3. En tierra hostil I (7)

Con el plato sobre una ciudad llamada Nha Trang, la joven estudió disimuladamente a la gente que la rodeaba. Seguía sorprendiéndose por la variedad de ropas, porque si a la derecha tenía a Roca con su uniforme militar gris, a su izquierda había un chico vestido con elegancia del siglo anterior, con un chaleco oscuro sobre la camisa blanca.

–Que aproveche, señorita –le dijo él al sentirse observado, mirándola con sus ojos marrones delineados de negro, por encima de las gafas de sol rectangulares y de lentes amarillas.

–Eh... gracias. Lo mismo digo –respondió con nerviosismo.

–Me llamo Full –se presentó él tendiéndole una mano fina con las uñas pintadas de azabache–. ¿Y tú?

–Nameless –se presentó estrechándole la mano, totalmente tensa.

–Vaya, no tienes nombre –dijo gratamente sorprendido. Sacó una baraja del bolsillo del chaleco, la abrió en abanico ante ella mostrándole las cartas, las amontonó bocabajo en la mesa, sobre la frontera entre Vietnam y Camboya, y las extendió en una fila–. No eres nadie –levantando una de las que estaba en un extremo, le dio la vuelta a todas gracias al efecto dominó, mostrando que estaban en blanco–. Puedes desaparecer –volvió a dejarlas bocabajo con otro movimiento fluido, como una ola, eligió una del centro, la sacó y le enseñó el as de picas–. Ser quien quieras –se la dio y le hizo ponerla bocabajo, junto al cuchillo–. Y aparecer donde quieras por arte de magia –dio la vuelta otra vez a las cartas, que habían recuperado sus dibujos.

Ella se sorprendió aún más al ver que el as de picas estaba entre ellas, levantó la carta que tenía junto al cuchillo y resultó ser la reina de corazones. Él le dedicó una sonrisa pícara.

–¿Ya estás ligando, Full? –intervino quien estaba a la izquierda del aludido.

–No seas burdo, Hedera, estoy siendo cortés con Nameless.

–Ya, ya –se inclinó hacia atrás para asomarse–. Buenas, eres nueva, ¿no?

–S-Sí.

Su primera duda fue si sería un chico o una chica. Hedera tenía rasgos andróginos, con el pelo por los hombros, una trenza morada surgiéndole sobre la sien izquierda y los ojos delineados de negro, mucho más que Full, cayéndole un par de trazos por las mejillas como lágrimas. Su colorida sudadera no daba muchos datos sobre su complexión.

–¿De alguna familia famosa por su malignidad? –quiso saber Hedera. Por el timbre de la voz tampoco era posible determinar su género.

–No... soy de nueva generación –improvisó buscando las palabras adecuadas para que no la lincharan por no ser villana.

–¡Oh, yo también! –exclamó con emoción–. A mi detectaron cuando reventé el laboratorio del colegio –se vanaglorió y rio por lo bajo–. No te creas que me salió mal un experimento –aclaró, como si aquella posibilidad fuera una profunda ofensa–. Uno de mis compañeros osó decirme que estaba haciendo la práctica mejor que yo, así que accidentalmente un ácido se vertió en su matraz y... ¡BUM! –escenificó y soltó una excéntrica carcajada malévola.

–Ah, vaya... –Nameless tragó saliva al imaginárselo, tomando nota mental de que la locura de Hedera era peligrosa. De modo que así era la villanía de primera generación...

–Hola. Así que al final te llamas Nameless –dijo una voz familiar a su espalda.

Se giró para encontrarse con dos chicos, uno era el de las gafas de soldador o similar y con la bata blanca abotonada a un lado que le había hablado mientras les asignaban las habitaciones, y el otro era un rubio de pelo ondulado y una estridente camisa hawaiana.

–Sí... –¿Qué opción tenía que no fuera aceptar que se llamaba así?– Ludo, ¿verdad?

–Sí, Ludo Khaos –asintió él.

Nada más pronunciarlo, Hedera, Full y Roca se giraron hacia él; Hedera con una mirada cargada de desprecio, Full con curiosidad y Roca con cierto interés; pero él no pareció darse cuenta, seguramente las gafas y el pelo por delante de ellas le hicieran perderse muchas cosas.

–Te presento a mi compañero de cuarto, Jeff Xanthidae –añadió Ludo Khaos.

–Hola, tía. Puedes llamarme Jeff el Cheff. ¿Puedo yo llamarte Nam? ¿O Less? Nah, tú llámame como te dé la gana –le dio un golpecito en el hombro–. ¿Qué te parece la comida? A mí no demasiado buena, pero es que, claro, mi familia es la mejor en hostelería maligna. Algún día tengo que invitarte, ¿qué me dices? –propuso sonriendo ampliamente.

Ella parpadeó una vez, aturdida por el huracán de palabras.

–Vale –respondió mecánicamente. No quería hacer enfadar a nadie allí, ni siquiera al chico alegre y extrovertido de camisa hawaiana; si Jeff estaba tan a gusto en aquel instituto de locos, algo malo tenía que tener.

De repente se hizo el máximo silencio y ella buscó instintivamente el motivo. Un joven cruzaba el comedor en dirección a la salida, tendría unos pocos años más que ella, vestía de negro, con dos botones sueltos de su camisa, el pelo azabache y corto y unos ojos rojo sangre que la dejaron clavada a la silla. ¿Cómo era aquello posible?

–Es Zacharias Darkheart –le susurró Full–, es el más popular del instituto por lo que tengo entendido.

Zacharias caminaba con paso seguro, como si fuese su territorio, pero sin pavonearse. La joven no pudo evitar pensar que era muy guapo, con su cara afilada y su expresión traviesa, dejando de lado lo inquietante que era su mirada de vampiro hambriento.

Cuando pasaba junto a las costas de África oriental, una chica con el pelo rubio con mechas negras recogido en una cola de caballo se puso en pie. Iba vestida con un uniforme negro y blanco de animadora, top y minifalda de tablas que dejaban mucha piel tatuada a la vista. Junto a ella había, a ambos lados, otras cinco chicas con más o menos las mismas pintas; todas se podían englobar en la modalidad "animadora", pero tenían estilos de lo más dispares.

La rubia de mechas negras se acercó a Darkheart y le susurró algo al oído. Él torció la sonrisa y asintió dando a entender que estaba de acuerdo. Después siguió adelante despidiéndose con una palmada en su culo cubierto por la minifalda, llevándose él a continuación otra palmada pícara en el trasero enfundado en los ajustados pantalones negros.

–Y ella es Herilane, la Capitana de las Animadoras Infernales –continuó el prestidigitador–. Nameless, ¿te encuentras mal?

Ella tragó saliva. Cuanta más gente conocía, peor se sentía; sobre todo porque pensaran que era una de ellos. ¿Qué pasaría el día que descubrieran que no lo era? Nada bueno, seguro. Para colmo, aquéllas eran las animadoras que le habían prometido venganza en el juego. ¿Lo sabrían? ¿Podrían reconocerla?

–Estoy un poco mareada todavía del viaje –mintió sin hacer contacto visual.

–Pues que te vaya bien –dijo Ludo desentendiéndose del tema.

–¿Jetlag? Camina descalza por tu habitación –le recomendó Jeff–. ¡Lo vi en una película y funciona! –le gritó mientras se alejaba levantando los brazos.

–¿Quieres que te acompañe a tomar el aire? –se ofreció Full.

–No me digas que no te sientes cómoda aquí –exclamó Hedera con emoción, quién sabía por qué.

Roca se puso en pie, la agarró del brazo y la arrastró fuera del comedor sin contemplaciones ni despedirse de los chicos.

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¿Alguien adivina a qué película hace referencia Jeff~?

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EDIT: Ahora Jeff y Full tienen apellidos~

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