13. Bailar con el Diablo bajo la Luna II (60)
Ludo se acercó antes de que Nameless se pudiera quitar de encima de Roca y le puso las manos en la frente y las sientes. Ella sintió una presión fría y metálica, pero también flexible, y prácticamente al instante su cerebro empezó a recibir muchísima más información de su entorno. Nameless saltó hasta arrinconarse contra la pared y se tanteó la cabeza. Tenía dos placas adaptadas a las curvas de su cráneo, empezaban en las sienes, donde se aferraban como ventosas, y subían bordeando la línea del pelo hasta quedar por encima de los ojos. Las placas estaban compuestas por varias piezas, por lo que notaban sus dedos, pero no había cables ni antenas, eran muy minimalistas.
–Joder, Khaos –gruñó Roca incorporándose, pero el científico no se dio por aludido.
–¿Qué ves? –quiso saber con ansia el inventor chalado.
Nameless parpadeó, muchas veces. Podría ser que el invento ya no soltara chispas y le rizara el pelo por el método de la combustión espontánea, pero le estaba sobrecargando el cerebro de información. Si cerraba los ojos, la habitación perdía colores, pero quedaba su estructura. Y podía sentir la pared de su espalda sin necesidad de tocarla. Incluso atisbaba lo que había al otro lado.
–Todo –terminó musitando.
–En la sien derecha tienes una ruleta –indicó Ludo poniendo la mano allí, donde giró una ruletilla de no más de un centímetro de diámetro y bien incrustada en la estructura.
Nameless pegó un salto en la cama cuando pasó a ver a través de tres paredes en todas direcciones. Y cuatro. Y cinco. Y... Giró rápidamente la ruletilla en sentido contrario.
–Vale, vale... –jadeó–. Veo para qué sirve.
–Y en otra otra sien...
Nameless percibió de mientras que alguien se acercaba por el pasillo. La silueta y la forma de moverse le resultaron familiares.
–¡TÍO, ¿DE QUÉ VAS?! –bramó Jeff y Nameless se apresuró a girar la ruletilla de la sien izquierda–. Nam, ¿estás bien? –se interesó a un volumen menos atronador.
–Más... o menos... –gimió tirada de bruces en su cama.
–Vale. Tío, Ludo, voy a cerrar la puerta, y ni se te ocurra volver hasta que se te haya pasado el lunatismo, que me tienes harto –aseguró hostil.
Nameless, con la cara hundida en la colcha en la que hacía escasos minutos había estado tumbada siendo estrangulada, y luego besada, vio movimiento en el pasillo. Movimiento sospechoso. Saltó de la cama y ya estaba tirando de Jeff hacia el interior de la habitación antes de aterrizar. Cerró de un portazo y al momento le había cogido la pistola de debajo de la almohada a Roca, para apuntar a su propio armario.
–¿Qué...? –empezó a preguntar Jeff.
Nameless tenía los ojos entrecerrados y desenfocados, miraba con las placas que le había puesto Ludo. La silueta acechante dejó de estar con los pies en el suelo, por lo que ella la siguió levantando el arma hacia el techo a medida que la veía trepar como una araña.
–Zack –adivinó Roca y, en respuesta, les parpadearon las lámparas.
–Oh, vaya –murmuró Jeff, ligeramente preocupado.
–Ahora mejor sigue la ronda, primo –ordenó Roca dándole un porrazo a la puerta.
Nameless bajó la pistola cuando la silueta descendió al suelo y se fue por la izquierda sin dar más problemas. Relajó un poco la posición cuando dejó de percibirlo, aunque, por si acaso, giró un poquito la ruleta derecha para alcanzar más lejos. Nada, se había esfumado.
–Bien, pues si funciona, ahora tú puedes echarme una mano –aseguró Ludo cogiendo a Nameless del brazo y abriendo la puerta. Ella se sobresaltó por la temeridad.
–¿Q-Qué? No, no quiero salir con gente como Darkherart suelta por ahí –susurró tensa y sacó la cabeza un segundo al pasillo, sólo para percibir si el vampiro se había quedado por allí.
–Ya, va a ser un incordio competir con más lunáticos. En casa sólo está mi madre. Por eso te necesito –explicó, todo cuerdo en su locura.
–P-Pero... –balbuceó Nameless, siendo arrastrada al pasillo, y buscó ayudar en sus compañeros, pero a Jeff le parecía perfecto y Roca tenía una sonrisilla de satisfacción.
–Mira, así no tengo que incumplir la apuesta –dijo quitándole la pistola y endosándole a cambio su paralizadora–. Mejor no vayas con cosas que no tienes ni idea de cómo se usan –recomendó, pero le metió también la nudillera en el bolsillo–. Pásatelo bien –remató con un tono demasiado cantarín para ser Eisentblut y le dio un golpe en la mandíbula para que la cerrara.
–Vamos, vamos, antes de que Karla acapare el pararrayos –indicó Ludo.
"Ah, que además va a estar Karla", pensó Nameless y emitió una risita nerviosa. Giró poco a poco la ruleta de la derecha, forzando a su cerebro al límite a medida que avanzaban por el oscuro pasillo. Incluso subió unos puntos el volumen del sonido, aunque en su desquiciado cerebro se mezclara y todo acabara siendo lo mismo. Todo era ruido, todo eran estructuras y texturas a su alrededor. "¿Dónde estará Darkheart?", se preguntó inquieta, echándose la capucha del pijama por la cabeza, lo que no entorpecía nada su visión.
–Vamos, vamos –apremió Ludo, ajeno a todo peligro.
–––
Roca se enganchó el cuello de la camiseta del pijama con un dedo y tiró de él para darse aire.
–¿Calor? –se extrañó Jeff.
–Tengo un calentón...
–Ah, pues a mí no me mires –advirtió el cocinero.
–No, ten seguro que a ti no te voy a mirar –respondió categórica y algo socarrona.
–Chachi pistachi –dijo Jeff levantando los pulgares y empuñó el rifle–. Ea, me voy a la cama –anunció asomándose al pasillo con cautela.
–Deja la puerta abierta –indicó Roca.
–Vaaaaale –aceptó él y caminó rápidamente hacia su habitación.
Roca prestó atención, pero no escuchó que Zack interceptara a Jeff. Resopló y regresó a su cama con desgana. La cara desquiciada, oscurecida y sádica de Nameless la había turbado, lástima que compartiera cuerpo con la rata cobarde. Empezaba a plantearse ir al armario en busca de los juguetes sexuales de asistencia personal, cuando notó el cambio de presión y se le erizó el vello de los brazos. De reojo vio que el pasillo estaba negro como un pozo y que incluso un poco de aquella sombra se derramaba por el suelo del cuarto, desafiando a la luz de las lámparas.
–¿No persigues a mi Subcapitana, Zack?
–Hueles a deseo –contestó un voz, casi exacta a la de Zack pero un pelín más aguda y aterciopelada, y asomó una cara casi como la de Zack, pero ligeramente más ovalada, a metro y medio del suelo y en horizontal, el resto del cuerpo estaría encaramado a la pared. El pelo negro y lacio le caía en vertical. Los ojos rojos se clavaron en Roca, que sonrió al verla–. ¿Qué ha pasado aquí?
–Que Nameless lunática puede tener su punto –reconoció Eisentblut.
–Um, interesante. Va a ser divertido jugar con la novata reprimida entonces –meditó la vampira.
–Regina, ¿entras o prefieres que cierre la puerta para que te cueles por debajo?
La visitante sonrió sin separar los labios.
–Reconozco que colarme en tu cuarto y en tu cama me excita... sobre todo cuando ya estás entretenida. ¿Ibas a por los juguetes ahora? –canturreó mordisqueándose el labio inferior.
Roca la miró fijamente.
–Ya veo, y huelo, que no estás para rodeos –terminó respondiendo Regina y se enderezó, por lo que su cuerpo, ahora con más curvas bajo la camisa negra a medio desabrochar, asomó por la puerta en vertical, aunque sus pies flotaban envueltos en una neblina negra a un palmo del suelo–. ¿Qué te parece si dejo que tu Subacapitana se adapte un poco a la noche y mientras tú y yo...?
Roca ya se estaba quitando el pijama.
–¿Nada de jugueteos? –preguntó Regina antes de que Eisentblut la agarrara para derribarla en su cama–. ¡Que se supone que quien tiene lunatismo soy yo! –exclamó mientras su ropa volaba.
–––
Nameless estaba extremadamente alerta con todos sus sentidos, de los que ahora tenía algunos más, o podría ser que fueran los de siempre pero sobredimensionados. De cualquier manera, estaba en Rusia, o al menos en la zona de la mesa del Comedor en la que se representaba el vasto país. Bajo sus pies no había más que diminutas aldeas, sobre su cabeza se estaba montando una carpa de cables y, alrededor, en otras partes del mapamundi, se instalaban más lunáticos.
–Enchúfalo a la corriente –le indicó Ludo tendiéndole un cable de diez centímetros de grosor acabado en en tres varillas metálicas en el centro y cuatro enganches a los lados, que asumió que sería para fijarlo al enchufe.
–¿Dónde...? –preguntó mientras buscaba en las paredes un agujero del tamaño necesario.
Khaos señaló hacia el techo, hacia donde confluía la maraña de cables. En el centro había un gran cilindro metálico colgando del techo, con multitud de enchufes que iban completándose a medida que los lunáticos se unían a la fiesta. Nameless estaba segura de que aquello no había estado allí en días anteriores, pero no podía asegurar que no hubiera estado durante la cena, ya que prácticamente no había levantado la mirada.
–Vale... –aceptó cogiendo el cable e inspirando hondo.
Había trepado al techo del gimnasio cargada con muchos kilos, no estaba segura de cuántos, de modo que no era imposible. Cogió un cinturón de herramientas y lo usó para engancharse el cable a la cintura y tener las manos libres. Después se bajó de la mesa por lo que sería el mar de Kara y caminó hasta la pared arrastrando el pesado cable. Alzó la mirada y calculó una ruta, que tenía sus complicaciones, no sólo porque aquello tuviera menos asideros que el rocódromo. Allí había un par de gruesos cables fijados a las paredes por dos o tres anclajes, lo que evitaba que cayeran sobre las mesas; pero había otros sin sujeción, que colgaban de cualquier manera, entrecruzándose con otros y creando un red. Para colmo, había cables que, estando fijados en algún punto, luego se entrelazaban y volvían a fijarse, dándole tridimensionalidad al lío.
Nameless comenzó a trepar por entre los cables, procurando que el suyo tuviera posibilidad de quedar bien pegado a la pared. No le parecía que Ludo fuera a darse cuenta de su trabajo en la seguridad, pero le daba lo mismo, ella pensaba hacerlo lo mejor posible. Además, tenía la sensación de que, estando ocupada en aquello, no destacaría y el resto de lunáticos no la molestaría. Y, ya que pensaba en eso... ¿dónde diablos estaría Zack que no le había saltado a la yugular todavía?
–––
Regina clavó los colmillos en el musculado hombro de Roca, que gimió un poco más por ello. A la vampira les gustaba la sangre de quienes experimentaban gran placer. El dolor y el miedo eran otro asunto. El placer era una golosina por la que además tenía que esforzarse, así que le sabía muchísimo mejor. Mientras, su mano continuaba moviéndose en el sexo húmedo de Roca, que le hincaba las uñas en la espalda y le exigía que no aminorara al ritmo frenético. Regina siguió mañosa hasta que su amante se arqueó, gimió hondo y le hundió las uñas seguramente hasta hacerla sangrar. Roca nunca hacía mucho ruido, no porque se reprimiera ni nada de eso, simplemente no le salía nada más allá de algunos gemidos y jadeos profundos. Sus uñas hablaban por ella. Y sus brazos cuando le daba por invertir posiciones.
Regina sonrió cuando acabó bajo el cuerpo caliente y sudoroso de la militar. La fascinaba cómo, justo después de haber tenido un potente orgasmo y haber perdido parte de su sangre en beneficio de la vampira, tuviera aquella fuerza para continuar. Era imparable. Insaciable también. Una fuerza de la naturaleza.
–Um... –dijo al fin Roca, besándole el cuello en sentido descendente–. Tendrías que estar siempre en este cuerpo –deseó acariciándole un pecho–. Eres más fácil de mirar. Y tocar –se deleitó mordisqueándole un pezón.
Regina se estremeció de placer, pero frunció el ceño.
–¿Te digo yo que dejes de hacer pesas para que tengas unos hombros más suaves y fáciles de morder? –preguntó ofendida.
–Sí, de vez en cuando.
–Hum. Pero no me haces caso, ¿verdad?
–Venga, no te cabrees –pidió Roca, metiéndole la mano entre las piernas a nivel de las rodillas para después ir subiendo–. Me pregunto si perturbarías a mi Subcapitana más así o como Zack.
–Um... Con cada forma tengo mi punto... Todo sería probar –jadeó de placer, separando las piernas–. Por cierto, ¿haces esto para entretenerme y que no vaya a por ella? –planteó dándole un golpecito con el dedo en la nuca, mientras Roca le lamía un pecho y su mano ganaba velocidad abajo.
–Jah. Ve a por ella ahora si quieres –indicó, pero no se detuvo.
–Mmmmh, voy a esperar un rato más... –ronroneó poniéndole una mano en la nuca.
–Oye, ¿por qué te interesa ella de entre todos los novatos?
–Oh, bueno... me intriga la chavala debilucha... que has aceptado bajo tu dictatorial ala... –contestó mientras su cuerpo le pedía que se dejaran de cháchara y se centrara en lo importante– sobre todo si... huele tanto a civil...
–Es de primera generación –le recordó Roca secamente y el movimiento de su mano se endureció.
–Sí, sí, claro, claro –aceptó, aunque tenía otra cosa mente–. El caso es que... Ummmmmm...
–Y voy a convertirla en una secuaz terrorífica –prometió y, pese a todo, sus dedos seguían cumpliendo un buen trabajo.
–Eso ya lo esto... aaah... viendo, sí... Lo será... Mmmmh.... Y quiero... ahhh... verlo de cerca...
Roca pareció aceptar aquella explicación, le agarró las muñecas para llevarlas a la cabecera y atárselas allí, y cambió de posición para colocarse entre sus piernas y separárselas más agarrándola por los muslos. "Qué bruta eres", pensó Regina mientras su amante bajaba la cabeza, "y, oh, sí, qué buena también", añadió a continuación cerrando los ojos desenfocados.
–––
Nameless consideró que había hecho un trabajo profesional. El cable de Ludo recorría un pedazo de Rusia, bajaba al suelo en el mar de Kara, donde hacía un giro de 90 grados gracias a una abrazadera, recorría el suelo hasta la pared y empezaba a subir por ella, bien fijado y sin crear arcos gracias al conveniente uso de más abrazaderas. El cable llegaba hasta el techo, donde, no teniendo muy claro cómo lo había logrado, Nameless lo había fijado con tres abrazaderas más, antes de dejarlo colgar hasta conectarse al cilindro metálico suspendido en mitad. Era el único cable que no tocaba ninguno más y no crearía cortocircuitos raros, lo que seguramente decepcionaría a sus locos compañeros.
–¿Puedes ir a buscar otro transformador? –le preguntó Ludo mientras seguía cacharreando–. Éste no se adapta bien. Vamos, que quiero más potencia –aclaró para que nadie pensara que era una cuestión de forma que no pudiera solucionar.
Nameless miró la mesa dispuesta entre el bloque de Europa y África y el de América. Tragó saliva. En el Caribe había una Animadora Infernal y, por algún lugar de Colombia o Venezuela, estaba Karla con su charrarería de forma amenazadora.
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¿Os creíais que Roca se iba a quedar con las ganas? Nah, tiene recursos.
Si teníais dudas respecto a la relación entre Roca y Zack... espero haberos creado más al incluir a Regi X'DDD O puede que lo veáis claro (Ojalá).
De cualquier manera, ya se irá hablando de todo esto.
¡Larrga vida a Nam sobrre la Madrre Rrusia! (?)
¿Preguntas? ¿Peticiones? ¿Bragas a 3€?
(Las "bragas" podéis pagarlas aquí https://ko-fi.com/cirkadia *guiño* *guiño* *codazo*)
Y os recuerdo, como siempre, que las 51 primeras partes las podéis tener en PDF para vosotres pa'siempre, pillándolo aquí, en La Libreteka http://libreteka.es/es/inicio/27-ievsha.html
EDIT: ¡Nada como pegar chispazos sobre Rusia! =D
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