Paso #16: Inicia táctica distractoria
-Oie sis. - Rlk levanta la vista de la máquina de escribir. Amer esta delante suyo con una mirada seductora y un vestido rojo que resaltaba sus labios pintados en carmín. La maldita tramaba algo, pensó inmediatamente. - Lindo vestido. ¿Qué ocurre mujer? Quieres algo de acción para ayudarte con tu inspiración de un buen lemon? O...
Amer: Yo quiero una pregunta. De, ¿Quién mató a la perra? WKTB
Rlk, la mira atentamente, con una mirada divertida pero sin bajar la guardia ni por un segundo. Esta chica era su otra mitad malvada después de todo. Había algo más. Apostaba sus nalgas por eso.
-Claro, pero a cambio. Quiero una pregunta para No te escondas del sol. - Amer se encoge de hombros.
-Hecho. Ahora mi pregunta es... -Rlk no despega sus ojos de ella, esperando. Su corazón late deprisa. - ¿Qué color de pelo es el de la mente maestra de todo WKTB
RLKin queda muda, una frialdad cubre su cuerpo.
RLKin: Por Dios. - Susurró de golpe, luego Explotó sin creerse del todo el ingenio oscuro de su sis- JODER. No mames
- Ya sólo dilo.
- Eres buena. - Susurró con admiración. - ¡Dioses como te amo! - Niega, entonces se acerca a su oído, Amer aparta su pelo para que oír perfectamente.
- El color de su pelo... Es...
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Paso #15: Resiste tus miedos. Fracaso Total. ¿Cómo puedes resistir? Ni siquiera el alcohol es capaz de calmarlos. El verdadero reto, llega en el momento en que debes dejar de resistir y empezar a enfrentar, porque es entonces cuando te das cuenta de lo miserable que te vuelve el hecho de sentir miedo.
Sí, de acuerdo, mi padre no es el peor del mundo. Él no se encierra horas de horas en el trabajo sino que compartía tiempo conmigo cuando estaba en casa; él no me ignora, sino que es de esos que toma mil fotografías y selfis de los momentos más importantes de mi vida. Él es un padre orgulloso de su hijo, que lo presume por todas las redes sociales, como si fuera el mejor regalo del mundo. ¿Por qué estoy en este lugar entonces? Por una única razón. Él siempre quiere la verdad, y hay verdades que yo no puedo confesar, como "¿A quién le vendiste las drogas, hijo?". Yo simplemente no podía contestar eso sin lanzarme por mi propia voluntad al infierno.
En fin, el punto es que la mayoría de los chicos que me rodean odian las reuniones mensuales, porque odian a sus padres. Yo no. Yo odio las reuniones mensuales, porque es demasiado vergonzoso. "¿Cómo le está yendo a mi campeón?", "¿Muchas chicas muertas por ti?", "¿Seré pronto el suegro de alguna preciosa morena?". Todas esas preguntas excéntricas y embarazosas, pronunciadas en un tono de voz súper alto, sumado al hecho de que todas las chicas (y algunas madres) se quedan observándolo como si fuera un gigantesco trozo de barbacoa, chocolate o cualquier otra cosa que se considere deliciosa. En estos días, yo simplemente quiero que la tierra me trague. ¿Por qué no puedo tener un papá normal y amargado con cara de perro bulldog?
-Si fuera así, nosotros también tendríamos cara de perro- dijo uno de mis angelitos, sobre mi hombro- Y gracias a los dioses no es así.
El otro angelito se limitó a asentir con la cabeza, pero, incluso él, dudaba un poco de la convicción de su compañero. Sobre todo cuando pasamos en frente de Kelly y sus amigas, entonces las chicas empezaron a gritarle a mi padre obscenidades que a mi angelito pervertido ni siquiera se le habrían pasado por la cabeza. Una de ellas, incluso dijo algo acerca de su trasero que hizo que yo mismo me sonrojara. Mi padre les lanzó un guiño y chasqueo la lengua dos veces mientras las señalaba con sus dedos índice y pulgar, de ambas manos, pretendiendo que eran pistolas. Luego su atención volvió a mí.
-¡Vamos! Debe haber alguna chica- insistía él- ¡Mírate! Eres como yo.
-No hay ninguna, papá, lo juro- le dije con convicción. Era más fácil decir una verdad a medias que una mentira, por lo cual nunca era difícil distraerlo en situaciones así, él nunca había hecho la pregunta correcta...
-Espera...- su alegre rostro pareció iluminarse con comprensión, incluso se quitó sus lentes de sol para mirarme directamente a los ojos. Oh no... por favor no. Mis angelitos decidieron huir cobardemente. Simplemente se esfumaron, como si fueran ratas abandonando el barco antes de que se hundiera.- Hay un chico- ni siquiera lo preguntó, él simplemente lo afirmó, como si estuviera seguro- ¿Cierto? ¡JA! ¡LO SABÍA! ¿Quién es? ¿Cómo se llama? ¿Qué tal be...?
-BASTA.
-¡Por mí magnificencia! ¿Notas lo afortunado que eres? ¡Puedes entrar en todos los cuartos de los chicos cuánto quieras y...!
-¡CALLATE, CALLATE!- empiezo a gritarle desesperado, intentando cerrar su boca con mis manos, ¿Por qué tiene que hablar tan alto? Como si no tuviera suficiente con todas las chicas en este lugar sabiéndolo- ¡QUE TE CALLES, PAPÁ!
-Dime su nombre y me callo- susurró él, al fin teniendo piedad de mí. Lo miré a los ojos por un par de minutos. Ambos estábamos haciendo presión visual, yo para que me dejara en paz, y él para sacarme la verdad. Pero, como la mayoría de las veces, él ganó.
-Nico... di... Angelo- pronuncie, como si me doliera hacerlo, aunque en mi paladar su nombre sabía mejor que cualquier manjar en la mismísima mesa de los dioses.
-¡¿QUÉÉÉÉ?!- esta vez, la voz de mi padre superó los límites en la escala de los tonos normales, como un cantante de ópera. Todo el mundo volteo a mirarnos- ¡¿Estás demente?! ¿El hijo de Hades? Ni siquiera sabemos por qué está aquí dentro ¿Y si es un asesino en serie? ¿Un drogadicto? Tal vez es un vampiro... ¿Si te pide que le vendas tu alma?
-¡Qué no es un asesino! - Grité frustrado. - ¿Tú también papá?
En ese momento, tal y como si los hubieran invocado, la puerta del pasillo se abrió, y a través de ella entró, no solo Nico, sino también su padre, y Hazel. La chica traía en sus manos una bolsa de ositos de goma, y yo sabía que la única razón por la cual no estaba rodeada de ladrones de dulces, era porque estaba acompañada por su padre y su hermano. Ese paquete valía más que un diamante aquí dentro, eran sumamente difíciles de conseguir; su padre debió habérselos traído.
Tan pronto como aparecieron, todo el corredor se inundó en silencio, con una tensión casi palpable y entonces; se desató los murmullos irrefrenables...
-Yo escuché, que Hades se dedica a destripar perritos y venderle la carne a los restaurantes asiáticos para que cocinen sus platillos- dijo el padre de Silena unos cuantos pasos a nuestra izquierda.
-No. No. Según los rumores...- intervino la madre de Beckendorf. - Nico robó todo el dinero de la Casa Blanca, por eso está aquí, y su padre tuvo que pagar con la fortuna de la familia, por lo que su empresa está en problemas financieros actualmente.
-Eso ni siquiera tiene sentido. - Resoplé yo, rodando los ojos, completamente harto. Realmente no esperaba que los padres siguieran esta estupidez de los rumores también- Si tuvieron que entregar todo el dinero de su familia.... ¿Entonces cuáles fueron los barrotes de oro que se robó Hazel? ¿Ah?
Mi padre aprobó mi comentario como si fuera algo completamente válido. Bien hecho Will Solace, el abogado del siglo. Mis angelitos aparecieron por un momento solo para aplaudirme por mi ingenio, luego volvieron a desaparecer. O quizá yo estaba demasiado concentrado en mi padre y por eso no los estaba escuchando tanto hoy.
-Bueno... yo escuché que Hades le robó la corona a un Rey de algún lugar remoto en Europa- Comentó el padre de Kelly, poniendo una mano sobre sus labios como intentando ocultar que chismoseaba.- No recuerdo cual, pero es cierto. Estoy completamente seguro. Como que los cereales son buenos y la carne un asesino natural.
-Eso... - la mirada de mi padre comenzó a iluminarse lentamente, como si se le hubiera ocurrido algo increíble.- Eso convierte a Nico en... en... ¡¡Un príncipe!! - me miró asombrado, y una sonrisa cómplice se formó en su rostro- Y si se casan, automáticamente, me convertiría en parte de la realeza.
- Estuviste exagerando en tu investigación sobre la importancia medicinal de la marihuana. ¿Verdad papá?- Entrecierro mis ojos en su dirección. Pero él me ignoró completamente.
- Tienes mi bendición para la boda, hijo. Es más... Iré a decirle ahora mismo, aprovechando que su padre está aquí para hablar de la fecha y el presupuesto para la boda...
-Espera... ¡¿QUÉ?!- mi padre no me dio tiempo de nada, simplemente se lanzó, casi corriendo, persiguiendo a la familia di Angelo-Levezque con suspiros de admiradoras alrededor de él. - ¡Papá! NOOOO. ¡Detente! No les digas nada. QUE NO TE ACERQUES A ESA FAMILIA PADRE SICÓTICO.
Estaba seguro de que me estaba escuchando, pero hizo oídos sordos, él simplemente continuó caminando con la vista en el objetivo, cada vez más cerca. No me juzguen ¿sí? No tuve otra opción, esto era de reputación o sentencia de muerte. Me lancé a sus piernas y me aferré a ellos como si mi vida dependiera de ello, como si estuviera en un barranco y sus piernas fueran lo único que me mantenía en la tierra.
-NO TE ATREVAS- le grité, mientras él hacía todo el esfuerzo que su ejercitado trasero le daba para seguir caminando. - NO DES NINGÚN PASO MÁS. ALÉJATE DE ELLOS. ¡ESCÚCHAME PAPÁ!
- Ni hablar. Incluso de esta manera, me estoy ejercitando. - Dijo positivo, arrastrando sus pies conmigo pegado a él. - Esto es bueno para los músculos de las piernas, y la buena circulación.
- POR FAVOOOOR. PROMETO QUE ME PORTARÉ BIEN DESDE AHORA.- empecé a suplicar. Dioses, esto no está pasando ¿Cierto? Solo es una muy horrible y ridícula pesadilla. - PROMETO QUE ME APRENDERÉ LA LETRA DE TODAS LAS CANCIONES DE HAIRSPRAY Y AUDICIONARÉ PARA EL PAPEL DE LINK. NO SOLO ESO, PARTICIPARÉ EN MUCHOS MUSICALES.
Mi padre caminaba a duras penas, pero su motivación por alcanzarlos, ponerme en evidencia y hacerme pasar la mayor vergüenza de toda mi vida, debía ser muy pero muy grande, porque no se detuvo. Continuó avanzando, sin importar mis suplicas, arrastrándome por todo el piso, y con todo el mundo escuchando mis gritos de súplica.
-SALDRÉ CON UNA CHICA DISTINTA CADA SEMANA- continué intentando convencerlo de desistir- HARÉ UNA CUENTA EN YOUTUBE, CONSEGUIRÉ SEGUIDORES EN INSTAGRAM, TE DEJARÉ TOMARME LAS FOTOS QUE QUIERAS. TENDREMOS UNA SESIÓN FOTOGRÁFICA DE PADRE E HIJO, CON FILTROS MODERNOS Y ALGUNAS EN TONOS SEPIAS ¡POR FAVOOOOOOR! ¡TEN PIEDAD! ¡NO LO HAGAS!
-¿Necesitas ayuda, bombón- podría reconocer su voz grave y ronca incluso con los ojos cerrados. Me levanté del suelo, con un solo salto y mi cuerpo de inmediato intentó ocultar a mi padre de los ojos de Cherry. - ¿Quieres que te ayude a echar a alguien del edificio?
Sí, en mi larga lista de depredadores-de-Wills, también necesitaba deshacerme del guardia sonrisas-seductoras, pero... si él se llegaba a interesarse en mi padre, como Nico había sugerido, entonces yo estaría realmente en serios problemas por inminentes traumas, por el resto de mi vida.
-No necesito ayuda, todo esta bajo control. - contesté, y luego me auto maldije por haber contestado inmediatamente cuando me llamó "bombón"- Nadie necesita ayuda. Solo estamos teniendo un tiempo de familia. Le cuento a mi padre de mis ligues, y futuras novias. Eso es todo. No hay nada que ver aquí. Gracias por preocuparse estimado guardia de seguridad de la institución. Puede retirarse.
- ¡Will! ¿Esos son los modales que te enseñé? - ¿Qué modales? Pensé automáticamente con cara de póker. - ¡Oh! Hola Tú, grandote lleno de músculos.
-¡QUE NO LE HABLES!- Le reprendo a mi padre, con un ataque al corazón apunto de dejarme al piso.- ¡Y NO LE DIGAS "GRANDOTE"! ¿Qué te pasa?
La carcajada que escuché a unos cuantos pasos de nosotros, fue mágica, encantadora y tan sorpresiva que incluso mi corazón pareció derretirse al momento de escucharlo. Giré mi mirada y noté que, mi padre había realmente conseguido alcanzar a Nico, su padre y su hermana. Y mi chico oscuro estaba, por supuesto, disfrutando de mi sufrimiento y de mis desgracias. Pero ¡Por todos los dioses! Sí esa melodiosa risa la provocaba yo y mis extrañas situaciones de día a día, mi padre podía seguir poniéndome en cualquier situación vergonzosa y yo me dejaría arrastrar totalmente. Todo valdría la pena, al conseguir aquella risa.
Su padre volteó a mirarlo de inmediato, estaba completamente anonadado.
-Lo siento- Nico se disculpó con su padre, como si este fuera a golpearlo por haberse reído. Pero Hades no lucía para nada furioso, sino simplemente, sorprendido. - Es algo difícil de ignorar su cara llena de desesperación. Creo que podría representar hasta "El grito", perfectamente.
Su padre no contestó. Él miró hacia su hija, quizá para comprobar que sus oídos habían escuchado bien, Hazel estaba sonriendo abiertamente abrazando su paquete de gomitas con emoción. Entonces, los oscuros ojos como obsidiana del padre de Nico se posaron en mí, directamente en mí, como si intentara ver a través de mi alma; o quizá pulverizarme por osar hacer reír a su hijo, o triturarme por atreverme a ser tan idiota cerca de ellos; o matarme por el simple pecado de existir y atreverme a estar aquí de pie frente a su precedencia.
-Nico di Angelo- mi padre habló jovialmente- Justo venía a hablar contigo.
-NOOOO- grité, ya no me importaba nada más, ¡Por favor! Que no le diga nada, por favor, no. - HARÉ LO QUE ME PIDAS, LO JURO, LO QUE SEA.
Eso pareció llamar nuevamente su atención hacia mí, pero su mirada esta vez no era divertida, ni felíz siquiera, sino que estaba completamente serio. Solo había visto esa mirada en su rostro unas cuantas veces, y antes de que hablara, yo ya sabía lo que iba a pedir.
-¿Me dirás a quien le vendiste las medicinas que robaste?- preguntó, pero luego aclaró, para que yo no tuviese la oportunidad de jugar con las palabras- Ese caluroso día de verano, cuando toda mi confianza en ti se rompió y además me di cuenta de que no éramos los mejores amigos que creí que éramos, puesto que ni siquiera tuviste la decencia de decirme el nombre de tu cliente. ¿Me dirás eso, Will? ¿Me explicarás que pasó ese día, hijo?
Mi corazón se encogió con sus palabras. Auch. ¿Por qué tenía que ser tan dramático siempre? Sonó como si yo realmente lo hubiera traicionado. Y eso dolía, su simple tono de voz hacía que mi alma se retorciera en culpa. Pero yo no podía decirle eso. Simplemente no podía.
-O... Podemos hacer un dueto- sugerí en un último intento de salvar mi vida y mi dignidad- Aquí y ahora, tu y yo, padre e hijo, como en los viejos tiempos ¿Qué te parece?
-¿Dueto?- sus ojos azules brillaron como si fuera un niño al que le ofreces un dulce- ¿Frente a todos?
-Frente a todos- accedí.
-¿Britney?
-Britney, Meghan Trainor, Bárbara Streisand, Frank Sinatra, si quieres- le propuse y su sonrisa fue apoderándose de nuevo de su rostro- Solo vamos a buscar una guitarra y luego el público escuchará nuestras bellas voces- empecé a empujarlo para que caminara, hacia cualquier otro lugar- ¡Vamos por esa guitarra, papá! ¡¡No hay que hacerlos esperar!!
Esta vez si pude apartarlo. Todo estará bien. Siempre y cuando pueda mantener a mi padre ocupado, a Cherry alejado, a Dimitri fuera de mi rango visual y al padre de Nico lejos de cualquier arma punzo-cortante, con la cual pueda cortarme la garganta. YEI. Suena como el mejor y más esperanzador día de mi vida.
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Amer: Atención atención, esto no es un simulacro. NO ES UN SIMULACRO.
RLK: TENEMOS SUKULENCIA PARA USTEDES. POR SER LAS MEJORES LECTORAS DEL MUNDO.
AMER:Tdoo esto será demasiado ardiente así que póngase áloe y disfruten del espectáculo.
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No. No. No. No. Por favor, por favor. ¡No puede estar pasando! No puede ser que ella esté aquí. ¿Por qué está aquí? Se supone que ella no se tenía que aparecer por este lugar NUNCA. ¿Está tipa no se cansa de perseguirme?
Observo como mi madre baja del Ferrari convertible color rojo del año. Su nuevo bebé. Ella me sonríe con sus magníficos y brillantes dientes blancos, en el momento exacto en que me ve. Trae puesto un vestido blanco y un sombrero de alas anchas, probablemente para proteger su rostro y su cabello del abrumador sol del desierto. Pero no es mi madre quien me preocupa.
Ambas, caminan hacia mí. Mi madre me toma el rostro y me besa en ambas mejillas, para luego comenzar a halagar mi ropa, mi maquillaje, mi peinado. Todo lo que hice para verme genial a ojos de mi madre hoy. Pero no es suficiente, nada de lo que me puse es suficiente para satisfacerla a ella. Puede que sea suficiente para mi madre, pero no para ella. Necesito más base, toneladas de base, y rubor. Necesito un perfume más caro, extensiones de cabello, uñas postizas mejor decoradas.
Necesito tener oro en mi sangre. Y un novio. Un maldito novio. Aquí y ahora.
-¡Estás verdaderamente bellísima, mi amor!- exclamó mi madre rebosante de alegría.- ¿Layla no piensas saludar a tu hermana? Ha pasado tanto tiempo de que no se veían...
De inmediato, me observa con su bellísimo rostro lleno de desprecio e insatisfacción. No ha cambiado absolutamente en nada. Su rostro sigue luciendo como la cara oficial (retocada con photoshop; la diferencia es que la suya es real) de una marca de cosméticos reconocidos. Su pelo castaño caía en rizos hasta la mitad de su espalda, y enmarcaban su delicado rostro de porcelana, adornado por dos hipnotizantes orbes azulados.
-Estaba dándoles su tiempo de madre e hija, mami- dice con su voz suave y melodiosa, para luego extender sus brazos hacia mí y abrazarme sin ganas- Mi hermanita linda. ¡Te he extrañado tanto! ¡No tienes idea!
Sus palabras son tan hipócritas que prácticamente lastiman mis oídos. Ella es una actriz de primera, pero yo también puedo serlo, y mejor. A pesar de que mi máscara psicológica se cayó por unos segundos al darme cuenta de la presencia de mi hermana, vuelvo a colocármela sobre el rostro una vez más. Solo debo ser la Piper que soy aquí, la chica en la que me convertí después de... de aquel día. Aprieto mis brazos alrededor de ella. Y cuando mis manos se posan en su espalda desnuda, sé que ha optado por la estrategia de usar un vestido con escote en la espalda, para desafiarme silenciosamente. Para traerme malos recuerdos. Ésta perra insensible.
-No te esperaba- le dije para luego separarme de Layla y fingir que estaba limpiándome las lágrimas de felicidad al verla- ¡Tengo tanto que contarte! Por cierto, ¡Me encanta tu vestido!
Mientras digo esto, observó que la atención de mi madre se desvía de nosotras momentáneamente para saludar a algunas de sus amigas de la clase alta. Está en su zona, ríe y sonríe con tanto encanto, que era casi imposible que las señoras poco agraciadas por la edad le tuvieran envidia por su estupendo metabolismo.
- ¿Te gusta? - Inquiere mi hermana, refiriéndose al vestido que he halagado. - Pensaba en regalártelo en tu cumpleaños, pero luego pensé... - Siguió, colocando un dedo en la punta de sus labios. - Es injusto, ella no podría llenar la parte trasera de este vestido, ni mucho menos la parte delantera. Pobrecita, mejor me lo quedo.
En contra de mi voluntad, automáticamente al acabar de decir aquello, sentí como su 1,70 se burlaba de mi 1, 64. Incluso con mis tacos puestos, me sentí asquerosamente enana en frente de ella. Aun así, me di una cachetada mental, y me planté en mi lugar con la mirada más intimidante posible.
- Descuida, no uso nada que provenga de ti. - Sonreí luminosa. - Ya sabes, el herpes es contagioso por contacto. - Antes de que ella pudiera contraatacar, nuestra madre volvió junto a nosotras.
- Bueno chicas, se nos hace tarde. La reunión comenzará en dos minutos. - Me miró una última vez, entrecerrando sus ojos con gesto crítico. Luego, acercó una mano a mis pendientes con forma de palomas, y los acarició con los dedos; mostrando una mirada llena de ternura. - Aquí está mi Piper. Así que aún queda algo de ella después de todo...
Mis ojos se abrieron como platos con aquella declaración. Mi hermana tan solo rodó los ojos sin que mi madre se diera cuenta, pero claro, su mente de pollo jamás lo entendería. Quise decirle algo, preguntarle un montón de cosas aunque mi mente estuviera muy revuelta. Pero ella apartó sus dedos y su mirada de mí, y se alejó para dirigirse e ingresar dentro del instituto con otro montón de padres acompañados de sus hijos.
Como Calipso y su padre, ella iba caminando detrás de él silenciosamente, con un aspecto bastante parecido a la "sumisión" y un atisbo de fría tristeza en sus ojos. Jodida mierda, ¿dónde se había metido la verdadera Calipso? Estaba tan sorprendida por aquella imagen, que jamás esperé ver por su parte, que me quedé algo desorientada cuando Layla pasó a mi lado casi pisándome los zapatos.
-Andando hermanita-bobita. - Susurró Layla rozando mi hombro al pasar. - Quiero ver el basurero en donde vives y a las ratas que intentas ligar. Apuesto a que son tan horrendos como el vestido que llevas...
Entonces ella se a atragantó con sus propias palabras y quedó con la mandíbula abajo por el estupor. No cabía en su asombro, porque enfrente de nosotros, en la sala de recibimiento, estaba uno de los chicos más ardientes del lugar, cantando, con su también muy ardiente padre. Ambos estaban sentados en forma india, sobre el suelo. A falta de algún mejor instrumento musical, estaban utilizando un par de vasos rojos de plástico, que probablemente "tomaron prestados" de la cocina. Los utilizaban para golpear, y deslizar sobre el piso, haciendo su propia versión, padre e hijo, de "Cups", la canción de "Pitch Perfect".
Me sorprendí al notar que los músculos en los brazos de Will se marcaban, por la posición en la que debía mantenerlos para llevar el ritmo. A decir verdad yo nunca antes había puesto atención a la buena forma física en que estaba. No cabía duda que el chico era un digno hijo de su padre. Tan atractivo y tan talentoso como él, puesto que su voz era tan melodiosa que podría competir contra la de cualquier cantante profesional (y eso que él estaba en vivo y en directo, sin necesidad de utilizar el Autotune). Aunque parecía que el chico no estaba completamente en su ambiente, puesto que debía intimidarlo un poco la cantidad de personas que lo observaban, se mostraba sumamente relajado, sus ojos tenían un brillo especial, que solo podías observar cuando él estaba frente a su padre. ¿Admiración, quizá? Su sonrisa era perfecta, los rizos de su cabello parecían irradiar luz propia.
No fui la única en notar lo sensual que Will Solace se veía el día de hoy. Miré a mi hermana por el rabillo del ojo y me di cuenta de que continuaba observándolos, con el deseo puro reflejado en su rostro. Contuve una mueca de asco con sus siguientes palabras.
-Maldita sea. Definitivamente necesito a ese par encima mío para oír algo de buena música, apuesto que ronroneando se oyen igual de jodidamente sensuales.
La canción terminó, y un enorme grupo de madres e hijas comenzaron a gritar repetitivamente "Otra, otra". Sonreí al notar que mi madre estaba en ese grupo. La relación entre ella y Apolo siempre fue muy buena. Nos acercamos lo suficiente como para poder distinguir a las chicas que actuaban como su público. Drew, Kelly, Katy... Encontré a Hazel con la mirada, ella sostenía con una mano el brazo de su padre y con la otra el brazo de su hermano, pretendiendo que los obligaba a permanecer junto a ella mientras escuchaba el show, pero a decir verdad, ninguno de los di Angelo parecía muy propenso a querer huir lejos. Ella me miró y sonrió, yo le devolví un gesto con la mano, pero mis labios, se negaron a sonreír.
Layla notó mi movimiento, y observó hacia donde estaban ellos. Su sorpresa fue tal que escuché una especie de bufido escéptico a mi lado, como si ella misma no pudiera creerlo. Me forcé a observar nuevamente al chico sombra, lo observé con los ojos que mi hermana debía estarlo mirando y entonces comprendí.
El chico estaba cruzado de brazos, en una posición relajada. Sus prendas negras no hacían más que realzar el tono de sus ojos, de sus cejas y su cabello, formando un perfecto contraste con su pálida piel. Todo él era una maravillosa pintura en blanco y negro, a excepción de sus labios, que tenían un cierto grado de color rosa, apenas un tinte sutil. Nico lucía como un ángel y como un demonio a la vez. Él era el bien, disfrazado de mal. La oscuridad de la noche iluminada con la luz de la luna.
El placer de un pecado cometido en el secreto del silencio.
-¿Quieres dedicarle a alguien la siguiente canción, hijo?- preguntó Apolo con una sonrisa en su rostro, y lanzándole una mirada insinuante a Will, quien le devolvió una forzada y una mirada de "Compórtate, padre".
Como sea, Will no pudo contestar, puesto que el señor D apareció en la escena, acompañado por Quirón. Luego de unas cuantas palabras, saludos, sonrisas falsas y quejas por parte de Apolo y sus más recientes fans. Todos los padres se marcharon hacia el salón en el cual se celebraría la reunión.
-¿Entonces, Cherry ya no va a ser tu nueva madrastra?- Nico preguntó, remarcando en cada silaba su acento italiano, con lo que se ganó un codazo por parte de Hazel.
Will se limitó a gruñir y sacudirse el cabello, luego se dejó caer de espaldas y comenzó a respirar profundamente, como si necesitara volver a su centro luego de una misión muy arriesgada. Layla se deleitó la vista un momento con él, pero luego su atención volvió a fijarse en Nico. Yo la conocía. Ella no iba solo por uno a la vez, sino ambos. Pero, por el momento, Will no estaba mirando, así que atacaría primero a di Angelo.
-El año pasado disfruté de unas muy agradables y placenteras vacaciones en Italia- dijo con tono insinuante y acercándose un par de pasos hacia ellos. Al principio, Hazel la miró con una sonrisa en su rostro, pero luego, al mirar mi expresión, dudo, y su ceño se frunció ligeramente. Nico, por otro lado, se limitó a seguir observando divertidamente a Solace, ignorando a mi hermana con todo el descaro del mundo.
Ella intentó acercarse un par de pasos más, pero entonces, un padre que se había quedado rezagado, caminó en dirección al salón de reuniones con sus botas de combate pisoteando todo lo que estaba frente a sí (Will tuvo que rodar por el suelo para evitar volverse papilla). Sus dos hijos, prácticamente venían corriendo tras él, ambos con uniformes militares rindiendo explicaciones, como si fueran estatus de combate.
-Y Frank estuvo a punto de romperle la cara a mi victima favorita hace rato- decía Clarisse apresuradamente- Debiste verlo. El idiota casi se orina en sus pantalones...
-¿Frank?- su padre se detuvo en seco, flexionando involuntariamente sus abismales bíceps y tríceps.
-No señor, el nerd- contestó su hija, fuerte y claro.
-Sí, como sea- intervino Frank, restándole importancia al asunto- Pero Clarisse sumergió en el inodoro a cuatro chicas y dos chicos esta semana.
-Mientras Frank hacía guardia y evitaba que huyeran- apoyó su hermana- Sus chillidos aún resuenan en mis... nuestros oídos.
El padre de Clarisse y Frank, traía puesto un uniforme entero del ejército, incluso tenía una pistola en su cintura y probablemente una chuchilla en su bolsillo. Sus grotescos músculos eran evidentes y el poder que irradiaba era completamente notorio. Pero aun así, quien captó nuevamente mi atención, fue Frank.
Normalmente el chico se mostraba dócil, y con su uniforme naranja solo parecía un panda encerrado en prisión por comer bambú en exceso. Pero ahora, sus brazos marcaban todos y cada uno de sus músculos, bajo su delgada camiseta blanca, podía notarse claramente la división de su six pack. Los pantalones colgaban de sus caderas con tanta gracia, que parecía que no había un solo centímetro de carne que no fuera completamente dura y tonificada en su completo ser.
-¿Todos a la vez?- preguntó Ares con las cejas levantadas, completamente sorprendido.
-Sí señor. - Contestaron ambos, y más que sus hijos, ellos parecían sus subordinados del ejército.
-Bien, hablaremos mejor luego de la reunión. Mientras prepárenme un informe detallado de aquel atercado. - Ordenó. -¿Entendieron?
-Sí señor. - Sus dos hijos asintieron y obtuvieron como recompensa una ligera sonrisa de medio lado por parte de su padre, quien luego desapareció para por fin, unirse a la reunión.
Tomé a Layla de la mano y la obligue a caminar lejos del resto de mis amigos. Lo que menos necesitaba ahora, era tener que presentarla con ellos y... No... Ellos no podían dirigirle ni una sola palabra. Ellos no podían enterarse. Primero muerta. Caminé, arrastrándola y escuchando sus quejas e insultos, a través de varios pasillos. Si tenía que subir hasta el último piso del instituto y luego lanzarla por los aires desde la azotea, entonces lo haría. Negué con la cabeza, deshaciéndome de la idea, antes de que esta tomara demasiada fuerza y se volviera demasiado tentadora. Por el contrario, caminé sin rumbo.
-¡Que me dejes ya!- gritó Layla plantándose en el piso, y arrancando su brazo de mi agarre- ¿Qué te pasa? ¿Ahora además de estúpida y fea, te volviste loca?
Ella desvió la mirada hacia la izquierda, intentando ubicarse nuevamente. Fue entonces, cuando descubrí a dónde habíamos venido a parar. Al único lugar al cual recurro cuando me siento mal. Cuando necesito encontrar un momento para reír y olvidarme del resto del mundo. El sitio en el cual conocí a mi mejor amigo. El taller de artes industriales.
-Wow... Justo cuando pensé que ya había visto a todos los chicos rescatables de este lugar- pronunció mi hermana, al tiempo que se acomodaba el cabello rápidamente, y se mordía el labio mientras admiraba la vista que encontró.
-¡Cada mes es lo mismo!- se quejaba Leo al tiempo que hacía girar algunas tuercas en algún nuevo trabajo, con una llave de mecánica- Ellos vienen, pretenden que se interesan en nosotros, y luego tenemos tiempo libre para venir a saquear el taller fuera del horario lectivo- el latino se había quitado la parte superior de su ropa, y vestía ahora unos sencillos jeans de mezclilla que estaban tan sucios y manchados de grasa como si recién acabara de salir de debajo de un automóvil.
Si bien, Leo no poseía una musculatura perfecta, aún así, se mantenía en buena forma. Sus diarios trabajos manuales habían ejercitado sus brazos, mientras que sus misiones furtivas se habían encargado de marcar ligeramente su abdomen. La piel de su pecho brillaba con sudor por el trabajo físico, y la mancha de grasa negra que recorría su mejilla, parecía una flecha que te indicaba permiso directo para besar su cuello.
- Yo digo que nos concentremos en las cosas buenas, como que ahora tengo una nueva llave de tres cuartos- terminó con una sonrisa, mientras se enderezaba, girándose hacia sus amigos para estirar su espalda, levantando los brazos y ocasionando que se formara una clara división entre los músculos que adornaban su espalda, juntando sus escápulas al acomodar los hombros y creando una línea perfecta sobre su columna vertebral, sobre la cual, cualquier chica querría deslizar su lengua mientras le realizaba un masaje anti estrés.
¿Un secreto acerca de Leo? Puede ser sensual, solo cuando no se da cuenta de que lo están observando.
-Hipócrita asqueroso- bufó Jason, ignorando por completo el positivismo de su amigo, al tiempo que metía un dedo bajo el nudo de su corbata celeste y la estiraba para aflojarla. - Ojalá encuentre un tornillo mal puesto en su silla, para que le entre en el...
-Hablando de tornillos - interrumpió Leo. - ¿Dónde deje los míos?
Jason había optado por utilizar ropa formal, un pantalón negro que caía de sus caderas y le quedaba del tamaño justo para remarcar su trasero de dioses. Su camisa blanca, de botones, resaltaba el ancho de sus hombros, y al soltar los dos botones de arriba, no pude evitar hacer la comparación con el típico Superman, justo un momento antes de ponerse su traje y salir a salvar el mundo.
- ¿Vieron cómo se quedó mirando a la madre de Piper?- preguntó mientras empezaba a doblar las mangas de su camisa, hasta que quedó al estilo tres cuartos, y delineó perfectamente sus fuertes brazos. Aun cuando estaba prácticamente deshaciéndose de su estilo formal, se veía como el estereotipo del esposo perfecto. Viéndolo así, no era difícil imaginarlo dentro de unos años, llegando a casa, luego de un largo día en la oficina, y acariciando la cabeza de sus bebés, para luego darle un beso en los labios a su bella y perfecta esposa. Una chica completamente diferente a mí, una chica como Layla, probablemente - Entre todas las madres, ¡Tenía que ser la de Piper!
Percy Jackson, para variar, fue el primero en notar nuestra presencia. Le dio un codazo a Jason para que dejara de hablar, aunque a decir verdad, no me interesaba en lo más mínimo lo que estaba diciendo. Sí, yo ya sabía las miradas que mi madre ocasionaba en la población masculina, eso no era una novedad. ¿Quién podía culpar a los otros padres por admirar de la belleza femenina? No era algo realmente trascendental.
-¡Hola, Piper!- Saludó Percy con su absurda forma de disimular situaciones vergonzosas. -¿Hace cuánto tiempo estás allí?
Él vestía de forma casual, jeans grises y una camiseta azul, en la cual se leía la leyenda "Dad's fav kid" y luego en letra más pequeña "Si se pierde regresar a Possy", con lo cual pude definitivamente comprender la camisa que le vi puesta, a su padre, hace rato de "Daddy #1", igualmente con su inscripción de "Yo soy Possy, deposítelo aquí".
No había otra relación padre-hijo tan tierna como esa en este lugar. Ellos dos simplemente se amaban, y si Percy se notaba molesto de vez en cuando en las reuniones familiares, era solo en los momentos en que ellos dos hablaban de su madre, que debido a la distancia no podía venir tan frecuentemente. Algunas veces incluso tuve la sensación de que ambos podían sentarse a llorar en las gradas de la entrada, solo por lo mucho que extrañaban a esa mujer.
Los ojos verdes de Percy me escrutaron, mientras su rostro cálido como el mar se mostraba ligeramente preocupado. Sus brazos no sabían dónde colocarse, así que empezaron a cambiar de posición repetitivamente, primero entrecruzándose, y remarcando sus bíceps, luego escondiéndose detrás de su espalda expandiendo su pecho torneado y resaltando la anchura de sus hombros. Al final, sus manos terminaron por meterse en los bolsillos delanteros de su pantalón, en un gesto adorablemente sensual, por el cual Annabeth pagaría millones de dólares, aunque lo negaría después rotundamente y se justificaría diciendo que fue en el nombre de la ciencia.
-Hola, chicos- me limité a contestar al saludo del ojiverde. Me giré de nuevo para poder volver a arrastrar a Layla lejos de ellos, sobre todo lejos de Jason, y descubrí que mi hermana los observaba a los tres como si estuviera decidiendo si debía comerse primero el helado de caramelo, el de vainilla o el de limón, con tanto descaro que incluso yo misma me avergoncé. - Layla, ¿vienes? Quiero a enseñarte mi habitación...
-Porque no mejor uno de ustedes, caballeros, me hace un tour. - Me cortó mi hermana, acercándose a Jason con un sensual contoneo de sus prominentes caderas. - Prometo que soy muy buena compañía... - Todos mis huesos me ordenaban que la pusiera lejos de él, si era necesario escondería a Jason en una caja de cristal y luego en una jaula, pero lo mantendría a salvo. Él no... Layla no podía... Ella... Él... yo...
Cuando Jason levantó la mirada, y nos observó, el horror que se instaló en sus ojos al mirarme fue simplemente demasiado doloroso. Pero lo que terminó por romperme, fue lo que hizo después. Él cerró los ojos un segundo, y entonces, sonrió en nuestra dirección y habló
-¿Quién es tu amiga, Pipes?- dijo con el tono más amable que sus labios podían pronunciar. Uno completamente opuesto al que utilizaba conmigo. Uno lleno de buena voluntad, gracia y simpatía.
Qué ironía, el hipócrita hablando de hipocresía. Pensé, sintiendo la ira llenando mis venas. Suspiré internamente. Aún así, de alguna manera estaba agradecida de que me hubiese dirigido la palabra a mi antes que a Layla.
-Soy su hermana. - Se apresuró a contestarle ella, sonriendo abiertamente como un cocodrilo a punto de abrir sus fauces. - Me llamo Layla McLean, mucho gusto. ¿Y tú eres?
-Jason Grace. - Respondió con una sonrisa contenida, estrechando la mano que ella le pasaba. - Soy compañero de Pipes.
-¡Ah! ¿Hermanas? - Repitió Percy, mirándome sorprendido; apenas y pude encogerme de hombros por el nerviosismo. - No se parecen en nada...
-Sí bueno, solo mira a Hazel y a Nico. - Le dijo Leo, mirando a mi hermana con una extraña seriedad en sus ojos. Cosa que me sorprendió, ya que nunca la había mencionado incluso a él, o al menos no recordaba haberlo hecho. - Extraño pero cierto.
- ¡Lo sé! - Concuerda Layla echando una risita tintineante. - Por esa razón, siempre le pregunto a nuestra madre si Piper no es adoptada. Incluso después de años, sigo buscando sus papeles de nacimiento para descubrirlo.
Percy se rio nerviosamente por sus palabras, se veía algo confundido y sin saber que más hacer o decir ante eso. Me lanzó una ceja interrogante, pero mis propias palabras se habían esfumado de mi cabeza, estaba demasiado ocupada preocupándome por que mi hermana no pusiera sus garras en Jason.
- No creo que sea tan imposible de creer. - Inició Percy, frunciendo el ceño y utilizando un tono más frío. - Es decir, ambas son bastante bonitas...
- Ay no seas tan amable, cariño. - Layla rompió en carcajadas, posó una mano sobre su brazo y le dio un apreciativo apretón mientras se follaba a Percy con los ojos.- Es obvio que yo me llevé toda la belleza, Piper se quedó con las sobras...
- Tengo que diferir aquello. - Dijo Jason, ahora estaba estudiándonos silenciosamente. Percy se apartó unos pasos lejos de mi hermana deliberadamente, y le envío una mirada significativa a Leo como diciéndole que cuide sus propias viriles pertenencias.
-Como sea. -Movió su mano quitándole importancia, luego, cambio de tema velozmente. - ¿Qué hacen aquí para divertirse un rato?
- Imaginar que clase de calumnias dignas de Hollywood estará soltando el señor D a nuestros padres... - Contestó Percy poco emocionado con una mueca despectiva.
-Oh vamos, no creo que sea tan malo...
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-¡Holgazanes, revoltosos, apestosos y, descarados! - Enumeró con los dedos el señor D frente a los padres de sus respectivos alumnos. - Pero, al menos han dejado de consumir bebidas alcohólicas durante mi cuidado. Señores, estos chicos no tienen ni una gota de alcohol en sus venas y la distribución ha acabado por parte de los Stolls.
- Se oye demasiado hermoso. - Susurró Hermes a Apolo en voz baja. - Demasiado para ser real. Si mis hijos han dejado de traficar cosas, yo solo he vuelto a ser virgen…
-Y todo gracias a mis estrictos métodos de enseñanza. – Terminó de decir el director de la Institución, con un semblante orgulloso y una ceja levantada ligeramente con arrogancia. – ¡En cuanto a nuestro sistema educativo! Apuesto que era eso lo que iba a preguntar señora Chase, no se preocupe, uno de los profesores más calificados de mi institución, le explicará.
Dicho eso, dejó que su colega, Quirón, se encargara del resto, hablándoles sobre el sistema educativo y las creativas estrategias para que los zánganos prestaran atención en clases. Dionisio nunca había sido bueno para las charlas, con padres que resultaban ser más testarudos que sus propios hijos. Sabía que esto era necesario, esencial, aún así, no tenía la paciencia necesaria para mantener una conversación seria con algunos de ellos.
-¿Cómo le está yendo a mi hija? – Preguntó la madre de Annabeth, dirigiéndole una penetrante mirada a Quirón. – Espero que sus calificaciones sigan siendo las mismas de cuando estaba en la preparatoria privada de California.
Dionisio había aprendido muchas cosas a lo largo de su trabajo. Una de ellas era que, cada padre, de cada alumno que una vez había entrado por las puertas de su institución, poseía unas características únicas y todos ellos, muy distintas ideologías. Para algunos les parecía primordial la educación, para otros la fama y a un grupo, la disciplina.
-Mi pequeño yo, debe ser el mejor de las clases. Lo sé. – Asintió Apolo, diciéndolo en voz alta con una gigantesca alegría. – Will quiere ser doctor, sabe perfectamente que el estudio esta en primer lugar así que ni siquiera me preocupo por él en esos ámbitos.
Y a pesar de todas esas diferencias, siempre les unía algo en común. Un solo interés que predominaba sobre cualquier otro. Sus reputaciones. Ser mejor que el otro. Utilizando a sus hijos como cerdos en un concurso de feria, compitiendo por cual estaba más gordo que el otro.
-Jason siempre tiene diez de punta a punta. – Exclamó su padre en tono salamero, mirando al mismo tiempo al padre de Poseídon con desafío. Oh no, menos mal y los había separado, pensó. – No es como “otros” que apenas y se saben la tabla de multiplicar, él está sobre cualquier otro…
Poseidon bufó con mofa, dándole un codazo al padre de Nico con comadrería al mismo tiempo, como si fuesen amigos de infancia. El señor Di Angelo le dirigió una mirada tan oscura, que Afrodita tuvo que apartarse de él unos centímetros en su silla para que su aura asesina no le afectara.
-Por cierto, amigo. – Le comentó Possy, haciendo totalmente caso omiso de la hostilidad de su compañero de a lado. – ¿Te conté que Percy ya se ganó seis medallas de oro y dos de plata en varias olimpiadas en NATACIÓN?
-No, y, me importa un...
-Señor Di Angelo. – Le interrumpió el padre de Jason, con su mentón levantado ligeramente con petulancia. – ¿Qué tal va el negocio? Nuestros inversionistas han hablado la semana pasada, y me comentaron sobre sus intereses.
-La verdad es que… - Inició Hades, pero Zeus nuevamente le interrumpió.
-Mi hijo principalmente, es el chico que esta buscando su gran monopolio de empresas. Es excelente en matemáticas, sus habilidades en el ámbito empresarial están solo esperando para ser pulidas. Se lo aseguro, señor di Angelo, brillara como el collar de diamantes que le compre ayer a mi esposa.
Entonces Poseídon bufó con burla, rodando los ojos con todo el descaro que le permitía su camiseta de Daddy#1. Ares sacó un cigarrillo del bolsillo de su camiseta, Atenea le dio una palmada a su mano de inmediato, y tiró lejos con la punta de su zapato, el objeto causador de cáncer. Ares giró su cuello en su dirección, de forma tan terrorífica como la niña del exorcismo. Fuego del infierno ardía en sus ojos, pero la madre de Annabeth, traía una piel anti incendios.
-¡Por favor señor La Rue! - Exclamó, frunciendo sus labios en reprimenda. - ¡Estamos en una institución pública!
-Pago la mitad del mantenimiento de este maldito lugar. - Gruñó en un tono peligrosamente bajo. - Sí quiero fumar, fumare un puto cigarrillo aquí mismo.
-¿Perdón? – Exclamó Zeus indignado ante el gesto de su fiel contrincante Possy.- ¡Eres tan irrespetuoso! ¡como siempre! Porque no superas de una vez que estoy en primer lugar en los hombres más exitosos del planeta de este año…
-Por favor, señores. No estamos aquí para hablar de negocios. – Dijo Quirón, tratando de tranquilizarlos, pero mierda. Esto apenas y había empezado. Esos dos eran la misma historia aburrida y repetitiva cada mes del año.
Apolo empezó a reírse repentinamente, mirando a Zeus y a Possy con indulgencia.
-Míralos pelearse por nimiedades. – Dijo casi con dulzura. – Sin saber que yo soy el verdadero líder de la lista entre los hombres más exitosos y además más sexys de la tierra.
-Quien se eleva demasiado cerca del sol con alas de oro las funde. – Farfullo Atenea, poniendo los ojos en blanco en su dirección.
-¿Discúlpame? – Saltó diciendo Apolo ante eso. - ¿Qué dijiste sobre mí?
Mientras tanto, Hades ignoraba el pleito de su compañero de a lado con su archienemigo de toda la vida. En vez de eso, había empezado a meditar silenciosamente con sabiduría.
“Interesante, ese niño con cara de querubín crecido, a logrado lo que nadie ha podido sobre esta faz de la tierra en años. Hacer reír a mi hijo poco expresivo... Es, casi inaceptable. Increíble... Inaudito. Yo, yo debo hacer algo...
Definitivamente necesito uno de esos. ¿Cuánto cobra? ¿Tendré que sacarle el diente de oro al abuelo para poder pagarle? Debo preguntarle cuanto pide por hora... ¿Se alquila? ¡Daré toda mi fortuna si es necesario! ¡Y los barrotes de oro de Demeter, también!”
-Vaya, una pelea entre padres. – Comentó Hermes a Afrodita, quien se sentaba a su lado con elegancia y soltura. – No sería una reunión de padres si ellos dos no discutieran como pareja.
-Espero que no tarden demasiado en calmar sus testosteronas. – Le devolvió ella en tono divertido, suspirando hondo y luciendo una mirada preocupada que no fue desapercibido por Hermes.
-¿Por qué tanto apuro? -Le preguntó muy curioso.- Estás muy impaciente por ver a tu hija?
-Así es. – Asintió, sonriendo ligeramente. – Eso, y además estoy algo preocupada.
Hermes siguió mirándola con confusión, y secretamente, con apreciación. Aquella mujer delante suyo era inhumanamente bella para este mundo. Como si alguien muy perverso hubiese dejado caer a este ángel seductor en la tierra, para la tentación y sufrimiento de los hombres castos.
-No creo que debas preocuparte. Vi que trajiste a su hermana, deben estar juntas haciéndose compañía la una a la otra.
-Ay, Hermes. – Soltó una exhalación, mirando en un punto cualquiera, con sus pensamientos muy lejos de donde su cuerpo estaba. – Qué ambas estén juntas y solas… Es lo que más me preocupa… No tienes idea de cuánto.
Paso #16: Inicia táctica distractoria. En proceso. Protegeré a mis guapísimos amigos a toda costa, ¡Por sus virginidades!
Amer: ¡Segundo concurso ganado! Nike esta de buen humor con nosotras últimamente. Estamos muy felices.
Rlk: Los amo, comenten una naranja si tienen ganas de matarnos por irnos mucho tiempo.
Amer: Apuesto a que babearon por tanta sukulencia no me.engañan. Cual fue el mejor de todos? Voten.
Rlk: ¿Qué chico se vio más sexy con su descripción? Con eso, nos vamos. Bye, los amo.
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