Paso# 15: Resiste tus miedos

En el Cuartel General del Sismance unos ruidos ininteligibles se escuchan, quizá son gemidos, quizá gritos sofocados contra la funda de una almohada. Todo está profundamente oscuro y música tenebrosa se escucha por todo el lugar.

De pronto, los reflectores se encienden, e iluminan toda la estancia, en donde RLkinn se sacude sus manos, después de un muy arduo trabajo para garantizar su supervivencia. A su izquierda, Amer se sacude violentamente, intentando soltarse de las sogas que la mantienen encerrada, la funda de una almohada está sujetándole la boca en forma de mordaza, tiene fajillas de cuero sosteniendo su cabeza. En otras palabras, es una versión femenina de Hannibal Lecter.

-Así es lectores- dice RLkinn con una brillante sonrisa- ¡Sobreviví! ¿Qué cómo lo hice? Pues... ser hija de Eros tiene sus ventajas distractoras, no diré más...

Amer hace un escándalo de gruñidos que se asemejan mucho a los de un lobo rabioso devorando su presa.

-No se preocupen- continua RL, despreocupada- Ella está bien, le doy hamburguesas tres veces al día y le acerco la máquina de escribir a sus dedos para que haga su zuculemcia. Ya la liberaré más tarde, cuando se le quite la rabia por lo de la foto. Mientras tanto, disfruten el capítulo. Nos leemos abajo.

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La clase ha quedado vacía en un santiamén, antes de que me diera cuenta. Incluso Percy y Leo me han abandonado a mi suerte, habrán competido entre ellos para llegar lo antes posible a nuestra habitación seguramente, para tan solo, quedarse parados debajo del aire acondicionado intentando refrescarse. La sirena que marca el final de las clases se detiene, y alzo la mirada para inspeccionar a los que han quedado últimos. Travis terminó de lanzar todas sus cosas dentro de su mochila, y salió de la clase, acompañado de Silena en su retaguardia, quién se echó un vistazo en el vidrio de la ventana al pasar.

Formé una pequeña mueca incómoda al percatarme de que Piper y yo, ahora éramos las únicas personas que quedaban en el aula. La castaña había estado limpiando la pizarra con una esponja vieja, cuando acabó, se dirigió a juntar todas las tizas de la mesa para guardarlas en una caja. Éste era el castigo que le había impuesto la profesora de matemáticas al pillarla coqueteando con Connor Stoll.

Me levanto de mi silla con mi mochila en mi hombro, fingiendo que el suelo es de lo más interesante, y por ello, no puedo dejar de mirarlo. Presiento que me ha echado un vistazo, pero se mantiene en silencio, y continúa trabajando en su castigo. Internamente me siento algo decepcionado de que no me haya hablado con su cálida voz de siempre. Antes, cada vez que me veía, no perdía ni un solo segundo, para dirigirme la palabra. No obstante, es obvio que así sería de ahora en adelante. Yo me había cerciorado de ello después de todo.

Cuando estoy a punto de cruzar el umbral de la puerta, oigo a mis espaldas una suave maldición y entonces un montón de cosas cayéndose. Una y luego dos tizas ruedan hasta mis pies, suspiro hondo, adivinando sin ver lo que ha pasado. Me debato entre irme o ayudarla. Mi cuerpo sabe la respuesta antes de que mi cabeza se lo dijera, y ya está girando y agachándose para recoger con ella todas las tizas desperdigadas por el suelo.

Un minuto después, en absoluto silencio, ambos estábamos frente a frente con un montón de tizas de todos los colores en nuestras manos, mirando en la misma dirección. Hacia la caja de cartón deformada que ahora ya no nos servía.

- Puedes dejarlas en la mesa. - Pronunció en un murmullo, cabizbaja y taciturna. - Yo me encargo del resto.

- Tengo cinta adhesiva en mi mochila. - Contesté encogiéndome de hombros, ambos rehuyendo la mirada del otro con timidez. - Sí quieres puedo ayudarte...

- Sí quieres, tú, ayudarme... - Agregó ella, en tono divertido. - Puedes...

Hice un trabajo medianamente perfecto, pero en mi opinión, esto más que bastaba. Había rodeado la caja con cinta adhesiva por todos lados, asegurando cada esquina. No se veía particularmente cool, pero lo importante era que sirviera. Piper me dio un pulgar hacia arriba en aprobación.

- Muy bonito. - Musitó Piper, y acto seguido, empezó a meter todas las tizas en su interior. Me quedé embelesado mirando su rostro por unos segundos, los rayos del sol que se colaban por la ventana, le daban un color saludable y bonito a su rostro.

- Gracias por ayudarme. - Agradeció, y con eso, me sacó de mi trance. Era hora de irme.

- De nada. - Agarré mi mochila, mis pies titubearon pero no se movieron, mi corazón empezó a latir muy rápido, y sabía que éste era el momento adecuado para decirle lo que debía.

Tragué saliva, era ahora o nunca. Ojalá fuera nunca, pero sabía que eso me mataría lentamente por dentro todos los días. Así que, tomé una honda y sonora respiración, logrando de paso llamar su atención. Ella abrazó la caja de tizas contra su pecho como protegiéndose de algún ataque sorpresa de mi parte. (Tal gesto, encogió mi corazón). Y luego, solté todo de golpe con la voz más clara y sincera que tenía.

- Piper, te pido disculpas por haber sonado tan grosero y despectivo el otro día. No debí decir nada de lo que dije. Ni insinuar nada de aquello.- Continúe hablando, antes de que ella me interrumpiera. Sus ojos estaban algo brillosos ahora al mirarme. - Perdón, yo, estaba... a veces... Solo quiero que sepas que... que nunca deben importarte las palabras de un patán, cualquiera, muy inseguro de sí mismo. - Me mordí fugazmente el labio con duda. - Sí eres algo... libertina, pero, eso...

- Basta. Basta.

Cerré mis labios al instante, haciendo un chasquido con mis dientes, la miré asustado e inspeccionado su rostro cuidadosamente, tratando de advertir algún tipo de burla o desprecio en sus ojos. Pero nada de eso había en su mirada. Ella bufó una risa medio cansada y triste, aún cabizbaja.

- ¡Demonios! De verdad, que fastidias mucho con todo tu rollo de chico perfecto... - Rio incrédula, apartándose, al mismo tiempo, un mechón de pelo suelto que posaba sobre su mejilla. - Yo solo quería seguir enojada contigo. Tirarle dardos a tu fotografía, meter gelatina en tu mochila... Pero tenías que arruinarlo, con tu actitud de chico bueno pidiéndome disculpas... ¡De verdad que te odio!

Me he quedado, completamente mudo parado a su lado. Mientras que lo único que hago, es mirar como sus dedos juegan distraídamente con dos tizas de color azul y rosa. No sé si debía marcharme, pero algo me decía que debía seguir quedándome de pie, aquí junto a ella, como estúpido, por un rato más.

- No te culpo... - Continuó, mirándome por el rabillo de su ojo.- Si hubiera estado en tu lugar, y un chico muy mujeriego de aquí me hubiera besado... probablemente hubiese echado un grito al cielo por mi desgracia y suplicando que no tuviese sida... Fue una reacción lógica.

- Tal vez, pero eso no justifica todo lo que te he dicho.

- No. - concedió, ladeando su rostro suavemente hacia un lado. - Pero sí podría tratar de entenderte, poniéndome en tu lugar... Y conociendo tu punto de vista, es normal que estuvieras furioso. Decimos cosas que no queremos cuando estamos enojados, cuando creemos que la vida está siendo injusta con nosotros. No fue todo, tu culpa.

-Ni tampoco tuya- dije de inmediato, y ella sonrió automáticamente.

-Todo fue culpa de ese tonto de Andrew- dijo, poniendo en su rostro un puchero y fingiendo estar enfadada- Me encargaré de pedirle a Clarisse que le haga calzón chino en nuestro nombre.

No pude evitar sonreír, porque sabía que ella simplemente estaba intentando aligerar la presión del momento, no era como que en serio fuera a conspirar en contra del pobre chico nerd, o al menos eso esperaba yo. Luego, ella me guiñó uno de sus ojos multicolores y se dio media vuelta para terminar de guardar las tizas, en el cajón del escritorio. Tomé eso como mi señal para dejarla sola.

Caminé lentamente hacia la puerta, el peso que había tenido sobre mis hombros hasta entonces, se había reducido bastante, aunque, por supuesto, no había desaparecido del todo. Así son nuestros pecados, por más que te arrepientas e intentes enmendarlos, siempre quedará sobre ti una sombra de ellos, asomándose sobre tus hombros para recordarte lo estúpido que fuiste.

Antes de que hubiese pisado un pie fuera de la clase, la oí murmurar muy bajo, casi de forma imperceptible estas palabras.

- ¿Sabes? - empezó diciendo, con sus ojos mirando muy lejos de aquí. - Tal vez sí nos hubiéramos conocido en otras circunstancias... Antes de...

Pero no terminó de decirlo, se mordió los labios arrepentida en el último segundo (era probable que no confiara en mí) simplemente, negó con la cabeza y sonrío con tristeza. Dejándome en ascuas y ansioso por saber de qué se trataría lo que estuviera ocultando tan fervorosamente.

- ¿Antes de qué? - traté de insistir, aunque ya sabía que no lograría nada. -¿Piper?

- Ya todo esta dicho, puedes irte.- dijo ella, rodando los ojos y haciendo un gesto, como si me empujara con la mano- Tengo muchos otros chicos con los cuales debo coquetear, no seas egoísta. 

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Silencio. Asqueroso, desquiciante y doloroso silencio. Estoy acostado sobre mi cama, mirando hacia el techo. Siento que me voy a volver loco. ¿A dónde se fue todo el mundo? No pude encontrar a Hazel ni a Calipso luego de la última clase. No sé dónde está Frank, ni Percy, ni Jason, ni Leo, ni ninguna de las chicas, y sinceramente me niego a caminar solo por los pasillos del Instituto. Puedo ser imprudente, pero no idiota.

-No nos sentiríamos tan solitos y abandonados si tuviéramos nuestro MP3- uno de mis angelitos hizo su aparición. - Lo extraño, tanto como un Dios extrañaría su "six pack" desaparecido.

-También lo extraño- dijo el otro haciendo un puchero, y con lágrimas a punto de salirse de sus ojos- ¡Todo por culpa de ese gordinflón, feo, calvo, fetichista de delfines!

-¡Cállense los dos!- dije en voz alta, de todas formas no había nadie cerca que pudiera escucharme. Me tapé los oídos con ambas manos, como si con eso pudiera evitar escuchar a mi propia consciencia- Por culpa de ustedes, bobos alados, he parecido un loco todos estos días.

-No hablarías con nosotros si no te aburrieras, rubio descerebrado- me reclamó uno de ellos- Y no te aburrirías si el viejo gordo no hubiera destruido nuestro bebe MP3

-Además, ya no acosamos a Nico como antes- el pobre angelito del lado izquierdo, realmente parecía estar a punto de echarse a llorar, incluso sorbió su nariz antes de continuar- ¡Extraño acosar a Nico!

-No es acoso- me defendí- Y solo he estado un poco ocupado cuidando mis espaldas de cierto criminal ruso y de cierto guardia de seguridad con complejo de violador en serie.

-Debes dejar de hablar solo- la voz de Nico me interrumpió de súbito. Me incorporé de inmediato y lo observé con los ojos muy abiertos. ¿Cómo es que no lo escuché entrar?- El mundo está empezando a creer que las drogas en serio te tienen mal.

-Cosa bella, cosa hermosa, cosa bien hecha- mi angelito derecho se quedó completamente embobado admirando al recién llegado- ¡Por los sensuales italianos! ¿Acaso hay algo más perfecto en el mundo que ese chico?

El otro angelito había quedado fuera de juego, abanicándose la cara con ambas manos y con la boca tan abierta como si fuera un buzón de correo. Quise darme un golpe contra la cabeza yo mismo. ¿Cómo es que estaba tan perdidamente enamorado de él? Y lo peor de todo es que estaba sumamente hundido en un hueco sin fondo, y ni siquiera tenía ni un gramo de ganas de salir de ahí. Si pudiera estar enamorado de él por el resto de mi vida, entonces sería completamente feliz por siempre.

-Si... lo siento- dije en un susurro, porque sabía que de todas formas él ya no me estaba prestando atención, en lo más mínimo. Lo observé en silencio, llegó hasta su camarote y se quitó, en un solo movimiento, su suéter negro, durante una milésima de segundo, su camisa naranja del uniforme también se levanta un par de milímetros, dejando entrever la pulcra y aparentemente suave piel de su abdomen. Eso basta para que uno de mis angelitos se desmaye por completo.

-OHHHHHH POR DIOOOOS- grita el que aún está consciente- Si supieras todo lo que queremos hacerte mi amoooor. ¡Quisiera ser un ácaro para poder arrastrarme sobre tu hermosa piel con lujuria hasta la eternidad! ¡Oh como quiero marcar ese territorio!

Me escandalicé completamente por las palabras soeces y definitivamente no aptas para todo público que mi angelito continuó diciendo, pero tenía que admitirlo, yo mismo tenía la boca abierta, y mis ojos estaban completamente perdidos en él. Gracias a los dioses él continuó sin prestarme atención, por lo tanto pude continuar observando.

Lanzó su suéter lejos y luego se dejó caer sobre su cama. Estaba molesto. ¿Por qué? Sacó un pequeño espejo de debajo de su almohada y entonces empezó a examinarse el cuello. La piel que estaba en pleno contacto con el collar de acero, para ser más específicos. Desde donde estaba, yo no podía decirlo con seguridad, pero estaba casi seguro de que podía ver la piel irritada.

-De acuerdo... definiendo posibilidades- inició el angelito que antes se había desmayado, ahora completamente recuperado, y vistiendo un uniforme de doctor- Diría que el aparato de su cuello le ha lastimado la piel, debido a la frecuente fricción entre el material sólido y ruin, contra su suave y deliciosa piel.

-Yo recetaría una cremita hidratante- añadió el otro, escribiendo a toda velocidad una posible receta médica- Justo como esa que tienes guardada junto con el resto de las medicinas robadas. ¡Ayúdalo! Esta es nuestra oportunidad.

Miré la expresión de Nico, era más que obvio que le estaba doliendo, pero, conociéndolo, sabía que nunca lo aceptaría. Y mucho menos pediría mi ayuda. Tomé una larga respiración y me asomé debajo de mi cama, en donde estaban ordenados todos mis suministros en orden alfabético y con perfecta ventilación resguardados de la humedad, gracias a un botiquín que obtuve de parte de los Stoll. Tomé el cilindro con la crema, y sin pensarlo demasiado, sin tener tiempo de arrepentirme, me levanté y me senté en su cama, a su lado, creo que incluso cerré los ojos por un momento, esperando un posible golpe.

-Déjame ayudarte con eso ¿quieres?- intenté, pero al observar su mirada me di cuenta de que, por las buenas no conseguiría absolutamente nada, así que decidí cambiar mi tono de voz por uno un poco más imperativo- Órdenes del doctor.

-Doctor sin diploma- bufó él, sin embargo no se apartó. Fue así como comprobé que realmente estaba sintiendo mucho dolor.

Llené mis dedos con el producto y los acerqué hacia su cuello, lentamente, casi con miedo, como si él fuera a escapar en cualquier momento, pero por suerte, no lo hizo. Apliqué el producto, con cuidado de no lastimarlo más. Su piel estaba realmente muy maltratada, me sorprendía que no hubiera empezado a sangrar aún. Mi corazón se encogió al verlo, y mis angelitos se tambalearon de dolor al ver las heridas.

-¿Por qué te lo pusieron?- pregunté antes de poder arrepentirme, pero, obviamente, fui ignorado monumentalmente. Sí, de acuerdo. Probablemente no iba a hablar durante todo el rato que yo estuviera haciendo uso de mis dotes médicos, pero aun así, insistí. Pregunté algo completamente diferente, aunque, no estoy seguro de que haya sido buena idea hacerlo, de todas formas- ¿Qué significa Frocio?

Su ceño se frunció durante un momento, pero después sonrió y en sus ojos se mostró nuevamente ese brillo burlista que resultaba ser tremendamente encantador.

-¿Por qué preguntas?- fue lo único que dijo.

-Mmmm... No lo sé. Fue lo que dijo Dimitri ¿no?- contesté- Solo me parece curioso que él, siendo ruso, y teniendo una cantidad tan escasa de neuronas, supiera una palabra en italiano. Si tuviéramos internet, lo buscaría en Google, pero... bueno, no tenemos.

Luego de eso, nos invadió nuevamente el silencio. Odioso silencio. ¿Por qué era tan difícil sacarle palabras a este chico? ¿Qué acaso la única forma de hacerlo hablar era iniciando una discusión con él? Estaba a punto de pedirle a mis angelitos que se pusieran el uniforme camuflado de combate. Si ese era el único modo, entonces yo podía ser muy irritante, prefería discutir y escucharlo que estar en absoluto silencio. Pero, entonces, él habló.

-Solo es una forma vulgar de referirse a personas como tú y yo. Una completa estupidez.

Tarde unos cuantos segundos en asimilar sus palabras, incluso me detuve de mi labor en su cuello, parpadee varias veces, pero no lo comprendía. Él no... Yo tenía que haber entendido mal. ¿Cierto?

- ¡PREGÚNTASELO MALDITA SEA! - me ordenó el primer angelito, dándome cachetadas en la cara para que mi cerebro volviera a funcionar. Tragué saliva, preparándome mentalmente.

-¿A qué te refieres con...?- pregunté cuidadosamente.- ¿"Gente como tú y yo"?

-Con... otras preferencias- dijo al final, después de otro par de segundos. Con una vocecita suave y despreocupada.- Preferencias, opuestas al resto.

El efecto en mí, fue absolutamente inmediato, sentí todo el color que la sangre era capaz de darme, subir hasta mi rostro, que probablemente se tornó del tono de un tomate muy, pero muy maduro. Mi corazón empezó a bombear a mil kilómetros por hora. Mi angelito más débil empezó a abanicarme la cara para ayudarme, pero se olvidó de que él mismo necesitaba aire, y terminó desmayándose de nuevo.

-¿Eso significa lo que yo creo que significa?- preguntó el otro angelito a su compañero.- Acaba de... acaba de... acaba de decirnos que... ¡Oh dioses!

El segundo angelito, que se recuperó de su desmayo en tiempo récord, como contestación, se quitó toda la ropa para solo quedar en bóxer, cuya prenda tenía en su trasero un logotipo que se leía en letras grandes y rojas: "Team Solangelo". Nico soltó un suspiro, casi imperceptible, de no haber estado untando su cuello con crema, no lo hubiera notado.

-No...No parece molestarte- comenté intentando sonar tan despreocupado como él, pero la verdad era que estaba tan nervioso que, incluso, me temblaban las manos.

-No me molesta en absoluto- contestó él, encogiéndose de hombros- solo me intriga... ¿Cómo es que se enteró, Dimitri? Aunque da igual, de todas formas. Sigue siendo un estúpido cobarde.

Recordé como me había apresurado a volver por Nico, después de la discusión en la cafetería, pero el pandillero ruso había decidido marcharse casi al mismo tiempo que nosotros, sin que el problema pasara a mayor grado. ¿Acaso esperaba por el momento indicado para atacar?

Antes de poder decir nada más, por los altavoces, la voz inconfundible del señor D, hace eco por todo el instituto y los dormitorios, para darnos un aviso desagradable el cual me echó al suelo de la realidad con crueldad. Suena hastiado y fatigado, sin embargo, su ironía estaba intacta como siempre al empezar a hablar.

- ¡¡Malas tardes!! ¡Asquerosos delincuentes! Espero que estén comiendo su comida de extraña procedencia con mucho optimismo. Solo me tomó las molestias para recordarles, que mañana, señoritas y malandrines... - Se interrumpió para bufar una risa, continuó. - Es la reunión de padres mensual. Así que, pónganse sus mejores prendas y preparen sus mejores rostros de niños buenos.

- Señor D... - La voz de Quirón se coló por los altavoces también, al parecer estaba a su lado.

- ¿Qué? - Inquirió el director, luego carraspeo y finalizó el aviso. - Eso es todo. ¡A TRABAJAR!

Los altavoces vuelven a quedar en silencio. Mis angelitos y yo, nos miramos con algo de miedo por lo de mañana. Soltamos los tres al mismo tiempo, un largo suspiro.

- Ya que. - Se encogió de hombros el angelito desnudo. - ¿Dónde estábamos?

El segundo angelito, se fue revoloteando hacia el botiquín de los medicamentos. Sin esperar autorización.

- ¿A dónde vas? - Le pregunté mentalmente, a lo que él me contestó con toda naturalidad.

- Traeré la vaselina.

Nuevamente me escandalicé por el descaro. ¿Eran esos mis pensamientos? A veces me costaba creerlo. Terminé de aplicarle la crema a Nico, lamentablemente. Quité mis dedos de su suave piel, pero no quería acabar con este momento. ¿Qué tan frecuentemente tengo la posibilidad de tener una conversación civilizada con Nico?

-¿Ansioso por ver a tu padre?- pregunté en un intento bastante patético de continuar hablándole- No lo recuerdo muy bien, siempre se va muy rápido.

-Gracias a los dioses- dijo él, después de soltar un bufido indiferente- Espero que Hazel no lo haga quedarse más tiempo mañana... por otro lado, tú tienes suerte.

Me quedé observándolo al tiempo que se levantaba de nuevo, al parecer volvería a salir. ¿A qué se refería? ¿Qué yo tenía suerte? Mi gesto debía ser de interrogación pura, al igual que el de mis angelitos (uno de ellos tenía un frasquito de vaselina de dudosa procedencia en sus manos).

-Tal vez Cherry termine enamorándose de tu padre- explicó Nico- así te dejará en paz.

Luego de eso salió de la habitación, colocándose nuevamente su suéter negro, a pesar de que afuera hacia demasiado calor.

- ¿Cherry enamorado de nuestro padre?- preguntó el angelito con la vaselina, al parecer intentando asimilarlo.

- Eso no me consuela- dijo el otro, completamente preso del pánico.

- A mí tampoco, chicos- les contesté en voz alta- a mí tampoco.

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YA EN LA NOCHE...

Toc toc. Mis nudillos tocan la puerta y espero pacientemente a que los Stoll la abran. Utilizando mi mejor pose de chica sexy. La puerta se abre y quien me recibe es Travis Stoll... Sin camisa, y con sus pectorales brillando con pequeñas gotas de agua, dejando en evidencia que recién ha salido de la ducha. ¡Oh, divino, bebé del amor en pañales! Gracias. Gracias.

- Hola, hola niño bonito. - Saludé en tono coqueto, pasando mi pelo detrás de mí espalda con un gesto grácil de mi mano. - ¿Tienes un poco de whisky para regalarme? Del bueno, ya sabes... - Pose uno de mis dedos sobre su pecho, dándole círculos pequeños. - Yo y mis amigas queremos divertirnos un rato esta noche, así que, ¿por favor?

-No lo sé, Piper. - Se rio, negando lentamente sin dejar de mirarme con diversión. - ¿Emborracharte un día antes de la reunión de padres? No lo sé, no quiero meterme en problemas, cariño.

- ¡Oh vamos! - Suplique con voz dulce. - Por favor, solo queremos desestresarnos un rato y dejar de pensar en el infierno que nos espera mañana.

- No es un buen plan. - Sentenció encogiéndose de hombros. - Tal vez otro día... - Empezó a cerrar la puerta de vuelta. La sujeté con una mano antes de que lo hiciera y lo miré con determinación. Con la mirada marca McLean con la que todos caían rendidos a mis pies.

Se veía condenadamente sexy con su cabello castaño desordenado y sus encantadores ojos azules. No iba a ser difícil coquetearle, sin embargo, Katie era mi amiga y estaba dudando... Pero también, tenía muchas ganas de probar ese Whisky... Ya que, lo siento Katie. Pero soy una delincuente después de todo.

Me adelanté hasta acorralarlo contra la pared de su habitación, Travis mostró unos ojos desorbitados y se quedó rígido mientras unía nuestros cuerpos y dejaba caer mis manos a cada lado de sus caderas. La sonrisa que estaba utilizando podría haber derribado hasta la barreras de un santo mojigato.

-¿Qué te parece si te doy algo a cambio? - Susurré, a centímetros de sus labios. - Algo que vale más que una botella.

Travis tragó saliva. Ya lo tenía.

Viente minutos mas tarde, me encontraba de vuelta en mi habitación, sin llevar el sostén con el que había salido debajo de mi blusa de algodón, pero, con dos nuevas botellas de whisky en mis manos. Las mejores del país. Siempre se podía contar con los hermanos Stolls. Oh, esos pectorales. Suertuda de Katie Gardner.

- ¡¿Lo has conseguido?! - Soltó Calipso incrédula al mirar las botellas, fue la primera en incorporarse de la cama donde había estado sentada para coger una de mis manos. - ¡Dioses! ¡Éstas valen una pequeña fortuna! ¡¿Cómo las conseguiste?!

- Tuviste que darles tus bragas a cambio de ellas, ¿verdad? - Interrogó Annabeth en tono burlón, estaba sentada en su cama, (no te lo vas a creer) leyendo un libro. - Eres tan desinhibida.

- ¿Mis bragas? Ew. - Hice una mueca de asco, mientras, buscaba un par de vasos de plástico en algún cajón para servirnos. Estábamos las cinco de siempre, pero con una nueva integrante porque no nos había quedado de otra (no ibamos a sacarla de la habitación... o más bien no pudimos): Clarisse. - No, solo les di mi sostén.

Hazel al escuchar mi declaración, echó un gritito involuntario y escandalizado, al mismo tiempo que se refrescaba las mejillas sonrojadas con una mano. Ah, ella era tan inocente que me daba ganas de apapacharla hasta contagiarme algo de su dulzura.

- Katie va a matarte... - Inició a decir Clarisse, acostada en su cama de forma muy poco femenina.

- Tal vez, pero al fin y al cabo. Travis no conservará mi invaluable prenda. - Me encogí de hombros desinteresada. - Los conozco, probablemente va a subastarlo para conseguirse algo de dinero a cambio.

Me senté en el suelo, a lado de Hazel y cruzando mis piernas al igual que ella. Hacía tanto calor que prefería el frío y duro suelo, al caliente y cómodo colchón de la cama. Dejé cinco vasos de plástico en el piso, y empecé a intentar abrir la botella. No obstante, mis manos ni siquiera movieron un centímetro la tapa.

- Dame eso debilucha. - Gruñó Clarisse detrás de mí, estiró su brazo y me arrebató la botella de mis manos. Estaba apunto de quejarme, cuando vi que abrió la botella con mucha facilidad en un santiamén. Pidió un vaso.

- ¿Te pasas levantando neumáticos de camiones o qué? - Bromeó Calipso, mientras yo le pasaba un vaso a la músculosa. - Apuesto a que eres más fuerte que Frank.

Ella empezó a servir las bebidas en los vasos que Calipso le pasaba, más se limitó a contestarle con un sencillo "Ja" y una sonrisa de medio lado, que era más falsa que las uñas postizas de... Interrumpí mis pensamientos, súbitamente. Intenté respirar tranquilamente. Solo me estaba poniendo paranoica a causa de lo de mañana. Sí, debía ser eso. "Piensa en algo bonito"- me dije a mi misma- "Piensa en algo bonito. Yo sé que puedes, Pipes" ¿En que estaba? Sí, la sonrisa de Clarisse era más falsa que las uñas de... Drew Tanaka. Ajá. Eso estaba mucho mejor.

Clarisse, al igual que nosotras, estaba preocupada por mañana, pero ella no estaba preocupada simplemente por sí misma, sino también por Frank. Esos dos se cuidaban la espalda el uno al otro como si fueran gemelos. Aunque claro, Clarisse dejaba que su "pequeño hermanito" combatiera solo sus propias batallas. Algo acerca de ganar méritos con su padre. (Información que le saqué a Frank durante nuestras largas conversaciones en las aburridas clases de matemáticas).

Hazel intentó negarse en un principio, a tomar el vaso que la chica guerrera le ofrecía, pero, bueno, el chocolatito sensual no estaba en muy buenas condiciones con Clarisse, y si quería salir de su lista de enemigos, era mejor que no rechazara el gesto. Al final terminó bebiendo como todas nosotras.

-Por el horrible día que nos espera mañana- dije, elevando mi propio vaso para hacer un supuesto brindis.

-Salud- repitieron todas las chicas, después de mi.

No pude evitarlo, yo simplemente necesitaba ahogar mis penas de algún modo. No estuve segura de cuánto tiempo había pasado, ni de cuantos vasos de Whiskey me había tomado. Lo que si sabía, era que probablemente mañana no podría ni siquiera levantarme de mi cama, por mis propios medios. Pero no me importaba. Comencé a reír, cantar, y decir cosas que en mis cinco sentidos, definitivamente no diría.

-Estúpido Jason Grace- dije, con mi lengua trastabillando y fallándome en cada letra- ¿Por qué tiene que ser tan jodidamente sensual?

-Es tu culpa, idiota- me contestó Calipso, probablemente tan ebria como yo- Te lo he dicho miles de veces. TODOS SON IGUALES. Una bola asquerosa de perversión. Buenos para nada, escorias. No hay ninguno que se salve. ¡MALDITOS! ¡MALDITOS TODOS!

-No todos- interfirió Annabeth, con el dedo índice levantado, pero balanceándose de un lugar a otro- Percy... Percy no es así.

-C-claro que sí. – Tartamudeo Calipso, inclinándose un poco hacia atrás como apunto de caerse . – Todos dije. Especialmente ese sensual y estúpido cara de pescado.

-Hoy se veía tan lindo, viéndose todo inseguro delante de mí. – Le confesé a Hazel, ignorando el pleito de mis dos amigas delante de mí. (Por alguna razón, empecé a ver cuatro Hazel asintiendo con compresión). – Ay, Dios... Solo no dejo de pensar en el, "si hubiera" siempre en esa maldita frase. En, que habría pasado, "si hubiera" visto a la antigua Piper...

-¡Claro que no! – Contradijo Annabeth a Calipso, pero luego, se masajeo la cara con las dos manos tratando de volver a hacer funcionar su brillante cerebro. – Demonios, ¿por qué lo estoy defendiendo? Sí fue un imbécil al dejar que metiera mis manos dentro de un inodoro...

-¡¿DENTRO DE UN INODORO?! – Repitió Clarisse incrédula, y luego, golpeó su muslo con su mano. Con fuerza. Y empezó a reírse a mandíbula suelta en la cara de Annabeth. – ¡¿Y TE HACES LLAMAR LA MUJER MAS INTELIGENTE DE AQUÍ?! ¡Y CAES A LA PRIMERA QUE VES UNA CARA BONITA!

-NO SABES COMO PASÓ. – Gritó Annabeth defendiéndose inútilmente. – FUE ASTUTO, ENCONTRÓ MI PUNTO DÉBIL.

Clarisse siguió burlándose de ella sin compasión, hasta que se rio tan fuerte, que cuando dejó caer su cabeza hacia atrás, se encontró a medio camino contra la pared. El golpe bastó para dejarla inconsciente al instante sobre la cama. Sorprendente, pensé con la mente nebulosa. Acabada por una pared.

-JA. – Annabeth fue la siguiente en echarse a reír hasta que sus mejillas se pusieron rojas además del alcohol.

[(NT.de:Amer: Reproduzcan por favor, la música en multimedia. En caso de que no funcione se llama: Amber Run - I Found.)]

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Te usaré como una señal de advertencia

-Apuesto a que si estuviera atrapada en una isla, y sólo hubiera una balsa. – Continuó Calipso, arrastrando sus palabras sin preocuparse por Clarisse. – Él se iría en ella sin dudar. Dejándome sola. En esa puta isla. Fin.

De que si uno habla con demasiado sentido entonces perderá la cabeza

-Tiene unos ojos demasiado bonitos. – Musitó Annabeth, repentinamente afligida. Y como delirando un poco.-Y tiene abdominales, estúpidas hormonas. Todos tienen abdominales... pero los suyos se ven tan sexys. ¿Qué clase de magia tiene esos abdominales?

Te usaré como un punto de referencia

Miré a Calipso, de improviso, se había puesto en posición fetal. Sentada enfrente de nosotros, respirando con algo de dificultad. Su rostro denotaba puro dolor y desesperación, la cual, el contagió inmediatamente. Empecé a sentir la ansiedad apoderándose de mi cuerpo poco a poco sin posibilidad de controlarla. Maldito Whiskey, me estaba fallando cuando más lo necesitaba.

Para no perder de vista lo que quiero

-No quiero que venga ese estúpido dictador a verme. – Susurró, temblando de pies a cabeza. Su dolor era palpable. – No quiero, no podré... no podré... él... él... No me escuchó, le suplique... Por favor...

He avanzado más de lo que pensé que podría

pero te extrañe más de lo que pensé que lo haría

Tratar de entenderla era un caso perdido. Viré mi rostro hacia Hazel, viéndola, supe que no había sido la única que se había contagiado de la aflicción de Calipso. Ella estaba abrazando la botella de Whiskey contra su pecho, como si se tratase de un oso de peluche mientras murmuraba consigo misma.

Te usaré como una señal de advertencia

De que si uno habla con demasiado sentido entonces perderá la cabeza

-Estúpido hermano mayor. Estúpido idiota, ¿cómo se supone que salvas a alguien que no quiere ser salvado? – Las lágrimas empezaron a bajar por sus mejillas, cerró sus ojos con dolor. – No quiero perderlo, no quiero, no quiero...

Hallé el amor donde no se suponía debía encontrarlo

-No debía enamorarme... - Soltó Annabeth, mirando un punto infinito. Dejando caer sus hombros, rindiéndose a la verdad. – No aquí, mucho menos de él... ¿Qué pasa si no siente lo mismo? ¡Seré como el resto, soñando y suspirando por Percy Jackson!

Justo delante de mi

Hazme comprender

Todas me miraron, cada una de ellas esperaron algo de la chica que se supone nunca sufría con nada. La fuerte. La inalcanzable. Buscaron consuelo con la rompe corazones que nunca siente nada. Sus miradas llenas de confianza, esperando demasiado de mí, como mi madre, lograron por fin desatar todas mis barreras.

Te usaré como un indicador provisional

de cuanto dar y cuanto recibir

Y entonces, sin poder contenerme más. Rompí a llorar, me tapé la cara con las dos manos y me dejé ir. Enfrente de ellas. Sin importarme que mis ojos mañana pudieran lucir asquerosamente hinchados.

Te usaré como una señal de advertencia

-Sí hubiera sido la otra. – Sollocé, frotando mis ojos como una niña chiquita. – Le hubiese gustado a Jason, pero no puedo ser ella... Jason, él es tan bueno. Me gusta, es tan gentil, y correcto...

De que si uno habla con demasiado sentido entonces perderá la cabeza

-Estúpidos hombres. – Asintió Calipso, sin dejar de llorar y abrazar sus piernas. – Todo es culpa de ellos... de él.

Hallé el amor donde no se suponía debía encontrarlo

-¿Cómo haré que cambié? – Musitó Hazel. – ¿Cómo salvarlo?

Justo delante de mí

-¿Cómo podré superar aquel recuerdo? – Susurró Calipso.

Hazme comprender

-¿Cómo voy a salir de este laberinto? – Me miró Annabeth, como si fuese la fuente de todas sus respuestas. Esperando demasiado de mí. Confiando.

Hallé el amor donde no se suponía debía encontrarlo

Suspiré hondo, y dejé salir todo el aliento que contenía, intentando a la vez soltar toda la tristeza de mis sistema. Observé vagamente a Clarisse, durmiendo pacíficamente sin preocupaciones. Tuve un pinchazo de envidia hacia ella, tan fuerte, que casi agarro unas tijeras para cortar su pelo. Lo hubiera hecho, si eso no significara que al amanecer, la única que saldría perdiendo y ganándose un ojo morado, seria yo. Además que muy poco parecía importarle su aspecto físico.

Justo delante de mi

-Resistir, resistir. – Murmure, acostándome en el suelo y dándole la espalda a Annabeth. – Siente todo el miedo y el dolor. Con coraje. Seamos valientes y enfrentemos al miedo.

Porque resistir en esta realidad, era la única fortaleza que realmente valía la pena demostrar.

  Hazme comprender

~~~~~

Me duele la cabeza como nunca antes, sin embargo, no puedo permitir que nadie me vea mal. Coloco en mi rostro tanto maquillaje que quedo casi irreconocible. Base, polvos, rubor, delineador, rímel, lápiz de ojos, labial, perfume Channel número 5. Lo mejor de lo mejor, hasta que quedo prácticamente irreconocible. Cepillo mi cabello hasta que no queda ni una sola hebra que sea imperfecta, dejo mis plumas de lado y me pongo mi mejor vestido, tallado al cuerpo, color rojo pasión. Tacones de cinco centímetros. Pendientes de plata en forma de palomas.

Al final, parezco una modelo de pasarela. Casi no luzco como "Piper", estoy completamente irreconocible. Por lo tanto, estoy perfecta. Estoy lista.

El día de la visita mensual, tenemos derecho a vestirnos como queramos, lo cual se traduce, en vestirnos de forma en que nuestros padres queden completamente satisfechos. Cuando Annabeth sale del baño, con su ropa de "niña buena" se queda mirándome de forma triste, y decepcionada. Pero no dice nada al respecto, solo me hace una señal para que vayamos hacia la vereda. El lugar en el que todos debemos esperar por la llegada de nuestros padres, quedarnos un rato con ellos, y luego acompañarlos hacia el lugar en el cual se llevará a cabo la reunión.

Escucho los silbidos de los adolescentes pubertos y calientes mientras camino junto a Annabeth, voy guiñando mis ojos a todo aquel que me mire, repartiendo sonrisas para cualquiera que me diga una frase morbosa, intentando que no se note lo mucho que la resaca me está afectando en este momento.

Cuando llegamos a la vereda, nos unimos de inmediato a Calipso y Hazel. La primera, lleva puesto un jeans y una camisa blanca, tan casual como siempre. Mientras la segunda, usa un vestido hasta las rodillas, color amarillo huevo. Se ve realmente muy mona, si me lo preguntan. No pasaron más de dos minutos, antes de que Andrew llegara corriendo junto a nosotras, con su rostro completamente lleno de pánico y sus manos temblando. Tenía una rosa roja en las manos, y la llevaba como si fuera una granada a punto de explotar.

Antes de que cualquiera de nosotras pudiera reaccionar, como, por ejemplo, que Calipso comenzara a gritar insultos hacia él, por ser hombre, o yo aceptara la flor con una sonrisa y lo mandara después a freír espárragos, o que Annabeth fuera a robarle un encendedor a Leo para prender la cabeza de Andrew en llamas. Para sorpresa y pesar de todos...

Él le entregó la flor a Hazel.

-La envía Dimitri- Habló con voz temblorosa, y luego intentó marcharse, pero la morena lo detuvo y le regresó la flor, ceñuda.

-No la quiero, devuélvesela ahora mismo.- Pronunció con voz firme.

-Me va a matar si se la regreso- suplicó Andrew, con seriedad. Parecía estar a punto de ponerse de rodillas y chillar de pavor- Por favor, ten piedad. Solo tírala luego, pero no me obligues a regresarla.

-No la quiero- insistió Hazel, y entonces empezaron ambos a empujar la flor, de un lado a otro, puesto que ninguno de los dos quería tenerla entre sus manos.

- Por favor... - Jadeo Andrew.

- ¡NO!

-Dijo que no la quiere- la voz de Frank Zhang nunca antes había sonado tan poderosa y atemorizante como en ese momento, incluso Annabeth, Calipso y yo, le abrimos espacio en nuestro pequeño círculo, como si fuese una especie de soldado- Devuélvesela al ruso.

-Pero...- inició Andrew, mas Frank lo interrumpió de inmediato. Agarrándolo de su camisa con una sola mano, jaló al pobre nerd hasta ponerlo de puntillas y traspasarlo con su mirada. Andrew parecía querer meter su cabeza dentro de su propio cuello y desaparecer. ¿Quién podría culparlo? Frank llevaba puesta una camisa sencilla, blanca, y un pantalón camuflado al estilo militar. En serio, parecía un general de las fuerzas armadas.

-Mi hermana no es la única, capaz de romperte todos los huesos- lo cortó sin más. - Devuélvesela al ruso y dile que Hazel no está interesada.- su tono de voz era tan firme y seguro que parecía otro Frank- ¡Ahora! Largo.

Andrew no lo dudó ni un momento más y se fue corriendo, mientras Frank Zhang lo observaba alejarse, con el ceño fruncido y una mueca de desdén en el rostro. Estaba a punto de quitarme el vestido y pintarme "Frazel" en mis pechos para luego salir corriendo por todo el Instituto, pero no quería perderme ni un solo segundo de todo esto. Hazel lo observó, con sus grandes ojos brillando, completamente encantada de lo que acababa de pasar. Ella abrió sus labios, probablemente para agradecérselo, pero entonces, alguien más nos interrumpió.

Nico di Angelo, vestido completamente de negro (¿Qué acaso no le daba calor?), apareció frente a nosotros, sus ojos se posaron inmediatamente en Frank. No tuve duda alguna de que el chico había visto toda la escena, y si no había intervenido él mismo, era por el simple y sencillo hecho de que estaba esperando a que Hazel se las arreglara por ella misma contra Andrew, el chico nerd no significaba ningún tipo de amenaza. Durante un momento, el italiano fulminó al canadiense con la mirada, pero, por primera vez, Frank no desvió la suya, sino que por el contrario, le dirigió una mirada igual de intensa.

La mano de Hazel se posó sobre la de su hermano, fue entonces cuando él habló, finalmente.

-De acuerdo- su voz lenta, suave y sigilosa era completamente atemorizante- Ustedes ganan. Estoy dentro.

Sus palabras, fueron lo último que escuchamos, antes de que los automóviles, brillantes, probablemente nuevos, y completamente caros, empezaran a llegar. Frente a nuestros ojos, se encontraban ahora nuestros verdaderos captores, aquellos que, a base de su dinero, decidieron un día que encerrarnos en un lugar aislado y probablemente fuera del mapa, era mucho más sencillo que seguir pisándonos los pies, después de cada uno de nuestros movimientos.

Mucho más sencillos que cumplir con sus roles de padres.

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Amer: el otro día, descargue PicArts. Y estuve jugando para crear nuestra portada super cool.

Amer: Voten por sus portadas favoritas chicos. ♡ según la mayoría. Decidiremos cual de estas dos colocaremos.

Rlk: ¿Ven? Ya la solté jajajajaja, voten, voten, voten por su favorita.

Amer: Perdón, sé que ha pasado Cómo 3 semanas? De que no público No te escondas del sol, amor.  Pero bueno, ¡LA UNIVERSIDAD APESTA Y TODAS SUS ACTIVIDADES!  ya tengo 3000 palabras. Solo necesito corregir errores. Pronto subo ♡ Nos vemos.

RLk: Lamento haber publicado y eliminado el cap :'v En mi defensa diré que.... Mi dedo me traicionó.
Esperamos que les haya gustado :*  Nos leemos pronto.

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