17. ¿Relax? (2ª parte)


Aprovechando que Roca se estaba dejando, Nameless fue afinando la posición, hasta que notó cómo, bajo los fuertes músculos, creaba serios problemas. Y entonces su Capitana se hartó, se inclinó bruscamente hacia adelante y Nameless salió volando hasta aterrizar como una gata borracha sobre su cama. Al menos no se despanzurró ni se partió el cuello, por lo que siguió positiva.

–Sí, ya sé que tengo que fortalecer para que no me tires así –se adelantó–. Pero supongo que otra gente lo pondrá más fácil.

–No estabas asfixiando precisamente –acusó Roca.

–Ah... ¿no? –preguntó inquieta. ¿La habría pifiado? Para una vez que tomaba la iniciativa...

–No –contestó su Capitana, acercando la manaza a su cuello, por lo que Nameless saltó hacia atrás para esquivarla–. Déjame que te enseñe lo que estabas haciendo.

–Pero no te ensañes si he hecho algo que te moleste –musitó temerosa–. Sólo explícamelo.

–Que no me molesta –dijo poniéndole la mano en la garganta, que tanteó como si fuera a tomarle el pulso, y entonces apretó.

Nameless se sintió enferma al instante y le empezó a doler la cabeza.

–Esto no es quitar el aire, esto es evitar que llegue sangre al cerebro –explicó Roca y la soltó.

Nameless sacudió la cabeza para librarse del agobio.

–Vale, perdón, no era lo que tocaba... –aceptó sumisa.

–Que no es eso, que me parece muy bien.

–Pues no lo parece...

–Porque quería enseñarte lo mío, pero... está claro que esto es más de tu estilo. No es nada sádico, porque es muy rápido, pero eres una rata que sólo ataca para arreglar problemas, no por diversión, así que... –arrugó la nariz–. Lo que me jode es que se parezca más al estilo de Morilec que al mío –refunfuñó.

–Ah, bueno... no me lo enseñó ella exactamente... pero como mi cuerpo se parece más al de ella que al tuyo... En tamaño, porque tiene más músculo de lo que aparenta vestida –terminó evaluando con interés.

–Sí, sí. Más te vale usarlo a mí favor el próximo viernes par –amenazó Roca.

–Eh...

–No lo digas –ordenó su Capitana inmediatamente–. Ni se te ocurra decir que te dejé atrás.

Nameless apretó teatralmente los labios antes de de pronunciar algo.

–¿Y si vamos a desayunar ya? –propuso para no empezar una bronca.

Roca tampoco dijo nada más y fue a vestirse.

–––

Para no variar, fueron las primeras en el Comedor. A no ser que Sica ya hubiera pasado por allí.

–¿Le ocurre algo al desayuno? –preguntó Roca al darse cuenta de cómo miraba su Subcapitana el cuenco–. ¿No tenías hambre?

–Estoy pensando...

–¿Ahora no puedes comer y pensar a la vez? –se burló Eisentblut.

–...siempre nos sentamos en el mismo sitio y cogemos casi siempre de las mismas bandejas y jarras –continuó Nameless sin ofenderse.

–¿Quieres que vayamos a invadir otro sitio? –propuso interesada su Capitana.

–No. Pensaba en que, con una actitud tan predecible, sería muy fácil envenenarnos.

Roca se quedó con la cuchara llena de cereales rojo sangre (gracias a colorantes naturales) a medio camino de la boca. Nameless empezó a desayunar al fin, como si desdeñara sus propias palabras.

–¿Esto es por lo de Morilec? –preguntó Roca, tal vez un poco preocupada, tal vez solo impactada porque no se le hubiera ocurrido antes.

–No... Es sólo... algo que se me acaba de ocurrir. Soy tan fácil de matar...

–Sí. Pero creo que te estás volviendo paranoica.

–Si estuviera paranoica, hubiera cogido mi desayuno de África.

–Has cogido las tostadas de Full –señaló Roca, reanudando su desayuno.

–Pero porque están menos tostadas y así me gustan más –argumentó Nameless–. De todas formas, sería más fácil mezclar el veneno con la leche o el zumo.

–Ahora vamos a ponernos a entrenar a tope y, cuando sientas cómo te fortaleces, ya verás cómo se te quitan esos miedos.

Nameless no contestó. Había tantas formas de ser asesinada que preocuparse de una sola era estúpido.

–––

Dieron un montón de vueltas en torno al edificio principal del Instituto del Mal, Nameless con los pesos extra, que se quitó para la carrera. La novata ganó fácil gracias a que se les hubiera nublado la mañana. Aunque a cambio descubrió que, al no haber sombras definidas, también había perdido su máxima capacidad del aceleración.

Al entrar en el gimnasio, se encontraron a Sica.

–Todavía no he terminado con mi entrenamiento –informó Roca con dureza mientras Nameless la saludaba con un gesto cansado.

–Vale –contestó Morilec encogiéndose de hombros–. Estoy aquí por mi propio entrenamiento –y se fue hacia la zona de las pesas.

Roca gruñó porque allí era justo donde quería ir ella, por lo que terminaron entrenando con Sica a escasos metros. Eisentblut puso a Nameless a levantar peso, ya fuera de manera directa o mediante poleas, para ejercitar distintos músculos de brazos, hombros y espalda. Un par de veces le puso tanta carga que casi acabó aplastada o con un brazo dislocado. Mientras, Roca hacía pesas de tamaño y peso obscenos y Sica se ensañaba metódicamente con un saco de boxeo.

Nameless estaba tirada recuperando el aliento y la movilidad de los brazos mientras observaba fascinada las patadas que Sica le asestaba repetidamente al saco de arena, produciendo un sonido fuerte y pesado. Roca se debió de cansar verla hacer aquello, fue al saco contiguo y, de una sola potente patada, lo rajó por la mitad. Aquello y la cascada de arena fue lo primero que vio el siguiente alumno madrugador, que optó por irse, por si acaso, a saltar un rato a la comba al extremo contrario. Sica ni se inmutó y regresó a los puñetazos contra su saco. No se había cubierto con nada las manos y tenía los nudillos enrojecidos.

–Venga, a subir por el rocódromo –indicó Eisentblut, muy orgullosa de lo que acababa de hacer.

Nameless resopló agotada y fue a obedecer.

–––

–Tengo que irme –susurró Herilane en la habitación en penumbra.

–Mmmh, quédate –pidió el vampiro intentando retenerla; por suerte, por las mañanas estaba muy flojo.

–Tengo entrenamiento con las chicas. Y antes tengo que darme una ducha –explicó la animadora jefa.

–¿Ducharte antes de un entrenamiento? –cuestionó Zack, con la melena negra que le había crecido por la noche invadiendo toda la almohada.

–Una ducha rápida sí, que huelo a rayos. Y hacer el favor de incinerar estas sábanas.

El vampiro rio con vocecilla adormilada.

–Ánimo con el entrenamiento –dijo Jack, incorporándose un poco. Estaba totalmente desgreñado.

Herilane se inclinó hacia él por encima de Zack, que también había desarrollado pechos femeninos. Si se refería a su persona en femenino, pasaría a llamarla "Regi", lo que la ayudaba a no liarse con los pronombres. Le dio un beso de buenos días a su novio, pero en encontró con la trampa de una lengua viciosa.

–¡Mmmh! Traidor... –acusó la animadora jefa cuando se sintió incapaz de abandonar la cama, encadenada por los besos de Jack.

Él torció la sonrisa y bajó sus malditos labios al cuello. Cuando vio que había fiesta, el vampiro se incorporó lo justo para lamer el otro lado del cuello. Herilane puso los ojos en blanco, cuando le hacían un ataque combinado, no tenía escapatoria.

–En serio... tengo que ir... –gimió mientras Zack la colocaba entre ambos–. Luego me voy a... cabrear –prometió poniendo una mano en cada nuca, de rodillas entre sus amantes.

Jack subió con los besos para susurrarle al oído con total y ansiosa necesidad:

–Quiero darte placer.

Herilane se estremeció entera, completamente turbada, y agarró con fuerza el pelo de Jack.

–¿En qué lo has convertido? –le preguntó, entre atónita y excitada, al vampiro, mientras le fallaban las rodillas y cedía hacia atrás.

–Jurjur, soy una corruptora –contestó Regina, ya más despierta, incorporándose para seguir tumbando a Herilane y deslizarse encima.

La animadora no pudo quejarse más cuando dos manos acariciaron el interior de sus muslos, directas a rendirla por puro placer.

–––

Finalmente Roca dio su visto bueno, aunque a regañadientes, a que Nameless fuera con Sica a las galerías de tiro. Eisentblut también fue, pero estuvo a nivel del suelo, reventando maniquíes a pistoletazos de un calibre tremendo. Pese al brutal retroceso, toda la energía la amortiguaban sus brazacos y su espalda no se movía más allá de una breve flexión de los omóplatos. Desde el altillo, Nameless observaba acomplejada.

–Deja de mirarla y sigue disparando –ordenó Sica amablemente.

–Es que... siempre acierta en el blanco. Y tú...

–¿Y sabes la de horas y horas que hemos dedicado a practicar? ¿La edad que teníamos la primera vez que cogimos una pistola?

–Ya... Voy con mucho retraso... –murmuró devolviendo la vista a la mirilla.

–Sólo en comparación con algunas de nosotras. Nova tampoco había tocado antes una pistola. Aunque sí la navaja...

Nameless disparó y falló por mucho. Evitó mirar a Roca, como mínimo tendría los ojos en blanco.

–No te pongas nerviosa. No te voy a preguntar por lo que te ha traído aquí si no quieres –dijo Sica–. Y puede que no tengas un talento natural para las armas de fuego. Tienes otros talentos natos y éste no es uno de ellos, vale, pero, a base de practicar, tu cuerpo aprenderá –prometió y siguió haciendo gala de su milimétrica puntería–. Así que no te preocupes por cómo lo hagamos nosotras.

Nameless hizo una mueca de resignación. No le quedaba otra que invertir horas en aprender a lanzar un trozo de plomo contra lo que ella considerara oportuno. Siguió disparando.

–Por cierto... –empezó mientras recargaba– ¿estás...? ¿Cómo estás? –terminó preguntando.

–Bien. ¿Por qué lo preguntas? –y ahora había suspicacia en la pregunta de Sica.

–Nada, porque... me ha parecido que... estás ausente.

Sica no respondió, lo que fue incómodo.

–Aunque aciertas a todo –continuó murmurando Nameless, que sentía que había metido una pierna en un cenagal, aunque no tenía claro por qué. ¿Tal vez hubiera percibido que Sica no estuviera al cien por cien y ella lo consideraba como una debilidad? Mierda.

–Podría tener un maldito tornado en la cabeza y seguir acertando –confesó finalmente su peligrosa amiga.

–Oh.

Nameless estaba tensa y no sabía por qué. ¿Seguía Morilec representando una amenaza? ¿O eran paranoias suyas? ¿Se estaba volviendo loca en un sentido nada divertido ni apropiado?

–¿Qué has querido decir con ese "oh"?

–¿Eh?

–Ha sonado a que se te ha ocurrido algo –señaló Sica.

"Joder, y ésta también está a la que salta. Pero siempre ha sido así, ¿no? ¿Qué estoy haciendo yo, intentar estar a la altura?"

–Nada, que que se me ha ocurrido que, si no fallas por mucho que tengas un tornado en la cabeza... un ataque psicológico no serviría de nada.

–No, no serviría –confirmó y sonó muy duro. ¿La habría ofendido?

Nameless continuó disparando espantosamente mal. Al menos no le estaba dando a nadie vivo... Por no darle, en realidad no le daba a nada. Deseaba que Sica dijera algo como "¿Me estás analizando?", para poder responderle "¿Te acuerdas de cuando viniste a preguntarme si Nova se tomaría mal que le dijeras que tenía que practicar, por si se lo tomaba como una amenaza? Pues ahora tú estás haciendo lo que me dijiste que hace la otra gente cuando les comentas cosas". Pero Sica no dijo nada y Nameless no se atrevió a sacar el tema. La última vez que había hablado claramente con ella, había salido corriendo de su cuarto, con la certeza de que iba a ser asesinada. Era demasiado cobarde como para repetir la experiencia. Sica ahora estaba calmada, o lo parecía, pero la forma con la que había pronunciado "¿Qué hago contigo ahora?" había helado hasta la médula a Nameless, y el miedo seguía allí cristalizado por mucho que hubiera amanecido.

Finalmente, al cabo de un rato que se le hizo eterno, Nova apareció en la galería de tiro.

–Espero que no te importe que haya quedado con Nova para ayudarla con su manejo de la navaja –dijo Sica.

–Oh, no. Ya me has dedicado bastante tiempo –contestó Nameless con una sonrisa agradecida encima de su tensión–. Y tampoco es que tenga un día muy concentrado...

–Relájate, en la medida que puedas, y vacía tu mente –recomendó Morilec antes de bajar para ir con Nova.

Lo que Nameless vació fue el cargador del rifle y no tuvo ánimos para recargarlo. No iba a dar ni una, no mientras no se aclarara. Y no se aclararía mientras no supiera qué hacer con el miedo que le producía ahora Sica. Estaba aprendiendo a capear las tempestades de Roca, pero con Morilec no tenía ni idea de qué hacer, cualquier intento de comprensión sólo hacía que la atmósfera entre ellas se enrareciera. Y si no comprendía, era como andar a tientas por la oscuridad plagada de cuchillas que se accionaban sin previo aviso.

Saltó al suelo y dejó el rifle en su sitio con un suspiro.

–Se supone que cuando practicas, mejoras –fue a decirle Roca burlona–, no empeoras horriblemente.

–Ya... –musitó, sin ganas de justificarse.

–Toma, prueba con esto –indicó tendiéndole un pistolón que no tenían la decencia de llamarlo escopeta compactada.

–¿Para romperme otra vez? –preguntó y se dio cuenta de lo apática que había sonado–. Mejor empiezo con las de tamaño humano. Por favor –terminó rogando para que su Capitana no se quejara de que se le subían los humos.

–Vale –concedió con un resoplido.

Nameless fue a por las pistolas semiautomáticas que estaba acostumbrada a ver en las películas policíacas y de gangsters modernos. Acertó a cargarla a la primera, pero acertarle al maniquí era otra cosa. El retroceso le lanzaba el arma hacia arriba con cada disparo, era incapaz de mantenerla horizontal como Roca, pero al menos no se daba en la nariz. Y, extrañamente, era más relajante que el rifle de francotiradora. Tal vez porque el rifle lo tuviera asociado con Sica y eso la desquiciara... No tenía nada asociado a las pistolas, tan sólo cientos de películas. Y no quería tener la mala puntería atribuida a los malos que disparan contra los héroes.

–Oye, ¿qué te pasa con Morilec? –le preguntó Roca mientras Nameless recargaba tras su pésima primera tirada.

–¿Mm? –fue la evasiva respuesta de Nameless, preparándose para volver a disparar.

–Estás como si te hubiera drenado la energía. ¿Es una vampira psíquica?

–No creo... –contestó mientras le acertaba a un maniquí en un hombro, y después en un costado, y luego en la pared del fondo–. Pero creo que sí...

–¿Que sí qué? –inquirió Roca.

–Que me estoy... volviendo paranoica –reconoció y la siguiente bala fue a los pies del maniquí.

–Me parece que Morilec está muy tranquila esta mañana. Anoche sí que estaba que trinaba, lo noté hasta yo, pero hoy...

–Ya, por eso –aceptó inmediatamente–. Son... detalles. Que no sé si son de verdad o si me los imagino, si son cosa natural de Sica... si tienen algún significado... o no son nada y me estoy obsesionando –reconoció y entonces, por primera vez, la bala fue al centro del pecho del blanco, a la altura del corazón. Lejos de alegrarse, Nameless miró con pena la pistola.

–Venga, vamos a comer. Jeff sabrá cómo animarte –asumió Roca y le soltó una fuerte palmada en la espalda.

Nameless asintió y fue a dejar la pistola en su sitio. Le echó un vistazo al rifle y siguió a su Capitana fuera de la galería de tiro. Había empezado a llover, muy acorde con su estado de ánimo.

_____________________________________

_____________________________________

¿Qué tal van nuestros dos tríos preferidos?
Al menos sí son los míos. Bueno, entre muchos otros, la verdad e___e

Sí, Heri vive en un paradisíaco Infierno (?)

Y Nam opina que ella vive en el Infierno directamente >.<

Si os ha molao, dadle like y suscribíos (??) E invitadme a un cafetillo (tengo una portada que Lirio que pagar *lo escribe en un cartel y se sienta a pedir*) [https://ko-fi.com/cirkadia]

Y podéis pillar mis drogas (y cada día las de más gente) en Libreteka [http://libreteka.es/es/]

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top