11. Amistades peligrosas VIII (51)

Después de la comida, en clase de Cacharros, Wolfstein les mandó montar algo, lo que fuera, que resultara capaz de encender una vela. Nameless se quedó un rato mirando su mesa, buscando alguna idea sencilla, porque ya escuchaba rumores sobre rayos láser o química avanzada (lo segundo en el caso de Hedera, por supuesto) cuando finalmente decidió tirar por lo conocido. Los detonadores para bombas se le daban bien y a la gente no le parecería más que un mechero eléctrico. Seguía sin querer que se supiera su talento eminentemente villanesco.

Se levantó a por los materiales necesarios, mientras ya atisbaba a compañeros armando grandes sopletes que prenderían y consumirían la vela en un solo segundo, o cachivaches que a saber cómo se las apañarían, tal vez con pequeñas explosiones nucleares. Nameless empezó a montar su pequeño dispositivo, había aprendido que sus ideas sencillas y ligeras eran bien recibidas en aquella clase.

Le llevó algo más de tiempo de la cuenta, ya que normalmente bastaba con que los detonadores emitieran una chispa, pero allí necesitaba algo más mantenido para prender la mecha. Aun así, no tardó mucho en hacer un pequeño aparato que creaba un arco eléctrico con el que hizo surgir la llama. Estaba sonriendo satisfecha cuando un brazo mecánico apareció de la oscuridad de su alrededor, trayendo una vela que acabó bocabajo sobre la de Nameless, prendiendo así su mecha.

–Full –reprochó con ligereza al reconocer al dueño del brazo robotizado–. Tramposo –acusó con ligereza, divertida, y él hizo una reverencia riéndose.

–Buena jugada, trilero –aceptó el profesor y hubo quejas por parte de quienes no se les había ocurrido aquella astuta jugada–. Y muy bien por tu aparatito, Nameless, muy nítido y compacto. Me alegra ver que le estás cogiendo maña a la electrónica.

Nameless amplió su sonrisa satisfecha. Estaba bien tener clases en las que no sufría sistemáticamente.

Al ir hacia la salida, se encontraron con que Hedera se había pasado con la reacción química, quemando toda la vela, la mesa y sus propias cejas. Full se tronchó elegantemente de la risa. Roca había hecho una especie de pistola que disparaba fuego chorreante que derretía las velas al instante, las suyas y las de los vecinos.

–Eisentblut, si las destruyes, no vale –le advirtió Wolfestein.

–Vaya mierda de tarea –masculló Roca–. Vete saliendo –ordenó a Nameless–. Yo tardaré un rato –añadió cogiendo un martillo y poniendo cara de loca que iba a destruirlo todo.

Nameless continuó hacia la salida con una sonrisilla de suficiencia que procuró que su Capitana no viera, pero, al llegar a la puerta, la borró. Siempre se topaba con las animadoras a la salida de Cacharros. No sería de extrañar que aquel día también la estuvieran esperando. Salió al pasillo con cautela. Full se había quedado intentando apagar las mangas de Hedera, sin dejar de reír, eso sí. El pasillo estaba vacío, silencioso y lleno de sombras, que ella esperaba usar para que no volvieran a pillarla desprevenida.

Se metió en un recodo del pasillo y se apoyó contra la esquina para esperar a Roca. La lógica le decía que cualquiera con los ojos habituados a la penumbra podría verla fácilmente, pero quiso confiar en que sus poderes de sombra la mantendrían a salvo. Y si no, al menos allí abajo no había sol, por lo que podría salir huyendo a la velocidad de la oscuridad. No tuvo que esperar mucho, pronto le llegaron un par de voces ya conocidas.

–¿Todavía no ha salido? –se extrañó la animadora de pelo verde.

–No sé, Karla... ¿Y si ya se ha marchado? –propuso Skull, la de pelo morado.

–Acabamos de cruzarnos con Ludo, no puede haber sido más rápida que él.

Nameless frunció el ceño. ¿La de pelo verde ya conocía a Khaos para no llamarlo por su famoso apellido?

Las Animadoras Infernales se acercaron hasta su posición, rondando la puerta de la clase de Cacharros, pero sin percibir a Nameless, a escasos dos metros. Ella se mantuvo en silencio, quieta y lo más serena posible. Aprovechó la corta distancia, y que en aquella ocasión no estuviera tan asustada como cuando se había metido en el almacén, para examinarlas.

Skull era la más alta de las dos, flaca, pero no fina, no sería extraño que se le diera bien el atletismo y, por tanto, perseguirla en una carrera. La cara la tenía maquillada para parecerse a una colorida calavera blanca, negra y lila, con una pintura muy vistosa y seguramente a prueba de bombas. El resto de la piel al descubierto en brazos, piernas y unos centímetros de vientre era algo oscura. Las uñas de sus grandes manos estaban largas y pintadas a juego con su pelo morado recogido hoy en un moño sujetado por unas varillas retorcidas para formar otra calavera. La falda de tablas blancas y negras le llegaba por la mitad de sus fibrados muslos, y calzaba unas zapatillas deportivas negras y violetas, con calcetines oscuros con más calaveras pintadas. Llevaba todo muy bien preparado y a conjunto.

Por otro lado, la tal Karla se tomaba de forma más relajada lo de conjuntarse entera. Era más baja y rechoncha, con un uniforme de animadora muy parecido, con la falda de tablas negra y verde hasta las rodillas, mientras que la parte de arriba era más bien un top. En su caso lo más reseñable era su piel, de un tono gris azulado que no debía ser posible en ninguna persona viva, y no estaba segura de que fuera maquillaje. Nameless asumió que de igual forma que Bohém le había cambiado el color de los ojos, lo mismo podría hacerse con el de piel. De hecho, los irises de Karla eran de un verde raro, como fluorescente, y el espacio que los rodeaba era completamente amarillo. ¿Seguro que aquella chavala no tenía una enfermedad hepática? Se recogía el pelo verde en dos moñetes que apuntaban como antenas cónicas. Y... ¿era una cicatriz lo de su cuello? Oh, dioses. Nameless abrió los ojos como platos y temió que llegaran a escuchar su sorpresa al darse cuenta de que Karla tenía una cicatriz que le rodeaba todo el cuello, con las marcas de un puntos bien dados, y bien evidentes. Tenía otra igual en una muñeca. Y en la pantorrilla contraria. Y otra le cruzaba el vientre en vertical. ¿Aquella chica era una zombi? Que no sería de extrañar, teniendo ya un vampiro, pero no dejaba de impactarla.

–¿Y se ha enterado Khaos? –preguntó Skull–. Como parece que se ha hecho amigo de la rata cobarde...

–Qué va. A ése le cuesta mucho enterarse de las cosas. Y ella no le habrá dicho nada –asumió Karla.

Nameless enarcó de nuevo las cejas. ¿Resultaba que Ludo tenía voz en el asunto? Interesante.

–¿Y a ti también te ha preguntado Herilane que qué intenciones tenemos con la novata? –continuó Skull.

–Sí –suspiró su compañera–. No esperaba que a la jefa le fuera a importar.

Vaya, ¿la Jefa de las Animadoras Infernales no quería crujirla? Bueno, eso explicaba por qué de las seis sólo dos iban a por ella.

–Creo que Jack ha hablado con ella –gruñó Skull.

–No me digas que Herilane no quiere tocarla porque le interesa al chupasangre –exclamó Karla–. Pensaba que habíamos quedado en que no habría favoritismos.

Vale, si el motivo para que la dejaran entera era por gusto de Darkheart, casi que prefería que aquellas dos la golpearan un poco. Pero sólo si no había otra salida, claro.

–A ver, no sé qué te habrá dicho a ti, pero a mí sólo me ha preguntado que qué intenciones tenemos con ella. No me ha prohibido que la atosiguemos un poco –alegó Skull.

–¿Le has dicho que siempre se nos escapa?

–Sí, ¿por?

–Porque si nunca la pillamos, no hace falta que nos prohíba nada.

–Vale, Karla, lo que tú digas –resopló–. ¿Por qué no le preguntas a Herilane que intenciones tiene ella?

–Porque no me apetece que termine prohibiéndomelo explícitamente –gruñó la chica gris azulada.

En ese momento se abrió la puerta de la clase de Cacharros y, tras un instante de expectación, las animadoras se decepcionaron porque se tratara de Sica.

–Oye, Morilec, ¿sabes si ha salido Nameless ya? –le preguntó Skull a bocajarro.

Sica las miró a ambas con su habitual calma y silencio, y entre ellas, directamente a Nameless, que aguantó la respiración.

–Ha salido hace un rato –contestó finalmente, sin faltar a la verdad.

–Venga ya, ¿antes que Khaos? –inquirió Karla.

–No tengo claro quién ha salido primero.

–Pues no nos la hemos cruzado –le hizo saber Skull.

–Puede que se haya ido en sentido contrario –sugirió Sica.

–¿Más profundo, hacia la zona de Kill? –cuestionó escéptica la de pelo morado.

–Depende del miedo que le deis.

–¿A qué te refieres? –quiso saber Karla.

–Venís a buscarla siempre a la salida de Cacharros porque sabéis que es más rápida que Eisentblut. Si ella sabe que lo sabéis, nada más salir habrá hecho lo necesario para evitaros.

Skull resopló, pero sonó a que se lo creía.

–Vamos a ver si se ha escondido en una mazmorra de Kill –dijo Karla–. Sería muy divertido.

–Sí, pero aquí hemos estado perdiendo nosotras el tiempo –rumió Skull alejándose–. Gracias, Morilec –remató con desgana.

Nameless esperó a dejar de oírlas y entonces se asomó para comprobar que realmente se habían marchado hacia las profundidades. Cuando se volvió hacia Sica, se encontró con que se estaba marchando, sin darle la oportunidad de agradecérselo, lo que la frustró bastante. Asumía que Morilec no estaba enfadada con ella, o habría desvelado su posición a las animadoras. Pero se estaba tomando demasiado en serio la orden de Roca de no acercarse a ella. Y aquello crispaba a Nameless.

–¿Jugando con sombras? –preguntó su Capitana al salir al pasillo.

Nameless miró a su alrededor con cuidado y comprobó que, efectivamente, aquella zona no había estado tan oscura hacía unos segundos. Las dos lámparas más cercanas luchaban por brillar, débiles y parpadeantes.

–Algo así –tuvo que reconocer y las lámparas pudieron respirar tranquilas cuando las tinieblas extra se esfumaron.

–Vas mejorando –asintió Roca, enfilando hacia el exterior, en sentido contrario a las animadoras–. Pero me pregunto si lo suficiente para esta luna llena.

Nameless puso los ojos en blanco, ya estaba otra vez metiéndole miedo con lo mismo. Sólo le faltaba recordarle que la iba a echar del dormitorio.

–Vamos a entrenar, anda –le contestó a su Capitana.

–¿Le has cogido el gusto? –preguntó Roca gratamente sorprendida.

–No, pero a ver cuánto mejoro antes de esta luna llena –murmuró resignada.

Fueron al gimnasio, Nameless se cargó con las tobilleras sin rechistar y salieron a correr.

–¿La competición de hoy podemos hacerla con otro recorrido? –tanteó cuando le fue permitido quitarse las tobilleras de plomo.

–A ver qué propones –dijo Roca dándole una oportunidad.

–Desde esta pared, hasta el río y vuelta.

–Vale –aceptó Eisentblut sin pensarlo demasiado–. Si pierdes, tu amigo el árbol te está esperando.

–Vale. Si gano yo... –estuvo tentada de decirle "dejas que Sica me hable", pero prefirió ahorrarse problemas–, mañana por la noche no me puedes echar del cuarto.

Roca gruñó fastidiada, pero terminó tendiéndole la mano para cerrar el trato. Nameless se la estrechó, aunque se arrepintió al instante, al sentir que su Capitana le iba a triturar los nudillos. Una vez le hubo convertido la mano en compota, Roca echó a correr como la tramposa que era. Nameless no perjuró demasiado, porque ya se lo había esperado, pero, demonios, la pobre mano que había golpeado el árbol el día anterior ahora había quedado casi peor por la fuerza sobrehumana de su Capitana.

Pese a salir más tarde, no le costó ponerse a la par de Roca al internarse en el bosque. Obviamente, adelantarla era otro asunto, pero Nameless consiguió llegar a estar un paso por delante. Perdió toda la ventaja al salir a campo abierto hacia el río y Roca puso mucho espacio entre ellas. Nameless se caló bien la capucha cuando vio a una heroína en chándal verde haciendo poses de artes marciales en la otra orilla, bajo el sol, y se esforzó en volver al bosque cuanto antes. A la sombra de los altos árboles, sintiéndose más ligera, apretó el paso y se plantó junto a Roca al momento. No se conformó con ello y echó todas sus fuerzas en adelantarla. Los troncos se convirtieron en borrones a los lados. Al llegar a la franja despejada que rodeaba el Instituto, Nameless flojeó, pero llevaba suficiente inercia como para estamparse contra la pared antes que Roca.

–¿Has aprendido ya por dónde tienes que correr? –se regodeó su Capitana, como si hubiera sido obra suya el descubrimiento.

–No me podrás echar –le recordó Nameless jadeando bajo el sol, lo que hizo rabiar a Roca.

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Y CON ESTO ALCANZAMOS EL MEDIO AÑO EXACTO DE PUBLICACIÓN DE IEVSHA.
¡OH, SÍ!
OH, YEAH!!
PIM, PAM, TOMA LACASITOS.

Ajem, ejem. 

Con esta parte también se termina el 11º capítulo. Ni que lo hubiera calculado XDDD (Juro que no calculo estas cosas)

He de decir que esta parte me mola porque por fin describí como es debido a las Animadoras que más dan por saco a Nam :3 ¿No son monérrimas?

Y Sica... En fin *música triste*

Dos cosicas más:

1. Estoy a ver si recopilo todo este medio año y lo pongo en PDF, con portada y las preguntas y respuestas, y las encuestas de popularidad. Como los tomos de cómic.

2. ¡Vamos a celebrar el medio año mandándome dinero en ko-fi.com/cirkadia! ∠( ᐛ 」∠)_
(Sí, cada vez más descarada)

¡VAMOS A POR EL AÑO COMPLETO!(๑•̀ㅂ•́)و✧

(PD: ¿Habéis apostado ya todes por dónde estaremos cuando cumpla el año?)

EDIT: Diría que se me fue la perola al decir que con esta parte ya hicimos la mitad, cuando más bien es con la siguiente... Pero bueno ¯\_(ツ)_/¯

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