro mes. - Que seamos tan diferentes. Me alegra, mucho. ¡Nos vemos, Jason!

- Nos vemos, papá. - Me despido de él, viendo su espalda alejarse cada vez de mí..., y espero. Traté de identificar el familiar sentimiento de repulsión y odio hacia mi padre por todo lo sucedido hace años. Pero, por fin había acabado, suspiré aliviado, finalmente, volvía a ser libre.

Todos los padres empiezan a subirse en sus autos para marcharse de nuevo a sus hogares. Cada uno de ellos se abraza, o se dicen palabras cortantes. Padres como Hefesto que solo regala a su hijo un tipo de llave extraña para trabajos especiales, lo cual Leo acepta humildemente mientras le dice "Buen viaje, viejo".

Afrodita es la última madre en separarse de su hija. Agarra a Piper de sus mejillas y trata de limpiar inútilmente su rostro arruinado de rimel. Ambas echan unas risitas, y la castaña sujeta las mano de su madre, indicándole que lo deje. Afrodita asiente, coloca un beso en su frente y antes de irse, le dice.

-Hola de nuevo, mi niña. - su mano acaricia su mentón, - Recuerda, la belleza consiste en encontrar lo que más se ajusta a ti, lo que te queda más natural. Para ser perfecta, tienes que sentirte perfectamente contigo misma: evitar querer ser algo que no eres.

Dicho eso, agarra a su segunda y molestosa hija mayor de los hombros y la obliga a irse con ella hasta el coche. Afrodita entra en el lado del conductor, pero Layla solo abre la puerta y mira una vez más hacia nosotros, como queriendo decir algo más.

- Tienes razón, Layla. No soy como tú, y jamás lo seré. Tú eres tú, y yo soy yo. Nadie puede cambiar eso. - Le dijo Piper, sonriendo de un modo muy distinto a lo que conocía antes. Con un brillo en los ojos, mejor que el que tenía antes. - Y agradezco a todos los Dioses del mundo que sea así.

—¡Ka-Boom, perra! - Exclamó Leo, chasqueando los dedos cual diva. - ¡En tu cara llena de maquillaje!

Ninguno de nosotros trata de contener su risa ahora, y miro a Piper por el rabillo de mi ojo, casi puedo verla zumbar de poder al estar rodeada de tantos de sus amigos enfrente de ella. Tiene otro aire, más confiado y poderosa. Como si nada pudiese tocarla nunca más. No de nuevo. Y me alegro, estoy orgulloso, y contento de haber sido testigo de su cambio. A la par, que el cambio también se apodera de mí. Layla nos mira a cada uno de nosotros con rencor. Apostaba a que estaba imaginando un montón de formas para asesinarnos, apenas tuviese la más mínima oportunidad. Lástima, pensé; pues ella estaba sola, y nosotros, éramos un ejército. Como dijo, Leo, ¡Ka-Boom, perra!

Justo cuando Layla está a punto de desaparecer dentro del coche de su madre, para largarse con el rabo entre las patas. Piper, una vez más, se dirige a ella en un tono muy amigable y amable.

-Oh, por cierto Layla. No quería decírtelo pero... - Su sonrisa es mejor que cualquier arma. - ¿Sabías que un lado de tus cejas...? ¿Está más abajo y gruesa que de la izquierda? - Piper niega lentamente, con desilusión. - ¡Qué vergüenza! Arregla eso, ¿sí? Bueno, ¡nos vemos querida hermana mayor!

Las carcajadas explotan entre nosotros, y con más prisa, Layla se sube al coche (tapando deliberadamente una de sus cejas) desapareciendo tras los vidrios polarizados. Su madre ignorante de todo, se despide de Piper con dos bocinazos y pronto los neumáticos besan el ardiente asfalto, perdiéndose en el atardecer del desierto.

Deliberadamente, nuestros amigos se apartan un poco de nosotros para darnos algo de espacio. Fingen ignorarnos mientras empiezan a charlar sobre lo ocurrido hace un momento sobre los repentinos seis novios que Piper había conseguido por arte de magia. En este momento, sólo somos ella y yo, frente a frente por primera vez, sin disculpas, ni vergüenza.

Entonces empiezo a estudiarla, hasta conocer el último de los lunares de su rostro. Estoy totalmente maravillado admirándola, preguntándome ¿cómo no me he dado cuenta antes?

Ella es hermosa. Absolutamente bellísima, pero no me refiero a su cuerpo, no me refiero a nada de eso. A pesar de que su rostro está totalmente manchado de maquillaje escurrido, con sus ojos rojos y un lado de su mejilla hinchada por la cachetada de su hermana. Aunque estuviese aún llorando y moqueando de pura felicidad... Sonrio ante la calidez que me embarga su cercanía. Mi pecho, mi cuerpo, todo en mí explota en un montón de sensaciones cálidas y estoy mudo, nervioso, ansioso de dar mi primer paso con esta bella chica y no arruinarlo por completo. Porque, ahora soy capaz de ver más allá, es como si ahora pudiese ver su espiritu, puro y transparente, sin forma alguna, justo frente a mis ojos.

Pero no soy yo quien hace el primer movimiento, no. Como siempre, es ella.

- Gracias... - musita con voz quebrada, con la comisura de sus ojos brillando con lágrimas de felicidad, y rozando delicadamente con timidez mi mano. - Por todo.

Escucharla agradecerme solo a mí, me llena de dicha. Mi mano se estira hasta alcanzar la suya, y entrelazo nuestros dedos con suavidad. Sin dejar de mirarla, viendo como sus mejillas se ponen rojas y sus ojos se abren un poco por la sorpresa. Doy otro paso más cerca de ella, tanto, que ahora debe alzar ligeramente su cuello para poder mirarme fijamente.

- ¿Qué tal si empezamos desde cero? - mi voz es apenas un susurro ronco.

Ella me mira sin entender al principio, pero después de empezar a hablar, Piper apenas puede contener la emoción de lo que hago.

- Hola, me llamo Jason Grace. - Me presento, estrechando su mano en medio de nosotros. - ¿Y tú eres?

Ella empieza a llorar de nuevo y se lanza a mis brazos para abrazarme con fuerza, sin importarle en lo más mínimo, el público que se ha congregado a nuestro alrededor, para admirarnos con ternura..

- Piper... - Dice sollozando, mientras mis manos rodean su cintura y de nuevo, la nueva sensación me embarga hasta dejarme atontado de felicidad. - ¡Yo soy Piper McLean!

- Hola Piper. - Susurré cerca de su oído. - Mucho gusto...

El atardecer termina en el desierto, y ella suspira en mis brazos, (Al igual que yo) contenta, y tranquila.

●●●

No sé qué era peor...

Si los extraños y escalofriantes ruidos que soltaba el aire acondicionado puesto en nuestra pared. O, los bestiales ronquidos que Frank Zhang hacía, como si se tratase de un oso invernando... (No es como que haya visto muchos osos invernando de cerca, pero suponía que se oían algo así). Como sea, pienso derrotado, suspirando muy hondo mientras que a falta de ovejas, empiezo a contar las tablas que resultan ser el respaldo de la cama de Zhang. Aunque todo estuviese en completo silencio, tenía el presentimiento de que aún así, no hubiese podido pegar un ojo durante toda la noche, como ahora.

No podía dejar de pensar, mi cabeza daba vueltas y vueltas sobre el mismo pensamiento una y otra vez. Tratando de encontrarle algo de lógica, o algún tipo de pista para llegar a entender la advertencia que mi padre me había dado acerca de Dimitri... ¿Qué me mantuviese alejado de él? Siempre lo había hecho, ese no era el problema al cabo; pero, ¿por qué? Yo tenía mis razones, como que era un maldito simio descerebrado... ¿Pero él? ¿Cuál eran sus razones? Siento ganas de darle puñetazos a mi almohada, por la frustración de no comprender nada. Lo que más odiaba. "NO ENTENDER NADA". ¿Por qué mi padre no había ido directamente al grano y contarme todo? ¿Cómo lo conocía? ¿Tendría relación con...? Intento concentrarme, intento recordar, pero no viene ni una sola respuesta a mi mente.

Mientras estoy meditando, muevo perezosamente mi cuello hacia el costado... Y lo veo, allí acostado en su cama, mirándome, con sus enormes ojos azules brillantes y espeluznantes cual canicas pertenecientes a una muñeca de porcelana. Tan abiertos, como si tratara de memorizar cada detalle de mi insignificante existencia.

-¡¿QUÉ CARAJ...?! - Mis ojos se abren desmesuradamente por la sorpresa y el terror, un escalofrío pasa por mi columna vertebral; y es tan grande el susto que dejo salir, por primera vez en mi corta vida, un grito fuerte y estridente.

-¡¡¡AHHHHHH!!! - Mi alarido horrorizado causó que Will también soltara otro grito, y entonces ambos nos encontramos mirándonos mientras gritabamos, con todo lo que daba nuestro pulmones. Hasta que Frank despertó, y sin recordar que estaba en la litera de arriba, giró y cayó al suelo de culo con fuerza, mientras también gritaba con sus manos moviéndose por todas partes como intentando agarrar algo del aire para sujetarse.

-¡¿PERO QUÉ DEMONIOS TE SUCEDE?! - Exijo saber, mientras Frank se levanta torpemente del suelo luego de haber agarrado un zapato como arma. Mueve su cabeza de aquí para allá, y se tambalea poniendo una mano sobre su cadera mientras repite: "¿Qué? ¡¿Quién murió?! ¡¿Dónde está el jabalí, Clarisse?!

- ¡¿POR QUÉ GRITAS?! - Inquirió Will.

- ¡NO LO SÉ! - Le devuelvo a voz en grito, con sarcasmo, - ¡TAL VEZ PORQUE MI COMPAÑERO DE CUARTO ES UN ACOSADOR EN SERIE!

- CLARO QUE NO.

- ¡¿ENTONCES QUÉ HACÍAS MIRÁNDOME?!

-YA CÁLLENSE ALLÁ ARRIBA, ¡O IRÉ A METERLES CLOROFOMO EN EL TRASERO!- Los tres miramos hacia el piso, la voz de Travis Stoll (o Connor quizá, era imposible reconocerlo) llega hasta nosotros con enojo. - ¡DIOSES! ¡YA DEJEN DORMIR AL PRÓJIMO!

Por un momento nuestras respiraciones entrecortadas, son todo lo que se escucha en la habitación, mientras los tres nos quedamos mirando hacia el piso, completamente anonadados por la intervención, pero entonces, levanto mi mirada, justo al mismo tiempo que lo hacen mis dos extraños compañeros de habitación. La situación es sumamente incómoda, estoy a dos segundos de girarme, ocultarme debajo de las sabanas y seguir atormentando a mi cabeza con mis oscuros pensamientos, pero entonces, Frank suelta un suspiro y se deja caer al piso, de nuevo, sentado en posición india.

-Por un momento pensé que mi padre seguía aquí- dice, visiblemente aliviado- ¡Ya iba a empezar a hacer lagartijas!

Siento ganas de ponerme a reír, pero no quiero, no es recomendable, además. Ruedo sobre mi propio eje y me acuesto de nuevo, dándoles a ambos la espalda. E intento respirar con calma, para tranquilizar mi ritmo cardiaco.

-Solo pensaba que... - inicia Will, casi en un susurro- Fue cool que nos apoyaras con lo de Piper hoy.

No contesto. ¿Qué se supone que deba decir de todas formas? Ah... Extraño cuando las únicas palabras que me veía obligado a pronunciar en el día eran "Presente" al momento de pasar lista. Y luego una vez al mes en la cita con la psicóloga del Instituto a la cual el señor D nos obliga a visitar, y de tanto escucharnos ya está más trastornada que cualquiera de nosotros. Era gracioso como intentaba ayudarnos, cuando ni ella misma podía controlar del todo su miedo ante unos delincuentes.

-Supongo que... - continúa, como siempre, el muy testarudo sin darse por vencido- Te sentiste identificado, como todos nosotros ¿no? Es decir, todos tenemos un pasado oscuro... quizá demasiado oscuro en el caso de algunos. No es lindo que te obliguen a escupirlo, con golpes psicológicos.

Silencio de nuevo. Escucho un suave suspiro por su parte, y luego siento el tambaleo fuerte de la cama, tal y como si estuviera en un bote en medio de una tormenta en el océano, lo cual significa que Frank está subiendo a su propia cama, de nuevo.

-¿Me enseñas a hablar italiano?- pregunta Will, con tono inocente, aun sin perder la esperanza de que le conteste. Tomé una de mis almohadas y la lancé hacia atrás. Escucho su queja ahogada, por lo cual sé que le dí justo en la cara.

-No, y ya cállate- le contesto, fingiendo un tono malhumorado, pero siento que estoy a punto de explotar en una carcajada. Mis labios no pueden dejar de temblar, porque quieren soltar una sonrisa. (Las muy patéticas) ¿Por qué no puedo dejar de reirme de sus estupideces? Ni idea, me respondo a mi mismo, tal vez los efectos de la droga eran contagiosos. Quién sabe.

Paso 18: Acepta tu verdadero "yo": ¿Y si lo dejamos en 50/50?

Trates lo que trates, sufras lo que sufras, siempre habrá una pequeña parte de ti, que nunca podrás perder, y que saldrá a relucir cuando aquellas personas que han tenido contacto contigo en algún momento de tu vida, aparezcan de nuevo. No puedes deshacerte de esa parte, ni siquiera si lo intentas con todo tu ser. La batalla está perdida, porque no puedes luchar en contra de ti mismo.

Pero eso... no es del todo una mala noticia.

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