14. Resaca IV (69)

Cuando se dio cuenta de que todavía no lo habían finiquitado, Killgore se revolvió.

–Shh – le chistó una voz al oído–. Ah, eres tú –se decepcionó.

–¿Pero qué hostias? ¿Nameless?

–¡Shh! Vamos –dijo ella tirando de su brazo a través de la oscuridad.

–¿A dónde? ¿De qué vas? No veo nada.

–Baja la voz –le ordenó con un susurro, arrastrándolo por las tinieblas–. Roca tiene mejor oído del que parece, no te digo yo que no pueda oír a través de la pared.

–¿Dónde estamos? –inquirió Killgore.

–Dentro de la pared, en pasadizos secretos.

–¿A dónde pretendes llevarme?

–A un sitio a salvo de los cazadores.

–¿Por qué?

–Para que no te atrapen, ¿por qué va a ser?

–No nos llevamos bien, ¿de qué vas?

–¿Y? ¿Debería estar de parte de mi Capitana? ¿Te vas a ir tú con Ravana? –retó la oscuridad–. Considera que, mientras tú sigas activo, habrá menos cazadores dedicados exclusivamente a mí.

–Huir no es mi estilo –gruñó Killgore.

–Pues mi estilo es sobrevivir –le espetó Nameless.

–Tu estilo es huir –contestó él de inmediato y ella suspiró–. No me creo lo que dicen de ti.

–Sí, seguro que es mentira –aceptó, obligándole a bajar la cabeza para pasar por algún sitio.

Killgore resopló, pero no pudo estarse callado.

–No puedes haber vencido a Darkheart.

–Claro que no, sigue entero. Por lo que a mí respecta.

–¿Te estás quedando conmigo?

–No, te estoy llevando conmigo.

–Agh, chistecitos no.

–Ssh. Baja la voz y sube las escaleras.

–¿A dónde vamos? –preguntó Killgore suspicaz.

–Ya te lo he dicho, a un lugar seguro. Oye, no sospecharás de mí, ¿verdad?

–Me sentiría más cómodo con un arma... –reconoció con un murmullo mientras trepaba–. No habrás conseguido alguna, ¿verdad? Una barra de metal me bastaría.

–Cuidado con la cabeza –advirtió Nameless y él tanteó lo que lo rodeaba, por si acaso. Efectivamente, el techo estaba muy cerca–. Voy.

Killgore notó cómo ella subía prácticamente por la pared, apoyándose poco en la escalera, y metía un brazo delante de él. Un segundo después, la luz artificial se coló al abrirse una puerta.

–Sal. No hay peligro en esta zona –aseguró ella, empujándolo fuera.

Killgore gateó por el altillo y se asomó con cautela al pasillo de abajo, estaba completamente vacío y no se escuchaba nada.

–¿Qué hay de las cámaras? –preguntó volviéndose hacia Nameless, a la que se le reducía la pupila visible al acostumbrarse a la iluminación. Aun así, no parecía desorientada.

–Estamos en un punto ciego.

–¿Seguro? A Rav se le dan bien esas cosas.

–¿Sí? Mierda, eso es algo a tener en cuenta... Ahora entiendo por qué Pain lo ha puesto en el equipo... Ah, toma, creo que esto es tuyo –añadió dándole la navaja.

–No jodas –exclamó sin levantar la voz–. ¿Me la robaste tú, cabrona?

–Te la cogí prestada anoche –respondió sin mirarlo directamente, parecía más interesada en una pared.

–¿Cuándo? –exigió saber él, arrancándosela de la mano.

Nameless tardó unos segundos en responder. Maldita misteriosa.

–Cuando te quité a Darkheart de encima. Bueno, más bien cuando te arrastré al interior de tu cuarto. Debí de pensar que me vendría bien.

–¿Fuiste tú? –preguntó asombrado–. ¿Por qué?

–No sé. Debería haber aprovechado que estaba entretenido contigo para huir, pero estaba lunática –explicó encogiéndose de hombros–. No lo hice por ti, si es lo que te preocupa –añadió socarrona sin apartar la mirada de la pared. No parecía que enfocara.

Killgore gruñó por lo bajo y examinó su navaja.

–¿La usaste contra alguien? –inquirió al ver las manchas de sangre.

–Sí. Perdón, se me ha olvidado limpiarla.

–¿Contra quién?

–Contra mí –respondió sin pudor.

–¿Contra ti? –repitió atónito–. Pero qué inútil eres.

–Sí –aceptó Nameless dócilmente, pero como si le importara un carajo–. Hay una persona cerca, y no es de los cazadores. Vamos a intentar ponerla a salvo –indicó tirando de su brazo de nuevo hacia la oscuridad de los pasadizos secretos.

Killgore rumió por lo bajo. Le molestaba la actitud de la rata novata. No se ofendía, no se justificaba ni trataba de salvar su honor, y la forma que tenía de admitir su inutilidad era demasiado... piensa lo que te dé la gana. Killgore recordó, mientras caminaba entre tinieblas, cómo Nameless había dejado que Kill pensara que iba a ahogarse pronto en el bidón, y luego la cabrona había aguantado diez, y haciendo comentarios graciosillos además. Iba a resultar que la rata era de ese tipo de persona con más maquiavelismo que ego, que te dejaban que te montaras tu historia sobre su inutilidad, para, de repente, pegarte en los morros con la verdad. Y un chiste.

–¿Entonces... qué pasó con Darkheart? –tanteó Killgore, rebajando la hostilidad. Aparentemente.

–Lo lié en una trampa y se frio. Pero eso ahora da igual, ya no estoy lunática, ya no se me ocurren esas locuras.

–¿Y no se te ha quedado nada? –inquirió y le salió con tono de reproche.

–Te estoy llevando por la oscuridad, evitando a los cazadores, ¿no?

Killgore gruñó, no pensaba darle las gracias por hacerlo huir como una rata.

–¿Preparado para actuar rápido? –preguntó ella como si fuera la jefa.

–––

Full había localizado a una de sus compañeras, ahora presa, y la perseguía silenciosamente por los pasillos. No era por no alertarla a ella, que también, sino para que Roca no la localizara y se la adjudicara. La puñetera dictadora estaba acaparando la mayor parte de la caza. El tahúr apretó el paso con intención de alcanzar a la chica al doblar la siguiente esquina. Aquél no era su estilo, él normalmente estaba al otro lado de la persecución, despistando a los sicarios tras haberse llevado una buena cantidad de un casino de algún mafiosillo. Pero no estaba mal cambiar las tornas para saber qué se sentía cazando, seguro que le servía para mejorar su próxima escapada.

Dobló la esquina y alcanzó a ver a la chica sin problemas. A ella le quedaban un puñado de metros hasta poder ocultarse en la siguiente esquina, Full podría hacer un tiro limpio, y tenía muy buena puntería. Pero entonces las luces parpadearon y, en los breves instantes de oscuridad, la chica se esfumó.

–Ravana, ¿qué ha sido eso? –preguntó por la radio.

–¿Las interferencias en tu sector? –contestó el informático–. Alguien está jugando con las luces. Pero no veo que nadie haya accedido a la red.

Full avanzó hasta el punto en el que había visto a la chica por última vez y golpeteó las paredes, hasta que una zona sonó a hueco.

–Será Nameless, que ha aprendido a hacer eso después de anoche –supuso Roca con cierto orgullo.

Full disparó a lo largo de la pared, confiando en su buena suerte.

–Naaaam –llamó canturreando mientras recargaba, y no hubo respuesta, ni siquiera los pasos de alguien escabulléndose–. Pues acaba de hacer desaparecer a esa tía con la que intentas ligar.

–¿Nova? –preguntó Eisentblut–. Agh, típico de Nameless –resopló.

–¿Alguno de vosotros se ha cargado ya a Killgore? –preguntó Ravana.

–No he tenido ese placer todavía –gruñó Roca.

–No, ¿por? –contestó Full. A ver si ahora les iba a decir que de su compañero sólo podía encargarse él. Full no se había quejado cuando habían abatido a Hedera.

–¿Y tú, Morilec? –insistió el informático.

–No –contestó al fin la sicaria–. Ni siquiera lo he visto.

–Ya, ésa es la cuestión... –continuó Ravana–. Creo que también está con Nameless.

–Imposible –soltó Roca de inmediato–. Me niego. ¡Como lo haya ayudado, le doy una paliza!

–Sí, a mí también me fastidia –coincidió Morilec–. Si está guardando sus animadversiones para hacer unión con las otras presas, nos va a dificultar la tarea –añadió, cortando el cabreo de Roca–. Nos iba perfectamente hasta que ha empezado a desaparecer gente.

–Odio que se guarde las animadversiones –rumió Eisentblut.

Full sospechó que Morilec había dicho aquello sólo para que Roca no la tomara después con Nameless por ser colaborativa. ¿Era posible que una Morilec hiciera eso?

–Si están en las paredes, necesito tecnología apropiada –continuó la sicaria con profesionalidad–. Y, Ravana, localízame a Ludo, por favor.

–Sé dónde está, estoy esperando a que conecte su cacharro a la corriente, voy a freírlo –contestó el informático.

–Los Khaos son resistentes a la electricidad, déjamelo a mí –pidió Morilec.

Full se estremeció aprovechando que nadie podía verlo. Tenía toda la pinta de que Morilec iba a cazar en serio a Nameless, con todos los trucos perversos que se supiera, que debían de ser todos los existentes. Se le encogió el estómago. Sí, aquello era un juego, una mera práctica, pero no podía evitar desear que Nameless supiera arreglárselas contra Morilec.

–––

Nameless bajó la mano con la que había pedido silencio a sus nuevos compañeros.

–Tengo que encontrar a Ludo antes de que lo haga Sica –declaró poniéndose en marcha.

–Si va a por él, olvídate –recomendó Killgore–. O te pillará a ti también.

–Va a por él para pillarme a mí –contestó Nameless sin pararse a explicar lo que había oído procedente de la radio de Full, a un buen puñado de metros de distancia–. Sica ha dicho que necesitaba tecnología nueva, ¿va a ir fuera a buscarla?

–He visto cómo sacaban armas de una pared –informó Nova, siguiéndola con una navaja de mariposa desplegada–. El trilero ha puesto la mano en la pantalla, se la ha reconocido y se ha abierto un cajón en la pared. Dentro había munición y armas.

–Así que eso es lo que hay en esas cajas empotradas –musitó Nameless. Las había percibido gracias a los ultrasonidos, pero debían de estar revestidas de plomo o algún metal similar, porque no alcanzaba a ver el interior–. Vale, ¿con qué tecnología podrían vernos dentro de la pared? ¿Ultrasonidos? –preguntó porque no sabía si el invento que Ludo le había pegado a las sienes era algo común.

–Podrían tener algún cacharro de ésos, pero lo normal son los infrarrojos –contestó Killgore–. Para que no nos vieran, tendríamos que bajarnos a temperatura ambiente, o subir la ambiental.

–Para eso tengo una idea –declaró Nameless y apretó el paso, dispuesta para el sabotaje.

–––

Sica se rearmó con gafas de visión térmica y munición Rubí especial para atravesar muros de cemento. Actuaba por rutina ya, sabía lo que tenía que hacer y lo hacía. No se paró a pensar en que iba a ir directa a eliminar a Nameless, era más importante no darle tiempo a organizar una especie de guerrilla. Lo que sí se detuvo a considerar fue que algo había cambiado en el ruido de fondo, había un sonido que faltaba, un rumor, y había sido sustituido por otro. Decidió estar alerta por ello, algo debía de significar.

Cerró el cajón del armamento de un golpe y rastreó el entorno con las gafas. Alcanzó a ver algunas figuras rojas en un fondo azul oscuro, pero era difícil saber si eran compañeros de caza o presas, o a qué distancia exacta se encontraban. Podría ir a comprobarlo, pero decidió seguir su plan, era uno que salía muy bien con gente con empatía, y Nameless parecía tener bastante, por mucho que intentara esconderlo.

–Tienes a Khaos a unas estancias a la derecha –informo Ravana, con un regusto preocupado en su voz. Era algo normal cuando alguien contrataba a un Morilec y temían qué medios podía llegar a utilizar para cumplir su objetivo. La respuesta era: todos–. Por cierto, ¿has cerrado bien el cajón del armamento?

–Sí –contestó sin dudar–. ¿Están por allí?

–Acaban de cargarse la cámara que lo vigilaba y juraría que he visto a Killgore apuntando hacia ella. Sí, era él, he rebobinado. Y, sí, ahora el cajón me aparece como abierto.

–Panda de inútiles –les gruñó Roca–. Yo me encargo.

"Si es que no se han escondido ya para cuando llegues", pensó Sica, pero no le vio sentido a decírselo a Eisentblut y cabrearla con antelación.

Acaba de localizar a Khaos cuando escuchó el bramido de Roca, casi la dejó sorda.

–¿Se lo han llevado todo? –preguntó Sica, disfrutando de ello, a saber por qué.

–¿Qué había? –quiso saber Full.

–Suficiente para tres personas, sobre todo si sólo uno tiene experiencia con ellas.

–Sí, Nameless con pistola sólo es un peligro para sí misma –rumió Eisentblut.

Sica puso los ojos en blanco. Creía conocer suficiente a Nameless como para apostar a que cogería el arma con la que tenía más horas de experiencia: el rifle. Aunque no tuviera buena puntería, no se dispararía a sí misma si se le descontrolaba. Además, habían conseguido armamento que se suponía que tenían vetado. Sica no veía ningún motivo para subestimarlos; aunque, obviamente, conseguiría eliminarlos.

Jeff Xanthidae regresó junto a su compañero de cuarto para preguntarle cómo le iba. Sica no respetó la conversación y, desde la distancia, lo abatió de un tiro en la cabeza. Al instante bajó el ángulo del cañón y acertó a Khaos en el costado. El científico gritó de dolor y logró bajar una palanca, por lo que Sica tuvo que esquivar un rayo láser. Uff, aquello era peligroso. El equipo de cazadores iba armado con munición especial, más parecida a los dardos que a las balas, la víctima sufría el dolor de un tiro real, pero sin consecuencias una vez alguien con el artilugio adecuado le quitara el aguijón. Pero las presas jugaban con lo que llevaban encima y Khaos llevaba el ingenio para montar en cualquier parte un cacharro fulminante de verdad. El cemento perdió un par de centímetros allí donde el científico atinó.

–No es personal –le aseguró cuando consiguió acercarse y atarle las manos a la espalda para evitar que sacara más cacharros–. Estaría bien que gritaras un poco más, no me obligues a torturarte –pidió amablemente.

–¿Soy... cebo? –jadeó él, doblado sobre sí mismo.

–Precisamente. Haz ruido y terminaremos pronto –prometió mientras lo arrastraba a un lugar más propicio para ella.

–Morilec, ándate con ojo –advirtió Ravana–. Han saboteado el sistema de ventilación.

–¿Piensan pasearse ahora por ahí? –planteó Full.

–Tal vez –aceptó Sica, porque de Nameless esperaba cualquiera de esas triquiñuelas–. Y han encendido la calefacción, ¿verdad?

–Pues sí. Ah, entonces lo que buscan es que no los veas con los infrarrojos –dijo el informático.

–También –asintió Sica sonriendo, que en su caso consistía en tirar un milímetro de la comisura de los labios–. Aprendes rápido, Nameless –añadió para sí misma, experimentando entusiasmo.

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Y, weno, para el tema de spin-off os habéis pronunciado de manera casi unánime a favor del clan Darks. ¿Algo más?
Todavía no tengo decidido de si voy a hacer un spin-off larguito, un par más comedidos (¿Qué es eso?) o si voy a marcarme un libro entero (???). Con Musa nunca se sabe *suspiro*

EDIT: Para el tema de los spin-offs mejor veniros a mi Patreon èwe [www.patreon.com/Cirkadia]

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