16. Malos instintos (3ª parte)
Efectivamente, Jeff las había invitado a las cuatro, y tenía preparadas comidas personalizadas, por lo que habría sido un jaleo que alguna se hubiera descolgada. Eso sí, primero fueron a vestirse con algo que no fueran toallas y albornoces.
–Toma, Nam, para que entres en calor y recuperes fuerzas –dijo el cocinero poniéndole un plato en las manos–. Morilec, esto te ayudará con la regeneración ósea. Eisentblut, para mantener esa masa muscular tan brutal. Y, Nova, no te conozco mucho, pero me flipa tu pelo, así que esto, aparte de ser nutritivo y delicioso, te dará más volumen y lustre al pelazo.
Nameless se iba a sentar cuando se fijó en cómo Sica miraba el plato, por lo que alargó la mano y cogió un poco de su denso puré, lo que hizo que se ganara una mirada fulminante de Jeff.
–¿Hace falta que te lo explique? –dijo Nameless, probando el puré.
–¿Tú también te has roto algo? –pasó a preocuparse el cocinero.
–No es eso. Mmmh, está riquísimo.
–Será otra vez por lo de que no esté envenenado –contestó Ludo, que no estaba tan en su mundo como aparentaba.
–¿Otra vez? –preguntó Sica suspicaz.
–La primera vez que Nameless comió algo aquí, tuve que probar yo antes, para demostrarle que las galletas no estaban envenenadas –explicó el científico.
–Ah, eso –recordó Jeff–. Pero, joe, que no quiero envenenar a nadie.
–Entiendo –dijo Sica–. Pero que otra persona pruebe no demuestra que no esté envenenado.
–Ya, porque la que prueba puede estar inmunizada ya –completó Ludo–. Eso dijo Nameless. No se nos había ocurrido.
Morilec miró a la aludida, a la sicaria parecía seguir sorprendiéndole que una novata tuviera las mismas ideas paranoicas que ella. Finalmente se arriesgó a probar el puré y pudieron cenar con relativa normalidad.
Nameless se sentó en la cama de Jeff, con él a un lado y Roca al otro. La mesa los separaba de Ludo, Sica y Nova. A Khaos no parecía afectarle la mala fama de Morilec y a Nova ahora se la veía más a gusto que cuando había entrado, Jeff debía de habérsela ganado con la comida y los halagos a su pelazo. Sica comía en silencio, disimulando las muecas de dolor en la mandíbula. Jeff estaba satisfecho de que sus nuevas invitadas estuvieran rebañando los platos y, después de tanto susto, Nameless se había relajado un poco; que la cena le estuviera calentando los huesos al fin ayudaba, pero no se olvidaba del peligro.
Roca reaccionaba muy mal a cualquier sospecha de traición y Sica no era mucho mejor en lo que se refería a descubrirle puntos débiles. Se sentía entre la bola de demolición y la estocada en el corazón. "Estoy en el Instituto del Mal y me relaciono con dos chicas de las familias más brutales y despiadadas, ¿qué otra cosa puedo esperar?", se dijo para resignarse.
A pesar del buen ambiente, en cuanto terminaron de cenar, cada cual se fue por su lado. Nameless se escapó en las sombras, tenía una misión de reconocimiento que hacer mientras su cerebro conservara el recuerdo de haber estado un año en una maldita caverna subacuática y los peligros cotidianos le parecieran más banales. La mayoría de la gente estaba saliendo en ese momento del Comedor, donde habían tenido su cena después de un año tan duro. Localizar a Herilane fue fácil, pero iba acompañada por las otras cinco Animadoras Infernales, por lo que tuvo que seguirlas a distancia, justo lo contrario a lo que le dictaban sus instintos de conservación de rata.
"Que yo sepa, comparte habitación con la que prepara pucheros cuando está lunática, y no parece que a ella le caiga demasiado mal...", iba pesando mientras intentaba no perderlas de vista y permanecer oculta al mismo tiempo. "Aunque es viernes noche, puede que hagan fiesta de pijamas, en la que planeen nuevas y divertidas formas de darle una paliza a alguien y así".
Finalmente Herilane se separó, incluso de su compañera de cuarto, y Nameless la persiguió, rogando que no la hubieran descubierto y le prepararan una emboscada para lincharla. No quería que la fiesta de pijamas tratara sobre cómo darle una paliza a ella. Regresaron a la zona de los dormitorios, aunque a la parte de los de tercer curso.
–Eh... hola –dijo Nameless cuando no hubo ninguna Animadora Infernal cerca. Que ella supiera.
–Joder, otra que se mueve por las sombras –comentó Herilane como toda exclamación de sorpresa–. ¿Qué quieres?
–¿Podemos hablar... un momento?
–¿Sobre Karla y Skull? –planteó la animadora jefa, poniendo un brazo en jarras.
–Eh.. pues no –contestó incómoda. Jamás se le hubiera ocurrido apelar a Herilane para que detuviera a las animadoras de segundo curso que se la tenían jurada, le bastaba con que no se involucrara ni añadiera al resto del equipo–. A no ser que... estés molesta por lo que les hice el día lunático –terminó del tirón y por lo bajo.
Herilane tardó un par de segundos en reaccionar, entonces sonrió y remató con una risotada burlona. Nameless se sintió muy estúpida e insignificante, pero al menos parecía que la animadora jefa no estaba ofendida por su contraataque lunático.
–Si no es eso, ¿entonces qué es? –se interesó Herilane.
–Esto... Hay una chica... No. Lo primero de todo: vengo de parte de Roca Eisentblut –decidió dejar claro desde el principio, para eximirse de los líos, y la animadora enarcó las cejas, intrigada–. Hay una chica en nuestra clase, Nova, de primera generación.
–¿La que ha apuñalado a Zack? –quiso saber, cada vez más interesada.
–Eh... sí, en la noche lunática parece que...
–No, me refería a hoy, durante la actividad en la caverna.
–Ah, ¿entonces otra vez? Yo de eso no sé...
–Ya, tú no estabas para enterarte de mucho –asintió Herilane–. Continúa, ¿qué pasa con Nova?
–Le interesa a Roca. Pero sólo lunática, porque dice que de normal se reprime. Y Darkheart le dijo que, para que se suelte, tenías que conocerla. O algo así.
–Umh, ¿qué hizo para acabar aquí?
–Rajar tíos. Violadores –repitió Nameless textualmente.
–Oh, comprendo –asintió la animadora jefa–. De acuerdo, me interesaré por ella y puede que la amadrine. Aunque no para que Eisentblut tenga una chica a su gusto –terminó con frialdad.
–Por mí... –contestó Nameless encogiéndose de hombros.
Estaba retrocediendo ya, con intención de despedirse y alejarse, cuando se abrió una puerta.
–Ah, Heri, querida –dijo Darkheart con tono casual y Nameless supo que lo había oído todo–. Has venido –celebró saliendo al pasillo y rodeándola con los brazos–. Tengo que pedirte perdón por lo de antes –susurró queriendo besarla en el cuello, pero se encontró con la palma abierta de Herilane contra su nariz.
–Empieza por Mambo –indicó ella con dureza–. ¿Y qué pasa con Nova?
–Oh, que dado su historial, he pensado que quién mejor que tú para hacerla sentirse segura en esta casa de locos.
–Ya, ya. ¿Así que por eso te dejó hecho un guiñapo? Te pones terriblemente acosador con luna llena y ella raja acosadores.
–Mmmh, sí, pero eso no quitó que disfrutara enormemente del sexo –informó, empezando a lamerle los dedos a la animadora, lo que turbó a Nameless–. Y yo le gusto –canturreó.
–Ya, que los hombres seáis unos cabrones no quita que a algunas nos pongáis. Es una jodida maldición –gruñó sin dejarse perturbar, aparentemente, por lo que estuviera sucediendo con sus dedos.
–Auch, eso ha dolido –se quejó Zack.
–¿Me vas a negar ser un cabrón? –retó Herilane.
–Pero ya sabes que lo mío es por vampiro, no por tío –refunfuñó.
–Sí, cierto –aceptó Herilane, a regañadientes.
–Porque si dudas... –empezó Zack con tonillo peligroso y se enroscó en torno a ella.
A tres metros, Nameless no sabía si salir corriendo ya o... Lo cierto era que la escena le servía para averiguar relaciones entre los villanos veteranos.
–Sí, sí, ya sé que las vampiras Darkheart son igual de acosadoras –se adelantó Herilane resignada–. Pero está visto que todos los depredadores que os creéis superiores compartís pautas de comportamiento.
Nameless estaba impresionada. Hacían una pareja deslumbradora, él con su pelo negro azabache y ella con la melena rubia con mechas oscuras, Herilane con su conjunto negro y blanco de animadora y Zack enteramente de negro; él de piel pálida inmaculada, ella más morena, de estar viva y conocer el sol, con varios tatuajes de rosas y navajas, nudilleras de pinchos y pajaritos. Pero ambos desprendían una gran seguridad en sí mismos, tranquila y peligrosa al mismo tiempo.
–Ah, Nameless –dijo Darkheart, como si acabara de reparar en ella–. La rata inútil que siempre se las apaña para dar el golpe de gracia –añadió, queriendo avanzar hacia ella con perversas intenciones, pero Herilane lo retuvo contra sí–. El problema ha sido que yo estaba intentando tener estilo y ella era un monstruo terrible, ¿sabes? –le explicó a la animadora.
–¿Y? Tú eres un monstruo terrible cuando quieres y ella ha tenido el estilo de timar a Kill para ayudar a Morilec.
–Pero tenía más garras que y dientes que yo –se quejó torciendo el morro, así costaba verlo como monstruo terrible, pero Nameless no lo dudaba–. Malditos experimentos de Satán... Jack también se ha convertido en cada cosa en estos dos años... Ya veremos en el próximo viernes par –remató con tonillo amenazador.
–Jefe, deja de pretender meterle miedo –reprochó Jack desde el interior del cuarto–, no vaya a convertirse en cualquier cosa y te tragues tus palabras.
–Quién me mandaría a mí jurar portarme bien fuera de juegos y noches lunáticas –suspiró el vampiro echando una mirada hacia el techo–. Con lo fácil que sería ajustar cuentas ahora mismo... –murmuró y sus ojos brillaron rojos en la penumbra del pasillo.
Nameless se tensó, incapaz de sacar su cuerpo de la parálisis de terror.
–¡Zack! –abroncó Jack asomándose al pasillo.
El vampiro sacudió la cabeza y Nameless sintió que se disolvía parte del terror que la encadenaba.
–Sí, disculpa, qué modales los míos. ¿Quieres pasar? –ofreció con un gesto que pretendía ser tentador.
–No, gracias –contestó, aturdida de tanto cambio.
–¿No? Será divertido –prometió y sus ojos volvieron a brillar, ahora tal vez más suaves.
Nameless sintió una oleada cálida colándose en su cabeza. Y saliendo por su nuca.
–No –repitió Nameless, deseando largarse de allí y regresar a terreno conocido.
Herilane empezó a reírse.
–Zack –repitió Jack, ahora con un susurro estricto.
–No me eches la bronca ahora, que esa parte no le afecta –resopló el vampiro y la animadora rio más alto–. He acertado en mi suposición, no siente atracción sexual por nadie. Pero no te creas afortunada por eso –advirtió inmediatamente para Nameless–, porque eso significa que sólo puedo usar el miedo contigo, y eso es mucho más desagradable –prometió serio.
–Vale –aceptó Nameless, pensando que lo mejor sería seguir estando lo más lejos posible de Darkheart.
Aunque lo cierto era que, con Herilane riéndose a carcajadas, costaba tenerle miedo visceral. Al menos sin que sus ojos brillaran. El vampiro se dio cuenta y arrastró a la animadora jefa y a Jack al interior del dormitorio, al que se le cerró la puerta sin que ninguna mano, ni pie, interviniera.
Nameless se quedó unos segundos asimilando que la conversación se hubiera terminado y se marchó rápidamente de allí, antes de que al vampiro se le ocurriera volver a salir. Aunque le había quedado pendiente darle las gracias a Jack por intervenir contra Roca...Tenía ganas de regresar a su dormitorio, aunque fuera con su Capitana, sus puños de acero y sus violentos arranques, pero antes tenía que hacer otra cosa. Por mucho miedo que le produjera.
Llamó a la puerta de Sica y esperó a hasta que ésta le dio permiso para entrar.
–Hola –saludó Nameless–, ¿podríamos... hablar un momento?
Sica asintió y le hizo un gesto para que pasara, ya iba en pijama y sobre la mesilla había una bolsa de hielo, la magulladura de su pómulo estaba ahora granate. Nameless entró y cerró la puerta tras de sí, aunque sintiera que era encerrarse en un lugar muy peligroso.
–Supongo que querrás hablar de mi mala actuación en el baño –se adelantó Morilec.
Nameless asintió lentamente, cogiendo aire, y después le costó arrancar durante unos segundos, en los que Sica continuó diciendo:
–No ha estado bien. Tú querías prestarme tu ayuda y yo he reaccionado mal. Lo siento –pero no sonaba a que lo sintiera de verdad, sino que era lo que un robot había aprendido que se decía en aquellas situaciones.
–No te gusta que se sepan tus puntos débiles, ¿verdad?
–No.
–No lo soportas.
–Para nada.
–¿Como... cuánto no lo soportas? –preguntó Nameless con temor.
–¿Estás preguntando si me molesta tanto como para desear vuestra muerte?
–...sí.
–Sí, he deseado la muerte de Roca, la tuya y la de Nova, en el caso de ella sólo por estar allí. Lo he planeado –aclaró Sica sin tapujos.
–Ya... eso me ha... parecido percibir.
–Pero cuando me has explicado que es una amenaza nimia que puedo controlar, se me ha pasado –añadió cuando pareció darse cuenta del terror que le producía y pretendió enmendarlo.
–Porque ya no tenía sentido intentar guardar el secreto –completó Nameless, que sentía que se estaba poniendo lívida.
–Sí, eso es. Supongo que no es un argumento a mi favor, pero...
–No, lo entiendo. Tiene. Lógica.
–Me gusta que seas capaz de verlo –apreció Sica.
–Ya... –suspiró, intentando sonreír, y falló–. ¿Crees que averiguar demasiados puntos débiles fue por lo que tus padres...?
–¿Mataron a sus seres cercanos? Es muy posible –asintió pensativa.
–Sica... Voy a seguir... averiguando cosas de ti. Como de todos, como tú de mí –añadió cuando notó que Morilec se endurecía.
–Sí... es... evidente –logró responder, conteniendo un temblor que no era para nada fruto del miedo–. Tal vez nos hemos precipitado con nuestra amistad.
–Ya... –Nameless bajó la mirada, tentada de dar por terminado aquel intento de amistad con una sicaria a la que todos temían. Pero ahora sabía dónde estaba el problema y que no se arreglaría por poner un poco de distancia entre ellas, no sería más que empujar a la Muerte al fondo y esperar a que reventara el día menos esperado–. Sica, voy a seguir averiguando cosas de ti –advirtió atreviéndose a levantar los ojos y se encontró con que ella tampoco la miraba–. Aunque no seamos amigas, si vamos a las mismas clases, con sólo mirarte... aprenderé –la última palabra casi no le salió, porque percibía el peligro envolviéndola como una boa constrictor con pinchos.
Sica no habló al momentos y, mientras, Nameless esperó paralizada.
–¿Por qué me lo dices? –inquirió con un punto de desesperación y ruego.
–Porque terminarás dándote cuenta, si es que no lo sabes ya –musitó–. Un día, de repente, te darás cuenta de que he averiguado algo importante y... ¿qué harás entonces?
–¿Qué hago contigo ahora? –preguntó levantando la mirada y Nameless hubiera retrocedido de no estar anclada al suelo.
–No... No soy peligrosa para ti –aseguró y Sica hizo una mueca rara, como si estuviera conteniendo un monstruo en su interior–. Sabes que yo no soy peligrosa, pero te molesta la información que pudiera vender a terceros.
–¿Vender? Estás al servicio de Eisentblut.
–¿Y? Creo que hoy se ha visto que mi lealtad sí que no se compra, estoy con quien es mi amiga.
Sica sacudió la cabeza, no quedó claro si negaba con efusividad y obsesión o si intentaba quitarse una idea problemática.
–Sal –ordenó–. Sal ahora mismo, porque... –no lo dijo, pero Nameless tuvo claro lo que estaba a punto de pasar, por lo que al momento estuvo junto a la puerta.
–Ha sido divertido colaborar en la caverna y gracias por salvarme de Roca –soltó de carrerilla antes de escurrirse al pasillo, arropada en sombras protectoras.
Regresó casi corriendo a su dormitorio, mientras sonaba la sirena del toque de queda.
–Ya le he dicho a Herilane lo de Nova –informó a Roca nada más entrar.
–Ah, has ido a eso –contestó su Capitana, que estaba mirando un desplegable de una revista y, por el interés que le ponía, podría ser tanto un desnudo humano como una metralleta desmontada–. ¿Y?
–Que irá a conocerla.
–Vale. Esas flexiones –recordó mientras recogía el desplegable y pasaba página.
–Ah, sí –dijo echándose al suelo.
–Te pasa algo –dijo Roca al cabo de unos ejercicios–. Estás ausente.
–Eh... Creo que Sica va a matarme –respondió mientras subía y bajaba, continuaba psicológicamente paralizada.
Roca soltó una carcajada y Nameless supuso que le respondería que ella misma se lo había buscado.
–¿Qué dices? Si se te da la hostia de bien manejarla. Lo he visto antes, en el baño. Tenía pinta de pretender rajarnos a las tres, y tú la has dejado suave con unas palabritas.
"Que sepa manejarla sólo empeora la situación...", se lamentó haciendo flexiones con desesperación.
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Mirad que como Sica se cargue a Nam ya y me joda la historia...
Se habla de ser novio de la Muerte. Jah, probad a ser su amiga, a ver qué tal (?)
En fin, ¿qué os parece todo lo demás? ¿La cena concurrida? ¿El trío calavera de tercero? *pregunta mientras suda por la espada de Damocles*
No sé, donadme cafés para pagarle un chaleco antibalas de cuerpo completo a Nam. O para ir organizando el funeral, no sé [https://ko-fi.com/cirkadia]
#PrayForNam
Recordad que podéis comprar mis mierdas en Libreteka y que con vuestros dineros crearé más y mejor droja [http://libreteka.es/es/26-aixa-vizuete-cirkadia] A mí me parece un plan coñonudo (?)
¿Preguntas? ¿Peticiones de ser sodomizades por algún personaje en concreto? ¿Sica tal vez? (Que os conozco)
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