6. Sobrevivir un día más V (21)

La comida en las costas de Vietnam había entrado ya en una rutina a la que Nameless se estaba acostumbrando. Incluso empezaba a pensar en cómo mejorar en las clases. Por lo visto, los discursos se le daban bien, las clases de Apariencia, Supervivencia y Mascotas no eran demasiado complicadas, por el momento. Técnicas de Combate era la que más temía. Aunque no sabía si la siguiente sería peor.

–Oye... –empezó girándose hacia Roca, pero se calló al cruzar la mirada con las de las Animadoras Infernales que estaban cruzando el comedor.

La que tenía coletas moradas se pasó el índice por el cuello y la de moñitos verde oscuro le hizo un gesto de que la vigilaba. Herilane, la jefa, se dio cuenta de dónde estaba puesta la atención de sus subordinadas y le dedicó una sonrisa maliciosa que la hizo estremecer.

–¿Sí? –dijo su Capitana.

–Eh... –se volvió para dejar de mirar a las animadoras–. La clase que tenemos ahora, ¿qué tal es?

–¿La de Cacharros? –preguntó mientras comía con disciplina–. No es dura ni demasiado peligrosa.

–Ah, genial –lanzó una mirada furtiva hacia la puerta, por la que estaban saliendo las animadoras.

–Estoy deseando probar mi maña como mecánico –dijo Hedera poniéndose en pie–. Aunque soy más de temas químicos.

–En mi casa nos gustan los juguetes –le respondió Full.

–¿Hace falta que diga que yo no tengo ni idea? –le susurró Nameless a Roca.

–No, no hace falta, me lo suponía –contestó con seriedad.

La clase de "Construcción y reparación de aparatos mecánicos y eléctricos", o la de Cacharros, como la llamaban todos, estaba en el sótano, peligrosamente cerca de la de Kill. La pobre iluminación subterránea estaba contrarrestada por potentes focos flexibles fijados a cada pupitre metálico. Ocuparon los asientos en relativo silencio y no tuvieron que esperar mucho, antes de que se sentara el último, una figura se movió en el frente oscuro de la clase.

Llevar ropa y melena ondulada enteramente oscura le había hecho camuflarse. Llevaba gafitas de sol incluso allí. Avanzó un paso, rodeó su mesa de trabajo y se apoyó en ella haciendo ondear su larga chaqueta de cuero.

–Buenas tardes, alumnos –habló con voz grave y cascada–. Soy el Doctor Wolfenstein y os impartiré la clase de "Construcción y reparación..." –interrumpió su serio discurso–. El nombre es demasiado largo, dejémoslo en "Cacharros", ¿vale?

Hubo risas y muestras de total apoyo. Nameless sonrió para sí misma al recordar que en la prueba de acceso primero se había enfrentado a él y después habían ido juntos hasta la Academia de los Héroes.

–Hoy empezaremos desarmando, arreglando y armando una pistola de rayos paralizantes –el profesor dio un par de palmadas y un brazo mecánico surgió del oscuro techo para dedicarse a darles a cada uno un cacharro.

Nameless se encontró con una versión más pequeña y menos vistosa de la pistola que llevaba a la espalda.

–Venga, a trabajar –instó Wolfstein.

Los alumnos abrieron los cajones bajo los pupitres y empezaron a sacar todo tipo de herramientas. Nameless hizo lo mismo y se quedó sin saber qué hacer con los múltiples destornilladores, alicates, tijeras, estañadores... Por culpa de las islas brillantes en la clase en penumbra, le costaba distinguir qué estaban haciendo los demás. Llegaba a atisbar que estaban abriendo la pistola para hurgar en su interior, pero no cómo.

Se escuchó una silla arañando el suelo, seguida de unos pasos hacia la mesa del profesor.

–Perfecto, Khaos, no me esperaba menos. Puedes marcharte.

Segundos después, Ludo pasó junto a ella y salió de la clase. Al ver que había gente que ya había terminado, Nameless decidió que por lo menos debería intentarlo.

La clase se fue vaciando poco a poco mientras ella luchaba por sacar los tornillos. La maraña de cables la desanimó profundamente y tentada estuvo de cortar el cable rojo para ver si explotaba la bomba y acababa con aquello.

–Cuidado, que te lo cargas –le susurró Full al pasar junto a ella.

Nameless miró los cables con los que se había enredado los dedos y suspiró exasperada.

–Estaré en los terrenos –le comunicó Roca antes de marcharse.

Parecía que se había quedado sola, ya que no alcanzaba a ver a nadie, pero todavía le llegaba algún que otro chispazo o juramento. Quitó un tornillo que fijaba una abrazadera y muchos cables y muelles saltaron como en una caja de sorpresas.

–Vaya, aquí tu labia no sirve de nada –atacó Killgore con tono burlón–. Menuda inútil.

Nameless apretó los puños rabiosa. Era la primera vez que hacía de mecánica y le parecía más que suficiente haber conseguido desatornillar las placas.

–Pues no es que tú hayas salido el primero.

–Por lo menos he terminado y funciona –respondió con desprecio.

–¿Y por qué no aprovechas para buscar lo que se te ha perdido?

El macarra se le echó encima para agarrarla por la sudadera y ella se defendió con un destornillador de punta estrellada.

–Eh, nada de peleas en mi clase –intervino el profesor–. Dejadlo para luego.

Killgore la soltó de un empujón y se marchó, no sin antes dedicarle una mirada que prometía un ajuste de cuentas. Nameless pudo continuar desesperándose con el destripamiento de la pistola.

–Nameless, ¿es la primera vez que haces esto? –preguntó Wolfenstein colocándose junto a su pupitre cuando se quedaron solos.

–Eh... sí –reconoció ella.

–Satán me ha contado tu historia –dijo arrodillándose para estar a su altura–. Es comprensible que no tengas ni idea de cómo va, a pesar de llevar una a la espalda.

–Ésta ya venía montada –se justificó.

–Lo sé, yo la fabriqué. Creo que te vendrían bien unas clases particulares. Pero yo estoy muy ocupado, así que podrías pedirle a alguno de tus compañeros que te ayude. Khaos es un genio.

"¿Pedir ayuda a un villano? Bueno, Ludo es uno de los que me habla sin amenazarme."

–Lo intentaré, profesor.

–Llámame Doctor –indicó cogiendo la pistola por una de las partes y ésta colgó informe–. Como saboteadora no vas mal encaminada.

Nameless puso cara de "algo es algo".

–Llévate ésta y practica –le dio otra pistola–. Ah, y buena jugada la de estamparme el controlador cuando estuviste con los Héroes –dijo antes de desaparecer por donde había venido, turbándola por hacerle saber que conocía sus andanzas en el juego.

Nameless salió de clase con dos armas, la que funcionaba a la espalda y la estropeada en las manos. Los pasillos estaban desiertos a aquellas horas, lo que la tranquilizaba e inquietaba a partes iguales. Al doblar la esquina se encontró de frente con las dos animadoras que la tenían tomada con ella, que se relamieron como hienas hambrientas al verla, por lo que volvió sobre sus pasos a todo correr en busca de otro camino por el que huir.

Pero lo que encontró fue el salón de los pilares recién fregado. Un cartel advertía del peligro: "Prohibido pisar el suelo bajo pena de muerte" e iba acompañado por el dibujo de una motosierra con ojitos adorablemente cabreados.

Llevó una mano a su pistola paralizadora al escuchar pasos a su espalda, pero al volverse vio a la pareja de animadoras sacando nudilleras con pichos y cuchillos... Así que desestimó la idea del ataque. Pero si pisaba el suelo mojado...

–De perdida, al río –se dijo echando a correr con todas sus fuerzas.

No había llegado a la mitad de la estancia cuando oyó un rugido.

–¡Que me pisas lo fregado!

No tuvo tiempo de disculparse, una jabalina-fregona se clavó justo delante de ella. Nameless saltó hacia atrás por instinto y se giró. A su derecha, la Conserje la señalaba acusadora, y a su espalda, las animadoras observaban divertidas, sin entrar en terreno prohibido, el lío en el que se había metido.

–¡Perdón!

–¡No hay perdón que valga! –la Conserje patinó con sus zapatillas hacia ella.

–¡Pero si tú también estás pisando! –Nameless retrocedió y sobrepasó la jabalina-fregona.

–¡Yo llevo mopitas! –levantó un pie para mostrárselas.

–Ah... ¿y no podrías darme unas? –propuso esperanzada.

–¡No tengo mopitas para todos! –desencajó la jabalina del suelo–. ¡Y no voy a tratarte mejor que a los demás!

–Pues... ¡Voy a comprarme unas! –prometió y siguió corriendo como alma que llevara el diablo.

La fregona volvió a pasarla rozando, seguida de la escoba-hacha y el recogedor-shuriken. Consiguió llegar al otro lado, salir de allí y doblar la esquina para ponerse a cubierto. No dejó de correr hasta que estuvo en los terrenos.

–¿Practicando el sprint? –preguntó Roca dejando de hacer flexiones al verla llegar con una estela de polvo a su espalda.

–Esa versión se salta menos normas de las tuyas –respondió Nameless jadeando.

–¿Quién te perseguía?

–Las animadoras y la Conserje –confesó.

Su Capitana le señaló el suelo y ella se agachó para empezar a hacer flexiones sin rechistar.

–¿Y lo único que se te ocurre es huir como una rata? –le reprochó.

–Son dos contra una –se justificó sin parar de hacer sus ejercicios–. Y tienen armas.

–Tú también tienes. De hecho, ahora tienes dos. ¿Te has llevado la de clase?

–El Doctor me ha dicho que... me llevara otra para practicar –jadeó mientras subía y bajaba.

–Es decir, que en la clase de Cacharros también eres una inútil. ¿Va a resultar que sólo sabes hablar?

Nameless le lanzó una mirada ofendida.

–Hago lo que puedo.

–Huir.

–Intento sobrevivir un día más a pesar de ser... –se censuró por si acaso– de nueva generación.

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Pues con esto ya habéis conocido a todos les profesores.
¿Habéis decidido vuestros favorites?

Al capítulo le queda una parte más para terminarse, que subiré el viernes. Entonces abriré la encuesta para conformar los rankings de personajes más amades, uno para les alumnes y otro para les profesores. Y tendréis de plazo hasta la siguiente actualización. En decir, un fin de semana largo. Así que no os despistéis~

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EDIT: Jodida Conserje X""DD

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