Paso #17: ¡Reforzar la defensa ante el enemigo!
Hoy presentamos...
El mockup de la discordia.
-Todavía me sigue gustando más el tuyo que el mío. – Refunfuña Amer, mirando el libro de su sis tan bien hecho. - ¡Solo míralo! EXIJO UN REEMBOLSO.
-Claro que no, el tuyo también se ve bien sis. – Rlk rueda sus ojos. – Solo estás siendo melodramática, solo mira esos Premios en la portada, las pistolas, mira el grosor de esos libros...
-Como sea. – Escupe Amer encogiéndose de hombros, y tecleando en la máquina de escribir para ignorarla.
-De verdad, el tuyo también es muy bonito, te la compraría con una foto en tanga incluida...
-Si bueno esta bien. – La interrumpe Amer de forma abrupta y en tono desinteresado, Rlk la mira con la boca abierta y una ceja levantada. Pasan unos momentos en silencio, de tensión en el aire hasta que Rlk aparta la mirada, y contesta con un tono cortante.
-Ok... si eso quieres...-se aparta el pelo del hombro dramáticamente. - es tu asunto
-¿Qué? – Amer la mira molesta, su tono cortante le duele más que su mockup. Sin embargo ella no le contesta, y sigue arreglándose las uñas ignorándola deliberadamente. Así que Amer, con su orgullo en alto, también la ignora, mientras está vez aprieta las teclas de la máquina con más fuerza y furia.
Dos minutos después.
-¿Bien que pasó? ¿Qué te sucede? -Demanda Amer imperiosa.
-Me hablaste feo. – responde Rlk, con un fruncimiento de labios disgustado.
-¡¿Khe?! >:v tú primero rompiste mi corazón con esto de "Es tu asunto"
-"Si bueno está bien". Fueron tus palabras. – Reclama Rlk. - ¡Esa indiferencia! Tú rompiste mi corazon con esto. Solo míralo, léelo, tatúatelo en la mente.
Amer tiene lágrimas en las comisuras de sus ojos, y le tiemblan los labios.
-Dolió. – Grita Rlk y luego. *la abraza como koala a su Árbol**llora desconsolada* *Amer llora en silencio como digna hija de Hades*
-¡No volvamos a pelear! – Gritan ambas mientras ruedan por el suelo, abrazadas cual sanguijuelas.
●●●●
Dionisio estaba casi seguro de que el techo pronto caería encima suyo, incluso mirando detenidamente hacia arriba, juraba que ya podía ver algunas grietas abriéndose en el cemento. Pero ¿cómo no las tendría? Si en cada reunión que había, esta habitación era la que tenía que aguantar, cada queja y grito, por parte de los padres. Así que, antes de que eso pasara, decidió que tendría que ponerle un Stop al drama del lugar, pues aún tenía demasiadas misiones que cumplir en la tierra para morir tan temprano.
- ¡A CALLAR! - Vocifero el director de la Institución a los padres sin temor a las repercusiones de empresarios multimillonarios. Después de todo, él también tenía muy buenos abogados. - Sus hijos les agradecerían bastante, qué solo por estas insignificantes horas, dejaran sus egos y disputas infantiles para otro momento.
Dionisio observó que Zeus estaba a punto de reclamar por haber sido callado de forma tan grosera, pero antes de que incluso pudiese decir una palabra. Quirón aprovechó el momento para sacar algunos papeles que tenía dentro de una carpeta sobre su escritorio, y empezó a repartirlos a cada padre.
- ¿Qué es esto? ¿Más contratos? - Zeus volvió a dramatizar cual anciana adolorida por sus juanetes. - Ya cuando inscribí a Jason aquí había firmado DIEZ contratos. ¿Para qué son estos ahora? ¡Ni que me fuera a casar de nuevo!
-No estarán vendiendo los órganos de nuestros hijos al mercado negro, ¿o sí? - Inquirió la señora Chase, con voz serena pero firme. - Tendría un pequeño inconveniente con ustedes de ser así.
- Por favor... - inició Dionisio, alzando las cejas escandalizado al ser objeto de reproches. - Somos una institución seria y responsable, nuestros baños son impolutos, nuestra comida de primera clase, y aire acondicionado hasta para los peores de nuestros alumnos. ¡Sus hijos están en las mejores manos!
Dionisio empezó a carcajearse por dentro, mientras una sonrisa oportunista intentaba escaparse de sus labios. Observó como los padres se miraron los unos a los otros con incredulidad, algunos como la madre de Annabeth estaban leyendo atentamente el contrato y otros como Ares, simplemente sacaban un bolígrafo y firmaban los papeles donde una flecha lo indicaba.
- ¿Pero qué diablos dice aquí? - Farfulló Afrodita en voz baja, lo cual no fue desapercibido por Atenea, quién se burló de ella con un bufido. - ¿Ah? A ver cara de búho, sí eres tan lista, dinos que es lo que pide este estúpido contrato.
- Por favor, señoras, no hay necesidad. Puedo decirles... - Pero Quirón fue interrumpido abruptamente, por Atenea, quien fingió como que no existía.
- Servicio comunitario. - Exclamó en voz alta, para que todos los demás también pudieran oírla. El padre de Leo, se rascaba un lado de su barba distraídamente con un bolígrafo, mientras leía el papel de sus manos.- Están pidiendo permiso para que nuestras hijas puedan salir afuera, a limpiar la contaminación que causan tus cosméticos.
Dicho eso, la madre de Piper se levantó de su asiento como si sus palabras le hubieran golpeado en su redondo trasero, para luego apuntarle con un dedo acusatorio en medio de la sala ignorando las súplicas de Quirón para que se tranqulizara. Dionisio agarró su copa de vino de la mesa, la cual contenía Coca Cola (porque los canallas de la dirección no permitían que tomara vino en clases) y la bebió plácidamente mientras veía como el circo de los padres empezaba nuevamente.
-¡No metas mis certificados productos en esto, señora Chase! - Gritó indignada, apartando su pelo de un lado de sus hombros con dramatismo nivel Zeus. - Que quede claro que solo porque nuestras hijas son mejores amigas es que no estoy dándole su merecido.
- Por culpa de ¡TU hija, la mía esta aquí! - devolvió Atenea. - Deberías de preocuparte mejor en aprender a educar mejor a tus hijas.
- Aquí vamos de nuevo... - Suspiró Hades, mientras sacaba un bolígrafo y simplemente firmaba los papeles con un rápido movimiento de su muñeca. - ¿Estos... servicios comunitarios? - Empezó el padre de Nico a Quirón, sobreponiendo su voz al barullo de las madres. - ¿No se tratarán de cavar zanjas exagerados o limpiar las tuberías cloacales de la ciudad, no?
-Por supuesto que no, señor. - Lo tranquilizó Quirón, mientras carraspeaba con nerviosismo. - Solo ayudarán un poco a la comunidad es todo. Además, es orden del ministerio. No tenemos nada que ver en esto.
- Ah, en serio... - Respondió Hades poco convencido, no obstante, le volvió a entregar el contrato ya firmado y se levantó de su asiento dirigiéndose directamente hacia el director del Instituto, con el cual quería hablar ya desde hace horas. - Disculpe, Señor - lo llamó casi con impaciencia, respeto era lo que menos se escuchaba en su tono de voz, el susodicho viró su atención hacia él. -¿Podríamos hablar en privado?
El señor D, formó una mueca incómoda por dentro. Uno creería que estaba más que acostumbrado a esta clase de reuniones privadas con el señor Di Angelo, (luego de tanto tiempo) sin embargo, cada que ocurría, sentía el mismo vuelco en el estómago por darle siempre las mismas noticias que ensombrecerian sus ojos para luego, ordenarle lo que ya sabía..
Salieron afuera, hacia el pasillo, el señor D cerró la puerta lentamente sin llamar demasiado la atención de los demás, aunque no fuese necesario por el barullo que ya había; luego, se giró hacia el italiano, quién estaba parado a pocos pasos delante de él, presumiendo de su impecable traje italiano a la medida. Dionisio esperó a que hablara, no obstante, Hades se mantuvo callado y expectante, a que él empezara. El director sabía perfectamente lo que él quería saber, aún así, inició por informarle de algo menos complicado.
-Su hija es una de nuestras mejores alumnas. - Carraspeo, casi sonriendo amable. - Realmente, si no hubiesen presentado pruebas bastante contundentes sobre su robo. Jamás pensaría que es una delincuente; no causa problemas, es servicial, es dedicada al estudio y cumple con las normas.
-Me alegro. - El Señor Di Angelo forma una pequeña sonrisa complacida, pero por supuesto, no es lo que a él le interesa saber. Fue directo al grano. - ¿Cómo está él?
¿Qué cómo estaba su peor quebranto? ¿Estaría bien decirle que hubo dos avisos por parte de la maldita máquina de su cuello, dos veces en solo un mes?
El director sabía, qué había peores lugares que su Instituto a cuyos aposentos, el Señor Di Angelo, prefería llevar a su hijo sin dudarlo un segundo, donde ni una sola brisa de esperanza existe, contrario a lo que se diga... Él lo hubiese hecho hace años... si no fuese porque Dionisio lo había detenido, de no ser porque había logrado convencerlo... Su hijo estaba aquí. Nico nunca entendería la suerte que había corrido, mediante la existencia de aquel que tanto él siempre maldecía en silencio.
-Ha hecho amigos. - Dijo el director, observando al mismo tiempo la leve sorpresa que sus palabras había causado en él. - Habla más, el 90% de lo que dice son groserías o maldiciones, pero... definitivamente, muestra mayor entusiasmo al hacerlo.
- ¿Es gracias a su hermana? - Interrogó el padre, luciendo ensimismado en quién sabe cuantas cosas. Viéndolo así tan taciturno, a nadie le cabría la duda que él fuese el padre de Nico Di Angelo.
- En parte... - Inició a decir el señor D, frunciendo el ceño con desconcierto. En realidad, aquello no lo sabía bien. - Pero, creo que tiene mucho que ver con los compañeros de habitación que le han correspondido este año. Se llaman, Frank Zhang y Will Solace.
-¿El hijo del doctor? - Inquirió sin poder ocultar la sorpresa de su rostro. -¿El rubio?
- Así es, y el hijo del militar La Rue, los cuales también son amigos de los hijos de Grace, Jackson y Valdez, y por consiguiente han compartido varios recreos juntos...
- Qué bien. - Dijo el italiano, en un tono aliviado y algo muy cercano a la alegría, Dionisio estaba bastante satisfecho consigo mismo; después de tanto tiempo, lograr finalmente complacer al Señor Di Angelo, además de que por primera vez no había preguntado por... - ¿Qué hay de los avisos? ¿Ha habido unos cuántos de nuevo este mes?
Y allí la pregunta que no quería oír. Maldición, por un momento se había ilusionado torpemente. Claro que había habido dos nuevos avisos por parte de la máquina. Siempre los había... Pero, lo único que le importaba era lo que significaba...
-No permitiré, que él vuelva a cometer otro error. - Recordó al señor Di Angelo decir, con una mirada decidida y enojada, el día que inscribió a su hijo en su Instituto a base de casi súplicas de su parte. - Solo tres avisos, si pasa de esos...
-Lo entiendo, señor Di Angelo. -Él le había contestado con seguridad, sin titubeos en su voz. - Confíe en mí, no dejaré que él lo vuelva a hacer... Estará vigilado, las 24 horas del día.
Tres avisos... Nico desde hace años los había superado, lo que significaba que debió, hace mucho, ser enviado a otro lugar peor. Sin embargo, él no se rendiría aún, nunca volvería a hacerlo. ¿Qué no era eso lo que le había prometido a su hijo, antes que lo dejara? Por supuesto, había lugares muchísimo peores, donde Nico di Angelo podría terminar, pero mientras él siguiera aquí... Sus alumnos tendrían otra oportunidad.
- ¿Y bien?
- No señor. - Contestó sin lugar a dudas. - Ninguno.
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Caminábamos por los pasillos del Instituto con la asombrosa velocidad que poseería una tortuga que no ha dormido en tres días. ¡Yei! Sí, ajá, con esa acostumbrada y estresante lentitud con la cual se mueven las chicas cuando conversan a través de los interminables senderos, con sus brazos entrelazados y sus piernas en sincronía. Yo estaba a punto de gritar cual sociopata que nos moviéramos más rápido. Supongo que mi THDA no ayudaba mucho, tampoco, en este tipo de situaciones. Pero ¡Hey! Al menos estaba compartiendo el tiempo con dos bellas chicas ¿no?
- ¿Sabes? -Inició Layla en tono insinuante.- Estoy considerando seriamente hacer algo muy malo, solo para venir a este instituto a pasar el rato con ustedes. Digo, ¡No se encuentran chicos tan agradables como ustedes en cualquier lado!
Leo y yo compartimos una mirada de incrédulidad ante eso, y por el rabillo de mi ojo, observo como Piper rueda los ojos con fastidio de sobremanera. Estaba algo extrañado también, de que ella no estuviese intentando acaparar toda la atención de Jason... Aunque luego del beso, entendía que Piper mantuviese sus distancias para evitar consecuencias desastrosas, como las de aquel día.
En cuanto a Jason, éste echó simplemente una ligera risa nerviosa, para luego seguir hablando, sobre el mal funcionamiento del aire acondicionado.
-Dime ¿Jason? ¿Así te llamas no? - Le preguntó Layla, fingiendo confusión; el susodicho, asintió en concordancia. - Háblame de las habitaciones, ¿son mixtas?
-Ah, no. -contestó. - Hay un edificio exclusivo para los chicos y otro para las chicas.
-El director no confía demasiado en nosotros, que digamos. - Agregue con una sonrisa ladina.
- ¿No? - Echa una pequeña risa tintineante. - ¿Acaso hay muchos chicos aquí por cargos de violación? ¿Y qué hay de ti?
- Bueno, la última vez que robé mi archivo para echarle un vistazo, no había ningún cargo de violación allí, pero...
- Teniendo en cuenta nuestra estrecha y muy "amigable" relación con el director del Instituto. - Me interrumpió Leo, haciendo comillas con sus dedos. - Bueno, no me sorprendería que la próxima vez encontrara mi nombre tachado como "violador en serie" de alto riesgo. - Terminó de decir, y luego, volvimos a nuestra caminata de agonía...
Jason hablaba sin cesar, mostrándole a la hermana de Piper cada pequeño rincón del edificio, ella parecía sumamente interesada y se acercaba a sobremanera, abrazando el brazo de él como si fuese una pitón envolviendo a su presa, cada vez que tenía la oportunidad. Observé el rostro de mi amigo, y me di cuenta de lo mucho que le estaba costando hacer esto, pero, entendí, también, las razones por las cuales lo hacía. Está bien, puede que yo sea un poco (muy) torpe, a veces, pero conozco a mis amigos, sobre todo cuando he pasado mucho tiempo compartiendo habitación con ellos, y escuchando sus palabras sofocadas y sus gritos ahogados cada noche en sus pesadillas.
Jason estaba esforzándose mucho en no juzgar a Layla, intentando remendar su magníficamente, gigantesco error con su hermana. Pero, ¿hasta qué punto hacía esto por Piper o por él mismo y su salud emocional? No lo sé, quizá se trataba de su propia conciencia, o quizá quería reivindicarse un poco con nuestra amiga cotorra, pero el punto era que yo podía ver sus manos temblando a cada segundo, y una gota de sudor bajaba en ese momento por su pálida frente.
Giré mi cabeza hacia el otro lado, el izquierdo y observé como Leo estaba demasiado concentrado en algunas piezas metálicas que había robado del Taller. Intentaba construir algo, pero de vez en cuando le echaba un vistazo a su mejor amiga, solo para fruncir el ceño y volver nuevamente a su labor.
-¿Y eso que es?- preguntó Layla señalando en diagonal a nosotros.
–Esa es una maldita puerta- le contestó Piper de mal humor, luego empezó a agregar algo más pero entonces, en un movimiento que podría haberse considerado casi un accidente, Layla "sin querer" colocó uno de sus pies, muy cerca de los tacones de Piper, y sin poder hacer nada para evitarlo, nuestra amiga cotorra se tropezó, abalanzándose hacia el frente, yéndose completamente de cara contra el piso.
¿Mencioné mi THDA? Mi cuerpo se mueve velozmente para sostenerla antes de que sea demasiado tarde. De algún modo, que aún no puedo comprender (quizá los dioses están de mi lado el día de hoy), consigo detener su caída, sin terminar cayendo también yo. Por primera vez en mi vida dentro de este instituto, no terminé desparramado en el suelo, con mi sexy trasero ardiendo por el dolor.
Piper se sujeta de mis brazos por un momento, en su rostro pude notar dolor. ¿Quizá se dobló un tobillo? O tal vez solo era dolor emocional causado por la traición. O vergüenza por haber casi caído al piso en frente de nosotros, o Jason, o su hermana. Sus uñas se incrustan momentáneamente en mi piel, con ira contenida, pero en lugar de causarme dolor, simplemente me provoca un escalofrío de mal augurio a través de toda mi espalda. Piper casi nunca se mostraba así, tan... ¿seria? ¿Rara? ¿Qué es lo que estaba pasando?
-¿Te encuentras bien, Pipes? - Le preguntó con suavidad, posando una mano sobre su cintura para ayudarla a estabilizarse.
Sus ojos se concentraron en los míos por un momento, aun sin alejarse de mí, aun sin romper el soporte que conseguí darle. Y, con una triste sonrisa, me dio las gracias. Sin palabras, ni siquiera un asentimiento de cabeza, pero esa chica era capaz de transmitirte sus sentimientos con una sola mirada si ella realmente lo deseaba. Le sonreí de vuelta, y esta vez, sí nos separamos.
Cuando mi atención se fijó nuevamente en nuestros acompañantes, noté algo extraño. Layla, me observaba con un nuevo brillo en sus ojos. ¿Ambición? ¿Diversión? No pude identificar ese sentimiento, pero me pareció ligeramente preocupante. Jason, por otro lado, parecía aliviado, aunque no estoy seguro si era por el hecho de que nos habíamos salvado de una vergonzosa caída, o simplemente porque Layla lo había soltado momentáneamente.
Los ojos de Leo se movían a través de todos nosotros, como si intentara comprender algún tipo de lenguaje secreto, como si fuéramos una maquinaria demasiado difícil de entender para él.
-¡Oh hermanita! - Exclamó de repente Layla, causando un pequeño sobresalto en Piper. - ¡Te falta uno de tus aretes de paloma! ¡Ay, mamá se pondrá tan triste cuando se entere que fuiste tan descuidada con su regalo!
-No digas estupideces, Layla - Inició Piper desconcertada, pero cuando tocó uno de los lóbulos de su oreja, sin nada colgado en ellos. El color desapareció de su rostro y mostró una mirada aflijida. - No puede ser... - miró a su alrededor en el suelo y debajo de sus pies. - ¿En qué momento se han caído?
- Está bien, Reina de la belleza. - La tranquiliza Leo con una sonrisa brillante y extensa. - Vamos a encontrarlos de nuevo pronto, seguro se han caído en el segundo piso...
- ¡Necesito tenerlos de vuelta! - Exclamó, para luego salir corriendo en dirección a las escaleras, sin darnos segundas miradas.
- ¡Espera, Piper! - La llamó Leo, corriendo detrás de ella para ponerse a su paso. - ¡Debemos prestar atención a medida que caminamos!
Jason y yo compartimos una mirada preocupada, luego, sin molestarse en despedirse de Layla, huyó detrás de Leo y Piper con un rostro casi aliviado. Yo estaba a punto de seguirlos, pero en eso, la hermana de Piper me tomó del brazo, deteniéndome donde estaba. Viré mis ojos hacia ella con una pregunta silenciosa.
- ¿Me puedes mostrar dónde queda el baño Percy? - Pidió en tono amable y dulce, su delgado cuerpo agitándose como si estuviese aguantando desesperadamente las ganas de ir al baño.- ¿Por favor? No quiero ir sola en este lugar lleno de delincuentes...
- ¿Recuerdas que yo también lo soy, no? - Le digo sarcástico.
- Lo sé. - Asintió, - pero tú pareces ser diferente, tienes una mirada amable.
No estaba muy convencido de lo último, pero, no perdería nada mostrándole solamente el baño, así que reticente y sonriente, le indique el camino, dirigiéndonos en una dirección contraria a donde Piper y mis amigos se habían ido.
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- ¡Aquí está! - Escuché a Leo gritar alegre en mi dirección, mis ojos viraron hacia él de inmediato y vi que sujetaba en una mano, un aro en forma de paloma. - ¡Te dije que lo encontraríamos!
- ¡Leo, muchas gracias! - Agradecí casi con los ojos llorosos, acercándome a él para agarrarlo y admirar de nuevo en mis manos, este pequeño objeto de plata que tenía tanto significado para mí. - De verdad, te debo una más, amigo.
Sin poder contener más mi emoción, lo abracé con fuerza, rodeando mis brazos alrededor de su cuello sin importarme que estuviese algo manchado de grasa. Leo soltó una pequeña risita alegre, me devolvió el abrazo unos segundos y luego se apartó de mi lado, mirando hacia la entrada. Allí estaba Calipso, con Hazel, ambas charlaban tranquilamente hasta que nos divisaron.
- ¿Está todo bien? - Pregunta Hazel, supongo que le pareció extraño tanto afecto por parte mía y de Leo de repente.
- Sí, todo está... -Entonces, Annabeth apareció por la puerta detrás de ellas luciendo su típica mirada huraña de siempre. Solo con verla, me hizo darme cuenta al instante que Percy hace varios minutos había desaparecido, y no solo él... - ¡Leo! - volví a agarrar del brazo a mi amigo. - ¿Dónde está Percy?
Pero antes de que me contestara, Jason se adelantó a él.
- Lo vi alejarse a algún lado junto con tu hermana. - Dijo despreocupado, él no tenía idea de lo que sus palabras significaban, pero Annabeth y yo, claro que lo sabíamos. - Creo que ella le habrá pedido que le mostrará donde queda el baño.
Mi estúpida hermana, ¿tenía que ser justamente Percy? Aunque internamente me sentía algo aliviada que no fuese Jason.
Miré a Annabeth sintiéndome algo culpable, ella tenía las manos apretadas en puños, lista para golpear a alguien; a cierta persona con bastante polvo en la cara. En eso, sin siquiera darnos una advertencia, ella salió corriendo fuera de la habitación, con sus pasos resonando por el pasillo. Todos nos miramos fugazmente, y luego, la seguimos a paso apurado para alcanzarla.
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Recuesto mi espalda contra la pared, mientras me rasco un lado de dentro de mi oreja distraídamente. Realmente estaba lamentando esto de haber accedido a acompañar a la hermana de Piper al baño, ¡pero vamos! No es como si esa chica delgaducha pudiera hacer demasiado conmigo. ¿A ver, qué haría? ¿Incrustar sus tacones de aguja en mi entrepierna? En ese mismo instante, mis tontas cavilaciones son interrumpidas por un chillido muy agudo por parte de ella, proveniente de adentro.
-¡¿Qué demonios?! - Inquiero agarrando el pomo de la puerta, dudé por un momento, pero luego me decido a abrirla un poco. - ¿Layla? -La llamo, mirando por una rendija. - ¿Qué pasa? ¿Te quedaste sin papel higiénico?
- PERCY, POR FAVOR VEN A AYUDARME. PRONTO, PRONTO. - En verdad sonaba bastante aterrizada y desesperada. Así que, sin pensarlo dos veces y casi tropezándome con mis propios pies, me introduzco en el baño y la busco en los cubículos donde estuviese. - ¡RÁPIDO PERCY! ¡RÁPIDO!
La encuentro en el último cubículo del baño, apretujada lo más que podía en una esquina, con su rostro lleno de terror y asco. Automáticamente, miré hacia la salida asustado, cualquier chica que pasara por aquí pensaría que estaba a punto de violarla (ojalá Calipso estuviese muy lejos de aquí). Y siendo éste un instituto para delincuentes, bueno... En resumen, si alguien nos viera, estaría en graves problemas.
- ¿Qué sucede? - Pregunto algo temeroso, manteniendo mi distancia de ella. Layla apuntó adentro del inodoro con un dedo tembloroso, y siguiendo sus indicaciones algo inseguro, me acerqué a observar que era lo que le había asustado tanto.
¡Por las barbas de Poseídon! Había un gusano del tamaño de una serpiente allí, ¡Y no estaba exagerando! Moviéndose a lo largo de la tapa del inodoro, negro, grueso, y tremendamente asqueroso. La simple vista casi me da arcadas. En otras situaciones, probablemente yo saldría corriendo dejando a esa cosa declarar la soberanía, e independencia de aquel inodoro para ella...
Y hoy no sería la excepción.
- ¡Por los Dioses, que puto asco! - Escupí con una mueca de repugnancia en mi rostro, y todo mi cuerpo sufriendo de un escalofrío. - De acuerdo. ¡Iré en busca de refuerzos! ¡Layla, tú manten vigilado el perímetro mientras escapo! ¡Volveré pronto!
Antes de que siquiera pudiese salir del cubículo a buscar a Piper para que se encargue de su hermana, Layla me sujeta de mi remera anaranjada; arrastrándome de vuelta en mi lugar para hacerle frente al peligro, gritándome indignada mientras en secreto le ponía los ojos en blanco.
- ¡¡ESPERA!! ¡¿No me dejarás aquí sola con esa cosa o sí?! - Reclamó con voz chillona, (esta era el tipo de mujer que yo jamás congeniaria). - ¡Mátalo! ¡Tú que eres hombre, hazlo por mí!
Sus últimas palabras, causan un fuerte disgusto en mí, que estaba seguro que mi rostro apenas y pudo ocultarlo. Aprieto los dientes dentro mi boca con desaprobación, tratando de aguantarme las ganas olímpicas de gritarle "Tú qué eres mujer, ve a traerme una escoba". Cosa que claro, no podía decirle, después de todo, mi madre me había criado bien.
Maldiciendo por dentro mi estúpida manía de ser amable, improviso con un poco de papel higiénico, un tipo de vara de poca dureza para empujar a esa cosa, en los abismos del inodoro. Me acerco a ella lentamente, con mis labios formando una mueca absolutamente asquerosa, y mis pies retorciéndose dentro de mis zapatos por temor de que de alguna loca forma, esa cosa fuese a volar y a introducirse dentro de mi piel.
-¡Ya solo hazlo! - Me ordenó Layla, empujándome con una sola mano en mi espalda, para que me apresurase. - ¡Estás perdiendo el tiempo!
¿Tiempo para qué? Pensé confundido, a la par que, después de dos fallos al intentar tirar a ese gusano del demonio, finalmente logré que se cayera por el inodoro; para luego inmediatamente jalar de la cadena del baño y que desapareciera para siempre en los confines de la cagada de todo el instituto.
- ¡Misión complida, Jackson! - Exclame, soltando un suspiro de alivio. Tiré el papel en la basura, y me giré dispuesto a irme.- Muy bien, ahora que ya terminé mi trabajo de "hombre" volveré con mis amigos, ¿sabes cómo volver...?
- Quédate conmigo un rato aquí, amor. - Ronronea en mi oído repentinamente cerca, (prácticamente se había teletransportado), y se muerde el labio, al mismo tiempo que sus ojos se oscurecen al repasar todo mi cuerpo de arriba a abajo. - Seguro que entenderán que deben dejarte un rato a solas, para divertirte.
Oh demonios... Estúpido y sensual, tenía que nacer.
Lo que sucede a continuación, me toma completamente por sorpresa, Layla con una agilidad y velocidad digna de cualquier atlética olímpica; primero baja la tapa del inodoro y acto seguido, me empuja hasta hacerme sentar encima de éste, cierra la puerta del baño con cerrojo, y luego vuelve a mirarme con su respiración agitada. Me quedo con la boca abierta, mientras hago maniobras para no caerme al suelo, por la sorpresa del empujón.
- Eh, ¿Layla? - Empiezo con un tartamudeo, mientras mis mejillas se incendian, al mismo tiempo que una extraña frialdad recorre mi pecho. Era ansiedad. - ¿Qué te suce...?
Entonces, como si ya no estuviese lo suficientemente exaltado, por su abrupto arrebato. Ella se sienta a horcajadas encima de mí, levantando ligeramente la falda de su vestido en el acto, dejando al descubierto sus bronceados muslos bien formados. Su trasero reposa a centímetros de mi entrepierna, y me quedo totalmente quieto para así evitar cualquier roce entre nuestras intimidades.
- Tengo entendido... - inicia diciendo, con voz juguetona y melosa, a la par que sus manos se ponen a trabajar con los botones de mi pantalón. - que es muy difícil entrar en las habitaciones de las chicas en este lugar... - Sus manos acarician mis muslos, y su pecho se aprieta con el mío. - Pobrecito, ¿debes de extrañar tanto jugar un poco con una linda chica, no? Darle algo de ejercicio a tu amiguito.
Mi voz ha quedado completamente sin funcionar, de lo único que soy, capaz es de tragar saliva con dureza mientras observo el tentador nido que se forma entre sus pechos; sin perder el tiempo, sus labios empiezan a besar a lo largo de mi mandíbula, mientras por fin ha logrado desabotonar todos los botones de mi pantalón. Siento como su lujuria crece, y poco a poco afecta al mío en contra de mi voluntad. Como si su voz tuviese poder, y solo tuviese ojos para ella.
-De seguro tienes "necesidades", que has estado reprimiendo por mucho tiempo. - Me susurra con falsa lástima, moviendo sus labios justo encima de los míos para provocarme. - Tranquilo, ya estoy aquí, amor. Déjame encargarme de esas necesidades tuyas. - Se acerca más, y se roza con mi entrepierna, palpitante, logrando hacerme soltar un pequeño suspiro placentero. - Será un placer para mí.
- Eso suena muy tentador. - Le digo, y no puedo evitar que mi respiración se agite cuando empieza a mover sus caderas en un vaivén sobre mi miembro. Por los dulces peces del mar. Se sentía jodidamente bien, pero había una razón por la cual esto estaba mal. - Pero, tendré que rechazar la oferta...
- ¿Seguro que puedes decirme "no"? - Me pregunta, agarrando mis dos manos y dirigiéndolas sobre sus pechos. - Prueba a irte de nuevo ahora...
¡Ésta mujer era un demonio de la lujuria!
Mis caderas se remueven gustosas por el contacto, y mis manos tiemblan ante algo que hace mucho tiempo, el instituto nos había prohibido.
No podían culparme, yo era un chico después de todo. Y ella olía tan bien, se veía tan bien; exuberante y atractiva... Y su largo cabello castaño, aunque no era tan ondulado y de oro como el de Annabeth, pero... ¡Wow! ¡Paren este caballo, que esta volando demasiado rápido!
Oh, mierda. Y solo con recordar su nombre, fue suficiente para bajar mi calentura, como si alguien me hubiese tirado un balde lleno de gusanos fríos en la entrepierna.
- Muy bien, Layla, definitivamente voy a decirte no, eres linda y todo, pero...
Entonces la puerta detrás de ella se abre con tanta fuerza, que rompe el cerrojo y sale volando detrás de mí. Cuando vuelvo a alzar la mirada, la responsable de mi abstinencia esta allí... parada a un metro de nosotros, con un rostro furibundo de mil demonios, observando fugazmente el trasero desnudo de Layla delante de ella, y mis pantalones casi abajo de mis muslos.
Annabeth exhala con fuerza, me mira directamente a los ojos y siento como palidezco rápidamente con temor. Antes de que pudiese gritar que no estaba aquí por cargos de violación y que esto mucho menos lo era, ella me interrumpe, actuando de una forma que jamás había esperado en la calmada y fría Annabeth Chase.
- TÚÚÚ... - Su voz es atronadora, y agarra a Layla del pelo, jalándola, hasta apartarla de mi regazo, sin importarle que pudiera hacerle daño. - ¡NO HARÁS LO MISMO CONMIGO QUÉ CON PIPER, MALDITA SURIPANTA. ¡ALÉJATE DE MI IDIOTA, PERRA!
Y ahí estaba ella, como una heroína sin capa, dándole su merecido a esa cruel sirena embustera que intentaba devorarme cual sushi. Defendiéndome de lo indefendible, hasta de mi propia carne, débil y pecadora.
Oh, ¡ella era un ángel de la pureza!
-¿¡Pero qué estás haciendo, estúpida!?- vocifera Layla, con su cabello despeinado interrumpiendo su visión. Esta a punto de gritar otra cosa, pero la mano de Annabeth se estrella contra una de sus mejillas empujándola con fuerza hacia atrás y ocasionando que choque contra uno de los lavabos.
-¿Acaso no tienes ni un gramo de decencia?- le dice con furia irradiando de cada una de esas letras, al tiempo que yo intento (de forma bastante patética) recolocar mi pantalón en su lugar y salir del apestoso cubículo en el que me encontraba- Puedes hacerlo con todas las chicas idiotas que te encuentres, puedes incluso hacerlo con Piper, pero no conmigo, perra. NO CONMIGO.
-Annabeth, yo...- mi boca inicia a decir, en un intento de... ¿De qué? ¿De explicarme? Ella no es mi novia ¿De calmarla? ¡Ni siquiera nos llevamos bien! No tengo ni puta idea de qué fue lo que intenté hacer, pero aun así, lo único que conseguí fue que sus ojos se fijaran en mí, casi a punto de irradiar rayos láser de ellos.
¡Ay Jesús, Maria y los tres reyes magos! Aquella mirada, aquellos ojos grises y tormentosos eran los de una reina observando solo un montón de lombrices aglutinándose sobre un montón de excremento. Solo no sabía cual de los dos era yo, si el excremento, o uno del montón de gusanos que se revolcaban en la mierda.
-TÚ, CÁLLATE, SESOS DE ALGA- sus palabras funcionan como aguja e hilo para coser mis labios y decido que a partir de ese momento, mejor debo quedarme en un rincón, pretendiendo ser invisible y en silencio absoluto, si es que deseo sobrevivir.
-Annabeth, baja la voz- Hazel susurra desde un lugar bastante cercano a la entrada del baño. Junto a ella están Calipso y Frank (quien parece haber asumido el papel de vigía, que cumple siempre con su hermana)- Llamarás la atención de más gente.
-No te atreviste a...- inicia Layla, poniendo una mano sobre su mejilla lastimada, completamente incrédula, ignorando absolutamente a Hazel.
-Me atreví, y lo haré de nuevo sí intentas un nuevo movimiento, braga-floja. No debiste meterte conmigo. ¡No debiste!- Annabeth hablaba de forma tan rápida, como si estuviese escupiéndole en la cara todas esas palabras. - ¡¿Crees que no sé lo que intentas hacer, zorra?! - Entonces, su voz adoptó un tinte oscuro. - Yo no soy como Piper, Layla McLean, oh no, no soy para nada tan gentil como ella lo fue una vez. Además, tengo un montón de razones más que ésta, para quitarte las pocas pestañas que te quedan de la cara. Tengo asuntos pendientes contigo también...
Entonces Layla se abalanzó de nuevo en contra de Annabeth, y la empujó de modo tal que ella tuvo que retroceder, y llegó casi hasta la puerta del baño nuevamente, hasta donde yo me escondía. Luego, la hermana de Piper soltó un suspiro de exasperación y caminó con paso decidido, pero no hacía Annabeth, sino hacia afuera de los baños.
¡Ella estaba escapando! Por lo cual no podía culparla, ya que Annabeth en verdad se veía bastante terrorífica e intimidante en este momento, cualquiera con dos neuronas escaparía de ella en este estado de "exaltación extrema".
-Ah no- insistió Chase- ¡Aún no te deshacerás de mí, como otros de tus tantos noviecillos de pacotilla!
La observé durante un momento mientras se perdía de mi vista, pero entonces, mis pies empezaron a seguirla, más que eso, prácticamente salí corriendo tras ellas, y pude notar que se habían detenido tan solo unos pasos más afuera. Hazel se colgó de mi brazo, casi pidiéndome que hiciera algo antes de que la pelea de perras iniciara. ¿Pero qué podía hacer yo? Era un pobre pesecillo inocente que miraba desde dentro de su acuario.
Asustado de aquellas dos pirañas que estaban a punto de despedazarse.
Escuché un bufido, proveniente de la derecha, es decir, desde la entrada al baño de los hombres. Will y Nico estaban ahí. El rubio se había quedado sujetando el brazo de di Angelo y el italiano no lo había apartado, al haberse concentrado en la guerra a punto de iniciar.
-¡Annabeth...!- esta vez fue la voz de advertencia de Piper la que llamó mi atención. ¡Genial! Jason y Leo venían con ella. Estuve a punto de abalanzarme y esconderme en medio de mis amigos, buscando en ellos un poco de protección, aunque si era sincero, ni siquiera era necesario, puesto que yo había pasado completamente a segundo plano. - Annie... no hagas esto. Pueden castigarte, en cambio a ella no le pasará nada... A ella nunca le pasa nada.
-Exacto, Piper- lanzó Annabeth- A ella nunca le pasa nada porque siempre ha tenido la suerte de meterse con chicas que le tienen miedo o... o... "respeto" - escupe como si fuera imposible que alguien pudiese sentir eso por Layla- O al menos miedo a las consecuencias si la matas, como pasó contigo. No puedes cometer fratricidio. Pero afortunadamente ella no es nada mío, y definitivamente no me intimida.
-Pues tu tampoco me intimidas, rubia asquerosa- la interrumpe Layla- ¿Crees que me voy a acobardar porque seas una disque delincuente como mi hermana? ¡Uy! Me da mucho miedo. La usurpadora de libros. La chica que se mete ilegalmente en museos y bibliotecas. ¿Qué vas a hacerme? ¿Atacarme con sustantivos?
-Podría lanzarte un diccionario a la cabeza- le devuelve Annabeth, levantando su barbilla con orgullo- A ver si con terapia de choque al fin consigues rellenar algo de tu muy vacía masa gris. ¿O es que tu cerebro está totalmente defectuoso y solo funciona para enviarle a tus órganos las instrucciones básicas de supervivencia humana? ¿Comer, dormir y cagar es todo lo que haces? ¿No es así?
- ¿Y a ti que te importa lo que yo haga o no haga de todas formas?- inquiere Layla, cambiando de estrategia al haberse quedado, aparentemente sin respuesta ante el anterior ataque de Chase- ¿Es que acaso Percy tiene tatuado tu nombre en algún lado? Que yo sepa no es de tu propiedad ¿O sí?
Ella desvía su mirada por un momento hacia su hermana, con una burla en su rostro, una sonrisa perversa que me hace entender que yo era únicamente un instrumento mortal en sus manos. Ella intentaba... intentaba... ¿Lastimar a Piper? ¿Por qué conmigo? Eso ni siquiera tenía sentido. Debió habérsele insinuado a Jason.
Mi mirada se dirige hacia la de Piper también, y su expresión intenta mantenerse en un rostro sereno, casi como una cara de póker, pero sus ojos dudan un momento, miran a Annabeth, luego a su hermana, luego a mí. Luego intentan mirar a Jason, pero se arrepiente en el último momento, y mira, por el contrario a Leo, luego a Frank, luego a Nico y a Will. Intenta algo. Sé que intenta algo, pero no logro comprenderlo.
Layla duda nuevamente. Me mira, luego a Piper, luego a Annabeth. Entonces siento como me mareo de tantas miradas compartidas entre todos. Esto se convirtió en una absoluta batalla de miradas en la cual todo el mundo intenta descifrar mensajes secretos, y yo intento con todas mis fuerzas lograr comprender, aunque sea un poco, de lo que sea que está ocurriendo. A ver Percy, concéntrate. ¡Recuerda todo lo que ha pasado durante el día, joder! No puede ser tan difícil.
-Pero... tengo que admitir...- continúa Layla con su monólogo después de un momento, al tiempo que se coloca el dedo índice bajo su barbilla, poniendo una expresión de inocencia infinita. Durante un momento se ve como un ángel, como una pequeña muñeca de porcelana que sería incapaz de causarle daño a nadie. Y es en ese momento en el que todos los puntos se unen en mi cabeza y empiezo a comprender el verdadero ser odioso y pecaminoso que tengo al frente. Nadie puede ser así de bello e inocente. NADIE. Eso lo sé muy bien
–-Que ahora estoy un poco confundida. ¿Qué no se supone que ustedes son mejores amigas?- dijo refiriéndose a Piper y Annabeth, luego, chasquea los dedos como recordando algo- ¡Ah, ahora todo cobra sentido! Lo que decían en tu antiguo instituto era cierto, ¿verdad, hermanita? Tú no tienes ningún respeto hacia nadie. Te revuelcas con quien sea, sin respetar los códigos de honor.
-Layla, ya déjala en paz- vuelve a interrumpir Annabeth, sin embargo esta vez su voz suena preocupada, y dubitativa- No hagas esto.
-¿Sabes?- ella continúa, ignorando por completo la interrupción de Chase- Si hubieses sido de este modo antes... quizá tu prometido... es decir, perdón, tu ex prometido, no habría estado tan necesitado de cariño, hermanita.
Prometido. Aquella simple palabra, fue como una bomba nuclear cayendo en medio de nosotros dejándonos en
Shock. ¿De qué estaba hablando? Annabeth miró automáticamente hacia Piper, hacia su mejor amiga, la cual tenía la cara totalmente pálida.
-¿Prometido?- Jason hace la pregunta que todos nosotros teníamos en mente.
-¿Qué no les contó?- Layla levanta las cejas, con falsa sorpresa en su rostro, mientras que la empatia por nuestra cotorra favorita, empieza a nacer en todos nosotros. - Bueno... yo también estaría avergonzada, si el amor de mi vida hubiese tenido que recurrir a otra chica solo porque fui demasiado estúpida como para mantener las piernas cerradas durante demasiado tiempo. ¡Qué vergüenza, Piper! ¿Qué no sabías, acaso, que ellos tienen necesidades? Ni que tuvieras profundidades de oro en la vagina, querida.
Luego de eso, ella suelta una carcajada, que a oídos de cualquier otra persona pudo haber sido hermosa, bellísima y carismática, pero no frente a nosotros. Mis oídos, simplemente escucharon el rugido de una sirena, después de revelar su verdadera y monstruosa forma.
Volteo mi mirada una última vez hacia Piper, esperando encontrar a la chica segura que coquetea con todos los chicos del instituto diariamente, la chica a la cual no le importan los comentarios ofensivos de otras chicas que la consideraban como una "zorra" solo por ser más bella que ellas... Pero esa chica ya no se encuentra aquí. La Piper McLean que está a tan solo un par de pasos de mí, parece una estatua a punto de derrumbarse. Y de sus ojos se desliza una catarata de lágrimas silenciosas, que han ocasionado que líneas negras arruinen y contaminen su rostro.
Piper parecía ahora, una muñeca rota y mal usada. Colapasando lentamente, agrietándose en silencio, las piezas mal juntadas habían perdido su fuerza y dejaron de aferrarse las unas con las otras. Y ahora, volvía a lo que una vez ella fue en el pasado. Aquí estaba ella, la verdadera Piper.
Paso #17: ¡Reforzar la defensa ante el enemigo!: Misión fallida. Los muros se derrumban poco a poco, la protección es escasa, casi completamente nula. Se decreta estado de emergencia.
Todo aquel que aun tenga fuerzas, puede abandonar la nave ahora mismo.
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