17. ¿Relax? (9ª parte)


Furia y Hart pillaron cada uno una consola de Total Annihilation 3000 para hacer una demostración y Mantis se sentó cerca, en un taburete alto. Le habían contado algo de que quien perdía se llevaba un chispazo y no se lo quería perder. Las consolas eran enormes, normal que Hart no se la pudiera permitir. Cada una tenía un cuerpo central de más de dos metros de altura y otros tantos de ancho, ocupado casi en su totalidad por una pantalla y, aun así, aquello sólo era para el público, porque los jugadores llevaban gafas de realidad virtual. Del marco inferior sobresalían dos soportes, como en una máquina de gimnasio para subir escaleras imaginarias, y de los laterales salían brazos en los que Furia y Hart metieron las manos hasta medio antebrazo con confianza. Al montarse, los apéndices mecánicos adquirieron vida y elevaron unos palmos a los jugadores, dando la sensación de mantenerlos suspendidos en el vacío, en el que tendrían bastante libertad de movimiento. Recordaba a esas historias en las que la gente se metía en robots gigantes para controlarlos y pelear con otros monstruos gigantes. Para darle algo más de ciencia ficción al asunto, las pantallas dijeron estar haciendo cálculos físicos, fisiológicos, neurológicos y hasta análisis de sangre, y así reconoció a los dos jugadores. La pantalla pasó a saludarles como si fueran viejos amigos, llamando "Némesis" a Furia y a Hart, simplemente "Hart".

–¿Una pelea pequeña? –propuso Furia, alias Némesis. Aunque la verdad era que Furia venía siendo como otro alias, aunque era de diario–. ¿Dieciséis o treinta y dos?

–Hay una cola enorme para las salas de dieciséis –contestó Hart, alias Hart–. En una de treinta y dos entraremos antes.

Mientras esperaban, Daniel escuchó el sonido de otra de aquellas consolas TA3 poniéndose en marcha y se asomó con cautela a otro pasillo. Lo que vio lo echó para atrás tan rápido que Mantis tuvo que ir a mirar.

–¡Ey, peña, que alguien más se va a unir a vuestra fiesta por aquí! –informó pegando un grito.

–¡¿Quién?! –quiso saber Némesis, alias Furia.

–¡Pues, teniendo en cuenta que no hay tías tan cachas y bien trajeadas en la Academia, una villana!

–¡Pero cómo se llama en el juego!

–¡Behemoth! –leyó Mantis, sin achantarse por la mirada evaluadora de la villana, que se había levantado las gafas de realidad virtual.

–¡Sí, ya veo! ¡Menudas estadísticas más pochas! –se burló Furia, demostrando que tenía bastante orgullo puesto en el juego.

–¡Yo soy más de la vida real! –le contestó la tal Behemoth.

–¡Eso suena a que vas a perder! –contestó Furia, sacando su vena competitiva a relucir, lo que hizo que Mantis aplaudiera animándola.

Las pantallas avisaron que entrarían en combate en diez segundos, por lo que Mantis regresó con sus amigos para ver la pelea desde su lado. Las pantallas pasaron a mostrar un terreno rocoso y desértico en pleno ocaso dorado. Némesis y Hart aparecieron en puntos diferentes del mapa y a cada cual le surgieron distintas barras cargadas o descargadas enmarcando el paisaje. En el centro estaban los personajes (para verlos no podía ponerse justo detrás del jugador), unos avatares preciosos, con ropas que no tolerarían jamás en la Academia; Hart tenía un estilo urbano, macarra, con su chupa de cuero y nudilleras de metal en ambos puños, Némesis era como una militar postapocalíptica, con las manos vendadas hasta el codo y unas botas con puntera y tacos de acero.

A los tres segundos de aparecer, una lluvia de balas cayó sobre Némesis.

–Previsible –murmuró Furia socarrona, moviéndose impetuosamente para que su personaje se pusiera a cubierto.

Behemoth vestía como un sueño imperialista, con camisa rojo sangre, chaquetón sobre los hombros para que siempre ondeara al viento y gorra negra de plato. Y una metralleta en cada mano. Furia movió un brazo y a Némesis le apareció un lanzagranadas, con el que mandó a volar un trozo de territorio. Mantis no entendía cómo funcionaba aquel juego, pero estaba con la boca abierta disfrutando del espectáculo, estaba viendo a Furia usando su violencia de forma metódica y confiada, muy profesional. Daba gusto verla disfrutar tanto.

Al par de minutos, Mantis fue a interesarse por lo que estaba haciendo Hart, porque no lo veía moverse para nada como ellas. Él alternaba golpes contra otros personajes y el recoger unas gemas muy bonitas de colores que le iban subiendo uno de los múltiples contadores. Los golpes y muertes a su favor también subían otro contador. Aquello era un jaleo como juego, pero como película de acción no estaba nada mal. Cada poco avisaban de quién había muerto y el TA3 no daba segundas oportunidades, por lo que la lista de treinta y dos participantes iba recortándose a buen ritmo.

Al cabo de algo más de cinco minutos, tanto Furia como la que movía a Behemoth habían entrado en calor. De tanto saltar, correr, trepar, golpear, recoger armas y romper partes del escenario intentando asesinarse entre sí, comenzaban a perlarse de sudor. Hart iba más tranquilo a medida que iban quedando menos adversarios, recogiendo gemas, eliminando jugadores despistados... Y entonces sonó un coro de trompetas del Apocalipsis y la puesta de sol eterna se volvió más cobriza que dorada.

–Oh, mierda –musitó Hart y a algunas de sus barras les cambiaron los valores.

–¿Qué pasa? –quiso saber Mantis.

–Ragestorm –contestó Furia con gravedad.

–¿La número uno de este juego? –insistió Mantis, mientras a su alrededor se arremolinaban los jugadores que antes habían estado entretenidos con sus propias recreativas. Ragestorm era un fuerte imán.

Hart se escondió, pero al mismo tiempo continuó recogiendo gemas, era como si quisiera apurar al máximo los últimos momentos de vida de su personaje y, a juzgar por cómo saltaba la lista de los eliminados, no parecían quedarles más de un minuto. Némesis y Behemoth dejaron su pelea en suspenso justo cuando la tal Ragestorm apareció en la pantalla de Furia. Mantis observó admirada al personaje cubierto por completo por cuero rojo, con más pinta de armadura de placas que de motorista sexy, y embozada por más telas rojas, algo raídas, que también le rodeaban partes de brazos y piernas, como si le cubrieran múltiples heridas. La bufanda al viento también le hacía las veces de capucha y mascarilla, no dejando ver más que la franja de los ojos y algún mechón cobrizo y rebelde. Y lo mejor de todo fue que no apareció de ninguna forma elegante, sino atravesando un jodido muro como una bola de demolición.

–Así que ésa es la famosa Ragestorm –dijo una voz masculina junto a ella.

Mantis se giró con aire condescendiente, pero se encontró con un rostro que la dejó de piedra. Se trataba de un chaval joven, atractivo, con el pelo castaño claro peinado con estilo y, lo más sorprendente de todo, tenía los ojos maquillados, no sólo la raya negra delineando abajo, sino también sombra añil en los párpados, entre las largas pestañas y las cejas perfiladas. Era muy posible que se hubiera echado algo en los labios, porque tenía una textura muy jugosa, y tal vez base, porque contaba con unas mejillas completamente uniformes. Para rematar, vestía elegante pero desenfadado, con un chaleco de terciopelo a juego con sus párpados, sobre una camisa azul claro que se había arremangado hasta justo bajo los codos y a la que había desatado dos botones, por lo que Mantis se deleitó echando un vistazo al triángulo entre clavículas. Por abajo llevaba pantalones negros ceñidos y botines con algo de tacón.

El chaval debió de sentir la intensa mirada, porque se giró hacia ella y le sonrió, amistoso a la par que malicioso, seductor e interesado. Mantis se maldijo por no llevar mejor que la ropa que le permitían llevar en la Academia.

–Eso parece –contestó Mantis, apartando de su mente, por el momento, la fantasía de lamerle el estilizado cuello a aquel tipo. Guau, ¿pero qué hacía poniéndose así por un tío que acababa, no de conocer, sino de ver? Aunque, teniendo en cuenta su experiencia, seguramente la magia se enturbiaría en cuanto lo conociera un poco y resultara ser otro capullo.

–¿Tú vas con Némesis y...? Oh, vaya.

El personaje de Hart quedó despachurrado por Ragestorm y el Hart de la realidad recibió un corto calambrazo por parte de la máquina.

–Sí –contestó Mantis sin apartar los ojos del recién llegado, disfrutando del momento antes de que soltara una memez.

–Yo estudio con la que va con Behemoth, pero no creo que le importe mucho si la animo o no.

–Así que villano. Eso explica el maquillaje.

–¿Sí? ¿Los tíos no se maquillan en tu lado? –se interesó él.

–Jah. Mejor no te digo de lo que opinan del maquillaje en hombres. Dejémoslo en que lo consideran "cosas de mujeres".

–Valientes gilipollas –soltó el villano con jovial desdén.

Mantis asintió y le echó un vistazo a Furia, que estaba peleando como una leona contra Ragestorm, sin exponerse demasiado a Behemoth. Pero Mantis no tardó en devolver la mirada al villano. Mierda, ¿por qué no dice ya la memez? ¿Por qué tiene que derrochar ese carisma? ¿Cuántos días faltaban para que le bajara la regla? Porque a ver si iba a ser eso por lo que estuviera tan salida...

–¿Y tú no te maquillas? –preguntó él y no sonó pretencioso, sino interesado. Mierda, ¿por qué era tan mono?

–No... –contestó y deseó dejarlo ahí, pero tampoco quería que él creyera que no le gustaba maquillarse–. Si me maquillara como me gusta, no me dejarían salir de la Academia para venir al pueblo.

Él asintió, como si lo comprendiera, y prestó atención al juego durante unos segundos.

–¿Y maquillarte aquí? ¿O temes que alguno de tus compañeros se chive? –terminó planteando para picarla, torciendo la sonrisilla en una mueca bribona.

La idea de "Quiero follar con este tío ahora mismo" ocupó toda la mente de Mantis durante unos instantes.

–¿Llevas algo tuyo encima? –interrogó retadora.

–Por supuesto, nunca se sabe cuándo voy a hacer algo movido y necesitar retocarlo. ¿Quieres? –ofreció sacando una cajita aplanada de un bolsillo del chaleco–. Sólo he traído de lo que llevo puesto –añadió como disculpa.

Mantis cogió el objeto ofrecido, rozando de paso la mano del villano. Él le devolvió el roce con el pulgar.

–¿Vamos al baño a que te maquilles? –propuso él, mirándola directamente a los ojos. Tenía el pulso acelerado, como ella.

–¿Sólo a maquillarme?

–Para empezar.

Mantis no necesitaba pensárselo. Deseaba a aquel tipo y confiaba suficiente en su propia fuerza y habilidades como para no temer irse con un desconocido. Si le salía rana, podría reventarle la cara contra el váter sin problemas. Pero, en ese momento, prefería estamparlo contra la pared y morrearlo. Se humedeció un poco los labios y extendió la mano libre.

–Veda, quédate un momento con esto –pidió endosándole la bolsa con las revistas–. Voy al baño –añadió y tiró del desconocido y de su maquillaje a través del gentío que se había acumulado procedentes de todos los rincones del local de recreativas, y también del exterior, para ver pelear a las dos supervivientes contra la legendaria y terrorífica Ragestorm.

–––

Veda pilló las revistas, acordándose de procurar que no se viera el contenido de la bolsa, y asintió a lo de que Mantis fuera al baño. Ella estaba muy interesada mirando las enormes consolas del Total Annihilation 3000.

–Son magnificas –dijo alguien a su lado.

–Sí –contestó Veda.

–En realidad –continuó la persona a su lado–, me refiero las máquinas. Aunque supongo que las chicas también lo están haciendo bien.

–No, si yo también lo decía por... –Veda se giró para mirar con quien hablaba y se quedó de piedra– las... consolas –logró terminar y devolvió la mirada al frente.

Se trataba del villano que había comprado todas aquellas revistas de científicos locos y peligrosos que utilizaban sus propios inventos para hacer cosas como conquistarse una parcelita de Tierra. Mierda, ¿cómo de peligroso y/o inconveniente sería entablar una conversación con él, por muy trivial que fuera lo que se dijeran?

–La transmisión del movimiento es excelente –continuó el villano–. Y tengo entendido que la nueva versión que están preparando les permitirá girar en todas direcciones.

–A mí me interesa más cómo registra un montón de datos de los jugadores y los convierte en habilidades únicas en el juego –contestó Veda, porque temía molestar al villano si no respondía.

–Oh, sí, eso también es muy interesante –asintió él Veda sintió que había pasado una prueba.

Durante los siguientes segundos dio la impresión de que el villano científico se quedaría a su aire y no volvería a entablar conversación con ella. Entonces alguien más acudió a hablarle, y sobresaltarla.

–No sé si tengo que preocuparme por Mantis –musitó Daniel.

–¿Eh? ¿Por qué? –se extrañó Veda y lo primero que pensó fue que su compañera de cuarto ya hubiera liado alguna de las suyas, o que hubiera dicho algo malicioso y fácilmente malinterpretable.

–Por con quién se ha ido al baño –contestó Daniel, que por mucho que que dijera que no supiera si preocuparse, ya estaba preocupado.

–¿Con quién se ha ido? –preguntó, sintiéndose culpable por no haber mirado cuando Mantis le había hablado.

–Con...

Daniel no pudo continuar a causa de los gritos de decepción cuando Ragestorm alcanzó a Behemoth y su jugadora fue electrocutada. Ya sólo quedaba Furia, que seguía dándolo todo, con absoluta seriedad y concentración, sin hablar, sin quejarse, sin dudar. Poco a poco le iba limando puntos de vida a su adversaria carmesí. Parecía imposible que venciera, no al menos durante una hora, pero Furia aparentaba estar dispuesta a aguantar lo que hiciera falta, sudando a chorro por el esfuerzo.

–Creo que Mantis se ha ido al baño con un villano –susurró Daniel cuando bajó la intensidad de los gritos y se convirtieron en murmullos esperanzados.

–¡¿Cómo que se ha ido con un...?! ¿Pero para pelear? –preguntó mirando a su alrededor, buscando los baños, y refuerzos. Pero Hart seguía atrapado por la consola hasta que la pelea terminara. Sólo estaban ella y Daniel.

–Eh... a no ser que disimulen muy bien sus intenciones... –musitó él, desviando la mirada con vergüenza.

Veda maldijo internamente a Mantis. Durante aquellas dos semanas le había oído hablar varias veces de que había chicos en la Academia que la atraían mucho, pero que eran unos capullos. ¡¿Y se iba al baño con un villano?! Vale, calma, tenía que trazar un plan. Pensó en golpear a Furia, descentrarla y así permitir que Ragestorm la eliminara, dando por terminada la partida y liberando a Hart y Furia; pero aquello no estaría nada bien, seguramente Furia se cabrearía, rompería la consola y ya no podrían volver nunca más. No, tenían que hacerlo ella y Daniel.

–Dani, ¿tienes algo que sirva para... para pelear? –preguntó tirando de él para sacarlo del gentío.

–Sólo mi reloj multifunción... y no es lo que se dice muy... poderoso –contestó acomplejado.

–Algo podremos hacer –asumió, intentando confiarse y buscando confianza donde no la tenía, y la pistolita congelante donde al menos sí la tenía.

–––

Mantis se había maquillado rápidamente con lo que le había dejado el villano, pero había conseguido que fuera bastante creativo, y se estaba apreciando en el espejo cuando él se puso a su espalda, le abrazó la cadera con suavidad y le olió el pelo y la curva del cuello. Ella cerró los ojos y se estremeció complacida. Joder, qué mojada estaba. ¿A quién pretendía engañar? No necesitaba que le fuera a bajar la regla para estar tan salida, aquel tío la ponía un montón.

–¿Cómo te llamas? –preguntó abriendo los ojos y acariciándole las manos.

–Full –contestó él, dirigiendo la mirada de su único ojo visible al espejo.

–¿Full?

–Sí, como la jugada de cartas.

–Ah, así que eres un jugador –comentó, entendiendo su estilo elegante, desenfadado y granujilla.

–Sí, ¿y tú?

–Mantis. Como el animal.

–Uy, ¿y me vas a comer la cabeza? –preguntó burlón.

–Depende de cómo lo hagas –condicionó ella, girándose entre sus brazos–. Y voy a empezar por comerte la boca –anunció poniéndole una mano en la nuca.

–Me parece bien –contestó Full con una sonrisilla bribona y, mientras comenzaban a besarse, la llevó a uno de los cubículos del váter.

Una vez cerraron la puerta, y teniendo más o menos cuidado de no tropezarse con el váter, empezaron a morrearse con salvajismo. Él la apoyó contra una de las paredes mientras sus manos la recorrían, casi parecía que buscarla excitarla más y no sólo satisfacerse a sí mismo tocando carne. Ella lo agarró con tal fuerza por el cuello que no era tanta broma que le fuera a arrancar la cabeza, y le metió lengua. Tenía mucha sed. Y hambre. Después de un buen trago de villano, llevó los labios a una oreja de Full.

–Empieza a soltarte botones si no quieres que los arranque –amenazó y le dio un mordisquito en el lóbulo, que casi desmontó de placer al chaval.

–––

Furia comenzaba a agotarse y eso se notaba en las habilidades de Némesis. No le quedaba dónde esconderse, Ragestorm había destruido prácticamente todo el escenario, por lo que no le quedaba más que librar la última batalla sobre los escombros en el eterno atardecer teñido de sangre.

Ragestorm se plantó ante ella, a unos diez metros, como en un duelo del Oeste, y no atacó al momento.

–Sin piedad –musitó Furia y sus palabras se materializaron entre ambas.

Ragestorm asintió y cargó.

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¡¿Alguien me puede traer un extintor?! ¡Se me ha incendiado un servicio!

Afú. Pues tenemos a Nam que no siente nah de nah de atracción sexual y, en el otro extremo, a esta pareja que se ha enganchado prácticamente nada más verse *se abanica*
¿Qué, apoyáis el ship? ¿Qué nombre le damos? ¿Manfull? XDDDDD Nonono. ¿Fulltis? X"D

¿Y qué os parece el TA3? Yo me imagino una chulada de avatares *___*
¿Quién se anima a echar unas partiditas~?

¿Comenzamos un crowfounding para construirnos unas consolas de TA3? [https://ko-fi.com/cirkadia] (Nah, en realidad es que tengo el Paypal rozando el 0 después de pagar la portada de Lirio y eso no es bueno para la salud)

Se agradecen los comentarios, likes y la difusión, pero si además me dais dineros a cambio del buen rato y me ahorráis a mí el mal rato por no poder permitirme nada, pues os querré mucho más. Aparte de Ko-fi ya sabéis que podéis pillar en Libreteka mis cosas (Lirios, IEvsHA, Caprice y Calipso) [http://libreteka.es/es/]

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