Paso #14: Protege a los tuyos

Buenos días, tardes, noches estimados lectores. Les escribe RLkinn, quiero poner las cartas sobre la mesa, explicar y acabar con ese rumor que ha estado rondando entre los lectores desde mi ultima actualización de "Crossing Roads", y la actualización en "Te escribiré, Amor" de Amer. 

Están en lo correcto. Amer y yo descubrimos que realmente esta disque relación entre nosotras no nos esta llevando a ningún lado... No es más que una pérdida de tiempo, y por lo tanto, hemos decidido acabar con todo. Les seré sincera, ni ella quiere saber más de mi, ni yo quiero saber más de ella. 

Este es el ultimo capitulo que existirá de esta historia, y lo publico solo porque, pensé que sería un desperdicio dejarlo en borradores. Lamento mucho tener que hacerles esto, pero no se puede permanecer en relaciones así de nocivas. 

Sin más por el momento, y antes de cerrar esta cuenta para siempre... me despido de ustedes...

Nah, no es cierto jajajaja Amer está durmiendo ahora, con la baba cayéndole de la boca.

Amer me va a matar, pero ha valido la pena no? Todo sea por conseguir  votos de los lectores Ay, me va a matar.

Nos vemos al final del cap, mis amados lectores. Amer y yo estamos perfectamente bien, gracias por preocuparse, pero... El Amerkinn es eterno ¿ok? 

Disfruten el cap.

  ●●●●●  

La sirena que marca el final de las clases resuena por todo el instituto con un atronador quejido que bien podría compararse con las súplicas de los nerds al hacerles calzón chino. ¡Oh Dulce sonido! Siempre tan glorioso. Me levanto de mi pupitre a toda velocidad, con la esperanza de poder escaparme, al menos por unos minutos, de los asquerosos maleantes que se hacen llamar mis amigos (asquerosos, porque literalmente lo son, creo que la mayoría de ellos no se ha bañado en tres semanas).

Observé a la hermosa princesa guerrera, levantarse de su asiento y dirigirse hacia la puerta para largarse. Con los Stolls chismoseando entre ellos a pocos pasos detrás de ella, y Drew Tanaka agarrando su bolso a toda velocidad, mientras esquiva todas las miradas hostigadoras de a su  alrededor. Sin embargo, no tiene tanta suerte esta vez, como yo.

- ¡Hey Drew! ¡Lo que tengo que contarte! - Kelly llega hasta ella antes de que pudiera perderse entre la multitud, entrelaza su brazo con la asiática y casi de forma imperceptible, percibo como suelta un suspiro cansino lleno de fastidio por la intrusa. - Me he enterado por Tammy, porque Silena le dijo que Charlie le dijo, porque a Percy se le salió, que Jason Grace envío a la mierdazone a Piper McLean.

- No me digas... - Canturreo Drew con una sonrisa ladina, mostrando algo más de interés en ella. - Cuéntamelo todo amiga, la desgracia de los otros, siempre resulta una buena distracción de nuestras propias penurias en este cuchitril.

Al poco rato, ellas ya se han perdido entre la multitud de estudiantes llenos de tatuajes de mala calidad. Estoy a punto de cruzar la puerta de salida del salón, cuando dos pares de manos me sostienen por los brazos, impidiéndome salir. Luego, cada uno de ellos, colocan un brazo sobre mis hombros, dejándome en medio de una especie de abrazo de colegas. ¡Por Dios! Ese olor a axilas apestosas junto con perro mojado, casi me hace vomitar al principio de súbito. Pero, tal y como siempre, pude controlarme.

-¿A dónde vas tan impaciente?- pregunta uno de los gemelos, creo que Efi, pero no le estoy prestando atención al color de su cabello así que no estoy seguro- ¿Están regalando algo?

-¿Aquí?- inquiere el estúpido de su hermano, Oto- Pero si nunca regalan nada en este lugar.

-Yo solo iba a...- inicio a contestar, pero me detengo al darme cuenta de que mi plan de escape para ir a ver a mi adorada princesa mientras pulveriza y tritura a su víctima favorita, ya se fue por el caño- No es nada, olvídenlo.

-Kuski der'ma- intervino Dimitri, solo para pasar en medio de nosotros y, después, dejar caer su espalda contra la pared cruzándose de brazos. Ninguno de nosotros hablaba ruso, ni teníamos ni puta idea de lo que estaba hablando, pero, sabíamos que esas palabras las utilizaba cada vez que quería hablarnos a todos. (Tal vez era algún tipo de apodo especial o código secreto) Por el momento, solo somos cuatro, además de Dimitri, el año pasado éramos siete.

- He hablado con mi padre. Le dije que necesito más hombres, de lo contrario, seguiremos pareciendo una pandilla de kinder que se pasa robando los almuerzos de los nerds...

-¿Y qué te contestó?- Jesse demandó cruzándose también de brazos para parecer más serio- ¿Cuándo tendremos nuevos reclutas para que puedan cumplir nuestras órdenes?

La mirada de Dimitri lo fulmina con desdén, casi rozando los vértices del odio. Pero, por alguna extraña razón, quizá simplemente está de buen humor, decide ignorar por completo la intervención de Jesse. Solo hay tres reglas que debes seguir para poder relacionarte con Dimitri: 1. Él siempre tiene la razón, absolutamente siempre. 2. Sé útil y obedece todo lo que él te ordene, tú no estás en posición de hacerle ninguna pregunta. 3. No te atrevas siquiera a pensar en traicionarlo o hacerle alguna mala jugada, porque no sobrevivirás para contarlo.

-Hoy estoy de buen humor- continua el Ruso haciendo eco de mis pensamientos, luego de dar un largo suspiro para soltar la irritación- Vamos a buscar a ese doctor sin diploma, a ver si durante la noche, cambio de opinión...

- Lo dudo mucho. - Solté sin poder contenerme, los cuatros pares de ojos giraron en mi dirección con mustia. Me apresuré a explicarme. - ¿No es obvio? El drogadicto ese, es el único amigo de Belladona. Nadie más permanece a su lado excepto él, está  más que claro que tienen una muy buena relación y que jamás podría hacer algo que podría resultar dañino para ella...

- Con una buena paga. - Me interrumpe ese imbécil de Jesse en tono burlón. - Cualquier idiota puede vender hasta a su madre sin dudar...

- No te confundas, eso solo lo has hecho tú, infeliz. - Escupo, casi como si las palabras me supieran a mierda en la boca. - Cualquiera con una pizca más de moral y cerebro que tú, se daría cuenta de la aberración que eres...

- Basta los dos. - Azotó Dimitri sin siquiera mirarnos.- Lamentablemente, Rodríguez tiene razón, el rubio es demasiado moralista hasta el punto de darme arcadas... - Dijo poniendo una pose pensativa, mientras arrugaba las cejas concentrado. - No obstante, puede que tal vez Calipso no le haya dicho nada...

- Y en ese "Tal vez" recae nuestro problema - Contrarresto de vuelta, sabiendo perfectamente que estaba jugando con fuego, y no del bueno como el que presume Clarisse. - No podemos actuar sin antes estar completamente seguros.

Un gruñido ronco salió de los labios de Dimitri, siempre hacía ese sonido cuando le molestaba que otros tuvieran la razón antes que él. Pero no podía discutirme, Will Solace a todas leguas era amigo, y tal vez más que amigos de Calipso Belladona. Aquella posibilidad no podían descartarla, sin embargo, que él se uniera a su bando, estaba 99,9%  más que descartado.

- Vamos a comer algo. - Indicó finalmente Dimitri, empezando a caminar en dirección a la cafetería sin darnos segundas miradas, dando ya por hecho que lo seguíamos. - Pienso mejor con una pata de pollo en una mano, y la otra sobre los muslos de una morena.

Metí mis manos en mis bolsillos y comencé a caminar tras ellos, con la amargura de saber que, sin importar lo que pasara con respecto a Will Solace, yo tendría que mantenerme junto a Dimitri todo lo que quedaba del día, pues esta parecía ser una de esas tardes en las que el ruso estaba predispuesto a tener a toda su pandilla rodeándolo, como si algún enemigo invisible fuera a atacar en cualquier momento.

Es decir, no hay nadie tan poderoso dentro de este lugar como para hacerle frente a Dimitri. ¿Por qué se preocupaba? Bueno... si hay alguien, pero el chico sombra llevaba toda su existencia en este lugar, ignorándonos por completo, yo no me preocuparía demasiado por él. Me concentré, intentando pensar en alguien con la fuerza necesaria para considerarlo un auténtico enemigo, y entonces, tal y como si fuera un sueño, ella pasó frente a mis ojos.

Mi mirada la siguió lentamente, mientras ella se encaminaba, por el medio de los pasillos, empujando a toda aquella criatura que fuera lo suficientemente idiota como para meterse en su camino. Por cada nerd que ella estrellaba en contra de los casilleros, mi corazón empezaba a latir más rápido. Por cada chica fresa que Clarisse jalaba por los pelos y la obligaba a arrodillarse, mis ojos brillaban con encanto. Por cada insulto y blasfemia que mi princesa guerrera soltaba, mis pulmones se hinchaban con aire para un nuevo suspiro de chico enamorado.

Sí. Clarisse. Mi princesa guerrera. Ella era sumamente poderosa. ¿Qué cosas sería capaz de hacer con un verdadero motivo importante? Si alguien se metiera con algo que realmente le importa, o si encontrara un motivo para unirse a una guerra. Ella sería invencible. Completamente poderosa. Incluso Dimitri y di Angelo juntos, estoy seguro que no podrían ganarle. Y es que no era únicamente su fuerza física. No. Yo había estado admirándola durante unos días, y estaba seguro de que ella era completamente malévola, estratega, increíblemente fantástica. Ella no perdía el tiempo, como las otras chicas, en intentar verse hermosa a base de maquillaje. Ella no fingía ser una chica buena, no se valía de la hipocresía para conseguir amigos. A Clarisse no le importaba en lo más mínimo lo que la gente dijera de ella. Mi princesa guerrera era simplemente ella misma. Ella era todo lo que quería ser, cuando quería y porque quería.

Cuanta gracia me provocan el club de féminas asesinas (literalmente, así se autonombraron), ese grupo de chicas locas que intentaban matar a cualquier chico que fuera lo suficientemente estúpido como para acercarse lo suficiente. Para mí eran simples hembristas, gritando y llorando porque sus vidas no son justas, esperando a que alguien más les resuelva todos sus problemas, porque "son mujeres" y merecen ser escuchadas.

Pff. ¡Tremenda estupidez! Si realmente quieres algo, entonces tú mismo debes luchar por conseguirlo. Mi Clarisse es la representación pura del poder femenino. Ella no llora por sus desgracias, ella no se sienta a esperar a que alguien le solucione la vida. Ella no se quejaba por nada, nunca, y si alguien se metía con ella... Oh... ¡pobre diablo! Si mi princesa guerrera puede hacerlo ¿por qué no el resto de chicas? ¡Que las mujeres son el sexo débil! Sí, claro. Que se atrevan a decirle eso a mí Clarisse, no durarán con vida ni tres segundos.

Desvié la mirada un momento, y me encontré, casualmente, con el club de Feminas asesinas. Estaban hablando con Calipso. No pude escuchar lo que decían, pero era ligeramente preocupante, a decir verdad. ¿Y si intentaban reclutarla? En nuestra situación actual, no era conveniente que Belladona obtenga más aliados de los que ya tiene.   

- Hemos estado observándote, Calipso Belladona. - Decía una mujer con voz nasal. - Tienes todos los atributos que nosotros buscamos en una mujer para ser parte de nuestra gran lucha, en este lugar donde los hombres piensan que son lo suficientemente necesarios como el agua para la féminas. Solo porque no hay más de donde elegir.

Aceleré ligeramente el paso para quedar al lado de Dimitri. Me acerqué lo suficiente para llamar su atención, pero sin tocarle ni un solo pelo. El ruso odia rotundamente, las familiaridades innecesarias.

-Golova- dije, no tengo idea de qué significa en ruso, pero siempre tiene una mejor respuesta cuando lo llamamos de ese modo. No dije nada más, me limité a señalarle, con la cabeza, la dirección en la que debía observar. Él lanzó un bufido, unido a una sonrisa.

-No la van a dejar unirse a menos que se deshaga de Solace- explicó Dimitri, con su acento marcando cada una de sus palabras, pero su tono tan casual como si hablara del clima- Y si se aleja de Solace, este se une a nosotros. Si no se aparta de él, entonces no tiene aliadas... Haga lo que haga, nos beneficia.

Asentí, dándole la razón, como él esperaba que hiciera, pero, en realidad, yo no estaba muy convencido. Ralenticé mis pasos nuevamente, para dejarle su espacio al ruso. Jesse, no esperó ni dos segundos para tomar mi lugar. Rodé los ojos, ese idiota a veces era tan frustrante que me sacaba de quicio. Desvié nuevamente mi mirada, y admiré de nuevo a mi hermosa Clarisse, ahora esbozando una radiante y salvaje sonrisa, mientras le revolvía, de forma aparentemente dolorosa, el cabello a su hermano, Frank Zhang. Si tan solo pudiera ser yo, quien causara esa sonrisa en ella.

●●●●●

Estábamos esperando en la fila de la cafetería para que la cocinera nos diera nuestros almuerzos, Will, Calipso, Percy, Frank, etc y etc, en síntesis, toda la manada se encontraba reunida todo en un mismo lugar para retirar sus respectivos comestibles y no morir de hambre por el resto del día.

A la cocinera solo le faltaba atender a tres chicas más delante de mí, y por fin sería mi turno. Lo único que yo pediría era que rellenaran mi botella de agua, ya que los bebederos estaban vacíos y no pensaba probar el agua de las canillas de por ahí. Ya que corría el rumor que el Instituto reutilizaba el agua de los retretes para regar sus plantas.

- Entonces le dije, por cinco dólares no me llevarás ni en la esquina amigo. - Comentaba la chica delante de mí, con maquillaje demasiado vistoso y un escote vacío por la ausencia de pechos. - Sí necesitaba cinco dólares no saldría a la calle a trabajar.

- Uhh, ¡¿y qué hizo el estúpido tacaño?! - Inquirió su amiga, sumamente escandalizada por la historia.

- Llamó a la policía, y ya adivinaras a quienes llamaron ellos. - Bufó, rodando los ojos fastidiada. - Ugh, mis padres estaban furiosos cuando se enteraron de que estaba trabajando de prostituta los sábados por la noche. Me mandaron aquí de una patada, para que supuestamente aprendiera valores.

-¡Qué coñazo! - Exclamó su amiga indignada, mientras yo intentaba que mi quijada no cayera al suelo por el estupor. - ¡Qué padres tan incomprensibles, amiga! ¡Es tu cuerpo! Puedes ponerle piercing a tus pezones y ellos no tienen derecho a decirte nada

- ¡Lo sé! No los entiendo...

Dejé de escuchar cuando la chica empezó a hablar sobre el piercing que se quería colocar en los genitales al salir de aquí. Dioses, esperaba que aquellos padres tuvieran otra hija al menos... porque ésta les había salido algo "rebelde".

- Hazel Levesque. - Percy pronunció mi nombre llamando mi atención, estaba parado detrás de mí, recostado sobre la pared luciendo todo muy sexy. - ¿Tienes pinzas para cejas no es así?

- Ehhhh... Sí, en mi habitación, ajá. - Respondí muy desconcertada, me había tomado por sorpresa. - ¿Para qué los necesitas? 

- Estaba pensando en quitarle las cejas a Leo mientras duerme. - Susurró en tono cómplice, mientras sonreía con su famosa sonrisa torcida. - ¿No te parece una broma fabulosa? Necesito vengarme de la vez que Leo, me metió cubitos de hielo en los bóxers.

- Oh bueno, sí, pero, puede que se despierte cuando se los quites...

Me había acostumbrado a esta clase de días muy fácilmente en este lugar. Sí, había días en donde el Instituto era un verdadero caos de chicos peleando los unos con los otros como en una verdadera selva. Y luego estaban esta clase de días que hacía demasiado calor hasta para pensar, y lo único que los demás hacían para pasar el rato era... Comer, y hablar, beber, y hablar de otros. Exactamente como las típicas preparatorias de la ciudad.

Por fin llegó mi turno para hacer mi pedido a la cocinera, no necesite decir mucho, ella estiró la mano para que le pasará mi botella vacía y cuando lo hice, ella se dirigió inmeditamente hacia el lavado, donde suponía que iba a recargarlo con agua. Sin embargo, apenas ella giró el grifo para abrir la canilla, un chorro de agua salió disparada hacia abajo donde estaban las tuberías y empezó a empapar todas las paredes y el mantel de la cocinera.

- Demonios, ¡De nuevo a esta antigüedad se le da por descomponerse! - Farfulló la cocinera, golpeando la tubería con uno de sus trapos de cocina. - En buena hora... y con lo que tardan los plomeros en llegar hasta este desierto olvidado por Dios...

Sentí algo de pena por la cocinera, realmente se veía exhausta y este gran desperfecto parecía haber sido la piedra que derribo la represa de su frustración. Se agachó para mirar las tuberías vibrantes llenas de agua, palmó un par de ellas con cuidado, pero su rostro gritaba a todos luces que no tenía idea de como resolverlo. Se irguió y miró alrededor de la cafetería, como esperando a  que se acercará en cualquier momento algún héroe.

- Disculpa, Señora Sony... - Percy se adelantó en la fila, se agachó y pasó por debajo del mostrador para llegar hasta la cocinera y decirle en tono amigable. - Déjeme echarles un vistazo. Soy bueno con las tuberías...

- ¿Acaso eras plomero fuera del instituto, Jackson? - Se burló Jason, recostado contra la pared donde Percy había estado descansando hace unos minutos. - O... ¿Tal vez
intentas impresionar a "alguien" detrás de mí?

Percy optó por ignorar la segunda pregunta, fingiendo despreocupación.

- No seré el mejor plomero de la ciudad, pero tampoco soy el peor, y además... Siempre me gusta jugar un poco con el agua.

Supuse que la cocinera no tenía nada que perder, por eso había dejado a Percy trabajar en sus anchas con las tuberías desperfectas. Aun así, ella se mantuvo de pie detrás de los objetos punzantes como los cuchillos y tenedores de verdad, por si, Percy estuviera planeando robárselas. También, por algún motivo, tenía una mirada muy vigilante puesta sobre el trasero de Percy, como si este acarreará varios tipos de inminentes peligros.

- Uff. - Resopló Calipso. - Deberíamos ir a sentarnos, porque esto va a tardar.

- ¿Seguro que sabes lo que haces? - Gritó Annabeth detrás de Jason, mirando con exceptisimo hacia el azabache. - A no ser que tengas la habilidad de transformar tus manos en herramientas, creo que deberías conseguir algunas...

Apenas Annabeth había terminado de hablar, las tuberías explotaron con un gran estruendo como si hubiesen respondido a la rubia, afirmando sus palabras. Segundos después, un montón de agua empezó a inundar cada rincón de la cocina y a correr hasta nuestros pies para dirigirse hacia toda la cafetería.  

- ¡Bravisimo! ¡Gran trabajo, Mister Tuberías! -Se jacta Jason, recibiendo al mismo tiempo un choque de cincos por parte de Chase detrás de él.

Lancé un suspiro resignado, mientras el ojiverde fruncía el ceño e intentaba concentrarse nuevamente para arreglar la fuga que él mismo había empeorado. Leo se acercó lentamente y le ofreció algunas herramientas que sacó de quien sabe dónde, y que, por alguna extraña razón, aún no le habían decomisado. 

Flotando, sobre el agua, venía un trozo de cáscara de naranja que se veía tan horrible, que no quise que mis pies se contaminaran tocándola, di un paso hacia la derecha, y choqué contra una chica dark que tenía los ojos tan delineados con negro que era aterradora. Me moví nuevamente, esta vez para apartarme de ella, pero, por desgracia, la suerte de nuevo no estaba de mi parte. Terminé pisando la cáscara de naranja, levanté el pie rápidamente con asco, y fue entonces cuando el agua me jugó una mala pasada, y resbalé. Lo siguiente que supe fue que había chocado de cara contra el pecho fuerte y amenazador de alguien. Con un intenso olor a cigarrillos y a ropa medio mojada.

-Lo siento- digo antes de mirar a la persona contra la cual choqué, suplicándole a todos los dioses, que por favor, no sea Clarisse. Un movimiento en falso más en contra de ella, y probablemente le arrebataría el puesto a Andrew en cuanto a la víctima favorita se refiere. Me relajo por un diminuto momento, al notar que no es ella, pero un pánico inmenso me invade al notar que se trata del mismísimo pandillero ruso. Y además, él se aferra de mi brazo con fuerza, tanta que no solo duele, sino que además quema.

-Deja de juntarte con bobos desaliñados, muñeca- interviene Jesse con dulzura pretendida y asquerosa, sin embargo en los ojos enrojecidos de Dimitri, no hay más que odio puro- Ya se te está pegando la manía de caerte al suelo por cualquier cosa al igual que el trío de idiotas.

Un furioso italiano se interpone en medio de nosotros, colérico y con los labios tan apretados que se han puesto blancos, Nico súbitamente sin titubear un segundo, coge el brazo de Dimitri que me tiene sujeta y le da un tirón intentando apartarlo lejos de mí, sin embargo, el Ruso solo apretó más el agarre con determinación.

-Suéltala. - la voz de Nico suena en un tono de voz, muy, pero muy bajo, como el gruñido de un perro antes de atacar a otro. -Ma che cazzata stai facendo". No toques a mi hermana con tus asquerosas manos.

-¿O qué? ¿Qué pasará si no lo hago?- le devuelve Dimitri. Es como si entre ambos existiera tanto odio que incluso, sus acentos se hacen al menos cuatro veces más notorios, como si quisieran marcar territorio.

- Ya voy a enseñártelo si no te apartas en este jodido segundo. - Explotó, y un segundo más tarde, Nico ya estaba cogiéndole del cuello de su camiseta naranja. - "Sei un coglione" NO TOQUES A MI HERMANA! NUNCA MÁS!

Su grito me causó un fuerte escalofrío alrededor de todo mi cuerpo, era aterrorizante, a pesar de que Dimitri era más alto por un par de centímetros, Nico parecía capaz de sostenerlo y meterlo dentro de una caja de Pandora sin siquiera sudar. Sin embargo, por supuesto Dimitri no iba a quedarse con los brazos cruzados mientras él lo intimidaba y lo humillaba frente todos los que se encontraban en la cafetería.

- ¿QUIÉN TE CREES QUÉ ERES PARA HABLARME DE ESTA FORMA? TÚ, SUCIO FROCIO.

- ¿Frocio? - Repitió Nico, en un siseo bajo y furibundo, marcando su rico acento italiano, y luciendo un rostro atónito e incrédulo hasta más no poder. - ¿Cómo me has llamado?

- Lo que has oído a la primera. - Se mofa Dimitri, sonriendo santurrón. -También sé algo de italiano, ¿sabes? Para ponerte en tu lugar...

La mirada que Nico di Angelo presumía en ese momento, hubiese tenido el poder de rasgar el alma de cualquier hombre sobre la faz de la tierra. Dos pedazos de obsidiana, miraron con perspicacia e inteligencia al ruso, aunque presentía que sus manos le suplicaban para consentir un crimen salvaje en mi nombre.

Pero conocía a mi hermano, y verificando el deje de diversión que bailaba en sus ojos. Adivinaba que intentaría jugar un poco con su paciencia.

El ruso me soltó, pero únicamente para chasquear los nudillos de sus propias manos, en un claro gesto que indicaba que esa guerra que tanto temíamos, comenzaría más pronto de lo esperado. Su rostro irradiaba tanto odio que me sentí tentada a salir corriendo, lo más pronto y rápido que pudiera, pero no lo hice, estaba paralizada. 

-Uy... ¿a la nenita no le gusta que le griten? Pobrecita y fea florecita. - la voz de Nico estaba completamente cargada de burla, y el tono infantil falso que utilizó, dejaba muy en claro que él no le tenía miedo al pandillero ruso- ¿Vas a llamar a papi para que venga a ayudarte? ¿Qué te mande guardaespaldas para que te cuiden y te limpien el culo? 

Todo el sitio estaba en silencio absoluto. Todo el mundo estaba observando, y escuchando, poniendo atención a cada mínimo detalle. De pronto, me di cuenta que la cocinera había desaparecido, quizá corrió a buscar ayuda, o quizá solo escapó antes de que el caos comenzara. Había sido una sabía decisión.

-No... ya lo hiciste- se corrigió Nico- Ya fuiste a lloriquearle a tu papi ¿No es así? Sí... claro que lo hiciste. Te ofrezco un trato. No vuelvas a tocar a mi hermana... Y yo no te rompo la cara ahora mismo, cesso.

 -No lo hiciste- él ruso negó con su cabeza efusivamente, completamente furioso, completamente desquiciado. Como si realmente no pudiera creer las palabras que mi hermano le acababa de dirigir- No te metiste con mi padre... Enano.... ¡PATÉTICO PRESUMIDO!

-Tu padre es un cobarde al igual que tú- escupió Nico con todo el rencor que podía expulsar de su cuerpo. Por algún extraño milagro, el aparato en su cuello no había comenzado a lanzar pitidos, era como si él, a pesar de todo, estuviera bajo absoluto control. Como si esta discusión ya hubiera sido repetida tantas veces, que cada uno de ellos se sabía su guión, y podían actuarlos sin cometer un solo error. No me gustó. No me gustó para nada.- ¿También se esconde detrás de sus hombres? No... él de seguro se esconde detrás de las escasas faldas de tu madre, si es que ella no está demasiado ocupada estafando o revolcándose con otros.

-Al menos ninguno de mis padres está en prisión- le devolvió Dimitri, con una sonrisa triunfal en su rostro, un gesto que no se extendía hasta sus ojos.

Todo el aire que había contenido, hasta ahora, escapó en una fuerte exhalación. El rostro de Nico se ensombreció, y él mío se llenó de calor por la cólera. En ese momento, en ese diminuto momento, sentí toda la ira que Nico no estaba sintiendo, trasportándose hacia lo más profundo de mis entrañas. Lo siguiente que pasó, ni siquiera lo calculé del todo.

Yo simplemente me arrojé sobre él. No sé de dónde saqué la agilidad para dar tal salto, no sé de donde obtuve las fuerzas para darle esa bofetada. Lo único que sé es que mi mano se estrelló contra su cara, provocando un sonido atronador en todo el comedor. Piel contra piel, uñas contra carne. Si hubiera sucedido en cámara lenta, estoy segura de que habría podido escuchar algo parecido a la tela rasgándose, pero no era tela... era la mejilla del pandillero ruso, rompiéndose bajo el ataque de mis dedos.

Desde la lejanía y sobre el rugir de mis oídos, oí la exclamación ahogada de Piper, estupefacta y aterrada por mi arrebato. No me importó.

Esto no era suficiente para calmar mi ira, yo quería lanzar un segundo golpe, y luego un tercero, y otro y otro y otro. Todos los que fueran necesarios para hacer que su rostro se rompiera por completo y su boca se purificara para que nunca más fuera capaz de pronunciar esas estúpidas palabras. Aun más que eso, yo quería que él nunca más fuera capaz de hablar por completo. 

Un par de brazos bien musculados me arrastraron lejos de él. No podía escuchar nada más que mi propia respiración entrecortada, y sinceramente no quería oír a nadie. Fui consciente de que era Nico quien me había apartado primero, pero luego alguien más me sostuvo, alguien más alto. Alguien que no me estaba dejando volver a saltar sobre ese imbécil. Mis sentidos empezaron a volver. Alguien estaba gritando improperios ¿era esa mi voz? ¿Eran esos mis pies? Los que pataleaban intentando soltarse, para lanzarse de nuevo al ataque. 

-Solo deja que siga golpeándolo.- Calipso. Estaba muy segura que eso lo había dicho Cali. - Es una buena terapia, ¿no sabías?

- No eches más leña al fuego. - Esa era la voz de Piper, con un tinte de miedo.

-No la sueltes, Frank. Intenta calmarla- esta vez fue Will.- Chicos, mejor vayámonos ahora ¿quieren? ¿Nico? ¡Nico!

El rubio se puso a su lado, titubeo unos segundos, pero luego aferró su brazo con una mano e intentó hacerle retroceder para irnos. Will habrá comprobado que jalar a Nico donde uno quisiera era como intentar mover una montaña.

-¿Ya ves como incluso mi hermanita puede darte una paliza?- Se jacta Nico, su tono estaba cargado de algo que no era sarcasmo... ¿orgullo? - Ah... y algo más. NADA, de lo que digas, provocará algún efecto en mí... en serio... No pierdas tu tiempo.

Nico sonrió de forma macabra, ladeando su rostro de ángel que ocultaba a un diablillo. 

- ¡Oye tú, si tú, el feo clonado!- señaló hacia uno de los hombres del ruso- ¿Puedes entrar a un salón y traer una silla para tu jefe?... Así podrá sentarse y esperar a que me deje de importar un carajo su putrefacta existencia.

Media cafetería rompió en carcajadas, y yo sonreí satisfecha por el ingenio de mi hermano. Justo en este efímero de tiempo, mis ojos se encontraron con los de Dimitri. Sus ojos brillaban con interés puestos solo en mí, me estudiaron atentamente casi con suavidad, y limpió con uno de sus dedos el hilo de sangre que escurría de una de sus heridas, que mi uña había hecho en su mejilla.

Entonces, él me sonrió encantado. Con nuevos ojos me observó, y me traspasó. Pero Frank apretó su agarre y me alejó de ellos. Justo antes de que empezara a temblar de horror, porque algo había hecho, algo había pasado en contra de lo que quería o esperaba. Algo cambio, y era muy malo para mí. Un nuevo problema se abría ante nosotros.

-¡Lo conseguí!- saltó Percy desde algún lugar más allá en la cocina, viéndose muy satisfecho de sí mismo. ¡Arreglé la fuga!

-¡Genial!- esta vez fue Annabeth quien habló- Eres muy hábil con tus manos Percy. Ahora... ¿Qué tal un almuerzo al aire libre?- ella tomó la mano de los primeros que encontró en su camino, que resultaron ser Calipso y Piper. Ellas tomaron las manos de Will y Percy, y así sucesivamente hasta que todos estábamos caminando en cadena, huyendo. Frank me arrastraba, mucho más que eso, en realidad, mis pies ni siquiera tocaban el piso, pero mi mente ya estaba funcionando de nuevo, y fui capaz de darme cuenta, de que mi hermano no nos estaba siguiendo.

Paso #14, Protege a los tuyos: Siempre, sin importar quién sea el enemigo, lo juro. 

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Amer: *se despierta bruscamente* ¿Ya publicamos? Ah, que bueno.  *mira el capítulo* *mira su foto dormida* ¡¿Qué demonios?!

Rlk: ...

Amer: ...

Rlk: *se aleja lentamente de puntillas*

Amer: TÚÚÚ, ¡VEN AQUÍ, ME LAS VAS A PAGAR!

Rlk: Voten mucho y comenten mucho lector... *chilla cuando Amer la taclea y las cámaras se apagan con un grito estridente*

El abogado zombie aparece, y niega lentamente.

- Mejor preparó mi defensa por homicidio... *saca una pluma, y utilizando su sangre de una de sus heridas empieza a escribir*

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