Capítulo 11
No puede ser, él no puede recordar, no debe recordar nada. Estoy empezando a entrar en pánico, todo está mal, fuera de control, tengo que buscar ayuda.
—Ohm Thitiwat, ¿a qué debo semejante honor? Eres un ingrato, solo te acuerdas de los amigos cuando tienes problemas.
—Tú y yo no somos amigos Mew, si te busco es porque no me ha quedado más remedio – le espeto y es la pura verdad si hubiese tenido otra opción, pero es mi último recurso, lo que me pasa con Fluke no es normal.
Mew y yo fuimos como hermanos, de eso ya hace décadas, pero desde ese fatídico día nada volvió a ser lo mismo.
—Hieres mi corazón con tus frías palabras – me dice agarrándose el pecho con un gesto dramático.
—Tú no tienes corazón – le respondo, no pienso seguirle el juego.
— ¡Oh! Es cierto, así que no hay problema. ¿Qué necesitas de mí?
—Necesito saber si alguna vez has sabido de un mortal que pueda recordar después de borrarle la memoria – le pregunto directamente.
—Nunca he oído que eso pasara, no es posible... espera, ¿te ha pasado a ti? – me pregunta receloso.
—Contesta a la pregunta, quiero estar seguro... por algo que voy a hacer y no puedo fallar – le digo de forma ambigua, no tengo que darle explicaciones.
—Ya veo. Que yo sepa los humanos no pueden recordar las cosas que borramos de sus mentes. Su sistema es limitado y muy moldeable, no tienes que preocuparte por eso, pero...
— ¿Pero qué? – le encanta el sonido de su propia voz, me saca de quicio.
—Buscadores. Ellos no son humanos normales, no es fácil engañarlos. ¿Acaso te has topado con alguno?
Fluke no puede ser un buscador, él no puede serlo... es imposible.
—Tengo que irme, gracias por la información – le respondo saliendo como alma que lleva al diablo de este sitio.
Oigo como me llama desde la distancia, creo oír una advertencia por su parte, me estoy empezando a arrepentir de haber venido, no quiero que Mew se involucre en mis asuntos con Fluke.
Fluke, mi Fluke no puede ser un buscador, es tan vulnerable y cariñoso. Hoy está sentado tan lejos de mí como le es posible y ni siquiera me mira.
El profesor empieza su clase y yo solo me concentro en su pelo castaño, sus pecas y su estupendo olor.
—Hoy tendremos tutoría con los grupos de trabajo, los espero después de la clase en mi oficina, y chicos, es obligatorio— nos dice el profesor, entre gemidos de disgusto por parte de mis compañeros.
Entonces, Fluke por fin me mira, y sé que es por lo que le ha dicho el profesor. Por mi primera vez este vejestorio me sirve de algo. Gracias a su tutoría tendré una excusa para acercarme a mi pequeño.
Poco después Fluke se levanta y se dirige al profesor. Veo que le pide hablar con él, seguramente querrá decirle que no puede trabajar conmigo. Tengo que adelantarme.
—Señor Natouch, para la tutoría deben estar todos los miembros del grupo. ¿Dónde están sus compañeros?— le pregunta de malos modos.
—De eso precisamente quería hablarle...
—Aquí estoy profesor— me apresuro a interrumpirlo.
—Bien, a mi oficina los dos— nos dice saliendo del aula.
Fluke me mira fulminándome con la mirada. Menos mal que soy inmortal, porque si no hubiese acabado muerto. Nunca una cara me había causado un escalofrío, por lo menos no desde hace siglos.
—Bien, veamos que tienen hasta ahora— nos pide el profesor.
Fluke saca los apuntes sobre el trabajo y estamos una hora en esa claustrofóbica oficina repasando el trabajo. Fluke está muy incómodo, no quiero que se sienta así, pero ya no sé qué hacer para acercarme a él.
Puedo sentir su corazón latir y el sonido de su voz suave y armoniosa me relaja por completo. Mi chico es totalmente humano, no puede ser un buscador. Hace mucho tiempo que no he visto a uno, pero puedo reconocerlos perfectamente.
Los buscadores son seres especiales de apariencia humana, pero tienen una energía muy diferente. Suelen vivir más que un humano corriente, pero no son inmortales como los de mi raza.
Un buscador tiene la misión de acabar con nosotros y otros seres no humanos. El último que conocí, murió hace doscientos años y desde ese entonces no me he topado con ninguno.
Fluke es tan humano, inocente, suave y perfecto que no puede ser uno de ellos. Y eso me alivia, pero entonces no sé por qué no le afecta la hipnosis.
—Van muy bien enfocados, trabajen un poco los puntos que les he marcado y nos vemos en una semana. Buen trabajo— nos dice el profesor sacándome de mis pensamientos.
—Muchas gracias— le responde Fluke e inmediatamente se levanta y sale del despacho como una bala.
— ¡Espera!— lo detengo por el brazo en mitad del pasillo.
— ¡Suéltame! ¡No me toques!— me grita zafándose de mi mano.
—Está bien, no te toco— le digo levantando las manos en señal de paz.
— ¿Qué quieres?— me pregunta sin mirarme.
—Habla conmigo, por favor, es importante— le pido.
— ¿Para qué vuelvas a mentirme y tratarme como un loco?— me pregunta con desdén.
—Por favor, necesito que hablemos como adultos, pero aquí no— me mira dudoso, pero me sigue por el pasillo hasta el exterior del campus. Lo llevo junto al árbol donde hablamos la última vez.
—Ya estamos aquí, ahora habla— me exige.
— ¿Estás bien?
— ¿Para eso me has traído? Estoy bien, gracias por preguntar. Si no quieres nada más me largo que tengo cosas más importantes que hacer.
— ¡Lo admito! — le grito y él se detiene de golpe.
— ¿Admites ser un vampiro o haberte acostado con Yoo Han? — me pregunta furioso.
—Soy un vampiro, pero no me acosté con ella— le respondo.
—Lo primero ya lo sabía, lo segundo... no te creo.
—No me crees, pero es la verdad— intento mirarlo a los ojos, pero él me rehúye.
—No sé qué crees saber sobre los de mi raza, pero no soy como los demás, yo no bebo sangre... ya no— intento darle una explicación.
—A mí me mordiste, bebiste de mi sangre— me dice confundido.
—Sí, es verdad. No sé qué me pasa contigo, pero hace muchísimo tiempo que dejé de alimentarme así.
—Si no bebes sangre, ¿cómo te alimentas?— me pregunta.
—Eso no es importante.
—Claro que lo es. Necesito protegerme de ti— me suelta.
— ¿Me tienes miedo?
—No, pero no confío en ti— me espeta y de nuevo ese escalofrío en mi piel. No me teme y eso hace que lo adore un poco más.
—Puedes estar tranquilo, no voy a atacarte— le digo sin explicarle nada más.
—Eso ya lo sé— me dice muy seguro de su valentía, ese rasgo es muy sexy.
—Entonces...
—Entonces estoy esperando tu respuesta, Ohm— me dice cruzándose de brazos.
Sé que no tengo escapatoria, si quiero que confíe en mí, tengo que decirle la verdad.
—Sexo — le susurro resignado esperando su reacción.
— ¿Sexo? ¿Te alimentas de sexo?— me pregunta sin creérselo del todo.
—Sí, la energía que obtengo durante el acto es la base de mi alimentación.
—Entonces te acuestas con cualquiera para variar el menú— no es una pregunta.
—Por supuesto que no, yo suelo escoger un compañero o compañera permanente durante mi estancia en el lugar donde resido— intento explicarle y no imagina lo que me cuesta contarle todo esto.
— ¿Y con quién te ibas a quedar con Yoo Han o conmigo?— me desconcierta que de todo lo que le he contado, quiera saber esto precisamente.
—Yoo Han nunca ha sido una opción, ella fue una medida desesperada.
—Entonces, admites que te acostaste con ella— me reprocha con sus ojos echando chispas.
—No fue así, yo quería estar contigo, pero me pediste que te dejara en paz y yo... necesitaba energía. Si no encontraba pronto alguien de quién alimentarme, volvería a la sangre y no quería volver ahí. Pero cuando llegó el momento no pude— le explico.
— ¿Por qué?
—Por ti.
—Por supuesto, por mí— me responde, es tan terco, sigue sin creerme.
— ¡Es cierto! ¡Te vi a ti! Te has convertido en una obsesión para mí. Tu cuerpo me llama, tu olor me vuelve loco y no puedo dejar de desearte— le digo volviendo a envolver mi mano en su muñeca.
—Pues, me da igual. Yo no siento nada por ti— me dice apartándome con brusquedad.
— ¿Seguro? No es eso lo que me dice el latido de tu corazón— le digo acorralándolo contra el árbol.
Un jadeo escapa de sus labios, parpadea varias veces y su respiración se vuelve pesada. Su pecho sube y baja sin control rozándose con el mío, dejándome una sensación de calor que acaba en mi entrepierna.
—Ohm...
—Estás tan excitado, no lo niegues, porque no puedes ocultármelo — le susurro en el oído.
—No... yo no te deseo...— me responde sin aliento.
—Mentiroso, mira como tiembla todo tu cuerpo, él sabe lo que quiere, déjate llevar— casi le ruego colocando mis manos en su cintura para acercarlo más a mí.
—No me hagas esto... por favor— me suplica.
— ¿Qué cosa?— le pregunto pasando mi dedo por su labio inferior.
Cierra los ojos y entonces sé que se ha rendido, me apodero de su boca, esa boca que me vuelve loco de deseo y me dejo llevar.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top